LA ESCULTURA GRIEGA.
1. CARACTERÍSTICAS.
2. EVOLUCIÓN DE LA ESCULTURA.
PERIODO PREARCAICO.
PERIODO ARCAICO (VII-VI).
Características.
Evolución:
1) Primera fase (700-600): pequeñas dimensiones.
2) Segunda fase (600-480): la gran escultura del
kouros y la koré.
PERIODO CLÁSICO (V-IV):
Características.
Evolución.
1) Primera fase (500/480-450).
2) Segunda fase (450-400): Mirón, Policleto, Fidias.
Mirón.
Policleto.
Fidias.
3) Tercera fase (400-323): Praxíteles, Escopas,
Lisipo.
Praxíteles.
Escopas.
Lisipo.
Obras menores.
PERIODO HELENÍSTICO (III-I).
Características.
Evolución: las escuelas de Alejandría, Pérgamo y
Rodas.
Escuela de Alejandría.
Escuela de Pérgamo.
Escuela de Rodas.
ESCULTURA.
1. CARACTERÍSTICAS.
Es un arte esencial para el conocimiento del arte
griego, porque define muy bien su concepto de la belleza y porque informa la
estética de las demás artes. Así, la arquitectura es una escultura del espacio.
La estética escultórica está dominada por el
antropocentrismo (hombre como medida de todas las cosas). Hay una evolución
desde la abstracción y esquematismo hacia el naturalismo inpirado por unos
modelos ideales, en un naturalismo idealizado, aunque muy cercano al realismo.
Se gana progresivamente en expresividad y dinamismo.
La escultura sigue la periodización de la
arquitectura, con unos comienzos poco conocidos, que se emparentan con las
estatuillas votivas (xoanas).
Se usan materiales diversos: madera, piedra caliza y
mármol, bronce con procedimiento a la cera perdida y en fundición. Los escultores
labraron el mármol y la caliza, modelaron la arcilla y fundieron sus obras en
bronce. Las grandes estatuas votivas se esculpieron en láminas de bronce o se
recubrieron con oro y marfil sobre estructuras internas de madera. Algunas
veces se realizaban por separado las cabezas o los brazos extendidos, que
posteriormente se unían al torso.
La policromía era la norma (salvo en el bronce), pues
la escultura en piedra y en arcilla estuvo total o parcialmente pintada con
pigmentos brillantes, aunque se ha perdido casi por completo y la imagen que
tenemos es de una escultura blanca.
Hay dos grandes conjuntos de obras: la escultura
monumental en edificios públicos, especialmente templos, en forma de relieves
en las metopas, frisos y tímpanos, y la escultura exenta, que podía estar en
esos edificios (las imágenes divinas) o en el exterior (dioses, héroes).
Destacan seis grandes artistas: Mirón, Policleto,
Fidias, Escopas, Praxíteles y Lisipo. Los artistas firman las obras, gracias a
su creciente valoración social.
2. PERIODOS.
PERIODO PREARCAICO.
De la escultura del periodo prearcaico, en su etapa geométrica antes del siglo VII aC, se han encontrado únicamente pequeñas piezas en madera (xoana), marfil, piedra, bronce y terracota.
Cabe destacar una pequeña estatua de Apolo realizada en bronce (Museo de Bellas Artes de Boston). Las esculturas de este periodo no son representaciones realistas, sino obras de naturaleza esquemática, muy conceptual.
Cabe destacar una pequeña estatua de Apolo realizada en bronce (Museo de Bellas Artes de Boston). Las esculturas de este periodo no son representaciones realistas, sino obras de naturaleza esquemática, muy conceptual.
PERIODO ARCAICO (VII-VI).
Características.
La figura humana centró el interés del artista griego
desde el periodo arcaico, y el escultor en particular atendió a sus formas
anatómicas como organismo vivo y a la relación proporcional entre sus partes
como ideal y fundamento de belleza, en busca de la expresión de un idealismo
que trasciende lo sensitivo.
El kouros y la koré, prototipos escultóricos arcaicos, son el producto de la rápida evolución experimentada por la escultura hasta el siglo VII aC y que ponen de manifiesto la influencia oriental y egipcia, pues los griegos empezaron a esculpir en piedra inspirados en las piezas monumentales de Mesopotamia y Egipto.
Especialmente patente es la influencia egipcia en la escultura arcaica griega en los rasgos de la rigidez, la frontalidad, la simetría estricta, la esquematización geométrica (patente en la musculatura del vientre o de las rodillas), los ojos almendrados, la sonrisa arcaica (apenas insinuada), la cabellera al modo egipcio, los brazos junto al cuerpo con las manos cerradas, y el ligero adelantamiento de la pierna izquierda para sugerir movimiento.
El kouros y la koré, prototipos escultóricos arcaicos, son el producto de la rápida evolución experimentada por la escultura hasta el siglo VII aC y que ponen de manifiesto la influencia oriental y egipcia, pues los griegos empezaron a esculpir en piedra inspirados en las piezas monumentales de Mesopotamia y Egipto.
Especialmente patente es la influencia egipcia en la escultura arcaica griega en los rasgos de la rigidez, la frontalidad, la simetría estricta, la esquematización geométrica (patente en la musculatura del vientre o de las rodillas), los ojos almendrados, la sonrisa arcaica (apenas insinuada), la cabellera al modo egipcio, los brazos junto al cuerpo con las manos cerradas, y el ligero adelantamiento de la pierna izquierda para sugerir movimiento.
