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miércoles, 10 de marzo de 2021

lunes, 8 de marzo de 2021

Historia urbana de Palma de Mallorca.

            HISTORIA URBANA DE PALMA DE MALLORCA.

Índice.
Palma prehistórica.
Palma antigua.
Palma vándala y bizantina.
Palma islámica.
Palma medieval cristiana.
La vivienda mallorquina.
Palma en la Edad Moderna.
El plan antiguo de la Ciudad de Mallorca, hecho en 1644 por el presbítero Antoni Garau.
La ciudad del siglo XVIII y principios del XIX.
Los cementerios de principios del siglo XIX.
Palma contemporánea.
El siglo XIX.
El siglo XX.
Los años 1960.

PALMA PREHISTÓRICA.
Casi no hay restos arqueológicos de la zona de Palma en la época talayótica. Según unos autores habría un poblado donde ahora está el Mercado Viejo y San Nicolás, en la parte baja de Sa Riera, con una torre de defensa donde ahora está la torre del Ángel, pero opino que el poblado estaría más probablemente arriba del colina, mejor protegido por la altura, como ocurría con la mayoría de los poblados costeros del Mediterráneo y de Mallorca (el poblado del Puig de ses Beies en Santa Ponça es un buen ejemplo), mientras que no tenemos ningún ejemplo de un poblado en la misma orilla del mar, donde sería fácil objetivo de los piratas.
Si esta teoría es cierta esto explicaría en parte el hecho de que los romanos hicieran una red urbana ligeramente irregular en la ciudad, pues aprovecharían las pequeñas calles y las construcciones talayóticas (que ya antes seguirían los accidentes del terreno). Además, las excavaciones en Pollentia (Sa Portella) han demostrado que lps romanos fundaron la ciudad sobre una previa pequeña estructura urbana indígena, y lo mismo podría haber ocurrido en Palma.

PALMA ANTIGUA.
Tras la conquista de Cecilio Metelo (123-122 aC), éste o unos gobernantes posteriores fundaron tanto la ciudad de Palma (significa Victoria en latín) como la de Pollentia (Fuerza o ciudad del poder latino), que sería la más importante durante la mayor parte del período romano. La romanización fue intensa en las dos ciudades de Palma y Pollentia, y mucho más escasa en el campo, en el que s'introdugué más paulatinamente, como se ve centuriaciones (repartos de tierras a veteranos colonos) como la de Campos.
En cuanto a Palma la tradición erudita, desde el Renacimiento, lo identifica con la actual, tal como la lógica lo confirma. Posteriormente, durante el siglo XIX algunos investigadores (Bover) dudaron de la seguridad de la identificación, sobre todo tras el descubrimiento de la importante necrópolis de Sa Carroja en Ses Salines, indicio de un núcleo urbano romano en Es Palmer, con un castrum republicano (también sobre un núcleo indígena), mientras que los hallazgos romanos en Palma eran muy escasos. Pero algunas inscripciones con referencias a cargos municipales y los hallazgos arqueológicos han aportado pruebas sobradamente concluyentes de la identificación con la Palma romana, como sostenían los eruditos alemanes del siglo XIX que estudiaron el problema.




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La Palma romana en la época imperial, según Carlos García-Delgado. [http://palmaromana.caib.es/plano.htm]

La ciudad imperial tardía, compacta, encima de la colina que dominaba la zona, tenía una posible estructura rectangular, conformada por el mundus central, el foro situado donde ahora está el Estudio General, las calles principales, el cardus (norte-sur), con dos Cardines paralelos, y el decumanus (este-oeste), con otras dos calles de este a oeste. A los lados del espacio ortogonal conformado por las calles, y hasta las murallas, quedaban espacios vacíos, debido a la irregularidad del terreno. La tesis de García Delgado de que'ls calles interiores seguían una disposición rígida no ha quedado demostrada por la arqueología, pues los restos de una calle a orillas del claustro de la Sede indican que la red de calles no era totalmente regular y seguía en gran parte los accidentes del relieve, posiblemente como los callejones prerromanos.
Había dos recintos fortificados: el castrum romano donde ahora está el palacio-castillo de la Almudaina y el recinto más amplio que englobaba toda la ciudad y que lindaba donde ahora está la calle Morey. Ocupaba unas 6,5 hectáreas, pero sólo había unas 5 útiles. Para Alomar (que se equivoca en las escalas en metros y dobla la superficie real hasta 13 hectáreas) el primer recinto sería del siglo I aC, mientras que el segundo podría ser del siglo V.
Mi tesis es que el primer recinto sería obra de Metelo u otro jefe militar romano en el inicio de la conquista, hacia el -120 o más bien de los primeros decenios del siglo I aC, y que el segundo tardaría mucho más, ya que el siglo -I no había que dar protección a los colonos en una época en la que los romanos ya dominaban el Mediterráneo.

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La parte central del castrum de Son Espases, el primer núcleo romano de Palma.

La guarnición militar romana, permanente desde el alrededor del 123 aC, probablemente se repartía entre un campamento de infantería en la zona del actual palacio de la Almudaina y un campamento de caballería, erigido en la zona más interior, a unos pocos kilómetros de la ciudad, en la finca de Son Espases, donde había más suministro de agua para los caballos. Los arqueólogos que excavan este campamento exterior piensan que esto sería la primera o más antigua Palma, y la costera sería unos 40 años posterior, ya en época de las guerras civiles en Italia, hacia el 80 aC.
La ciudad tuvo prosperidad durante los siglos I y II dC, los de la Paz Romana, como indican las inscripciones y los hallazgos de ajuares, pero la situación cambiaría radicalmente en el siglo III don la gran crisis interna y las primeras invasiones germanas, que llegaron a Mallorca.


Arco tardorromano de la Almudaina, rehecho en la época gótica, con la continuació de la muralla en el patio vecino. [https://www.visitpalma.com/es/pl515/descubrir/que-ver-y-que-hacer/cultura/id40/arco-de-la-almudaina.htm]

Sabemos que entonces se construyeron las murallas de numerosas ciudades (Barcino, Tarraco, Valentia, etc.) y Palma no debió ser la excepción, protegiéndose entonces las cannabae (zona exterior al castrum) entre las actuales calles de Morey, Almudaina y Real, pero no cubriría toda el área urbana exterior (sería muy costoso), lo que explica que se encuentren restos de villas y cerámica fuera del segundo recinto, seguramente destruidos durante la bien conocida invasión franca hacia el 260. Algunos historiadores indican que en esta fecha llegaron los primeros vándalos, pero esto no está documentado.
En todo caso, después de las destrucciones bárbaras como máximo debía tener unos 2.500 o 3.000 habitantes en 6,5 hectáreas protegidas (la mitad que la superficie anterior de la ciudad), que aumentarían sólo un poco para que la capital isleña, Pollentia ( que tenía el doble de extensión y habitantes), también fue destruida por los francos en el mismo periodo de 260 a 277 y Palma seguramente tuvo que convertirse en la nueva capital balear.
El siglo III fue así una época de crisis y de escasa urbanización, lo que explicaría que no se encuentren restos de un anfiteatro u otros grandes edificios edilicios, propios de la gran época imperial de los Claudios (siglo I) y de los Antoninos (siglo II), como sí los había tenido Pollentia. Pero hay la posibilidad de que los tuviera y fueron derrbados o cubiertos por construcciones posteriores. En 1997 García-Delgado sugiere una estructura posiblemente del teatro al borde del antiguo puerto romano, en la zona de la plaza de la Constitución.

PALMA VÁNDALA Y BIZANTINA.
Los vándalos seguramente saquearon Palma el 425 y la ocuparon permanentemente desde el 455. Era sede episcopal (el obispo Elias de Mallorca está documentado en 484). Seguramente un poco antes (desde el 405 vuelven a hacerse muchas murallas en Occidente) de este periodo, durante él vándalo o quizá del bizantino es una puerta llamada de la Almudaina, perteneciente al segundo recinto y que entonces debió ser reconstruida en una técnica menos precisa, que hay que estimar que estaba ya en el mismo lugar desde el siglo III (hacia el 280 o incluso antes).
La ciudad fue reconquistada por los bizantinos el 534, aunque de ellos no hay restos comprobados en Palma. El 707 fue saqueada por primera vez por los musulmanes, que hicieron rehén a un "reyezuelo de Mallorca" y otro de Menorca (¿unos gobernadores bizantinos medio independientes o unos obispos?) Y tal vez la destrucción se repitió en 848-849 por los omeyas andalusíes y en 869 por los piratas normandos.

