Comentario.
El Partenón (447-432), de Ictino, Calícrates y Fidias.
Historia del Partenón. Documental, dirigido por Costa Gravas. 7:38. [https://www.youtube.com/watch?v=aGitmYl6U90]
Descripción.
El Partenón es una obra
cumbre de la arquitectura universal, por su monumentalidad, sereno equilibrio
y armoniosa proporción.
Vistas desde el SE de las fachadas Sur y Este (la
principal) del Partenón.
El Partenón se erigió para sustituir a uno o más edificios destruidos por
los persas en 480. El témenos o lugar sagrado del Partenón estaba al lado sur
del lugar que ocupaba el viejo templo del Hekatompedón ("que mide cien
pies"), construido aproximadamente en 570 y ampliado hacia 530, y junto
al santuario arcaico de Atenea Polías (conocido como Templo Antiguo de Atenea,
probablemente sito en las ruinas del palacio micénico, donde hoy vemos unas
ruinas entre el Partenón y el Erecteión).
El Partenón ocupaba el solar del Partenón Antiguo o Pre-Partenón, dórico exástilo, comenzado el 488 con el botín tomado en la batalla de Maratón (490), pero destruido por los persas en 480 (así lo
informa Heródoto), cuando aún no estaba concluido; sus tambores, frisos y otros
elementos se pueden divisar en la muralla norte de la Acrópolis, a los pies del
Erecteion, que reconstruyó Temístocles en 478, y que su material ya fuese el
preciado mármol pentélico indica el alto valor que la ciudad concedía en 488 al
nuevo templo, erigido probablemente donde había uno más edificios, el más
importante de los cuales sería un opistodomos donde se guardaban los exvotos de
los templos próximos.
Otra interpretación plausible, de Wilhelm Dörpfeld, es que el
Hekatompedón y el Pre-Partenón fueran el mismo edificio, el Partenón I, que
tendría ampliaciones, funciones y denominaciones diversas, en un proceso
similar al del cercano Erecteión. En cambio, interpreta Bert Hodge Hill que
hacia 470-460 se levantó un Partenón II, que sería el sustituido por el actual,
el Partenón III. Hay incluso más interpretaciones en esta compleja
cuestión, que se puede seguir en las referencias de Internet
seleccionadas al final de esta entrada.
Ruinas entre el Partenón y el Erecteión (delimitado en rojo) del Hekatompedón y/o del santuario de Atenea Polías, conocido como Templo Arcaico o Viejo de Atenea, sito en las ruinas del palacio micénico (tal vez hubo aquí su megarón), aunque este probablemente se extendía también hacia el oeste, según Heródoto.
Materiales (tambores) del anterior Partenón, embutidos en la muralla.
Restos de estatuas (el Moscóforo y un kourós son fácilmente distinguibles) y materiales del anterior Partenón y otros edificios destruidos por los persas, tal como fueron hallados en las excavaciones del siglo XIX.
El Partenón fue promovido por el político Pericles, usando el tesoro de la Liga e Delos. Nombró
supervisor de las obras a Fidias, que se reservó el diseño de la decoración y encomendó la edificación a los arquitectos Ictino, Calícrates y Parión (del que apenas se sabe). La obra arquitectónica se
inició en 447 y se terminó en 15 años aunque prosiguió la decoración otros seis
años, según revela una inscripción que se ha salvado in situ, por lo que
las tres fases son bien conocidas: en 447-442 se construyó la estructura principal
y se decoraron las metopas, en 442-438 se acabaron las obras del muro de la
naos y se decoró con esculturas su friso al tiempo que se consagraba la estatua
de Atenea Partenos, y en 438-432, ya sin el mando de Fidias que había huido, su
taller acabó las esculturas de los maravillosos frontones.
Vista aérea hipotética desde el NE de la parte
posterior del Partenón. Tras sobrepasar la entrada de los Propileos En el centro, en primer término a la izquierda se contempla la estatua
de Atenea Promachos y a la derecha los edificios del Brauronion (en primer
término) y la Calcoteca (mayor, en segundo término). El acceso al témenos (recinto sagrado) del templo se
hacía a través de una escalinata que daba a un pórtico monumental (aquí con el techo pintado de gris y
los laterales de azul) y había otro acceso al fondo del camino ascendente,
girando a la derecha, que daba directamente a la pronaos.
