EL ARTE VISIGODO.
Índice.
Introducción.
La arquitectura del siglo VI.
La escultura y la orfebrería del siglo VI.
La fusión hispano-visigoda del siglo VII.
LA ARQUITECTURA VISIGODA DEL SIGLO VII.
Introducción.
Características generales.
San Juan de Baños.
Santa Lucía del Trampal.
San Fructuoso de Montelios.
Santa Comba de Bande.
El templo y la escultura del siglo VII de San Pedro de la Nave.
El templo y la escultura del
siglo VIII de Quintanilla de las Viñas.
LAS ARTES MENORES. LA ORFEBRERÍA VISIGODA.
FUENTES.
EL ARTE VISIGODO.
Introducción.
Los visigodos fueron un pueblo bárbaro de origen germano que dominaron militarmente la mayor parte de la península
ibérica en el siglo V, desde que entraron en ella en 415 para expulsar a los
vándalos y los alanos, y posteriormente volvieron en
456, cuando el rey Teodorico derrota a los suevos en Astorga y la mayor parte
de la Hispania romana queda bajo la dominación visigoda.
Los suevos fueron
rechazados a los suevos hasta la provincia de Gallaecia (Galicia y norte del
actual Portugal), donde tuvieron un reino durante 170 años, desde 415 hasta
585.
Mapa del reino visigodo h. 500.
Los visigodos no tuvieron durante su primer siglo en Hispania una presencia humana
importante, pues la inmensa mayoría vivían en el sur del río Loira en la Galia,
esto es en el llamado reino de Tolosa (actual Toulouse). Esto cambió tras la
derrota y muerte del rey Alarico II en 507 en la batalla de Vogladum (actual
Vouillé) a manos de los francos de Clodoveo I, que contaba con el apoyo de los
galorromanos católicos.
Los visigodos trasladaron su capital a Narbona
(507-531) y en esa época abandonaron progresivamente la
Galia, donde solo conservaron la pequeña región de Septimania (también llamada
Narbonense por su capital, Narbona; es la parte sur del actual Languedoc), y se
establecieron en la península ibérica, sobre todo en las llanuras de la actual
Castilla así como en las ciudades de Toledo (su nueva capital desde 531), Tarragona, Córdoba y Mérida, más unos
pocos puntos estratégicos.
Una minoría de unos 200.000 godos de religión cristiana de la secta
arriana, de los cuales unos 30.000-40.000 eran guerreros, dominó a una
población hispanorromana de entre dos y tres millones de personas según las mejores
estimaciones (algunos autores exageran hasta incluso cinco o siete millones,
pero es muy improbable), de religión católica. Al principio la segregación étnica
y legal fue rotunda y buenas pruebas de ello son los dos códigos que
convivieron durante decenios, uno para cada comunidad, o que en las principales
ciudades, como Barcelona, hubiera dos obispos, uno arriano y otro católico.
El carácter
electivo de la monarquía goda favoreció la formación de facciones entre
los nobles que desencadenaban guerras civiles por el trono y la intervención de
tropas extranjeras en apoyo de los bandos. Destaca que por la rivalidad entre Agila y Atanagildo, y a petición de este último, llegaron a España tropas
del Imperio Bizantino que se apoderaron durante largo tiempo de la franja
costera entre Murcia y Cádiz (555-624).
La arquitectura del siglo VI.
La mayoría hispanorromana mantuvo vivo en los siglos V y VI el arte
paleocristiano anterior, tanto en la arquitectura como en las artes plásticas,
y durante estos doscientos años recibieron las influencias bizantina (en
especial a través de la zona costera que Justiniano había recuperado a mediados
del siglo VI) y paleocristiana del norte de África (la mayoría refugiados del
reino vándalo).
Fueron muy pocos los edificios nuevos debido al descenso y la pobreza de
la población y se evidencia la continuidad del arte hispano-romano
de estilo paleocristiano en las ruinas de Cabeza de Griego en Saelices (Cuenca),
hacia el año 550 con una planta basilical de tres naves y una cabecera con ábside
ultrasemicurcular; en la ciudad de Recópolis (Guadalajara, fundada en 578 por
Leovigildo, con una iglesia de culto arriano de una sola nave, pórtico externo y
recintos añadidos en el crucero; y hay también algunos restos menores en Toledo.
La escultura y la orfebrería del
siglo VI.
En cambio, en la comunidad visigoda en el siglo V no hay el arte
reconocible y todavía en el siglo VI la producción artística es de escasa
relevancia, salvo en la escultura y la orfebrería, y desconocemos si hubo
construcciones propias, apuntando los autores que lo más probable fue que se
reconvirtieran algunos templos hispanorromanos de culto católico al nuevo culto
arriano.
Con todo, hay que destacar que de toda la escultura del siglo VI de los
pueblos germánicos la más innovadora es la hispano-visigoda, en la que cumple una
función ornamental subordinada a la arquitectura, como demuestran las piezas en
el Museo de Mérida, con cimacios, canceles, jambas... Los motivos son hojas de
viña, rolleos circulares de influencia
latina, cimacios geométricos (con forma y función de casetones), canceles con
fajas de variada decoración vegetal esquematizada, rosetas, pavos reales... Las
principales características son el horror
vacuii, la talla a bisel, la decoración lineal y plana de motivos vegetales
y geométricos, y las influencias bizantina y oriental.
La orfebrería es de extraordinaria calidad y nos ha dejado abundantes
restos en forma de fíbulas y broches.
La fusión hispano-visigoda del siglo
VII.
En el siglo VII, en cambio, la situación es muy distinta. A la expansión
territorial sobre el reino suevo y parte del territorio bizantino encabezada
por el rey Leovigildo (573-586) le sigue la
unificación religiosa por el rey Recaredo (proclamada en 587 y
reafirmada en 589) y después se logra fundir las dos comunidades de hispanorromanos
y visigodos en todos los ámbitos, lo que renueva las artes y la cultura al
fundir elementos de ambos pueblos, al tiempo que continúan llegando las
influencias norteafricana, oriental y bizantina.
Mapa del reino visigodo al inicio del reinado de Leovigildo.
Muñoz Degrain. La conversión de Recaredo (1887). Col. Senado, Madrid. Pintura romántica.
Mapa del reino visigodo h. 700.
Pero las disputas por el trono persistieron y
la última fue decisiva, entre el rey
Rodrigo y los partidarios de los hijos del anterior rey, Witiza (710-711), pues en apoyo de
estos desembarcaron las tropas musulmanas que iniciaron con su victoria en el
Guadalete (711) la conquista del reino para el Islam.
LA ARQUITECTURA VISIGODA
DEL SIGLO VII.
Introducción.
En el siglo VII se siguieron edificando edificios según modelos
paleocristianos, pero también aparecen edificios de un estilo nuevo, que funde
elementos visigodos, paleocristianos o bizantinos. No tenemos restos estructurales
de edificios hispano-visigodos en la capital de Toledo ni en las otras grandes
ciudades, pues aunque tenían los mejores templos estos fueron destruidos en los
siglos siguientes, por lo que hoy restan apenas elementos como columnas, pilastras y canceles.
Por ejemplo, la actual basílica de Santa Leocadia de Toledo, construida en el
reinado de Sisebuto (612-621) es muy posterior a la época visigoda, en estilo
mudéjar del siglo XIII, y solo se conservan algunos relieves visigodos en la
torre y la fachada.
Sí se conservan algunas innovadoras iglesias rurales de los eremitas, sobre
todo en el norte de la Meseta, que constituyen la primera variación innovadora
del arte de las invasiones respecto a la arquitectura paleocristiana. Hay
también algunos restos de arquitectura civil en Mérida
y Toledo, las dos principales ciudades del reino visigodo.
La arquitectura visigoda del siglo VII se clasifica como parte del arte bárbaro que predomina en Europa Occidental en los siglos V-VII y es un antecedente directo
del estilo prerrománico (que en general se data en los siglos VIII-X), tanto asturiano como mozárabe, gracias tal vez a que
se difundió el mito del precedente visigodo como legitimador de la monarquía en
la España cristiana medieval. Además, influyó en la
arquitectura mozárabe pues la constante restauración de los edificios por los hispanorromanos
en época islámica permitió que no se olvidaran sus técnicas. También influyó en
el arte hispano-musulmán mediante el uso del arco de herradura; incluso el tipo
magrebí de mihrab procederá del ábside visigótico, con un arco de herradura
bajo en la entrada.
