Georges Duby. La época de las catedrales. Arte y sociedad,
980-1420. Cátedra. Madrid. 1993 (1966-1967 en francés). 311 pp. Un
estudio dividido en tres partes, el monasterio del Románico (980-1130), la
catedral del Gótico (1130-1280) y el palacio del Gótico final (1280-1420).
EL MONASTERIO. 980-1130.
1. EL ARTE IMPERIAL.
2. LOS FEUDALES.
3. LOS MONJES.
4. EL UMBRAL.
LA CATEDRAL. 1130-1280.
5. DIOS ES CLARIDAD. 1130-1190.
6. LA EDAD DE LA RAZÓN. 1190-1250.
7. LA DICHA. 1250-1280.
EL PALACIO. 1280-1420.
8. HOMBRES NUEVOS.
9. IMITACIÓN DE CRISTO.
10. POSESIÓN DEL MUNDO.
EL MONASTERIO.
980-1130.
El mundo occidental en el año 1000 es un mundo
salvaje, acechado por el hambre y la enfermedad, con una población miserable y
escasa, cuyas calamidades son consideradas como un castigo divino al hombre
pecador.
Pero desde esta época aparecen indicios de una
progresiva mejora, un despertar, la infancia de una nueva sociedad. Los pueblos
invasores (normandos, húngaros, musulmanes), retroceden o se asientan. Desde el
980 hay un lento desarrollo de la agricultura, el comercio y las ciudades, y
el hambre del 1033 fue la última durante tres siglos. Los campesinos seguían
siendo miserables pero menos hambrientos, mientras que la nobleza y la Iglesia
constituían minorías que dominaban la jerarquía social acaparando los recursos
sobrantes y favoreciendo la cultura y el arte. Sin estas élites no hubiera
ocurrido el renacimiento que supuso el Románico.
El Románico, desde su nacimiento a partir del 1000,
será un arte de una ambivalente unidad y diversidad.
Unidad en el espíritu común a toda la Cristiandad, por
la movilidad geográfica de los hombres, por la base común del imperio carolingio
(con el prestigio de Roma y del Imperio que era un factor de unión) y, sobre
todo, por la función religiosa del arte, tanto en la iglesia oficial como la
monacal.
Diversidad en las alejadas y poco comunicadas regiones
de Europa, fragmentadas por las diversas migraciones, invasiones, estructuras
políticas, etc. Hay una nítida separación entre un Norte bárbaro y un Sur más
culto, que goza de la herencia siempre viva de Roma, y con la relación con
Bizancio y el Islam.
1.-EL ARTE IMPERIAL.
La Ciudad de Dios es una monarquía, con el rey en la
cúspide de la pirámide social y de la mentalidad de la época que entendía al
rey como héroe, mito, leyenda, símbolo de unidad, la fuerza de la espada y del
espíritu. El Imperio hunde su raíz en la Antigüedad, a cuyas obras se vuelve
cíclicamente para tomarlas como modelo para el arte aúlico (que es propiamente
sagrado). El emperador alemán Otón III [p. 26] instala brevemente la capital
del Imperio en Roma, pero las resistencias y las fuerzas centrífugas son muchas
y poderosas y este intento es abortado.
Los reyes se sacralizan [28], son considerados
representantes de Dios en la Tierra, sus mantos son sagrados, todo lo que tocan
es aceptado como una reliquia milagrosa por las multitudes que requieren un
mediador entre ellos y Dios. El emperador y el rey aprenden [30] a leer y
escribir porque el dominio de la palabra sagrada es esencial para esta mediación,
para su propia legitimidad. La enseñanza de los clásicos mejora notablemente en
los monasterios y muy pronto en las ciudades.
Los libros serán los transmisores [33] de la cultura
clásica y sus miniaturas siguen el modelo paleocristiano. Resurge el relieve
[33], con el ejemplo de las puertas de Hildesheim (1015). La orfebrería de oro
y plata da abundantes obras. La arquitectura religiosa imita el modelo imperial
[35], con su planta central (modelo del cosmos) y también la basílica, con su
sala real. El Westwerk (no mencionado
con su nombre por Duby) origina en las iglesias occidentales un segundo ábside
y los campanarios-pórtico. El arte carolingio y el otoniano pervivirán largo
tiempo. En los monasterios el arte y la cultura siguen vivos en una centuria de
zozobra y crisis, el siglo IX.
