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jueves, 13 de marzo de 2014

El arte Rococó.

EL ARTE ROCOCÓ.
INTRODUCCIÓN.
Resumen.
¿Una distinción entre Barroco y Rococó? 
1. CARACTERÍSTICAS GENERALES.
2. URBANISMO.
2.1. CARACTERÍSTICAS.
2.2. ESCUELAS.
ITALIA.
FRANCIA.
ALEMANIA.
INGLATERRA.
3. ARQUITECTURA.
3.1. CARACTERÍSTICAS.
3.2. ESCUELAS.
ITALIA.
FRANCIA.
ALEMANIA.
INGLATERRA.
Los jardines.
ESPAÑA.
El siglo XVIII: los Churriguera.
4. ESCULTURA.
4.1. CARACTERÍSTICAS.
4.2. ESCUELAS.
ITALIA.
FRANCIA.
ALEMANIA.
ESPAÑA.
Escuela murciana (siglo XVIII): Salzillo.   
5. PINTURA.
5.1. CARACTERÍSTICAS.
5.2. ESCUELAS.
ITALIA.
FRANCIA.
ALEMANIA.
FLANDES.
HOLANDA.
INGLATERRA.
ESPAÑA.
6. ARTES DECORATIVAS.

ESQUEMA-RESUMEN DEL ROCOCÓ.
ARQUITECTURA.
Características: estilo ornamental, sensualidad, superación de las reglas, decoración de espacios íntimos y delicados.
Emmanuel Heré: Plaza Stanislas de Nancy (1752).
PINTURA.
Francia:
Características: Intimismo. Refinamiento y frivolidad. Erotismo. Composiciones elegantes. Atmósferas suaves.
Watteau: Embarque para la isla de Citerea (1717).
Boucher: Louise Murphy (1752).
Fragonard: El columpio (1766).
ESCULTURA.
Características: Dinamismo, sentimentalismo.
España:
Salzillo: Oración del huerto (1754), Belén (1776).

