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domingo, 20 de noviembre de 2011

Comentario: Los templos de Karnak y Luxor.

COMENTARIO: LOS TEMPLOS DE KARNAK Y LUXOR.
El comentario abarca un estudio formal del conjunto formado por los dos complejos templarios de Karnak y Luxor, con el modélico templo de Jonsu.

Descripción.
El conjunto de los templos de Karnak y Luxor se erige en la orilla oriental del Nilo, muy cerca de la antigua ciudad de Tebas, capital del Alto Egipto y de todo el país durante el Imperio Nuevo, durante el cual fue realizado la mayor parte de este enorme conjunto templario, formado por dos complejos unidos mediante una avenida (dromos) flanqueada por esfinges.


Plano de Karnak y Luxor en la orilla opuesta al Valle de los Reyes.

Casi todos los faraones del Imperio Nuevo, y muchos de los siguientes gobernantes hasta la misma época romana, se preocuparon por ampliar, añadir o restaurar los edificios en el conjunto de templos de Karnak, centro principal del culto a Amón-Ra, convirtiéndolo en uno de los más impresionantes complejos religiosos de la historia.
El mayor de todos ellos es el llamado simplemente templo de Karnak, famoso por sus gigan­tescos pilonos, la gran sala hipóstila, los siguientes vestíbulos plagados de columnas, los obeliscos y las estatuas dispuestas en numerosos lugares, que llevan directamente a pensar en el poder y majes­tuosidad del faraón y el Estado.
Próximo a este conjunto destaca también el templo de Luxor, con una fachada compuesta de dos enormes muros macizos que flanquean la entrada y conduce al patio. Ya en el interior encontramos una serie de recintos y capillas, dispuestos simétricamente, que albergan el sanctasanctó­rum, una sala cuadrada con cuatro columnas.
Sin embargo, no debemos olvidar que aproximadamente cuatro quintas partes del conjunto están en ruinas y que hay todavía mucho por estudiar para poder entenderlo, sobre todo cómo varió el culto religioso y sus formas arquitectónicas y plásticas durante su larga historia.

Análisis formal del templo egipcio.
A pesar de que la estructura de los templos era similar se pueden distinguir tres tipos dependiendo de la función para la que se construían. Comenzamos por el segundo, que es el templo mortuorio consagrado directamente al faraón, en el que se realizaban todos los ritos funerarios desde su muerte hasta el momento del enterramiento y después se veneraba su memoria, en ocasiones durante milenios, como sucedió en el Ramesseum y en los templos de Medinet Habu. El tercero es el cenotafio, construido por el faraón como templo mortuorio secundario, como los hallados en Abidos. Podría añadirse un cuarto tipo, pero su forma es muy variada y sobre todo funcional, y es el templo consagrado a uno de los muchos animales sagrados, en cuyo caso incluían dependencias específicas destinadas al animal y auténticos cementerios con miles de momias de cocodrilos, ibis, gatos o vacas.
El primer tipo es el templo propiamente dicho, que estaba consagrado a una divinidad y se construía en honor a uno o varios dioses, de los que destacan los de Karnak y Luxor. Se pueden clasificar los templos de este primer tipo en oficiales y del pueblo, correspondientes los primeros a una religión oficial o estatal, en los que se destacaba el papel del faraón, y los segundos a una religión popular, que satisfacía la preocupación del pueblo ante sus problemas cotidianos y en los que depositaba pequeñas imágenes o utensilios relacionados con su trabajo como ofrenda o agradecimiento ante un embarazo, una curación o una buena cosecha.
Los templos egipcios tienen en el pequeño templo de Jonsu (o Khonsu) en Karnak uno de sus modelos más reconocidos, construido en su mayor parte en el reinado de Ramsés III (1184-1153).
Vista axionométrica con planta del templo de Jonsu, en Karnak.

            Pilonos y entrada del templo de Konsu, en Karnak.

Los templos se dividen en varias partes, siendo la primera la exterior, una avenida de esfinges que conduce desde la ribera del río hasta el recinto templario, rodeado por  un muro exterior, en el que penetra la avenida hasta llegar a la puerta monumental, delante de la cual se sitúan dos obeliscos que aluden a la morada del dios, a la relación entre lo terrestre y lo solar o sagrado. También pueden situarse allí ocasionalmente (por ejemplo en el templo de Luxor) estatuas colosales de faraones, normalmente sedentes, simbolizando los hijos vivientes del dios. Obeliscos y colosos estaban decorados con escenas en relieve de temas históricos o religiosos o sacrificio de prisioneros por parte del faraón en presencia del dios al que estaba dedicado el templo, un programa iconográfico que continuaba en el interior.
La puerta monumental está flanqueada por dos torres o moles trapezoidales en talud llamadas pilonos (el término puede utilizarse también para toda la puerta), que representaban los acantilados de cada lado del valle del Nilo, pero también eran, a la vez, las dos montañas que flanquean el disco solar. En cada uno de los pilonos se encajaban dos mástiles para las banderas que simbolizaban la presencia del dios.
En el interior hay tres grandes estancias claramente diferenciadas, que bajan progresivamente en altura y espacio a medida que se va entrando en el eje o Camino del Dios: la sala hípetra, la sala hipóstila y las dependencias del dios.
La primera estancia es la llamada sala hípetra, una sala abierta en la parte superior y rodeada por tres lados con un pórtico formado con una doble fila de columnas que acogía un altar para los sacrificios. A esta primera estancia podía acceder todo el pueblo para depositar ofrendas y alberga numerosas estatuas monumentales de los faraones, a imitación de los colosos exteriores, con escenas narrativas de sus hazañas o imágenes de  adoración. Podía haber más de un patio con su consiguiente puerta de acceso
Más al interior sigue la segunda sala, esta vez hipóstila, llamada así porque contiene un bosque de columnas altas y gruesas que sostienen una cubierta arquitrabada. Podía estar precedida por un vestíbulo y durante el Reino Nuevo se encontraba sobre una plataforma y en la época tolemaica a ras de suelo. De nuevo dos filas de columnas rodean el recinto, pero a diferencia de la primera aquí sólo podían acceder los notables. Generalmente está decorada con relieves en los fustes de las columnas. En los mayores templos hay varias salas hipóstilas. La sala hipóstila tenía la función de salón de recepción del dios, lo que explica que las filas centrales sean más anchas y altas que las laterales, de modo que el espacio se eleva en la zona del eje central del templo formando una especie de nave principal para favorecer el Camino del Dios. Esto permitía además abrir ventanas laterales por las que penetraba la luz, aunque escasa ya que a medida que se accedía al santuario se disminuía la cantidad de luz. Los relieves con los que se decoraba la sala hipóstila representaban escenas de las ceremonias religiosas que se practicaban en el templo. El acceso a la sala hipóstila estaba restringido a los altos funcionarios, escribas y gente noble. Cuando el templo tenía más de una sala hipóstila el acceso a cada una de ellas era cada vez más restringido a medida que se penetraba en el interior.
La tercera estancia corresponde a las dependencias del dios. Se reparte entre varias cámaras, que albergan la barca sagrada y otros tesoros, y finalmente se halla el santuario  o sanctasanctórum, que es la sala más profunda, estrecha y baja del templo, donde se guardaba la imagen del dios en el tabernáculo realizado en piedra, granito o madera, oculta a todos los ojos excepto al faraón y a los sacerdotes, los únicos capaces para el elaborado ritual diario, que comprendía tres actos diferentes: las ceremonias preliminares, el despertar y atavío del dios, y la comida.
En las ceremonias preliminares el sacerdote (o excepcionalmente el faraón), se purificaba y ahuyentaba las malas influencias con fuego e incienso, en las dependencias destinadas a tal efecto, para posteriormente acceder a la capilla en la que se encontraba el dios rompiendo el sello de la puerta.
Después de despertar al dios, el sacerdote se postraba ante la imagen divina entonando alabanzas o himnos específicos. Luego limpiaba la estatua con ungüentos y productos preparados en una de las salas. Después se la vestía y adornaba con los objetos reales y divinos, y se aplicaban los cosméticos oportunos al rostro.
Por último se servía la comida al dios, con gran cantidad y variedad de alimentos, una obvia invocación para que el dios favoreciera a su pueblo. La comida podía llevarse a cabo hasta cuatro veces, según los cuatro puntos cardinales, para que el dios pudiese alimentarse en cualquier punto del Universo.
Tras retirar las ofrendas se volvía a sellar la puerta, hasta el nuevo ritual, que se repetía tres veces al día, al amanecer (el más importante), al mediodía y al atardecer.
Alrededor de las cámaras y el  santuario hay otras dependencias menores, utilizadas en el culto de dioses locales, dedicadas a la protección de dioses exteriores que  visitaban el templo en las procesiones, o salas para albergar los objetos necesarios para  llevar a cabo el ritual religioso.
Los templos más importantes incluían elementos exteriores, como tribunas (mamisi) en la era tolemaica, y el lago sagrado.
Las tribunas eran pequeños edificios delante de los pilonos, decorados con colores alegres y escenas de diosas tocando instrumentos y danzas burlescas; simbolizaban el lugar escogido por la diosa para esperar el nacimiento de su hijo, y en ellos el faraón y su corte contemplaban las ceremonias religiosas.
El lago era un gran estanque, profundo para aprovechar las aguas del Nilo en épocas de sequía, con escaleras descendentes, y simbolizaba las aguas primigenias de las que había surgido el Mundo. En él se efectuaban los rituales ligados a la resurrección de Osiris.

