Comentario: Santa Sofía de Constantinopla.
Descripción y construcción.
La Santa Sofía o Hagia Sophia (Santa
Sabiduría), la tercera y actual, la construyeron los arquitectos Antemio
de Tralles (matemático, que probablemente tuvo la idea principal pero que no
pudo verla desarrollarse porque murió al año de iniciarse el proyecto) e
Isidoro de Mileto (físico) en sólo cinco años, como una iglesia de Corte, unida
al palacio imperial (el emperador tenía su trono en la tribuna).
Se construyó sobre los restos de una
primera Santa Sofía, construida probablemente por el emperador Constancio II en
360 según el modelo basilical paleocristiano, e incendiada en 404 (no quedan
restos visibles), y de una segunda Santa Sofía, erigida por Teodosio II en 415
y nuevamente incendiada durante la revuelta popular Nika en 532 (de esta han
quedado apenas unos relieves y mármoles).
En su construcción, según el
historiador Procopio, trabajaron más de 10.000 obreros durante 5 años, 10 meses
y 10 días a las órdenes de un centenar de arquitectos. Con autorización de
Justiniano, se saquearon muchos monumentos paganos de Europa y Asia, como el
gimnasio de Éfeso o algunos templos de Atenas y Delfos, y se usaron los mejores
materiales para los muros (piedra basáltica de la región del Bósforo, piedra
amarilla de Siria) y las columnas monolíticas de pórfido egipcio (piso inferior)
y mármol verde de Tesalia (piso superior). En su inauguración en 537 el
emperador dijo aquella frase célebre: “Oh, Salomón, te he superado”, y
durante un milenio fue el monumento más importante del cristianismo puesto que
las obras de la actual iglesia de San Pedro de Roma no comenzaron hasta el
siglo XV.
La principal modificación
posterior fue obligada: la sustitución de la primera cúpula, que cayó por su
exceso de peso y los grandes empujes laterales y transversales, al sufrir
sendos terremotos en 553, 557 y el definitivo en 558, cuando cayó del todo.
Entre 558 y 562 Isidoro el Joven, sobrino de Isidoro de Mileto, la reconstruyó
(además de otras partes del templo y muchos arcos) con materiales más
ligeros que permitieron elevarla más, consolidarla con nervios y abrir las
ventanas del tambor, instalando las pechinas actuales para repartir el peso en
los pilares, además de añadir refuerzos en las semicúpulas, exedras y
contrafuertes, y fue reconstruida en otras dos ocasiones debido a nuevos
terremotos en 869 y 989.
En el saqueo de 1204
probablemente los cruzados robaron el famoso iconostasio de plata de 15 metros
de altura que separaba la nave central del presbiterio, así como muchas
reliquias y objetos de metales preciosos.
El 29 de mayo de 1453,
tras la toma de Constantinopla, el sultán Mehmet II hizo pronunciar el sermón
que convirtió la basílica en mezquita y hoy se llama en turco Aya Sofya
Müzesi. Obras turcas son el
añadido de contrafuertes y los cuatro minaretes exteriores, mientras que la
decoración interior de mosaicos que ya había sufrido una primera y casi
completa destrucción por la furia iconoclasta de los propios bizantinos, más
tarde fue cubierta por los turcos con yeso; y
se colgaron unos grandes medallones (7,5 metros de diámetro) con los nombres de
Alá, Mahoma y los cuatro primeros califas; se pintaron versos del Corán y se
instaló el ábside del sultán. Hasta 1935 se usó como mezquita; después el líder
turco Kemal Atatürk transformó el edificio en museo.
Análisis formal.
El exterior,
de aspecto sobrio y especial austeridad debido a la ausencia de decoración, se
configura de acuerdo a una jerarquía piramidal, con una ascensión de la
composición de volúmenes hacia la cúpula, pero el mayor interés artístico, como
en todas las iglesias bizantinas, se concentra en el espacio interior.
La planta es un núcleo
cuadrado de 77 metros de largo y 33 metros de ancho, de doble casco y se
desarrolla en un sutil eje axial (longitudinal), conformado por dos atrios
(aunque uno fue eliminado), un doble nártex (algunos autores usan el término
exonártex para el más exterior), más dos grandes semicúpulas, una que
antecede y otra que sucede, a la cúpula central.
Las dos grandes
semicúpulas son soportadas en parte por otras menores que llamamos exedras, y
por las galerías o naves laterales que están cubiertas por bóvedas de
arista y que alternan con tramos cubiertos por bóveda de cañón,
que enmascaran los enormes contrafuertes que sustentan el peso de la
estructura. Ese sentido axial era mayor todavía en la época de su
construcción, pues ha desaparecido uno de los dos atrios.
El núcleo central está
flanqueado en el eje longitudinal por dos enormes arcos (abiertos por
ventanales) bajo los cuales discurren los dos pisos de las dos naves laterales,
en el segundo piso con tribunas (matroneum) para las mujeres. Las
columnas del núcleo central (en el cuadrado interior, al norte y el sur) son
pareadas, formando nichos.
