Arte de Nepal.
La plaza Durbar de Katmandú antes del terremoto de abril de 2015.
El mismo lugar, después.
Josep Lluís Alay, en Golpe a un patrimonio de extraordinario
valor [“El País” (26-IV-2015)] resume las principales obras del arte
nepalí, que han padecido una violenta serie de terremotos en abril de 2015:
‹‹Nepal es,
sin duda, un país más conocido por su riqueza natural que por su patrimonio
cultural. La cordillera del Himalaya surcada por sus imponentes picos, algunos
de ellos los más elevados del planeta como el monte Everest, ha dejado en
segundo término uno de los tesoros culturales más importantes de Asia y de la
humanidad: el valle de Katmandú. (…)
La Unesco ha reconocido siete grupos monumentales como
Patrimonio de la Humanidad en el valle de la capital nepalí. Parece ser que
todos se habrían visto afectados en mayor o menor grado por el terremoto de 7,8
en la escala de Richter que ha azotado la zona. Desde un punto de vista
espiritual, el valle es el resultado de la fusión del hinduismo y el budismo,
que, al parecer, encontraron su punto de perfecta fusión en las elevadas
prácticas espirituales del tantrismo, común a ambas tradiciones religiosas.
Katmandú también es el resultado de la combinación de culturas y lenguas de
origen tibeto-birmano, como la newar y la tibetana, e indoeuropeo, como las de
origen indio y nepalí.
Entre los monumentos catalogados por la Unesco, se
encuentran en primer lugar los llamados complejos urbanos palaciegos, también
conocidos como las plazas Durbar. Se trata de un conjunto de edificios
religiosos y civiles que constituyen la representación artística más elevada de
la cultura newar, autóctona de Katmandú. Estos complejos arquitectónicos, que
constituyen todavía los centros históricos de las ciudades de Katmandú, Patan y
Bhadakpur, están formados por los propios palacios reales así como un sinfín de
templos hindúes y budistas, grandes fuentes y estatuas. Los edificios de
ladrillos y madera, algunos en forma de pagodas, de la plaza Durbar de
Katmandú, conocida como Hanuman Dhoka, fueron construidos por la dinastía de
los Malla entre los siglos XII y XVIII. Entre ellos destacan los templos de
Taleju y Jaganath y la estatua del rey Pratap Malla, la gran campana y el gran
tambor.
En este escenario, sobresale la famosa y misteriosa
inscripción del siglo XVII, dedicada a la diosa Kalika y escrita en 15 lenguas
distintas, que se encuentra en uno de los muros del palacio real y sobre la que
hay múltiples leyendas, debido a la dificultad de interpretar correctamente la
inscripción. La más famosa cuenta que contiene instrucciones para descubrir el
tesoro perdido del rey Pratap Malla, que se encontraría en el subsuelo de la
plaza Durbar. Destacan también los maravillosos ventanales de madera, tallados
por los artistas newar con imágenes budistas e hindúes de divinidades como
Shiva, Vishnú y Garuda. Algunas muestras del arte newar, incluido un gigantesco
ventanal tallado en negro, pueden contemplarse en el Museo de Culturas del
Mundo recientemente inaugurado en Barcelona.
El segundo gran grupo monumental del valle de Katmandú
lo constituyen los templos hindúes de Pashupatinath y Changu Narayan. El de
Pashupatinath, dedicado a Shiva, se encuentra apenas a cinco kilómetros de
Katmandú, a orillas del río Bagmat, y está considerado como el más sagrado de
Nepal y uno de los más importantes para los devotos hindúes seguidores del
shivaísmo en todo el planeta. Por su parte, el templo de Changu Narayan, una
joya arquitectónica del siglo IV, con sus techos inclinados, tan
característicos de las pagodas de la arquitectura nepalí, contiene una imagen
tallada en la piedra de extraordinario valor formada por Vishnú y su consorte,
Laxmi, ambas deidades montadas sobre el águila mitológica conocida como Garuda.
Desgraciadamente, Changu Narayan habría resultado muy afectado también por el
temblor de tierra.
Finalmente, cabe destacar los dos grandes monumentos
budistas del valle: los gigantescos estupas (en sánscrito) de Swayambu y
Bouddhanath. Unos penetrantes ojos azules presiden el estupa esférico de Bouddhanath,
cuya altitud alcanza los 36 metros. Se trata de uno de los monumentos más
sagrados para los fieles budistas y, muy especialmente, para los tibetanos que
lo circunvalan durante siglos. En la actualidad, la comunidad tibetana exiliada
en Katmandú reside en esta zona del valle y ha construido más de una
cincuentena de templos y monasterios alrededor del imponente estupa. Por otro
lado, Bouddhanath se ha convertido también en el monumento más visitado por los
turistas extranjeros en Nepal.
Katmandú ha sufrido a lo largo de la historia varios
terremotos de efectos devastadores sobre su patrimonio, el último de ellos un
15 de enero de 1934. Desgraciadamente, los efectos del seísmo que ha vivido
Katmandú sobre su conjunto monumental y artístico del valle son de dimensiones
catastróficas y probablemente irreparables para el conjunto de la memoria
histórica y artística de Nepal y de la humanidad entera. Los nepalíes mañana
tratarán de hallar consuelo para convivir con esta tragedia humana y material
en sus íntimas creencias hindús y budistas sobre lo efímero de la existencia.››
FUENTES.
Alay, Josep Lluís. Golpe a un patrimonio de extraordinario valor. “El País” (26-IV-2015).
No hay comentarios:
Publicar un comentario