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domingo, 21 de octubre de 2012

Comentario. El Partenón (447-438), de Ictino, Calícrates y Fidias.

Comentario. El Partenón (447-432), de Ictino, Calícrates y Fidias.

Historia del Partenón. Documental, dirigido por Costa Gravas. 7:38.  [https://www.youtube.com/watch?v=aGitmYl6U90]

Descripción.
El Partenón es una obra cumbre de la arqui­tectura univer­sal, por su monumentalidad, sereno equilibrio y armoniosa proporción. 


Vistas desde el SE de las fachadas Sur y Este (la principal) del Partenón.

El Partenón se erigió para sustituir a uno o más edificios destruidos por los persas en 480. El témenos o lugar sagrado del Partenón estaba al lado sur del lugar que ocupaba el viejo templo del Hekatompedón ("que mide cien pies"), cons­truido aproximadamente en 570 y ampliado hacia 530, y junto al santuario arcaico de Atenea Polías (conocido como Templo Antiguo de Atenea, probablemente sito en las ruinas del palacio micénico, donde hoy vemos unas ruinas entre el Partenón y el Erecteión).

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El Partenón ocupaba el solar del Parte­nón Antiguo o Pre-Partenón, dórico exástilo, comenzado el 488 con el botín tomado en la batalla de Maratón (490), pero destruido por los persas en 480 (así lo informa Heródoto), cuando aún no estaba concluido; sus tambores, frisos y otros elementos se pueden divisar en la muralla norte de la Acrópolis, a los pies del Erecteion, que reconstruyó Temístocles en 478, y que su material ya fuese el preciado mármol pentélico indica el alto valor que la ciudad concedía en 488 al nuevo templo, erigido probablemente donde había uno más edificios, el más importante de los cuales sería un opistodomos donde se guardaban los exvotos de los templos próximos. 

Otra interpretación plausible, de Wilhelm Dörpfeld, es que el Hekatompedón y el Pre-Partenón fueran el mismo edificio, el Partenón I, que tendría ampliaciones, funciones y denominaciones diversas, en un proceso similar al del cercano Erecteión. En cambio, interpreta Bert Hodge Hill que hacia 470-460 se levantó un Partenón II, que sería el sustituido por el actual, el Partenón III. Hay incluso más interpretaciones en esta compleja cuestión, que se puede seguir en las referencias de Internet seleccionadas al final de esta entrada.

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Ruinas entre el Partenón y el Erecteión (delimitado en rojo) del Hekatompedón y/o del santuario de Atenea Polías, conocido como Templo Arcaico o Viejo de Atenea, sito en las ruinas del palacio micénico (tal vez hubo aquí su megarón), aunque este probablemente se extendía también hacia el oeste, según Heródoto.

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            Materiales (tambores) del anterior Partenón, embutidos en la muralla.

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Restos de estatuas (el Moscóforo y un kourós son fácilmente distinguibles) y materiales del anterior Partenón y otros edificios destruidos por los persas, tal como fueron hallados en las excavaciones del siglo XIX.

El Partenón fue promovido por el político Pericles, usando el tesoro de la Liga e Delos. Nombró supervisor de las obras a Fidias, que se reservó el diseño de la decoración y encomendó la edificación a los arquitectos Icti­no, Calícrates y Parión (del que apenas se sabe). La obra arquitectónica se inició en 447 y se terminó en 15 años aunque prosiguió la decoración otros seis años, según revela una inscripción que se ha salvado in situ, por lo que las tres fases son bien conocidas: en 447-442 se construyó la estructura principal y se decoraron las metopas, en 442-438 se acabaron las obras del muro de la naos y se decoró con esculturas su friso al tiempo que se consagraba la estatua de Atenea Partenos, y en 438-432, ya sin el mando de Fidias que había huido, su taller acabó las esculturas de los maravillosos frontones.

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Vista aérea hipotética desde el NE de la parte posterior del Partenón. Tras sobrepasar la entrada de los Propileos En el centro, en primer término a la izquierda se contempla la estatua de Atenea Promachos y a la derecha los edificios del Brauronion (en primer término) y la Calcoteca (mayor, en segundo término). El acceso al témenos (recinto sagrado) del templo se hacía a través de una escalinata que daba a un pórtico monumental (aquí con el techo pintado de gris y los laterales de azul) y había otro acceso al fondo del camino ascendente, girando a la derecha, que daba directamente a la pronaos.

