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miércoles, 16 de julio de 2014

El artista español Velázquez (1599-1660).

VELÁZQUEZ (1599-1660).

Velázquez. Autorretrato en fragmento de Las meninas.

1.1. BIOGRAFÍA.
1.2. CARACTERÍSTICAS.
El estilo.
Los géneros.
2. ETAPAS DE VELÁZQUEZ.
2.1. PRIMERA ETAPA: LA FORMACIÓN EN SEVILLA (1599-1623).
2.2. SEGUNDA ETAPA: LA CORTE EN MADRID (1623-1629).
2.3. TERCERA ETAPA: PRIMER VIAJE A ITALIA (1629-1631).
2.4. CUARTA ETAPA: SEGUNDA ESTANCIA EN MADRID (1631-1649).
2.5. QUINTA ETAPA: SEGUNDO VIAJE A ITALIA (1649-1651).
2.6. SEXTA ETAPA: LOS ÚLTIMOS AÑOS (1651-1660).
3. TRASCENDENCIA POSTERIOR DE LA OBRA DE VELÁZQUEZ.

VELÁZQUEZ (1599-1660).
1.1. BIOGRAFÍA.
Diego Rodríguez de Silva Velázquez nació en 1599 en Sevilla, de padre portugués y madre sevillana. Su padre no era noble, pese a las falsas afirmaciones de hidalguía de su hijo, pero era notario apostólico y eso le permitió introducir a Diego en los círculos artísticos de la ciudad. El pintor tuvo siete hermanos y heredó varias casas en Sevilla de su padre, que le dieron rentas regulares toa su vida y consolidaron una posición económica desahogada. 
Fue alumno en 1610-1617 del pintor humanista Francisco Pacheco, con cuya hija Juana se casó en 1618. Velázquez se trasladó joven (1623) a Madrid y se convirtió en Aposentador del rey Felipe IV, cargo que le comprometía a buscar aposento a los monarcas en sus viajes y a preparar sus tribunas o localidades en los espectáculos. Este cargo burocrático limitó su actividad artística en cuanto al número de cuadros pintados, pero no alteró su vocación. Realizó dos importantes viajes a Italia (1629-1631, 1649-1651). Murió en 1660, ennoblecido por su mecenas con el título de Caballero de la Orden de Santiago.

1.2. CARACTERÍSTICAS.
El estilo.
El principal rasgo es el realismo: sus figuras denotan siempre un cuidado naturalismo, un estudio anatómico profundo, un interés por mostrar la realidad con convencimiento. Ello explica el detallismo de las escenas, la preocupación por los objetos cotidianos, incluso que no rehuya expresar la fealdad.
Velázquez es uno de los máximos maestros de la luz y del color. En su paleta destacan las gamas de azules, verdes y blancos. La combinación de azul y blanco en sus cielos consigue efectos originales, como si las nubes platearan el fondo azulado. Con verdes pinta sus bosques, a veces neblinosos. Si en su primera época fue tenebrista luego evolucionó al clasicismo.
Domina en especial la perspectiva aérea, una expresión subjetiva respecto a que la luz parece circular por dentro del cuadro, como iluminando las motas de polvo que flotan en el ambiente. El espectador tiene la impresión de que contempla aire real, tanto en un paisaje abierto como en un interior.

Los géneros.
Cultiva todos los géneros:
Los retratos pues es el pintor de la familia real. Felipe IV es retratado varias veces, así como el Conde-Duque de Olivares, las dos reinas Isabel Borbón y Mariana de Austria, y las infantas, sobre todo Margarita. A veces retrata en interiores, otras en paisajes de gran sensibilidad hacia la naturaleza, como los retratos de Felipe IV o del príncipe Baltasar Carlos (los fondos de Guadarrama).
El género religioso tiene pocas obras, la mayoría de juventud, como las Inmaculadas y, en especial, El Cristo Crucificado, que refleja una honda emoción religiosa.