Normandía y Cataluña (esta más audaz) son centros
innovadores en lo artístico [38]. En Francia el rey ha perdido hacia 1050 el
poder político y militar, y con ello el poder económico para erigir iglesias,
que serán iniciativas de los señores de las provincias, de una aristocracia
independiente en la práctica. El duque de Normandía será el gran mecenas de las
iglesias de su ducado a finales del siglo XI. En Alemania el proceso es más
lento pero hacia 1130 la feudalización es ya un hecho.
Un nuevo arte, el Románico, surge de la crisis del
arte real, del arte todavía clásico que habían promovido los poderosos reyes de
Francia y Alemania. El Románico surge del magma del feudalismo y sin él no es explicable
su nacimiento y desarrollo [40].
2.- LOS FEUDALES.
Los señores feudales usurpan en todas partes el poder
real, gobiernan, cobran impuestos, defienden y a la vez sojuzgan a sus gentes.
Los guerreros a caballo, los caballeros [45], tienen el verdadero poder militar
y en consecuencia el político, económico y social. La tierra y los campesinos,
el poco comercio que aún existe, todo está a su servicio, incluso la Iglesia,
con la que hay un modus vivendi tácito, para unos la cruz y para otros
la espada. La Iglesia será durante mucho tiempo el único poder nivelador de la
aristocracia e incluso se permite regular la guerra y establecer normas de paz
[46], pero en lo esencial fue también dominada por los caballeros, de cuyas
filas (los segundogénitos a menudo) salen [52] los abades y sacerdotes, y de
los que reciben protección y donaciones.
En esta sociedad feudal el dinero [57] lava los
pecados y las culpas. Pero hay un medio más espiritual de lavar el alma del
pecado: la peregrinación [59]. Roma, Jerusalén y, sobre todo, Santiago reciben
multitudes de peregrinos de todas las clases sociales. Y para los caballeros
habrá una peregrinación a la medida de su espíritu guerrero, la Cruzada [61].
3.- LOS MONJES.
Es una época en la que la religiosidad se entiende circunscrita
primordialmente en el retiro y protección de los monasterios, centros vitales
de la cultura, el arte y la religión. Los monjes son los agentes [67] de la
redención colectiva, los que purgan con su vida santa los pecados de la sociedad.
Las reliquias [68], imprescindibles amuletos de salvación, llenan los monasterios,
con su acompañamiento de peregrinos, donaciones e influencia. En esta época las
reformas de los monasterios vuelven cíclicamente a los ideales de la pureza y
de la austeridad de los primeros siglos de la Iglesia. Los cluniacenses, como
más tarde los cistercienses, se extienden por toda Europa, dando ejemplo y
alcanzando la supremacía espiritual sobre las otras órdenes. En Cluny, como
consecuencia de este éxito, se dará el mejor arte del periodo, pero es un arte
no clásico que no bebe en las peligrosas fuentes antiguas del paganismo [77].
El acto litúrgico se convierte en una escenificación de la música y de la
palabra sagrada, como instrumentos de divulgación de la teología, en suma de la
cultura del siglo XI.
4.- EL UMBRAL.
A finales del siglo XI el hombre conoce a Dios sólo en
la palabra y en la naturaleza [84], por lo que su estudio es la única vía de
acceso a ÉL. El arte traduce la esperanza de los hombres en una vida más allá
de la muerte [89], compartiendo su vida espiritual con Dios. Y la iglesia, el
santuario, la cripta de las reliquias, son los instrumentos de esta elevación
espiritual en la que cifra su salvación. El arte será el instrumento y la
prueba material de esta actividad espiritual.
LA CATEDRAL.
1130-1280.
En el arte gótico la catedral es la iglesia del
obispo, la iglesia de la ciudad y por ello simboliza el renacimiento de las
ciudades [99]. París será el centro del arte europeo en este periodo, como
primera capital en el tiempo desde los lejanos tiempos de Roma, salvo el caso
no occidental de Bizancio.
El rey de Francia Luis IX [en p. 100, no Luis XI como
consta en el libro por una errata, y en el siglo XIII, no en el siglo XII como
consta en otra errata ocho líneas más abajo] es el hombre ideal del periodo, el
gran héroe a la vez guerrero, político y santo, que participa y morirá en las
Cruzadas, que hará de Francia un reino próspero y pacífico, que construye la
Sainte Chapelle en París.