El nuevo edificio se construyó con sillares (se calcula que unos 14.300) de már­mol pentélico (de las célebres canteras del monte Pentelikon, a 40 kilómetros de la ciudad) y contaba con tejas de mármol de Paros, vigas de madera para el techo interior, verjas de hierro dorado y apliques de hierro (en parte conservados) entre los sillares.


Sistema de construcción de los sillares del Partenón, según Camp y Dinsman (1984).

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        Propuesta de cómo sería el Partenón hoy si se hubiera conservado la iglesia bizantina en su interior.



        Propuesta de cómo sería el Partenón hoy si se hubiera conservado la mezquita otomana en su interior.

El edificio ha pervivido pese a los terremotos y saqueos, gracias a su solidez y a que fue reconvertido en iglesia paleocristiana a finales del siglo IV y en iglesia bizantina con unas pequeñas reformas en el siglo VI, rebautizado como templo de Santa Sofía (la Sabiduría Divina). Nuevamente se readaptó durante la breve dominación catalano-aragonesa en el siglo XIV, dedicado entonces a Santa María de Cetines, y por orden de Pedro IV era vigilado día y noche por su extraordinario valor simbólico. Se adaptó nuevamente, esta vez como mezquita, durante la ocupación otomana desde 1458, cuando se edificó un minarete aunque apenas se afectó la estructura. Pero en 1687, durante la guerra turco-veneciana, los turcos pusieron un polvorín en el interior, que estalló durante un bombardeo veneciano, lo que dañó gravemente la estructura y se perdió parte del friso y las metopas. Parte de los materiales y los relieves quedaron durante decenios esparcidos a la intemperie por la acrópolis y fueron reutilizados para levantar o restaurar otros edificios. En 1801-1812 Lord Elgin se llevó a Inglaterra gran parte de la decoración escultórica, que hoy se expone en el British Museum. Desde la independencia griega en 1829 se han emprendido importantes trabajos de restauración, que aún prosiguen.

Análisis formal.
El edificio es de orden dórico con elementos jónicos, del tipo períptero y octástilo, y alcanza unas grandes di­men­sio­nes: 69,54 x 30,87 x 10,43 metros, que lo convierten en uno de los más monumentales de la civilización griega. Pero precisemos que no fue en su época de construcción un edificio clásico, pues incluye numerosas innovaciones, sino que esa consideración de clasicismo la ganó posteriormente.


Planos y reconstrucciones hipotéticas del Partenón.

El basamento se erigió sobre el témenos y el basamento del antiguo templo homónimo, que se consideraba sagrado, por lo que es más alto de lo normal en los templos griegos. El crepis (o crepidoma) se divide en estereóbato (con tres escalones en este caso) y estilóbato superior para soportar las columnas.
El peristilo (o columnata) dóri­co que lo rodea cuenta con ocho columnas en las fachadas delantera y trasera y 17 co­lumnas en las fachadas laterales, una innovación porque el canon era de 6 x 13. Estaba techado con un artesonado de mármol (en cambio, la naos se techó de madera). Lo rodeaba una verja de hierro, tal vez dorada, que se cerraba por la noche para una mayor seguridad.

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Las 46 columnas dóricas del Partenón son consideradas el paradigma del orden dórico: ausencia de basa, fuste robusto de baja altura (de cuatro a cinco módulos, siendo el módulo la medida del diámetro inferior) de 11 tambores estriados de arista viva y con éntasis en la parte central (a los 2/5 de la altura), y un capitel con un mínimo collarino (una pieza pequeña que separaba el tambor superior del equino y servía además para suavizar las presiones), equino (la pieza de forma convexa) y ábaco (de forma rectangular, sobre el que se encajaba el arquitrabe). 

