EL ARTE PRERROMÁNICO EN CATALUÑA.
Introducción.
Las interpretaciones.
La arquitectura.
Tipología.
Sistematización de los elementos arquitectónicos.
La escultura.
La pintura.
Conclusiones.
Mapa de Cataluña a finales del siglo X.
INTRODUCCIÓN.
La cronología del arte medieval catalán va desde el final del Imperio Romano hasta poco después de la unificación de las Coronas de Aragón y Castilla .
Se clasifica en arte prerrománico, románico y gótico.
Antes había la presencia homogeneizadora de Roma, con su arte característico; de los visigodos, con los que pervive la herencia romana más unas influencias germánicas; y de los musulmanes, desde el 715 hasta mediados del siglo XII, al menos en parte de Cataluña.
Sólo en la llamada Reconquista es cuando se definen los elementos distintivos de las diversas nacionalidades de Iberia, combinado con un proceso de cristianización, que se arraiga en las montañas entre la población autóctona poco romanizada y las poblaciones visigodas fugadas de la invasión musulmana.
Mientras que en Castilla se hizo primero una repoblación con hombres libres y sólo al final se feudalizó el sur de la Península, en Cataluña el proceso es bien distinto, pues hay un proceso claramente feudal, impulsado por los nobles carolingios fruto de una conquista que busca una frontera segura frente del Islam e incorpora todo tipo de elementos de la estructura del Imperio Carolingio.
Las razias (o aceifas, violentas incursiones) musulmanas atacaban Francia en el siglo VIII y la respuesta franca en el reinado de Carlomagno fue la conquista de Girona (785), Barcelona (801) y otros lugares hasta el Llobregat, constituyendo la Marca Hispánica, dividida en cinco condados: Barcelona, Girona, Ampurias, Rosselló Urgell-Cerdaña. Los condados estaban gobernados por los condes (funcionarios nombrados por los reyes francos), con una casta de de aristócratas intermediarios (vizcondes, veguers, jueces...), que convivían con los propietarios libres en su mayoría procedentes de la población anterior y con los grandes propietarios, desde los mismos condes y altos funcionarios hasta la Iglesia, en una situación que se prolongó hasta el siglo XI, cuando ya dominó plenamente el feudalismo. Mientras, la Iglesia creaba una sólida estructura territorial con obispados y parroquias.
La crisis del Reino Franco en los siglos IX-X y la inseguridad por las razias de Almanzor, hicieron que los condes como Wifredo el Velloso intentaran hacer hereditarios sus cargos ya desde finales del siglo IX, aunque continuaron dependientes de los reyes francos hasta el 985, cuando los francos denegaron a Borrell II la ayuda necesaria para rechazar a Almanzor.
Las interpretaciones.
En la Edad Media en Cataluña hay una voluntad de continuidad de los elementos formales del Bajo Imperio Romano, para volver a los orígenes.
Históricamente son: Bajo Imperio en los siglos IV-V. Dominio y integración visigoda en los siglos VI-VII. Dominación musulmana en el lado sur en los siglos VIII-X, junto al dominio carolingio en el lado norte en los siglos IX-X.
1) Palol piensa que la población a la caída del Imperio Romano era sobre todo de campesinos huidos de la Galia o de las llanuras catalanas hacia las montañas, entre la que penetra el cristianismo desde el siglo III, dando un arte paleocristiano que funde elementos tardorromanos con elementos cristianos, en mosaicos, sarcófagos, esculturas... Sobre todo desde el Edicto de Milán en 313 que concedió la tolerancia al culto cristiano.
En el siglo IV los talleres romanos exportan en Cataluña los sarcófagos en San Felix de Girona, casi todos de friso continuo o también de estrígilos, con menos naturalismo. Los sarcófagos de Tarragona también destacan en este panorama.
Después, ya en el siglo V, los talleres locales tomarán el lugar de los talleres romanos, dejando el relieve tridimensional por biselado a dos planos, con esquematización y elementos geométricos.
En los siglos V-VI aparecen influencias norteafricanas y de Oriente y se conserva el mausoleo de Centcelles (Tarragona), como parte de una gran villa de la época.
2) La invasión visigoda se ha interpreta en dos modos:
A) Los visigodos como una clase dirigente que no introduce cambios en la población.