Resultado de imagen de velazquez, La rendición de Breda

La rendición de Breda o Las lanzas como máximo ejemplo del género histórico.

Tiene también temas históricos, mitológicos y paisajes, unos temas excepcionales en la pintura barroca española. Sus obras maestras son los estudios de luz.

2. ETAPAS DE VELÁZQUEZ.
2.1. PRIMERA ETAPA: SEVILLA.
Sevilla, en esta época, gracias a su comercio con las Indias y Europa, es todavía la ciudad más importante de España. La ciudad cuenta con un gran círculo humanista y una ex­traordinaria escuela de pintura, de la que Pacheco es uno de los maestros y teóricos, pues escribe un tratado, El arte de la pintura, verdadero compendio de técnicas e iconografía religiosa. Su estilo está dominado por el dibujo y el idealismo.
Velázquez estudia como aprendiz en el taller de Francisco Pacheco entre 1610 y 1617.
A continuación, entre 1617 y 1622, permanece en Sevilla, con taller propio, y se casa (1618) con Juana, hija de Pacheco, lo que facilitará su ascensión como pintor. Su estilo cambia muy pronto, mediante la observación de la realidad y la copia de los modelos con sus movimientos y expresiones. Es evidente la temprana influencia del tenebrismo, seguramente a través de pinturas o copias de Caravaggio llegadas a Sevilla o por medio de la obra de Ribera.


Vieja friendo huevos (1619).

Se dedica a hacer obras religiosas, La Inmaculada Concepción (1618), La adoración de los Reyes Magos (1619), la Inmaculada (National Gallery, Londres; copia en París, descubierta en 1998), Imposición de la casulla a San Ildefonso (catedral de Sevilla) , San Pablo, Santo Tomás, San Pedro en lágrimas (col. particular, Vigo; hay copias, la mejor en la col. Heinemann, Nueva York), San Juan EáÁngelista (National Gallery, Londres), la realista La Cena de Emaús, Cabeza de apóstol (col. Casas-Torres, Madrid) y, sobre todo, retratos realistas de la vida cotidiana como El aguador de Sevilla, Vieja friendo huevos, que son verdaderos bodegones con figuras, Retrato de hombre (tal vez un autorretrato), Busto de caballero, La venerable Madre Jerónima de la Fuente (tres versiones), Cristóbal Suárez de Ribera (Museo de Sevilla), Góngora (Museo de Boston, copias en Museo Lázaro Galdeano y el Prado).


El aguador de Sevilla (1618-1622) es una alegoría sobre las tres edades del hombre, y realiza una composición audaz en círculos con las cabezas. Destaca el cántaro en primer plano por su tratamiento perfecto de la luz, tal como haría después Vermeer.

2.2. SEGUNDA ETAPA: LA CORTE (1623-1629).
En 1623 fue introducido en la Corte por el aval de sus propias obras, de su suegro, del sevillano Juan de Fonseca y del conde de Peñaranda. En el mismo 1623 se ganó el favor del conde-duque de Olivares y del rey, con lo que obtuvo el título de pintor del rey Felipe IV, y en 1627 consiguió el cargo de ujier de cámara.
Como pintor abandona las escenas religiosas y los bodegones y se dedicó por entero a los retratos de miembros de la Corte, en especial del rey y del conde-duque. No descuida los temas cotidianos, como Los borrachos. Los retratos son realistas, minuciosos, con medios ex­presivos simples y directos. Es evidente que su estilo desde 1623 sigue una continua línea ascendente, aunque muy marcada por los dos viajes a Italia, superando la etapa juvenil de titubeos.
Contactó con Rubens en su visita en 1628, y parece que este le aconsejó que fuera a Italia, y lo consiguió gracias a una bolsa real. Además, la influencia de Rubens se evidencia en el nuevo interés por los temas mitológicos (Los borrachos o El triunfo de Baco).


Los borrachos o El triunfo de Baco.

