COMENTARIO: EL ESCRIBA SENTADO.
Escriba sentado. Imperio Antiguo. Dinastía V (h. 2500 aC). Col. Museo del Louvre, París.
Descripción.
La escultura
es una obra exenta de 53,7 cm de altura realizada en piedra caliza policromada y representa a un
escriba sentado. De autor desconocido, la obra se hallaba en la necrópolis de Saqqara, cerca de la capital Menfis, en la tumba de un funcionario menor al servicio de los primeros faraones de la
V Dinastía (ca. 2500-2350 a.C), durante el Imperio Antiguo, descubierta en el siglo
XIX por arqueólogos franceses, por lo que hoy pertenece a la colección del Museo del Louvre,
en París.
Análisis formal.
La escultura es muy naturalista en su representación
de un hombre adulto que ya pasado hace tiempo desde la juventud a la madurez.
Adopta una postura frontal, sentado y con las piernas
dobladas en una pose equilibrada y simétrica, según la norma general de
estatua-bloque, con una tendencia a la concentración de la masa, lo que explica
que el escultor ensanche ligeramente la cadera y esconda los pies, de los que
sólo se muestran tres dedos.
Se viste sólo con un faldellín (shenti) cuyo color blanco
destaca sobre el color terroso del cuerpo semidesnudo, representado con un notable
realismo, con los músculos del pecho caídos y una barriga relativamente prominente
(un signo de prosperidad en la época) mientras los brazos se separan del
cuerpo, un movimiento relativamente infrecuente en la estatuaria egipcia, que
prefiere representar al cuerpo en un único bloque, pero que es común en la
representación de los escribas, pues contribuye a dar al escriba una postura
más natural y relajada y permite que sostenga los atributos de su oficio.
El rostro es simétrico, el cabello bien cuidado, la
frente amplia, los ojos realizados con cristal de roca perfilado, cuarzo, ébano y cobre que otorgan
gran fuerza y vivacidad a la mirada, los pómulos y las mejillas finamente modelados, los labios finos y apretados que expresan determinación, y el cuello corto que
refuerza la impresión de solidez. Las manos son asimismo un prodigio de tallado realista.
Si ya su postura es la típica del escriba, la idea se
refuerza con elementos propios de su oficio, puesto que sobre las piernas coloca
un rollo de papiro que sujeta con la mano izquierda mientras con la mano
derecha se entiende que sujetaba un cálamo para escribir, que hoy ha
desaparecido, tal vez porque estaría hecho con un material valioso, pero cuya
existencia reconocemos porque se ha salvado en otras obras escultóricas del
mismo periodo. No hay adornos tales como joyas o una peluca, que sí se añaden en
obras muy posteriores, del primer milenio aC, pero que en el Imperio Antiguo se
consideraban elementos superfluos.
Significado.
La función es inequívocamente funeraria. Los egipcios entendían
que las estatuas servían de soporte al Ka (un nivel superior al del cuerpo y su alma) en la otra vida y por
lo tanto los que podían pagarse una escultura procuraban tener a los mejores
artistas y que la representación fuera fidedigna y a la vez idealista, porque querían
resucitar según ese ideal.
Tanto la postura canónica del escriba que espera las
instrucciones como los elementos propios del oficio permitían al espectador
identificar de inmediato su condición social, por lo que se deduce que la
intención del representado y del artista era mostrar a los hombres y a los
dioses su digno puesto en la jerarquía de la sociedad egipcia, para recuperar
esa dignidad durante su nueva vida en el más allá. Para ello había que reforzar su postura hierática de respeto ante Osiris, así como la mirada interrogadora y atenta hacia el espectador que adopta la posición de un invisible personaje que dicta las instrucciones, y que es el mismo lugar que tendría el dios-juez,
La estatua indica la dicotomía de la escultura egipcia,
con un estilo naturalista que se bifurcaba empero en dos tendencias, una más idealista
para representar a los dioses y los faraones, de la que es un buen ejemplo la Triada de Micerino, y otra en cambio más
realista para representar a los restantes miembros más bajos de la sociedad, de
la que uno de los mejores ejemplos es este Escriba
sentado. Para reunificar ambas tendencias habrá que esperar más de un
milenio, hasta el breve periodo llamado amarniense (por la capital Tell el-Amarna),
cuando el faraón Akhenatón, de la XVIII Dinastía en el Imperio Nuevo, promueva
la representación realista de su propia persona y de su familia. Después el
arte egipcio volverá a la dicotomía tradicional, hasta el final a manos del
Imperio romano.
Escriba sentado Morgan. Imperio Antiguo. Dinastía V (ca. 2450 aC). Muy naturalista, porta una peluca y es más estilizado anatómicamente.
Escriba sentado. Imperio Antiguo. Dinastía V (ca. 2500-2350 aC). Destaca la sencillez de la composición, muy similar a la cobra que comentamos. No porta el cálamo y las piernas apenas están insinuadas en el bloque.
Escriba Dersenedj. Imperio Antiguo. Dinastía V (ca. 2500-2350 aC). Obsérvese la simplificación de la escultura.
Escriba sentado. Imperio Antiguo. Se mantienen los brazos más pegados al cuerpo, respetando la norma de la estatua-bloque, y la clara idealización del rostro y el torso, Carece de peluca, pero tal vez tuvo una postiza.
Escriba Amenhotep. Imperio Nuevo (siglo XIV aC). Se respeta la norma de la estatua-bloque, y la clara idealización geométrica del rostro y el torso,
FUENTES.
Internet.
Documentales / Vídeos.
The
Seated Scribe. SmartHistory. Tres minutos.
[https://www.youtube.com/watch?v=IKkcop-dlUY]
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