Significado.
El conjunto de Karnak-Luxor estaba dedicado sobre todo al culto del dios Amón-Ra, el principal de la religión egipcia, pero como en otros templos egipcios también se veneraba a otras divinidades. El conjunto constituye el más antiguo centro religioso conocido en todo el mundo, y fue probablemente el más importante de Egipto durante la Antigüedad, símbolo de la unión entre el poder político y el religioso a través de la figura del faraón. Los faraones lo enriquecieron con numerosas y ricas donaciones de tierras con sus campesinos vinculados, para sufragar las obras y el mantenimiento de la clase sacerdotal que lo cuidaba, de modo que en el momento álgido de la XVIII dinastía, c. 1200 aC, trabajaban hasta 20.000 personas, y en la siguiente XIX dinastía, durante el reinado de Ramsés III ya eran 81.322 las personas que, entre sacerdotes, guardianes, obreros y campesinos, trabajaban solo para el templo de Amón-Ra, cuyas propiedades ascendían a más de dos tercios de las de todos los demás dioses.
El templo egipcio era la casa del dios y por ello debía ser indestructible, como su morador inmortal, lo que explica que los primeros templos, hechos probablemente de adobe y madera como las viviendas y los palacios, fueran sustituidos por otros realizados en piedra, más duraderos. De este modo, los templos y las tumbas han sido los únicos edificios construidos en piedra y que por ello han llegado hasta el presente.
El templo se construía para albergar la imagen del dios y como lugar en el que los sacerdotes oficiaban sus ritos ocultos, de modo que el pueblo llano no podía acceder más que a ciertas dependencias exteriores. La distribución del templo deja patente la estratificación social del Antiguo Egipto, pero además permite crear un ambiente progresivamente íntimo y propicio a la función religiosa del edificio, pues a medida que nos adentramos en el edificio el tamaño de las salas es cada vez más pequeño, sube el nivel del suelo y disminuye la altura de los techos de modo que el espacio se hace más angosto y la luz más escasa.
La notable continuidad estilística de este conjunto se debe también a que el cambio y el gusto por la no­vedad nunca fueron considerados importantes por los egipcios: tanto el estilo arquitectónico como los convencionalismos representativos de las artes plásticas, establecidos desde un primer momento, continua­ron prácticamente invariables a lo largo de casi dos milenios. La concepción original del templo no cambió salvo para ampliar y diversificar las construcciones, hasta alcanzar un modelo clásico a partir de la XVIII dinastía, que se correspondía con las necesidades de unas ideas religiosas y una clase sacerdotal que dominaron el país hasta la época romana.
El carácter sagrado del conjunto Karnak-Luxor ha persistido a lo largo de los siglos, lo que explica que una pequeña parte del templo de Amón-Ra en Karnak, en concreto una pequeña sala hipóstila de Tutmosis III fuera transformada en iglesia por una comunidad cristiana hacia el siglo VI, y que asimismo en la zona nordeste del primer patio del templo de Luxor se construyera la pequeña  mezquita de Abu el-Hagag, que todavía presta sus servicios en la actualidad, perpetuándose el carácter religioso del lugar.
El conjunto de los templos con sus necrópolis relacionadas de la antigua Tebas fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1979 y en la actualidad es el segundo conjunto arquitectónico más visitado de Egipto, después de las pirámides de Gizeh (o Guiza).

El complejo de Karnak.
La palabra Karnak procede de al-Karnak (الكرنك, “ciudad fortificada” y se llamaba Ipet Sut, “el lugar más venerado”).
El complejo de templos de Karnak reúne templos (o recintos) consagrados a los más importantes dioses egipcios, Amón-Ra, Montu, Mut, Jonsu, Opet y Ptah.
Se distribuyen los templos en tres bloques o centros separados, rodeados cada uno por un muro de ladrillos de adobe, con varios espacios comunes, en especial el gran lago sagrado, numerosos templetes y capillas de menor tamaño, y múltiples estancias y almacenes, dentro de una planta limitada por un muro de adobe, un trapezoide de lados desiguales: 530 metros por el norte, 510 por el sur, otros 510 por el este y 710 por el oeste, sin que se sepa la razón de tales diferencias.
El templo de Amón-Ra es el principal. A su izquierda está el templo de Montu, el antiguo dios local de la guerra, que ocupa un cuadrilátero de unas dos hectáreas y media y al otro lado está el templo dedicado a la diosa Mut, representada simbólicamente por un buitre, esposa de Amón y madre de Jonsu con los que forma la tríada tebana.
Planta del templo de Karnak. A. Dromos con esfinges criócefalas. B. Muralla de Amón, C. Templete de Ramsés III. D. Gran Sala Hipóstila. E. Obeliscos. F. Pequeña Sala Hipóstila (Uagit). G. Patio del Imperio Medio. H. Akhmenu. I.  Templo de Ptah. J. Lago sagrado. K. Templo de Opet. L. Templo de Jonsu. M. Séptimo pilono. N. Octavo pilono. O. Noveno. P. pilono. Q. Primer pilono (Nectanebo I). R. Segundo pilono. S. Tercer pilono (con el quiosco de Sesostris I). T. Cuarto pilono.
Visión aérea de una reconstrucción del complejo de Karnak.

El historiador Diodoro de Sicilia escribió que el de Amón-Ra era el templo más antiguo de Tebas y por ende el más venerado, como demuestra la intervención de una treintena de faraones en su construcción y ampliación, desde su probable inicio en el Imperio Medio (2134-1784 aC) hasta su cumbre en la época del Imperio Nuevo (1570-1070 aC.), en especial la XVIII Dinastía, acabando las obras importantes en la XXX Dinastía, pero es que además y que casi todos los faraones, hasta la época romana, realizaron obras de mantenimiento, durante unos dos mil años, hasta llegar a ocupar unas 30 hectáreas (300.000 metros cuadrados), el mayor espacio religioso de su tiempo y que albergue la que es todavía hoy la sala hipóstila más grande del mundo. 
Puesto que los faraones, en su ansia de ampliar y embellecer el templo, en ocasiones destruían y reutilizaban construcciones y estructuras precedentes, la arquitectura del edificio resulta más bien complicada, con cuatro patios y diez pilonos (o puertas, seis para el templo de Amón-Ra y cuatro para la continuación de su eje) con varios recintos, estructurados en dos ejes, uno principal y otro transversal.