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El entablamento exterior tiene un poderoso arquitrabe liso, entonces vivamente coloreado, en el que se colgaban escudos votivos de oro, un friso de 92 metopas (decoradas con un programa escultórico ideado para ser visto en procesión) y triglifos (placas con tres grafos, pintados en azul), cuya delgada banda o tenia inferior era roja, y una destacada cornisa (una moldura que servía de parteaguas y enfatizaba el movimiento visual en horizontal). Los dos frontones coronaban las fachadas principal y posterior, y estaban rematados por acroteras (los precedentes de las gárgolas) florales en los tres vértices.
El techo, del que hoy no queda nada, era plano con artesonado de madera en el interior y a doble vertiente y cubierto de losetas de mármol en el exterior, y los laterales estaban cerrados con antefijas coloreadas, con formas de cabezas y palmetas.
El recinto era un espectáculo multicolor, casi todo pintado de un gris cla­ro (como el Erecteión), pero en los frontones, las metopas y en las antefijas que coronaban su parte superior los colores eran muy brillantes, casi chillones: rojo, azul, amarillo…
La pers­pectiva que el Partenón ofrecía a los fieles a medida que se acercaban era muy diversa, comenzando con una visión oblicua a la derecha cuando salían desde los Propi­leos y variaba a medida que ascendían y luego rodeaban el edificio para aproximarse a la entrada al otro lado. 

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            Los ar­qui­tectos desarro­llaron una gran cantidad de métodos para contra­rres­tar estos efectos y otras distor­siones oculares, por lo que se hi­cieron correc­ciones visuales, con trucos muy usados también en otros templos, pero sin la perfección del Partenón. Así, el cre­pido­ma del tem­plo y el arquitrabe se curvaron hacia arriba en el cen­tro para conseguir una comba o perfil convexo de las líneas horizontales, se invirtió el estrechamiento de las columnas con una éntasis de las columnas en el centro, se in­clinaron los ejes de las columnas hacia el interior, se trabajó un gro­sor distinto de las columnas en los extremos, se procuró un acercamiento entre sí de las columnas de los extremos, y las líneas verticales del edifi­cio adquirieron la inclinación pertinente dependiendo de la correc­ción deseada.

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El templo se dividía en tres partes: la pronaos, la naos y el opistodomos.
La pronaos, en el lado Oeste, es el pórtico exterior en la fachada delantera y da acceso a la naos interior a través de un estrecho vestíbu­lo. Había allí una selección de las mejores estatuas votivas.

Vista del Partenón de Atenas
Vista aérea desde el Este de la naos, y de la pronaos al fondo. Se observa que la foto se tomó durante unas obras de reconstrucción porque aparece desmontada parte de la fachada meridional.

La naos (o ce­lla) era especialmente ancha, porque estaba subcompartimentada en tres naves, separadas por una columnata dórica que permitía sostener sólidamente el techo plano del templo y sobre todo, lo más novedoso, se extendía por tres lados lo que cumplía mejor con la función principal del templo, que era un lugar de contemplación de la enorme estatua criselefanti­na (realizada en oro y marfil) de Atenea Partenos, la forma de la diosa guerrera pro­tectora de la ciudad. Así, la columnata era una especie de deambulatorio a los dos lados y, he aquí la novedad, también por detrás, y además con dos pisos para realzar la altura de la diosa. Todo esto violaba las normas canónicas de los templos dóricos, pero nos informa de que los grandes arquitectos griegos no eran meros sirvientes de la tradición sino que eran capaces de innovar para lograr una mejor funcionalidad.
El opis­to­do­mos tiene un pórtico columnado hexástilo en la parte posterior, en el que se exponían esculturas votivas y otras ofrendas de los fieles y las ciudades tributarias, y albergaba el tesoro más valioso, como los documentos de las profecías y los objetos más preciosos, en una pequeña estan­cia interior, de forma cuadra­da y sostenida por cuatro esbel­tas colum­nas jónicas, que se denominaba Parthenon, “la habitación de las vírgenes”, posiblemente por alusión a un edificio anterior que servía de morada a las vírgenes vestales. Esta habitación, y también era una novedad, aparentemente se comunicaba con la naos por dos pequeñas puertas que daban a las naves laterales.
Pese a ser un referente de orden dórico y abundando en la innovación antedicha, cuenta con importantes características del orden jónico como el ancho friso de la naos, la decoración tallada en los capiteles del anta (las alas de la pronaos), el cimacio del tipo Lesbos y el astrágalo sobre las metopas. Cabe señalar que ambos arquitectos fueron, probablemente al unísono, responsables de este cariz jónico, pues Ictino fue quien construyó fuera de Atenas el templo jónico de Apolo en Bassae (Arcadia), que además ofrece el primer capitel corintio conocido, mientras que Calícrates fue quien erigió en la misma acrópolis ateniense el templo jónico de Atenea Niké.
El ambi­cioso programa escultórico, dirigido por Fi­dias, se extendía por las me­topas del friso del peristilo, los dos frontones y el alto friso interior que recorría el muro de la naos, con figuras policro­ma­das con colores brillantes como el azul, rojo, amarillo o verde. Por su importancia intrínseca merecen un estudio propio.