El nuevo edificio se construyó con sillares (se calcula
que unos 14.300) de mármol pentélico (de las célebres canteras del monte
Pentelikon, a 40 kilómetros de la ciudad) y contaba con tejas de mármol de Paros, vigas de madera para el
techo interior, verjas de hierro dorado y apliques de hierro (en parte
conservados) entre los sillares.
Sistema de construcción de los
sillares del Partenón, según Camp y Dinsman (1984).
Propuesta de cómo sería el Partenón hoy si se hubiera conservado la iglesia bizantina en su interior.
Propuesta de cómo sería el Partenón hoy si se hubiera conservado la mezquita otomana en su interior.
El edificio ha pervivido pese a los terremotos y
saqueos, gracias a su solidez y a que fue reconvertido en iglesia paleocristiana
a finales del siglo IV y en iglesia bizantina con unas pequeñas reformas en el
siglo VI, rebautizado como templo de Santa Sofía (la Sabiduría Divina). Nuevamente
se readaptó durante la breve dominación catalano-aragonesa en el siglo XIV,
dedicado entonces a Santa María de Cetines, y por orden de Pedro IV era
vigilado día y noche por su extraordinario valor simbólico. Se adaptó
nuevamente, esta vez como mezquita, durante la ocupación otomana desde 1458,
cuando se edificó un minarete aunque apenas se afectó la estructura. Pero en
1687, durante la guerra turco-veneciana, los turcos pusieron un polvorín en el
interior, que estalló durante un bombardeo veneciano, lo que dañó gravemente la
estructura y se perdió parte del friso y las metopas. Parte de los materiales y
los relieves quedaron durante decenios esparcidos a la intemperie por la
acrópolis y fueron reutilizados para levantar o restaurar otros edificios. En
1801-1812 Lord Elgin se llevó a Inglaterra gran parte de la decoración
escultórica, que hoy se expone en el British Museum. Desde la independencia
griega en 1829 se han emprendido importantes trabajos de restauración, que aún
prosiguen.
Análisis formal.
El edificio es de orden dórico con elementos jónicos, del tipo períptero y
octástilo, y alcanza unas grandes dimensiones: 69,54 x 30,87 x 10,43 metros,
que lo convierten en uno de los más monumentales de la civilización griega. Pero precisemos que no fue en su época de construcción un edificio clásico, pues incluye numerosas innovaciones, sino que esa consideración de clasicismo la ganó posteriormente.
Planos y reconstrucciones hipotéticas del Partenón.
El basamento se erigió sobre el témenos y el basamento del antiguo templo
homónimo, que se consideraba sagrado, por lo que es más alto de lo normal en
los templos griegos. El crepis (o crepidoma) se divide en estereóbato (con tres
escalones en este caso) y estilóbato superior para soportar las columnas.
El peristilo (o columnata) dórico que lo rodea cuenta
con ocho columnas en las fachadas delantera y trasera y 17 columnas en las
fachadas laterales, una innovación porque el canon era de 6 x 13. Estaba techado
con un artesonado de mármol (en cambio, la naos se techó de madera). Lo rodeaba
una verja de hierro, tal vez dorada, que se cerraba por la noche para una mayor
seguridad.
Las 46 columnas dóricas del Partenón son consideradas el
paradigma del orden dórico: ausencia de basa, fuste robusto de baja altura (de
cuatro a cinco módulos, siendo el módulo la medida del diámetro inferior) de 11 tambores estriados de arista viva y con éntasis en la parte central (a los 2/5
de la altura), y un capitel con un mínimo collarino (una pieza pequeña que separaba el tambor superior del equino y servía además para suavizar las presiones), equino (la pieza de forma convexa) y ábaco (de forma rectangular, sobre el que se encajaba el arquitrabe).
El entablamento
exterior tiene un poderoso arquitrabe liso, entonces vivamente coloreado, en el
que se colgaban escudos votivos de oro, un friso de 92 metopas (decoradas con un programa escultórico ideado para ser visto en procesión) y triglifos (placas con tres grafos, pintados en azul), cuya delgada banda o tenia inferior era roja, y una
destacada cornisa (una moldura que servía de parteaguas y enfatizaba el movimiento visual en horizontal). Los dos frontones coronaban las fachadas principal y
posterior, y estaban rematados por acroteras (los precedentes de las gárgolas) florales en los tres vértices.