Las esculturas de bulto redondo compartieron la
solidez y la característica posición frontal de los modelos orientales, pero,
como podemos comprobar en la Dama de Auxerre y el Torso de Hera
de Samos (periodo arcaico primitivo, c. 660-580, ambas en el Museo del Louvre
de París), sus formas fueron pronto más dinámicas que las de la escultura
egipcia.
Evolución:
Se pueden distinguir dos fases: Primera fase
(700-600). Segunda fase (600-500).
1) Primera fase (700-600): pequeñas dimensiones.
En la primera fase la escultura es de pequeñas
dimensiones, en metal, marfil o madera. Las primeras obras (xóanas), en
madera, eran exvotos con reliquias de los héroes y sólo se conocen por la
literatura. Se reconocen las escuelas isleñas de Creta y las Cícladas.
En la de Creta la tradición asigna a Dédalo ser el
primero que ‹‹abrió los ojos y separó las piernas››; el “dedalismo” se extendió
por Grecia en el siglo VII y se caracteriza por una vuelta a la sobriedad
formal.
En la de las islas Cícladas descuella la herencia de
la esquemática escultura cicládica, en la que destacan los relieves del friso
del tesoro de Sifnos en el santuario de Delfos.
2) Segunda fase (600-480): la gran escultura del
kouros y la koré.
En la segunda fase aparece la gran escultura, con
materiales de mármol o bronce, en gran parte para la decoración exterior de los
templos. El bronce se utilizó con la técnica de la cera perdida (la mayoría de
sus piezas se han perdido). Atenas nos ha legado la mayoría de las obras. Los
tres tipos que predominan son el joven atleta desnudo de pie (kouros),
la doncella vestida en pie (kore) y la mujer sentada. Al principio todos
con características de cuerpo entero, rigidez, inmovilidad, frontalidad,
simetría, cierta desproporción, geometrización (tendencia al esquematismo),
ojos globulares, sonrisa arcaica. Todos ellos acentúan las características
esenciales del cuerpo y expresan, cada vez más, un conocimiento preciso de la
anatomía humana. La razón de ser de la representación de estos jóvenes fue por
una parte de índole sepulcral y otra de carácter votivo.
Las esculturas masculinas y femeninas, a partir
aproximadamente del 600-575, reflejaron en sus rostros la denominada “sonrisa
arcaica”. Aunque esta expresión no parece obedecer a razones específicas en las
personas o situaciones en las que aparece reproducida, quizás fue empleada por
los griegos como un artificio que proporcionaba a las figuras un rasgo humano
distintivo.
Comparación de koré y kouros.
El kouros es un atleta desnudo y erguido con carácter
frontal, adelantando la pierna izquierda, con los brazos pegados al cuerpo y
los puños cerrados, con la “sonrisa arcaica”. Aparecen primero el Kouros de
Sunion y el Apolo primitivo del Museo Metropolitano de Nueva York.
Su madurez comienza en el 600, con los gemelos Cléobis y Bitón, del
Museo de Delfos, o las figuras de Sunion, evolucionando hacia un mayor realismo
y una frontalidad menos rígida, con el Moscóforo (560) y el Jinete
Rampin (540). Hacia el 500 aumenta el vigor y la elasticidad, con el Apolo
Strangford de Lemnos del Museo Británico de Londres, obra bastante más
tardía, y el Kouros de Anavysos conservado en el Museo Arqueológico
Nacional de Atenas. En dichas obras, a diferencia de otras más antiguas, puede
observarse un estudio más detallado de la estructura muscular y anatómica.
Los gemelos Cléobis y Bitón (600-580) a la izquierda, comparados con el posterior Kouros de Anavysos (520).
Los gemelos Cléobis y Bitón (600-580, Museo de
Delfos; encontrados en 1894 en Delfos), son estatuas de gran dimensión (2,18
metros). Pueden ser los Dioscuros o mejor los famosos gemelos Cléobis y Bitón,
atletas hijos de la sacerdotisa de Hera en Argos, a los que, tras una hazaña de
areté (virtud y fuerza), al tirar del carro de su madre hasta el
distante templo, y al pedir su madre que la diosa les concediera el mejor
presente que se pudiera conceder, la diosa les durmió para siempre en su
templo, de acuerdo al proverbio griego de Solón de que los dioses se llevan
jóvenes a quienes aman. Las estatuas reflejan con su marcada musculatura en el
cuerpo desnudo el esfuerzo realizado, la fuerza interior, la fama alcanzada en
contraste con la fragilidad de la existencia. Siguen la estética egipcia en la
moda del peinado de los cabellos, el avance del pie izquierdo, la frontalidad y
simetría, la grandiosidad de la masa cúbica. Pero ya se diferencian en que
están desnudos y tienen mayor independencia corporal, mientras los egipcios se
cubren con un faldellín y se sostienen sobre un pilar dorsal que aumenta su
estatismo.
El Moscóforo (570-560) es un tipo muy exitoso,
pues su figura será imitada en el arte paleocristiano para representar al Buen
Pastor. Es un pastor que porta a hombros a un animal (carnero) para un
sacrificio.
El Jinete Rampin (540; la cabeza en el Louvre;
el cuerpo en el Museo de la Acrópolis) representa a un dios o a un noble
ateniense. Se distingue por su sonrisa mucho más marcada.
El tipo de la koré es sobre todo ático, con una
evolución hacia la expresividad en varias fases: 1) primitiva (650-550) con la Dama
de Auxerre, 2) transición (550-530), 3) madura (530-500), 4) tardía (500-480).