EL ROCOCÓ.
INTRODUCCIÓN.
El Rococó es un estilo pictórico y decorativo del siglo XVIII que se caracteriza por una ornamentación elaborada, delicada y recargada. Generalmente se entiende que corresponde al estilo Luis XV, al menos en Francia.
Resumen.
El Rococó es un estilo pictórico y decorativo del siglo XVIII que se caracteriza por una ornamentación elaborada, delicada y recargada. Generalmente se entiende que corresponde al estilo Luis XV, al menos en Francia.
El periodo del rococó se corresponde aproximadamente con el reinado de Luis XV, rey de Francia (1715-1774). Sus orígenes exactos son oscuros, pero parece haber comenzado con la obra del diseñador francés Pierre Lepautre, quien introdujo arabescos y curvas en la arquitectura interior de la residencia real en Marly, y con las pinturas de Jean-Antoine Watteau, cuyos cuadros de colores delicados sobre escenas aristocráticas que se desarrollan en medio de un entorno idílico rompen con el heroísmo del estilo de Luis XIV.
El término rococó proviene del francés rocaille, que significa “rocalla”. En decoración, el estilo se caracteriza por una ornamentación basada en arabescos, conchas marinas, curvas sinuosas y en la asimetría; en pintura se caracteriza por el uso de colores pastel más bien pálidos. Los pintores más representativos del rococó fueron François Boucher y Jean-Honoré Fragonard, el primero es conocido por pintar escenas de tocador con desnudos de angelotes rosados y rellenitos, mientras que el segundo de ellos se caracteriza por las escenas galantes desarrolladas en el interior de alcobas o en claros frondosos. En cuanto a la decoración, el estilo rococó alcanzó su cumbre en el hotel Soubise en París, trabajo que comenzó en el año 1732 y al que contribuyeron un gran número de artistas y decoradores notables entre los que destacan Gabriel Germain Boffrant y René Alexis Delamaire.
El estilo rococó se difundió rápidamente por otros países europeos, particularmente por Alemania y Austria, donde se entremezcló con el estilo barroco creando un estilo suntuoso y profuso, especialmente en iglesias y espacios sagrados. Culminó con el trabajo del arquitecto y diseñador bávaro (de origen flamenco) François de Cuvilliés en su obra del pabellón de Amalienburg (1734-1739) cerca de Múnich, cuyo interior, parecido a un joyero, estaba compuesto de espejos, filigranas de plata y oro y de paneles decorativos. En España, La Granja es el edificio que más se acerca a este estilo artístico, aunque el rococó francés se dio más en la decoración de interiores.
El estilo rococó dio paso al austero estilo neoclásico a finales del siglo XVIII y desapareció después de la Revolución Francesa en 1789 de manera repentina y por completo.
¿Una distinción entre Barroco y Rococó? 
El tratadista francés Victor L. Tapié difundió en Francia en los años 60 el “Rococó germánico”, considerado hasta entonces por una mayoría como una degeneración del barroco romano y del “estilo imperio” vienés. Hacia 1965 la identidad específica del estilo rococó era todavía desconocida y su diferenciación con el barroco era muy complicada, pese a los intentos de Pierre Charpentrat por establecer sus características. El especialista belga Minguet reconoce la autonomía del Rococó arquitectónico, fundándolo en el ideal de la gracia (según la concepción de Raymond Boyer), en contraposición al ideal de lo sublime propio del Barroco.
En suma, ha habido varios intentos teóricos de configurar el Rococó como un estilo inde­pendiente del Barroco. El Rococó aparecería en algunos países, sobre todo en Francia e Inglate­rra, hacia finales del siglo XVII, conviviendo cronológicamente con el Barroco durante decenios y dominando hacia mediados del siglo XVIII en la mayoría de Europa, para enlazar y diluirse con el racionalismo del neoclasicismo en la segunda mitad del XVIII. La estética rococó se ca­racteriza por su racionalismo, por el cultivo de lo intrascendente y de lo mínimo así como de lo decorativo, por su academicismo (algunos autores prefieren este término para este estilo) para satisfacer el gusto de la clientela cortesana y burguesa con un arte mucho menos expresivo, dramático, religioso y monumental que el Barroco.
Pero no hay un consenso historiográfico al respecto y la mayoría de los autores consideran que el rococó no es un estilo propio porque no supone una estética alternativa, sino una exageración y evolución de los rasgos más decorativos, cortesanos y burgueses del Barroco, lo que parece evidente al menos en los casos de Austria y la misma España, aunque bastante menos en los de Alemania, Francia e Inglaterra.
Una conclusión plausible sería señalar que el término Barroco no es un concepto universal y homogéneo, sino una concepción historiográfica que debe ser continuamente revisada, sin caer en dogmatismos, y que debemos identificar en su seno profundas diferencias regionales, matices y evoluciones. En este sentido, el término Rococó podría ser muy útil para referirse al final del Barroco, o sea al Barroco tardío en varios países de Centroeuropa y a su enlace con los movimientos racionalistas e ilustrados del siglo XVIII en los países más avanzados.
Una periodización.
El Rococó domina gran parte de la primera mitad del siglo XVIII y se corresponde aproximadamente con el reinado de Luis XV, rey de Francia (1715-1774). Sus orígenes exactos son oscuros, pero podría comenzar con la obra del diseñador francés Pierre Lepautre, quien introdujo arabescos y curvas en la arquitectura interior de la residencia real en Marly, y con las pinturas de Jean-Antoine Watteau, cuyos cuadros de colores delicados sobre escenas aris­tocráticas que se desarrollan en medio de un entorno idílico rompen con el heroísmo del estilo de Luis XIV.
Muchos autores lo datan entre 1680 y 1750, pero con importantes variaciones según los países. Así, llegaría ya bien entrado el siglo XVIII a los países latinos más tarde, que contaban con un barroco muy potente, e incluso conviviría con este, pues, de hecho, es evidente que en España e Italia hay obras plenamente barrocas incluso a finales del siglo XVIII.
El estilo rococó dio paso al austero estilo neoclásico a finales del siglo XVIII y desapareció después de la Revolución Francesa en 1789 de manera repentina y por completo.

El ámbito espacial.
Sus grandes centros europeos son París, Dresde (Sajonia), Múnich (Baviera) y Wurzburgo.

El antecedente del estilo Regencia
Tuvo un antecedente en el estilo Regencia en Francia, un  término que se aplica al mobiliario y las artes decorativas francesas del periodo comprendido entre 1700 y 1720 y que toma su nombre de la regencia (1715-1723) de Felipe de Orleans, y aparece como transición entre el barroco grandilocuente del estilo Luis XIV y el refinamiento del rococó del estilo Luis XV. Tiene sus orígenes en los dibujos de Jean Bérain y Claude Audran a finales del siglo XVII, quienes introdujeron ciertas libertades compositivas en sus imaginativos arabescos pintados. El estilo alcanza su punto culminante en los diseños de Gilles Marie Oppenord, uno de los creadores del rococó, y en el mobiliario de Charles Cressent, que popularizó el uso de maderas exóticas de vivo colorido y herrajes de bronce dorado.