Significado.


Mundos perdidos: La antigua Atenas. 45:14. [https://www.youtube.com/watch?v=jKoH8MTPL00] La ciudad de Pericles y sus construcciones.

Vista idealizada de la vertiente Oeste de la Acrópolis, en la que destaca el Partenón. Fue realizada por Marcel Lambert en 1877.

El templo del Partenón era el punto culminante de los ritos sagrados en la acrópolis. Los viajeros que llegaban a Atenas admiraban el edificio desde cualquier lugar público alejado de la colina en la que destacaba en altura, anchura y color. Al comenzar la ascensión, empero, la pronunciada pendiente lo ocultaba, hasta que el visitante traspasaba los Propileos y accedía el interior del recinto. Entonces ya lo divisaba a la derecha y su monumentalidad se iba desvelando a medida que continuaba el camino. Cuando se llegaba a la gran estatua exenta de Atenea Promachos había un amplio espacio abierto a sus pies y los fieles podían ver a la vez la estatua y más allá la parte trasera del Partenón, hacia el cual continuaba el camino procesional.
Finalmente se accedía al témenos, el espacio más sagrado sobre el que se elevaba el edificio, en un nivel más elevado que el camino para realzar el impacto visual, y los fieles lo rodeaban, contemplando la armoniosa columnata dórica y la decoración escultórica de las metopas, yendo desde la fachada trasera, donde admiraban las ofrendas de estatuas del opistodomos y la decoración del frontón de Fidias, hacia la fachada delantera, decorada con otro admirable frontón del mismo escultor, y allí podían ascender a la pronaos y divisar ya por la puerta abierta de la naos la gran estatua de Atenea en el interior, una de las grandes maravillas de la Antigüedad.

Vista desde el Este de la fachada principal, con la pronaos.

Reconstrucción hipotética desde el SE de la fachada principal. Se observan varias esculturas votivas y escudos dorados colgados en el arquitrabe.

Es importante señalar que, aunque el edificio nos puede parecer hoy de dimensiones modestas, entonces era el mayor edificio sagrado del Ática, y que para los griegos la función del Partenón no fue nunca ce­lebrar grandes reu­niones de fieles (o sea, no fue un templo en sentido estricto) sino ser la casa de la diosa.
La construcción fue un enorme proyecto de propaganda política y religiosa, encabezado por Pericles para realzar el papel dominante de Atenas en la Grecia clásica. Sirvió para demostrar a todos los griegos el poder político y económico, la devoción religiosa a su diosa protectora así como el alto nivel cultural de la ciudad, y además tuvo una influencia más material y directa, pues los trabajos dieron importantes ingresos a muchos obreros y artesanos de la construcción y las artes.
Pero fue también un monumento a la vanidad y al dominio sojuzgador de Atenas sobre sus antiguos aliados. Lewis Mumford, en La ciudad en la historia, recuerda que el Partenón de Pericles fue posible porque Atenas realizó actos violentos de injusticia flagrante sobre la Liga de Delos, de modo que el dinero para los monumentos estaba manchado de sangre: ‹‹La debilidad moral no es menos visible aunque esté materializada en una impecable imagen estética.››

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        La fachada del Partenón como ejemplo de armonía en las proporciones: forma un rectángulo áureo.

La influencia del edificio en la arquitectura posterior fue inmensa, porque fue enseguida un modelo a imitar, sobre todo sobre todo por su equilibrio, proporción y armonía, y también por sus innovaciones en la distribución del espacio interior, que pasaron a muchos templos helenísticos, luego romanos y finalmente medievales.

