LA PINTURA ROMÁNICA EN ESPAÑA.
Cataluña.
Castilla y León.
MINIATURA.
FUENTES.
En España la
mejor pintura italo-bizantina es la de Cataluña. El renacimiento de la pintura
mural es anterior a la llegada de esta corriente a principios del siglo XII.
Hay ya obras a principios del siglo XI en Cataluña y otras regiones.
Cataluña.
Cataluña es un lugar de excepción por poseer los mejores y más numerosos restos de Europa, al no ser destruidas las pequeñas iglesias del Pirineo leridano.
Pantocràtor de Sant Climent de Taüll.
La influencia bizantina es importante, vía Lombardía. Las más antiguas pinturas murales conservadas son las de Sant Quirze de Pedret, y del Románico Pleno destacan las de Sant Climent y Santa Maria de Taüll (de influencia bizantina, con gran estilización de la figura), realizadas por un desconocido maestro de Tahull h. 1124.
Castilla y León.
Destacan las obras del maestro de Maderuelo (en Santa Cruz de Maderuelo, tal vez del mismo maestro de Tahull), San Baudilio de Berlanga y el conjunto del Panteón de San Isidoro de León (seis bóvedas llenas de pinturas de excelente color y luz, cuyo Pantocrátor es un obra maestra, con influencia bizantina, general en todas las mejores obras).
Hay dos corrientes:
1) La
corriente italo-bizantina.
Los frescos
de San Baudilio de Berlanga (siglo XII, Soria) están en un monasterio mozárabe.
Hay dos ciclos: 1) en la parte superior, el NT, con la expresividad, la
presentatividad (influencia de Agnani). 2) En la parte inferior hay escenas
profanas: elefante, cazador, dromedario, caza... Pudo haber dos o tres
artistas. Se pensó que era pintura mozárabe pero en 1982 Milagros Guardia opinó
que era también del siglo XII (lo aceptaron Sureda y Yarza), con una relación
de los dos ciclos en una cosmogonía de un ciclo celeste arriba y un ciclo
terrestre en las escenas bajas. La columna central reforzaba este programa al
unir los dos ciclos (hay un texto del profeta Daniel sobre un gran árbol del
mundo). Las Etimologías de San Isidoro y el Phisiologus nos
presentan al dromedario y al elefante como símbolos de la humildad (se
arrodillan), el oso es el mal, el cazador es el hombre entre el bien y el mal,
el ciervo es una presencia de Cristo (una escena de la caza metafórica de
Dios).
Los frescos
de Sigena (la sala capitular del monasterio, destruido en 1936), de los que hay
restos en el MNAC. Es del c. 1200, en un momento de bizantinismo y figuración
protogótica, con los dos temas distintos del AT y NT, con Cristo como nexo de
unión. Se relacionan el marco arquitectónico y el programa iconográfico. El AT
es el tiempo de la creación del hombre, del pecado, de la preparación de la
venida de Cristo, de la humanidad caída, en suma soporte del tiempo del NT. Por
ello el AT se sitúa en las enjutas de los arcos. Es el soporte de la iglesia y
del NT, de la humanidad redimida en los muros de la sala. Cristo es el nexo de
unión, en los intradoses de los arcos, con tres ciclos de la Vida de Cristo (Natividad,
Infancia y Vida Pública, Crucifixión) en el sentido N-O-S.
Hay
ornamentación, flora y fauna, de gran fantasía formal y simbólica, dominando el
centro de los arcos, como símbolo del eterno enfrentamiento del bien y del mal.
El lancero centauro es un bello representante de la fauna de Sigena. El
centauro, medio hombre y medio caballo, representa a los seres que «con
apariencia de piedad, niegan de hecho su virtud» (Phisiologus, Epístolas
de San Pablo).
2) La
corriente franco-románica domina en los reinos de Occidente, pero hay también
maestros de este estilo que comparten las influencias italobizantinizantes.
Destacan las
obras del maestro de Maderuelo (en Santa Cruz de Maderuelo -tal vez del mismo
maestro de Taüll-), San Baudilio de Berlanga y el conjunto del Panteón de San
Isidoro de León (seis bóvedas llenas de pinturas de excelente color y luz, cuyo
Pantocrátor es una obra maestra, con destacada influencia bizantina, general en todas las
mejores obras).