El presbiterio está formado por un
pequeño ábside o tramo cubierto con bóveda de cañón, y por una exedra
semicircular cubierta por una bóveda de horno que al exterior se muestra
poligonal. No hay pastoforios, debido a que la procesión ritual partía del cercano
palacio imperial.
El logro más importante
es la inmensa cúpula central de 32 metros de diámetro (menor que la del Panteón
romano, de 44 metros) que se eleva a 56 metros del suelo, y descansa sobre un tambor que se monta sobre cuatro pechinas
que caen sobre cuatro inmensos pilares,
Parece flotar sobre un anillo de luz que penetra por los 40 vanos que circundan
su base, por lo que es una cúpula baída; en cada uno de ellos hay una ventana
que ilumina directamente la nave y que en determinados momentos del año y del
día provoca el efecto “cúpula colgante”.
No es una perfecta cúpula gallonada,
pero está reforzada internamente por los 40 nervios (no resaltan en relieve
pero sí visualmente) de otros tantos plementos o gajos. Por fuera destaca poco,
en parte por los refuerzos que se pusieron en la segunda reconstrucción de la
cúpula para evitar su caída.
La descomposición de los empujes es
distinta según los ejes.
Para sostener la pesada cúpula
y facilitar el tránsito de la planta circular hacia la planta cuadrada se
requieren cuatro enormes pechinas (triángulos esféricos), que discurren entre
el borde de la cúpula y los machones (pilares gigantes) de los cuatro enormes
arcos torales, más cuatro arcos auxiliares que soportan las dos semicúpulas y
los cuartos de esfera de las exedras. Los pilares destacan mucho en el
exterior.
La gran innovación respecto al Panteón
de Roma (de círculos concéntricos y que se apoyaba en un muro circular) es este
apoyo en pechinas y semicúpulas y de estas en otras semicúpulas menores
llamadas exedras, y a su vez el de todos estos elementos en pilares.
Las naves laterales y las tribunas
están cubiertas con bóvedas de arista, mientras que algunos nichos libres están
cubiertos con bóvedas de cañón. Las paredes exteriores están reforzadas
con contrafuertes.
La decoración.
La luz del interior se
concentra hábilmente en el núcleo central y el ábside, ayudado por los
capiteles, con lo que se consiguió un espacio de apariencia mágica, dispersado
en los bordes mediante las semicúpulas, las exedras, los nichos y las
arquerías, y dominado por la cualidad material de la luz, un efecto reforzado
mediante la decoración de revestimiento de los mármoles polícromos,
los mosaicos deslumbrantes, las puertas de bronce, y las
columnas (cuatro pares en el piso inferior y ocho individuales en el
superior a cada lado) de pórfido egipcio y de mármol verde tesalio,
algunos probablemente saqueados de otros templos o tal vez reutilizados de las
dos primeras iglesias del lugar, con capiteles típicamente bizantinos.
Los capiteles bizantinos o
de “albarda” de las columnas son variaciones del orden corintio, en el que se
estilizan los elementos vegetales, son de mármol blanco, del tipo prismático
(pirámide invertida) y un alto cimacio (o cornisa), con adornos de hojarasca
labrada al trépano de origen teodosiano, o caprichosos con recamado;
la decoración de capiteles es de una gran maestría, con una técnica de trépano
de preciosos efectos lumínicos, ayudando a crear un ambiente desmaterializado e
irreal.
Mosaico del Pantocrator.
Mosaico de la emperatriz Zoé.
Los mosaicos eran de gran
calidad y sobreviven algunos pese a los intentos iconoclastas de destrucción y
a la cubrición con cal que sufrieron a manos turcas. Destacan el del
Pantocrator y el de la emperatriz Zoé.
Significado.
El templo fue construido
para ser la iglesia oficial del emperador y su corte, no una iglesia del
pueblo, lo que explica su magnificencia, pues pretendía resaltar y legitimar el
cesaropapismo, la práctica de aunar en el emperador la máxima autoridad
política y religiosa, según el precedente del emperador/pontífice máximo del
Imperio Romano. Se celebraban en ella las coronaciones imperiales y las misas
más solemnes, además de ser la sede la patriarca metropolitano de
Constantinopla.
La inmensa cúpula y la
intensa iluminación interior resaltan dos características simbólicas de Dios,
el círculo perfecto, como ya vimos en el Panteón de Roma, y la extraordinaria
luminosidad interior, una novedad medieval que llegará a su auge en el gótico.
La influencia posterior.
El edificio fue un ejemplo extraordinario para la arquitectura bizantina posterior, muy decantada a favor de la
planta centralizada, y sus soluciones constructivas y decorativas repercutieron en iglesias tan lejanas como la catedral de San Marcos de Venecia del siglo XI y su coetánea de la catedral de Santa Sofía de Kiev, reconstruida en un estilo barroco en su parte superior en el siglo XVIII. Incluso influyó en la islámica turca, siendo imitada en numerosas
mezquitas tanto en Estambul como en las provincias a partir del siglo XV.
FUENTES.
Internet.
Documentales/Vídeos.
Santa Sofía. AcademiaPlay. 3 minutos.
Justiniano y Santa Sofía. 8 minutos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario