PERIODIZACIÓN E HISTORIOGRAFÍA DEL ARTE MEDIEVAL.
PERIODIZACION DEL ARTE MEDIEVAL.
LA EVOLUCIÓN DE LA HISTORIOGRAFIA.
FUENTES:
DOCUMENTALES. LITERATURA ARTÍSTICA Y OTRAS FUENTES LITERARIAS.
HISTORIOGRAFÍA GENERAL,
ICONOGRAFÍAMEDIEVAL.
PERIODIZACION
DEL ARTE MEDIEVAL.
Hay
un permanente debate sobre la periodización. Para empezar, el concepto de Arte medieval
es occidental, no aplicable al Islam o al Extremo Oriente, cuyos artes han permanecido
estables en lo esencial más allá del periodo de la Edad Media.
Pero
sí hay coincidencia en una serie de adscripciones.
Así,
es medieval el arte carolingio en el siglo VIII, el llamado renacimiento carolingio
en plena Alta Edad Media, marcado por el desplazamiento del centro de la civilización
hacia el Norte en detrimento del Mediterráneo, consolidándose entonces en este ámbito
tres civilizaciones dominantes: la germánico-cristiana, la bizantina y la islámica,
que se interrelacionan entre sí.
La
etapa románica también es claramente delimitable en su cultura y arte. Duby nos
la muestra como una cultura monástica, casi iletrada, pero que vive una fuerte recuperación
económica y desarrolla un arte europeo propiamente internacional.
La
misma claridad en la adscripción se da para el arte gótico, dentro del marco de
desarrollo de las ciudades y del creciente comercio e intercambio cultural en Europa.
Pero
hay poderosas dudas sobre los límites temporales, tanto en su inicio como en su
final.
El
inicio se pone en tres fechas distintas: 313 por el Edicto de Milán que oficializa
el cristianismo, 395 por la división del Imperio en Oriente y Occidente, y 476 por
la caída del Imperio de Occidente. Pero las tres soluciones son demasiado tajantes,
pues la separación del arte medieval del antiguo fue un proceso lento.
Riegl
superó esta posición con su reivindicación del concepto y del valor artístico de
la Antigüedad Tardía y, en concreto, del arte tardorromano. Este sería definido
por ser un arte pagano y antiguo, mientras que el arte cristiano sería ya medieval.
Es una división por el contenido y no por la forma.
Pero
hay problemas en esta delimitación, pues el arte bizantino no puede considerarse
medieval hasta después de superada la crisis iconoclasta, que comienza con el emperador
León III (h. 730), ya bien entrado el siglo IX, pues siempre fue adalid del arte
clasicista. Y en cuanto al arte de las invasiones bárbaras hay dudas, pues si Riegl
lo considera tardorromano, Hubert lo considera medieval. Lo cierto es que la arquitectura
siguió siendo tardorromana en su técnica y formas, no en cuanto a sus funciones,
ahora religioso-cristianas, mientras que las artes plásticas y menores eran ya claramente
medievales, sobre todo en la orfebrería, con formas y técnicas radicalmente nuevas.
Podemos
concluir que el rasgo principal para definir si una obra pertenece al arte medieval
es la primacía del contenido sobre la forma, de la espiritualidad de la idea sobre
el materialismo (como naturalismo clásico) de la realidad. Y el arte hispano-visigótico
del siglo VII es, pues, plenamente medieval.
El
final se data en dos fechas aproximadas: 1420, para los partidarios de fecharlo
en el Renacimiento italiano, 1500 para los partidarios de ligarlo al Renacimiento
europeo. Puede argumentarse que ambas posiciones son legítimas, según se estudie
el Renacimiento en Italia o el Renacimiento posterior en Europa.
LA
EVOLUCIÓN DE LA HISTORIOGRAFÍA.
Renacimiento.
Vasari,
en sus Vidas, rechaza el Arte Medieval,
al que define como “gótico” sin hacer distinciones, considerándolo como un barbarismo
no clasicista, en una época de decadencia del arte por influjo de los bárbaros y
por la iconoclastia de la primitiva Iglesia.
Neoclasicismo.
Winckelmann
considera que la decadencia del arte clásico comienza en el Bajo Imperio y termina
con el Renacimiento. Sus estudios influyeron en una actitud negativa de autores
posteriores, como Agincourt.
Siglo XIX.