El templo de Amón está orientado así según un doble eje este-oeste y norte-sur. El eje este-oeste, que comprende del primero al sexto pilono, sigue la trayectoria del Sol y simbolizaba el eje solar y celeste, y es perpendicular al cauce del Nilo, que discurre a unos 600 metros del primero de los pílonos. El eje norte-sur, que abarca del séptimo al décimo pilono, es paralelo al curso del Nilo e indica el eje real o terrestre.
Pero esta orientación no es rigurosa, puesto que en Egipto no se planificaban los edificios con regularidad geométrica, al menos hasta que llegaron los griegos, lo que se evidencia en que los planos del conjunto de Karnak y Luxor revelan continuas desviaciones y distorsiones de los ejes a través de la sucesión de pílonos.

El complejo se inicia en el muelle que entonces estaba en la ribera del Nilo, con una plataforma sobre la que se erigían pequeños dos obeliscos de Seti II, de los que sobrevive uno, que señalaban el lugar desde muy lejos a los barcos que se aproximaban.
Del embarcadero salía un largo dromos o camino del dios, una avenida delimitada a ambos lados por 50 esfinges criocéfalas, con cuerpos de león y cabeza de carnero (el animal tótem de Amón), protegen a unas diminutas figuras osíricas de Ramsés II. El camino lleva a la monumental entrada, sita entre dos inmensos pilonos (un concepto que se asigna también a puerta monumental).
Los dos pilonos muestran en su tercio inferior cada uno cuatro ranuras verticales en las que encajaban unos mástiles de madera de cedro, forrada de cobre, para las banderas que ondeaban encima, mientras que las ventanas sobre dichas ranuras en el primero y segundo piso (con acceso por una escalera interior) servían para el manejo y también probablemente la sujeción de los mástiles y las banderas.
El dromos y el pilono de la derecha (al sur) son las obras más tardías del templo, mandadas construir por Nectanebo I, de la XXX Dinastía, mientras que el pilono de la izquierda (al norte), inconcluso, y los dos pórticos laterales del patio siguiente, fueron construidos por el faraón conquistador Sheshonk I (945-924 aC), fundador de la Dinastía XXII.

Dromos y puerta principal del templo de Amón-Ra, de la época de Nectanebo I.

El intendente de Sheshonk I dejó memoria, en una estela de Silsileh, de las obras llevadas a cabo en Karnak: “Su Majestad ordenó construir un pílono muy grande... para embellecer Tebas... y hacer un patio de Hebsed para la casa de su padre, Amón-Ra, rey de los dioses, y rodearlo de una columnata”. Pero las obras nunca acabaron, lo que explica que el pilono norte llegó solo a las 32 hiladas de sillares, mientras que la sur, sí acabada posteriormente por Nectanebo I, alcanzó las 45 previstas hasta los 31,65 metros de altura. La cantería de ambos paramentos quedó también inconclusa, salvo en el interior de las puertas, y desprovista de los usuales bajorrelieves, inscripciones y colosos.

La primera puerta da acceso a un gran patio porticado, una sala hípetra a cielo descubierto, llamado por Champollion “La Grande Cour du Palais”, de 100 metros de ancho por 82 de fondo, en la que se alzan varios edificios construidos entre fines de la Dinastía XVIII y la época ptolemaica, más 12 columnas.
Nada más entrar, muy cerca del pilono, se encuentra a la izquierda, al noroeste del patio, un templete del faraón Seti II y a la derecha, pero al final del patio, otro de Ramsés III. Estos dos templetes tenían la función de ser capillas de descanso para las embarcaciones sagradas de la tríada tebana que, en la época de su construcción, eran externas al templo.
La capilla de Seti II tiene la forma de una casa de planta rectangular y paredes en talud, con tres puertas y tres estancias incomunicadas entre sí y sólo iluminadas por las puertas, cuyos relieves indican que la estancia del oeste correspondía a la barca de Mut, la del centro a la de Amón, y la del este a la de Jonsu, mientras que los nichos de la pared del fondo cobijaban estatuas del faraón. El grueso muro de la fachada está flanqueado por resaltes ribeteados de molduras de toro y coronado por un toro y un caveto como si fuese un pilono.

Capilla de Seti II.

La capilla de Ramsés III está en el extremo opuesto del patio, en sentido transversal, y es mucho más grande (60 metros de largo) y suntuosa que la anterior, reproduciendo su distribución el prototipo del templo del Imperio Nuevo: dos colosos, pilono, patio, vestíbulo, sala hipóstila y santuario tripartito para alojar las tres barcas sagradas (nuevamente de Mut, Amón y Jonsu). Los dos colosos figuran a Ramsés III, hoy descabezado, con bajorrelieves bélicos en los que vence a los ‘Pueblos del Mar’ y a los nubios. En las jambas de la puerta o pilono, la titulatura regia alterna en franjas horizontales con cestillas portadoras de tres signos jeroglíficos: el “uas” (prosperidad), el “ankh” (vida) y el “died” (estabilidad). Unos pilares osíricos con las coronas del Alto y del Bajo Egipto representan en efigie a Ramsés III soportando el arquitrabe con la inscripción: “El ha hecho la Casa de Ramsés, soberano de Heliópolis, en la Casa de Amón, toda nueva en piedra blanca, perfecta, sólida”.

Pilares osíricos de la capilla de Ramsés III.

Al fondo del patio hay un vestíbulo y la siguiente puerta o segundo pilono, iniciados ambos por Horemheb, el faraón de tránsito de la Dinastía XVIII a la XIX, y terminados por los faraones de esta Dinastía, Ramsés I y Ramsés II, que no tuvieron reparo en usurpar las cartelas de su antecesor. Este gran pilono fue salvado, como otros muchos monumentos del conjunto Karnak-Luxor, cuando estaba a punto de ocurrir su demolición. El arqueólogo francés Georges Legrain escribe: “En 1843 la obra devastadora continuaba aún y Selim Pachá, gobernador del Alto Egipto, reanudaba el expolio de las ruinas de Tebas, donde ya nueve templos o pilonos habían desaparecido para satisfacer necesidades del gobierno”. Afortunadamente lo salvó la intervención de los diplomáticos europeos poco después.

La segunda puerta está flanqueada a la izquierda por una de las columnas del faraón nubio Taharqa, una columna umbelífera que le usurpó Psamético I. Champollión apuntó: “En el centro del Gran Patio del Palacio existían doce columnas, o mejor, doce imitaciones a gran tamaño del amuleto (uadi), para servir de soporte a las sagradas enseñas de Amón y del Rey que habitaban en el edificio. Se debe observar, en efecto, que estas construcciones no tienen en modo alguno el galbo de una columna, sino que son más alargadas, más estrechas por debajo de la campana”.
Columna umbelífera del faraón Taharqa.

Frente a la segunda puerta también hay esfinges criocéfalas (similares a las del dromos) y dos estatuas de grandes dimensiones de Ramsés II, la mayor de las cuales, en la cara norte, fue usurpada por el faraón Pinegem (Pinedyem) I, y una de Ramsés III.

Estatua del faraón Pinegem I, de la XXI Dinastía (1069-945 aC), reutilizando una estatua de Ramsés II.

