Descripción y datación.
El Éxtasis de Santa Teresa es también conocida
como la Transverberación de Santa Teresa
(en italiano: La Estasis de Santa Teresa
o Santa Teresa en estasis o Transverberazione di santa Teresa). Retrata
la imagen de Santa Teresa de Ávila durante el don místico de la transverberación
que describe en su Libro de la Vida.
Es un grupo escultórico en mármol, obra del artista Gian Lorenzo Bernini y fue realizado entre 1647 y 1652, por encargo del cardenal Cornaro. Poco antes del encargo, Bernini había caído en desgracia debido a que se le relacionó con los gastos excesivos del papado anterior de Urbano VIII, lo que le privó del mecenazgo pontificio, aunado a que el nuevo papa Inocencio X prefería al mayor rival artístico de Bernini en Roma, el escultor Alessandro Algardi.
En ese momento de crisis el cardenal veneciano Federico Cornaro (1579-1673) le encargó su tumba en la iglesia de Santa María della Vittoria, de la Órden de los Carmelitas Descalzos en Roma, una basílica erigida para conmemorar la victoria del emperador Fernando II en la batalla de la Montaña Blanca en 1619, durante la Guerra de los Treinta Años. Cornaro eligió la capilla izquierda de la iglesia, donde previamente se encontraba una representación de San Pablo en éxtasis, que fue reemplazada con esta imagen de la santa.
Análisis formal.
Destaca por su gran intensidad dramática y su fuerza dinámica, superando el problema de las pequeñas dimensiones de la capilla, bellamente decorada en mármol, con un magistral dominio del claroscuro y la fusión plenamente barroca de las tres artes mayores, esto es de la arquitectura, la escultura y la pintura para lograr una intensa teatralidad escénica mediante la elección de las formas en movimiento, el colorido y el claroscuro.
La capilla conforma un escenario teatral, que aúna materiales de mármol blanco y de color, cristal, bronce y madera, y se ilumina a través de una ventana oculta ubicada por encima de santa Teresa, y realzada por los rayos dorados que reflejan la luz.
Bernini pintó en la cúpula los frescos de un cielo de trampantojo con querubines y logró una luz cenital que desciende del Espíritu Santo representado en forma de paloma, creando una sensación de misticismo espiritual a la vez que de realismo creíble, para inspirar una ardiente fe al espectador.
En las paredes laterales, hay relieves a
tamaño real de la familia Cornaro que presencian la escena como si estuvieran
en los palcos de un teatro.
El conjunto escultórico central tiene 3,4 metros de altura y está realizado en mármol blanco, la saeta en bronce y los rayos del sol en madera dorada.
La composición es abierta. Las figuras aparentan cierto desorden, lo que que incentiva la sensación de realidad y movimiento, y se estructuran en atrevidas diagonales, como la del cuerpo yacente de la santa, o la disposición del ángel que la ha traspasado.
El rostro de la santa sugiere un momento culminante de la existencia y su ropaje envolvente se funde con su carne.
Bernini realza la expresividad con el tratamiento naturalista del rostro y los miembros expuestos del cuerpo, de una textura blanda que contrasta con la textura dura de los pliegues del pesado manto carmelitano de la santa, con superficies angulosas y rugosas, de modo que el manto se mueve como las olas del mar en la tormenta espiritual que agita su alma.
La santa yace sobre una nube que sugiere la energía de la roca, un juego de contraste entre las ideas de lo evanescente y de lo duro.
Un viento divino agita suavemente la ropa del ángel, que sonríe casi travieso ante la conmoción que ha causado. Su piel sedosa y su cabello delicadamente trabajado al trépano le confieren cierta androginia que refuerza el sentimiento espiritual que Bernini nos quiere transmitir.
Significado.
El éxtasis de Santa Teresa de Jesús rinde homenaje a esta española de origen judío, escritora mística, reformadora y primera santa carmelita, cuya canonización en 1622 era reciente,
Representa un tema de dramática espiritualidad protagonizado por dos personajes, un episodio descrito por santa Teresa de Ávila en su escrito autobiográfico el Libro de la Vida, en el que cuenta su éxtasis, que mezcla gozo y sufrimiento, provocado por el flechazo de un querubín o ángel que le atraviesa el corazón con un dardo de oro. La escena recoge el preciso momento en el que el ángel saca la flecha, y la expresión del rostro muestra los sentimientos de Santa Teresa, mezcla de dolor y placer, que ella confiesa en apasionado lenguaje barroco:
‹‹Vía un ángel cabe mí hacia el lado izquierdo en forma corporal, lo que no suelo ver sino por maravilla. (...) No era grande, sino pequeño, hermoso mucho, el rostro tan encendido que parecía de los ángeles muy subidos, que parecen todos se abrasan. Deben ser los que llaman Querubines (...). Viale en las manos un dardo de oro largo, y al fin de el hierro me parecía tener un poco de fuego. Este me parecía meter por el corazón algunas veces, y que me llegaba a las entrañas. Al sacarle, me parecía las llevaba consigo y me dejaba toda abrasada en amor grande de Dios. No es dolor corporal sino espiritual, aunque no deja de participar el cuerpo algo, y aun harto.›› [Libro de la Vida. Capítulo XXIX].
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