B) Una alianza (la tesis de Miquel Barceló) de los visigodos con la nobleza autóctona de terratenientes, para crear una nueva clase dirigente, perviviendo la antigua estructura territorial, por el fisco y la administración, como por el cristianismo, que será la ideología jerarquizadora y que tendrá una fuerte impronta en el arte.
En los siglos VI-VII aún pervive el arte paleocristiano con soluciones constructivas tardoromanas en los edificios de los visigodos, porque estos tienen sólo un arte utilitario, con influencias germánicas posiblemente en la esquematización y la geometría aplicadas a la decoración, nunca a la arquitectura.
3) En cuanto a los musulmanes no dejaron una obra estimable, sobre todo porque su poblamiento en Cataluña fue muy débil numéricamente y la dominación poco duradera. Sólo hay un debate sobre la posible influencia posterior de los mozárabes en el arte catalán.
4) El periodo de los siglos IX-X ha sido estudiado por muchos investigadores. Josep Puig i Cadafalch, y Gómez Moreno defendieron la presencia de influencias de mozárabes y carolingios, pero ahora se rechazan estas teorías por autores como Xavier Barral y Yarza.
Así el presunto mozarabismo, centrado en el uso de los arcos de herradura sería:
A) Una pervivencia de lo romano (Dalmases, Pitarch),
B) Una arquitectura procalifal (Cirici Pellicer), con una técnica de arcos de herradura que llevarían constructores emigrados o por intercambio cultural,
C) El mozarabismo se daría sólo en Castilla y León (Yarza), mientras que a Cataluña vendrían artistas cristianos que habrían contemplado edificios visigóticos, gracia al intercambio cultural y económico.
En la actualidad se descarta la influencia carolingia, a la que defendía una corriente historiográfica, mirando unas técnicas de construcción en los aparejos como los sillares en las esquinas, pero hoy se piensa que esto es una tradición tardorromana.
Las teorías actuales de Dalmases o Pitarch destacan que se han estudiado sólo los restos conservados que no eran los más importantes en aquel momento: son pequeñas iglesias, casi siempre rurales, olvidando los centros principales que fueron destruidos o en los que se fueron superponer construcciones posteriores hasta desfigurarlos. Pero hay dos casos excepcionales de conservación: el Conjunto de Terrassa (siglo IX) y la iglesia del monasterio de San Miguel de Cuixà (siglo X).
Para estudiar estas y otras obras del periodo se cuenta con la documentación de las concesiones de privilegios por los condes y reyes, para fundar iglesias o monasterios, que contaban con inmunidades y privilegios por tres motivos básicos: la evangelización, el control de la población rural, y para crear nuevos núcleos de población, como comunidades estables, bien administradas, cultivando las tierras.
LA ARQUITECTURA PRERROMÁNICA EN CATALUÑA.
La arquitectura del período es fundamentalmente religiosa.
En la arquitectura civil apenas cabe citar los restos del posible palacio de un terrateniente, el Palacio Viejo de la Coma de Bergús, del siglo X, único en su tipo en la península y que fue descubierto en el Puig y Palà en Cardona por un grupo de arqueólogos de la Universidad de Barcelona, dirigido por el dr. Iñaki Padilla. Hay documentación del 981 que cuenta que los vizcondes de Osona tuvieron una gran propiedad en Bergús (Cardona). El conjunto tiene una torre circular, rodeada por viviendas. Al sur de la torre aparece una habitación de 3 x 7 metros, con muros de 90 y 100 cm, que podría ser la principal del palacio. [http://calaix.gencat.cat/bitstream/handle/10687/8363/qmem2016_web.pdf?sequence=1]
La tipología.
Se dividen las iglesias del siglo X en dos tipos por su tamaño:
A) Pequeñas: Sant Quirze de Pedret, Sant Genís las Fuentes, San Andrés de Sureda, San Julián de Boada, Santa María de Marquet, San Miguel de Olèrdola (estas dos añadidas por Yarza), las de Terrassa.
B) Grandes, de las instituciones monásticas: San Miguel de Cuixà (a Conflent), Santa María de Ripoll (reformada en el siglo XI, por Oliba), San Martín de Canigó (más del siglo XI realmente).