Características generales.
Sus características principales son:
-La tipología de la planta eclesial cuenta con tres modelos:
1) La planta basilical clásica, muy abierta. Tiene un espacio interior de
gran claridad y apertura, con ligeras modificaciones. Los mejores ejemplos son San
Juan de Baños, San Pedro de Balsemao y Alcalá de Gazules.
2) La planta cruciforme, de cruz latina, con un espacio muy
compartimentado, en San Pedro de la
Nave , San Pedro de la
Mata , Santa Comba de Bande y Quintanilla de las Viñas.
3) La planta centralizada de cruz griega, inscrita
o no en un cuadrado, de influencia oriental, con el mejor ejemplo en San
Fructuoso de Montelios (Portugal).
-El espacio es muy compartimentado, con cabecera, cámaras y canceles (pretiles
con función de transepto).
-La cabecera, a veces cuadrada, siempre tiene
el ábside orientado al este, está abovedada y termina
en testero recto.
Generalmente a ambos lados de la cabecera
aparecen dos cámaras que compartimentan todavía más el espacio. A veces comunican con el ábside por entradas muy pequeñas y
se ha interpretado que cuando la abertura al ábside es la de un vano de
dimensiones normales la cámara pudiera ser una sacristía, pero cuando es
excesivamente reducida pudiesen ser celdas monásticas en donde los monjes eremitas
realizaban penitencia.
A veces las cámaras (o camarillas si son muy pequeñas) no están al lado
del ábside sino del presbiterio, en el pórtico e incluso sobre la bóveda del
ábside, a donde se accede por una escalera de mano.
Son de dudosa función; se ha insinuado que tal vez tendría esta
compartimentación, tan frecuente en Hispania, una función religiosa de liturgia
secreta. Parece que las cámaras en el suelo serían residencias de los monjes
(Palol, Yarza, Schunk), pero las del piso superior es más probable que tengan
una función simbólica (Yarza) o un simple granero (Schunk).
-Se emplean buenos materiales, como el sillar, bien cortado y escuadrado,
con aparejo de soga y tizón, montado a hueso (sin unión por argamasa) en grandes paramentos,
aunque las hiladas son irregulares. En ocasiones se usa el ladrillo. Sillería y ladrillo son
herencia de la arquitectura romana; San Isidoro muestra su contento por
el retorno a la «buena construcción romana», a excepción de alguna cubierta de
bóveda con ladrillo o madera.
-Los muros son gruesos, por lo que no se necesitan contrafuertes
exteriores (sí los hay en San Juan de Baños), y tienen pocos y pequeños vanos,
lo que explica que la luz de los templos sea muy
escasa. En el ábside normalmente hay una sola ventana, de tamaño mayor que las
otras.
-Se utiliza la bóveda, aunque la cubierta en las naves es plana,
realizada en madera. Hay bóvedas para los pequeños espacios más importantes, el
ábside y el crucero. Los tipos de bóvedas son de medio cañón (la más usual) y de
arista; hay cúpulas vaídas en los cruceros.
-Se utiliza el arco como elemento de soporte principal, configurando unas
arquerías clásicas romanas apoyadas en pilares y en columnas sólo decorativas.
Los arcos son de medio punto y, sobre todo, de herradura. El arco de herradura,
una herencia de la arquitectura hispano-romana,
es menos circular que el islámico, con un centro alzado un tercio del radio y un
trasdós desviado puesto que cae recto a partir de la
circunferencia; el arco cuenta con doble
dovela como clave (es la denominada “ausencia de clave”).
-Los capiteles pueden ser de orden corintio muy
esquemático o el de tronco de pirámide invertido, de influencia bizantina.
