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jueves, 17 de julio de 2014

El artista español Joan Miró (1893-1983).

EL ARTISTA ESPAÑOL JOAN MIRÓ

LOS PRIMEROS AÑOS.
ETAPA DETALLISTA.
EL SURREALISMO MIRONIANO.
EL ESTILO SALVAJE.
LAS CONSTELACIONES.
LOS ÚLTIMOS AÑOS.

MIRÓ.
Joan Miró i Ferrà, pintor y escultor español y catalán (Barcelona, 1893-Son Abrines, Mallorca, 1983), cuyas obras recogen motivos extraídos del reino de la memoria y el subconsciente con gran fantasía e imaginación, y que se hallan entre las más originales del siglo XX.
Nieto, Aznar y Soto destacan que: ‹‹(…) Joan Miró (1893-1983), un pintor mucho más afín a nuestra sensibilidad contemporánea [que Dalí], aportó al Surrealismo una libertad de espíritu y una inocencia que no ha tenido parangón, y en cuadros como Interior holandés recreó un precioso universo personal poblado de estrellas, notas musicales y pequeños animales para, en lugar de servirse del lenguaje del pasado, crear un nuevo lenguaje que nos ayude a mirar el mundo con ojos diferentes.›› [Nieto; Aznar; Soto. Historia del Arte. 1994: 180.]

LOS PRIMEROS AÑOS.
Miró nació el 20 de abril de 1893 en Barcelona en el seno de una familia de tradición artesanal, estudió comercio y trabajó en una droguería, pero también inició su formación artística en la Escuela de Bellas Artes de la Lonja de Barcelona (1907-1910), donde fue discípulo de Pascó y de Urgell. Simultáneamente realizó estudios de contable (1907-10) y trabajó de administrativo en Barcelona. Después de una enfermedad (1911) y la convalecencia que siguió en Mont-roig (un pueblo al sur de Tarragona) se impuso a las presiones de su familia, que no deseaba su dedicación al arte.
En 1912 ingresó en la Academia Galí, donde Francesc Galí era un verdadero apóstol del Noucentismo. Miró no se adaptó al estilo colectivo de la Academia, pero la educación recibida le fue muy útil. Frecuentó (1913-1918) asimismo la academia del Círculo Artístico de Sant Lluc, donde comenzó su amistad con E. C. Ricart, J. F. Ràfols y Joan Prats, y conoció a Gaudí. En resumen, recibió en su juventud la influencia del Noucentismo (Campesino, 1914) y de las primeras vanguardias venidas de Europa: el fauvismo con sus brillantes colores (Playa de Cambrils, 1915), el expresionismo y el cubismo (con sus formas fragmentadas), junto a la miniatura persa y las formas bidimensionales de los frescos románicos catalanes. Su catalanismo, tanto ideológico como temático, estará siempre presente en su obra.
En 1916 se orientó definitivamente por el camino de las vanguardias europeas, a consecuencia de su contacto con el marchante catalán Josep Dalmau. Visitó ese año la exposición en Barcelona del arte francés que organizó Vollard y empezó a leer poesía francesa y revistas de vanguardia. En 1918 celebró su primera exposición individual (un completo fracaso de ventas) en las galerías Dalmau, con presentación (un calígrama) del catálogo por Josep M. Junoy. Con Llorens Artigas y los miembros del grupo de Vilanova (Ricart, Ràfols, Sala...) participó en la breve Agrupación Courbet (1918-1919). Sus obras de esta etapa, Nord-SudSiuranaPrades, son una síntesis espontánea y libre entre la descomposición cubista de la forma y la libertad fauve en el color. En esta etapa muestra ya su temprano dominio del color, aunque su dibujo es tosco.
Más tarde, en obras como Molinillo de cafeRetrato de niñaEl huerto del asno, hay un expresionismo arrebatado, con una tendencia por la que el análisis de los conjuntos visuales lleva a la concreción de cada objeto como un ente separado, aislado, purificado, hecho más típico e intenso, como un signo.

ETAPA DETALLISTA.
Posteriormente, hacia 1918-1922, elaboró una pintura minuciosa y detallista, caligráfica y miniaturista, figurativista, plana y con influencias cubistas. Va mejorando su dominio del dibujo. Los temas son cotidianos, paisajísticos, familiares, de un cierto gusto naif, como en Autorretrato (1919) y La Masía (1921-1922), adquirida por su amigo Hemingway.

Miró. La Masía (1921-1922).