El templo continúa en la gran sala hipóstila, comprendida entre el segundo y el tercer pilono. Varios faraones se sucedieron en su construcción: Amenofis III mandó erigir el tercer pilono y las 12 columnas de la nave central que sostienen los arquitrabes; Ramsés I comenzó la decoración, que fue continuada por Seti I (el ala norte), Ramsés II (el ala sur) y sus sucesores.
La monumental sala hipóstila mide 102 metros de ancho por 53 metros de largo y está compuesta de 134 imponentes columnas de unas 250 toneladas de peso cada una, montadas con tambores que pesan cada uno unas cinco toneladas. Alcanzan la mayoría de las columnas los 16 metros y las de la nave central hasta 23 metros de altura, y cuentan con entre tres y cuatro metros de anchura; simbolizaban el bosque del pantano primordial del cual surgió la vida en Egipto. Dejan poco espacio intercolumnal (varía entre cuatro y cinco metros), salvo en la nave central y la transversal, algo más amplias para facilitar las procesiones. Se iluminaba el interior de la sala mediante los anchos ventanales abiertos sobre los arquitrabes, cerrados por celosías, que aprovechaban los desniveles de altura.


Sección transversal de la Sala Hipóstila de Karnak.

Sala hipóstila del templo de Amón-Ra en Karnak.

             Entrada de la sala hipóstila, hacia 1899, antes de la larga tarea de restauración que emprendió el arqueólogo francés Georges Legrand. Nótese que gran parte de la superficie estaba cubierta de escombros hasta varios metros de altura, lo que en realidad contribuyó a proteger la parte inferior. 

Las enormes basas son cilíndricas, sin molduras ni decoración.
Los fustes están formados por once o doce tambores de alturas desiguales, partidos verticalmente en dos segmentos, y aún conservan las inscripciones que revelan el nombre de las divinidades a las que el faraón oraba y consagraba ofrendas, y algunas aún mantienen restos de la pintura original. En las columnas de la nave central el ancho tambor medio ostenta un relieve dividido en tres cuadros y en cada uno de éstos el faraón rinde culto a dioses y diosas, en su mayoría los de la trinidad tebana, Amón, Mut y Jonsu. Pero el faraón varía: Ramsés II aparece en los dos cuadros que gozan de mejor visibilidad para quienes caminan por la nave central; en cambio, en el tercio menos favorable, el que mira a las naves laterales, aparece Ramsés IV. Ramsés II es también el más favorecido en las cartelas esculpidas en las columnas, arquitrabes y cornisas. Estos relieves representan a ambos faraones desempeñando sus funciones de reyes-sacerdotes, tanto en los actos del culto diario, desde la apertura del naos por la mañana al cierre y sello de su puerta al caer la noche, como en las solemnidades rituales propias y exclusivas del rey: la coronación, el jubileo del Hebsed, las apariciones y conversaciones con los dioses o las muestras del favor de éstos, junto a la más importante de las festividades, la fiesta del Apet, una procesión en la que la trinidad tebana visitaba el templo de Luxor y los monumentos sepulcrales regios de Tebas Oeste, al otro lado del Nilo.
Los capiteles papiriformes (forma de papiro) son de dos tipos, los de las columnas mayores son abiertos (o campaniformes), y los de las columnas menores son cerrados. Coronan las columnas ábacos prismáticos, los mayores con una circunferencia de casi 15 metros, con lo que podrían caber unas 50 personas de pie. 
Los arquitrabes de la nave central y de las dos contiguas a uno y otro lado de la misma son paralelos a sus ejes longitudinales, señalando la dirección del camino procesional, mientras que los arquitrabes de las demás naves son transversales a las primeras, conduciendo así a ellas. El arquitrabe del lado sur de la nave central lleva una inscripción en dos líneas; la inferior ofrece la dedicatoria de la Sala Hipóstila: “El ha hecho un santuario espléndido, el Ramsés-Merit-Amón, en la Casa de Amón, delante del Ipet-Sut”, lo que significa que el recinto era una antesala del Ipet-Sut, el templo de Amón en sentido estricto, y no parte de éste, que tenía su entrada en el cuarto pilono.
Cuatro tipos de columna egipcia. El de Karnak es campaniforme.

Los muros laterales de la sala hipóstila están repletos de inscripciones de Seti I en el lado norte, en un bajorrelieve ligeramente realzado, y de Ramsés II en el sur, en un bajorrelieve ligeramente rehundido, contraste que ha despertado distintas conjeturas, siendo la más probable que usurpara los relieves de su padre, Seti I. La temática de las inscripciones es muy variada y es una fuente de información muy valiosa. Tacito cuenta en sus Anales (Libro II, LX) un episodio de la vida de Germánico durante su estancia en Egipto, una visita a los templos de Tebas, en la que un anciano sacerdote le tradujo aparentemente algunas de estas inscripciones:
‹‹Visto después los grandiosos vestigios de la antigua Tebas, donde para ostentación de su primera grandeza permanecen todavía los soberbios obeliscos, y en ellos esculpidas letras egipcias en que se hace mención de la primera opulencia de esta ciudad, y mandándole a uno de los sacerdotes más viejos que las interpretase, refería haber habido un tiempo en ella setecientos mil hombres de tomar armas, y que con este ejército conquistó el rey Ramsés la Libia, Etiopía, los medos, persas, bactrianos y escitas, y cuanto habitan los siros, los armenios y sus vecinos los capadocios; extendiendo de allí el imperio hasta los mares de Bitinia y de Licia. Leíanse aún los tributos puestos a aquellos pueblos, el peso de la plata y del oro, el número de las armas y los caballos, el marfil y los aromas, dones de los templos; lo que cada nación pagaba de granos y de todos los muebles (…).›› [Copia tomada de www.antorcha.net/biblioteca_virtual/historia/tacito/2a.html]

Seti I relata sus campañas militares en los relieves del lado exterior del muro norte, con inscripciones jeroglíficas sobre los enemigos y los aliados leales, representados con una minuciosa caracterización antropológica, así como los accidentes geográficos relevantes como ríos, oasis y bosques (particularmente interesantes son los de los cedros del Líbano), todo, en fin, cuanto puede contribuir a una precisión descriptiva que culmina en de los extranjeros con un rigor admirable. Las acciones terminan en dos grandes cuadros, a los lados de las puertas, con una misma escena: la masacre de los prisioneros a los pies de Amón. El tono de la descripción es éste:
‹‹Año I del Rey del Alto y Bajo Egipto, Men-maat-re. Destrucción que la poderosa espada del faraón realizó entre los vencidos de Shasu (beduinos de Palestina), desde la fortaleza de Zolu (en la frontera egipcia del Sinaí) hasta Pa Kanana. Su Majestad marchó contra ellos como un león de penetrante mirada, haciendo de ellos cadáveres en sus valles, revueltos en su propia sangre, aniquilados. Cada uno que escapa de sus dedos dice: Su poder sobre los países lejanos es el poder de su padre Amón, que le ha otorgado una valerosa victoria sobre todos los países››.

Relieve de Seti I en el muro norte de Karnak.

Por su parte, los relieves de Ramsés II en el exterior del muro sur están peor conservados, al parecer por la mayor humedad y frecuencia de inundaciones del río en ese lado. Quedan retazos de de tres franjas, compuestas de modo semejante a las de Seti I en el muro norte, que muestran, la primera las conquistas del faraón, la segunda su retorno victorioso, y la tercera su llegada al templo para hacer entrega del botín y de los vencidos al dios Amón. A los lados de las puertas los cuadros finales vuelven a mostrar la matanza ritual de los prisioneros. Las lagunas de los textos de Ramsés II se pueden completar con las numerosas copias que mandó hacer en Luxor, en el Ramesseum y sobre todo en Abus Simbel, y son el mayor ejemplo temprano de propaganda política, por la que el faraón se presentaba a sí mismo como un guerrero invencible en sus luchas con los hititas, especialmente en la gran batalla de Kadesh. El final de esa guerra con un tratado de paz se refleja en el muro de Karnak, junto a la representación de la batalla de Ascalón: 

‹‹No habrá hostilidades entre ellos, nunca más. Si otro enemigo viene contra las tierras de Usermare-Setp-n-Re, gran soberano de Egipto, y éste manda aviso al gran jefe de Kheta [el reino hitita] diciéndole: Ven a mi lado como refuerzo contra él, el gran jefe de Kheta vendrá y el gran jefe de Kheta reatará a su enemigo. Pero si el gran jefe de Kheta no tiene deseos de venir, enviará a su infantería y a sus carros y retará a su enemigo››.