Conjunto de San Pedro de Terrassa: San Pedro al fondo. San Miguel es el primer edificio a la izquierda. Santa María está medio oculta más a la izquierda. El espacio enmedio es un cementerio.
El Conjunto de iglesias de San Pedro de Terrassa tiene una larga historia. Desde el 450 al menos fue una sede episcopal importante (se celebró un concilio al 614) pero parece que las construcciones más antiguas que restan, puede ser rehaciendo las anteriores en el mismo lugar, son posiblemente del siglo X y Junyent data el conjunto quizás en el siglo IX (la reconquista se efectúa hacia el 874, y ya antes del 977 se recuperó la calidad de diócesis). Son dos iglesias y un baptisterio: Santa María (la más grande, de tipo basilical, a la derecha), San Miguel (el baptisterio en el centro, el edificio mejor conservado) y San Pedro (a la izquierda, de tipo martirial- funerario por Yarza).
Santa Maria.
Santa Maria (hoy un espacio de culto de la comunidad monástica) tiene una planta basilical de cruz latina, con ábside cuadrado al exterior, y en el interior una planta de herradura, con una vuelta cubriendo el ábside. La última consagración es del 1112, ya de estilo románico. Otro tesis, de Pitarch, es que el ábside debía formar parte de una iglesia de tres naves de crucero, cubierta de madera, sustituida en el siglo XII por la actual planta de cruz latina.
Sant Pere.
San Pere (San Pedro), es la antigua iglesia parroquial, por lo que da el nombre al conjunto de las tres iglesias. Tiene un original ábside trilobulado (casi en forma de absidiolos) y un crucero. Se emplean, como en la iglesia de Santa Maria, in aparejo grande en las esquinas e hiladas de ladrillos y mampostería, que se interpretó de influencia carolingia.
Sant Miquel, con Sant Pere detrás.
San Miguel es la más singular, con una gran calidad en su construcción, con planta cuadrada y ábside poligonal (heptagonal) hacia el exterior y semicircular en el interior con arco de herradura (se usa a menudo el término sobrepasado). Hay una pequeña cripta trilobulada justo bajo el ábside. Antes se pensaba que era el baptisterio de la antigua catedral visigótica, consagrado a San Juan Bautista.
Tiene ocho columnas en el centro (cuatro grandes los ángulos y cuatro pequeñas en medio de cada lado), hechas de una sola pieza. Seis de los capiteles son reutilizados de tipo corintio (de procedencia muy diversa) y los otros dos son originales. Los arcos son peraltados (con el centro bastante por encima de la imposta), y encima se levantan cuatro paños, con cuatro hornacinas de descarga de la cúpula en los cuatro ángulos (parecen trompas por su función pero no lo son, pues aligeran la carga sobre las dovelas de la llave, mientras que si fueran trompas descargarían sobre la parte baja de las dovelas). El centro está cubierto por esta cúpula con aproximación de hiladas concéntricas de sillares hasta cerrar, y en la que se abre una ventana en cada uno de los lados. La bóveda está hecha con ladrillos, como se ve en las bóvedas de arista.
Así hay tres tipos de cubierta: bóvedas de horno (cuarto o 1/4 de esfera) por los ángulos de las esquinas (las cuatro hornacinas y el ábside), bóvedas de arista por los cuatro brazos de la cruz griega, y una cúpula por espacio central, lo que da un espacio muy rico en perspectivas.
El conjunto monástico de San Miguel de Cuixà tiene un entorno bien conservado: la iglesia de la abadía, comenzada el 956 y consagrada el 972 por abad Garí, de planta de cruz latina (según Yarza), de planta basilical (según Pitarch), con tres naves (la central más larga y el doble de ancho que las laterales), un transepto muy pronunciado y una cabecera de cinco ábsides (el principal es rectangular y los otros cuatro son semicirculares, peraltados, con comunicación entre cada pareja).
La cubierta es de bóveda, hecha originalmente de madera (alabada por el monje Garsias en un poema cabeza en 1040), y con arcos de diafragma. El transepto es más bajo que la nave central, pero un poco más alto que las naves laterales. Predomina el espacio basilical alargado, con cuatro arcadas sobrepasadas a cada lado, de gruesos pilares rectangulares (en el siglo XVI se limaron las esquinas y por ello parecen semicirculares), con unos arcos mayores al separar el transepto. Se piensa en una influencia mozárabe, califal o visigótica en el aparejoo de los arcos, de piedras inclinadas y sillares irregulares unidos con mortero para llenar el muro y sillares escuadrados toscamente en las esquinas. También hay parte del opus spicatum. Los encofrados han dejado la marca de los listones de madera, como otras construcciones del periodo.