Sainte Chapelle, París.
5.- DIOS ES CLARIDAD. 1130-1190.
Saint-Denis es una iglesia del rey, un monasterio construido
en época merovingia como mausoleo real y como tal perduró durante siglos, como
un enorme relicario de los reyes sagrados de Francia. Suger, un hombre
independiente, símbolo de los nuevos tiempos, afrontó entre 1130 y 1144 la
reconstrucción entera del templo, con un nuevo espíritu, el de la elevación, la
luz y el ornamento. Y teorizó sobre su obra, encarnó en palabras este espíritu
constructivo, de acuerdo a las tesis de un autor espúreo, Dionisio el
Areopagita. Los libros de Suger no conforman un tratado pero sí nos alumbran
sobre los orígenes de la estética gótica que va a triunfar en Europa durante
siglos.
Dios es luz [105] y la oscuridad de los templos
románicos es sutituida por la iluminación viva, casi milagrosa que penetra por
las vidrieras, los rosetones y los pórticos. En Saint-Denis se abre el primer
rosetón de una fachada occidental gótica [106], pero es en el coro donde se
hace la gran innovación, al disponer un conjunto de capillas en semicírculo
alumbrado por una luz omnipresente y coronar el conjunto con la inmensa crucería
de ojivas estructurales, que alivian los muros de su función de soporte y
permiten abrir la multitud de vanos que albergarán las majestuosas vidrieras,
que aparecían en aquella época como verdaderos torrentes de luz y color,
manifestación de la propia divinidad. El templo gótico es una poética de luz.
La luz se multiplica con los reflejos de los objetos de metales preciosos, los
tapices bordados en oro, las copas de oro, plata y gemas, las cruces aún más bellas
y preciosas, en los numerosos altares que maravillan a los fieles espectadores
del oficio divino. Es un arte antirrománico [109] en sus imágenes llenas de
presencia vital dispuestas a lo largo del templo, en las esculturas del pórtico
y en las vidrieras del interior, para la celebración del Cristo Hombre propio
del Gótico, no el Cristo Dios atemorizador que era propio del Románico. La
iconografía de Suger adapta la iconografía románica a esta nueva visión
teológica y estética, tan humana [111].
El siglo XII ve la decadencia de las escuelas monásticas,
todopoderosas en los siglos IX-XI. Ahora dominan las escuelas catedralicias
[116], en las ciudades donde el comercio y los hombres crecen en riqueza y
número, donde la moneda fluye otra vez y a su amparo también el saber, el arte
y el poder político. Los monasterios ya no serán los centros del arte, sino que
a lo más viven las reformas de sus bóvedas o se terminan según el nuevo espíritu
constructivo.
Hay una ética nueva para un hombre (y una mujer) más
libre, más apto para el amor (y el desamor), que goza la filosofía y la
teología como un manjar antes prohibido que ahora se ha puesto a su alcance. La
Orden del Císter, la del puritano y asceta san Bernardo domina este mundo que
refulge espiritualidad. En el siglo XIII se fundan 200 abadías cistercienses y
sus monjes son los mejores amigos de los reyes que aspiran a la santidad [122].
Pero el Císter fracasó al final, del mismo modo que Cluny y la propaganda
visual del arte románico, en vencer a la herejía. Su opulencia era su peor
enemigo pues las masas que vivían en la pobreza no se veían representadas en
estas Órdenes tan ricas. En Aquitania, el Languedoc y la Provenza surgen dos
movimientos que conmoverán Occidente, la cultura de los trovadores que cultivan
el amor cortesano [130] y la herejía de los cátaros [133], que puso realmente
en peligro la integridad del Occidente católico.
6.- LA EDAD DE LA RAZÓN. 1190-1250.
El arte gótico de las catedrales sí que fue un arma
ideológica adecuada, como lo serían las Órdenes Mendicantes de los franciscanos
y de los dominicos, con su espiritualidad austera y luminosa, tan unida a la
naturaleza y al pueblo [135 y 137].
Los dominicos [139] del español Santo Domingo serán la
vanguardia teológica, con una predicación que busca la convicción por la razón.
Su primera y principal misión será la lucha en las trincheras del catarismo.
Los franciscanos [142], acaudillados por San Francisco, la segunda gran figura
del cristianismo después del mismo Cristo, serán predicadores del ejemplo, la
pobreza y la pureza, la alegría y la esperanza. La escultura también participa
de esta lucha, con las representaciones de la Eucaristía, de la Última Cena, en
una búsqueda del misticismo.