Relacionada con la sala hipóstila, aunque se halla hoy fuera de ella, tenemos un obra pequeña pero relevante. La pequeña capilla ‘blanca’ vinculada a Sesostris (Senusret) I (1962-1928 aC), faraón de la XII dinastía, entonces sita donde después se construyó la sala, ha sido recuperada del interior del tercer pilono, para el que se utilizaron sus ladrillos y piezas de caliza como material de relle­no durante el reinado de Amenhotep III en la XVIII Dinastía. Hoy, nuevamente reconstruido por los arqueólogos franceses en un espacio exterior, este templete puede considerarse tanto por su diseño como por su decoración un ejemplo típico de la arquitectura egipcia del Imperio Medio y es tal vez la obra más antigua conservada de Karnak.

Capilla ‘blanca’ de Sesostris I.

Es de planta cúbica, construida con un riguro­so sistema de pilares y estructu­ras adinteladas de líneas puras y unas proporciones muy equilibradas, y sus paredes están decoradas con bellos relieves del faraón y de las divinidades egip­cias.
Se alza sobre un podio de planta cuadrada al que se accede por dos escaleras contrapuestas, de ocho peldaños bajos separados por una rampa central en cada una de ellas, encajadas entre dos pretiles de tope redondeado.
Las dos fachadas principales tienen cuatro pilares; los del centro hacen de jambas de las puertas y los de los ángulos contribuyen con aquéllos a enmarcar dos ventanas de alféizar redondeado. En las dos fachadas laterales falta la puerta, reemplazada por una ventana. Las paredes están rematadas por tres arquitrabes, enmarcados por un toro y coronados por una cornisa en forma de gola.
En el interior hay cuatro pilares iguales a los del exterior y, entre ellos, el pedestal de alabastro en que se supone que era depositada la barca de Amón durante las procesiones, un nuevo uso que permitió que sobreviviera la capilla largo tiempo, pues su función original era la de cobijar el estrado para la fiesta del Sed (el primer jubileo, a los 30 años del inicio del reinado del faraón). El disco solar alado preside desde el centro de los arquitrabes todos los jeroglíficos y relieves que adornan las paredes y que ofrecen un magnífico ejemplo de la conjunción de unos y otros y de la conciencia que el Imperio Medio tiene del gran valor ornamental de la escritura.

En el tercer pilono, construido por Amenofis III y hoy desmochado, se reproduce gran parte de la nave de 60 metros de eslora en que viajaban la custodia y la imagen de Amón, y la nave aun mayor, impulsada por pértigas, que remolcaba a la nave anterior.
El templo prosigue, atravesando el tercer pilono, en un espacio cuadrado que marcaba el punto de encuentro de los ejes sagrados del mundo: aquí el eje celeste se cruzaba con el eje terrestre y este encuentro se marcó con cuatro obeliscos que mandaron levantar Tutmosis I y Tutmosis II, dos cada uno, pero de los que hoy sólo queda uno de Tutmosis I, con 23 metros de altura y un peso de 143 toneladas.
Este gran espacio cuadrado era el Ipet-Sut, el templo de Amón en sentido estricto, pero hoy apenas quedan ruinas. En el Imperio Medio contenía un edificio de caliza blanca sobre cuyo eje se sucedían tres capillas consecutivas, todas con sus umbrales de granito rosa,  la última de las cuales debió de ser el santuario primitivo, el edificio con el que se inició el templo de Karnak, en el que se hallaba el pedestal de alabastro de la sala principal o naos, con una inscripción de Sesostrtis I de la que subsisten sólo fragmentos. Este templo inicial del Imperio Medio se conservó hasta el reinado de Hatshepsut, una inscripción de la cual nos informa que lo precedía una sala de festivales, probablemente hipóstila. Delante de la misma, Hatshepsut edificó un templo de planta rectangular con muchas estancias interiores. El centro del nuevo templo fue reformado por su sucesor Tutmosis III, instalando el que fue probablemente la sala central del santuario hasta la época de Alejandro Magno, cuando el ya milenario sancta sanctorum fue reemplazado por el ahora existente, una capilla construida en honor de Filipo Arrideo (323-317 aC), hermanastro y breve sucesor temporal de Alejandro Magno, decorada con relieves que reflejan la habilidad de los reyes macedonios en congraciarse con la religión egipcia a fin de legitimarse como faraones legítimos. Esta herencia la asumieron después los restantes faraones de la dinastía tolemaica y más tarde los emperadores romanos, lo que explica que la naos de Arrideo se haya conservado excepcionalmente bien.

Entre el cuarto y el quinto pilono, construidos ambos en la época de Tutmosis I, se encuentra un vestíbulo transversal, llamado antiguamente Uagit (“el verdeante”), adornado en origen con grandes columnas. Aquí Tutmosis I y Hatshepsut mandaron levantar sus dos obeliscos, de los cuales sólo permanece uno entero, aún más alto que el de Hatshepsut en el espacio anterior. Hay también los Pilares Heráldicos de Tutmés III, con los relieves de los papiros representativos del Bajo Egipto y los lirios del Alto Egipto, que sostenían el arquitrabe de la llamada Sala de los Anales, en el que se relatan las campañas del faraón y se inventarían las ofrendas del botín que había hecho al templo de Amón; columnas de pórticos hoy demolidos; estatuas osíricas de los faranes de la dinastía ramesida; y un coloso de Amón y otro de Amonet con el sensual estilo post-Amarna.