El techo, del que hoy no queda nada, era plano con
artesonado de madera en el interior y a doble vertiente y cubierto de losetas
de mármol en el exterior, y los laterales estaban cerrados con antefijas coloreadas,
con formas de cabezas y palmetas.
El recinto era un espectáculo multicolor, casi todo
pintado de un gris claro (como el Erecteión), pero en los frontones, las
metopas y en las antefijas que coronaban su parte superior los colores eran muy
brillantes, casi chillones: rojo, azul, amarillo…
La perspectiva que el Partenón ofrecía a los fieles a
medida que se acercaban era muy diversa, comenzando con una visión oblicua a la
derecha cuando salían desde los Propileos y variaba a medida que ascendían y luego
rodeaban el edificio para aproximarse a la entrada al otro lado.
Los arquitectos desarrollaron una gran cantidad de métodos para contrarrestar estos efectos y otras distorsiones oculares, por lo que se hicieron correcciones visuales, con trucos muy usados también en otros templos, pero sin la perfección del Partenón. Así, el crepidoma del templo y el arquitrabe se curvaron hacia arriba en el centro para conseguir una comba o perfil convexo de las líneas horizontales, se invirtió el estrechamiento de las columnas con una éntasis de las columnas en el centro, se inclinaron los ejes de las columnas hacia el interior, se trabajó un grosor distinto de las columnas en los extremos, se procuró un acercamiento entre sí de las columnas de los extremos, y las líneas verticales del edificio adquirieron la inclinación pertinente dependiendo de la corrección deseada.
Los arquitectos desarrollaron una gran cantidad de métodos para contrarrestar estos efectos y otras distorsiones oculares, por lo que se hicieron correcciones visuales, con trucos muy usados también en otros templos, pero sin la perfección del Partenón. Así, el crepidoma del templo y el arquitrabe se curvaron hacia arriba en el centro para conseguir una comba o perfil convexo de las líneas horizontales, se invirtió el estrechamiento de las columnas con una éntasis de las columnas en el centro, se inclinaron los ejes de las columnas hacia el interior, se trabajó un grosor distinto de las columnas en los extremos, se procuró un acercamiento entre sí de las columnas de los extremos, y las líneas verticales del edificio adquirieron la inclinación pertinente dependiendo de la corrección deseada.
El templo se dividía en tres partes: la pronaos, la
naos y el opistodomos.
La pronaos, en el lado Oeste, es el pórtico exterior
en la fachada delantera y da acceso a la naos interior a través de un estrecho
vestíbulo. Había allí una selección de las mejores estatuas votivas.
Vista aérea desde el Este de la naos, y de la pronaos al fondo. Se observa que la foto se tomó durante unas obras de reconstrucción porque aparece desmontada parte de la fachada meridional.
La naos (o cella) era especialmente ancha, porque estaba
subcompartimentada en tres naves, separadas por una columnata dórica que permitía
sostener sólidamente el techo plano del templo y sobre todo, lo más novedoso,
se extendía por tres lados lo que cumplía mejor con la función principal del
templo, que era un lugar de contemplación de la enorme estatua criselefantina
(realizada en oro y marfil) de Atenea Partenos, la forma de la diosa guerrera
protectora de la ciudad. Así, la columnata era una especie de deambulatorio a
los dos lados y, he aquí la novedad, también por detrás, y además con dos
pisos para realzar la altura de la diosa. Todo esto violaba las normas canónicas de los templos dóricos,
pero nos informa de que los grandes arquitectos griegos no eran meros
sirvientes de la tradición sino que eran capaces de innovar para lograr una
mejor funcionalidad.
El opistodomos tiene un pórtico columnado hexástilo
en la parte posterior, en el que se exponían esculturas votivas y otras
ofrendas de los fieles y las ciudades tributarias, y albergaba el tesoro más
valioso, como los documentos de las profecías y los objetos más preciosos, en
una pequeña estancia interior, de forma cuadrada y sostenida por cuatro esbeltas
columnas jónicas, que se denominaba Parthenon, “la habitación de las vírgenes”,
posiblemente por alusión a un edificio anterior que servía de morada a las
vírgenes vestales. Esta habitación, y también era una novedad, aparentemente se
comunicaba con la naos por dos pequeñas puertas que daban a las naves
laterales.
