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miércoles, 3 de febrero de 2021
Comentario: San Pedro del Vaticano. La cúpula de Miguel Ángel y la evolución del edificio del Renacimiento al Barroco.
Comentario: San Pedro del Vaticano. La cúpula de Miguel Ángel y la evolución del edificio del Renacimiento al Barroco.
Descripción.
La iglesia de San Pedro del Vaticano, construida entre 1506 y 1626, es un edificio de tipología religiosa, del modelo de planta basilical de cruz latina, aunque la cabecera tiene una planta centralizada. Su enorme interior mide 193 metros de longitud, y 218 el exterior, con 44,5 metros de altura, que en la cúpula llega a los asombrosos 136 metros.
Sus materiales fundamentales son piedra, mármol y estuco.
Construcción y datación.
Planta de la basílica paleocristiana de San Pedro del Vaticano (324-330).
San Pedro del Vaticano (324-330).
La basílica de San Pedro se planteó desde su construcción en el siglo IV por mandato del emperador Constantino como el templo más
importante de la Iglesia católica.
La gran iglesia paleocristiana duró doce siglos, pero en el XV ya amenazaba ruina por los terremotos y las deficiencias del terreno y los materiales, pese a las numerosas restauraciones. Los papas procuraron soluciones parciales.
Grabado sobre cómo era San Pedro del Vaticano hacia 1450.
El arquitecto y escultor renacentista Bernardo Rosellino (1409-1464), por orden del papa Nicolás V, sustituyó hacia 1452-1455 el ábside de la basílica constantinea por uno más monumental y recio, y amplió y consolidó el transepto. Como curiosidad, el papa aprovechó gran parte de los materiales del Coliseo para esta reforma. Rossellino es hoy famoso por su ordenación urbanística de la ciudad de Pienza.
Evolución de las plantas renacentistas de San Pedro del Vaticano, en la que destacan los proyectos de Bramante, Rafael y Miguel Ángel. El plano definitivo, por Maderno, fue una fusión de los dos últimos, y Bernini finalmente realizó la plaza.
Pero el resto del edificio mantuvo severos daños estructurales y amenazaba derrumbarse. Finalmente, el papa Julio II (1503-1513) decidió sustituir todo el edificio, con un costo enorme, hasta el punto de que muchos historiadores han apuntado que fue uno de los factores desencadenantes de la Reforma protestante, al exigir el Papado gravosas contribuciones.
La cuestión desde el inicio fue decantarse por una planta
basilical o una centralizada. La basilical satisfacía las ideas de recibir
grandes multitudes de fieles y entroncar con la tradición de la inicial
basílica paleocristiana. La centralizada honraba el culto a las reliquias de
Pedro, el primer papa, y de simbolizar la unidad y el origen divino de la
Iglesia.
El primer arquitecto encargado, en 1506, fue Bramante, que diseñó una planta
centralizada de perfecta cruz griega, de dos naves perpendiculares, con cuatro brazos iguales y cuatro entradas, y una gran cúpula en el centro de la cruz, inspirada en el templete anterior de San Pietro in Montorio. Su proyecto de cúpula era todavía un compromiso entre el Gótico con sus torres y torrecillas y el Renacimiento con su tambor de columnas rodeando y medio tapando la cúpula.
El proyecto de planta centralizada no agradó inicialmente al papa Julio II, quién había
imaginado su propio sepulcro, no el de san Pedro, en el lugar central de una
planta basilical, pero terminó aceptando la propuesta de Bramante, convencido por su fama y el éxito de su anterior proyecto de San Pietro in Montorio, que es casi un modelo en miniatura del proyecto para San Pedro. Otros papas, como León X (1513-1521), volvieron luego a ese plan basilical, una
tentación que explica las reformas posteriores y que siguió hasta la conclusión de
las obras.