2.3. TERCERA ETAPA: PRIMER VIAJE A ITALIA (1629-31).
En este primer viaje a Italia (1629-1631), Velázquez residió en Roma entre abril de 1629 y finales de 1630, y visitó muchas ciudades italianas el resto de su estancia. Estudió a los grandes maestros del Renacimiento y del Barroco clasicista. Pintó en Italia el tema mitológico La fragua de Vulcano y los religiosos La túnica de José y el Cristo Crucificado.


La fragua de Vulcano (1629-1631).

El cambio es sustancial y permanente. Desde entonces integra y supera el tenebrismo y desarrolla el interés por el color (emplea más colores, con unas pinceladas más sueltas), el desnudo humano, la expresividad de los rostros, la composición más dinámica y compleja, la profundidad (cuida más los fondos) y la perspectiva aérea (con más matices luminosos).

2.4. CUARTA ETAPA: SEGUNDA ESTANCIA EN MADRID (1631-1649).
De vuelta en España asciende en la Corte: es nombrado ayuda de guardarropa en 1636.
Cultiva después de este viaje italiano una temática más variada: sigue con el retrato, pero vuelve a cultivar las escenas religiosas y continúa las de mitología y al aire libre y comienza a trabajar el desnudo humano.
En esta larga etapa pinta numerosos retratos cortesanos, de gran finura psicológica, como la larga serie del rey Felipe IV (que se nos muestra desde su juventud hasta la edad crepuscular, con una mirada melancólica), el Conde-duque de Olivares y el Infante Baltasar Carlos, muchos de los cuales representan a la familia real en actitudes de caza o de equitación (el caballo es símbolo del poder), con fondos paisajísticos. 


El niño de Vallecas.

También pinta personajes menores, como su propia esposa Juana Pacheco y, sobre todo, los bufones (El niño de Vallecas, El primo, El bobo de Coria y el último de la serie, Don Sebastián de Moura, todos ellos tratados con gran dignidad), y temas mitológicos, como los mendigos filó­sofos Esopo y Menipo y Marte, dios de la guerra, en los que se evidencia que la mitología se pone al servicio de la ironía y el realismo cotidiano.
Realiza una obra histórica genial por su composición, La rendición de Breda (pintado en los años 1630, aunque el hecho ocurrió en 1625), también llamado Las Lanzas. Muestra a los caballerosos caudillos español y holandés en primer término, con las lanzas de los soldados abriendo el espacio en vertical, con un paisaje luminoso y brumoso en el fondo de humos de la batalla sobre colinas que se pierden entre diversos tonos de azules.

2.5. QUINTA ETAPA: SEGUNDO VIAJE A ITALIA (1649-1651).
En 1649 efectuó su segundo viaje, comisionado por el rey para comprar obras de arte para la gran colección real. Visitó muchas ciudades, pero residió sobre todo en Roma. Velázquez era ya famoso y trató a muchos artistas, como Bernini, Rosa, Poussin y Cortona. Al parecer, tuvo entonces un hijo con una italiana, que le sirvió tal vez de modelo para su Venus del espejo


Venus del espejo (h. 1650-1651).


Retrato del papa Inocencio X (1649).

Pintó en 1649 el retrato del papa Inocencio X (1644-1655), el duro retrato del hombre investido del poder. Otras obras de entonces son el retrato de su servidor Juan Pareja y las dos notas paisajísticas del Jardín de la Villa Médicis (que Lafuente Ferrari ha denominado El mediodía y La tarde y que Gaya Nuño incluso dató en el primer viaje), de una gran instantaneidad, inspiración directa en el natural y técnica de pincelada suelta que será un precedente del impresionismo, puesto que Manet los estudió en El Prado.