En marzo de 1920, tras largos preparativos, viajó a París, donde contactó con el grupo Dadá y conoció a Picasso, Raynal, Max Jacob, Reverdy, Tzara. Fue madurando su estilo. Desde 1921 marcha cada invierno a París, en la que realizó ese año su segunda exposición individual (otro rotundo fracaso de ventas), organizada por el marchante Dalmau y presentada por Maurice Raynal. Su combinación del análisis cubista con la encendida coloración fauve produjo en ese periodo obras complejas y sabias, en un arabesco compacto, como La mesa (1920), la Bailarina española (1920), el simplificado Desnudo (1921), La masovera (1922) y La espiga de trigo (1922).

EL SURREALISMO MIRONIANO.
En París, hacia 1920-1923, durante sus ya largas estancias (alternadas con sus veranos en Mont-roig) comenzó a relacionarse con los grupos vanguardistas, aunque no entra en el grupo surrealista de Breton hasta principios de 1925.
En el verano de 1923, en Mont-roig, se operó la gran transformación de Miró, cuya pintura asumió la concepción que ya guardaría en lo esencial para siempre. Su pintura en esta época evolucionó hacia la creación de un lenguaje propio, el llamado “onirismo esquemático”, con tintas planas y signos esquemáticos y poéticos. Es un surrealismo abstracto, opuesto al surrealismo figurativo de Dalí.
Se basaba en el método del automatismo psíquico (la anulación de la consciencia para que brote la inconsciencia). Quería un arte tan directo y puro como la poesía surrealista (1924 es el año del primer manifiesto surrealista). No contempla el paisaje con ideas preconcebidas (para encontrarlas en él), sino que deja que el paisaje llegue al pintor y le transforme. Crea ahora un universo pictórico nuevo, con símbolos que repetirá siempre (estrellas, palomas, sexos abiertos), de formas y colores en movimiento, rezumando libertad y alegría. Miró arranca de la memoria, de la fantasía y de lo irracional para crear obras que son transposiciones visuales de la poesía surrealista. Abundan los cuadros-poema, con una asociación literaria a poetas surrealistas (la poesía será siempre una de sus grandes pasiones).

Miró. Tierra labrada (1923).

Miró. El carnaval de Arlequín (1924-1925).

Sus obras maestras del periodo fueron Tierra labrada (1923), El carnaval de Arlequín (1924-1925, Galería Albright-Knox, Buffalo), El campesino catalán (1925), otro El campesino catalán de la guitarra (1925, Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid), y la lírica El perro que ladra a la luna (1926). Estas visiones oníricas a menudo comportan una visión humorística o fantástica, conteniendo imágenes distorsionadas de animales jugando, formas orgánicas retorcidas o extrañas construcciones geométricas. Las composiciones de estas obras se organizan sobre neutros fondos planos y están pintadas con una gama limitada de colores brillantes, especialmente azul, rojo, amarillo, verde y negro. En ellas se disponen sobre el lienzo, como de modo arbitrario, siluetas de amebas amorfas alternando con líneas bastante acentuadas, puntos, rizos o plumas. Posteriormente, Miró produjo obras más etéreas en las que las formas y figuras orgánicas se reducen a puntos, líneas y explosiones de colorido abstractos.
La exposición individual de Miró 1925 en París, en la Galería Pierre, apoyada por los surrealistas, constituyó, por fin, un sonoro éxito y Miró adquirió una rápida fama internacional. Más tarde será considerado como el mayor pintor surrealista, por encima de Dalí, André Masson o Max Ernst, basándose en una interpretación sesgada de unas palabras de Breton: ‹‹Miró es probablemente el más surrealista de nosotros››. En realidad, Breton criticaba que Miró era demasiado racional, que estudiaba demasiado la composición de sus obras. Es cierto que hay miles de dibujos preparatorios y que Miró siempre vivió dos pulsiones: una pintura de impulso irracional e inmediato en la inspiración, y una ejecución muy elaborada y meditada, que podía durar muchos años.
Pasó al grafismo de los temas de circo reducidos a leves esquemas en 1927, para volver a la gozosa acumulación de objetos en la serie de tres Interiores ho­landeses (1928), del que destaca Interior holandés I (1928, Museo de Arte Moderno, Nueva York).
De las numerosas exposiciones celebradas en París hay que destacar la de 1928, organizada por Pierre Loeb, su marchante durante muchos años, que le introduce en los mercados internacionales: el MOMA le compra en 1929 dos cuadros.
Se casó con la mallorquina Pilar Juncosa (1929), con la que tuvo una hija, Dolores (1930) y vivió en esos años en París (1920-1933) hasta su vuelta a Barcelona (1933-1936) aunque siguió exponiendo en las galerías parisinas Blenheim y Pierre, y en la neoyorquina de Pierre Matisse. En 1930 había abierto el camino de EE UU con su primera exposición en Nueva York (Galería Valentine).
En esa época tuvo varias experiencias en el mundo del teatro. Primero, los decorados con Max Ernst de Romeo y Julieta (1926), para los Ballets Rusos, una colaboración que le ganó el rechazo del grupo surrealista. Luego, destacan los decorados y los figurines de Juegos de Niños (1932), para los Ballets Rusos de Montecarlo.
En 1931 expuso en la Galerie Pierre sus esculturas-objetos, Construcciones, antecedentes de una actividad escultórica que reprenderá en los años 70 con gran fuerza. Estas esculturas son importantes en la comprensión de su evolución porque reflejan una profunda crisis del artista, en la que cultiva el expresionismo y nuevas técnicas (collage, dibujo, escultura). En estos años de crisis (1930-1931), Miró hablaba a menudo del ‹‹asesinato de la pintura›› (ya un concepto anterior, de 1927 al menos) que es realmente una interrogación sobre el sentido de los materiales y de las fórmulas del arte. Miró, nunca bastante satisfecho de lo que ha logrado, intentó siempre nuevos caminos artísticos. Se decantaba generalmente por el juego y la poesía, pero todavía sufrirá varias crisis que penetran en su obra, alternándose con sus periodos de optimismo.