El escultor Fidias.
Fidias (Atenas, )490-430?, activo en 470-430) es el gran escultor griego de los dio­ses. Trabajó en las grandes obras promovidas por su protector, Pericles, y coordinó las obras del Partenón. Acusado de robar parte del oro de la estatua de Atenea Partenos, y, según otros, de blasfemia al autorretratarse en su escudo, fue condenado a una cuantiosa multa en 438 y se exilió en Olimpia, donde prosiguió su creación esculpiendo una de las siete maravillas de la Antigüedad, el Zeus olímpico, mientras los discípulos de su taller, dirigidos probablemente entre otros por grandes maestros como Alcámenes y Calímaco, acababan las obras de los frontones del Partenón.

El estilo de Fidias.
Fidias aunó con inusitado equilibrio y serenidad el idealismo y el naturalismo, y alcanzó la máxima perfección técnica de la escultura griega, siendo considerado el culmen del periodo clásico. Des­ta­can entre sus numerosas y extraordinarias cualidades: la serenidad y mo­numentali­dad, la composición equilibrada, la proporción en los cánones, la aus­teri­dad que suprime lo superfluo, la be­lleza extre­ma y armonía de las figuras, el rea­lismo anatómi­co de los cuerpos tanto desnudos como vestidos, en los que aporta su suprema técnica de los “paños mojados” que muestran las for­mas del cuerpo con sensualidad y juegos de luz y sombra, la contenida pero vívida representación psicológica en los rostros, y el mo­vi­miento de las personas y animales.
Una característica sorprendente de sus obras en el Partenón es que los rostros son idealizados y genéricos, sin intención de ser retratos individualizados de personajes coetáneos de Atenas, pues se consideraba de mal gusto situar a personas reconocibles junto a los dioses. Ni siquiera encontraremos aquí un retrato de Pericles o de Fidias.

Las esculturas del Partenón.
Entre sus obras brillan sobre todo las del Partenón. Cabe señalar que Fidias definió su estilo y plan, pero la mayoría fueron probablemente ejecu­tadas por sus discípu­los en el taller.
En los siglos siguientes, las esculturas probablemente padecieron los periodos de intolerancia e iconoclastia de cristianos y musulmanes, como se advierte en la decapitación de muchas figuras de los dioses y héroes, pero todavía en el siglo XVII se mantenían relativamente bien.  Pero la gran explosión del polvorín que había en la naos en 1687 destruyó una parte importante del friso interior y de las metopas, y las piezas supervivientes padecieron a la intemperie durante más de un siglo, hasta que muchas de ellas, así como de otros monumentos de la anti­gua Atenas fueron compradas (o apropiadas) y transportadas entre 1801 y 1812 por lord El­gin a Ingla­te­rra, por lo que se conservan hoy como Colección Elgin en el British Museum de Lon­dres.

Dibujo en el que se señalan el Frontón, las Metopas y el Friso del templo
Las esculturas del Partenón se agrupan en cuatro renglones: las metopas, el friso de la naos, los frontones y la estatua de Atenea.


            Las esculturas del Partenón en el Museo Británico. Documental. 6 minutos.

Las metopas.
Destacan las 92 meto­pas del friso exte­rior, de casi metro y medio de altura, que muestran un ciclo bélico, con dos o tres figu­ras en cada recuadro, a menudo muy mutiladas, sobre todo en las cabezas, por cristianos y musulmanes.
La crítica ha valo­rado sobre todo el movi­miento sere­no y el cuidadoso equilibrio entre las figuras y el vacío a su alrededor. La diversidad de los miembros del taller de Fidias se advierte claramente en estas obras: unas son todavía casi arcaicas, de relieve muy abultado y rígidas, mientras que otras son de un bajorrelieve muy fino y de vivo movimiento.

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En una reconstrucción hipotética de la esquina SO, con el frontón y las metopas del lado occidental a la izquierda, y las metopas del lado meridional a la derecha, se observa el vivo colorido: gris para los sillares; azul para los triglifos, el pedestal de las antefijas del techo; rojo para los ábacos de los capiteles, la cornisa y los marcos del frontón, la delgada tenia debajo de los triglifos y los fondos de las metopas.

Disposición de los temas escultóricos
Plano del programa escultórico exterior del Partenón: abajo la fachada occidental, a la derecha la meridional, etc.