2.6. SEXTA ETAPA: LOS ÚLTIMOS 9 AÑOS DE SU VIDA (1651-1660).
Regresa a Madrid en la primavera de 1651 y obtiene el cargo de aposentador mayor en 1652. En 1658 obtuvo el hábito de caballero de Santiago, su más alto grado en vida. Desde el segundo viaje italiano su evolución hacia la madurez es extraordinaria, tanto por la influencia italiana como por la propia reflexión artística. La variedad de colores, la mayor importancia de los motivos secundarios, la ambientación de interiores, la libertad absoluta de las pinceladas, y sobre todo el dominio de la perspectiva aérea, que difumina los términos lejanos, para dejar ver con mayor nitidez los más inmediatos. Sus obras de esta época son retratos cortesanos, el erótico desnudo de La Venus del espejo, excepcional en la pintura española de este género, y las dos más geniales: Las Meninas (1656), Las Hilanderas (1657), en las que la iluminación de sus interiores. Todavía se afina más.



Las meninas.

Diego Rodríguez de Silva y Velázquez pintó en 1656 su obra maestra, tal vez la obra cumbre de la pintura de todos los tiempos, el óleo sobre tela conocido como Las meninas, Retrato de la infanta Margarita o también La familia de Felipe IV.
Su gran formato (318 x 276) no es excepcional en el género de retrato en su época, pues el mismo Velázquez tiene retratos de Corte semejantes y casi todos los grandes maestros barrocos, como Rembrandt y Rubens, lo abordaron en algún momento.
El cuadro, obra magna de la Colección Real, fue colocado en sitios distinguidos de los aposentos reales: primero en el Cuarto Bajo (una pieza del despacho de verano) del Real Alcázar de Madrid, donde consta en 1700 (nº 286); y luego en diversos lugares del Palacio Real Nuevo de Madrid, primero en la Antesala de la Furriera, en 1747 (nº 4); en el Paso de Tribuna y Trascuartos, en 1772 (nº 4); en el Cuarto dormitorio de la Serenísima Infanta, 1794 (s. n.); y en la Pieza Amarilla del Palacio Real de Madrid, en 1814-1818 (nº 4), hasta su paso definitivo al Museo del Prado en 1819.
Velázquez pintó el cuadro en una sala del Alcázar de Madrid, el llamado Cuarto del Príncipe, cuyos planos nos han llegado hasta la actualidad, y cuyo cotejo con el cuadro muestra varias incongruencias, la principal de las cuales es que en el muro de la derecha había siete ventanas, que Velázquez reduce a cinco, por lo que, salvo que se hicieran reformas hoy desconocidas, se puede aventurar que el pintor transformó la realidad para adaptarla a sus fines estéticos, probablemente para conseguir mejores efectos de claroscuro y mayor profundidad.
El dominio de la técnica pictórica por Velázquez, en la cima de su madurez como artista, es excepcional. Destaca la composición de los personajes en su relación espacial en los distintos planos formados por grupos (las meninas y la infanta, el pintor, el caballero en la puerta...) y no es menos genial el realismo con que narra los detalles o lo que es lo mismo, la complicidad del espectador con el espacio vivido de los reyes, que no aparecen en el cuadro sino a través del reflejo especular, en la misma posición, pues, que el espectador imaginario; la función notarial de la realidad por el artista; el claroscuro sobre los personajes y los objetos; la conseguida perspectiva aérea que inunda toda la habitación de una atmósfera tan luminosa como misteriosa; la soltura de la pincelada y la vivacidad del colorido con una paleta que anuncia dos siglos antes el impresionismo. Con razón, pocos decenios después, Luca Giordano (conocido como Lucas Jordán en España) dijo de este cuadro: “Es la teología de la pintura”, y posteriormente fue admirado y estudiado por Goya, Manet o Picasso, entre una multitud de grandes maestros.
