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lunes, 8 de febrero de 2021

Comentario: La persistencia de la memoria (1931), de Dalí.

            Comentario: La persistencia de la memoria (1931), de Dalí.

La persistencia de la memoria (1931).

Descripción.
Es un pequeño óleo sobre lienzo de 23 x 33. Se muestra en el MoMA de Nueva York.

Análisis temático y significado.
El tema representado es bastante complejo, pues aparecen numerosos elementos cargados de simbolismo, asociando los relojes blandos con el paso del tiempo y la condición femenina mientras que los elementos rígidos, aunque sean decadentes, se relacionan con la perdurabilidad y la condición masculina.

La escena se ubica en una playa de la costa Brava (parece cerca de Creus) rodeada de acantilados. El cielo y el mar se confunden al atardecer. 

Sobre una  mesa en diagonal se encuentran: 

- Un reloj de bolsillo, el único que es rígido, cubierto de hormigas, las mismas de El gran masturbador (1929).

 - Un reloj  blando que marca cerca de las siete sobre el que está posada una mosca y que parece resbalar.

 - Una rama de árbol seco, que apunta como un pene cansado y casi muerto, apuntando hacia la hendidura en la playa al otro lado. De la rema cuelga otro reloj blando, que marca las 6.

- En el centro una figura blanda con gran nariz con una enorme lengua, con un ojo cerrado y grandes pestañas que recuerda a su autorretrato de El gran masturbador (1929). Sobre esta figura hay un cuarto reloj blando que parece derretirse como el queso.  

- Al fondo, iluminada fuertemente, se distingue  una cala  con acantilados  rocosos y en la playa una  piedra que proyecta una larga sombra. El mar y el cielo se unen en el horizonte.


Análisis formal.

La composición es estática y simétrica aunque ligeramente descompensada en cuanto a las masas hacia la izquierda. 

La perspectiva geométrica, ligeramente cenital (con un enfoque o encuadre superior del espectador), que crea, junto a la impresión de los colores fríos del cielo y del mar y la luz misteriosa del fondo, un efecto clásico de infinita profundidad espacial, un horizonte amplio pero bajo, de modo que se funde con la línea del suelo.

En la composición se observa el esquema horizontal de la playa y la rama del árbol que se equilibran con la vertical del tronco. Estas líneas estáticas se compensan con esquemas y líneas dinámicas como las diagonales de la mesa  y sobre todo las curvas de los relojes y de la cabeza.  
Las figuras se representan con un poderoso modelado, muy diferenciado, con un predominio del dibujo, generalmente curvilíneo, a veces con una línea nerviosa, muy detallista, incluso en las deformes las formas de los relojes y la cabeza.
El colorido es rico y brillante, pues juega con el contraste de colores fríos como los azules, grises  junto con cálidos como marrones, amarillos y anaranjados, con pinceladas planas y poco pastosas, procurando evitar los efectos matéricos.
Una luz fría e irreal incide en las figuras e invade la composición dándole un aspecto de ensoñación con poderosos claroscuros. Las sombras negras inquietantes que se proyectan indican la presencia de un foco de luz desde la derecha. El fondo está fuertemente iluminado con una luz blanca e irreal que contribuye al efecto de profundidad espacial.



Detalle.


Significado

Las interpretaciones surrealistas son variadas y complejas.

Hay consenso en que las rocas de los acantilados simbolizan lo permanente en el tiempo, mientras que es solo posible que algunos de los elementos rígidos se asocien a lo masculino y los blandos a lo femenino y al paso del tiempo.

Los tres relojes blandos marcan la hora, mientras que el de bolsillo, el único rígido, no señala la hora.

Dalí contó que se inspiró en las alucinaciones que tuvo después de comer un queso camembert blanco, y asoció este queso con los relojes y el paso del tiempo.

La cabeza es un autorretrato, que se veía a sí mismo como andrógino, en parte femenino, condicionado por el tiempo, abocado a la muerte.

Reaparecen las hormigas de El gran masturbador (1929), que representan la decadencia, incluso la muerte, al igual que las moscas que acuden a los cadáveres.


Significado y contexto.

Es una de las obras más famosas de Dalí, perteneciente a su época inicial de experimentación en el surrealismo figurativo, volcado el artista catalán en un mundo onírico en la frontera entre lo real y lo irreal soñado, creando mundos imaginarios surgidos del inconsciente gracias al automatismo (la acción artística o literaria inmediata, sin meditación previa) y el desafío a la represión y las reglas morales, la interpretación de la vida y lo culto mediante el psicoanálisis de Freud, en especial su interpretación de los sueños y lo irracional.
Los principales antecedentes inmediatos del movimiento surrealista eran el dadaísmo, un estilo que intenta la destrucción del arte por el camino del irracionalismo y la negación de las convenciones, y la pintura metafísica italiana, que profundizaba en los sueños con un lenguaje clásico. Más lejanos eran las experiencias de Arcimboldo con vegetales para las partes del rostro humano, del Bosco en El Jardín de las Delicias, Goya en la serie de las Pinturas Negras (donde incluso se atreve con el tema de la masturbación, precedente de este cuadro daliniano).


            Dalí y García Lorca en su época de amistad en la Residencia de Estudiantes.


            Dalí junto a Breton y otros miembros del grupo surrealista en 1930.

Dalí, después de su breve etapa en la Residencia de Estudiantes de Madrid, donde inició su amistad con el cineasta Luis Buñuel y el escritor Federico García Lorca, marchó hacia 1929 a París donde se relacionó estrechamente con los artistas Joan Miró y Pablo Picasso, y los intelectuales franceses André Breton, el jefe del grupo surrealista, y Georges Bataille, un ensayista del deseo y la transgresión, todos ellos, tanto artistas como escritores, muy interesados en desafiar los temas prohibidos por la convencional sociedad burguesa, en especial la muerte y el sexo. Dalí seguirá estas vetas de inspiración toda su vida y elevará la transgresión, la ruptura y la provocación a leitmotiv (guía) de su vida y obra.

      
El gran masturbador (1929). 

En los años 30, como derivación de lo anterior, Dalí desarrolló una atrevida teoría, el llamado método paranoico-crítico para la interpretación de las imágenes, que consiste en una multiplicación de las lecturas más sorprendentes de las metáforas visuales. Pintó obras relacionadas con El gran masturbador (1929) como El enigma del deseo (1929), La persistencia de la memoria (Relojes blandos) (1931), Premonición de la guerra civil (1936) o El enigma sin fin (1938). En ellas prosigue en la corriente del surrealismo figurativo, como Magritte y Max Ernst, por oposición  al surrealismo abstracto de Miró y Masson.

Fuentes.
Internet.

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