1.     CARACTERÍSTICAS GENERALES.
Se caracteriza por una ornamentación elaborada, delicada y recargada. El mundo entero es un escenario y los hombres son simples actores. El mundo es un artificio de ilusiones amables. Es la época de la Ilustración, de la renacida confianza en el hombre.
El término rococó proviene del francés rocaille, que significa “rocalla”.
En decoración, el estilo se caracteriza por una ornamentación basada en arabescos, conchas marinas, curvas sinuosas y en la asimetría.
En pintura se caracteriza por el uso de colores pastel más bien pálidos.
Las fiestas de la época son inmensas celebraciones del poder, como en el Barroco, pero con un espíritu nuevo, más alegre y gozoso.
Era un mundo de ilusión, de fantasía y de huida de la realidad. Pero la Revolución francesa demostró que tal huida era imposible y aplastó a los protagonistas del aquel mundo de ilusión.

2. URBANISMO.
2.1. CARACTERÍSTICAS.

2.2. ESCUELAS.
ITALIA.
Roma.
El tardobarroco romano se asimila al rococó.
Francesco de Sanctis (1697-1751) hizo la escalinata de la Piazza de Spagna (1723-1726).
Filippo Raguzzini (c. 1680-1771), en la plaza de San Ignacio (1727-1728) adecenta el espacio, transformándolo en plaza mediante la construcción de unas manzanas de extrañas for­mas.
En la Fontana de Trevi (1732-1762) la fuente ocupa la mayor parte de la plaza, como un escenario de una representación mitológica. El proyecto lo inició Bernini, pero a la muerte de Urbano VIII las obras se paralizaron hasta que Clemente XII le encargó la obra a Nicola Salvi (1697-1751), quien hizo el proyecto (terminado a su muerte por G. Pannini), combinando un arco triunfal con las figuras alegóricas de la fachada del palacio, y en la plaza la fuente con Nep­tuno y los Tritones del escultor Braci sobre un podio de rocas naturales. Dice la leyenda que quien arroje una moneda a la Fontana de Trevi volverá a Roma al menos una vez más.
El puerto de Roma se hizo en época tardobarroca, con una escalinata ondulada; pero hoy no queda nada de ella.

Nápoles.
Nápoles tenía en 1600 unos 200.000 o 240.000 habitantes, arracimados en una urbe con­sumista como ciudad cortesana y nobiliaria, llena de criados al servicio de las clases privilegiadas. Los virreyes españoles aumentaron el espacio urbano manteniendo la estructura ortogonal de la ciudad antigua heredada de los griegos y romanos. En el siglo XVIII Carlos de Borbón (1734-59), futuro Carlos III de España, hizo grandes obras urbanísticas, con la reforma del puerto, nuevas calles, edificios públicos como el inmenso Albergue de Pobres (600 m de largo, para 8.000 personas), villas fuera de la ciudad como Capodimonte (1743) y Caserta (1752), de extraordinaria monumentalidad, una fusión del Escorial y Versalles.

FRANCIA.
La muerte de Luis XIV en 1715 coincidió con una serie de renovaciones en el mundo del arte que desembocaron en el estilo rococó. La máxima expresión de la grandeur real es la Plaza de la Concordia (comenzada en 1753) en París, proyectada por Jacques Ange Gabriel, así como el gran eje y las plazas (1751-1759) de Nancy, obra del arquitecto Enmanuelle Héré de Corny.

ALEMANIA.

INGLATERRA.

3. ARQUITECTURA.
3.1. CARACTERÍSTICAS.

3.2. ESCUELAS.

ITALIA.

FRANCIA.
Hacia 1715, a la muerte de Luis XIV, la nobleza vuelve a París y construye sus hôteles, bellos palacios, aunque de tamaño modesto, como los de Matignon, Rohan y Soubise. Su arqui­tectura exterior es clásica, pero la decoración es crecientemente intrincada. La primera decoración con rocalla (rocaille) aparece en el hôtel de Soubise y la rocalla dará nombre al estilo y a la época. También se utilizan chinoiseries y otros motivos exóticos. Es una rebelión contra el patetismo anterior, contra el siglo XVII.
El arquitecto Blondel escribe el libro más difundido de su época entre los arquitectos, dedicado a las maisons de plaisance.
Gabriel construyó una pequeña obra de carácter más clasicista, el Petit Trianon (1762-1764), donde ya se deja ver la evolución reformista pedida por el abad Laugier.