La infanta Margarita (1651-1673), vestida de blanco, aparece en el centro, rodeada allí por sus “meninas” o damas de compañía, María Agustina de Sarmiento e Isabel de Velasco, y en la derecha del cuadro acompañada por dos famosos bufones de la Corte, María Bárbola y Nicolasito Pertusato, y un perro mastín, detrás de los cuales, en la penumbra de un segundo plano aparecen conversando un guardadamas, la dueña Marcela de Ulloa. Al fondo, en una puerta abierta a una escalera, está el aposentador José Nieto, y cerca de él, en la izquierda (a media distancia hacia el pintor), se ve el reflejo en un espejo de los reyes, Felipe IV (1605-1665) y Mariana de Austria (1634-1696).
Sobre las paredes cuelgan unas copias de cuadros mitológicos de Rubens, realizadas por el yerno de Velázquez, el notable pintor Juan Bautista Martínez del Mazo, el mismo que terminó algunos cuadros dejados inconclusos a la muerte del maestro y que imitó su estilo en los retratos, pero sin su excelencia técnica y compositiva.
La extraordinaria complejidad estructural y la ambigüedad de los motivos y personajes han favorecido la multiplicación de las interpretaciones sobre el significado de la obra.
Hay dos grandes propuestas sobre la narración de la escena: según la mayoría de los autores, capta la escena de entrada de la infanta Margarita en el taller, cuando el pintor está retratando a los reyes, en una habitación cuyas zonas sucesivas de luz y sombra llevan nuestra mirada hacia el fondo en el que descuellan los monarcas. La otra opción es que Velázquez está en el acto de pintar el mismo cuadro que nosotros vemos (así pues, sería una metapintura, una pintura sobre sí misma) y que son los reyes los que irrumpen en la escena. Hay que añadir la importancia simbólica del realismo en la descripción de los objetos y en especial la significación sociológica del búcaro de agua que le muestra la menina a la Infanta [“El País” Babelia (2-V-1992)].
La mayoría de los autores concuerdan en señalar que la intención final de Velázquez es reivindicar la nobleza o al menos el carácter liberal de la pintura frente al menor reconocimiento social de la artesanía, pues muchos seguían viendo a los artistas como artesanos de poco valor. Era pues un tema fundamental para Velázquez en el contexto de la sociedad clasista de la España del siglo XVII y detalles esclarecedores al respecto serían el autorretrato del artista a la izquierda del grupo, siendo esta la primera aparición de un pintor en un retrato de la realeza, y la preciada cruz de Santiago (un símbolo de alcurnia aristocrática y limpieza de sangre) que adorna su pecho y que según una tradición pintó el propio rey después del fallecimiento de su amigo, aunque lo más probable es que la pusiera su yerno.
Las radiografías del cuadro muestran que hubo una primera versión en la que no aparece el autorretrato del pintor ni el gran lienzo que éste pinta, sino que en su lugar hay un joven paje o caballero que lleva algo en las manos, mientras que los otros personajes están básicamente iguales, salvo pequeñas alteraciones que hacen pensar que se desarrollaba en esa escena el preciso ritual de beber agua. ¿Qué significa este importante retoque? Manuela Mena, conservadora del Museo del Prado, aventura que el cuadro se pintó en 1656 con una concreta utilidad política y que fue retocado en 1657 debido a un replanteamiento de esa utilidad. En resumidas cuentas, Felipe IV, sin sucesor masculino en 1656, tardó en decidir si debía jurar como heredera la infanta Margarita, la protagonista del cuadro, o su hermana mayor María Teresa, que a la postre sería reina de Francia, y el cuadro de Velázquez refleja esa duda y la preferencia que recayó inicialmente en 1656 en la más joven para la continuación de la dinastía. Pero el nacimiento del infante Felipe Próspero en 1657 alteró la situación y el cuadro dejó de tener un alto valor político, por lo que Velázquez pudo retocarlo con preocupaciones particulares suyas, relacionadas con su nombramiento como caballero de la Orden de Santiago, logrado ese mismo año; se pinta entonces, con permiso del rey, con el hábito de la orden en actitud de pintar un gran cuadro de la escena doméstica de la Infanta.

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Las hilanderas.