Hay
una generalizada reivindicación de la Edad Media por causas ajenas a la propia Historia
del Arte. El Romanticismo la revaloriza por un interés sentimental, mientras que
se inicia el estudio sistemático de la Iconografía, con E. Mâle, El arte religioso del siglo XII al XVIII (1898) y la Arqueología Cristiana, ambas obras al
servicio de la Historia de la Religión.
La
excepción es la arquitectura, que cuenta con estudios muy científicos de acuerdo
a las corrientes del pensamiento positivista: Viollet-le-Duc para el Gótico, con
su Dictionnaire raisonné de l'architecture
française (1854-1868) y Puig i Cadafalch
para el Románico, publicado ya a principios del XX. Sus consideraciones son fundamentalmente
técnicas, propias de arquitectos, como la forma y materiales de arcos, bóvedas...
Siglo XX.
Comienzan
los estudios más metódicos, con la influencia del postimpresionismo, que revaloriza
el primitivismo. La Escuela de Viena, con Wickhoff (influido por el impresionismo
y el naturalismo) y Alois Riegl, dará origen a dos principales líneas de investigación,
el formalismo y la iconografía, seguidas más de lejos por la iconología, la filología,
la sociología y la historia de las mentalidades.
Formalismo.
El
primer estudio sistemático es de Alois Riegl,
El arte industrial tardorromano, a partir de 1897, desde premisas
historicistas (la historia como un continuum):
haciendo una lectura formal de la obra de arte, estableciendo un estrecho paralelismo
entre el arte y el resto de las actividades espirituales, y asimismo superando la
dicotomía tradicional entre artes mayores y menores, para reivindicar la importancia
de estas últimas.
Wilhelm
Worringer, en La esencia del estilo
gótico (1911), estudia la totalidad
de la civilización medieval.
Julius
Schlosser, influido por la lingüística de Vossler, con los conceptos de realidad y representación diferencia los estilos. Hace hincapié en la
espiritualización del arte en la Edad Media, como rasgo fundamental, en El arte del Medievo (1923).
Louis
Courajod, que, como el anterior, diferencia varias escuelas en el gótico, y es especialista
en el gótico final.
Henri
Focillon, para la escultura románica y para el arte medieval en su conjunto destaca
en El arte de Occidente. La Edad Media
románica y gótica (1938).
Otto
Pacht es el gran especialista en la miniatura prerrománica y románica.
Lionello
Venturi realiza una visión general del arte medieval.
En
España destacan en la pintura románica los estudios de Cook y Gudiol en Pintura e imaginería románicas (1950) y de C. R. Post en A history of Spanish painting (1930-1966).
Iconografia.
La
iconografía estudia la clasificación y descripción
de la imagen, sus orígenes y evolución y es especialmente válida para el estudio
del arte medieval porque este tiene una tipología muy repetitiva.
André
Grabar es especialista en el arte islámico y bizantino: El primer arte cristiano (1967), y
La edad de oro de Justiniano (1966).
Meyer
Schapiro es un maestro del Románico, y cuenta con un excelente estudio sobre el
monasterio de Silos.
Joaquín
Yarza es un buen generalista del arte medieval español y Joan Sureda es un especialista
en la pintura románica en España y Cataluña.
Iconología.
En
historia del arte medieval se ha aplicado poco porque los iconólogos prefieren estudiar
a partir del Renacimiento, más cargado de símbolos.
Panofsky
ha escrito Arquitectura gótica y pensamiento
escolástico (1951) y otros libros de
gran valor. Junto a Saxl publicó Classical
mithology in Mediaeval Art (1932-1933).
Baltrusaitis
estudia el tema de lo fantástico en sus libros desde 1955.
Filología.
Se
centra en la lectura de textos y documentos. Esta corriente aporta luz sobre artistas
a menudo poco conocidos, resolviendo errores en la atribución y posibilitando historias
generalistas mejor documentadas.
Para
las fuentes literarias destacan los estudios de Schlosser (influido por Vossler),
Lionello Venturi, Rosario Assunto, De Bruyne..., y se emplean colecciones como las
de Holt (1947) o la española de Yarza.
Sociologia del arte.
Hay
en su seno dos corrientes, la marxista y la de los independientes.
La
marxista tiene pocos autores, destacando Frederik Antal con El mundo florentino y su ambiente social (1947) y Arnold Hauser con Historia social de la literatura y del arte (1951), debido a que la escasa documentación
social reduce el campo de estudio a la Baja Edad Media.