-Según los textos de San Isidoro la belleza del
edificio radica no tanto en la buena estructura o en su distribución como en su
adorno, por lo que decoraron los muros con frisos a base de elementos
geométricos o florales repetitivos, tallos ondulantes de vid y estrellas o
figuras de animales; se cubrieron grandes superficies con artesonados de madera
dorados; se usaron mármoles en los canceles, en las placas, en los muros, en
los iconostasios y en las columnas, para lo que se aprovecharon los materiales
de mármol de antiguos edificios romanos; y además se disponía de una multitud
de lámparas votivas, velos colgantes y objetos sagrados.
San Juan de Baños.
La iglesia de San Juan de Baños de Cerrato, en Palencia, fue erigida hacia
661 por el rey Recesvinto. Se discute su novedad: para Palol es una mera
iglesia paleocristiana y para Yarza es el primer ejemplo de arquitectura
hispano-visigoda. El consenso actual es que es muy original y representa la conjunción entre dos tendencias características
de la época altomedieval: la continuidad de la planta basilical de origen paleocristiano,
con una cabecera rectangular tripartita, representativa de la influencia oriental
y africana; y la nueva corriente visigoda que tiende a la ruptura de la planta basilical
mediante el empleo de arquerías con arcos de herradura que compartimentan el espacio.
Tiene una planta de tres naves, con una original cabecera con ábside
rectangular y dos cámaras al final de los dos lados del crucero y sin
comunicación con el ábside principal. La cabecera tripartita es, pues, muy
compartimentada, sin claridad visual.
El volumen interior se refleja en el exterior, dotado con contrafuertes,
y tiene pórticos adosados a las naves laterales y a los pies de las naves.
Tiene arcos de herradura sobre columnas monolíticas
de mármol con capiteles corintios, cubierta plana de madera y una
espadaña (añadida en el periodo del arte asturiano).
La decoración es austera: cruz en la dovela central de la entrada, friso
en pared absidal con motivos geométricos, rosetones, y cancel con calado. Los muros lisos alternan con bandas decorativas. Los temas más
frecuentes son las combinaciones de círculos, reticulados, aspas y otras combinaciones
geométricas elementales. Se puede observar una composición homogénea y rigurosa
de círculos secantes que crean cuadrifolios.
Santa Lucía del Trampal.
La iglesia monacal de
Santa Lucía del Trampal, en Alcúescar (Cáceres) no estuvo documentada hasta 1981 (por el profesor Juan Rosco
y su esposa Luisa Téllez) y tiene una datación dudosa. Unos autores la datan en el siglo VII
y otros la consideran mozárabe del siglo IX. Los sillares tienen inscripciones
de una diosa prerromana, Ataecina, lo que sugiere que se cristianizó un
santuario pagano.
Tiene una planta de tres naves
muy estrechas, separadas entonces por pilares que ya no existen, un estrecho coro
central que comunica con un crucero, y un cabecera tripartita, con tres ábsides
rectangulares exentos (independientes) muy semejantes a San Juan de Baños.
Disponía de pórticos laterales
con compartimentos monásticos, formando una estructura muy compleja, que fue
simplificada en una reconstrucción en el siglo XV que elimino las arquerías de
separación de las naves, dejándola en una nave única cubierta por arquerías
ojivales de un típico estilo gótico.
San Fructuoso de Montelios.
La iglesia de San Fructuoso
de Montelios, en Portugal, fue construida en la segunda mitad del siglo VII,
por orden del propio San Fructuoso, obispo de Braga, siguiendo los modelos
del mausoleo de Gala Placidia y San Vital, ambos en Rávena, para ser enterrado en
él.
Es el primer edificio cruciforme de esa época y su estructura en cruz griega dio origen al grupo de iglesia visigodas cruciformes, seguida por Santa Comba de
Bande, que también pertenecía al obispado de Braga.
Los cuatro ábsides son rectos en el exterior, mientras que en el interior
tres son semicirculares ultrapasados y el otro, que sirve de acceso, es recto. Los
brazos de la cruz tienen exactamente la misma longitud de 13 metros.
Santa Comba de Bande.
La iglesia de Santa Comba de Bande (Orense) está construida con grandes sillares graníticos, y pese a sus reformas posteriores
todavía se adivina su compartimentación interior gracias a la armónica conjunción
de volúmenes.