Las catedrales se llenan de luz [147], se rehabilita
la materia, el cuerpo [149], la corporeidad del ser humano. Dios y la Virgen
nos siguen siendo presentados como seres divinos pero ahora son sujetos capaces
de dar el perdón, de misericordia, de gracia y belleza, no el Cristo, duro
justiciero del Románico, que castiga sin piedad a los pecadores a las penas del
Infierno, ni la Virgen que le ablanda como mediadora de los hombres y que ahora
es una dulce madre, repetida por todos lados, en una verdadera inflación del
tema mariano [156]. Las reliquias de la Pasión llegan a Occidente después de la
toma de Constantinopla en 1204, se multiplican las capillas. La iconografía de
la Pasión se hace realista y expresiva, pero no por un gusto por el dolor sino
para mostrar mejor el contraste con la victoria final, con la Resurrección
[160].
Ahora aparecen los primeros sepulcros de estatuas
yacentes. El mausoleo de Saint-Denis se llena de estos monumentos, que
comienzan el gran arte funerario realista.
7.- LA DICHA. 1250-1280.
En la Universidad de París se forjó la ideología que
combatió la herejía. La capital parisina aumenta su importancia durante el
siglo XIII, gracias a su escuela catedralicia pero sobre todo por el
fortalecimiento de la monarquía, que expande su dominio político sobre las regiones
y con él también extiende el arte gótico de las catedrales de la Ile-de-France,
arrumbando el arte románico que defienden los señores feudales.
El hombre se hace más universal, más abierto a otras
culturas, a la experimentación, a la introspección. El espíritu crítico nace
ahora aunque en el siglo siguiente el terrible impacto emocional de la Peste
Negra suponga un retorno al irracionalismo. La economía y el comercio crecen
más y más, como la población y las ciudades, pero ya se atisban los primeros
síntomas del estancamiento en las regiones más superpobladas del Norte de
Francia.
Italia conoce una notable prosperidad aunque su arte
es poco novedoso, con la repetición de los modelos bizantinos en la pintura y
el mosaico, y de los modelos romanos en la arquitectura y la escultura. Pero en
el Sur de Italia, en la Sicilia llena de influencias bizantinas, islámicas y
normandas que domina el emperador Federico II [174] se dan muestras de un espíritu
contradictorio, cristiano a la vez que universalista, intolerante y despótico a
la vez que abierto a otras culturas, en un último intento de crear un Imperio
Occidental con vocación universal [deberemos esperar a Carlos V en el siglo XVI
para volver a encontrar ese mismo espíritu].
Hacia 1270 la Iglesia se une a la vía del misticismo
[180] para combatir la herejía y lo
consigue, aunque la represión también fuera violenta e implacable. Con ello el
arte se vuelve espresivo [181], crecientemente realista, tanto en las duras
escenas de la Pasión y del Bestiario como en la belleza de las princesas y las
Vírgenes. La belleza material y carnal gana enteros en el arte. Es la época de La
Divina Comedia de Dante, del amor perfecto por la amada inmortal.
EL PALACIO.
1280-1420.
Una gran crisis conmueve Europa en el siglo XIV. La
población baja, la economía retrocede, los turcos penetran en los Balcanes, las
guerras entre los Estados cristianos se eternizan y desangran a las gentes.
Pero por otra parte muchos lugares (Bohemia, Borgoña, Lombardía) escaparon de
tales padecimientos y en casi todos (Italia sobre todo) las fortunas se
concentraron y una nueva clase social emergente, la alta burguesía, demandó un
arte más sencillo a la medida de su gusto.
La música es una muestra perfecta de este cambio hacia
la elegancia y lo divulgativo. El arte se hace narrativo, explicativo,
accesible para el pueblo. La pintura se desarrolla en detrimento de las demás
artes, en un momento en que los recursos
sobrantes son escasos para las artes más costosas.
8.- HOMBRES NUEVOS.
Hacia el 1350 hay un cambio radical en la sociedad
europea, debido a la Peste Negra. Hay una verdadera conmoción demográfica,
social, económica, política y cultural, que se manifiesta en un cambio en los
valores estéticos.
La libertad del mecenas y del artista se plasma en una
mayor variedad de las formas y de los temas. Ya no impera del mismo modo la
voluntad colectiva de una comunidad religiosa o burguesa sino el gusto
individual.