Pese a ser un referente de orden
dórico y abundando en la innovación antedicha, cuenta con importantes características del orden jónico como el ancho friso de la naos,
la decoración tallada en los capiteles del anta (las alas de la pronaos), el
cimacio del tipo Lesbos y el astrágalo sobre las metopas. Cabe señalar que
ambos arquitectos fueron, probablemente al unísono, responsables de este cariz
jónico, pues Ictino fue quien construyó fuera de Atenas el templo jónico de
Apolo en Bassae (Arcadia), que además ofrece el primer capitel corintio
conocido, mientras que Calícrates fue quien erigió en la misma acrópolis ateniense
el templo jónico de Atenea Niké.
El ambicioso programa escultórico, dirigido por Fidias,
se extendía por las metopas del friso del peristilo, los dos frontones y el alto friso interior que recorría el muro de la naos, con figuras policromadas con colores
brillantes como el azul, rojo, amarillo o verde. Por su importancia intrínseca
merecen un estudio propio.
Significado.
Mundos perdidos: La antigua Atenas. 45:14. [https://www.youtube.com/watch?v=jKoH8MTPL00] La ciudad de Pericles y sus construcciones.
Vista idealizada de la
vertiente Oeste de la Acrópolis, en la que destaca el Partenón. Fue realizada
por Marcel Lambert en 1877.
El templo del Partenón era el punto culminante de los
ritos sagrados en la acrópolis. Los viajeros que llegaban a Atenas admiraban el
edificio desde cualquier lugar público alejado de la colina en la que destacaba
en altura, anchura y color. Al comenzar la ascensión, empero, la pronunciada
pendiente lo ocultaba, hasta que el visitante traspasaba los Propileos y
accedía el interior del recinto. Entonces ya lo divisaba a la derecha y su
monumentalidad se iba desvelando a medida que continuaba el camino. Cuando se
llegaba a la gran estatua exenta de Atenea Promachos había un amplio espacio
abierto a sus pies y los fieles podían ver a la vez la estatua y más allá la
parte trasera del Partenón, hacia el cual continuaba el camino procesional.
Finalmente se accedía al témenos, el espacio más sagrado sobre el que se elevaba el edificio,
en un nivel más elevado que el camino para realzar el impacto visual, y los
fieles lo rodeaban, contemplando la armoniosa columnata dórica y la decoración
escultórica de las metopas, yendo desde la fachada trasera, donde admiraban las
ofrendas de estatuas del opistodomos y la decoración del frontón de Fidias,
hacia la fachada delantera, decorada con otro admirable frontón del mismo
escultor, y allí podían ascender a la pronaos y divisar ya por la puerta
abierta de la naos la gran estatua de Atenea en el interior, una de las grandes
maravillas de la Antigüedad.
Vista desde el Este de la fachada principal, con la pronaos.
Reconstrucción hipotética desde el SE de la fachada
principal. Se observan varias esculturas votivas y escudos dorados colgados en el arquitrabe.
Es importante señalar que, aunque el edificio nos
puede parecer hoy de dimensiones modestas, entonces era el mayor edificio
sagrado del Ática, y que para los griegos la función del Partenón no fue nunca
celebrar grandes reuniones de fieles (o sea, no fue un templo en sentido estricto) sino ser la casa de la diosa.
La construcción fue un enorme proyecto de propaganda
política y religiosa, encabezado por Pericles para realzar el papel dominante
de Atenas en la Grecia clásica. Sirvió para demostrar a todos los griegos el
poder político y económico, la devoción religiosa a su diosa protectora así
como el alto nivel cultural de la ciudad, y además tuvo una influencia más
material y directa, pues los trabajos dieron importantes ingresos a muchos
obreros y artesanos de la construcción y las artes.