Las pinturas
del panteón de San Isidoro de León (de fecha incierta, en 1167-1188 o
anterior), son una obra maestra de Europa. Se distribuye en las seis bóvedas en
escenas. Parece que hubo dos artistas, uno para la bóveda y otro para los
muros.
El
Pantocrátor en el centro organiza toda la composición, con una visión
apocalíptica de Dios. En los lunetos hay escenas de Nacimiento de Jesús y otras
de la Pasión ,
la Ascensión... Hay dudas sobre si hay un programa iconográfico coherente: para
Yarza no, para Sureda sí (se basa en la opinión de Ainaud). Según Sureda hay
una contraposición de sentidos, con el tema de la Redención del Hombre
(lógico en un Panteón), teniendo a la derecha del Pantocrátor el Nacimiento e
Infancia de Jesús, mientras que a la izquierda está la Pasión y la
Glorificación. El Pantocrátor con el Tetramorfos es típico italobizantino, pero
en las otras escenas el modelo es francorrománico, como en la Anunciación
a los pastores (muy bucólica), la Matanza de los Inocentes (se adaptan al
marco arquitectónico), la Eucaristía, la Pasión , el Apocalipsis, el Mensario (con los
meses del año). Los colores son sencillos (aunque San Isidoro tiene una cierta
riqueza cromática, un caso único), luminosos y ocres. Las figuras son
humanizadas, naturalistas, flexibles, independientes (sin la yuxtaposición y
hieratismo bizantinos).
Los frescos
de la ermita de Vera Cruz de Maderuelo se estudian generalmente en la corriente
italobizantina pero para Yarza son una obra mixta, porque la influencia de
Cataluña se mezcla con influencias locales. Hay un evidente horror vacui. Tiene
menos narración, es genérica y presentativa, con un complejo programa
iconográfico italobizantino, pero el color es típico francorrománico, con predominio
del ocre.
Hay un
programa sobre el tema del Paraíso perdido, que se recupera por la intervención
de Cristo. Hay en la entrada dos escenas: la Creación y la Pérdida del Paraíso por el
pecado de Adán y Eva. En las paredes laterales hay un friso con la Jerusalén
Celestial y los apóstoles (como doce pilares que sostienen la ciudad). En el
extremo opuesto a la entrada hay una cruz con el Cordero Místico, con
Melquisedec y otros profetas.
MINIATURA.
Los talleres monásticos y episcopales, los scriptoria, decoraban con miniaturas los libros religiosos: biblias, salterios, hagiografía, libros profanos...
La miniatura influyó mucho en la pintura mural, mediante su iconografía.
En España predominó la influencia mozárabe de los códices del Beato de Liébana y el monasterio de Santo Domingo de Silos, hasta la llegada en el siglo XI de la influencia francesa.
Los centros principales estuvieron en los monasterios de Cataluña: San Pedro de Roda, Ripoll y Vic.
En Castilla destaca el centro de Santo Domingo de Silos. Entre las obras descuellan el Codex Calixtinus, sobre
el Camino de Santiago, y el ciclo de Carlomagno, que se relaciona con el
Salterio de St. Albans.
UD FUENTES.
Internet.
Comentario: Pantocrátor de San Clemente de Tahull.*
Comentari: Pantocràtor de Sant Climent de Taüll.*
Comentario: La Anunciación del Panteón de San
Isidoro de León.*
Documentales / Vídeos.
Exposiciones.
*<Agnus Dei. L’art romànic i els artistes del segle
XX>. Barcelona. MNAC (diciembre 1995-marzo 1996). Cat. 247 pp.
*<Pintar hace
mil años. Los colores del románico>. Vich. Museo Episcopal (agosto-diciembre 2014). Comisaria: Judit Verdaguer. Reseña
de Montañés, J. Á. Lo que el ojo no ve del románico. “El País” Cataluña (17-VIII-2014) 4. Se explica cómo pintaron los artistas
el baldaquín de Ribes, la obra maestra sobre madera del románico catalán, con lapislázuli
y aceite de linaza.
Artículos. Orden cronológico.
Montañéz, J. Á. Secretos que ocultaba la cruz. “El País” (7-VIII-2014) 32. La cruz románica
de Anglesola ocultaba en su interior otra cruz con reliquias. Una obra de una taller
de Jerusalén hacia 1170.
Bosco, Roberta. Larga vida a las pinturas románicas
arrancadas. “El País” (18-XI-2019). El MNC y las comarcas rurales
conmemoran el centenario de esta práctica que salvó importantes frescos de las
zonas rurales.
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