Hay dos grandes focos de innovación:
Francia, con la gracia, la belleza, el manierismo.
Italia central, que vivía entre la influencia de Bizancio
y la de la Roma antigua, se vuelve definitivamente hacia esta, a su propio
pasado artístico, con Giotto. Es un arte más severo, pero igualmente profano.
El arabesco y el trompe-l'oeil se pusieron al servicio del arte profano.
Es un universo humano en el que Giotto pinta la vida de Cristo como una representación
humana.
9.- IMITACIÓN DE CRISTO.
Hay un arte al servicio de la imitación de Cristo, la
vida espiritual interior, la oración, el
alma humana. En el siglo XIV se amplían o se hacen grandes templos para las
ceremonias comunitarias. En las nuevas iglesias hay austeridad y se rompen las
barreras y la compartimentación entre clero y pueblo. Las vidrieras y los vanos
se engrandecen para que entre la luz necesaria para la visión de los oficios
religiosos [223].
Las capillas [224] reales de los reyes de los grandes
Estados tienen como modelo la capilla relicario de Carlomagno en Aquisgrán y,
sobre todo, la Sainte-Chapelle de San Luis en París, para guardar y mostrar las
reliquias. Otros príncipes, cofradías, familias nobles y burguesas, desarrollan
sus propias capillas pues es el momento de las capillas particulares [225],
realmente propiedad de pequeñas colectividades, de gremios o de familias. Cada
casa con suficientes medios económicos quiere tener su propia capilla, con sus
propias reliquias, su altar y, sobre todo, las sepulturas de los difuntos de la
familia o colectividad, que así reciben los beneficios de la misa funeraria. La
otra función de la capilla es ser lugar de meditación. Lo relicarios se
convierten en retablos con la forma arquitectónica de un santuario, con pintura
y escultura [228].
La predicación y la ceremonia religiosa tomaban la
forma de una actuación teatral [229], una representación colectiva. Por
ehejmplo, en una representación de la Pasión en Avignon (1400) participaron
miles de actores y espectadores.
La imagen es la mediadora entre la palabra de Dios y
la mímica de los fieles. Es un arte escénico [230]. La luz y la visión son las
puertas del corazón [231].
Las sepulturas se adornan con las imágenes de los
muertos, que pretenden alcanzar en ellas la inmortalidad y el recuerdo en los
vivos. Aparece el tema de la danza macabra [238]. Los cuerpos son presentados
en su podredumbre, la de la envoltura carnal que deja sólo el alma elevándose
al Cielo. En otros sepulcros, los de los hombres más poderosos, se busca el
realismo de la representación del rostro y el movimiento.
Los retratos realistas pasaron de la tumba a otros
lugares, en capillas o muros. Representan al hombre vivo, en su poder y gloria,
de pie, no yacente en el sepulcro.
10.- POSESIÓN DEL MUNDO.
Los reyes y caballeros adoptan una moral de hidalguía,
de búsqueda de la gloria y el bien, con el culto al amor y la belleza. La
pequeña nobleza y la burguesía imitan esta moral y el gusto de la nobleza, con
el espectáculo de la fiesta, como una ceremonia de ostentación, con el adorno.
Los caballeros idolatran a las mujeres de los otros, a las que deben servir con
contenido y paciente deseo sexual.
Virgen Blanca de Toledo.
Las Vírgenes del siglo XIV toman la apariencia de bellas damas, graciosas y etéreas, a fin de llegar mejor al corazón de los pecadores [252]. Los cuerpos desnudos de las amadas debían mostrarse una vez de lejos para incitar al amor atormentado. Poco a poco el desnudo femenino fue haciéndose materia artística, hasta su plenitud a finales del siglo XV. Se decoran las ciudadelas y las galas guerreras [256]. El poder se muestra en una nueva iconografía [258], de hombres y mujeres ilustres, con el caballo, las armas y los emblemas que distinguen al poder. Aparece la estatua de la ciudad, símbolo alegórico de esta, de sus virtudes. Los condottieri llenan con sus estatuas las plazas. Los frescos con escenas históricas y alegóricas ornan los muros de los palacios de los nobles, de los burgueses, de las señorías urbanas.
Virgen Blanca de Toledo.