Hay cuatro grupos de ciclos míticos, todos con un claro sentido político, pues simbolizan a los griegos (léase los atenienses) que habían luchado contra los bárbaros (léase los persas) y salvado Grecia:
- Gigantoma­quia. Las 14 metopas orientales, en la fachada principal, repre­sen­tan la bata­lla de los dioses con los titanes. Son las de mejor calidad, probablemente porque Fidias les destinó su propia mano y sus mejores discípulos.
- Ama­zono­ma­quia. Las 14 metopas occidentales muestran los combates de Hércules y el rey ateniense Teseo contra las bárbaras amazonas.

Decoracion del Partenon

- Centau­romaquia. Las 32 metopas meridionales presentan la batalla en­tre los lapitas y los bárbaros centauros en la boda de Piritoo, en la que participó Teseo.
- Guerra de Tro­ya. Las 32 metopas septentrionales describen episodios de la Ilíada sobre la destrucción de Tro­ya, una gran victoria de los griegos sobre el enemigo asiático.

El friso de las Panatenaicas.
Reconstrucción hipotética de la esquina SO del friso interior.

El friso interior, de dimensión excepcional, con 160 metros de largo y 1,05 metros de alto, representa la cere­mo­nia de la procesión sagrada en la que los ciudadanos atenien­ses participan en el cortejo proce­sional por la Vía Sagrada, de las fiestas Panatenaicas, de las que había dos tipos. Las Pana­te­neas Menores se celebraban cada año el 28 de julio y terminaban con la hecatombe del ganado, cuya carne era luego repartida entre los asistentes, mientras que la llamada Gran Panatenea se celebraba cada cuatro años y tenía un añadido especial, una escena culminante en que las doncellas, las famosas korai, presentaban doblada al gran arconte (o basileus) de la ciudad, la vestidura nueva (el pe­plo) que habían confeccionado para revestir a la diosa. Este momento cuatrienal es justamente el que ocupa en el Partenón el lado principal del friso, el oriental, y muestra a las jóvenes ante los 12 dioses principales del Olimpo, de mayor tamaño, sentados a la expectativa de la hecatombe.


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Procesión de las jóvenes en la fiesta de las Panateneas.

De izquierda a derecha, Poseidón, que toca el hombro de Apolo, que se gira para ver la procesión, y Artemisa.

Los otros tres lados (norte, oeste y sur), en cambio, están ocupados enteramente por cientos de personajes masculinos, los ciudadanos atenienses, unos a caballo (los ricos) y otros a pie (los pobres), que salen en el lado oeste y avanzan por los lados norte y sur conduciendo carros cargados de ofrendas (odres, ánforas, ramos) y arrastrando animales para el sacrificio. Son escenas de una profunda carga política: todos los ciudadanos de Atenas, independientemente de su riqueza, son protagonistas de la vida pública.

Las figuras de este friso son tal vez las mejores obras de Fidias, en las que alcanza la cima de todos sus dones, y cabe destacar que, siendo una obra toda ella en bajorrelieve y por tanto más difícil, consigue una ex­traor­dinaria sensa­ción de pro­fun­didad de las imágenes, como ilustra el célebre grupo de jinetes, tal vez el mejor ejemplo de perspectiva empírica de la escultura griega. Ayudaría a ello aún más el vivo colorido que ha perdurado solo en algunos puntos, pero incluso hoy, en que se ha perdido, no desmerece la calidad genial de este conjunto.
 
El grupo de los jinetes, en el lado septentrional, con una reconstrucción hipotética de su colorido.