La planta del tempo es cruciforme inscrita en un
rectángulo, del que sobresale el ábside cuadrangular. Posee un atrio a los pies
que se comunica con sendas habitaciones laterales. La zona cuadrada central se cubre
con un gran cimborrio, con bóveda de aristas. El ladrillo de la bóveda contrasta
con los sillares del muro.
Tiene una planta de cruz griega,
anteriormente inscrita en un cuadrado o rectángulo. Tenía cámaras laterales al
presbiterio que compartimentaban el espacio, y una cámara suprabsidal (para
Schunk era solo un granero).
Los arcos de herradura son relativamente bajos, sostenidos sobre dobles
columnas de función decorativa. Los volúmenes escalonados se iluminan con una
luz irregular por las ventanas.
Las dos naves cruzadas se cubren con cuatro bóvedas
de cañón con forma de herradura, construidas con ladrillo del tipo romano. Así,
el sistema de bóveda de cañón cubre la nave, el ábside y los brazos del
crucero, menos en el cimborrio del crucero, que cuenta con bóveda de arista con
ladrillo (para Yarza posterior; para Palol y Schunk de la misma época visigoda).
Cuenta con una sobria decoración escultórica en unos pocos capiteles,
cimacios, el cancel y un friso.
El templo y la escultura del siglo
VII de San Pedro de la Nave.
San Pedro de la Nave
(Zamora) es el mejor modelo, por su excelente conservación, de la segunda mitad
del siglo VII. Fue una iglesia monasterial y en época
contemporánea ha sido desmontada y trasladada con motivo de la construcción de un
embalse, lo que ha favorecido el conocimiento de la excelente calidad de
sus sillares grandes y bien tallados, así como sus interesantes
innovaciones arquitectónicas, destacando la búsqueda de la verticalidad y la evolución
en el arco de herradura, y sus numerosas esculturas.
Su original planta de cruz griega, inscrita en un rectángulo, con los
pies de la iglesia mirando a Occidente, es un compromiso entre la planta
basilical hispano-romana con sus tres naves longitudinales y la planta visigoda
muy compartimentada mediante cámaras en el transepto y sobre el ábside rectangular
(una típica cámara supraabsidal no accesible desde el interior) que finaliza la
nave central, que sobresale en altura sobre las laterales, las tres con cubierta
plana sin bóveda, con una torre cimborrio en el crucero.
Tiene pilares, columnas decorativas, arcos de herradura con esculturas longitudinales.
Se reutilizaron los capiteles corintios.
La escultura ornamental más destacada del arte hispano-visigodo es la de
San Pedro de la Nave. Son relieves planos que descuidan
las proporciones y mantienen rasgos muy primitivos en la cabeza y los pies de perfil
y el cuerpo de frente, los ojos almendrados, el esquematismo, el
seguimiento de la ley de adaptación al marco arquitectónico y los primeros capiteles
historiados. Son características que pervivirán en el Románico.
Se han distinguido dos talleres, uno arcaizante y el del maestro de San
Pedro de la Nave.
1) El taller arcaizante desarrolla motivos geométricos y vegetales, y los
coloca en los frisos del muro absidal, en la pared del transepto y algunos
capiteles.
2) El Maestro de San Pedro de la Nave sobresale por sus relieves
figurativos, que están en los nuevos capiteles (de tipo bizantino) del crucero
y en las basas de las columnas. Destacan los relieves de los Cuatro
Evangelistas en las basas. En los capiteles historiados (los primeros) de las
columnas en las naves hay temas bíblicos como el Sacrificio de Isaac con la Mano de Dios, y el Sacrificio de Isaac y Daniel en actitud orante en el foso
con dos leones. Aparecen los rostros de los apóstoles
Pedro, Pablo, Tomás y Felipe y otros santos, más una notable decoración
vegetal y zoomórfica. En los capiteles más próximos al presbiterio hay
decoración bizantina con animales, con unos rostros desconocidos.
Daniel en actitud orante en el foso con dos leones.
Sacrificio de Isaac. Capitel de San Pedro de la Nave.