Las Vírgenes del siglo XIV toman la apariencia de bellas damas, graciosas y etéreas, a fin de llegar mejor al corazón de los pecadores [252]. Los cuerpos desnudos de las amadas debían mostrarse una vez de lejos para incitar al amor atormentado. Poco a poco el desnudo femenino fue haciéndose materia artística, hasta su plenitud a finales del siglo XV. Se decoran las ciudadelas y las galas guerreras [256]. El poder se muestra en una nueva iconografía [258], de hombres y mujeres ilustres, con el caballo, las armas y los emblemas que distinguen al poder. Aparece la estatua de la ciudad, símbolo alegórico de esta, de sus virtudes. Los condottieri llenan con sus estatuas las plazas. Los frescos con escenas históricas y alegóricas ornan los muros de los palacios de los nobles, de los burgueses, de las señorías urbanas.
La escultura se adelantó a la pintura, en Flandes, en Borgoña,
en Italia [268]. Pisano antes que Giotto. Sluter antes que Van Eyck. Pero todo
desemboca en la pintura, el arte emergente del siglo XV, en el que se muestra
en su plenitud el realismo.
IMÁGENES.
La Iglesia del siglo XI, sobre todo los monasterios,
pone en circulación de la riqueza atesorada para construir los grandes
edificios religiosos. Los monasterios y los monjes están en perpetua tensión
entre la clausura interior en la oración y la apertura exterior al mundo de la
economía y la política.
1.-EL CLAUSTRO [274]. El claustro es el centro del mundo monástico, de un universo cerrado. La arquitectura, la decoración escultórica y la pintura en frescos y libros son vehículos del espíritu, de la palabra de Dios en imágenes.
LAS FUERZAS DEL MAL [275]. En los capiteles del
claustro se representa la eterna lucha del Bien y del Mal. El diablo es una
imagen frecuente en los monasterios, que deben recordar a los monjes la
asechanza perpetua del Mal. El diablo no es sólo una tentación al pecado carnal
(la mujer) sino una Bestia atemorizadora, cuyas visiones eran frecuentes en la
época.
EL SANTUARIO [276]. La iglesia es el refugio contra las
tentaciones, el lugar de la plegaria colectiva y privada. La construcción de la
iglesia es imprescindible, obedece a una necesidad funcional. Se orienta hacia
el Este, la primera luz del día. El crucero es símbolo de la cruz y del hombre.
BÓVEDAS [278]. La gran innovación arquitectónica de
los cluniacenses es el empleo sistemático de la bóveda, a partir de una lenta
evolución: El pórtico y el presbiterio se hacen de dos pisos y en la parte baja
se debe reemplazar la cubierta de madera (con sus columnas) por la más
resistente bóveda (con sus pilares), mientras la nave principal sigue cubierta
por la madera. La necesidad de abovedar todo el edificio nace tal vez en
Cataluña y en Borgoña, en Cluny c. 955, por necesidades prácticas (seguridad
contra los incendios, acústica) y espirituales (el camino iniciático hacia
Dios, representación del cosmos, el círculo divino).
CLUNY [279]. A principios del siglo XII la
arquitectura monástica alcanzó su plenitud, con las obras iniciadas en 1088 por
Hugo. La iglesia tiene 180 metros de largo, con elevados pilares para soportar
la bóveda, pero con una luz más propia de las iglesias imperiales. Gunzo (un
músico) la diseñó con el auxilio de las matemáticas, con el modulo de cinco
pies románicos, con relaciones aritméticas: el 7 en el ábside, la progresión 1,
3, 9, 27 en el portal central, pues debe ser la Casa de Dios.
RELICARIOS [280]. La iglesia es adornada lujosamente
con relicarios de materiales preciosos, frescos, telas y tapices en los muros,
etc. Las reliquias atraen multitudes que deben admirar la excelencia de los
objetos sagrados a través del oro y el brillo. Un altar relicario en primer
término sobre el sepulcro y un altar mayor al fondo para las ceremonias. El
coro se eleva sobre la cripta, donde las reliquias atraen la atención de los
fieles, rodeadas de tesoros. Los relicarios guardan esta prueba del milagro,
sean un sarcófago, una obra de orfebrería o una estatua chapada en oro y gemas,
como Sainte Foy de Conques.