Bramante fallece en 1514, habiendo concluido solo los cuatro grandes pilares de la cúpula. Rafael le sucede en las obras, pero no tiene tiempo para realizar su nuevo proyecto, de una planta más basilical, con un interior de tres naves con enormes pilares, arcos de medio punto y bóvedas de cañón, aunque respetando el enorme crucero de Bramante. Tras su muerte en 1520 le suceden, en comandita, Peruzzi y Antonio da Sangallo el Joven y, más tarde, Giulio Romano, que prosiguen lentamente las obras con algunas modificaciones. En esta época se reutilizan en el suelo gran parte de los materiales de la antigua basílica paleocristiana, como un disco de pórfido rojo sobre el que se arrodilló Carlomagno el día de su coronación el 25 de diciembre del 800.
Finalmente, tras el fallecimiento de Romano el papa encargó
en 1546 las obras a Miguel Ángel, que las dirigió hasta su muerte en 1564, con
la ayuda del español Juan Bautista de Toledo (el arquitecto inicial de El Escorial). Miguel Ángel llega a la dirección de las obras de San Pedro a los 70 años, con la fama de ser el gran genio de Occidente. Su obra arquitectónica demuestra su dominio de los volúmenes exteriores más que de los espacios interiores.
Sus principales aportaciones fueron volver a la idea de una planta centralizada, exigir la desaparición de las torres y torrecillas de Bramante,y potenciar la cúpula sobre un tambor, configurando el futuro modelo occidental de cúpula, y plantear una única monumental entrada, con un pórtico adintelado.
Después le sucedieron nuevos arquitectos, como Giacomo
della Porta, que acabó la cúpula, y sobre todo Carlo Maderno, que volvió a la
planta basilical de cruz latina, alargándola en dos tramos, y proyectó
la monumental y barroca fachada (1607-1614) que ahora vemos. Estos dos cambios ocultaron en gran
parte la cúpula desde la visión del espectador sito en la plaza, desluciendo el
efecto visual que pretendían Bramante y Miguel Ángel.
Más tarde, Bernini diseñó y casi completó hacia 1638-1641 dos grandes torres campanario a los
lados de la fachada, pero poco después fueron derribadas por el propio Bernini porque deslucían el
conjunto y tenían problemas estructurales. La gran genialidad de Bernini fue la columnata con alas en la plaza que abraza a los peregrinos que acuden a San Pedro y ha devenido un modelo perfecto de la estética del Barroco, espectacular, teatral, plena de movimiento y tensión.
Interior de San Pedro, según una pintura del siglo XVIII de Giovanni Panini. no ha variados desde entonces la profusa decoración de las paredes y la iluminación cenital en claroscuro desde los grandes ventanales que se abren en los tramos, en la cúpula y en los brazos del transepto.
La planta de Miguel Ángel: análisis formal.
Miguel Ángel
vuelve pues a la idea original de Bramante de realizar un templo de planta
centralizada, combinando la planta cuadrada y la de cruz
griega de brazos iguales. El crucero cuadrado se convierte en el círculo de
la cúpula mediante los soportes de pechinas. Hasta aquí no hay nada novedoso,
pero Miguel Ángel introduce cinco ideas.
- Corta las esquinas
del cuadrado para así eliminar recodos y para solucionar unos problemas estructurales del proyecto de Bramante.
- Plantea una sola portada, precedida de un pórtico de columnas inspirado en
el del Panteón de Agripa en la misma Roma, en vez de las cuatro portadas que Bramante
proyectó en los extremos de los brazos de la cruz.
- Cierra los tres brazos
restantes con ábsides.
- Proyecta cúpulas
secundarias en los espacios que restan entre los brazos de la cruz griega y el
cuadrado.
- Elimina las torres de
las cuatro esquinas que había pensado Bramante, con lo que la enorme cúpula restante
gana protagonismo visual.
Miguel Ángel también acabó la cabecera exterior, que reúne ideas como la articulación de los elementos en un movimiento circular muy sinuoso achatando las esquinas; el uso de pilastras corintias a modo de gigantescas lesenas; un doble támbor (cortado por una cornisa), cuyo ático, más pequeño, tiene ventanas rectangulares apaisadas, mientras que en cuerpo mayor domina la apertura de hornacinas y vanos con ventanales rematados con una alternancia frontones triangulares y semicirculares, que ya identificamos como una característica repetida de este arquitecto.
La cúpula de Miguel Ángel: análisis formal.