Se visten con el peplo dórico y desde el 550 con el chitón y el himátion
jónicos, con pose frontal y sonrisa arcaica. Las korai se asociaban a lo
religioso, junto a los templos. Las figuras femeninas, vestidas y de pie,
ofrecen una amplia variedad de expresiones, tal y como puede verse en las
esculturas del Museo de la Acrópolis de Atenas, que pertenecían a la serie del
santuario de la Acrópolis (destruido por los persas en 480 y cuyos restos
fueron enterrados y así han podido ser recuperados recientemente, incluso con
parte de sus colores). Sus ropajes están tallados y pintados con la delicadeza
y la meticulosidad característica de la escultura de este periodo.
Evolución de las korai, desde la Dama de Auxerre a la izquierda.
La primera obra que nos ha llegado completa de la
estatuaria arcaica es la Dama de Auxerre (650-620; Museo del Louvre), en
caliza. Es cretense, probablemente de la llamada escuela “dedálica”, la primera
conocida. Es una imagen votiva, de pequeño tamaño (55 cm ), que destaca por su
esquematismo idealizado en la expresión (con la típica sonrisa arcaica) y el
cuerpo (aunque atenuado por cierto naturalismo, en los cabellos y los pechos),
la desproporción (las manos y los pies están exagerados), la frontalidad y la
rigidez (aunque atenuada por cierto movimiento, pues gira su mano derecha sobre
el pecho en actitud orante, de recogimiento y pudor), la policromía (con
predominio del rojo y negro; aunque perdida, se ha reconstruido por el Museo de
Cambridge), la decoración geométrica en el faldellín y la moda egipcia en el
“peinado de pisos”.
La escultura monumental se aplica a la arquitectura,
en los tímpanos, metopas y frisos, primero poniendo figuras de distinto tamaño
y luego con una adaptación de las posturas de las figuras a la forma arquitectónica
(triangular en los tímpanos). Los relieves escultóricos que se esculpieron con
posterioridad a la escultura exenta o de bulto redondo, representaron a sus
figuras en movimiento. Los frisos del Tesoro de los Sifnios, en el santuario de
Apolo en Delfos (Museo Arqueológico de Delfos), que muestran una de las
batallas de la guerra de Troya, son uno de los ejemplos más excepcionales del
periodo arcaico medio (c. 580-535). Otra muestra importante es el frontón del
templo antiguo de Atenea en la Acrópolis de Atenas, conservado en estado
fragmentario (Museo de la Acrópolis), que representa un combate entre dioses y
gigantes. Entre los ejemplos del periodo arcaico tardío (c. 535-475) destacan
las esculturas de los frontones del templo de Afaia en Egina (510-480;
Gliptoteca de Múnich). Las figuras del frontón oriental parecen tan llenas de
vida como los atletas que describió el poeta Píndaro.
Los escultores del periodo arcaico continuaron fundiendo
esculturas en bronce. Los ejemplos del siglo VI aC describen los músculos de
forma esquemática mediante la representación de un estrecho arco en el límite
bajo del tórax y unas marcas horizontales. Las esfinges y otras formas
realizadas en piedra sirvieron como florones, yelmos o lápidas y, así, el tema
de los animales, poco tratado, da obras maestras desde el 600 (caballos,
leones, terneros, como el que porta el Moscóforo).
En el siglo XIX se comenzó a valorar el mérito
artístico de la escultura del periodo arcaico gracias a los hallazgos de las
famosas korai de la Acrópolis.
PERIODO CLÁSICO (V-IV).
Características.
Es la etapa de plenitud, con avances constantes hacia
el naturalismo idealizado; la proporción, la armonía y la simetría; la
perfección técnica.
Se trata de plasmar la belleza ideal, con un
naturalismo idealizado, sin hieratismo. El canon es la representación ideal,
sin defectos, por lo que no cabe hablar de puro realismo.
El tema principal es el cuerpo humano, con variantes
de joven, hombre maduro, barbudo, mujer joven, mujer madura, lo que rompe la
dicotomía prearcaica del kouros y la koré. Hay rasgos “clásicos”: la nariz
prolonga la línea de la frente, no hay retinas (se coloreaban)...
Evolución.
Hay tres fases: Primera fase (500/480-450), Segunda fase
(450-400), Tercera fase (400-323).
1) Primera fase (500/480-450).
El comienzo del siglo V (500/480 hasta 450) es considerado como
una etapa de transición entre el arcaico y el clásico. Algunos la han llamado
fase o periodo 'severo'. La datación es solo aproximada, pues unos autores apuntan a un inicio hacia 500 y otros hacia 480.
Tras la victoria sobre los persas (480) hay una
explosión artística, con múltiples demandas de arte para los templos que deben
ser levantados o reconstruidos. Se produce el abandono paulatino de la rigidez
primitiva en busca de unas proporciones ideales que tomarán como módulo la
cabeza, de una flexibilidad en el movimiento y la expresión, y en los ropajes
femeninos una gran finura y transparencia de los pliegues. La escultura de la
alta época clásica no presenta la típica sonrisa o los suaves detalles
característicos del periodo arcaico. En su lugar, se expresa una cierta
solemnidad determinada por la nueva fuerza y simplicidad de las formas.