Iglesia de Santa María de Ripoll. Con reconstrucciones de mejora en 888, 935, 977 y 1032 (esta realizada por el famoso abad Oliba). Actualmente de critica la excesiva restauración que emprendió el arquitecto decimonónico Elies Rogent, pues añadió un cimborrio inexistente en la época original. Contaba con cinco naves desde 977, la principal separada de las otras por pilares rectangulares, mientras que las naves laterales están separadas entre sí por siete columnas y siete pilares pequeños cada hilera. Los capiteles decorados de las columnas son de tipo califal, de posible procedencia cordobesa, según Yarza por la importancia de Ripoll como centro comercial y cultural. La cubierta es de madera, con arcos de diafragma. El transepto es más alto que la nave central, al revés de Sant Miquel de Cuixà.
La iglesia de Sant Genís las Fuentes fue reedificada en 981. Se conserva el transepto y un ábside lateral. Cuenta con una planta de cruz latina muy marcada, de una nave con tres ábsides comunicados. La cubierta es de madera, como era habitual en aquella época. El muro es de hiladas de cantos rodados o guijarros, en opus spicatum. Los arcos son de herradura .
La iglesia de San Andrés de Sureda, consagrada tarde, en 1127, se conserva mejor que las anteriores. Es de una nave única con transepto un poco más bajo, una cabecera de tres ábsides semicirculares, mayor el central que los laterales. La planta cuenta con arcos de medio punto, peraltados. El aparejo es irregular con bloques grandes y opus spicatum. Es importante la presencia de arcos torales para la bóveda de cañón para poder soportarla. Aquí he de precisar la distinción entre el arco toral castellano, que circunda el crucero, mientras que el perpiaño soporta la nave. El exterior del ábside tiene el opus spicatum. Las bandas lombardas que se ven hoy son posteriores al siglo X.
La iglesia de Sant Quirze de Pedret tiene un problema de interpretación sobre si había tres naves o una, pues tiene tres ábsides, el central trapezoidal y los laterales de herradura. Las naves laterales son más bajas que la central, con arcos de herradura. La cubierta es de madera. En el exterior tiene una espadaña (un elemento que sustentaba una campana) sobre la entrada.
La iglesia de San Julián de Boada es muy pequeña, de una nave, con cubierta de cañón apoyada en un arco toral de diafragma, y con montantes atrasados. La planta no es bien rectangular y no tiene contrafuertes. La entrada es lateral. También tiene un arco triunfal para dar acceso al ábside, con montante avanzado y una decoración en las impostas. Las dovelas del arco están muy bien labradas, y la bóveda de cañón tiene todavía las huellas del encañizado que se utilizaba para sostener la vuelta mientras se hacía la obra de mortero y también para reducir el peso de los materiales.
SISTEMATIZACIÓN DE LOS ELEMENTOS ARQUITECTÓNICOS EN LOS SIGLOS IX-X.
Plantas.
La nave es rectangular con cubierta de madera y ábside rectangular o poligonal, con un paramento lineal de guijarros o del opus spicatum, y sillares cortados en las esquinas.
1) La planta basilical predomina: rectangular sin transepto (Santa Coloma de Andorra).
2) También hay de planta basilical de cruz latina, que quizás de dos tipos: A) alargada con crucero más bajo que la nave central (San Vicente Obiols), B) con crucero más alto que la nave central (San Pedro de Terrassa , y Ripoll).
3) De planta centralizada (San Miguel de Terrassa).
Naves.
Hay dos tipos básicos: 1) iglesias de una nave: las más comunes. 2) Iglesias de tres naves: Sant Quirze de Pedret. 3) Una única excepción de cinco naves: Santa María de Ripoll.
Cabeceras.
Eduard Junyent considera que hay dos tipos que enlazan con la tradición tardo-romana: 1) Semicircular, tanto en el interior y el exterior, o no. 2) Trilobulada (Sant Pere de Terrassa).