ALEMANIA.
El estilo rococó se difundió rápidamente por otros países europeos, particularmente por Alemania y Austria, donde se entremezcló con el estilo barroco creando un estilo suntuoso y profuso, especialmente en iglesias y espacios sagrados. Alemania difunde el Rococó arqui­tectónico, alegre y lujoso, que llega primero desde los países protestantes de Sajonia y Prusia, y se difunde por las numerosas cortes de los pequeños Estados alemanes.
En Alemania, en el sur católico (especialmente Austria y Baviera) se erigieron y restauraron un gran número de iglesias y monasterios. Se adoptó el impresionante estilo barroco que se había desarrollado tras el renacimiento italiano y francés, transformándolo en un estilo rococó agraciado y exuberante, que desarrolló unas características típicamente alemanas.
Destacan la iglesia de Vierzehnheiligen, construida por Johann Balthasar Neumann; la iglesia de San Carlos Borromeo, en Viena, por Johann Bernhard Fischer von Erlach; la abadía benedictina de Otobeuren (1748-1772), proyectada por Johann Michael Fischer. El estilo ba­rroco-rococó también se utilizó en palacios, como el de Schönbrunn (en las afueras de Viena), y el de Zwinger, en Dresde.
Dresde.
Dresde es uno de los grandes centros de la arquitectura y las artes plásticas del Rococó. El elector de Sajonia, Augusto el Fuerte, hace construir (1717-1732) el Swinger, del mejor arqui­tecto sajón, Pöppelmann. Es una fachada que se diseñó para ser un escenario teatral de un tamaño versallesco. Coleccionó innumerables y exquisitas obras de porcelana, orfebrería, rea­lizadas por Permoser y otros escultores, el orfebre Duglinger... El gusto por los temas chinos y exóticos es una fantasía propia de la época, que creía que la sociedad china era una sociedad per­fecta.
Augusto se hizo construir dos palacetes en Pilnitz, uno de ellos en estilo chino, con frescos de temas chinos.
Prusia.
La Prusia del rey Federico II es un centro menor, destacando el palacio de Sans-Souci (1745-1748) en Postdam, por el arquitecto Knobelsdorf. Es un edificio caprichoso, que en sus grandes jardines tienen también una pagoda china y un pabellón japonés.
Múnich.
Culminó el Rococó con el trabajo del arquitecto y diseñador bávaro (de origen flamenco y formación en París) François de Cuvilliés (1695-1768) de que destaca en especial el palacio y parque de Nymphenburg, cerca de Munich. En este palacio, el pabellón de Amalienburg (1734-1739) es una maison de plaisance (un regalo del elector a su esposa Amalia, una gran cazado­ra, siendo la caza el tema dominante del palacete), es un edificio de eje axial, con un espacio central. Su interior, parecido a un joyero, estaba compuesto de espejos, filigranas de plata y oro y de paneles decorativos. Cuvilliés lo construye en escala modesta, casi una broma que juega con la idea de palacio, pero con un hiperdecorativismo exaltado, que domina los techos y las paredes, en el que todo está ocupado por la rocalla, las guirnaldas, los amorcillos y ninfas, los espejos... La Sala de los Espejos es su centro. La cocina está revestida de azulejos holandeses, pero no era funcional (era una cocina de juguete). También construye a mediados del siglo XVIII la ópera de Múnich, de extraordinario lujo. Estas obras fueron posibles gracias a que en Baviera su elector es un mecenas de claro gusto rococó.

Wurzburg.
El obispado de Wurzburg es otro centro importante, conocido por la producción de porcelanas. Destacan los jardines, un verdadero reino encantado por su ornamentación de fan­tasía. También son extraordinarias las iglesias rococó, construidas por Balthasar Neumann, arquitecto de la corte de Wurzburg, desde 1720, como la iglesia de peregrinación de los Vier­zehnheiligen (1743-1772) cerca de Banz (Alemania).

Los hermanos Asam.
Los hermanos C. D. Asam y E. Q. Asam destacan por sus iglesias. En el monasterio benedictino de Weltenburg se encargan de su decoración (1721-1724) y consiguen una excelente obra del rococó, con su composición teatral (Theatrum sacrum, según la misma tesis de Bernini) de lujo y alegría, desterrando la grandilocuencia y el patetismo del Barroco berniniano.
Goethe promovió un jardín en Weimar, pero ya este enlazaba con el Romanticismo.

INGLATERRA.
Los jardines.
Los jardines exóticos ingleses destacan por su número, calidad, etc. Se modelan cuadros con la naturaleza, se crean templetes y grutas, se imitan los diseños pictóricos de Poussin y Claudio de Lorena. El banquero y arquitecto Hoare recrea en su propiedad campestre un complejo de fuentes, estanques, prados, bosquecillos, templos chinos y grecorromanos antiguos, con un modelo palladiano, en un ambiente natural, pero que es completamente un artificio, pues se imita tan fielmente a la naturaleza que se la supera, todo crece a su antojo, pero en un orden previamente definido por el hombre.