De escultores anónimos de la primera mitad del siglo V
son, en bronce, el Auriga de Delfos,
y el Poseidón del cabo Artemision; en mármol, los Tiranicidas y
los relieves de los tronos Ludovisi y de Boston, en los que hay
aún un hieratismo solemne y sereno. Los dos guerreros de Riace, en bronce, del
siglo V, son de atlética perfección clásica (algunos autores los atribuyen a
Fidias por su calidad).
El auriga de Delfos
(474, Museo Arqueológico de Delfos) es tal vez del escultor Pitágoras de Regio
(otros nombres propuestos son Onatas de Egina, Hegias de Atenas, Sotades).
Formó parte de un conjunto mayor, encargado por el tirano Polyzalos de Gela
(Sicilia) para conmemorar su victoria en la carrera de caballo en Delfos. Es
una obra muy naturalista e idealizada, lo que se evidencia en la cabeza casi
totalmente esférica, un ideal de belleza con un rostro que no refleja
sentimientos, sino armonía, pero en contraste la parte inferior sigue siendo
muy estática, todavía arcaica (tal parece el fuste de una columna dórica), aprovechando el chitón que cubre casi toda la
pieza y que necesitaba menos cuidado porque estaba oculta por el carro. Sus
materiales son muy ricos: cuerpo de bronce, ojos de cristal, labios que estaban
recubiertos de láminas de plata.
Efebo de Kritios .
Efebo de Kritios .
Son excelentes el joven de pie o Efebo de Kritios
(denominado así por el escultor ateniense Critius o Kritios) y la cabeza del Efebo
rubio (ambos en el Museo de la Acrópolis de Atenas), así como el Idolino
(Museo Arqueológico de Florencia).
Los escultores de esta época representaron sus
personajes en el momento inmediatamente anterior o posterior a la culminación
de una acción significativa. En el templo dórico de Afaia en la isla de Egina,
hay un conjunto de esculturas de figuras humanas en los frontones, de un
naturalismo idealizado (que será común en todo el periodo clásico). En los
frontones del templo de Zeus en Olimpia (Museo Arqueológico de Olimpia), en el
frontón oriental aparecen los preparativos, supervisados por Zeus, para la
fatal carrera de carros ente las legendarias figuras de Pelops y Enomao; en el
frontón occidental la batalla entre lapitas y centauros; y las doce metopas
conservadas, describen los trabajos de Hércules ayudado por la diosa Atenea.
Muchas de las obras de la alta época clásica se
perdieron en la Antigüedad. Algunas han perdurado, sin embargo, en las copias
realizadas por los romanos, para los que el estilo clásico tuvo un atractivo
considerable. Entre algunas de esas copias se encuentran los Tiranicidas
realizados por Kritios en colaboración con Nesiotes (Museo Nacional de
Nápoles).
2) Segunda fase (450-400): Mirón, Policleto, Fidias.
La segunda fase es la más importante, la clásica por
antonomasia, también conocida como la época de Pericles (aunque propiamente
esta fue en 450-430), en que la teoría y la práctica se conjugan a través del
dinamismo, la proporcionalidad y el idealismo. Los rostros son serios, serenos,
regulares.
En esta fase aparecen los grandes maestros Mirón, Policleto y Fidias; según la tradición, los tres fueron discípulos de Hagéladas de Argos. Fidias y Policleto fueron los escultores más importantes del periodo clásico medio. Según el parecer que se sostuvo en la antigüedad griega, Fidias fue el escultor de los dioses mientras que Policleto fue el de los seres humanos o mortales. En Atenas también trabajan otros notables escultores, como Calamis y Alcámenes de Atenas (las Cariátides del Erecteion), y Agoracrito de Paros, que son discípulos de Fidias, Crésilas de Creta (Pericles), Calímaco (escultor y pintor) y Paionios, con su Niké en vuelo de Olimpia.
En esta fase aparecen los grandes maestros Mirón, Policleto y Fidias; según la tradición, los tres fueron discípulos de Hagéladas de Argos. Fidias y Policleto fueron los escultores más importantes del periodo clásico medio. Según el parecer que se sostuvo en la antigüedad griega, Fidias fue el escultor de los dioses mientras que Policleto fue el de los seres humanos o mortales. En Atenas también trabajan otros notables escultores, como Calamis y Alcámenes de Atenas (las Cariátides del Erecteion), y Agoracrito de Paros, que son discípulos de Fidias, Crésilas de Creta (Pericles), Calímaco (escultor y pintor) y Paionios, con su Niké en vuelo de Olimpia.
Mirón.
Mirón (nacido en Eleutere, Beocia, activo en 470-440)
es un broncista que aporta sobre todo el equilibrio en el movimiento.
Destaca como autor del famoso Discóbolo (en la imagen una copia romana en mármol).
Hay en él lanzador una búsqueda de la suprema
armonía del cuerpo humano, de un ideal simbólico del hombre, sin relación con
la divinidad. Este idealismo se refleja en que el rostro se mantiene sereno,
pese a que debiera estar en el momento de máximo esfuerzo físico. Formalmente,
capta el movimiento, el dinamismo, en una pose de instantaneidad, gracias a la
forma curvilínea en espiral, contrapesada por las líneas quebradas de brazos y
piernas, con varios puntos de vista.
Sus trabajos son contemporáneos a la escultura en el
Partenón. El Discóbolo y Palas Atenea y Marsias estuvieron en un
principio en la Acrópolis y son conocidas únicamente por las copias romanas
conservadas, la mayoría en mármol, alguna en bronce.
Policleto.