Pero fue también un monumento a la vanidad y al
dominio sojuzgador de Atenas sobre sus antiguos aliados. Lewis Mumford, en La ciudad en la historia, recuerda que el
Partenón de Pericles fue posible porque Atenas realizó actos violentos de
injusticia flagrante sobre la Liga de Delos, de modo que el dinero para los
monumentos estaba manchado de sangre: ‹‹La debilidad moral no es menos visible aunque
esté materializada en una impecable imagen estética.››
La fachada del Partenón como ejemplo de armonía en las proporciones: forma un rectángulo áureo.
La fachada del Partenón como ejemplo de armonía en las proporciones: forma un rectángulo áureo.
La influencia del edificio en la
arquitectura posterior fue inmensa, porque fue enseguida un modelo a imitar,
sobre todo sobre
todo por su equilibrio, proporción y armonía, y también por sus innovaciones en la distribución del espacio interior, que
pasaron a muchos templos helenísticos, luego romanos y finalmente medievales.
El escultor Fidias.
Fidias (Atenas, )490-430?, activo en
470-430) es el gran escultor griego de los dioses. Trabajó en las grandes
obras promovidas por su protector, Pericles, y coordinó las obras del Partenón.
Acusado de robar parte del oro de la estatua de Atenea Partenos, y, según otros, de blasfemia al autorretratarse en
su escudo, fue condenado a una cuantiosa multa en 438 y se exilió en Olimpia,
donde prosiguió su creación esculpiendo una de las siete maravillas de la
Antigüedad, el Zeus olímpico,
mientras los discípulos de su taller, dirigidos probablemente entre otros por
grandes maestros como Alcámenes y Calímaco, acababan las obras de los frontones
del Partenón.
El estilo de
Fidias.
Fidias aunó con inusitado equilibrio y serenidad el
idealismo y el naturalismo, y alcanzó la máxima perfección técnica de la
escultura griega, siendo considerado el culmen del periodo clásico. Destacan
entre sus numerosas y extraordinarias cualidades: la serenidad y monumentalidad,
la composición equilibrada, la proporción en los cánones, la austeridad que
suprime lo superfluo, la belleza extrema y armonía de las figuras, el realismo
anatómico de los cuerpos tanto desnudos como vestidos, en los que aporta su
suprema técnica de los “paños mojados” que muestran las formas del cuerpo con
sensualidad y juegos de luz y sombra, la contenida pero vívida representación
psicológica en los rostros, y el movimiento de las personas y animales.
Una característica sorprendente de sus obras en el Partenón es que los rostros son idealizados y genéricos, sin intención de ser retratos individualizados de personajes coetáneos de Atenas, pues se consideraba de mal gusto situar a personas reconocibles junto a los dioses. Ni siquiera encontraremos aquí un retrato de Pericles o de Fidias.
Las esculturas
del Partenón.
Entre sus obras brillan sobre todo las del Partenón.
Cabe señalar que Fidias definió su estilo y plan, pero la mayoría fueron
probablemente ejecutadas por sus discípulos en el taller.
En los siglos siguientes, las esculturas probablemente
padecieron los periodos de intolerancia e iconoclastia de cristianos y
musulmanes, como se advierte en la decapitación de muchas figuras de los dioses
y héroes, pero todavía en el siglo XVII se mantenían relativamente bien. Pero la gran explosión del polvorín que había
en la naos en 1687 destruyó una parte importante del friso interior y de las
metopas, y las piezas supervivientes padecieron a la intemperie durante más de
un siglo, hasta que muchas de ellas, así como de otros monumentos de la antigua
Atenas fueron compradas (o apropiadas) y transportadas entre 1801 y 1812 por
lord Elgin a Inglaterra, por lo que se conservan hoy como Colección Elgin en
el British Museum de Londres.
Las esculturas del Partenón se agrupan en cuatro
renglones: las metopas, el friso de la naos, los frontones y la estatua de
Atenea.
Las esculturas del Partenón en el Museo Británico. Documental. 6 minutos.
Las metopas.
Destacan las 92 metopas del friso exterior, de casi
metro y medio de altura, que muestran un ciclo bélico, con dos o tres figuras
en cada recuadro, a menudo muy mutiladas, sobre todo en las cabezas, por
cristianos y musulmanes.