PALMA ISLÁMICA.
El 902-903 Isam al-Hawlani conquistó la ciudad y el resto de la isla, comenzando pronto un ambicioso programa edilicio, que continuó en los siglos posteriores. Primero se reconstruyó el segundo recinto romano de la ciudad, llamada ahora Madina Mayurqa, por ser el núcleo urbano más importante de Baleares. Se construyeron también mezquitas, baños públicos y puertas, sustituyendo la trama regular romana por una estructura radial, ampliada quizá al tercer recinto a finales del siglo X.
Según García-Delgado se haría este tercer recinto fortificado ya en el siglo X, mientras que el cuarto se haría a finales del siglo XI, con el emir Mubaxir (1094-1114), cuando Baleares fue una taifa independiente. El cuarto contaría con una fortificación adosada, el Templo (una fortaleza de los bereberes Gomera o Ibn-Gumara), y pasaría por primera vez Sa Riera (que ahora quedaba dentro de la Ciudad), hasta los límites que perduraron durante toda la Edad Media .
Gran parte del espacio interior quedaba como tierra de cultivo, para alimentar a la población en caso de asedio y urbanizarían en distintas fases (de hecho, parte no fue edificada hasta el siglo XIX).



Plano de los recintos de la Palma islámica, según García-Delgado.

García-Delgado no puede presentar pruebas arqueológicas sino conjeturas, así que podría defenderse la tesis de retrasar un siglo ambas murallas islámicas, una tesis de Piferrer y otros, que no se puede descartar, basada en consideraciones históricas y de la técnica de algunas construcciones, como la Puerta de la Sal. En cuanto a las crónicas que informan de cuatro murallas podrían ser: las dos romanas (rehechas por los musulmanes), más la llamada tercera y una cuarta que sería el barrio de San Pedro (más allá de Sa Riera y que sería la mitad de lo que se haría un siglo después, lo que explicaría que una amplia zona no tuviera restos islámicas de construcciones o calles, pero con el problema de localizar los restos de la muralla interior, a no ser que fuera completamente derribada), o tal vez entendería como cuarta muralla al mismo Temple.
Sólo una lectura crítica de las fuentes escritas (Liber maiolichinus del presbítero pisano Enrique, un texto que, desgraciadamente, ha sufrido muchos cambios a lo largo del tiempo), excavaciones arqueológicas y una datación de las técnicas constructivas o de materiales rellenos en las murallas, podrían concluir la cuestión, pero todavía estaría el problema de datación provocado por las reparaciones posteriores, pues no es dudoso que las tuvo antes de la conquista cristiana de 1229, para reconstruir los destrozos del 1115 o producida por el tiempo.

El Liber maiolichinus da pie a la primera versión, la de la cuarta muralla a finales del siglo XI: «Había habido tres ciudades que tenían el mismo nombre pero que si quieres nombrar cada una de ellas diferentemente podrás designarlas con un nombre diferente. La primera se llama Arabatalgidit [Nueva]. Nazareodol [Mubaxir] fue el fundador de esta ciudad que está rodeada por cincuenta torres hasta Bebelgidit [Antigua o Vella]: así se llama la segunda [rodeada por la tercera muralla]. Un alto muro que empieza en la misma Arabatalgidit, rodea el cuerpo de la ciudad y, tocando ligeramente las olas del mar, se extiende acera de mar final allí donde la ciudad Almudaina muestra excelsas torres. Una muralla las separa; una es rodeada por las otras dos a las que rodean cerca de diez mil codos. Se deben quitar del número total once. Para quien quiera saber el número concreto de torres es de ciento setenta y cuatro. Estas tres ciudades pueden juntarse en una sola ciudad famosísima. El nombre común que se da a las tres es Mallorca. Entre ellas pasa un torrente muy tranquilo. Por cinco puentes pueden atravesar las entrañas del torrente cuando la fuerza del agua es mayor. Le dicen Ezequías. El río que fluye más lleno llama Enelamir el cual, conduciendo las aguas con canales, daba agua dulce para beber a la población »[Versión hecha por Mireia Mulet. 1991: 41.].

Pero sorprende que lo dice en pasado, "había habido tres ciudades", "daba agua", en contra de la narración en presente de la resto del libro, por lo que se puede sospechar una interpolación posterior, ya conociendo como era la ciudad almorávide. Asimismo no se habla del muro que tenía que haber en la orilla del mar entre Sa Riera y el Puig de Sant Pere. Y cuando los cristianos entran en la ciudad no se habla de que haya resistencia en la tercera muralla, que no se nombra, sino sólo a la Almudaina [64] y un párrafo abajo ya se habla de la muralla de Bebelgidit (la tercera ) y la de la Almudaina (la segunda), más la fortaleza final (Arx, el castrum), y no se dice nada de la conquista de los puentes o los barrios de poniente. Y el torrente "pasa entre las tres ciudades" (Ponent como una ciudad?). Son muchas contradicciones y lagunas para estar seguros del todo, pero en definitiva parece la más sensata con los conocimientos actuales.
El ataque cristiano de pisanos y catalanes de 1114 a 1115, con un asedio de ocho meses, acabó con el saqueo e incendio de la ciudad, que fue reconstruida y repoblada por los almorávides, pero sólo después de que se pensara en abandonar la ciudad y hacerla de nuevo en el centro (Sineu?), pero los habitantes se negaron, prueba de que muchos huyeron y sobrevivieron al ataque.
Al final del periodo almorávide Mallorca fue la sede de un nuevo estado, el de los Banu Ganiya (desde el 1.152), que combaten en el norte de África contra los almohades. Vinieron muchos de refugiados almorávides de la Península y la Berbería, lo que da algún apoyo a la tesis de retrasar a este periodo (segunda mitad del siglo XII) la ampliación de la ciudad, incluyendo ahora la fortaleza de los Gomera (que quedaba extramuros antes del 1115).
La conquista almohade (1203) no cambió la situación. Finalmente, las islas de independitazaren, con Abu Yahya (gobernador desde el 1208) hasta la expedición de Jaume I, que conquistó la ciudad en 1229. Estaba defendida por murallas, torres (pero parece una exageración que tuviera 174), un valle y una barbacana, lo que retrasó el asedio tres meses y medio. Era «la más bella ciudad que nunca hubiéramos visto», dice el Libro de los hechos. Según algunos autores era la octava ciudad de Occidente, con unos 20.000 o 25.000 habitantes.
De la ciudad islámica hoy sólo se conservan los baños árabes -posiblemente del siglo XI- el barrio de Sa Portella, y pequeños restos de puertas y fortificaciones, como el arco de Sa Gabella y una torre en el Puig de Sant Pere.

PALMA MEDIEVAL CRISTIANA.


Vista del Consolat de la Mar y la Llonja.


Vista de la Almudaina y la Seu.

En 1230 Jaime I otorgó la Carta de Franquesa (aumentada en 1257) para favorecer el poblamiento de Mallorca y ordenar la vida pública, exenta de los malos usos y de la dependencia feudal. Los catalanes fueron los que, sobre todo, repoblaron la isla, llevando una nueva fisonomía urbana y social: la casa gótica, calles más rectas; clases sociales de caballeros, mercaderes y artesanos. Empezó la división entre ciudadanos y agricultores. Permanecieron grupos de musulmanes (libres y esclavos, relativamente pocos porque la gran mayoría murieron o huyeron al campo) y de judíos que ya vivían en La Almudaina antes del 1229.
La nueva "Ciudad de Majorques" (civitas Maioricarum) mantuvo el perímetro de la Mayurqa árabe, que permite reseguir el mapa de Antoni Garau de 1644. Hubo, sin embargo, que mantener las murallas y rehacer la morfología urbana.
Las murallas eran importantes para la defensa y para definir los límites jurídicos y fiscales (comercio) de la Ciudad frente a la Part Forana. Para restaurar las murallas del cuarto recinto un Privilegio del 21-VII-1269 hacía que los caballeros, clérigos, nobles y cualquier otra persona debían contribuir obligatoriamente a la reparación de las murallas.
Para adaptar la ciudad a las nuevas exigencias sociales y religiosas de los nuevos pobladores, se siguieron el derribo de edificios, la construcción de otros y la adaptación de los ya existentes. La mayoría de los edificios musulmanes populares permanecieron decenios o siglos, hasta que a medida que se caían, pues la técnica constructiva en tapial era poco duradera, y los terremotos e inundaciones eran amenazas constantes, eran sustituidos por edificios de piedra mejor tallada (sillares).
El palacio de los valíes musulmanes fue convertido en residencia del rey, del obispo (el actual palacio episcopal) y de sus respectivos lugartenientes. Algunas mezquitas se convirtieron en iglesias como Santa Eulalia, San Miguel y, sobre todo, la Seu, pues la mezquita aljama fue la base de la nueva catedral.


Almudaina. Parte medieval cristiana.



Castillo de Bellver.



Seu de Palma de Mallorca. Siglos XIV-XVI, con reformas posteriores en la fachada principal.



La Llonja. Siglo XV.


Consolat de la Mar. Siglos XIV-XVII.

Las calles a menudo siguieron el trazado irregular de la ciudad islámica anterior. El centro del poder político, administrativo, religioso, nobiliario, estaba en la zona de la Almudaina (aprox. el segundo recinto romano), pero si el edificio principal era antes la fortaleza, ahora lo será la Sede. Los conventos crecieron en número y extensión, ocupando solares y huertos, hasta colmatar gran parte del espacio interior y causar graves problemas urbanísticos.
La prosperidad de Palma en el siglo XIII y parte del XIV fue muy grande, gracias al libre comercio (establecido en 1230 por una bula papal), con relaciones comerciales en todo el Mediterráneo y, incluso, con Inglaterra y Flandes. Esto exigió y permitir grandes obras en el puerto y edificios civiles, además del crecimiento del arrabal de Santa Catalina, hasta cerca de Portopí, y la construcción del castillo de Bellver. La comunidad judía vivía en Call, situado cerca de los barrios de Sa Calatrava y el Temple.
La población total pasaba seguramente los 20.000 habitantes en 1329, como en la época musulmana. Entonces era tan grande como la propia Barcelona. Aunque hay estadísticas de autores que aumentan esta estimación hasta llegar a superar demográficamente Palma a la Part Forana, hay que considerar la distinción entre habitantes de iure (ciudadanos) y de facto, pues muchos de habitantes de la Part Forana eran jurídicamente ciudadanos pero no vivían en la ciudad. En todo caso, Mallorca era una de las zonas con mayor proporción de población urbanizada del Mediterráneo, gracias al comercio, pero nunca tuvo que pasar del 50% de media, pues el sistema económico y la producción alimentaria de la isla no lo permitía entonces.
La crisis posterior a 1348 llevará, con altibajos hasta época moderna, en la que el cambio del comercio del eje mediterráneo al atlántico, hundió la isla en una larga depresión. La población bajó a 16.000 en 1350, y sólo 10.000 en 1444. Tuvo alguna subida: 16.000 quizás en 1466, pero era de 10.000 otra vez en 1524. Golpes muy fuertes fueron la Peste de 1348, la inundación de Sa Riera de 1403 (puede ser que hubiere entre 3.000 y 5.000 muertos), la crisis fiscal-financiera, el pogrom de 1392 contra la judería (300 muertos y la emigración de muchos judíos), la guerra civil de 1450-1453 entre foráneos y ciudadanos (con cientos de muertos), y las luchas ciudadanas entre Armadans y Espanyols (una bandería, no la nacionalidad), o entre los grupos del Call y los de la Almudaina, hasta estallar en la revuelta de las Germanías (1521-1523), que acabó con una cruenta represión que afectó a los menestrales y favoreció a las clases acomodadas.

La vivienda mallorquina.
En cuanto a la morfología de la vivienda, el arquitecto García-Delgado expone la evolución de la casa tradicional mallorquina como fruto de distintas civilizaciones. Opina que hay una solo tipo básico de casa popular mallorquina, con dos variantes. Sus rasgos se han mantenido hasta el final del siglo XX, y son: una casa simétrica, de una sola planta con transparencia a lo largo de un eje central, con una fachada ancha abierta en tres huecos -lleva central y ventana a cada lado-.
Los distintos invasores modificaron sólo aspectos secundarios, debido a la escasa influencia demográfica de cada uno. La evolución de este tipo básico empezó con la casa romana (una vivienda sofisticada, con patio, estaño, comedor, habitaciones y a veces jardín porticado), la primera casa de tres huecos. En el Imperio Romano esta vivienda de tres huecos apareció precisamente en las zonas que luego fueron fuertemente islamizadas.
La casa popular islámica del norte de África y Mallorca (que es distinta del resto de los países árabes) deriva de la romana. Tiene una sola planta, una fachada ancha (unos 10 metros), entrada central y apertura en ambos lados, y el techo se inclina hacia la fachada. Quedará hasta ahora en muchos de pueblos islámicos (Binissalem, Fornalutx, Muro, Sineu, Biniali), aunque a menudo tiene variantes de rasgos góticos catalanes.
A partir del siglo XIV apareció la casa gótica catalana, de fachada más estrecha y solar profundo, con huerto o jardín posterior, arco de medio punto en la entrada y una ventana pequeña en la planta superior. Es un tipo que pervive en zonas de Mallorca urbanizadas de "nueva planta" con la Reconquista, como Llucmajor, Santanyí y Porreres. La introducción de la escalera produjo una ruptura simétrica, al ser un elemento forzado que aparece siempre en un lado de la casa, nunca en el centro. Pero la casa popular mallorquina no imitó fielmente la gótica catalana (que soporta las vigas en los laterales), sino que lo hace en las fachadas, una influencia de la casa islámica anterior a 1229. En Palma la casa popular, tanto la islámica como la gótica, que se ve ahora en los pueblos, fue predominante hasta la renovación morfológica de los siglos XIX y XX.

PALMA EN LA EDAD MODERNA.
Las clases acomodadas, dominadores entonces de la vida política y económica de Mallorca, pudieron dirigir los capitales provenientes de la agricultura en la construcción de grandes palacios y casas señoriales, mientras que el resto de clases sociales quedaron en la miseria.
En 1543 el Gran y General Consejo decidió la construcción de unas nuevas murallas, muy costosas, lo que provocó muchas interrupciones en los siglos posteriores. Fueron pagadas a medias por el Real Patrimonio y la Universidad del Reino. En 1551 Hugo de Contrayer vino a hacer planes y siguieron otros (Giovanni Battista Calvi, Cevallos). En 1562 empezaron las obras en la parte de tierra, mientras que la parte del mar comenzó en 1715 y no acabaron totalmente hasta 1801. Giacomo Paleazzo "Fratin" [Algunas fuentes dicen Palearo y otros Palcaro, pero parece que el apellido era Paleazzo, mucho más frecuente], ingeniero italiano, diseñó en 1575 el plan definitivo de los muros de Palma, con baluartes. La contra-escarpa de cicunvalació tiene de recinto 3.500 palmos italianos (25.700 palmos mallorquines). El ángulo de los baluartes es obtuso. Su hermano, Giorgio, diseñó el traslado del torrente Exekin fuera de las murallas, para desembocar al pie del Puig de Sant Pere, que se hizo en 1601-13.
Así quedaba un gran espacio público interior: la Rambla, la Plaza del Mercado y el Born. Había siete puertas y 12 baluartes (ocho terrestres y cuatro hacia el mar). Su proyecto sigue las enseñanzas de Alberti y Giorgio de Martino, en cuanto quiere rodear la ciudad de un rígido cinturón de murallas según el ideal de la ciudad estelar renacentista, pero lo hace acoplando sin más en la ciudad medieval, lo que provocará unos problemas:
1.- El nuevo recinto se adapta casi por completo a la anterior, que sirve como encofrado interior, pero no alinea las puertas a las antiguas (que ahora servirán para dar acceso a los baluartes). De esta manera se producía una mutilación violenta del tejido viario medieval interior, y se corta en gran parte la comunicación directa con los caminos exteriores.
2.- No se planifica un área urbana de expansión. Es más disculpable porque la ciudad sufría un evidente estancamiento demográfico y económico. Sólo se amplió hacia poniente (S'Hort d'en Moranta) y no tanto para dar más suelo urbano como para garantizar la perfección geométrica de su proyecto.

El puenet de la Porta del Camp, en el este de la ciudad.

El planol antiguo de la Ciutat de Mallorca (1644), por el presbítero Antoni Garau.


Se ve perfectamente la ciudad vieja, formada por el núcleo que rodeaba la muralla, el itinerario de la que señalan aproximadamente los modernos calles que llevan en nombre de avenidas.

Se distinguen la Villa Alta y la Villa Baja, al este y el oeste, respectivamente, del antiguo cauce de Sa Riera (actualmente la Rambla, el Mercado Viejo y Es Born). Estaban comunicadas precariamente por las costas de Santo Domingo, Sa Polvo (y posteriormente por la de Olmos) y por calles secundarias escalonados (como el de Quinto). En la Villa Alta había, como ahora, los principales centros de la administración y del comercio, así como la mayoría de los edificios de interés histórico y artístico, como los grandes palacios o mansiones señoriales, aunque también hay muchos de bonos a la parte de Villa Baja que da el Born. Centro esencial de la vida ciudadana era el núcleo costero, a ambos lados de Sa Riera, formado por la Sede, el palacio episcopal, el palacio de la Almudaina, la Lonja y el Consulado de Mar.
El mapa nos presenta la situación de muchos edificios hoy desaparecidos y la antigua forma de otros, modificados después. Es una fuente inestimable, pero debe corregirse con el estudio de los documentos. El original lo tenía el Conde de Ayamans en el siglo XIX.
Es una herramienta esencial para hacer estudios de barrios. Aislando las partes con el escáner podríamos dividir la Ciudad y estudiar la evolución casi manzana en manzana.


La ciudad del siglo XVIII y principios del XIX.
El aumento de la población en una ciudad cerrada por las murallas obligó a buscar soluciones: la primera, crecer en altura y ocupar las partes altas de los edificios; la segunda, ocupar todos los solares vacíos, como huertos y plazas. Había una triple y creciente congestión: vial, espacial y sanitaria (que en el siglo XIX fue alarmante).
Fortificaciones exteriores eran el Castillo de San Carlos y la torre de San Pablo, en ambos extremos de la bahía.

Los cementerios de principios del siglo XIX.
El arquitecto italiano Giacinto Cocchi, documentado en Mallorca entre 1803 y 1807, en 1806 fue reconocido como arquitecto, y designado inspector y director del cementerios que se debían construir en Palma. Sólo proyectó (1804) y dirigió uno o dos años la construcción del nuevo de Palma, que sustituyó al del Camp Roig, y que se inauguró en marzo de 1821. Cocchi trazó un proyecto de planta cuadrangular, con una entrada monumental, una galería porticada interior y una capilla situada en el centro del cuerpo posterior. En la práctica, y por problemas económicos, no se pudo realizar el proyecto así, al no nivelar el terreno. La zona del cementerio construida entre 1806 y 1821 presentó tres niveles, cuyo Cocchi controló como máximo las del primero (inferior) nivel y parte del medio.

PALMA CONTEMPORÁNEA.
EL SIGLO XIX.
Dadas las tres congestiones ya referidas, había que buscar soluciones agossarades.
Las primeras reformas fueron de imagen. El arquitecto Isidro González Velázquez proyectó en 1820 una reforma del Born, pero al final quedó sólo en poner bancos de piedra y sembrar árboles en el Born (1825) y la Rambla (1827).
El primero fue aprovechar la desamortización de 1836 para eliminar conventos, tanto para nuevos edificios y calles como para plazas. Así, parte de las plazas tienen su origen en el derribo de conventos o partes de ellos -como los huertos- cuando la desamortización (plazas Mayor, de Quadrado, de San Francisco) o de edificios civiles (plazas de Cort, del marqués de Palmer). El convento de Santo Domingo dio espacio en la calle Conquistador (1845), que relacionaba la Ciudad alta y la baja, en la costa de la Sede (1845), en la calle del Palacio Real (1868), porticada en una parte, y una manzana urbana entre los tres calles. El de la Consolación dio lugar a la plaza de Quadrado. El del Olivar permitió un mercado y una plaza. El de los Mínimos (San Francisco de Paula) dio lugar en los jardines de la Glorieta de la Plaza de la Reina y la ampliación y ordenación de la misma.
En 1863 la casa de la Inquisición (derrumbada ya en 1823) y el convento de San Felipe Neri (1854) dieron lugar a la Plaza Mayor, que siguió el modelo de la Plaza Real de Barcelona. Era un intento de adaptar el modelo de la plaza castellana a una ciudad mediterránea antigua.
La reforma interior más importante fue poco antes de la anterior, en 1862, cuando se enlazan las plazas de Cort y Mayor, abriendo la calle Colón, sustituidas las pequeñas calles de Joanot Colom y los Bunyols. Era la recuperación de una calle de época islámica que había sido colmatada en época cristiana. Era un típico sventramento decimonónico.
Un hecho importante fue la red del ferrocarril de Inca (1875), con la estación que relacionaba Ciudad y Part Forana.
En cuanto a las murallas, se pedía su demolición desde 1868, sobre todo con consideraciones sanitarias. En 1873 el presidente de la República ordenó la demolición del pequeño trozo entre la puerta del Muelle y los Astilleros (para mejorar la salida de los barcos de los astilleros). Después tuvo una larga interrupción, hasta principios del siglo siguiente, con constantes peticiones y negociaciones, hasta que se acordó que el Ayuntamiento tendría la propiedad de las murallas a cambio de, entre otras concesiones, ceder 40 hectáreas de terrenos al ejército.

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Santa Catalina, al final del actual Passeig de Mallorca.

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Porta del Camp a principios del siglo XX.

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Destrucción de las murallas, a principios del siglo XX.

Los primeros intentos de planeamientos urbanos de Palma se deben a Pedro de Alcántara Peña y Eusebio Estada.
El topógrafo de Alcántara Peña hizo en 1880 un plano topográfico de la ciudad vieja y sus murallas, que sirvió de base para los proyectos de reforma y ensanche que se presentarían, aprovechando el amplio espacio exterior de protección de las murallas (un radio libre de 1.250 metros). Un primer y pequeño Eixample (1896), sólo el arrabal de Santa Catalina, fue dirigido por Pedro de Alcántara Peña y el arquitecto Antoni Sureda.
El arquitecto Eusebi Estada publicó en 1885 su libro La ciudad de Palma, con el subtítulo Su industria, sus fortificaciones, sus condiciones sanitarias, su ensanche, que muestra cuales eran sus prioridades. Denunciaba la congestión vial, la congestión espacial tanto para usos residenciales como industriales, las deficiencias sanitarias (que causaban periódicas epidemias, como el cólera de 1865). Intervengué para conseguir el derribo definitivo de la muralla, aprobado en 1902. Planteó un proyecto de Plan por concurso abierto en 1895, que armonizaba comodidad e higiene con la estética, pero perdió ante Calvet.

EL SIGLO XX.
Se pueden distinguir dos tipos de ámbitos: el Ensanche y el interior de la Ciudad vieja.
El proyecto del Plan de Ensanche fue adjudicado (1901) a Bernat Calvet, que partió de la base la ciudad vieja y los arrabales exteriores que habían aparecido a lo largo del siglo XIX, para trazar una red radiocéntrica siguiendo las vías exteriores de Palma con la Part Forana. El modelo era el Plan de Barcelona hecho por Rovira y Trias en 1859 (y que fue rechazado). Era un planeamiento amorfo, sin pensar en la autonomía funcional de algunas de las nuevas áreas, que dependerían siempre de la ciudad vieja, lo que provocaría a largo plazo una nueva congestión. Era un Eixample morfológicamente nuevo y distinto, pero funcionalmente y afectivamente era totalmente dependiente de la ciudad vieja, que monopolizaba los servicios y la administración. Pensaba hacer una gran zona verde desde el solar del actual Ramon Llull hasta el cementerio. Las calles eran cedidos por particulares y empezaron a trazarse en 1902 y terminaron en 1927.
Desde agosto de 1902 se derriba muchas de las murallas de Palma, sin un plan de protección del patrimonio, por lo que se perdió la posibilidad de conservar puertas romanas, islámicas y lienzos de los muros como testimonio del pasado. El derrumbe avanzó durante los años 10 y 20 y acabó ya en 1934, quedando protegidas como monumento sólo parte de las murallas que dan al mar, entre los baluartes de San Pedro y del Príncipe. Las avenidas fueron la nueva acera de la ciudad vieja, como vías de comunicación sobre las murallas y los fosos, rellenos con los materiales de las mismas murallas.
De este modo, en torno al casco antiguo se extiende el Ensanche, planificado a comienzos del siglo XX por Bernat Calvet, con un trazado viario radial y concéntrico, en contraste con el plano de cuadrícula que se utilizó en otras ciudades como Barcelona (Plan Cerdà de 1860).
El espacio de expansión era lo que había sido la zona polémica en que la estrategia de defensa de la Ciudad prohibía edificar (hasta 1.250 metros de las antiguas murallas) y que ha llegado a englobar los antiguos núcleos exteriores que durante el siglo XIX se edificaron más allá de esta distancia, como Molinar, la Soledad de Foraporta, se Hostalets, Can Capes, Son Espanyolet, el Terreno, además del único barrio cercano a las murallas que se permitió antes, siempre con problemas legales frente a los militares, el de Santa Catalina.
Algunos de estos barrios eran obreros, en torno a centros fabriles (Soledad, 1891), y otras eran de la burguesía, con casas unifamiliares de planta y piso con terraza, como Vileta, Son Rapinya (1830), el Terreno y Portopí (1850), primero por el veraneo, luego como vivienda permanente. El Molinar (1850) era un barrio popular, con casas adosadas de planta baja. Son Armadans (desde 1925) es una inversión de Joan March y Lluís Fàbregas.

El Ensanche (Eixample) se divide en tres sectores: levante, norte y poniente. El de mayor crecimiento residencial ha sido el de levante, entre el mar y el ferrocarril, gracias a que por aquí entran las grandes vías de comunicación, con una población predominantemente obrera. El del norte, a ambos lados de Sa Riera, ha construido los dos gran polígonos industriales de Can Valero y Son Castelló, institutos, plaza de toros, hospitales, etc. El de poniente, entre Santa Catalina, que parte también de Sa Riera, y el mar, se ha desarrollado cerca del mar, por el Paseo Marítimo, el Jonquet, El Terreno, etc., y ha disfrutado de la población de mayor nivel económico.
En el interior de la ciudad vieja, dada la irresolución de sus problemas con el Plan Calvet de 1901, se tuvieron que proponer intervenciones a lo largo del siglo XX. Las primeras propuestas de Plan Interior, de Jaume Alenyar (1916), Gaspar Bennàssar (1917) y Guillem Forteza (1920), eran de destripamiento, destruyendo tejido urbano antiguo para abrir grandes vías de comunicación que conectaran el Eixample con el corazón de la ciudad vieja. El coste patrimonial-artístico, económico y social era altísimo y por eso no fueron realizados. Sólo se hizo el Paseo de Sagrera (1910).
El arquitecto y urbanista Gabriel Alomar redactó los Planes aprobados en 1941 (pero publicados oficialmente en 1943, fecha oficial definitiva). El Plan de Extensión reformaba el Eixample de Calvet, y el Plan de Reforma Interior era la primera gran intervención urbana en el interior de Palma.



Plan Alomar (1943).

El Plan de Extensión mejoraba mucho el Plan de Calvet, pues promovía una nuclearización con polos terciarios parcialmente autosuficientes, lo que disminuiría la congestión viaria de la ciudad y daría personalidad propia a unos barrios poco autónomos. Pero su aplicación fue poco conseguida, porque el Plan Calvet ya se había desarrollado demasiado.
El Plan de Reforma Interior se componía de 12 reformas, sobre 12 zonas del casco antiguo. Había dos ideas básicas: abrir vías de comunicación y rehabilitar barrios degradados.
En el primero se cortaban las isletas de origen musulmán -con los característicos culos de saco- para hacer grandes vías de líneas rectas, propias de un urbanismo racional de tipo occidental, con soportales monumentales para albergar comercios y oficinas. El centro de la ciudad debía ser la desaprovechada Plaza Mayor, entonces cerrada en el corazón de la ciudad, por lo que tenían que abrir aquellas enormes avenidas, que dividían la ciudad en nuevos barrios. El coste monumental y social hubiera sido enorme y por ello se realizaron pocas obras: el mercado del Olivar (1951); la apertura (terminada en 1956) de la calle Jaume III; la ordenación de la zona colindante, que tenía la ventaja de contar con S'Hort d'en Moranta; la reforma del Born, gracias a la creación de la plaza de Pío XII y la reconstrucción de la plaza de la Reina; la reforma de Can Verí (el edificio de Correos); la construcción de la escalera y de los jardines del Mirador de la Sede (1955); la reforma de la Plaza Mayor (1959). Sólo en 1970 se hizo el Huerto del Rey, bajo la Almudaina, una vieja idea de Bennàssar (1917) recogida por el Plan de Alomar. La gran reforma de los años 50, incluso más que la de Jaume III, fue la de la fachada marítima de la ciudad, con el Paseo Marítimo y la construcción del dique del Oeste (1959).
Así se crearon unas zonas comerciales y residenciales de gran valor. Pero Alomar no contaba con que esta reforma viaria incrementaría la congestión: al facilitar la comunicación en el interior aumentaba el tráfico y la presión humana sobre el centro. Al contrario, debería haber menos en el centro algunas de sus funciones, para liberarlo de la presión y permitir la conservación de su morfología arquitectónica y social.
También se quería derribar amplias zonas residenciales degradadas para construir un conjunto de nuevos edificios de tipo racionalista. Los barrios de Sa Calatrava, Socorro y Sa Gerreria, por ejemplo, desaparecían casi por completo. Sólo se dejaban los edificios más emblemáticos. Pero esta parte no se realizó, excepto en la zona de la calle Jaume III.
En todo caso mejoraron mucho la pavimetació de calles, los equipamientos sanitarios (los hospitales de Son Dureta y Cruz Roja), el suministro de agua, etc. 

Los años 1960.
El boom turístico provocó una enorme expansión demográfica y urbana, derramada sobre todo en el Eixample, que crecía en desorden y con pocos servicios sociales, sin parques ni un verdadero medio psicológicamente humanizado. La Ley del Suelo de 1956 llevó a un replanteamiento de la normativa urbanística, que debía regir para todo el municipio, proponía límites al crecimiento salvaje y separaba los usos del suelo.
En 1963 el Ayuntamiento aprobó un Plan Municipal para ordenar la zonificación y la limitación del crecimiento. El Plan permitía, sin embargo, el desarrollo de barrios periféricos sin servicios, como Son Gotleu, Son Roca y el polígono de Levante (aprobado en 1962 y construido desde 1974).
En 1964 se aprobó la Declaración de Conjunto Histórico-Artístico del Casco Antiguo de Palma, lo que evitaba un cambio morfológico destructor.

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Carrer de Sant Miquel.