Los frontones.
Fidias no pudo realizar personalmente las es­cul­tu­ras de los dos frontones porque tuvo que exiliarse en el 438, así que fueron sus discípulos los que prosiguieron estas obras durante los seis años siguientes, terminándolas en 432. Sin duda, empero, desarrollaron fielmente el proyecto planeado por su maestro, además de seguir con sus extraordinarias aportaciones técnicas, sobre todo la de “los paños mojados” (o “transparencias”), de la que aquí hay algunos de los mejores ejemplos.
Los dos conjuntos resultan de una composi­ción armoniosa, con figuras del mismo tamaño en posturas yacentes o erectas, adapta­das a los límites de los trián­gu­los del centro y de los extremos, según la conocida ley del marco arquitectónico, en la enorme superficie, cada una de 30 metros de ancho, casi tres y medio de alto en el vértice mayor y casi un metro de fondo. Las figuras se tallaron en el taller, en bulto redondo, y se dispusieron luego en los frontones, por lo que en algunos casos hubo que limar los dorsos para encajarlas en el estrecho marco.
Parte de las dos composiciones se perdieron la explosión de 1687, pero tenemos descripciones literarias de la Antigüedad e incluso una representación moderna, unos dibujos realizados por Jacques Carrey de Troyes, un diplomático francés que dibujó los frontones y parte de las metopas en 1674. Se advierte en ellos que los dioses de los frontones ya habían padecido graves mutilaciones, probablemente debidas a los terremotos pero sobre todo a las agresiones de cristianos y musulmanes.

Reconstrucción hipotética de los dos frontones, oriental (superior) y occidental (inferior).

En el frontón oriental, el principal, en el centro, según los dibujos de Carrey, aparece el naci­miento de Ate­nea, radiante y completamente armada pese a que está recién salida de la cabeza de Zeus (lo que simbolizaba el apego de Atenas al orden racional) y rodeada de los dioses del Olimpo, Hermes y Hefesto, ayudantes del parto, huyen despavoridos, pero una admirada Atenea en su forma de Niké se queda a coronar a la diosa. Estas figuras, empero, se han perdido.
Los otros dioses, en cambio, aunque mutilados, se han conservado, y unos la rodean y protegen, y otros pasan simplemente por el Olimpo sin advertir el evento.

Los caballos del carro de Helios y Dionisos yacente.

En el extremo del ángulo izquierdo se contempla la escena independiente del carro de Helios (el Sol) surgiendo del Océano (el río que rodeaba la tierra) al despuntar el alba, con Dionisos (dios de la fiesta y el vino), Kore y su madre Démeter (ambas eran diosas de la fertilidad), y Hebe (copera de Zeus). Más hacia el centro aparecen Hera (hermana y esposa de Zeus, sentada) y Hermes, relacionados e inmediatos a la escena central.
En el ángulo derecho, en cambio, a continuación del centro aparecen Hefesto, Poseidón, Apolo y la diosa Leto, y en el extremo aparece independiente la escena del carro de Selene (la Luna) que se hunde en el Océano al llegar el crepúsculo, con Hestia (diosa del hogar), Dione y su hija Afrodita (diosas del matrimonio y el amor).

De izquierda a derecha, Hestia, Dione y Afrodita.

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Reconstrucción hipotética de la escena central del frontón occidental.

En el frontón occiden­tal, el posterior, se representa la lucha de Atenea con el dios Poseidón por el patronazgo de las tierras del Ática, esto es el derecho a proteger la recién fundada ciudad de Atenas, y se centra en el momento en que Poseidón, airado por el dictamen desfavorable de los dioses (o del rey Erecteo según otra versión) lanza el mar contra la ciudad para destruirla y entonces se interpone Zeus.
En el extremo del ángulo izquierdo aparecen Iliso (el río de Atenas) y los pobladores míticos del Ática (Cécrope, Erecteo y sus hijos Herse, Aglauro y Pandrossos). Sigue hacia el centro una escena con Iris y Hermes en un carro tirado por un caballo con las patas delanteras levantadas hacia la escena central.
En el ángulo derecho, haciendo frente a la escena central, siguen otro caballo que tira de un carro dirigido por Poseidón (en una de sus formas) con su esposa Anfitrite azuzándolo, y detrás suyo Oritia (una hija de Erecteo) y otros personajes míticos pobladores del Ática, confirmando así la jerarquía central de los dioses.

La estatua de Atenea Partenos.
Fidias realizó hacia 442-438 la estatua criselefantina de Atenea Partenos, representaba con vestimenta y armadura de guerrera. Enorme con sus 12,8 metros de altura y sobre un pedestal, ocupaba la nave central de la naos del Partenón.
Estaba confeccionada con una estructura interna de madera y recubierta de oro en el vestido y de marfil en el rostro, con piedras preciosas en los ojos.