ESPAÑA.
El siglo XVIII: los Churriguera.
En el siglo XVIII la arquitectura incorpora el modelo francés y evoluciona desde la Contrarreforma a la Ilustración, pasando por el Rococó a mediados de siglo para llegar a finales de siglo al neoclasicismo. A grandes rasgos, el reinado de Felipe V (1700-1746) será todavía barroco salvo algunas obras rococós como el Palacio Real, mientras que el de Fernando VI será de clara dominancia rococó, para pasar en los reinados de Carlos III (1759-1788) y Carlos IV (1788-1808) al dominio del Neoclasicismo.
Obras de estética rococó, dotada de una alegría que la separa del severo Barroco del siglo XVII, traspasarán los límites cronológicos de Fernando VI, pero siempre perviven muchos rasgos barrocos, por lo que no se ha llegado todavía a un consenso historiográfico.
Andrés García de Quiñones realiza el Ayuntamiento de Salamanca (1755).
Los edificios más emblemáticos son los palacios, que con el relevo de los Austrias por los Borbones intentan imitar el esplendor de Versalles. Destacan el Palacio Real de Madrid, planificado por Juvara aunque terminado por Sachetti, y la fachada del de La Granja en Segovia (cuya planta es de Teodoro Ardemans), con sus jardines regulares. La Granja es el edificio que más se acerca a este estilo artístico, aunque el rococó francés se dio más en la decoración de interiores. El Palacio del Marqués de Dos Aguas (1740-1744), en Valencia, de Rovira concentra la decoración en el portal y en las ventanas. El Palacio de San Telmo en Sevilla, es aún barroquizante.

IBEROAMÉRICA.
Aleijadinho (1738-1814), arquitecto y escultor brasileño, fue el artista más importante del Rococó en su país. Su verdadero nombre era Antônio Francisco Lisboa, también conocido como “el lisiadito” ya que contrajo una enfermedad deformante y progresiva, probablemente la lepra, que acabó obligándole a tener que sujetarse a los antebrazos los instrumentos para tallar. Es autor de la fachada y el altar mayor de San Francisco de Asís (1766-1794), en Ouro Preto.

4. ESCULTURA.
4.1. CARACTERÍSTICAS.

4.2. ESCUELAS.
ITALIA.
Es poco significativa, con obras de escultores italianos y foráneos, sobre todo en las Cortes reales de los Saboya en Turín y de los Borbones en Nápoles.

FRANCIA.
En Francia destacan los escultores Pigalle, Falconet, Pajou y Clodion, con obras en las que prevalecen la gracia y lo festivo.

ALEMANIA.
El jardín de esculturas del obispo de Wurzburgo es una selección de alegres esculturas, como la fuente del Monte Parnaso, con las musas y el caballo Pegaso.

ESPAÑA.
En España la escultura rococó se confunde con la escultura tardobarroca de los hermanos Churriguera y de Salzillo, en una época de transición entre ambos estilos, con características a caballo entre ambos, por lo que no cabe una clasificación tajante.
Destacan en el Rococó hispano los Churriguera y, sobre todo, Salzillo y su escuela murciana de imaginería.
Los hermanos José Churriguera y Joaquín Churriguera, además de arquitectos son también escultores. José es el inspirador de una fusión de la arquitectura y la escultura, en un es­tilo propio que ha sido llamado churrigueresco y que se podría definir más ampliamente como rococó hispano. Está compuesto de estípites, columnas salomónicas cubiertas de pámpanos y vides, entablamentos quebrados. Su culmen es el retablo de san Esteban de Salamanca (1693).

Escuela murciana (siglo XVIII): Salzillo.
La escuela murciana del siglo XVIII, una escultura rococó, tiene su cumbre en Francisco Salzillo (Murcia, 1707-1783), hijo de un escultor napolitano, Nicolás Salzillo (Capua, 1672-Murcia, 1727). Fue novicio de los dominicos hasta 1727. Su etapa de esplendor fue h. 1750. Supo fundir dos tradiciones, el dramático expresionismo español y la virtuosa técnica napolitana. Se dedicó sobre todo a la imaginería religiosa para retablos, capillas y altares, pasos procesiona­les, con esculturas de madera policromada e “imágenes de vestir”.

IBEROAMÉRICA.
Del arquitecto y escultor brasileño Aleijadinho destaca su conjunto escultórico más importante, Los doce profetas, tallado en esteatita, y las seis escenas de la Pasión de Cristo (1800-1805), en madera policromada, realizadas para la iglesia del Buen Jesús de Matozinhos en Congonhas do Campo, que demuestran su gran maestría y no dejan entrever su impedimento físico.

