La artista
italiana Artemisia Gentileschi (1593-1654).
Jael y Sisara (1620). Jael (autorretrato de Artemisia) era una heroína judía que mató al general cananita Sisara (siempre el rostro de Tassi).
Artemisia Gentileschi (1593-1654) fue hija del pintor florentino
Orazio Gentislechi, de formación manierista y a la postre uno de los mejores seguidores
del tenebrismo de Caravaggio. Educada en su taller como una consumada pintora,
sufrió en su juventud una violación por un oficial del taller, Agostino Tassi,
y solo consiguió justicia tras un tormentoso juicio que dañó su reputación. En
los años siguientes desarrolló una carrera artística de notable éxito pese a
ser mujer, con periodos creativos asociados a sus largas estancias en Roma, Nápoles
y sobre todo Florencia, tal vez el periodo de más calidad; también viajó a Venecia
e incluso a Londres.
Judit decapitando a Holofernes (1611).
En muchas de sus pinturas surge el tema de la venganza
o de la justicia femenina, con las historias bíblicas de Judit (autorretrato) y
Holofernes (retrato de su violador), Jael y Sisara, Susana y los viejos, el
sacrificio del Bautista… El tema es que la sangre vertida limpia la ofensa. Y a
veces vamos más allá de esta brutal venganza y caemos en que es también una
metáfora de la lucha sin cuartel de una gran mujer por abrirse un camino
profesional en un mundo masculino.
Y es que en la Edad
Moderna hubo contadas mujeres artistas, casi todas formadas en los talleres de
sus padres como ayudantes en la producción hasta que encontraban marido y se
dedicaban a la familia, aunque algunas consiguieron destacar, sobre todo en
Italia, como Sofonisba Anguissola (1530-1628), Lavinia Fontana (1552-1614) o Fede
Galizia (1578-1630), y también en Holanda
la bodegonista Clara Peeters (1594-1657) y en España la escultora Luisa Roldán
(1652-1706). La lista es corta pero de mérito.
Carla Mascia en El
último enigma de Artemisia Gentileschi [“El País” (28-VII-2018)] explica al
socaire de la compra por la National Gallery de Londres de ‘Autorretrato como santa Catalina de
Alejandría’ (1615-1617):
‹‹Cuando
Gentileschi emprendió la pintura de la obra en 1615, ya no era esa joven
promesa del arte barroco que tanto enorgullecía a su padre (…) [el pintor Orazio
Gentileschi]. Tres años antes, el juicio ganado por su progenitor contra el
hombre que la violó cuando tenía 18 años la había convertido en objeto de
escándalo del que toda Roma comenta la desgracia.. En las actas recogidas (…) el
pintor Agostino Tassi, que la acusa de ser una mujer amoral, la humillación a
la que Gentileschi fue expuesta es más que palpable.
“El juicio cambió el curso de su vida y moldeó su
reputación, no solo en su época sino a través de los siglos”, cuenta a este
periódico, Letizia Treves, Jefa de Conservación de la Pintura Italiana,
Española y Francesa del siglo XVII de la National Gallery. En el autorretrato,
Gentileschi aparece rodeada por un halo de santidad, la mirada puesta en el
espectador y la mano izquierda apoyada en una rueda rota que representa el
instrumento de tortura con el que el emperador asirio quiso matar a Catalina y
que la mártir logró romper con la fuerza de sus rezos. Una fuerza similar a la
que movilizó Gentileschi para superar tanto la violación, como los exámenes
ginecológicos y las torturas que sufrió durante el proceso.
“Desde entonces, siempre se ha buscado interpretar la
obra de Gentileschi bajo el único prisma de su violación”, lamenta por teléfono Cappelletti,
que, si bien cree que la agresión tuvo una incidencia real en el trabajo de la
artista, relativiza el papel que la artista tuvo en la construcción del mito de
“la pintora de la guerra entre los sexos”, cómo la apodó la escritora Germaine
Greer. En opinión de la experta, no se puede entender la obra de Gentileschi,
sin contextualizar su trabajo en la pintura del siglo XVII y dejar de lado las
interpretaciones fantasiosas relacionadas con ese acontecimiento.
Libre sexualmente, independiente profesionalmente, la
artista no se dejó condicionar ni por el hecho de ser una mujer, ni por el
estigma social del juicio. Negociaba ella misma el precio de venta de sus obras
con coleccionistas privados de renombre —como los Médicis o el duque de
Módena—, viajaba sola por toda Europa e incluso dirigía un taller de pintura en
Nápoles donde trabajaban, exclusivamente, hombres. Su libertad y su modernidad
la convirtieron en un personaje excepcional para la época. "Los
compradores de arte, conscientes de ello, solían encargarle temas que
representaban heroínas del pasado [como Catalina, Diana o Cleopatra]. Querían
tener un cuadro de mujer fuerte pintado por otra mujer fuerte”, explica la
historiadora del arte, comisaria de la exposición *<Caravaggio en Roma, amigos y enemigos> que acogerá en septiembre
el Musée Jacquemart André de Paris y donde estará expuesta la ‘Santa Cecilia’(1620) de Gentileschi,
prestada por la Galería Spada de Roma. "Había un juego muy sutil en el que
además de exponer la pintura, también se ponía en relieve a la artista".