Sobrepasado el sexto pilono se penetra en el gran patio que se remonta al Imperio Medio (hay restos de la época de Sesostris I).
Al final del patio, Tutmosis III levantó un edificio de grandes proporciones, el llamado Men-Khaper-Re-Akh-Menu, donde el nombre específico Akh-Menu significa “Brillante de Monumentos”, vulgarmente conocido hoy como “Palacio del Festival” o  “Sala de las fiestas”, una pequeña pero hermosa sala hipóstila sostenida por dos hileras de 10 columnas y una de 32 pilares rectangulares. Fue utilizada originariamente como escenario de la fiesta del Sed, en la que el faraón agradecía a los dioses de Egipto haberle otorgado un venturoso reinado.
Frente al portal de entrada hay dos colosos osíricos y dos pilares decaexagonales. A la derecha del vestíbulo hay una serie de celdas paralelas, y a la izquierda la entrada a la sala hipóstila, dividida en tres altas naves centrales sustentadas por columnas, rodeadas de una nave continua, de techo mucho más bajo (para favorecer la iluminación), con un peristilo de 32 pilares que sostienen arquitrabes a los que se superpone una galería de ventanas bajas, abiertas entre los techos de las naves centrales y los más bajos de las laterales. Se ha señalado que este tipo de sala es al que Vitruvio denomina (VI, 8 s.) como “oecus Aegyptius”, contraponiéndolo al tipo llamado “Corinthius”. Más interesante aún es el paralelismo que el arquitecto romano establece entre el “oecus Aegyptius” y la basílica clásica. Y en efecto, el ejemplar más antiguo conocido de ésta, la Basílica de Pompeya, está rodeado de una nave continua similar a la de Karnak, si bien en aquélla los pilares fueron sustituidos por columnas adosadas en los lados mayores. La similitud entre esta sala y la basílica romana y posteriormente paleocristiana explica tal vez que se escogiera este espacio de la “Sala de las fiestas” para albergar en el siglo VI d C una iglesia.
Las columnas de la sala, iguales y de fuste liso, se ensanchan levemente a medida que ascienden, y las coronan unos capiteles separados del fuste apenas por un reborde a modo de collarino.
A continuación se encuentra el llamado “Jardín botánico”, constituido por un conjunto de salas, destacando las cuatro columnas papiriformes fasciculadas. Los muros están decorados sobre todo con relieves que representan de plantas y de animales de Egipto pero también de procedencia exótica, principalmente de Siria y de Palestina, donde el gran faraón guerrero Tutmosis III había emprendido numerosas campañas militares, o bien animales inventados, a guisa de un bestiario egipcio, que pueblan la Tierra de los Dioses. Entre las plantas se contemplan vides, crisantemos, mandrágoras, dragoncillos, iris, ninfeas y multitud de otros arbustos y matas. Entre los animales encontramos terneros, gacelas, garzas, ánades, tórtolas, avutardas, gallinetas y otros pájaros, dominados por el halcón Horus, un dios bélico relacionado con el gran faraón guerrero. Se ha discutido mucho sobre la función de este sector del templo que no tiene equivalente en todo Egipto y la hipótesis más probable es que los antiguos egipcios quisieran representar en estas estancias la variedad de formas y de especies de la naturaleza, mostrando al propio tiempo su encuadre en un sistema ordenado, un paraíso, característica esencial del universo según la concepción egipcia. Una inscripción señala: 
‹‹Año 25. Bajo la Majestad del Rey del Alto y Bajo Egipto, Men-Kheper-Re, que vive por siempre, plantas que su Majestad ha encontrado en el país de Retenu [Siria]... Todas las plantas extrañas, todas las flores que hay en la Tierra de los Dioses, que fueron encontradas por Su Majestad, cuando Su Majestad fue al Alto Retenu [montes del Líbano], para subyugar a todos los países, según el mandamiento de su padre Amón, que los puso bajo sus sandalias, desde este día y por millares de años...››.
Después de este espacio hay un ámbito reservado, al que sólo tenían acceso el faraón y los sacerdotes, que comprende una serie de estancias con patios menores.
Finalmente se llega al santuario, que se encuentra en el centro del templo, donde se guardaba la imagen sagrada de Amón-Ra. Como en el antiguo Egipto la construcción de los templos se iniciaba siempre por el santuario esto significa que Karnak se comenzó por el centro y se terminó de construir por las entradas al recinto.

Fuera de la muralla que delimita el templo de Amón-Ra y prosiguiendo el recorrido en el mismo eje de la vía procesional, se alzan los pílonos del séptimo al décimo, este último como puerta de comunicación con el exterior del recinto, dando paso a una avenida de esfinges.
Primero, hacia el Este, se hallan las ruinas del enorme templo construido por Amenofis IV (1370-1352 aC), antes de renombrarse como Akhenatón cuando abandonó Tebas por su nueva capital Akhet-Atón en Amarna.
En cambio, siguiendo el eje norte-sur, que se destaca del eje este-oeste a nivel del espacio comprendido entre el tercer y el cuarto pilono, se penetra en el patio denominado “de la cachette” porque hacia1901-1905 el arqueólogo francés Georges Legrain descubrió un escondrijo en fosas de hasta 14 metros de profundidad, en el que los sacerdotes de Amón habían colocado, probablemente al final de la época tolemaica, diecisiete mil estatuillas de bronce y cerca de 779 grandes estatuas de piedra.
El “patio de la cachette” está delimitado al sur por el séptimo pilono a cuyo flanco se encuentra el lago sagrado, de 125 metros de largo por 77 de ancho, que simbolizaba el océano primordial, del que fue creado el mundo y en cuyas aguas alimentadas por el Nilo, según escribe Herodoto, nadaban las ocas consagradas a Amón y en especial una variedad más salvaje, los gansos (Chenalopex aegyptiaca) del Nilo. En los “Anales” de Tutmés, inscritos en lo más sagrado del Ipet-Sut, hay constancia de lo que al respecto hizo el faraón: “Mi Majestad reunió para él bandadas de gansos que poblasen la pajarera del lago, para las ofrendas de cada día. Así mi Majestad le dio dos gansos cebados al día, corno dádiva perpetua para mi padre Amón...” La ausencia de inscripciones explicativas permite diferentes teorías sobre su función: estanque donde las ocas pudieran vivir y luego ser sacrificadas como ofrendas; piscina donde los sacerdotes cumplían sus abluciones para purificar sus cuerpos así como los ritos nocturnos; y el estanque donde evolucionaban ritualmente las embarcaciones sagradas.


            Lago Sagrado y Escarabeo de Karnak.

En el ángulo noroeste del lago se encuentra el Escarabeo, que simbolizaba el renacimiento del sol tras su victoria sobre las tinieblas. El  monumento está dedicado al escarabajo, un animal divinizado por los antiguos egipcios como exponente del proceso de la creación cósmica: el escarabajo (kheper en egipcio antiguo), sinónimo de Re, el Sol naciente y poniente, pero significando también devenir o transformar, porque como los insectos experimenta una metamorfosis desde el huevo y la larva en la tierra, y como adulto amasa una esfera perfecta en que depositar sus huevos, una esfera que él hace rodar de forma comparable al movimiento diurno de la esfera solar entre el orto y el ocaso, un comportamiento que le hizo elegido por los egipcios para simbolizar el sol y a su encarnación en la tierra, el faraón, como se advierte en el nombre predilecto de Tutmés III, Men-Kheper-Re. El colosal escarabajo remata un monolito cilíndrico dedicado por Amenofis III al dios Toum de Heliópolis. El texto explica que el escarabajo representa a khepri, que se eleva de la tierra.
En el lago, a partir del séptimo pilono, comienza una serie de cuatro patios delimitados otros tantos pilonos, hasta el décimo, que enlazaban el templo de Amón con el de Mut, situado al sur de aquél.
Junto a los colosos y obeliscos de Tutmosis, hoy fragmentados en su mayoría, el ala occidental del séptimo pilono conserva una buena parte de los relieves del faraón sacrificando a prisioneros asiáticos, cuyos rostros barbados, algunos de ellos vistos de frente, revelan su origen racial, confirmado por la inscripción: “los grandes de Retenu (Siria), de todas las montañas, de todas las tierras inaccesibles (o misteriosas)”.
En el mismo eje norte-sur están pues el octavo pilono, erigido por Hatshepsut, y el noveno pilono, edificado por Horemheb, reutilizando para rellenarlo los magníficos bloques decorados de los templos dedicados a Atón. Al este del noveno pilono se encuentra el templo dedicado a Jonsu, el hijo Amón y Mut.

El décimo pilono, también erigido por Horemheb, se asoma al recinto externo del templo, desde el que se inicia un dromos de esfinges, nuevamente criocéfalas que une el templo de Amón con el de Mut; de aquí partía un segundo dromos con esfinges androcéfalas que unía Karnak con Luxor.