La iconografía es de discutido origen. Para Fontaine (1972) se resuelve
con la ordenada ubicación de los motivos: figuración a los pies de la iglesia,
disminuyendo su presencia en dirección al altar, como símbolo del acercamiento
o de elevación a lo sagrado. La fuente de esta iconografía (según Yarza) es el
libro de las Etimologías de San Isidoro que explica que la base de la Iglesia son los Cuatro
Evangelistas (por ello figuran en las basas).
El templo y la escultura del
siglo VIII de Quintanilla de las Viñas.
La iglesia del monasterio de Santa María de Quintanilla
de las Viñas (Burgos) fue construida a finales del siglo VII o a principios del
siglo VIII, aunque tal vez la obra fue suspendida por la invasión islámica y se
completó en época mozárabe, y de ella sólo queda parte de la cabecera de planta rectangular con ábside y el
crucero con parte del transepto, porque al
parecer las naves se desplomaron en el siglo XIV.
Originalmente, este templo debió
pertenecer a un monasterio, lo que explicaría sus grandes dimensiones, con tres
grandes naves (a tenor de las huellas de los pilares del suelo y la cimentación),
un transepto y una cabecera con ábside rectangular. El interior debió estar muy
compartimentado, probablemente debido al complejo rito hispánico de celebración
de la misa.
Los materiales son grandísimos sillares de caliza
y arenisca colocados a hueso (sin argamasa, al modo visigodo).
Destaca por su escultura en la que se mezcla la influencia oriental con
la visigoda y que está repartida en los frisos que anillan
el edificio y los arcos de herradura del interior. Es de relieve muy
plano, con representación frontal y de perfil a la vez, con esquematismo de los
rasgos faciales y de las manos.
En el exterior de la cabecera y los muros del crucero hay tres frisos con
una lacería de motivos vegetales como árboles, flores y racimos dátiles u uvas; animales como pájaros (espléndidos
los faisanes) y cuadrúpedos; y motivos geométricos
y monogramas de tradición bizantina.
Los arcos de herradura del interior también están decorados con
vegetales, animales, figuras humanas y decoración de soga, con una novedosas
representaciones cristológicas, con temas como la Luna y el Sol, de influencia
bizantina (el modelo eran monedas), situados en clípeos con ángeles a los lados;
un Jesucristo rodeado de ángeles.
Resaltan las dovelas del arco triunfal decoradas
mediante roleos con racimos, aves y palmetas.
También destacan los bloques o sillares que funcionan
a modo de capiteles (capiteles-imposta), y los bloques de sillares tallados con
ángeles y personajes bíblicos.
Bloque de ángeles portando el medallón del sol.
Los dos bloques que soportan el arco triunfal son
similares, con parejas de ángeles sujetando sendos medallones, un medallón para
el sol y otro para la luna; esta iconografía proviene de Bizancio, de la
Patrística y de San Isidoro con la asociación de Jesucristo/Sol e Iglesia/Luna.
Otros dos bloques presentan ángeles
en los laterales son ángeles y en los frontales unos personajes, probablemente uno
es Cristo portando una cruz y el otro una mujer, tal vez María.
Como se ha indicado, exteriormente, la cabecera
y muros del crucero de la iglesia de Quintanilla de las Viñas también cuentan con
tres bellos frisos escultóricos con
LAS ARTES MENORES. LA ORFEBRERÍA HISPANO-VISIGODA.
Se trabajó con gran calidad la cerámica, el vidrio, el tejido, la metalistería
(armas) y la orfebrería.
De la excelente orfebrería del siglo VII nos han llegado abundantes
restos debido a las ocultaciones de tesoros que provocaron los continuos
conflictos dinásticos y, sobre todo, la invasión musulmana. A la base de metal le añaden esmaltes con la técnica
de esmalte en frío: encajan en un agujero hecho en el metal el esmalte previamente
realizado. La utilización de diferentes piedras,
llamadas cabujones, de diferentes colores ha hecho que se le llame “estilo coloreado”.