Las hilanderas (1657) es un complejo juego mitológico (los mitos de Aracne y del Rapto de Europa) tratado en un ambiente popular. En la escena del fondo se representa el rapto de la doncella Europa por Zeus en forma de toro, por lo que se debe entender que nos hallamos ante un tapiz realizado en base a un dibujo de Rubens para un cuadro de dicho tema que se halla en el Pardo. Pero la escena de Minerva y Aracne es indudablemente real. Unos modelos vivos se presentan ante el pintor ‑ y tres damas de la Corte‑ y toman la posición del mito. No están encuadrados por los ribetes de un tapiz sino que se asientan sobre el suelo claramente. Una de las damas sostiene lo que posiblemente sería un tondo con una representación pictórica del mito de Aracne para que las modelos tomaran bien sus posiciones. Y en primer plano se disponen las hilanderas que metafóricamente representan lo mismo que el mito del fondo. La idea es la de que los mitos reflejan la verdadera naturaleza humana.

3. TRASCENDENCIA POSTERIOR DE LA OBRA DE VELÁZQUEZ.
Velázquez no dejó al morir una escuela que continuara su magisterio artístico; quienes podemos llamar discípulos suyos son además familiares o servidores, como su criado Juan de Pareja. Destaca Juan Bautista Martínez del Mazo, su yerno, que terminó algunos cuadros dejados inconclusos a la muerte del maestro y que imitó su estilo en los retratos, pero sin su técnica y composición.
Debemos esperar a la segunda mitad del siglo XVIII, con la profunda influencia de su realismo sobre Goya (quien realiza una serie de aguafuertes sobre su obra), para que se inicie la recuperación de Velázquez, que progresa en el siglo XIX y se hace ya general en el siglo XX, en el que influye sobre Picasso (la serie de Las Meninas de los años 50), Bacon y muchos pintores realistas o con etapas de este estilo.

BIBLIOGRAFÍA. 
Internet.

Documentales / Vídeos.
[http://www.rtve.es/alacarta/videos/mirar-un-cuadro/mirar-cuadro-meninas-velazquez/1887651/Serie: Mirar un cuadro. Las Meninas. Documental TVE. 24 minutos.
[https://www.youtube.com/watch?v=hoGjEnorv54] Velázquez. Variaciones. Producción de Canal+. 52 minutos.

Cómic.
García, Santiago (guión); Olivares, Javier (ilustración). Las meninas. Astiberri. Bilbao. 2014. 192 pp. Novela gráfica. Reseña de Vañó, Valentín. Biografía posmoderna de un español ilustre. “El País” Babelia 1.204 (20-XII-2014) 11.

Exposiciones.
<Velázquez>. Madrid. Museo del Prado (1990). Cat. Textos de Jonathan Brown, et al, 467 pp.
<Velázquez>. Londres. National Gallery (18 octubre 2006-21 enero 2007). Reseña de Serra, Catalina. La austera genialidad de Velázquez. “El País” (18-X-2006) 55. Incluye texto de Tomás Llorens. ‘La fragua de Vulcano’. / Gómez, Lourdes. Velázquez arrasa en Londres. “El País” (14-I-2007) 50.
*<Fábulas de Velázquez. Mitología e historia sagrada del Siglo de Oro>. Madrid. Museo del Prado (19 noviembre 2007-24 febrero 2008). 28 obras de Velázquez y 24 de otros 17 artistas (Caravaggio, Tiziano…). Comisario: Javier Portús. Reseñas de García, Ángeles. La leyenda de la Venus desnuda. “El País” (10-XI-2007) 40. Redacción. El gran fabulador y su mundo (41). Calvo Serraller, F. Pintarse a sí mismo (41). García, Ángeles. Fábula, mitología, Velázquez. “El País” (20-XI-2007) 51. Calvo Serraller, F. Entre lo divino y lo humano (51).
*<Olvidando a Velázquez. Las meninas>. Barcelona. Museu Picasso (18 mayo-28 septiembre 2008). 61 obras sobre la influencia sobre Picasso y otros 25 artistas. Reseña de Roberta Bosco. Las hijas de ‘Las meninas’. “El País” (16-V-2008) 43.
*<Velázquez y la familia de Felipe IV>. Madrid. Museo del Prado (8 octubre 2013). Obras de Velázquez (30) y sus discípulos Juan Carreño de Miranda y Juan Bautista Martínez del Mazo, de colecciones españolas y extranjeras, de 1650 a 1665. Comisario: Javier Portús. Reseñas de Seisdedos, Iker. Velázquez en el Prado, el regreso. “El País” (18-IX-2013) 38. / Corazón, Alberto. Velázquez vuelve al Museo del Prado: el aliento del genio. “El País” (5-X-2013) 38. Excelente resumen de su periodo de pintor de corte, con varios fragmentos para citar.
*<Velázquez. Murillo. Sevilla>. Sevilla. Hospital de los Venerables (8 noviembre 2016-28 febrero 2017). 19 obras de origen sevillano de ambos pintores de col. privadas y públicas. Comisario: Gabriele Finaldi. Reseña de García, Ángeles. Velázquez y Murillo, aire familiar. “El País” (8-XI-2016).