Policleto es un broncista (Argos, activo en 450-420),
que trabajará en Atenas durante el periodo de grandes obras públicas de
Pericles, en abierta rivalidad con Fidias. Al estallar la guerra del Peloponeso
volvió a Argos, donde realizó su obra de madurez. Sus dos grandes aportaciones son el canon y el contraposto.
Comparación de los cánones del Diadumeno de Policleto (izquierda) y el más esbelto Apoxiomeno de Lisipo.
Publicó el Canon (la norma), sobre la
proporción ideal del cuerpo humano (la cabeza como 1/7 del cuerpo): ‹‹La
perfección únicamente se alcanza a través de muchos números››. Defiende que la
belleza emana de la proporción, la armonía, la simetría.
Es autor de numerosos trabajos, pero que sólo nos han
llegado en copias romanas.
El Doríforo (440, Museo Nacional de Nápoles),
“portador de lanza” (tal vez, el lancero representa a Aquiles) es su obra
maestra, por ser equilibrada, austera, naturalista idealizada, en una postura
“clásica”, con el peso del cuerpo sobre una pierna, doblada la otra hacia
atrás, lo que da una sensación matizada de movimiento que es novedosa, en el
llamado contrapposto (contrapostura del cuerpo, en un movimiento
potencial, más insinuado que real). Hay un perfecto estudio anatómico
(naturalismo), con una proporcionalidad de la cabeza (1/7) respecto al cuerpo,
de las partes del cuerpo entre sí, como la circunferencia del vientre, la
cabeza perfectamente esférica (gracias al peinado), la división de la cara en
tres segmentos (frente, nariz y boca)...
Diadumeno.
Diadumeno.
Otras piezas de gran calidad son el Diadumeno
(440-430, Museo Nacional de Atenas) y la Amazona Capitolina (450-430,
Museo Metropolitano de Nueva York). En estas esculturas la postura frontal de
las figuras del periodo arcaico se sustituye por posiciones más complejas y
actitudes más naturales.
En su vejez en Argos realizó la estatua
criselefantina, hoy perdida, de Hera y el programa escultórico del templo de
Hera, el Hereo de Argos.
Fidias.
Fidias (Atenas, )490-430?, activo en
470-430) es el gran escultor de los dioses. Trabajó en las grandes obras
promovidas por su protector, Pericles, coordinando el trabajo del Partenón.
Acusado de robar parte del oro de la estatua de Atenea Parthenos, y, según
otros, de blasfemia al autorretratarse en su escudo, fue condenado a una multa
y exiliado.
Destaca por sus numerosas y extraordinarias
cualidades: la serenidad y monumentalidad, composición equilibrada, proporción
en los cánones, austeridad, belleza extrema, armonía en las figuras, realismo
anatómico, la técnica de “paños mojados” (que muestran las formas del cuerpo
con sensualidad y juego de luz), representación psicológica en los rostros,
movimiento... Aúna con rara perfección y belleza el naturalismo idealizado con
el realista.
Entre sus obras destacan la extraordinaria decoración
escultórica del Partenón. Fidias definió el estilo de las esculturas del templo,
pero la mayoría de ellas fueron probablemente ejecutadas por sus discípulos en
el taller. Muchas de las esculturas del Partenón y otros monumentos de la
antigua Atenas se conservan en la Colección Elgin (porque fue lord Elgin quien
los llevó a Inglaterra) en el Museo Británico de Londres.
Destacan las 92 metopas del friso exterior con un
ciclo bélico, con dos o tres figuras en cada recuadro, valorando el vacío, con
movimiento sereno. Hay cuatro grupos:
- Gigantomaquia. Las metopas orientales
representan una batalla de gigantes.
- Amazonomaquia. Las occidentales una batalla
contra las amazonas.
- Centauromaquia. Las del sur la batalla entre
lapitas y centauros.
- Guerra de Troya. Las del norte la destrucción
de Troya.
Selección de metopas de la Centauromaquia.
Selección de metopas de la Centauromaquia.
El friso interior (200 metros) representa la ceremonia
de la procesión sagrada de las Panateneas, con los ciudadanos atenienses
acercándose a la diosa Atenea en el cortejo procesional de las fiestas
panatenaicas, cuando las doncellas le presentan a la diosa su peplo o vestidura
nueva. Destaca la extraordinaria sensación de profundidad.
Fragmento de la procesión de las Panateneas, con una reconstrucción de los colore originales.
Fragmento de la procesión de las Panateneas.
Ceremonia ritual con Panateneas.
Los dioses del Olimpo.
Los caballos del carro de Helios y Dioniso yacente.
Las esculturas de los frontones representan dos
grupos: a) en el frontón oriental aparece el nacimiento de Atenea, rodeada de
los dioses del Olimpo, b) en el frontón occidental su lucha con el dios
Poseidón por el dominio de las tierras del Ática. Las composiciones están
adaptadas a los triángulos del centro y de los extremos.
Fidias también esculpió al menos tres gigantescas estatuas
criselefantinas (oro y marfil).
La más famosa es la de Atenea Parthénos
en la cella del Partenón, de 12
m de altura , realizada en madera cubierta de oro en el
vestido y de marfil en el rostro; fue llevada a Constantinopla y desapareció
después del 1204, cuando la ciudad cayó en manos de los venecianos en la IV
Cruzada).
Estatua de Varvakeion, copia romana aproximada de la Atenea Parthenos.
La de Atenea Prómachos se exhibía en la explanada de la Acrópolis
apenas se salía de los Propileos, en el camino de ascenso al Partenón.