La inmensa cúpula
tiene 47 metros de diámetro y 136 de altura.
La gran novedad
miguelangelesca es la transformación de la cúpula, que hoy se levanta casi tal
como él la diseñó, sobre cuatro enormes pilares (también se les denomina como machones), los que ya había levantado Bramante, y con un tambor rodeado por
una columnata de pares de columnas que actúan como salientes contrafuertes para los nervios (también pareados) y crean efectos de claroscuro. Entre estos pares de columnas hay una alternancia de frontones semicirculares y triangulares. En el entablamento superior, que actúa como un segundo támbor, hay ornamentos de guirnaldas. Este complejo juego de efectos visuales, pleno de dinamismo y tensión, muchos historiadores lo vinculan ya al manierismo, con razón.
Se inspira en el Duomo de Florencia que un siglo antes había elevado
Brunelleschi, y así es evidente su vínculo con la transición entre el Gótico y
el Quattrocento, pues incluso se construyó con dos casquetes, uno interior semiesférico
y otro exterior apuntado, unidos mediante tirantes que contrapesan los empujes. Los nervios pareados crean líneas de perspectiva que confluyen en la linterna, con un efecto ascensional, y entre los nervios, en los plementos, se abren pequeños ventanucos, con una doble función, de iluminación interna, y de alivio de las cargas estructurales, tal como ya veíamos en la cúpula del Duomo florentino.
En el interior la cúpula es perfectamente semiesférica, gallonada pues 16 nervios la dividen en plementos, cada uno con su ventanal cuadrado rematado por frontones, alternando los triangulares con los semicirculares, procurando el conjunto un efecto de intensa luminosidad, ligereza en el peso y movimiento visual. Añado que la visión en picaso desde la balaustrada que la circunda es espectacular, pues debajo de la clave se contempla el baldaquino de San Pedro y admiramos el amplio crucero .
Miguel
Ángel solo pudo ver acabado en vida el támbor y acabó la cúpula después de la
muerte del florentino en 1564, otro gran arquitecto, Giacomo della Porta, que alargó
la cúpula haciéndola más ogival, y otro, Domenico Fontana (el mismo que instaló en la plaza el famoso obelisco egipcio), recortó la linterna (algunos autores apuntan que la acabó Maderno), tan
elevada que desde ella se divisan todos los puntos importantes de la ciudad.
Significado y contexto histórico-artístico.
La basílica de San Pedro, desde su inicio como templo paleocristiano en el siglo IV y su sustitución por uno renacentista en el siglo XVI y su integración en la plaza barroca en el siglo XVII, fue considerada el templo más importante del mundo, pues era la iglesia oficial del Papa de Roma, el centro de la Cristiandad, uniendo al primer papa, San Pedro, cuya tumba se halla en una cripta bajo el altar mayor, la con sus sucesores, muchos de los cuáles han sido también enterrados en el templo, y que quedaban así legitimados por una tradición tanto legal como histórica.
Por lo tanto, vemos en ella la permanente importancia de los edificios monumentales para reforzar el mensaje religioso que consolida el dominio divino (y de la jerarquía eclesiástica) sobre los fieles, como habíamos visto ya en el Partenón, el Panteón o las catedrales medievales, junto a la conveniencia de disponer se un amplio espacio para acoger a los peregrinos y asistentes a las ceremonias, la idea de usar la cúpula integrada en un cuadrado como símbolo del poder divino y de la creación de la naturaleza y el hombre.
El edificio, con su cúpula, es el lugar más espectacular de Roma, y se integra en el espacio urbano, que el papa Sixto V (1585-1590) mandó reordenar al arquitecto Fontana para que largas y anchas avenidas confluyeran en el Vaticano llevando a los fieles.
Catedral de San Pablo, Londres.
Iglesia de los Inválidos, París.
La planta de San Pedro, por su excesiva inmensidad, no ha sido imitada, pero sí la cúpula, modelo para muchas otras clasicistas, en Italia y en Europa, como la de la catedral de San Pablo (1676-1710) en Londres, por Christopher Wren, o la de la iglesia de los Inválidos en París (1670-1706), por Bruant y Hardouin-Mansart.
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