*<Velázquez, Rembrandt, Vermeer. Miradas afines en España y Holanda>. Madrid. Museo del Prado (25 junio-29 septiembre 2019). 72 obras de artistas holandeses y españoles. Comisario: Alejandro Vergara. Reseña de Rodríguez Marcos, Javier. Pintores sin fronteras. “El País” Babelia 1.439 (22-VI-2019). / De la Villa, Rocío. Adiós a los viejos relatos. “El Cultural” (28-VI-2019).


Libros.
Ayala Mallory, Nina. Del Greco a Murillo. La pintura espa­ñola del Siglo de Oro 1556-1700. Alianza Forma. Ma­drid. 1991. 283 pp.
Baticle, Jeannine. Velázquez, el pintor hidalgo. Aguilar. Madrid. 1990. 160 pp.
Bottineau, Yves. Vélasquez. Mazenod. París. 1998. 352 pp.
Brown, J. Velázquez, pintor y cortesano. Alianza. Madrid. 1986. 322 pp.
Brown, J. La Edad de Oro de la pintura en España. Nerea. Ma­drid. 1991 (1990). 338 pp.
Company, Ximo. Velázquez. El placer de ver pintura. 2017. Ensayo que reivindica la contemplación no erudita. Reseña de Bono, Ferran. Cuando la erudición es un muro que atrofia el genio de Velázquez. “El País” (8-I-2018).
Gállego, Julián. Velázquez, en Pijoan. Histo­ria del arte. Sal­vat. Barcelona. 1973. v. 7, pp. 89-122.
Gállego, Julián. VelázquezCol. Alianza Cien. Madrid. 1994. 64 pp. más ilus. 
Gállego, Julián. La realidad trascendida y otros estudios sobre Velázquez. CEEH. Madrid. 2011. 440 pp. Reúne ensayos en monografías o catálogos, y artículos en prensa.
García, Ángeles. Sevilla consagra al primer Velázquez. “El País” (15-X-2014) 40. El Espacio Santa Clara, con el comisariado de Benito Navarrete, expone (15 octubre 2014-15 enero 2015) su primera obra, el cuadro La educación de la Virgen (1617) y otras obras relacionadas de él mismo, Luis Tristán y Juan de Roelas.
Justi, Carl. Velázquez y su siglo. Espasa-Calpe. Madrid. 1953 (1888 alemán). Istmo. Madrid. 1999. 735 pp.
López-Rey, José. Velázquez. Le peintre des pein­tres. Tas­chen. Colonia. 1996. 2 vs. 261 y 327 pp. 231 y 156 ilus.
López-Rey, José. Velázquez. The Complete WorksTaschen. Colo­nia. 1997. 264 pp. José López-Rey (1905-1991) fue uno de los principales especialistas.
López-Rey, José; Delenda, Odile. Velázquez, Obra completa. Taschen / Wildenstein Institute. Colonia. 2014. 416 pp.
Maravall, José Antonio. Velázquez y el espíritu de la modernidad. Alianza. Madrid. 1987. 154 pp.