FACHADAS [283]. Las fachadas expresan el poder de lo
eterno. Son imagen de fuerza y victoria del espíritu. Macizas, con torres a los
lados. En Saint-Denis el abad Suger desarrolla la basílica en dos sentidos, el
horizontal y el vertical, en una doble tensión constructiva que durará siglos
en la mente de los grandes constructores de catedrales.
2.-LA IGLESIA DE LA CIUDAD [284]. Si Saint-Denis es
una abadía para los monjes, en cambio la catedral es el santuario de la ciudad,
del sacerdote y del pueblo, que se reparten en desigualdad el espacio. El coro
y el presbiterio se reservan para el clero, que hace las procesiones a su
alrededor. El pueblo concurre al oficio pero no participa en él.
EL ESPACIO DE LA CATEDRAL [284]. El espacio de la
catedral es diferente al de la basílica monástica:
Los clérigos no se aislan del mundo en un claustro colectivo,
sino que viven privadamente en sus casas, aunque sea cerca de la iglesia. Por
tanto no hay crucero, pues su función ha desaparecido, y con el tiempo se
atrofia o desaparece.
La nueva teología de la iluminación exige una unidad
estructural, con un espacio unitario en el interior, sin compartimentaciones
excesivas. Los tramos se unen en sucesión. Desaparece la alternancia
pilar/columna, como desaparece la tribuna que dificulta la visión de las
vidrieras. El mejor ejemplo es la Sainte-Chapelle de París, pero es lo mismo
que las cinco naves yuxtapuestas de Bourges.
LOS PÓRTICOS [285]. Los pórticos son las puertas hacia
el camino de Jesús (la iglesia). Se vuelven monumentales, autónomos respecto a
la iglesia. En ellos se enseña al pueblo en su lengua vulgar (la misma función
que los ilwan de las madrasah [madrasas,
esto es los conventos de los musulmanes] y mezquitas islámicas), tanto con la
palabra como con las imágenes, que representan a todos los personajes del dogma
católico, como en una función de teatro religioso para el pueblo.
ENCARNACIÓN [287]. Cristo es la encarnación del Verbo
divino, manifestado en el mundo terrenal. Dios es representado como un ser
humano. Los artistas comienzan a estudiar el cuerpo humano para representar la
belleza real, no un modelo.
ROSTROS [288]. Al multiplicar los personajes se les
debe dar rasgos singulares, no sólo en sus atributos, sino también en los
rostros, representaciones de tipos humanos.
TALLERES [289]. Hay tanto trabajo en las catedrales que
se debe trabajar en talleres colectivos, incluso varios. Los mejores maestros
coordinaban toda la obra, pero es difícil discernir la obra de cada artista.
EL CABALLERO [289]. Los caballeros (Jinete de Bamberg)
comienzan a aparecer en las imágenes, como representación del orden social de
los guerreros, paralelo al de los sacerdotes.
LA VIRGEN [290]. El culto mariano se difunde, con la
masiva consagración de las iglesias a su sagrada persona. Desde Bizancio a
Occidente hay como una ola iconográfica mariana.
LA RESURRECCIÓN [290]. La religiosidad es un escape al
miedo a la muerte e inspira confianza en la resurrección de la carne. Los
resucitados aparecen en el Cielo, junto a Dios.
VIDRIERAS [291]. Las vidrieras del interior prolongan
las enseñanzas del pórtico, con imágenes didácticas. La iluminación a su través
es un símbolo de la luz divina.
EL HOMBRE EN LAS VIDRIERAS [292]. Los profetas y
apóstoles son representados como hombres reales, con los colores más vistosos.
Las reliquias y los monumentos ocupan su lugar en ellas.
ROSETONES [293]. En la catedral gótica el círculo es
menos importante que en la catedral románica. Predomina la línea recta, pero el
círculo subsiste en el rosetón circular, imagen del cosmos. Dios, los profetas,
la Virgen, el Amor (simbolizado por la rosa), aparecen en ellos.
RESISTENCIAS ITALIANAS [294]. En Italia hay influjos
anteriores, persistiendo la Roma Imperial y Bizancio.
LEGADO DE BIZANCIO [295]. Venecia y el Sur conservan
el legado bizantino, con su austeridad en las fachadas en contraste con el
color de los mosaicos y pinturas del interior.
EL CRISTO SUFRIENTE [295]. Hay en Oriente y en las
zonas italianas bajo su influencia una religiosidad más popular, que representa
a Cristo en la Pasión y a la Virgen Dolorosa. Estas imágenes se difundirán por
Occidente.