Manuel Ribas i Piera, reconocido profesor de urbanismo en Barcelona, ​​desarrolló el concepto del equipamiento estándar "magistral". Su plan de Palma (comenzado en 1966, presentado en 1970 y aprobado en 1973) es el de una ciudad funcional, policéntrica, con una minuciosa zonificación en polígonos monofuncionales del Eixample, para revitalizarlo, especializando en funciones a cada barrio, con polígonos industriales (Son Castelló), comerciales (el centro), transporte (puerto y aeropuerto), sanitario (Son Dureta), educativo (Son Rapinya), turísticos (S'Arenal, el Terreno, Cala Mayor), residenciales (Eixample), etc. En cuanto al Casco Antiguo, proponía una función de servicios, con la realización de algunas de las reformas de vías ya propuestas por Alomar: una gran vía al Sindicato, para unir la Plaza Mayor con las Avenidas, y una vía rápida entre la ciudad alta y la baja. Aparcamientos subterráneos y la Vía de Cintura permitirían favorecer la comunicación de todo el conjunto.
Las grandes reformas interiores de Ciudad desde los años 70 han sido la proliferación de aparcamientos subterráneos (que desgraciadamente ha incrementado el uso del automóvil y reducido el transporte público); la rehabilitación de jardines y espacios públicos en el interior, como el Parque del Mar (1984), y en el Eixample, como el Matadero (1990) o el parque del Polígono de Levante.
Mejoras esenciales en las comunicaciones de la ciudad han sido el aeropuerto de Son San Juan (abierto en 1960) y las autopistas hacia el aeropuerto (1968), Palma Nova (1973) e Inca (1995), y la vía de circunvalación (Vía de Cintura, 1990) ha conectado los polígonos exteriores y alentado la descentralización.
Han mejorado mucho los equipamientos educativos, sanitarios, telefónicos, suministro de agua (a pesar de los problemas de salinidad), etc., destacando el desarrollo de la Universidad en un polígono monofuncional en Son Lledó, en la carretera de Valldemossa (desde 1972) , que ocupando territorio, en contra de la idea de muchos urbanistas que hubieran preferido una localización universitaria en el interior de la Ciudad Vieja, a fin de garantizar la rehabilitación de los edificios monumentales y su uso práctico.
Las reformas posteriores (PGOU de 1985, reformado en 1995) pretenden la reducción del crecimiento, el equilibrio de los servicios en la periferia (evitando los polígonos monofuncionales) y la rehabilitación de los barrios más deprimidos de la Ciudad antigua, según unos Planes Especiales de Reforma interior (PERI): Puig de San Pedro (1980), Es Jonquet (1985), Sa Calatrava (1989), Sa Gerreria (1991) -este conforma con Socorro el pequeño Barrio chino-, conservando su antigua morfología urbana, pero restableciendo actividades terciarias y residenciales. Queda el proyecto del Parque de Las Estaciones, que puede esponjar muy positivamente el interior de Ciudad.
En todo caso, el policentrismo se ha establecido muy poco a poco, sólo para que los nuevos polígonos urbanos e industriales se sitúan en las zonas periféricas, no a las céntricas de la ciudad. La presión sobre el campo circundante es muy fuerte, desde el final del siglo XIX, desde el Eixample, que ocupando muchos de campos fértiles, para viviendas (primeros o secundarios) o por infraestructuras (aeropuerto, depuradoras, UIB, centros comerciales, vías de comunicación ...). La ilegalidad de muchas urbanizaciones ilegales es un grave problema de futuro. 

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            Reforma de la fachada marítima del Casco Antiguo, con las murallas, la Seu, la Almudaina, el Parque del Mar.

Desde los años 70, gracias al surgimiento de una clase media de alto poder adquisitivo seviu un proceso de desurbanización: las clases acomodadas salen del centro de la Ciudad para ir a vivir a barrios nuevos, más cuidadosos en la relación con la naturaleza, oa poblaciones vecinas (Establecimientos, Puigpunyent, Bunyola, Calvià, etc.), en un proceso de descentralización en el que Palma es la ciudad central, con la función regional de ser proveedora de servicios, mientras que la gente reside en la periferia.



            Fuentes.
Internet.

Libros.
AA.VV. Itineraris del centre històric de Palma. Ajuntament de Palma.

martes, 2 de marzo de 2021

El arte prerrománico en Cataluña.

EL ARTE PRERROMÁNICO EN CATALUÑA.

Introducción.
Las interpretaciones.
La arquitectura.
Tipología.
Sistematización de los elementos arquitectónicos.
La escultura.
La pintura.
Conclusiones.

Mapa de Cataluña a finales del siglo X. 

INTRODUCCIÓN.
La cronología del arte medieval catalán va desde el final del Imperio Romano hasta poco después de la unificación de las Coronas de Aragón y Castilla .
Se clasifica en arte prerrománico, románico y gótico.
Antes había la presencia homogeneizadora de Roma, con su arte característico; de los visigodos, con los que pervive la herencia romana más unas influencias germánicas; y de los musulmanes, desde el 715 hasta mediados del siglo XII, al menos en parte de Cataluña. 
Sólo en la llamada Reconquista es cuando se definen los elementos distintivos de las diversas nacionalidades de Iberia, combinado con un proceso de cristianización, que se arraiga en las montañas entre la población autóctona poco romanizada y las poblaciones visigodas fugadas de la invasión musulmana.
Mientras que en Castilla se hizo primero una repoblación con hombres libres y sólo al final se feudalizó el sur de la Península, en Cataluña el proceso es bien distinto, pues hay un proceso claramente feudal, impulsado por los nobles carolingios fruto de una conquista que busca una frontera segura frente del Islam e incorpora todo tipo de elementos de la estructura del Imperio Carolingio. 
Las razias (o aceifas, violentas incursiones) musulmanas atacaban Francia en el siglo VIII y la respuesta franca en el reinado de Carlomagno fue la conquista de Girona (785), Barcelona (801) y otros lugares hasta el Llobregat, constituyendo la Marca Hispánica, dividida en cinco condados: Barcelona, ​​Girona, Ampurias, Rosselló Urgell-Cerdaña. Los condados estaban gobernados por los condes (funcionarios nombrados por los reyes francos), con una casta de de aristócratas intermediarios (vizcondes, veguers, jueces...), que convivían con los propietarios libres en su mayoría procedentes de la población anterior y con los grandes propietarios, desde los mismos condes y altos funcionarios hasta la Iglesia, en una situación que se prolongó hasta el siglo XI, cuando ya dominó plenamente el feudalismo. Mientras, la Iglesia creaba una sólida estructura territorial con obispados y parroquias.
La crisis del Reino Franco en los siglos IX-X y la inseguridad por las razias de Almanzor, hicieron que los condes como Wifredo el Velloso intentaran hacer hereditarios sus cargos ya desde finales del siglo IX, aunque continuaron dependientes de los reyes francos hasta el 985, cuando los francos denegaron a Borrell II la ayuda necesaria para rechazar a Almanzor.

Las interpretaciones
En la Edad Media en Cataluña hay una voluntad de continuidad de los elementos formales del Bajo Imperio Romano, para volver a los orígenes.
Históricamente son: Bajo Imperio en los siglos IV-V. Dominio y integración visigoda en los siglos VI-VII. Dominación musulmana en el lado sur en los siglos VIII-X, junto al dominio carolingio en el lado norte en los siglos IX-X.
1) Palol piensa que la población a la caída del Imperio Romano era sobre todo de campesinos huidos de la Galia o de las llanuras catalanas hacia las montañas, entre la que penetra el cristianismo desde el siglo III, dando un arte paleocristiano que funde elementos tardorromanos con elementos cristianos, en mosaicos, sarcófagos, esculturas... Sobre todo desde el Edicto de Milán en 313 que concedió la tolerancia al culto cristiano.
En el siglo IV los talleres romanos exportan en Cataluña los sarcófagos en San Felix de Girona, casi todos de friso continuo o también de estrígilos, con menos naturalismo. Los sarcófagos de Tarragona también destacan en este panorama.
Después, ya en el siglo V, los talleres locales tomarán el lugar de los talleres romanos, dejando el relieve tridimensional por biselado a dos planos, con esquematización y elementos geométricos.
En los siglos V-VI aparecen influencias norteafricanas y de Oriente y se conserva el mausoleo de Centcelles (Tarragona), como parte de una gran villa de la época.

2) La invasión visigoda se ha interpreta en dos modos: 
A) Los visigodos como una clase dirigente que no introduce cambios en la población.
B) Una alianza (la tesis de Miquel Barceló) de los visigodos con la nobleza autóctona de terratenientes, para crear una nueva clase dirigente, perviviendo la antigua estructura territorial, por el fisco y la administración, como por el cristianismo, que será la ideología jerarquizadora y que tendrá una fuerte impronta en el arte.
En los siglos VI-VII aún pervive el arte paleocristiano con soluciones constructivas tardoromanas en los edificios de los visigodos, porque estos tienen sólo un arte utilitario, con influencias germánicas posiblemente en la esquematización y la geometría aplicadas a la decoración, nunca a la arquitectura.