Ábsides.
Hay dos tipos también: 1) semicircular. 2) de herradura o sobrepasado (Santa María de Orfa), en una técnica que siempre es prerrománica, pues después ya no se hará.
Alzados.
Hay variantes, según si los soportes sean pilares o columnas: 1) Pilares rectangulares (San Miguel de Cuixà). 2) Columnas (San Miguel de Terrassa).
Arcos.
Hay tres tipos: 1) Triunfales, por estar en el transepto. 2) Medio punto, que pueden ser de medio punto puro o peraltados. 3) Arcos de herradura, que pueden ser montantes o atrasados.
Ventanas.
Poco abundantes, son estrechas y de poca luz, pues ésta entra más bien por la puerta. SE distinguen tres tipos: 1) Espillera, en forma de apertura vertical muy estrecha. 2) Derrame (de alféizar o tronera en castellano), que se abre y es más ancha hacia el interior. 3) Geminada, es decir separada por columnas.
Cubiertas.
Es un tema muy controvertido. Se distinguen dos tipos por sus materiales.
1) De madera: A) Vigas planas (San Miguel de Bess). B) Vigas a dos vertientes, a menudo con arcos de diafragma.
2) De piedra: A) Bóveda de cañón (Sant Julià de Boada). B) Bóveda de herradura (ábside de Sant Miquel de Cuixà). C) Bóveda de horno (San Miguel de Terrassa). D) Bóveda de arista (ídem). E) Bóveda sobre nichos u hornacinas (ídem).
Aparejo.
Es casi siempre del tipo irregular, poco trabajado, a trozos o partes, con guijarros o con el opus spicatum, que se utiliza sólo como elemento decorativo y no para una mejor solidez. Todo está unido con mortero, según una técnica claramente de origen romano.
LA ESCULTURA PRERROMÁNICA EN CATALUÑA.
Se concentra en cornisas, impostas, bases y sobre todo en los capiteles, siempre en el interior, que siguen el modelo tardorromano esto es corintio con hojas de acanto. Hay pocas excepciones, como el capitel de Sant Benet de Bages, el único con una figura humana (de forma bizantina para Yarza, y desconocida para Pitarch). Las impostas pueden ser moldeadas o decoradas con una geometría sencilla, que podría ser una influencia visigótica.
LA PINTURA PRERROMÁNICA EN CATALUÑA.
Sólo se conservan cinco muestras en buen estado de conservación: dos piezas en Sant Quirze de Pedret, y las tres de las tres iglesias del conjunto de Terrassa, y se conoce cómo era una obra hoy perdida en San Cristóbal de Campdevànol gracias a que se conserva un dibujo de Abadal.
En Sant Quirze, debajo de las pinturas románicas posteriores, se hallan dos piezas. Los personajes, el Orante y el Caballero, son antinaturalistas, insertados en orlas de motivos vegetales o geométricos. Son para Yarza de un modelo paleocristiano tosco y popular, no del culto.
En las tres iglesias de Terrassa las pinturas son de una influencia tardorromana en la disposición del enmarcamiento de cortina falsa (San Miquel), a imitación del "segundo estilo pompeyano", como alguna pintura asturiana. Destaca la linealidad en los personajes. Para Yarza y Pitarch son un modelo culto, derivado del mundo antiguo y clásico.
CONCLUSIONES.
Hay una pervivencia de una serie de modelos tardorromanos, aunque con variantes y un progresivo enriquecimiento por la llegada de nuevas ideas sobre todo visigodos. La técnica constructiva es también tardorromana, con bóveda de cañón mediante encofrado, aparejo y materiales con mortero, al igual que las formas. Esto continúa hasta el primer tercio del siglo XI en Cataluña, conviviendo con unas influencias lombardas, que al final ganarán, dando paso al Románico.
FUENTES.
Internet.
[http://imatgesdesilenci.blogspot.com.es/2010/05/enterraments-al-conjunt-monumental-de.html] Las iglesias de Terrassa.
Llbros.
Barral i Altet, Xavier (texto catalán); Gumí, Jordi (fotos). L’art pre-romànic a Catalunya. Segles IX-X. Edicions 62. Barcelona. 1981 303 pp.
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