5. PINTURA.
5.1. CARACTERÍSTICAS.

5.2. ESCUELAS.
ITALIA.

FRANCIA.
La pintura tardobarroca francesa del siglo XVIII evoluciona hacia el rococó, el academicismo (una mezcla oficializada de barroco y rococó) y el neoclasicismo, en una confluencia de estilos: Watteau, Boucher, Chardin, Fragonard y Greuze, autores de excelentes obras costumbristas, galantes, de naturalezas muertas y paisajes.
Puede decirse que Watteau es a la vez el último pintor barroco francés y el primero rococó por excelencia, en su Embarque a Citerea y sus cuadros de la alegre sociedad de la Regencia, los retratos de los personajes de la Commedia dell'Arte, como Gille, cuadros simbólicos como La tienda de arte (que despide al Rey Sol).
Los pintores más representativos del rococó pleno fueron François Boucher y Jean-Hono­ré Fragonard. El primero es conocido por pintar escenas de tocador con desnudos de angelotes rosados y rellenitos, mientras que el segundo de ellos se caracteriza por las escenas galantes desarrolladas en el interior de alcobas o en claros frondosos. El neoclasicismo que les enterró comenzará con David, discípulo de Boucher.

Watteau.
Jean-Antoine Watteau (1684-1721) es un pintor francés considerado como uno de los principales artistas europeos del periodo rococó e incluso un precursor del impresionismo del siglo XIX.
Nació en Valenciennes (antes en los Países Bajos españoles, hoy en Francia) el 10 de octubre de 1684. A la edad de 14 años comenzó a estudiar en su ciudad natal de la mano de un humilde pintor de temas religiosos. En 1702 viajó a París, donde vivió como pintor gracias a las copias y a los amanerados cuadros devocionales que le compraba un marchante. Más tarde estudió con el grabador y escenógrafo Claude Gillot, que le hizo interesarse por los tipos y las formas de la Commedia dell'arte italiana tan en boga entonces.
Hacia el año 1708 comienza a trabajar con el artista decorativo Claude Audran, conservador de las colecciones del Palacio de Luxemburgo. Gracias a ello, Watteau tuvo la oportunidad de estudiar el ciclo de cuadros barrocos de Petrus Paulus Rubens sobre La vida de María de Medicis. En 1709 ganó el segundo premio del codiciado concurso Prix de Rome, y recibió después importantes encargos. En 1717 es elegido miembro de la Academia Francesa en París. Watteau, de frágil constitución y carácter enfermizo, murió de tuberculosis el 18 de julio de 1721 en Nogent-sur-Marne.
Sus lienzos reflejan la influencia de los grandes pintores flamencos, especialmente de Rubens y de la escuela veneciana. Su estilo, sin embargo, puso de manifiesto una sensibilidad en el tratamiento de la luz y el color, una sensualidad, una delicadeza y un lirismo hasta entonces desconocidos. El estilo de Watteau fue imitado por otros pintores rococós, pero ninguno logró alcanzar las cualidades plásticas de su pintura. Con la llegada del neoclasicismo al arte francés, su reputación entró en declive, aunque, tras la Revolución Francesa y, sobre todo, durante el romanticismo, volvió a aumentar.
Entre los temas favoritos de Watteau destacan las reuniones galantes al aire libre, conocidas como “escenas galantes” (fêtes galantes), en las que elegantes cortesanas y caballeros pasan el tiempo en placenteras fiestas rodeados de árboles y maleza. Su obra maestra de este tipo de escenas fue Embarque para la isla de Citerea (1717, Louvre, París). También destacan Capitulaciones de boda y baile campestre y Fiesta en el parque, ambas en el Museo del Prado, Madrid. Otro tema muy utilizado fueron las representaciones de payasos, arlequines y otras figuras de la commedia dell'arte, como Arlequín y Colombina (1715, Colección Wallace, Londres) y Los cómicos italianos (h. 1720, National Gallery of Art, Washington). La Muestra de Gersaint (1720, Staatliche Museen, Berlín), pintada para la tienda de un marchante de arte amigo suyo, es una obra maestra del género realista tanto por su composición como por su dibujo.