EL ESTILO SALVAJE.

Resultado de imagen de Miró. Bodegón del zapato viejo (1937).
Miró. Bodegón del zapato viejo (1937).

A partir de 1934 realizó obras que manifestaban su profundo rechazo a la crisis política y social, que reflejaban su desazón espiritual, premonitoria de los terribles desastres de las guerras que pronto vendrían. La impresión de la Guerra Civil española (1936-1939) se plasma en seres deformados y hostiles, en colores tensos y tenebrosos, de violencia trágica, de un realismo feroz, en El Segador (1937), para el Pabellón de la República en la Exposición Universal de París, Bodegón del zapato viejoCabeza de mujer II. Estas figuras terribles, nacen de la tierra, en la que se asientan con pies enormes (un motivo que se repite en sus obras). También ayudó a los republicanos españoles con el cartel de propaganda Aidez l'Espagne (1937). En este periodo de guerra civil vivió entre París y Varengeville (Normandía).

LAS CONSTELACIONES.
Aunque identificado con la causa republicana, tras el inicio de la II Guerra Mundial volvió a España en 1940 huyendo de la invasión alemana y llevó una vida retirada durante la dictadura franquista. Primero se refugió en Palma de Mallorca (1940-1942), para residir más tarde, entre 1942 y 1956, en Barcelona, salvo durante algunos viajes al extranjero y Mallorca.
Con el paso del tiempo su lenguaje se radicalizó y asentó, como se advierte en la serie Las Constelaciones (1940-1941). En esta serie de gouaches hay un evidente escape imaginativo, nacido en la paz de Varengeville y reanudado en Mallorca, ante el horror de la guerra. Son obras en las que contemplamos un microcosmos de nocturnos imposibles lleno de figuras indefinibles, que corresponden a su mitología particular: luna, sol, estrellas, pie, mujer, elementos fálicos y femeninos.
En 1941 realiza su primera gran retrospectiva en el MOMA de Nueva York. Pero son años de oscurantismo, de exilio interior. Vuelve al mercado internacional desde 1945, con la exposición de sus Constelaciones en la galería Pierre Matisse de Nueva York y en 1947, con su exposición en la galería de Aimé Maeght, su marchante desde entonces en París.
Miró también experimentó con otros medios artísticos, como grabados y litografías. También realizó acuarelas, pasteles, collages, pintura sobre cobre, escultura, escenografías teatrales y cartones para tapices.
En 1944 acaba su primera gran obra maestra como grabador (sus primeras experiencias son de 1928), con las litografías de la serie Barcelona, otra obra de clara evocación antibelicista. El grabado es un género que siguió cultivando toda su vida con gran acierto, como prueba el que en 1954 obtuvo el Premio Internacional de Grabado de la Bienal de Venecia.
En 1944 también comienza a cultivar la cerámica (con Llorens Artigas), primero con pequeños objetos, como la serie de 1953-1955, que expone en 1956 en París y Nueva York y que se engarzan con el muralismo cerámico, en el que destacan grandes conjuntos murales, en los que, con su universo simbólico, trasciende el muralismo mexicano (este era realista). Sus máximas obras en esta faceta son la pareja Muro del Sol y Muro de la Luna para la sede de la UNESCO de París (1958), por la que en 1959 recibió de manos del presidente estadounidense Eisenhower el premio Guggenheim.