Hay dos grupos: objetos litúrgicos (cruces procesionales y ofrendas
votivas en forma de coronas), objetos de adorno personal (fíbulas, pulsera,
collares, pendientes...).
Las numerosas fíbulas
para abrochar la ropa se clasifican en dos tipos:
-Fíbula de puente: que
tiene dos piezas, una rectangular y otra cuadrada unidas por un elemento curvado.
El ejemplo que vemos es una Fíbula de hoja o puente, en bronce, losa. Rota la paleta.
Altura: 72 mm. Probable procedencia de Castiltierra (Museo Lázaro Galdiano, Madrid).
-Fíbula aquiliforme: con forma de águila, que se relaciona con la imagen del dios
Odín, sobrecargada de esmaltes. El ejemplo que vemos son las de Alovera (Guadalajara)
siglo VII (museo Arqueológico Nacional de Madrid).
Los mejores tesoros de objetos litúrgicos son los de
Guarrazar y Torredonjimeno.
El Tesoro de Guarrazar (649-672)
fue enterrado durante la ocupación musulmana por unos clérigos visigodos en el monasterio
de Santa María de Sorbaces, en la Huerta de Guarrazar, cerca de Guadamur, localidad
a pocos kilómetros de Toledo, donde fue encontrado a mediados del siglo XIX y
se han perdido algunas piezas por robos y ventas parciales. El conjunto fue donado
entre otros por los reyes Suintila y Recesvinto a la iglesia de Toledo como ofrendas
votivas. Está compuesto por cinco cruces y seis coronas en un estilo bizantino con
influencias germánicas y estaban destinadas a ser colgadas del techo. Son de oro
repujado, con piedras preciosas y cristal de roca sin tallar; con perlas, cadenas
y letras colgantes que constituyen los epígrafes.
La pieza más sobresaliente de Guarrazar es, sin duda,
la corona de Recesvinto, que tiene veintitrés letras que forman la frase RECCESVINTHUS-REX-OFFERET.
El Tesoro de Torredonjimeno
(Jaén) es también del siglo VII e igualmente fue escondido de los musulmanes, hasta que fue hallado en 1926. Tiene al menos 35 cruces y fragmentos de otro centenar. Destaca
la magnífica Cruz de Torredonjimeno, realizada
en oro con incrustaciones.
FUENTES.
Internet.
Documentales / Vídeos.
Arte prerrománico: visigodo y asturiano. ExplicArte. 12:04. [https://www.youtube.com/watch?v=P-ZZ0FhXCZU]
Los visigodos. Rafael López Borrego. 12:13. [https://www.youtube.com/watch?v=gubTWa9fWm4]
Conferencias.
El reino visigodo de Toledo. Conferencia de Santiago Castellanos García, en Museo Arqueológico Nacional (2018). 34:00. [https://www.youtube.com/watch?v=wfhLhLmLDUs]
Exposiciones.
*<Los bárbaros.
Nacimiento de un nuevo mundo>. Venecia. Palazzo Grassi (26 enero-20 julio
2008). 1.700 obras. Comisario: Jean Jacques Aillagou. Reseñas de Martí, Octavi.
Las invasiones bárbaras toman Venecia.
“El País” (27-XII-2007) 42. / Storch de Gracia, José Jacobo. Roma y los bárbaros. “Descubrir el Arte”,
año X, nº 109 (III-2008) 19-25.
Libros.
Perea Cavea, Alicia. El Tesoro visigodo de Torredonjimeno. Polifemo. Madrid. 2009. 344 pp.
Artículos.
Montañés, J. Á. De Barcino a Barcinona. “El País” Cataluña (6-IV-2015) 4. La Barcelona de los visigodos.
Aunión, J. A. El edificio monumental estaba oculto bajo
la mezquita del siglo XIII. “El País” (8-X-2018). Unos arcos de herradura
recortados han sido la clave para que el profesor Ruiz de Taboada reinterprete
un yacimiento en pleno centro de Toledo. La que se creía una cisterna romana
(era medieval, de los siglos XIII-XIV) resulta ser un edificio civil de época
tardorromana o, más probable, ya visigoda (por los arcos de herradura, a los
que posteriormente se talaron los salientes para ganar espacio). Debajo del
conjunto hay restos de un poblado carpetano del siglo V aC. Y encima se edificó
una mezquita en el siglo XIII, tal vez sobre otra mezquita citada en el siglo
XII, por lo que sería una rehabilitación en época cristiana (algo poco
frecuente) de un templo erigido durante la dominación islámica. Tras un gran
incendio en el siglo XV se reconvirtió en vivienda. Y todos los cambios
reutilizaron los materiales anteriores, complicando más la interpretación.