Los
independientes son más numerosos, destacando Maillard Meiss en Pintura en Florencia y Siena después de la
Peste Negra (1951) y Oleg Grabar para
el arte islámico.
Historia de las mentalidades.
La Historia de las Mentalidades aporta
dos autores esenciales: el holandés Jan Huizinga con El otoño de la Edad Media, y el francés
Georges Duby con El tiempo de las catedrales.
El arte y la sociedad, 980-1240 (1966-1967)
y otras obras, dedicado después a la Historia Privada y Cotidiana.
FUENTES:
DOCUMENTALES. LITERATURA ARTISTICA y OTRAS FUENTES LITERARIAS.
Las
fuentes para el estudio pueden clasificarse en tres grupos: documentales, literatura
artística (manuales de artista) y otras fuentes.
Documentales.
La
arquitectura religiosa es la principal fuente en el Occidente cristiano, al ser
la principal obra artística y social de sus comunidades y porque engloba y subordina
a las artes plásticas. Se plantea el problema de la superposición de estilos en
el mismo lugar, dado que el lugar edificado se consideraba suelo sagrado y las construcciones
se sucedían en el tiempo. Por ello es importante la arqueología medieval y los testimonios
de los frescos y grabados de los siglos XV al XVIII, que permiten conocer las obras
antes de su destrucción, como ocurrió con muchas obras paleocristianas durante el
Barroco y con las obras francesas anteriores a la Revolución Francesa como le sucedió
al monasterio de Cluny.
Las
artes figurativas aportan documentos fundamentales, en especial la miniatura de
la ilustración de libros. En una cultura manuscrita, la miniatura era no sólo una
actividad artística principal sino que también nos da hoy unas pautas para estudiar
la evolución de la pintura, cuyas obras nos han llegado en peor estado que los libros.
La escultura y el mosaico nos dan pocos testimonios, mientras que las artes menores
tienen mayor importancia, tanto en el arte de las invasiones (a destacar su orfebrería)
como en el islámico o el prerrománico.
Otros
documentos son los inventarios de tesoros, como los realizados en las iglesias de
Roma a partir del siglo VII, con referencias a sus materiales, valor, peso, medidas...
Ya en la Baja Edad Media abundan los protocolos notariales y los contratos de los
gremios o mecenas con los artistas. Asimismo son documentos valiosos los titulus, en las bandas que ciñen numerosas
figuras, con fechas y otros datos.
Literatura artística: los manuales de taller.
Durante
la Edad Media no hay un interés por el Arte por sí mismo, aunque abundan los datos
económicos, religiosos o relacionados con el poder político. Así, Procopio (c. 500-560/562)
en sus Panegíricos describe la ciudad de Constantinopla, no como
testimonio de las obras de arte sino del poder de Justiniano. Hay en los siglos
medievales tratados de óptica y algún repertorio iconográfico, pero ningún tratado
o historia del arte.
Fernando
Checa (1987) resume: «El pensamiento estético medieval hay que entresacarlo de los
escritos de Plotino, San Agustín y Santo Tomás. Plotino (siglo III) sustituye el
concepto de imitación de la Naturaleza, propio de la Antigüedad, por el de emanación
divina, abriendo camino al arte medieval. San Agustín (siglo IV) exalta el papel
de la fantasía como imaginación creadora e introduce el contraste como una cualidad
de la belleza. Santo Tomás (siglo XIII) hace una apología de los sentidos, a través
de los cuales se reciben formas que más tarde se almacenarán en la imaginación y
en la fantasía. En su tratado de óptica, el monje Witelo, amigo de Santo Tomás,
muestra su oposición al naturalismo clásico, al considerar más bellas las cosas
artificiales que las naturales, coincidiendo con Plotino y San Isidoro de Sevilla.
Este último, en sus Etimologías (siglo VII), enciclopedia medieval que recoge
el saber de la época, trata de pintura, música, decoraciones de estuco y arquitectura,
siendo en este campo donde su pensamiento se muestra más original: habla de dispositio, constructio y venustas, como
partes de la arquitectura, y considera que la belleza procede del adorno —venustas— y no de la proporción
como mantenía Vitruvio.» [Checa et al.
1987:158-162.]
Si
no hay tratados artísticos, sí abundan, empero, los manuales de taller (llamados
recetarios) y los libros de peregrinación (descripciones de viajes de peregrinación).