3) En cuanto a los musulmanes no dejaron una obra estimable, sobre todo porque su poblamiento en Cataluña fue muy débil numéricamente y la dominación poco duradera. Sólo hay un debate sobre la posible influencia posterior de los mozárabes en el arte catalán.

4) El periodo de los siglos IX-X ha sido estudiado por muchos investigadores. Josep Puig i Cadafalch, y Gómez Moreno defendieron la presencia de influencias de mozárabes y carolingios, pero ahora se rechazan estas teorías por autores como Xavier Barral y Yarza.
Así el presunto mozarabismo, centrado en el uso de los arcos de herradura sería: 
A) Una pervivencia de lo romano (Dalmases, Pitarch),
B) Una arquitectura procalifal (Cirici Pellicer), con una técnica de arcos de herradura que llevarían constructores emigrados o por intercambio cultural,
C) El mozarabismo se daría sólo en Castilla y León (Yarza), mientras que a Cataluña vendrían artistas cristianos que habrían contemplado edificios visigóticos, gracia al intercambio cultural y económico.
En la actualidad se descarta la influencia carolingia, a la que defendía una corriente historiográfica, mirando unas técnicas de construcción en los aparejos como los sillares en las esquinas, pero hoy se piensa que esto es una tradición tardorromana.
Las teorías actuales de Dalmases o Pitarch destacan que se han estudiado sólo los restos conservados que no eran los más importantes en aquel momento: son pequeñas iglesias, casi siempre rurales, olvidando los centros principales que fueron destruidos o en los que se fueron superponer construcciones posteriores hasta desfigurarlos. Pero hay dos casos excepcionales de conservación: el Conjunto de Terrassa (siglo IX) y la iglesia del monasterio de San Miguel de Cuixà (siglo X).
Para estudiar estas y otras obras del periodo se cuenta con la documentación de las concesiones de privilegios por los condes y reyes, para fundar iglesias o monasterios, que contaban con inmunidades y privilegios por tres motivos básicos: la evangelización, el control de la población rural, y para crear nuevos núcleos de población, como comunidades estables, bien administradas, cultivando las tierras. 

LA ARQUITECTURA PRERROMÁNICA EN CATALUÑA.
La arquitectura del período es fundamentalmente religiosa.
En la arquitectura civil apenas cabe citar los restos del posible palacio de un terrateniente, el Palacio Viejo de la Coma de Bergús, del siglo X, único en su tipo en la península y que fue descubierto en el Puig y Palà en Cardona por un grupo de arqueólogos de la Universidad de Barcelona, dirigido por el dr. Iñaki Padilla. Hay documentación del 981 que cuenta que los vizcondes de Osona tuvieron una gran propiedad en Bergús (Cardona). El conjunto tiene una torre circular, rodeada por viviendas. Al sur de la torre aparece una habitación de 3 x 7 metros, con muros de 90 y 100 cm, que podría ser la principal del palacio. [http://calaix.gencat.cat/bitstream/handle/10687/8363/qmem2016_web.pdf?sequence=1]

La tipología.
Se dividen las iglesias del siglo X en dos tipos por su tamaño:
A) Pequeñas: Sant Quirze de Pedret, Sant Genís las Fuentes, San Andrés de Sureda, San Julián de Boada, Santa María de Marquet, San Miguel de Olèrdola (estas dos añadidas por Yarza), las de Terrassa.
B) Grandes, de las instituciones monásticas: San Miguel de Cuixà (a Conflent), Santa María de Ripoll (reformada en el siglo XI, por Oliba), San Martín de Canigó (más del siglo XI realmente).

Conjunto de San Pedro de Terrassa: San Pedro al fondo. San Miguel es el primer edificio a la izquierda. Santa María está medio oculta más a la izquierda. El espacio enmedio es un cementerio.

El Conjunto de iglesias de San Pedro de Terrassa tiene una larga historia. Desde el 450 al menos fue una sede episcopal importante (se celebró un concilio al 614) pero parece que las construcciones más antiguas que restan, puede ser rehaciendo las anteriores en el mismo lugar, son posiblemente del siglo X y Junyent data el conjunto quizás en el siglo IX (la reconquista se efectúa hacia el 874, y ya antes del 977 se recuperó la calidad de diócesis). Son dos iglesias y un baptisterio: Santa María (la más grande, de tipo basilical, a la derecha), San Miguel (el baptisterio en el centro, el edificio mejor conservado) y San Pedro (a la izquierda, de tipo martirial- funerario por Yarza).

Santa Maria.

Santa Maria (hoy un espacio de culto de la comunidad monástica) tiene una planta basilical de cruz latina, con ábside cuadrado al exterior, y en el interior una planta de herradura, con una vuelta cubriendo el ábside. La última consagración es del 1112, ya de estilo románico. Otro tesis, de Pitarch, es que el ábside debía formar parte de una iglesia de tres naves de crucero, cubierta de madera, sustituida en el siglo XII por la actual planta de cruz latina.


Sant Pere.

San Pere (San Pedro), es la antigua iglesia parroquial, por lo que da el nombre al conjunto de las tres iglesias. Tiene un original ábside trilobulado (casi en forma de absidiolos) y un crucero. Se emplean, como en la iglesia de Santa Maria, in aparejo grande en las esquinas e hiladas de ladrillos y mampostería, que se interpretó de influencia carolingia.


Sant Miquel, con Sant Pere detrás.

San Miguel es la más singular, con una gran calidad en su construcción, con planta cuadrada y ábside poligonal (heptagonal) hacia el exterior y semicircular en el interior con arco de herradura (se usa a menudo el término sobrepasado). Hay una pequeña cripta trilobulada justo bajo el ábside. Antes se pensaba que era el baptisterio de la antigua catedral visigótica, consagrado a San Juan Bautista.
Tiene ocho columnas en el centro (cuatro grandes los ángulos y cuatro pequeñas en medio de cada lado), hechas de una sola pieza. Seis de los capiteles son reutilizados de tipo corintio (de procedencia muy diversa) y los otros dos son originales. Los arcos son peraltados (con el centro bastante por encima de la imposta), y encima se levantan cuatro paños, con cuatro hornacinas de descarga de la cúpula en los cuatro ángulos (parecen trompas por su función pero no lo son, pues aligeran la carga sobre las dovelas de la llave, mientras que si fueran trompas descargarían sobre la parte baja de las dovelas). El centro está cubierto por esta cúpula con aproximación de hiladas concéntricas de sillares hasta cerrar, y en la que se abre una ventana en cada uno de los lados. La bóveda está hecha con ladrillos, como se ve en las bóvedas de arista.
Así hay tres tipos de cubierta: bóvedas de horno (cuarto o 1/4 de esfera) por los ángulos de las esquinas (las cuatro hornacinas y el ábside), bóvedas de arista por los cuatro brazos de la cruz griega, y una cúpula por espacio central, lo que da un espacio muy rico en perspectivas.


El conjunto monástico de San Miguel de Cuixà tiene un entorno bien conservado: la iglesia de la abadía, comenzada el 956 y consagrada el 972 por abad Garí, de planta de cruz latina (según Yarza), de planta basilical (según Pitarch), con tres naves (la central más larga y el doble de ancho que las laterales), un transepto muy pronunciado y una cabecera de cinco ábsides (el principal es rectangular y los otros cuatro son semicirculares, peraltados, con comunicación entre cada pareja).
La cubierta es de bóveda, hecha originalmente de madera (alabada por el monje Garsias en un poema cabeza en 1040), y con arcos de diafragma. El transepto es más bajo que la nave central, pero un poco más alto que las naves laterales. Predomina el espacio basilical alargado, con cuatro arcadas sobrepasadas a cada lado, de gruesos pilares rectangulares (en el siglo XVI se limaron las esquinas y por ello parecen semicirculares), con unos arcos mayores al separar el transepto. Se piensa en una influencia mozárabe, califal o visigótica en el aparejoo de los arcos, de piedras inclinadas y sillares irregulares unidos con mortero para llenar el muro y sillares escuadrados toscamente en las esquinas. También hay parte del opus spicatum. Los encofrados han dejado la marca de los listones de madera, como otras construcciones del periodo.