La crítica ha valorado sobre todo el movimiento sereno
y el cuidadoso equilibrio entre las figuras y el vacío a su alrededor. La
diversidad de los miembros del taller de Fidias se advierte claramente en estas
obras: unas son todavía casi arcaicas, de relieve muy abultado y rígidas,
mientras que otras son de un bajorrelieve muy fino y de vivo movimiento.
En una reconstrucción hipotética de la
esquina SO, con el frontón y las metopas del lado occidental a la
izquierda, y las metopas del lado meridional a la derecha, se observa el vivo colorido:
gris para los sillares; azul para los triglifos, el pedestal de las antefijas
del techo; rojo para los ábacos de los capiteles, la cornisa y los marcos del frontón,
la delgada tenia debajo de los triglifos y los fondos de las metopas.
Plano del programa escultórico exterior del Partenón: abajo la fachada occidental, a la derecha la meridional, etc.
Hay cuatro grupos de ciclos míticos, todos con un
claro sentido político, pues simbolizan a los griegos (léase los atenienses)
que habían luchado contra los bárbaros (léase los persas) y salvado Grecia:
- Gigantomaquia. Las 14 metopas orientales, en
la fachada principal, representan la batalla de los dioses con los titanes. Son
las de mejor calidad, probablemente porque Fidias les destinó su propia mano y
sus mejores discípulos.
- Amazonomaquia. Las 14 metopas occidentales
muestran los combates de Hércules y el rey ateniense Teseo contra las bárbaras amazonas.
- Centauromaquia. Las 32 metopas meridionales
presentan la batalla entre los lapitas y los bárbaros centauros en la boda de
Piritoo, en la que participó Teseo.
- Guerra de Troya. Las 32 metopas septentrionales
describen episodios de la Ilíada
sobre la destrucción de Troya, una gran victoria de los griegos sobre el
enemigo asiático.
El friso de las
Panatenaicas.
Reconstrucción hipotética de la esquina SO del friso interior.
El friso interior, de dimensión excepcional, con 160
metros de largo y 1,05 metros de alto, representa la ceremonia de la
procesión sagrada en la que los ciudadanos atenienses participan en el cortejo
procesional por la Vía Sagrada, de las fiestas Panatenaicas, de las que había
dos tipos. Las Panateneas Menores se celebraban cada año el 28 de julio y terminaban con la
hecatombe del ganado, cuya carne era luego repartida entre los asistentes, mientras que la llamada Gran Panatenea se celebraba cada cuatro
años y tenía un añadido especial, una escena culminante en que las doncellas,
las famosas korai, presentaban doblada
al gran arconte (o basileus) de la
ciudad, la vestidura nueva (el peplo)
que habían confeccionado para revestir a la diosa. Este momento cuatrienal es
justamente el que ocupa en el Partenón el lado principal del friso, el
oriental, y muestra a las jóvenes ante los 12 dioses principales del Olimpo, de
mayor tamaño, sentados a la expectativa de la hecatombe.
Procesión de las jóvenes en la fiesta de las Panateneas.
De izquierda a derecha, Poseidón, que toca el hombro
de Apolo, que se gira para ver la procesión, y Artemisa.
Los otros tres lados (norte, oeste y sur), en cambio,
están ocupados enteramente por cientos de personajes masculinos, los ciudadanos
atenienses, unos a caballo (los ricos) y otros a pie (los pobres), que salen en
el lado oeste y avanzan por los lados norte y sur conduciendo carros cargados
de ofrendas (odres, ánforas, ramos) y arrastrando animales para el sacrificio.
Son escenas de una profunda carga política: todos los ciudadanos de Atenas,
independientemente de su riqueza, son protagonistas de la vida pública.
Las figuras de este friso son tal vez las mejores
obras de Fidias, en las que alcanza la cima de todos sus dones, y cabe destacar
que, siendo una obra toda ella en bajorrelieve y por tanto más difícil,
consigue una extraordinaria sensación de profundidad de las imágenes, como
ilustra el célebre grupo de jinetes, tal vez el mejor ejemplo de perspectiva
empírica de la escultura griega. Ayudaría a ello aún más el vivo colorido que
ha perdurado solo en algunos puntos, pero incluso hoy, en que se ha perdido, no
desmerece la calidad genial de este conjunto.
El grupo de los jinetes, en el lado septentrional, con una reconstrucción hipotética de su colorido.