Aunque ninguna de las dos anteriores Ateneas se ha conservado y ni siquiera existen buenas copias de las mismas, la Estatua de Varvakeion es al parecer una copia aproximada de la Atenea Parthenos. Además, la cabeza de la Atenea Lemnia (Museo Cívico de Bolonia), copia romana de una obra de Fidias, junto con el trabajo de sus discípulos Alcámenes y Agorácritos, permiten deducir algunas ideas de su iconografía.
Aunque ninguna de las dos anteriores Ateneas se ha conservado y ni siquiera existen buenas copias de las mismas, la Estatua de Varvakeion es al parecer una copia aproximada de la Atenea Parthenos. Además, la cabeza de la Atenea Lemnia (Museo Cívico de Bolonia), copia romana de una obra de Fidias, junto con el trabajo de sus discípulos Alcámenes y Agorácritos, permiten deducir algunas ideas de su iconografía.
Fidias trabajó al final de su vida en el templo de
Zeus en Olimpia, para cuya cella esculpió la inmensa estatua criselefantina de
Zeus, en postura sedente, coronada de laurel, con un cetro rematado en águila
en su mano izquierda y una Victoria alada en la derecha. Fue considerada
entonces su obra más perfecta, una de las siete maravillas del mundo antiguo,
pero también ha desaparecido y su imagen se ha conservado sólo en monedas y en
descripciones de Estrabón y Pausanias. Su taller en Olimpia se ha hallado en
las excavaciones enfrente del templo, reconvertido en un templo bizantino; se
encontró incluso una cerámica con su nombre escrito, tal vez (soñamos) de su
mano.
3) Tercera fase (400-323): Praxíteles, Escopas,
Lisipo.
El siglo IV aC la fase de clasicismo tardío se
caracteriza por desarrollar más naturalismo realista (en detrimento del
naturalismo idealista, aunque todavía está presente), más sensual y de
proporciones más estilizadas (el canon se estiliza, es más esbelto), con los
temas de los dioses y los atletas mostrados en la cotidianeidad y con la
aparición del desnudo femenino. La escultura del último clasicismo estuvo
dominada por Praxíteles, Escopas y Lisipo.
Praxíteles.
Praxíteles (Atenas, nacido c. 400, activo en 380-330 o
320). Hijo del escultor Cefisódoto el Viejo, autor del grupo de Irene y
Plutos (370, Gliptoteca de Múnich), que le influye en el realismo y la
talla más suave.
Praxíteles se define por su estilo delicado y
elegante, lleno de belleza y refinamiento sensual, caracterizado formalmente
por la famosa “curva praxiteliana” (una mayor inclinación de la cadera).
Trabaja tanto el mármol como el bronce.
Es admirado, sobre todo, por el primer desnudo
femenino, la Afrodita de Cnido (370-350 ac, conocida por una copia
romana en mármol en los Museos Vaticanos de Roma), que aparece cubriéndose con
la mano derecha el centro del cuerpo, en un gesto púdico que sirvió de pauta
para los desnudos femeninos posteriores y que será el modelo más famoso e
imitado de belleza femenina, con formas plenas, un suave modelado y la curva
praxiteliana. Su expresión combina la dignidad, el encanto delicado y la
frivolidad mundana. La mano ocultando tímidamente su sexo, también puede
sugerir la fuente de su poder. Sus párpados inferiores están remarcados
únicamente por medio de una talla ligera y la superficie de la figura está
esculpida de tal forma que produce un suave juego de luces y sombras. El romano
Plinio el Viejo la proclamará todavía en el siglo I (otra época clásica) como
la mejor obra artística del mundo (‹‹in toto orbe terrarum››), por su expresividad
íntima.
Posterior, tal vez una de sus últimas obras es el Hermes
con Dionisio niño (c. 330-320 aC, Museo Arqueológico de Olimpia), encontrado en el Heraion de Olimpia en 1887 y que es una las pocas piezas
originales de los grandes maestros, aunque varios autores dudan de su autoría.
El tronco del árbol en el que se apoya Hermes está integrado en la composición,
manteniendo las curvas voluptuosas (praxitelianas) de la figura. Hay una
tendencia a un mayor naturalismo, aunque la expresión es todavía idealizada.
Destaca también el melancólico rostro de la Psiquis.
Se atribuye a Praxíteles un Sátiro danzante (2
metros altura, 100 kg )
de bronce proveniente de un hallazgo submarino en Sicilia en 1998, de delicado
rostro y enérgico movimiento en la pierna que resta.
Escopas.
Escopas (Paros, c. 380-330). Sus esculturas están
llenas de movimiento y un sentimiento que oscila entre el dramatismo y el patetismo.
Abandonó gradualmente la expresión serena del periodo clásico, su idealismo, introduciendo en los rostros de sus figuras una expresión pasional y emotiva, más realista. Es un maestro del pathos, de la pasión, de la emoción, del dolor y la melancolía (abandonando la serenidad anterior), tal y como podemos observar en las esculturas conservadas del templo de Atenea Alea en Tegea (hoy en el Museo Nacional de Atenas). Sus obras adornaban el Mausoleo de Halicarnaso (c. 350).
Abandonó gradualmente la expresión serena del periodo clásico, su idealismo, introduciendo en los rostros de sus figuras una expresión pasional y emotiva, más realista. Es un maestro del pathos, de la pasión, de la emoción, del dolor y la melancolía (abandonando la serenidad anterior), tal y como podemos observar en las esculturas conservadas del templo de Atenea Alea en Tegea (hoy en el Museo Nacional de Atenas). Sus obras adornaban el Mausoleo de Halicarnaso (c. 350).