LOS ÚLTIMOS AÑOS.
Desde 1956 vive en Palma de Mallorca (Son Abrines) y trabaja en el taller que le ha edificado su amigo Josep Lluís Sert. Tras una crisis pictórica (1956-1959), de redefinición de estilo y de dedicación a otras artes, desde 1959 vuelve a cultivar la pintura, con grandes superficies de color (con seguridad influidas por el expresionismo abstracto norteamericano), con un predominio creciente del gesto sobre la construcción del espacio pictórico. Hay una profundización y simplificación de su lenguaje, con un estilo cada año más desenvuelto, alegre y libre. En su madurez, Miró alcanzó un lenguaje de ímpetu feliz, con la espontaneidad de los niños. De hecho, se pueden diferenciar en su obra de estos años dos tipos de pinturas: “lentas” y “espontáneas”. El artista ha recuperado la infancia del mundo, un tiempo anterior de felicidad.

Miró.Dona i ocell (1982).

Se interesa aun más por la litografía y el grabado; la escultura, utilizando como materiales unos bronces que surgen de la reflexión sobre cosas encontradas (los objets trouvés del dadaísmo y surrealismo), con obras como Dona i ocell (1982) y L'Oiseau Solaire, así como materiales cerámicos, con los que obtiene texturas y matices inéditos para sus esculturas monumentales, como el gran conjunto del Laberinto de Saint-Paul-de-Vence; los murales cerámicos de la Universidad de Harvard (1960), la exposición de Osaka (1970), el aeropuerto de Barcelona (1971) y el mural del Palacio de Congresos y Exposiciones de Madrid (1980); cultivó desde 1969 (sus primeras experiencias son de los años 30) otra vez la obra textil, en colaboración con Josep Royo, en forma de tapices y los collages que se llamarán sobreteixims y sacs (1972-1973); realizó también preciosos vitrales en la mejor tradición del color medieval.
Desde los años 60 su fama es mundial: se le hacen grandes exposiciones antológicas en los mejores museos e instituciones de París, Londres (Tate Gallery, 1964), Fundación Maeght de Saint-Paul-de-Vence (1968), Nueva York (MOMA, Guggenheim), Tokio…
En España comienza a ser reconocido por el público, gracias a que en Barcelona se celebran grandes exposiciones en 1968 y 1969, que coinciden con el comienzo de una etapa (1968-1977) en la que manifiesta más explícitamente su compromiso con el catalanismo y la lucha democrática. Crea junto al Ayuntamiento de Barcelona la Fundación Joan Miró (inaugurada en junio de 1975), como un Centro de Estudios de Arte Contemporáneo.
En los últimos años la vejez reduce la cantidad y calidad de su obra, pero consigue ultimar grandes proyectos monumentales: sus murales cerámicos y sus esculturas cerámicas se emplazan en grandes espacios públicos. Su voluntad es hacer un arte popular, para toda la sociedad.
Desde 1973, a la muerte de Picasso, goza de la gloria de ser el más prestigioso pintor vivo del mundo. Se multiplican los homenajes a su persona y los estudios sobre su obra. Cuando muere en 1983, tras unos pocos años finales de inactividad, podía afirmar que había abierto nuevos caminos y descubierto un lenguaje innovador. Había logrado ser el gran artista de sus sueños juveniles.

FUENTES: MIRÓ.
Internet.
Boix Pons, Antonio. Joan Miró: El compromiso de un artista, 1968-1983. Tesis doctoral. Universitat de les Illes Balears (UIB). Palma de Mallorca. Leída 12-XI-2010. 2 vs. 2.028 pp. [http://www.tdx.cat/TDX-0208111-121936]

Exposiciones.
<Joan Miró 1893-1993>. Barcelona. Fundación Joan Miró (1993). Cat. 531 pp.

Libros generales.
Bonet, Juan Manuel. Diccionario de las vanguardias en España 1907-1936. Alianza Forma. Madrid. 1995. 654 pp.
Bozal, Valeriano. Pintura y escultura españolas del siglo XX. Vols. 36 (1900-1939) y 37 (1939-1990) de Col. Summa Artis. Espasa-Calpe. Madrid. 1992. 700 y 677 pp.
Brihuega, Jaime. Las vanguardias artísticas en España, 1909-1936. Istmo. Madrid. 1981. 581 pp.

Libros.
Brihuega, Jaime. Miró y Dalí: los grandes surrealistas. Anaya. Madrid. 1993. 95 pp.
Dupin, Jacques. Miró. Polígrafa. Barcelona. 1993 (rev. ed. 1961). 480 pp.
Gimferrer, Pere. Miró y su mundoPolígrafa. Barcelona. 1978. 235 pp.
Malet, Rosa Maria. Joan Miró. Polígrafa. Barcelona. 1983. 128 pp. En español. Joan Miró. Col. Pere Vergés de Biografies. Edicions 62. Barcelona. 1992. 152 pp. En catalán, con mucho más texto.

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