Los frontones.
Fidias no pudo realizar personalmente las esculturas
de los dos frontones porque tuvo que exiliarse en el 438, así que fueron sus
discípulos los que prosiguieron estas obras durante los seis años siguientes,
terminándolas en 432. Sin duda, empero, desarrollaron fielmente el proyecto
planeado por su maestro, además de seguir con sus extraordinarias aportaciones
técnicas, sobre todo la de “los paños mojados” (o “transparencias”), de la que
aquí hay algunos de los mejores ejemplos.
Los dos conjuntos resultan de una composición
armoniosa, con figuras del mismo tamaño en posturas yacentes o erectas, adaptadas
a los límites de los triángulos del centro y de los extremos, según la conocida
ley del marco arquitectónico, en la enorme superficie, cada una de 30 metros de
ancho, casi tres y medio de alto en el vértice mayor y casi un metro de fondo. Las
figuras se tallaron en el taller, en bulto redondo, y se dispusieron luego en
los frontones, por lo que en algunos casos hubo que limar los dorsos para
encajarlas en el estrecho marco.
Parte de las dos composiciones se perdieron la
explosión de 1687, pero tenemos descripciones literarias de la Antigüedad e
incluso una representación moderna, unos dibujos realizados por Jacques Carrey
de Troyes, un diplomático francés que dibujó los frontones y parte de las
metopas en 1674. Se advierte en ellos que los dioses de
los frontones ya habían padecido graves mutilaciones, probablemente debidas a
los terremotos pero sobre todo a las agresiones de cristianos y musulmanes.
Reconstrucción hipotética de los dos frontones, oriental (superior) y occidental (inferior).
En el frontón oriental, el principal, en el centro,
según los dibujos de Carrey, aparece el nacimiento de Atenea, radiante y
completamente armada pese a que está recién salida de la cabeza de Zeus (lo que
simbolizaba el apego de Atenas al orden racional) y rodeada de los dioses del
Olimpo, Hermes y Hefesto, ayudantes del parto, huyen despavoridos, pero una
admirada Atenea en su forma de Niké se queda a coronar a la diosa. Estas
figuras, empero, se han perdido.
Los otros dioses, en cambio, aunque mutilados, se han
conservado, y unos la rodean y protegen, y otros pasan simplemente por el
Olimpo sin advertir el evento.
Los caballos del carro de Helios y Dionisos yacente.
En el extremo del ángulo izquierdo se contempla la
escena independiente del carro de Helios (el Sol) surgiendo del Océano (el
río que rodeaba la tierra) al despuntar el alba, con Dionisos (dios de la
fiesta y el vino), Kore y su madre Démeter (ambas eran diosas de la
fertilidad), y Hebe (copera de Zeus). Más hacia el centro aparecen Hera
(hermana y esposa de Zeus, sentada) y Hermes, relacionados e inmediatos a la
escena central.
En el ángulo derecho, en cambio, a continuación del
centro aparecen Hefesto, Poseidón, Apolo y la diosa Leto, y en el extremo
aparece independiente la escena del carro de Selene (la Luna) que se hunde en
el Océano al llegar el crepúsculo, con Hestia (diosa del hogar), Dione y su
hija Afrodita (diosas del matrimonio y el amor).
De izquierda a derecha, Hestia, Dione y Afrodita.
Reconstrucción hipotética de la escena central del frontón
occidental.
En el frontón occidental, el posterior, se representa
la lucha de Atenea con el dios Poseidón por el patronazgo de las tierras del
Ática, esto es el derecho a proteger la recién fundada ciudad de Atenas, y se
centra en el momento en que Poseidón, airado por el dictamen desfavorable de
los dioses (o del rey Erecteo según otra versión) lanza el mar contra la ciudad
para destruirla y entonces se interpone Zeus.
En el extremo del ángulo izquierdo aparecen Iliso (el
río de Atenas) y los pobladores míticos del Ática (Cécrope, Erecteo y sus hijos
Herse, Aglauro y Pandrossos). Sigue hacia el centro una escena con Iris y
Hermes en un carro tirado por un caballo con las patas delanteras levantadas
hacia la escena central.