Cañas, Jesús A. Hallada en Chipiona una iglesia
subterránea visigoda de 1.300 años de antigüedad. “El País” (7-XI-2018). El
espacio conservado de dos plantas bajo el actual santuario de la Virgen de
Regla (Cádiz) fue utilizado también como castillo y mezquita islámica
almorávide, según el arqueólogo Antonio Ramos Millán.
Ferrer, I. Los evangelistas robados vuelven a Burgos.
“El País” (23-I-2019). Recuperados en Reino Unido dos relieves visigodos de
evangelistas robados en la iglesia de Santa María de Quintanilla de las Viñas.
Olaya, V. G. El primer “rascacielos” del Medievo.
“El País” (27-I-2019). Un centenar de expertos españoles, ingleses y alemanes
estudian en Los Hitos (Orgaz, Toledo) desde hace tres años un palacio visigodo
de 12 metros de altura, el más alto del siglo VI.
Olaya, V. G. Los planes urbanísticos ponen cerco a
la vieja capital visigoda. “El País” (10-IX-2019). La destrucción
urbanística de la Vega Baja de Toledo.
Olaya, V. G. Orgaz desentierra su ciudad visigoda.
“El País” (28-X-2019). El yacimiento de Los Hitos en la pedanía de Arisgotas
(Orgaz, Toledo) alberga un extraordinario complejo palatino de época visigoda.
Había sido interpretado durante un siglo como un convento.
Olaya, V. G. Recópolis, 30 hectáreas de un complejo
palatino oculto. “El País” (27-VI-2019). Un estudio de las universidades de
Harvard, Fráncfort y Alcalá desvela la única ciudad de la Alta Edad Media
construida de nueva planta en Europa, un regalo en 578 del rey visigodo
Leovigildo a su hijo Recaredo por su 19 cumpleaños, en Zorita de los Canes
(Guadalajara). Tenía palacios, iglesias, edificios oficiales, acueducto,
viviendas, tiendas, almacenes… para 2.500 a 3.000 habitantes. [https://elpais.com/cultura/2019/06/26/actualidad/1561559568_607219.html]
Olaya, V. G. El monumento romano que era visigodo.
“El País” (13-XI-2019). Los expertos revelan que el acueducto de Los Milagros
de Mérida probablemente no es romano sino visigodo, pues hay dataciones de los
materiales en el siglo IV y hasta c. 560, la más tardía tal vez por arquitectos
bizantinos. Por mi parte apunto que tal vez el monumento era originalmente
romano pero sería restaurado (incluso rehecho casi del todo) en época
tardorromana o visigoda.
Olaya, V. G. La Academia de San Fernando denuncia la
‘expoliación’ del Toledo visigodo. “El País” (15-XI-2019). La ciudad
palatina visigoda la fundó a mediados del siglo VI el rey Teudis. Ocupaba 14
hectáreas en la vega baja de la antigua Tolentum romana y medieval, destacando
dos edificios nuevos y monumentales, el palacio real y la basílica de San Pedro
y San Pablo, donde se coronaban los reyes visigodos. Los unía una red de calles
de hasta seis metros de anchura. La invasión árabe hizo que se abandonara la
ciudad, que quedó sepultada bajo metros de tierra por las inundaciones del río,
hasta las actuales excavaciones a partir de 2010 aproximadamente.
Olaya, V. G. Sonseca exige sacar su iglesia visigoda de
la ‘Lista Roja’ tras 15 años de restauración y estudios. “El País” (21-II-2023). El templo
visigodo del siglo VII de San Pedro de la Mata en Sonseca (Toledo), tal vez
construido por el rey Wamba.
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