LA ENTONACIÓN FRANCISCANA [296]. San Francisco de
Asís, con su predicación espiritualista, contribuye a la difusión de esta
imaginería bizantina, con grandes crucifijos y figuras sufrientes en el suplicio
de la Redención.
RESURRECCIÓN DE ROMA [296]. Roma resiste, con su
perenne arte clásico, que es un obstáculo al arte gótico.
FEDERICO II [297]. En Italia sólo hay un Estado
poderoso, el de Nápoles y Sicilia, sobre todo bajo la égida de Federico II,
culto, ansioso de recuperar la gloria del Imperio Romano. La iconografía
imperial revive para el emperador germánico. Nicola Pisano, anunciador del
Renacimiento, esculpe en 1260 el púlpito del baptisterio de Pisa, el mismo año
en que se acababa la catedral de Reims.
3.-EL BOSQUE CORTESANO [301]. Los juegos de la Corte
se normativizan y ritualizan de acuerdo a los ideales caballerescos. El bosque
es el lugar favorito para aquellos y sus imágenes se multiplican en los
palacios. Un elegante gusto caballeresco se manifiesta en los pórticos
esculpidos de las catedrales, con la búsqueda de la gracia, la belleza, la
verticalidad, la luz, la vegetación gozosa.
FIESTAS [303]. Las fiestas son grandes
escenificaciones de los ideales caballerescos, con lujo y ornato, música y
canciones. Las Vírgenes parecen damas que gozan en las fiestas.
ANSIEDAD [304]. En un mundo lleno de pestes,
enfermedades y guerras la ansiedad se alivia con los placeres y también con el
ascetismo religioso. Después de 1348 los temas de la muerte se llenan de
expresividad, de terror.
DIOS MUERTO [304]. La Crucifixión de Cristo se
convierte en el gran tema del arte en este periodo de crisis. Porque sus
padecimientos y su muerte son sólo el anuncio de su victoria final y la gente
necesita tanto creerlo...
LÁZARO [305]. Y si Cristo ha resucitado es que tiene
el poder de hacer lo mismo con los hombres. El ejemplo es Lázaro.
SOBREVIVIR [306]. El difunto pervive en el recuerdo de
los vivos con su rostro real, el retrato. Las máscaras funerarias o los bustos
en vivo perpetuan la persona, ayudan a su supervivencia en el otro mundo, más
allá de la muerte. Es el momento del expresionismo y del realismo.
PODER [306]. En el siglo XIV los príncipes dominan
definitivamente a la nobleza en la mayoría de los países. La política predomina
sobre la guerra. Los Estados se consolidan.
TORRES [307]. Las murallas con sus torres defensivas
marcan la fisonomía de las ciudades. Las torres de las familias aristocráticas
suben verticalmente como muestra de su poder.
EL ESPACIO CÍVICO [307]. La gran plaza ciudadana se
embellece con grandes edificios públicos. Florencia es un ejemplo, con el
Duomo, el Campanile (de Giotto), el Baptisterio, pero también la plaza con el
palacio de la Signoria, o en otras ciudades el Palazzo del Comune (Siena,
Gubbio...).
EL TIRANO HEROICO [308]. El tirano, el condottiero, se
apodera de las ciudades y de los pequeños Estados gracias a su inteligencia y
valor. La gloria legitima el poder. El arte y la poesía se ponen al servicio de
esta legitimación.
ESTATUAS DE PRÍNCIPES [309]. Las efigies de los
príncipes revelan la gloria del triunfo, no la muerte. Estatuas ecuestres o en
pie nos muestran al vencedor, al salvador de la ciudad.
REINAS [309]. Y con el triunfo de estos valores profanos
llegan las estatuas de las mujeres, de las esposas e hijas de los nuevos
señores, imitando la iconografía de la Virgen.
DESNUDOS [310]. El desnudo primero es espiritual,
representación de la victoria sobre lo material. El cuerpo perfecto es símbolo
de la pureza del espíritu. Pero cuando se redescubre la plástica romana antigua
el desnudo pierde definitivamente su connotación de pecado y los cuerpos se
manifiestan, sea bajo las ropas o ya desnudos por completo.
EL CUERPO FEMENINO [311]. La mujer desnuda o levemente
vestida aparece como símbolo de la pureza, del paganismo, de la Virgen, de Eva.
La belleza lo disculpa todo.
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