El complejo de Luxor.
El templo de Luxor, llamado “Ipet-resyt”, fue construido como el de Karnak en honor de Amón, que tomaba en Luxor la forma de Min, bajo la denominación de Amón-Min. Su función principal era recibir la procesión anual durante la celebración del Año Nuevo, en la que las imágenes de Amón, su esposa Mut y su hijo Jonsu, salían de su recinto de Karnak para, a través del río, visitar el templo de Luxor, donde el dios alcanzaba su aspecto fértil, como Amón-Min, y después de 11 días de festejos volver a través de la avenida de las esfinges a Karnak. Esta importante ceremonia estaba usualmente encabezada por el faraón, que presidía el ciclo de renovación eterno simbolizado por la llegada de la crecida del Nilo. La vinculación con el templo de Amón en Karnak explica que Luxor dependiese orgánicamente de los mismos sacerdotes aunque era bastante posterior, casi en un millar de años.
El dromos o avenida de las esfinges que une Karnak y Luxor mide poco más de dos kilómetros y lo integran setecientas esfinges con cabeza de carnero, más estaciones o capillas donde se paraban las barcas de la tríada tebana en la gran Fiesta de Opet. Nectanebo I adornó esta avenida ceremonial con esfinges de cara humana (androesfinges) cerca del templo de Luxor, sito entonces en el mismo corazón de la antigua Tebas, rodeado estrechamente de miles de viviendas. El dromos constituía la vía principal de la ciudad de norte a sur, dividiéndola en un barrio occidental que bordeaba el Nilo, dónde se encontraban el puerto, con los barrios populares y el de los artesanos, y un barrio oriental probablemente más residencial que se extendía a lo largo de los grandes templos de Karnak y Luxor, y otros hoy desaparecidos, y contenía numerosos santuarios repartidos a lo largo de las grandes avenidas adoquinadas que cuadriculaban la ciudad.
El templo de Luxor es obra de unos pocos faraones, fundamentalmente Amenofis (conocido también como Amenhotep) III (de la XVIII Dinastía), que mandó a su arquitecto Amenhotep (hijo Hapu) que construyera la zona interior, de sus sucesores, sobre todo Hatsehpsut y Tutmosis III, y finalmente, el más importante por la dimensión de lo construido, Ramsés II (de la XIX Dinastía), aunque también otros faraones contribuyeron al embellecimiento del recinto con decoraciones, construcciones menores, bajorrelieves y otros cambios, destacando Akehanatón, Tutankamón, Horemheb, Nectanebo I y Alejandro Magno.
El templo de Luxor constaba al inicio básicamente de los mismos espacios de los templos clásicos, con un gran patio, una sala hipóstila, un vestíbulo y el santuario, pero es muy inferior en tamaño y más sencillo en su composición, al de Karnak, con el que se parece, empero en la complicación estructural que provocó la intervención posterior de Ramsés II: un patio que pasó a ser el primero del templo, la fachada, los colosos  y los obeliscos, dándole la inmensa longitud actual de 260 metros y 50 de ancho en el interior del muro que rodeaba el recinto.
Plano del templo de Luxor. 1. Avenida de las esfinges. 2.- Capilla de Serapis. 3. Capilla de Hathor. 4. Obelisco de Ramsés II y estatuas sedentes. 5. Pilono de Ramsés II. 6. Capillas de Amón, Mut y Jonsu. 7. Primer patio (Ramsés II). 8. Columnata procesional (Amenhotep III). 9. Atrio (Amenhotep III). 10. Sala hipóstila. 11. Sala de Mut. 12. Sala de Jonsu. 13. Sala de Amón-Min. 14. Santuario romano. 15. Cámara del nacimiento (Amenhotep III). 16. Sala de ofrendas. 17. Santuario de la barca (Alejandro Magno). 18. Vestíbulo. 19. Santuario (Amenhotep III).

Se llega a través de un largo dromos, que procede del templo de Karnak, hasta los dos grandes  obeliscos y las dos grandes estatuas sedentes ante los pilonos. El muro del recinto además de un grupo arquitectónico de columnas formando un ante-patio es obra de los faraones nubios de la XXV dinastía, especialmente Taharqa. El recinto fue reacondicionado o restaurado por Nectanebo II, faraón de la XXX dinastía, al igual que todos los templos de Tebas,

Dromos con esfinges criocéfalas.

Los dos grandes obeliscos están situados a cada lado de la puerta de entrada. Los dos fueron ofrecidos en 1830 a Carlos X de Francia por el bey de Egipto, Mohamed Alí, pero sólo el de la derecha fue finalmente transportado a Francia en 1833 y erigido en la Plaza de la Concordia de Parísen 1836. El otro, de unos 25 metros de altura, se encuentra en su emplazamiento original y está decorado con una escena en la que aparece Ramsés II adorando a Amón, y tres franjas de jeroglíficos en las que se describe el protocolo real junto a una fórmula de alabanza a las construcciones y victorias del faraón y la duración de su reinado. 
Las dos grandes estatuas sedentes del faraón Ramsés II, de granito gris con una altura de 15,6 metros, están decoradas con imágenes de prisioneros que representan los nueve pueblos conquistados por Egipto durante su reinado, y su cónyuge, la reina Nefertari, aparece doblada a cada lado del trono. Originariamente había otras cuatro, realizadas en granito rosa, pero queda sólo una que representa a Meritamón, la hija de Ramsés II.
Los pilonos fueron construidos también por Ramsés II y relatan la batalla de Qadesh, librada por el faraón contra los hititas, y en la decoración se incluye el poema de Pentaur que glorifica el valor del faraón en la batalla. 

            Puerta de entrada del templo de Luxor, con las estatuas sedentes de Ramsés II.

En el interior se suceden un gran patio o sala hípetra, la columnata procesional de Amenofis III, un atrio, una sala hipóstila, seguida de las salas de Mut, Jonsu y Amón-Min, la cámara del nacimiento, la sala de ofrendas, un vestíbulo, el santuario de la barca más varios santuarios menores.
El primer patio o sala hípetra mide 55 metros de largo y fue añadido por Ramsés II. Está compuesto por 74 columnas papiriformes que muestran al faraón con distintas divinidades. Las columnas están colocadas en una doble hilera alrededor del patio, en una disposición de peristilo. En el centro se encuentra un santuario formado por tres capillas dedicadas a la tríada tebana, al igual que ocurre en Karnak, con Amón (la central), Mut (a la izquierda) y Jonsu (a la derecha). Fueron construidas por Hatshepsut y Tutmosis III y decoradas posteriormente por Ramsés II, y servían como almacén de las barcas sagradas. La situación de las capillas es lo que hizo que el patio no siguiese el eje del templo original, sino que se encuentra desviado hacia el este. La decoración interior del patio escenifica una procesión que personifica los distritos mineros que portan ofrendas al dios, un sacrificio de Ramsés II a una diosa, la inauguración de la entrada monumental en la que aparecen los hijos del faraón  y otras ceremonias religiosas. Hay además una inscripción que refleja las partes del templo construidas por Ramsés II.
La siguiente estancia es la columnata procesional de Amenofis III, de 52 x 20 metros, formada por 14 columnas de 16 metros de altura, dispuestas en dos filas. En las columnas están grabados los cartuchos de Amenofis III, Horemheb, Seti I y Ramsés II.
La entrada de la columnata está flanqueada por  dos colosos sedentes de granito negro de Ramsés II con la reina Nefertari, vestida como la diosa Hathor, sobre su pierna derecha; su zócalo está decorado con escenas de prisioneros que representan a los pueblos vencidos por el faraón. La salida de la columnata está rematada por seis colosos de Ramsés II, cuatro de pie y dos sentados, todos con su nombre, además de dos obeliscos.
En el lado sur se encuentran dos estatuas dobles de Amón y Mut. La decoración de los muros que la rodean es obra de Akhenatón (las obras de peor calidad, pues era partidario del dios rival Atón, hasta el puntp de que se cree incluso que en su mandato se hicieron destrozos en algunas partes del templo), Tutankhamón, Ai y Horemheb y sus relieves relatan la Fiesta de Opet, mostrando la procesión de barcos desde Karnak y el viaje de regreso.

Columnata procesional de Amenofis III.