Muy estudiada ha sido la Ménade danzante (340-330;
copia romana en mármol, en Albertinum de Dresde, erróneamente llamada a veces Bacante
herida), plena de movimiento frenético, que distorsiona su cuerpo (una
torsión violenta); fue concebida para un punto de vista lateral, para
representar una acólita ya casi desnuda, con el rostro lleno del dios, elevado
al cielo. Destacan además la cabeza de Meleagro y la Deméter de Cnido.
Lisipo.
Lisipo (nacido en Sición, Peloponeso, activo en
368-318) es un broncista prolífico, que esculpe ágiles atletas, y acentúa el
naturalismo y la cotidianedidad, siendo un puente hacia el periodo helenístico
(Charbonneaux y Pollitt incluso consideran que pertenece a este periodo).
Introdujo un cambio en el canon, consistente en alargar el cuerpo y reducir la
cabeza, de modo que está fuese un 1/8 respecto al cuerpo, que así aparece más
esbelto.
Destaca el desaparecido bronce del Apoxiomeno
(c. 330; Agripa lo trasladó a sus termas en Roma, y es conocido por una copia
romana en mármol en los Museos Vaticanos de Roma). Representa un atleta en la
acción de limpiarse con un estrígilo. Es una obra de extraordinario verismo,
‹‹tal como se ven›› y ‹‹no como son››, de naturalismo muy realista
(expresionista: el pelo revuelto, el gesto cansado), aunque conserve cierto
idealismo por el canon. Se estiliza el cuerpo, no hay frontalidad sino un
movimiento que multiplica los puntos de vista, con un brazo en escorzo y otro
dirigido hacia el espectador.
Lisipo es el primer retratista conocido, con su famoso
(y desaparecido) retrato de Alejandro, tomado del natural, que sirvió de
modelo para muchas reproducciones que sí han llegado hasta hoy.
Obras menores.
Se han conservado muchas estatuas en terracota sin
esmaltar del siglo IV aC posteriormente. Estas piezas proceden fundamentalmente de ajuares
funerarios y fueron denominadas figurillas Tanagra, ya que Tanagra (Boecia) fue
el lugar donde se encontraron por primera vez. Muchas de ellas están huecas
porque se realizaron con moldes. Están pintadas al temple y muestran temas
diversos como actores cómicos, mujeres vestidas con elegancia, enanos y dioses
en miniatura.
Las lápidas áticas de los siglos V y IV aC consistían
en una losa decorada en relieve, con personajes que transmiten la tristeza de
la partida. A menudo, las figuras estaban flanqueadas por pilastras coronadas
por una cornisa.
PERIODO HELENÍSTICO (III-I).
Con la conquista de oriente por Alejandro Magno, los
artistas cuestionaron la estrechez de miras del arte griego, seleccionando como
temas posibles para sus obras a personas de tipos étnicos diferentes, como
persas o indios y sus diferentes estados físicos, incluyendo la vejez, la
enfermedad o la deformidad. La disolución del imperio de Alejandro propició el
alzamiento de varias dinastías rivales, y los reinos independientes que se
originaron crearon sus propias escuelas artísticas.
Características.
La escultura helenística parte de la tendencia
realista anterior, de Praxíteles, Escopas y Lisipo, extremándola en un proceso
experimental de lo que se ha llamado “barroquización”. Los artistas abandonan
el idealismo, la unidad y racionalidad, el sentido de la medida, la simplicidad
y la serenidad clásicas. Los rostros son apasionados, dominados por el
esfuerzo, el temor, el deseo, etc. Se busca el naturalismo realista y
expresionista que se inspira en la violencia, la lucha y el drama, para lo que
se acentúa el movimiento, patetismo, expresividad, claroscuro, monumentalidad,
la complejidad de los grupos escultóricos.
La escultura evolucionó hacia formas abiertas, formas
que obligaban al espectador a trasladarse más allá del espacio de las figuras,
en un estilo lleno de emotividad, como vemos en El sátiro dormido
(Palacio Barberini en Roma), la Victoria de Samotracia y la Afrodita
de Melos, más conocida como la Venus de Milo (ambas en el Museo del Louvre
de París).
Además, la escultura del periodo helenístico experimentó
nuevos recursos compositivos. Una de las disposiciones favoritas, llamada
posición en aspa, representa la figura humana con el torso retorcido, esto es,
la cabeza y los miembros dispuestos en direcciones contrarias. Este recurso se
empleó en los grupos escultóricos, como Menelao portando el cuerpo de
Patroclo (Loggia dei Lanzi, Florencia), donde los artistas invitan al
espectador a moverse alrededor de la composición. Otras esculturas similares
son el Heracles Farnesio o Las manzanas de las Hespéridas que
Heracles lleva sobre su espalda (Museo Nacional de Nápoles) y el Hermafrodita
dormido, con su sexualidad ambigua (Museo de las Termas, Roma).
Muchas de estas innovaciones en la escultura griega se
adecuaron al estilo romano donde se copiaron muchas obras, modificándolas según
su gusto e incluso añadiendo una o más figuras subsidiarias, como puede verse
en el grupo de Laocoonte y sus hijos (Museos Vaticanos de Roma). Durante
la época romana, la mayoría de los escultores griegos continuaron la tradición
helenística en Grecia, Asia Menor, África e Italia.