Boucher.
François Boucher (1703-1770) es un pintor francés famoso por sus escenas pastoriles y mitológicas, claros ejemplos de la alegría y sensualidad del rococó.
Boucher, hijo de un fabricante de encajes, nació en París. Aunque estudió con el austero pintor barroco François Le Moyne, el estilo delicado de su contemporáneo Antoine Watteau influyó más en su obra. En 1723, Boucher obtuvo el Premio de Roma, donde estudió desde 1727 hasta 1731. Después de regresar a Francia, pintó cientos de cuadros, paneles decorativos de gabinete, cartones para tapices, escenografías e ilustraciones de libros. En 1734 ingresó en la Academia de Bellas Artes. Realizó cartones para la fábrica de tapices de Beauvais y en 1755 fue nombrado director de la fábrica de tapices de los Gobelinos. En 1765 el rey le nombró primer pintor de la corte, director de la Real Academia de Bellas Artes y diseñador de la Real Fábrica de Porcelana. Favoreció su éxito el mecenazgo de la marquesa de Pompadour, favorita de Luis XV, de quien pintó varios retratos.
Sus representaciones de deidades femeninas clásicas, amables, desenvueltas y ataviadas como elegantes pastoras hicieron las delicias del público, que lo consideró el pintor de moda en su época. Entre sus numerosas obras destacan las pinturas de El triunfo de Venus (1740, Museo de Estocolmo) y Desnudo en reposo (1752, Alte Pinakothek, Munich), así como la serie de tapices Los amores de los dioses (1744). El estilo fácil y sentimental de Boucher fue muy imitado pero al ponerse de moda el estilo neoclásico, perdió el favor del público. Diderot odiaba la obra de Boucher por su artificiosidad. Murió el 30 de mayo de 1770 en París.

Fragonard.
Jean-Honoré Fragonard (1732-1806) fue un pintor francés del periodo rococó, uno de los artistas favoritos de la corte de Luis XV y Luis XVI por sus escenas amorosas de delicados colores, situadas a menudo en jardines.
Nació en Grasse el 5 de abril de 1732. Comenzó a estudiar pintura a los 18 años en París con Jean Baptiste Simeon Chardin, pero su estilo se formó principalmente a partir del estudio de la obra de su maestro posterior, François Boucher. En 1752 ganó el gran premio de Roma; después de ser discípulo durante tres años del pintor francés Carle Van Loo, Fragonard estudió y pintó durante seis años en Italia, donde recibió la influencia del maestro veneciano Giovanni Battista Tiepolo. Al principio Fragonard desarrolló un estilo acorde con la temática religiosa e histórica. Sin embargo, después de 1765 siguió el estilo rococó, que entonces estaba de moda en Francia. Las obras de esta última época, que son las más conocidas, reflejan la alegría, frivolidad y voluptuosidad del periodo. Se caracterizan por la fluidez de líneas, las vaporosas flores en medio de un suave follaje y las figuras con poses llenas de gracia y elegancia, normalmente de damas con sus amantes o de campesinas con sus hijos.
La Revolución Francesa le llevó a la ruina económica al perder su posición la nobleza de la que recibía encargos. Aunque contó con la ayuda de Jacques-Louis David, el pintor más importante de la nueva escuela neoclásica francesa, Fragonard no llegó a adaptarse nunca al nuevo estilo y murió en la pobreza el 22 de agosto de 1806 en París.
Las tablas que le encargó Marie-Jeanne Barry, amante de Luis XV, para decorar su palacio de Louveciennes constituyen su obra más importante. En dicha serie, conocida como Los progresos del amor, se encuentran La persecución y El amante coronado (ambos de 1771-1773, Colección Frick, Nueva York). En el Louvre de París se conservan cinco obras suyas, entre ellas Las bañistas (c. 1760) y El estudio (1769); otras obras notables son El columpio (c. 1766, Colección Wallace, Londres) y La carta de amor (c. 1769-1770, Museo Metropolitano de Arte, Nueva York).

Chardin.
Jean-Baptiste-Siméon Chardin (1699-1779) fue hijo de un modesto ebanista especializado en la fabricación de mesas de billar. Discípulo de Cazes, admiró a los pintores holandeses de la segunda mitad del siglo XVII (Terboch, Metsu, Steen...). Académico de tercera categoría desde 1728, llegó a ser tesorero de la Academia. Alcanzó un gran éxito comercial ya en vida (al final de su vida tenía una renta anual de unas 5.000 o 6.000 libras, una fortuna entonces). Su éxito posterior se incrementó desde mediados del siglo XIX y ya en el XX, debido al aprecio por su naturalismo.
Su evolución se divide en cinco etapas: 1) primeras naturalezas muertas (1720-1727), 2) encargos (1728-1731), 3) cuadros de género (1735-1750), 4) nuevas naturalezas muertas (1748-1770), 5) obras al pastel (1771-1779). Entre sus obras destacan: La Raya (1728), La carta sellada (1733), tres versiones de la  ProveedoraEl mono pintor.
Su talento fascinó en su época a Diderot, y a finales del siglo XIX a los hermanos Goncourt y más tarde a Proust. El primetro apreciaba su técnica colorista, que describía como un sutil tejido de mil tonos puros, cual si fuese un mosaico, amén de su habilidad para representar lo material de lo material, aunque lamentaba que sus temas fueran bajos, banales.