En vez de resaltar su dominio del chiaroscuro, su acierto en los contrastes de color o la delicadeza
con la que pintaba hasta el más ínfimo detalle, se ha teñido su obra con algo
completamente falso, estima su biógrafa Alexandra Lapierre, autora de ‘Artemisia’ (Robert Lafont, 1999). Nada
es más absurdo, según ella, que calificar, como lo han hecho numerosos
observadores, de violenta la obra de Gentileschi, y en particular el cuadro ‘Judit decapitando a Holofernes’ (1611)
—conservado en el Museo de Capodimonte en Nápoles—, en el que el personaje
bíblico asesina, con la ayuda de una sirviente, al general asirio. “Caravaggio
pintó Judit igual de sangrientas que las que retrató Gentileschi”, zanja la
escritora. “Su estilo se fue nutriendo de las diferentes escuelas a las que
perteneció. En Roma, pintó como los romanos, en Nápoles, como los napolitanos,
y en Venecia como los venecianos”, aclara.
“El tema de Judit y Holofernes es muy barroco”,
ahonda Cappelletti que insiste en dejar claro que la pintora no se inspiró en
su experiencia sino en realismo de Caravaggio, esmintiendo de facto la interpretación que propuso la biógrafa Marta Garrad en
1989, según la cual el cuadro reflejaría la catarsis de la artista por la
violación sufrida. Las luchas que aún quedan vivas entre biógrafos e
historiadores en el intento de explicar el proceso creativo sobre el que se
sustentó la obra de Gentileschi demuestran, según ella, la increíble
fascinación que sigue ejerciendo la pintora. Probablemente porque, como cuenta
Lapierre, “jamás hubo ni habrá un personaje tan atípico y moderno como
Artemisia Gentileschi”.››
FUENTES.
Internet.
Exposiciones.
*<Artemisia, poder,
gloria y pasiones de una mujer pintora>. París. Musée Maillol (hasta 15 julio 2012).
40 obras de Artemisia Gentileschi y 20 de sus contemporáneos. Reseña de Mora,
Miguel. Al principio estuvo Artemisia. “El País” (20-III-2012) 38.
*<Artemisia
Gentileschi e il suo tempo>. Roma. Museo de Roma, Palazzo Braschi (30
noviembre 2016-7 mayo 2017). Obras de Artemisia, Ribera...[http://www.museodiroma.it/mostre_ed_eventi/mostre/artemisia_gentileschi_e_il_suo_tempo]
Enlace a la web oficial, con los artículos del catálogo. Reseña de Amón, Rubén. Artemisia
y su pincel de sangre. “El País”
(9-XII-2016).
<Artemisia>.
Londres. National Gallery (3 octubre 2020-24 enero 2021; pospuesta la programada
de 4 abril-26 julio 2020). Cat. Letizia Treves (ed.). National Gallery / Yale
University Press. 2020. 256 pp.
Libros.
Banti,
Anna. Artemisia. Trad. de Carmen
Romero. Periférica. 2020. 224 pp. Novela biográfica.
Gentileschi,
Artemisia. Cartas precedidas de las actas
del proceso por estupro. Edición de Eva Menzio. Cuadernos Arte Cátedra.
2020. 280 pp.
Artículos.
Mascia, Carla. El
último enigma de Artemisia Gentileschi. “El País” (28-VII-2018). [https://elpais.com/cultura/2018/07/24/actualidad/1532423109_336825.html] La
National Gallery de Londres adquiere ‘Autorretrato
como santa Catalina de Alejandría’ (1615-1617).
Riaño, Peio H. El
Prado rescata a Artemisia Gentileschi de los almacenes. “El País”
(3-XII-2018). [https://elpais.com/cultura/2018/12/02] Solo siete de los 1.700 cuadros expuestos son obra de mujeres. Se
añade ahora la única obra que posee de Artemisia
Gentileschi, El nacimiento de san Juan
Bautista (1635).
De
Diego, Estrella. Mal empezamos. “El País” (11-I-2020).
De
Diego, E. Artemisia: la realidad supera la ficción. “El País”
(25-VII-2020).
Mena, Manuela. Artemisia
Gentileschi, de la pintora a la mujer. “El País” Babelia 1.491
(20-VI-2020). Un excelente resumen de su vida y obra.
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