Era una maravilla adorada por las multitudes, que la veían con la tenue luz que penetraba por el vano de la puerta, las ventanillas de la naos, y las lucernarias y los incensarios encendidos en el interior, Admirable era asimismo su reflejo en un estanque de agua situado a los pies de su pedestal. La función del templo como lugar de contemplación de la estatua explica que los arquitectos dispusieran la columnata como una especie de deambulatorio a los lados y detrás suyo, con dos pisos, y quizás con dos pisos también en las naves laterales, a los que podrían subir los fieles.
Sobrevivió muchos siglos a los saqueos, hasta que fue llevada a Constantinopla y desapareció después del 1204, cuando la ciudad cayó en manos de los venecianos durante la IV Cruzada y con casi toda seguridad sus preciados materiales fueron aprovechados.

Fuentes.
Internet.

Documentales.
                Desmontando la historia 1/18: Los secretos de la acrópolis de Atenas. Documental. 44 minutos. [https://www.youtube.com/watch?v=TYcAgkNVh0A&list=PLQ2GSFmitMrZiOb2bcHLeTU29JP56ci6p]

Historia del Partenón. Documental. 7 minutos. Dirección: Costa Gravas.[https://www.youtube.com/watch?v=jVvZ9CbiC-0]

Bonnie Greer on the Parthenon sculptures at the British MuseumDocumental. 6 minutos. [https://www.youtube.com/watch?v=CstmE8dmeEg]


Mundos perdidos: La antigua Atenas. Documental. 45 minutos. La ciudad de Pericles y sus construcciones. [https://www.youtube.com/watch?v=jKoH8MTPL00]

Conferencias.


Sánchez, Carmen. El Partenón de Pericles. La complejidad de un símbolo. Conferencia en Fundación Juan March (12-IV-2016). Catedrática de Arte Antiguo. [https://www.youtube.com/watch?v=CQG-q98zRTU]

Libros.
AA.VV. Arquitectura griega. Parramón. Barcelona. 2000. 95 pp.
AA.VV. Historias de arte para Bachillerato de las editoriales Algaida, Anaya, Bruño, ECIR, Edebé, Santillana, SM, Vicens Vives...
Boardman, John. El arte griego. Destino. Barcelona. 1991 (1967). 252 pp.
Boardman, John. Escultura griega. Destino. Barcelona. 1999. 251 pp. 246 ilus.
Martin, Roland. Arquitectura Griega. Aguilar. Madrid. 1989 (1980 italiano). 198 pp.
Papaioannou, Kostas. Arte griego. Gustavo Gili. Barcelona. 1973. 531 pp.
Pijoan, José. El Arte Griego. Summa Artis IV. Espasa-Cal­pe. Madrid. 1982. 591 pp.
Richter, Gisela. El Arte Griego. Destino. Barcelona. 1980.
Robertson, Martin. Arquitectura Griega y Romana. Cáte­dra. Madrid. 1988. 357 pp.
Robertson, Martin. El Arte Griego. Alianza. Madrid. 1987. 434 pp.

Artículos.
Antón, Jacinto. Ultramodernidad bajo el Partenón. “El País” (20-VI-2009) 48-49. El nuevo museo de la Acrópolis de Atenas.
Sánchez-Vallejo, M. A. ¿‘Brexit’ a favor del Partenón? “El País” (20-VII-2016). Unos diputados británicos proponen devolver los mármoles de Elgin a Grecia.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Excelente artículo, tengo algunas discrepancias, pero es excelente igual. Una pena que el mío sea el primer comentario que se haga,es un tema muy interesante, o por lo menos yo no me canso de leer sobre el Partenón. Las mutilaciones de las metopas, las estatuas de los frontones, la explosión, el robo por Elgin, etc., una pena en verdad, pero aún sigue siendo majestuoso, todavía más que el gigantesco templo de Zeus Olímpico en la misma Atenas, que dicen que fue el más grande de todos. El Partenón es único, ojalá perdure otros 2400 años más. Reitero, excelente nota.

narhwal dijo...

Para mí el Partenón es una obsesión estética y vital.Quedé maravillado con las imágenes de la reconstrucción virtual de los frontones.A partir de hoy seguiré tu página con asiduidad. Saludos

Anónimo dijo...

Molt bo