A continuación se encuentra una puerta de Ramsés II que da a una escalera que lleva al patio cuadrado o “patio solar” peristilo de Amenofis III, en un nivel más elevado sobre un gran zócalo que lleva una gran inscripción dedicatoria. El peristilo está rodeado en tres de sus lados por una doble hilera de 64 columnas con capiteles papiriformes cerrados. Como también hizo en Karnak para el patio de su padre, Amenofis III destruyó un templo más antiguo delante del cual debía encontrarse la capilla edificada por Hastshepsut y sus sucesores, y reutilizó sus bloques para erigir el zócalo y levantar muros y otros elementos. Esos bloques son todavía visibles en las zonas orientales del templo modificadas en la época greco-romana y ostentan cartuchos de Tutmosis IV.
En el patio, durante la época romana, los sacerdotes enterraron piadosamente una multitud de imágenes de dioses y reyes en un depósito, que fueron descubiertas en 1989 y actualmente se exponen en el museo de Luxor.
El cuarto lado del patio lleva a la sala hipóstila, que representa la primera estancia interior del templo y que originalmente era techada. Cuenta con 32 columnas con capiteles papiriformes cerrados, dispuestas en cuatro filas de ocho columnas cada una. Las imágenes de los dioses, que aparecen en la decoración, fueron restauradas durante la XIX dinastía ya que los originales fueron destruidos por Akhenatón. 
De la sala hipostila se accede a las dependencias del dios, las más antiguas, construidas por el arquitecto Amenhotep, y que están formadas por cuatro estancias o antecámaras más sus habitaciones auxiliares. Estas estancias son: el vestíbulo, la sala de ofrendas, la estancia del ‘nacimiento’ y el santuario.
El vestíbulo tiene tres habitaciones auxiliares consagradas a Amón-Min (centro), Mut (izquierda) y Jonsu (derecha), decoradas con imágenes de emperadores romanos superpuestas sobre los originales egipcios.
La sala de ofrendas está decorada con imágenes religiosas en honor de Amón y Min. Consta de un santuario consagrado por Amenofis III, en el que Alejandro Magno, que aparece representado ante Amón, reconstruyó la capilla de depósito de las barcas sagradas, haciendo erigir las cuatro columnas que sostenían el techo, pero de ellas sólo quedan los emplazamientos de las bases sobresaliendo de los cimientos de esta capilla.
En el lado oeste de la sala se encuentra la estancia del ‘nacimiento’ con tres columnas fasciculadas. Está decorada con relieves que describen el nacimiento divino de Amenofis III, como resultado de la unión del dios Amón con su madre Mutemuia. En las imágenes se lee la concepción, el embarazo y el nacimiento.
A continuación hay una sala que servía de vestíbulo a la última habitación, el santuario o santa sanctórum construido por Amenofis III y decorado con escenas del faraón introducido por Horus y Atum en presencia de Amón y el rey ante Amón. En el zócalo aparece una inscripción de Amenofis III sobre la construcción del templo.

El templo era un lugar muy bien comunicado por el río y el valle, en una zona fértil y bien poblada, y tenía un extraordinario valor religioso, por lo que fue escogido por los sucesivos ocupantes de la zona, desde los romanos a los musulmanes, como punto fundamental de residencia de los gobernantes locales, de guarniciones y centro religioso cristiano primero y más tarde islámico.
La sala hipóstila fue transformada al principio de la época romana en sede de una guarnición militar. Las puertas axiales fueron tapiadas y se construyó una capilla en honor de Augusto, habilitada en la habitación del rey divino, con un ábside para albergar la estatua del emperador. Se redecoraron los muros de la sala, añadiendo una capa de estuco pintado con figuras de estilo greco-romano, hoy muy deterioradas y que dejan ver en muchos puntos los relieves originales de la XVIII dinastía, cubiertos desde hace 2000 años.

Muro de la sala hipóstila del templo de Luxor, transformada en época romana en una capilla dedicada a Augusto con un ábside para la estatua, con un arco y dos columnas corintias.

En el siglo III, el templo de Luxor fue enteramente transformado en un castrum, el cuartel general de la legión encargada de defender el limes situado al sur en Asuán contra los blemios, un pueblo nómada del desierto, y los nubios del sur. El muro fue reconstruido y se añadieron puertas fortificadas reutilizando elementos del templo, para lo que se llegó incluso a cortar un coloso de Ramsés II para obtener bloques destinados a servir de jambas y dinteles a las puertas. En el interior se formaron insulae, un foro y una basílica, y se erigieron estatuas del culto imperial.
Cuando el Imperio romano adoptó el cristianismo, se construyeron varias iglesias en el recinto, una de ellas en la sala hipóstila de Ramsés II, en la que se distingue un tabique, constituido de gruesos bloques provenientes de los muros desmantelados del templo de Amenofis III.
Después, los conquistadores musulmanes construyeron encima de la iglesia una mezquita en honor del santo local, Abu el-Hagag, dónde se conservan sus reliquias.
El templo de Luxor es así uno de los más antiguos lugares de culto del mundo., pues se ha practicado la religión dentro de sus muros durante más de 3.500 años.

Mezquita de Abu el.Haag.

FUENTES.
Internet.
[http://es.wikipedia.org/wiki/Lúxor]
[Artehistoria.com] Fuente principal para la capilla de Sesostris I en el templo de Karnak, y muy útil para los templos de Karnak y Luxor.
[www.egiptologia.com/arqueologia/55-el-templo-de-karnak.htmlBrotons G, Javier. Es la fuente principal para el templo de Karnak.
[www.egiptologia.org/arte/templos/luxor/Francisco López es la fuente principal para el templo de Luxor.

[https://historia.nationalgeographic.com.es/a/templo-akhenaton-karnak-misterio-fragmentos_16010] Los talatat (‘tres’ en árabe) son los restos en Karnak del enorme templo del Gempaatón, promovido por Akenatón y destruido por Horemheb.


Documentales / Vídeos.

Construcción de un imperio. Karnak y Luxor. [https://www.youtube.com/watch?v=1pxMPdpa4z4]

Constructores de Imperios. Antiguo Egipto. 53 minutos. Las pirámides de Dzoser en Saqara y de Keops en Gizah, el hipogeo de Tutankamón, el templo de Abu Simbel, los templos de Luxor, Karnak, Edfu…



El templo de Karnak. 9:55. [https://www.youtube.com/watch?v=OXCBKGwQvrk]


Enigmas de Egipto 4Serie de National Geographic. 44:17. [https://www.youtube.com/watch?v=Bi_xt9unS3k] De las partes de este documental interesan (minutos 33-39) la reconstrucción que Legrand hizo a inicios del siglo XX de la sala hipóstila del templo de Karnak, y otros hallazgos, como los restos atribuidos a Hatshepsut; todavía hay importantes puntos de las ruinas que hay que investigar. 

Karnak. Reconstrucción digital de la evolución del complejo de Karnak, entre otras animaciones en 3D, en Digital Karnak Project, de University of California en Los Angeles (UCLA). [youtube.com/watch?v=QXDipKxgU24

Karnak y Luxor, la búsqueda de la perfección. 52:16. [https://www.youtube.com/watch?v=6aTXgfes3x8[https://www.youtube.com/watch?v=RVUMjNkFbo0]



Karnak y Luxor. Universitat Autònoma de Barcelona. 20:24. [https://www.youtube.com/watch?v=bxA2IQuIR6I]
 


Templos de Karnak y Luxor.  52:16. [https://www.youtube.com/wat]ch?v=6aTXgfes3x8&t=67s]


Tesoros perdidos de la Humanidad. Egipto. 49:05. [https://www.youtube.com/watch?v=kx5nb3bHbAc] Desde los inicios de la civilización egipcia.

Conferencias.


Tebas: la ciudad de las 100 puertas. José Manuel Galán. Conferencia en Fundación Juan March (7-I-2014). [https://www.youtube.com/watch?v=zROTowUT8uw]


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