INGLATERRA.
La línea de progresión de la pintura británica del siglo XVIII la abre Hogarth, quien toda­vía puede ser considerado tardobarroco.
Los dos grandes pintores retratistas británicos del siglo son ya rococós: Reynolds y Gainsborough, pero el segundo, por su intimismo y emoción puede considerarse un claro antecedente del romanticismo, al menos en sus paisajes rurales.

ESPAÑA.
Destaca la pintura decorativa de bodegones de Luis Meléndez (Nápoles, 1716-Madrid, 1780) y los paisajes de Luis Paret y Alcázar (1746-1799).

6. ARTES DECORATIVAS.
En cuanto a la decoración, el estilo rococó alcanzó su cumbre en el hotel Soubise en París, trabajo que comenzó en el año 1732 y al que contribuyeron un gran número de artistas y decoradores notables entre los que destacan Gabriel Germain Boffrant y René Alexis Delamaire.

Porcelana.
La expresión más pura del rococó alemán es la Kleinplastik (pequeña escultura) en porcelana.
La técnica de la porcelana se difunde en Europa después de su descubrimiento en 1709, cuando Augusto crea la primera fábrica en Meissen (Sajonia) en 1710, que alcanzó un rápido éxito, sustituyendo a la mayor parte de las importaciones de porcelana china y oriental. En Meis­sen trabaja el mejor modelador, Franz Anton Bustelli, autor de los espléndidos Escaramouche y Arlequina, de la serie de la Commedia dell'arte, son exquisitas porcelanas, encarnación del rococó “galante”.
Otras fábricas alemanas del Rococó radican en Hoechst, Berlín, Franckenthal y Ludwisburg, todas con sus propias características estilísticvas, variando formas, motivos y colores.
De la inicial profusión de colores y decoración recargada de Meissen se pasó gradualmente, por influencia del gusto francés, a unos colores más delicados y atenuados, al tiempo que los motivos orientales dejan paso los europeos.

UD FUENTES.

Libros.

Bazin, Germain. Barroco y Rococó. Destino. Barcelona. 1992 (1964). 288 pp.
Valdivieso, Enrique; Otero, Ramón; Urrea, Jesús. El Barroco y el Rococó. Arte Hispánico. Alhambra. Madrid. 1989. 392 pp.

Artículos. Orden cronológico.
Fernández, Milena. Los recuerdos venecianos de Canaletto. “El País” (7-XI-2008) 47.


El artista francés Jean Siméon Chardin (1699-1779).*

El artista francés Jean-Honoré Fragonard (1732-1806). 

Exposiciones.

<Jean-Honoré Fragonard. Orígenes e influencias. De Rembrandt al siglo XXI>. Barcelona. Caixaforum (10 noviembre 2006-11 febrero 2007). 120 obras, en parte de su colección en la Frick Collection de Nueva York. Comisario: Jean-Pierre Cuzin. Reseña de Agustí Fancelli. Barcelona acoge la primea retrospectiva en España del pintor rococó Fragonard. “El País” (10-XI-2006) 58. / Molina, Ángela. Extrañeza y reconocimientos. “El País”, Babelia 781 (11-XI-2006) 17.


El artista español Luis Meléndez (1716-1780)
<Luis Meléndez. Bodegones>. Madrid. Museo del Prado (febrero-16 mayo 2004). Reseña de F. Calvo Serraller. Genio de un pintor desdichado. “El País” Babelia (28-II-2004) 17.

El artista español Luis Paret y Alcázar (1746-1799).
<Luis Paret y Alcázar y Los Puertos del País Vasco>. Bilbao. Museo de Bellas Artes (1996). Cat. 62 pp.

<Dibujos de Luis Paret (1746-1799)>. Madrid. Biblioteca Nacional (25 mayo-16 septiembre 2018). Reseña de Vozmediano, Elena. Los destierros de Luis Paret. “El Cultural” (8-VI-2018).


El artista británico Rowlandson (1756-1827).

Lorenzoni, Piero; Mercier, Véronique. Rowlandson, un génie de l’art érotique. Liber. Friburgo. 1984. 96 pp.


El artista italiano Tiepolo (1696-1770). El Rococó y el fin del lenguaje alegórico en los frescos del Palacio Real Nuevo de Madrid.*

[https://iessonferrerdghaboix.blogspot.com/2016/03/el-fin-del-lenguaje-alegorico-en-los.html]


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