Iglesia de Santa María de Ripoll. Con reconstrucciones de mejora en 888, 935, 977 y 1032 (esta realizada por el famoso abad Oliba). Actualmente de critica la excesiva restauración que emprendió el arquitecto decimonónico Elies Rogent, pues  añadió un cimborrio inexistente en la época original. Contaba con cinco naves desde 977, la principal separada de las otras por pilares rectangulares, mientras que las naves laterales están separadas entre sí por siete columnas y siete pilares pequeños cada hilera. Los capiteles decorados de las columnas son de tipo califal, de posible procedencia cordobesa, según Yarza por la importancia de Ripoll como centro comercial y cultural. La cubierta es de madera, con arcos de diafragma. El transepto es más alto que la nave central, al revés de Sant Miquel de Cuixà.

La iglesia de Sant Genís las Fuentes fue reedificada en 981. Se conserva el transepto y un ábside lateral. Cuenta con una planta de cruz latina muy marcada, de una nave con tres ábsides comunicados. La cubierta es de madera, como era habitual en aquella época. El muro es de hiladas de cantos rodados o guijarros, en opus spicatum. Los arcos son de herradura .


La iglesia de San Andrés de Sureda, consagrada tarde, en 1127, se conserva mejor que las anteriores. Es de una nave única con transepto un poco más bajo, una cabecera de tres ábsides semicirculares, mayor el central que los laterales. La planta cuenta con arcos de medio punto, peraltados. El aparejo es irregular con bloques grandes y opus spicatum. Es importante la presencia de arcos torales para la bóveda de cañón para poder soportarla. Aquí he de precisar la distinción entre el arco toral castellano, que circunda el crucero, mientras que el perpiaño soporta la nave. El exterior del ábside tiene el opus spicatum. Las bandas lombardas que se ven hoy son posteriores al siglo X.


La iglesia de Sant Quirze de Pedret tiene un problema de interpretación sobre si había tres naves o una, pues tiene tres ábsides, el central trapezoidal y los laterales de herradura. Las naves laterales son más bajas que la central, con arcos de herradura. La cubierta es de madera. En el exterior tiene una espadaña (un elemento que sustentaba una campana) sobre la entrada.

La iglesia de San Julián de Boada es muy pequeña, de una nave, con cubierta de cañón apoyada en un arco toral de diafragma, y con montantes atrasados. La planta no es bien rectangular y no tiene contrafuertes. La entrada es lateral. También tiene un arco triunfal para dar acceso al ábside, con montante avanzado y una decoración en las impostas. Las dovelas del arco están muy bien labradas, y la bóveda de cañón tiene todavía las huellas del encañizado que se utilizaba para sostener la vuelta mientras se hacía la obra de mortero y también para reducir el peso de los materiales.

SISTEMATIZACIÓN DE LOS ELEMENTOS ARQUITECTÓNICOS  EN LOS SIGLOS IX-X.

Plantas.
La nave es rectangular con cubierta de madera y ábside rectangular o poligonal, con un paramento lineal de guijarros o del opus spicatum, y sillares cortados en las esquinas.
1) La planta basilical predomina: rectangular sin transepto (Santa Coloma de Andorra).
2) También hay de planta basilical de cruz latina, que quizás de dos tipos: A) alargada con crucero más bajo que la nave central (San Vicente Obiols), B) con crucero más alto que la nave central (San Pedro de Terrassa , y Ripoll).
3) De planta centralizada (San Miguel de Terrassa).

Naves.
Hay dos tipos básicos: 1) iglesias de una nave: las más comunes. 2) Iglesias de tres naves: Sant Quirze de Pedret. 3) Una única excepción de cinco naves: Santa María de Ripoll.

Cabeceras.
Eduard Junyent considera que hay dos tipos que enlazan con la tradición tardo-romana: 1) Semicircular, tanto en el interior y el exterior, o no. 2) Trilobulada (Sant Pere de Terrassa).

Ábsides.
Hay dos tipos también: 1) semicircular. 2) de herradura o sobrepasado (Santa María de Orfa), en una técnica que siempre es prerrománica, pues después ya no se hará.

Alzados.
Hay variantes, según si los soportes sean pilares o columnas: 1) Pilares rectangulares (San Miguel de Cuixà). 2) Columnas (San Miguel de Terrassa).

Arcos.
Hay tres tipos: 1) Triunfales, por estar  en el transepto. 2) Medio punto, que pueden ser de medio punto puro o peraltados. 3) Arcos de herradura, que pueden ser montantes o atrasados.

Ventanas.
Poco abundantes, son estrechas y de poca luz, pues ésta entra más bien por la puerta. SE distinguen tres tipos: 1) Espillera, en forma de apertura vertical muy estrecha. 2) Derrame (de alféizar o tronera en castellano), que se abre y es más ancha hacia el interior. 3) Geminada, es decir separada por columnas.

Cubiertas.
Es un tema muy controvertido. Se distinguen dos tipos por sus materiales. 
1) De madera: A) Vigas planas (San Miguel de Bess). B) Vigas a dos vertientes, a menudo con arcos de diafragma.
2) De piedra: A) Bóveda de cañón (Sant Julià de Boada). B) Bóveda de herradura (ábside de Sant Miquel de Cuixà). C) Bóveda de horno (San Miguel de Terrassa). D) Bóveda de arista (ídem). E) Bóveda sobre nichos u hornacinas (ídem).

Aparejo.
Es casi siempre del tipo irregular, poco trabajado, a trozos o partes, con guijarros o con el opus spicatum, que se utiliza sólo como elemento decorativo y no para una mejor solidez. Todo está unido con mortero, según una técnica claramente de origen romano.

LA ESCULTURA PRERROMÁNICA EN CATALUÑA.
Se concentra en cornisas, impostas, bases y sobre todo en los capiteles, siempre en el interior, que siguen el modelo tardorromano esto es corintio con hojas de acanto. Hay pocas excepciones, como el capitel de Sant Benet de Bages, el único con una figura humana (de forma bizantina para Yarza, y desconocida para Pitarch). Las impostas pueden ser moldeadas o decoradas con una geometría sencilla,  que podría ser una influencia visigótica.

LA PINTURA PRERROMÁNICA EN CATALUÑA.
Sólo se conservan cinco muestras en buen estado de conservación: dos piezas en Sant Quirze de Pedret, y las tres de las tres iglesias del conjunto de Terrassa, y se conoce cómo era una obra hoy perdida en San Cristóbal de Campdevànol gracias a que se conserva un dibujo de Abadal.


En Sant Quirze, debajo de las pinturas románicas posteriores, se hallan dos piezas. Los personajes, el Orante y el Caballero, son antinaturalistas, insertados en orlas de motivos vegetales o geométricos. Son para Yarza de un modelo paleocristiano tosco y popular, no del culto.
En las tres iglesias de Terrassa las pinturas son de una influencia tardorromana en la disposición del enmarcamiento de cortina falsa (San Miquel), a imitación del "segundo estilo pompeyano", como alguna pintura asturiana. Destaca la linealidad en los personajes. Para Yarza y Pitarch son un modelo culto, derivado del mundo antiguo y clásico.

CONCLUSIONES.
Hay una pervivencia de una serie de modelos tardorromanos, aunque con variantes y un progresivo enriquecimiento por la llegada de nuevas ideas sobre todo visigodos. La técnica constructiva es también tardorromana, con bóveda de cañón mediante encofrado, aparejo y materiales con mortero, al igual que las formas. Esto continúa hasta el primer tercio del siglo XI en Cataluña, conviviendo con unas influencias lombardas, que al final ganarán, dando paso al Románico.

FUENTES.
Internet.

Llbros.
Barral i Altet, Xavier (texto catalán); Gumí, Jordi (fotos). L’art pre-romànic a Catalunya. Segles IX-X. Edicions 62. Barcelona. 1981 303 pp.