En el
ángulo derecho, haciendo frente a la escena central, siguen otro caballo que
tira de un carro dirigido por Poseidón (en una de sus formas) con su esposa Anfitrite
azuzándolo, y detrás suyo Oritia (una hija de Erecteo) y otros personajes
míticos pobladores del Ática, confirmando así la jerarquía central de los
dioses.
La estatua de Atenea Partenos.
Fidias realizó hacia
442-438 la estatua criselefantina de Atenea Partenos, representaba con vestimenta y armadura de guerrera. Enorme con
sus 12,8 metros de altura y sobre un pedestal, ocupaba la nave central de la
naos del Partenón.
Estaba confeccionada con una estructura interna de
madera y recubierta de oro en el vestido y de marfil en el rostro, con piedras
preciosas en los ojos.
Era una maravilla adorada por las multitudes, que la
veían con la tenue luz que penetraba por el vano de la puerta, las ventanillas
de la naos, y las lucernarias y los incensarios encendidos en el interior,
Admirable era asimismo su reflejo en un estanque de agua situado a los pies de
su pedestal. La función del templo como lugar de contemplación de la estatua explica
que los arquitectos dispusieran la columnata como una especie de deambulatorio
a los lados y detrás suyo, con dos pisos, y quizás con dos pisos también en las
naves laterales, a los que podrían subir los fieles.
Sobrevivió muchos siglos a los saqueos, hasta que fue
llevada a Constantinopla y desapareció después del 1204, cuando la ciudad cayó
en manos de los venecianos durante la IV Cruzada y con casi toda seguridad sus preciados materiales fueron aprovechados.
Fuentes.
Internet.
Documentales.
Desmontando la
historia 1/18: Los secretos de la acrópolis de Atenas. Documental. 44 minutos. [https://www.youtube.com/watch?v=TYcAgkNVh0A&list=PLQ2GSFmitMrZiOb2bcHLeTU29JP56ci6p]
Historia del Partenón. Documental. 7 minutos. Dirección: Costa Gravas.[https://www.youtube.com/watch?v=jVvZ9CbiC-0]
Bonnie Greer on the Parthenon
sculptures at the British Museum. Documental. 6 minutos. [https://www.youtube.com/watch?v=CstmE8dmeEg]
Mundos perdidos: La antigua Atenas. Documental. 45 minutos. La ciudad de Pericles y sus construcciones. [https://www.youtube.com/watch?v=jKoH8MTPL00]
Conferencias.
Sánchez,
Carmen. El Partenón de Pericles. La complejidad de un símbolo. Conferencia
en Fundación Juan March (12-IV-2016). Catedrática de Arte Antiguo. [https://www.youtube.com/watch?v=CQG-q98zRTU]
Libros.
AA.VV. Arquitectura griega. Parramón.
Barcelona. 2000. 95 pp.
AA.VV. Historias
de arte para Bachillerato de las editoriales Algaida, Anaya, Bruño, ECIR, Edebé, Santillana, SM, Vicens Vives...
Boardman,
John. El arte griego.
Destino. Barcelona. 1991 (1967). 252 pp.
Boardman,
John. Escultura griega.
Destino. Barcelona. 1999. 251 pp. 246 ilus.
Martin,
Roland. Arquitectura Griega. Aguilar. Madrid. 1989 (1980 italiano). 198 pp.
Papaioannou,
Kostas. Arte griego.
Gustavo Gili. Barcelona. 1973. 531 pp.
Pijoan,
José. El Arte Griego.
Summa Artis IV. Espasa-Calpe. Madrid. 1982. 591 pp.
Richter,
Gisela. El Arte Griego.
Destino. Barcelona. 1980.
Robertson,
Martin. Arquitectura Griega y
Romana. Cátedra. Madrid. 1988. 357 pp.
Robertson,
Martin. El Arte Griego.
Alianza. Madrid. 1987. 434 pp.
Artículos.
Antón, Jacinto. Ultramodernidad
bajo el Partenón. “El País” (20-VI-2009) 48-49. El nuevo museo de la Acrópolis
de Atenas.
Sánchez-Vallejo, M. A.
¿‘Brexit’ a favor del Partenón? “El País” (20-VII-2016). Unos diputados británicos proponen devolver los
mármoles de Elgin a Grecia.