La
literatura técnica, como advierte Barasch, se inicia en el siglo XII, transmitiendo
las técnicas, difundiendo soluciones tradicionales, prescribiendo las tareas en
las fases de la creación, junto con la descripción de modelos formales e iconográficos.
Heraclio,
en Sobre los colores y artes de los
romanos reúne un conjunto de textos
de autores diversos, italianos (los dos primeros libros del siglo X) y franceses
(el tercero de los siglos XIII-XV) en una exposición sólo técnica sobre ilustración
de miniaturas, vidrio, cerámica, metales, propiedades mágicas de las piedras...
Teófilo,
en su Schedula diversarium Artium (primera mitad del siglo XII), expone en la
introducción que cuenta «lo que ha visto y oido». Es más importante que la obra
anterior porque explica las técnicas tanto del Occidente románico como del Oriente.
Compendia las técnicas de los talleres en tres libros, el primero sobre la miniatura
y la pintura mural (atento siempre a la composición y a la mezcla de los colores),
el segundo sobre el vidrio (fabricación y pintura) y el tercero sobre los metales,
el marfil y las piedras preciosas.
Villard
d'Honnecourt, un arquitecto francés del siglo XIII, es autor de Album o Livre
de Portraiture (analizado por Wittkower),
un cuaderno de dibujo que tiene poco texto y muchos dibujos, con dos partes: a)
sobre modelos formales e iconográficos, por ejemplo los Doce Apóstoles sentados,
b) da un método para dibujar las figuras humanas, estáticas o en movimiento, combinando
figuras geométricas (triángulos, cuadrados, segmentos de círculos...), pero sin
observar la realidad de la naturaleza, pues su tesis es que está antes la idea,
la imaginación, que la realidad.
Dionisio
de Furna, un pintor del Monte Athos, en su Hermeneútica
de la pintura (obra tardía del siglo
XVIII, hacia 1701-1745, analizada por Schlosser), nos refiere técnicas medievales
bizantinas. Es un libro de texto, con modelos y con programas iconográficos con
el interés de situar las imágenes dentro de las iglesias.
Codex Calixtinus, aún más importante, referente al camino hacia Santiago
de Compostela, e incluye una relación de leyendas del Apóstol, una epístola papal
certificando la veracidad de éstas y una descripción de la catedral, que Yarza ha
utilizado para descifrar la iconografía de las portadas y del interior.
OTRAS
FUENTES LITERARIAS.
Destacan
las obras religiosas, como los tratados teológicos, himnos o sermones, materiales
que informan sobre iconografía como hace Santiago de la Vorágine, autor de La leyenda dorada, o la evolución del
pensamiento medieval.
En
la Baja Edad Media abunda la literatura profana y cortesana (al respecto es apasionante
la lectura de Martí de Riquer en su tratado Los
trovadores). Las obras de Dante, Bocaccio y Petrarca son interesantes por testimoniar
la aparición en la Toscana del siglo XIV de una nueva edad artística, el Trecento.
Dante y Bocaccio pregonan la vuelta a la austeridad (un concepto ya defendido por
el cistercense San Bernardo), pero basándose ya en que el modelo debe ser el del
arte antiguo. Petrarca, de hecho, sería el primero [Lionello Venturi es uno de sus
estudiosos más preclaros] en intentar escribir un verdadero tratado de arte, no
ya un simple recetario, defendiendo la vuelta al arte de la antigua Roma.
Un
libro importante, por ser el precursor del método de Vasari será la obra de Filippo
Villani, Del origen de la ciudad de
Florencia y sobre sus famosos ciudadanos (h.
1400), que sitúa entre los florentinos ilustres a Cimabue y Giotto, refiriendo sus
vidas y valorando su individualidad.
En
el Islam abundan las descripciones históricas y geográficas, pero la mejor fuente
es la literaria, como destaca María José Rubiera en La arquitectura en la literatura árabe.
HISTORIOGRAFIA GENERAL.
Internet.
Documentales / Videos.
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(2015), sobre los libros iluminados de las tres religiones, cristiana,
musulmana (Kalila a Dimna) y judía (Biblia de Cervera, 1300),
filosofía (Ética de Aristóteles) y otros temas, con maestros destacados
en Cataluña, Galicia, Castilla (Juan de Carrión) o Portugal (Antonio de
Holanda). Reseña de Morales, Manuel. La agitada vida del manuscrito
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