Hay nuevos (o más frecuentes) temas de la vida
cotidiana: niños, viejos u obreros: retratos realistas (Demóstenes, Séneca),
temas infantiles con gran encanto (Espinario, Niño de la Oca, Eros
y Psiquis), desnudos femeninos (Venus de Milo, plena de naturalidad,
elegancia, serenidad y leve movimiento).
Evolución: las escuelas de Alejandría, Pérgamo y
Rodas.
Las escuelas principales son tres, con una constante
relación entre ellas y una constante tendencia a aumentar el realismo (en
parte, tal vez, para satisfacer el gusto de la clientela romana) y la expresividad.
Las similitudes hacen que a veces sea difícil concretar la escuela de una obra. Pero no olvidemos que perduran las escuelas anteriores en Atenas, Corinto, Argos o Tanagra, aunque ya en un nivel secundario.
Escuela de Alejandría.
Alejandría es la escuela principal, aunque dio pocas
obras maestras. La dinastía tolemaica de Egipto perpetuó las tradiciones del
periodo clásico desde el siglo IV aC.
Se producen temas de género, bronces de
escenas callejeras y alegorías como el Dios del río Nilo de la imagen superior, personificado en un
hombre maduro, barbado, recostado, rodeado de símbolos de la fertilidad.
Una obra en parte relacionada es la Venus de Milo
(h. 150-100 aC; hallada en Melos en 1820; hoy en el Louvre), original en
mármol. Se la ha considerado el ideal de la belleza griega. Probablemente es
obra de un artista de Antioquía, tal vez Agesandros o Aleixandros, influido por
Lisipo, el último clasicista, por lo que se puede considerar que está cerca de
la estética alejandrina. Destaca la diosa por la gran dimensión de la figura y
su sentido del movimiento (línea sinoidea del cuerpo, el juego de paños), y la
sensualidad.
Escuela de Pérgamo.
Los escultores que promovieron los atálidas de Pérgamo
(actual Bergama, Turquía), en Asia Menor, siguieron la escuela de Escopas,
representando el cuerpo humano en las escenas de combate retorciéndose en
movimientos violentos. Son temas sublimes, heroicos, en grandes conjuntos.
Un ejemplo notable es el friso de más de 100 metros
del altar de Zeus en Pérgamo (Museos Estatales de Berlín), que muestra la lucha
entre dioses y gigantes. Este trabajo fue levantado en Pérgamo por encargo del
rey Eumenes II, hijo de Atalo I, que ganó numerosas batallas contra los gálatas
y el rey seléucida Antíoco III el Grande.
Los altorrelieves de la Gigantomaquia del Altar de Zeus son de extrema violencia y extraordinaria soltura en el movimiento.
También hay obras de gran patetismo, en especial el
grupo de los galos, tal vez obra de Epígonos, erigido por el rey Atalo I, al
acabar la guerra con los galos y sirios, en el que los vencidos son ensalzados
por su valor, con obras como el Galo Ludovisi y el Galo moribundo
(o Galo Capitolino), de extraordinario naturalismo realista y patetismo,
con cuerpos desequilibrados que transmiten la violencia de la muerte.
Escuela de Rodas.
La escuela de Rodas, en una rica república marítima y
comercial, sigue las tendencias de la escuela de Pérgamo, con características
de colosalismo y un movimiento contorsionado que expresa el dolor.
La Niké o Victoria de Samotracia (h. 190
aC, procedente del santuario de Cabiros en Samotracia, hoy en el Louvre)
conmemora una victoria naval de Rodas sobre Antíoco III de Siria. Tal vez es
obra de Pithókritos. Es de un canon exagerado (2,25 metros). La diosa desciende
sobe la proa de una nave victoriosa. Destaca por su postura en movimiento, las
alas desplegadas, el cuerpo adelantado, una pierna avanzada, desafiando al
viento, con vestidos de rico plegado.
El grupo del Toro Farnesio es el más monumental
con sus 3,7 m de altura ,
conservado en una copia romana que se hallaba en las Termas de Caracalla.
El grupo de Laocoonte y sus hijos (h. 100 aC).
Es conocido por una copia en mármol (50 dC; hoy en el Vaticano) realizada en
Rodas por una familia: Agesandros, Polydoros y Athenodoros; llevado a Roma, fue
descubierto en 1506 e influyó en la escultura del Cinquecento, por ejemplo en
la terribilità de Miquel Ángel. Representa un pasaje de la Eneida
de Virgilio, en el cual Laocoonte, sacerdote de Apolo, se opone a la entrada
del caballo griego en Troya y él y sus hijos son atacados por serpientes
enviadas por los dioses. Muestra con gran dramatismo (se ha hablado de composición
teatral) el dolor físico y moral, con recursos formales como la expresividad
psicológica del rostro y los músculos, el movimiento de los miembros, la línea
diagonal (que también sugiere movimiento), el claroscuro (en los rostros,
cabellos y miembros), la composición que enlaza mediante las serpientes a las
tres figuras y que además es una composición centrípeta porque la fuerza y la
tensión surge del centro hacia afuera. La anatomía es de acusado naturalismo
realista, con los músculos en tensión explosiva.
Cares de Lindos realizó el famoso y monumental Coloso
de Rodas, un Helios de bronce, tal vez de 31 o 32 metros de altura, con una
antorcha en la mano derecha. Realizado en 305, conmemoraba la victoria de los
rodios sobre Demetrio Poliórcetes. Cayó derribado por un terremoto h. 225 o 224
aC. Sus restos se conservaron hasta el siglo VIII.
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