Artículos. Orden cronológico.
Serra, Catalina. La austera genialidad de Velázquez. “El País” (18-X-2006) 55.
Celis, Barbara. Velázquez vuelve a ser Velázquez“El País” (11-IX-2009) 38. Un autorretrato.
Navarrete Prieto, Benito. Entender el primer Velázquez. “El País” (18-X-2010) 31. Sobre el descubrimiento en el Museo de Yale de La educación de la Virgen.
García, Ángeles. Entrevista a Jonathan Brown. ‘Con Velázquez nunca lo has descubierto todo’. “El País” (9-I-2012) 34.
García, Ángeles. Velázquez se reencuentra con ‘El inquisidor’. “El País” (5-XII-2012) 39. El óleo sobre tela El inquisidor (1628) (121 x 101), de col. particular en Latinoamérica y hoy en Múnich, retrata al inquisidor Sebastián García de la Huerta, y se ha redescubierto gracias a un artículo de la especialista Carmen Garrido en la revista “Ars Magazine”.
Ávalos, Almudena. Velázquez. El pintor de la moda del siglo XVII. “El País” S Moda 183 (21-III-2015) 34-39. Un estudio de la moda femenina y masculina en varios de sus retratos.
Montañés, J. Á. Una pintura digna del Prado. “El País” (26-V-2016). Se subasta una obra del taller de Velázquez, Doña Mariana de Austria.
García, Ángeles. El Prado recibe un ‘velázquez’ inédito donado por un hispanista. “El País” (15-XII-2016). El retrato de Felipe III fue pintado en Madrid en 1627 para ‘La expulsión de los moriscos’, obra desaparecida en un incendio.
De las Heras, Ruth. Un retrato infantil atribuido a Velázquez a subasta en Madrid. “El País” (4-IV-2017). Un único experto, Richard de Willermin, acredita el cuadro, desconocido hasta hoy, un retrato de una joven que podría ser del periodo sevillano, hacia 1617.
Vázquez, Cristina. Valencia lucirá una ‘Dama de perfil’ atribuida a Velázquez. “El País” (6-IV-2017). El Museo de Bellas Artes expondrá el pequeño lienzo en mayo, un retrato al ‘borrón’, probablemente pintado en Roma entre 1629 y 1631.
De las Heras, R. El Gobierno prohíbe la salida de España de ‘Retrato de niña’, atribuible a Velázquez. “El País” (22-IV-2017).
De las Heras, R. Ocho millones por el retrato atribuido a Velázquez. “El País” (26-IV-2017).
García, Ángeles. El Felipe III perdido de Velázquez ya cuelga en el Prado. “El País” (6-VI-2017). El único boceto del artista en el museo, sirvió para preparar en 1627 perdida La expulsión de los moriscos.
Riaño, Peio H. El trazo de Velázquez que escondía un retrato anónimo. “El País” (10-IV-2019). Javier Portús, experto del Museo del Prado, atribuye al pintor un cuadro del MET neoyorquino, Retrato de Juan de Córdoba, fechado probablemente durante su segundo viaje a Italia (1649-1651).

De Miguel, Rafa. Sotheby’s saca a subasta la ‘Papisa’ perdida de Velázquez. “El País” (1-VII-2019). El rastro del retrato de Olimpia Pamphili, considerada la mujer más poderosa de la Roma del siglo XVII, se esfumó casi tres siglos. [https://es.wikipedia.org/wiki/Olimpia_Maidalchini]

De Miguel, Rafa. La ‘Papisa’ de Velázquez, vendida por 2,8 millones. “El País” (4-VII-2019). Por debajo de las previsiones.


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