HA 7 UD 01. El arte de África Negra. El Gran Zimbabue
Introducción.
La arquitectura del Gran Zimbabue.
La arquitectura del Gran Zimbabue.
Introducción.
El arte africano se extiende en realidad solo sobre el arte del África Negra, propio de los pueblos africanos subsaharianos antes de la llegada e imposición del imperialismo europeo, por lo que no abarca el arte egipcio y copto en Egipto, el arte púnico y bereber en el Magreb, y el arte islámico en el Norte de África y las costas occidental y oriental del continente, aunque sí cabe observar relaciones e influencias mutuas.
La influencia del arte africano "primitivo" ha sido fundamental en el desarrollo de las vanguardias artísticas occidentales (Derain, Matisse, Modigliani o Picasso), por lo que hay numerosas referencias cruzadas.
El arte africano actual, aunque muy relacionado con sus antecedentes, se considera aparte, debido a la enorme influencia del arte occidental en iconografía, técnicas, materiales y mercado.
La arquitectura del Gran Zimbabue.
El Gran Zimbabue está en el país homónimo,
a unos 50 km de la localidad de Masvingo, muy cerca de la frontera con
Mozambique, entre los valles de los ríos Limpopo y Zameze, y es un conjunto de edificaciones, la
mayoría erigidas en los siglos XII y XIII, poco después de la llegada de pueblos bantúes. Llegó a acoger a unas 18.000 personas, sobre una superficie de unas 700 hectáreas, siendo la capital de un reino shona anterior al reino de Monomotapa.
El recinto lo componen tres sectores: el Gran Recinto, el
Complejo de la Colina y el Complejo del Valle. Esta división espacial tiene dos interpretaciones: la menos probable es una secuencia temporal de reyes o dinastías que construirían sus propios espacios principales, al modo en que los soberanos nazaríes levantaron sus distintos palacios en la Alhambra; la más probable es una especialización espacial, en la que el Gran Recinto sea la ciudadela real del poder político, el Complejo de la Colina sea un santuario del poder religioso y el Complejo del Valle sea el espacio residencial de la población.
El Gran Recinto y parte de las ruinas del Complejo del Valle.
Exterior de una entrada al Gran Recinto.
Pasillo interior del Gran Recinto.
El interior del Gran Recinto, con la torre troncocónica.
El Gran Recinto (o Gran Cerca o Gran Plaza), sito en la llanura, es la construcción
humana antigua más grande al sur del Sahara con sillares de piedra. Es una zona probablemente palaciega rodeada por una
muralla de planta elíptica de 253 metros de largo y entre 4,9 y 10,7 metros de altura, con puertas de acceso al recinto con paredes redondeadas y en el interior pasillos estrechos para obligar a caminar en fila y casi de
lado a los posibles atacantes, una enorme torre troncocónica que parece una chimenea y cuya función se
desconoce (las analogías sugieren que era un punto elevado de guardia o vigilancia, o un hito fundacional), y varias habitaciones grandes que se supone eran palaciegas.
El Complejo de la Colina (o Acrópolis) se erige sobre la cúspide de
un domo de granito y cuenta también con sólidas murallas de sillares de piedra,
en las que se abren pequeños vanos de acceso, y contiene restos de habitaciones
(viviendas o almacenes) alrededor de una gran sala de oraciones y reuniones.
Los arqueólogos especulan que piensa que la gran sala ceremonial estuvo recubierta
de oro.
El Complejo (o las Ruinas) del Valle está compuesto de numerosas edificaciones menores
repartidas por una amplia zona, alrededor del Gran Recinto, que se observa en el centro de la foto.
Cuando el primer europeo, el portugués
Vicente Pegado, llegó a la zona del reino shona de Monomotapa en 1531, encontró las ruinas y anotó que las
tribus shonas las llamaban Zimbabwe (“casa de piedra", "casa de veneración" o "gran casa", según distintas traducciones). Desde entonces la zona entera tomó ese nombre y ha perdurado
hasta hoy en el nombre del país. Hasta 1867 no fue
visitada de nuevo por un europeo, Adam Renders, y en 1871 el hallazgo fue investigado y publicado por el explorador alemán Karl Mauch.
Es excepcional la calidad y
monumentalidad de sus construcciones en piedra de granito de excelente talla, si argamasa. No tienen parangón en el África Negra, pues el resto de sus culturas tenían una arquitectura más efímera con materiales de madera o arcilla.
Sus orígenes han suscitado vivos debates. Las teorías
predominantes (de difusión, con un evidente trasfondo racista) hasta los principios del siglo XX sostenían que la habían construido mercaderes
o esclavistas fenicios, egipcios, persas o árabes (Mauch sugirió que era el país
de Ofir). Pero las investigaciones arqueológicas de Gertrude Caton-Thompson en 1929 consolidaron la tesis científica de que era la capital del reino bantú de los shonas entre 1100 y 1450,
enriquecido con la minería de oro y cobre, el comercio de tejidos de algodón de la India, cerámica china y persa, marfil y esclavos africanos con las
factorías comerciales musulmanas de la costa del Índico, especialmente la de Sofala (la antigua Cefala), que tal vez influyeran
aportando maestros de obras o también es posible que esclavos africanos en otros países volvieran a la zona con el dominio de avanzadas técnicas constructivas; asimismo, hay una afinidad entre las técnicas mineras de la India y las de los shonas, y es conocida la masiva inmigración malaya por esas fechas a la relativamente cercana isla de Madagascar. Lo más probable,
empero, es que sobre todo haya habido una evolución propia de los shonas, pues los objetos hallados en las excavaciones demuestran la continuidad de su cultura africana bantú, aunque abierta a la influencia exterior gracias al comercio.
El abandono de este conjunto se ha explicado por varias causas: la sobreexplotación de los recursos forestales, el hambre por la escasez de agua debido a un cambio climático, la disminución del comercio al abrir los musulmanes nuevas factorías costeras, el agotamiento de los mejores yacimientos de oro cercanos (la explotación de las arenas auríferas estuvo en mínimos durante los siguientes siglos, como reportaron con pesar los portugueses), la inestabilidad política interna que provocó su sustitución por otro pueblo shona conocido como karanga (fundadores del reino llamado de Monomotapa hacia 1450; este reino fue a su vez destruido por los portugueses en 1629) y las invasiones de pueblos vecinos (los rozwi llegaron del oeste y ocuparon la zona tras una guerra hacia 1470-1500 y mantuvieron su dominio hasta 1830). Lo más probable es una confluencia de estas causas.
Los shonas eran también notables en orfebrería y metalistería. Se han encontrado
objetos de cerámica, gongs de hierro, piezas de
marfil muy elaboradas, alambre de cobre, azadas de hierro, puntas de lanza de
bronce, lingotes de cobre y crisoles y cuentas de oro, pulseras, colgantes y
fundas.
Las piezas de mayor valor artístico son los llamados ocho Pájaros de Zimbabue, realizados en piedra y que colocaron sobre monolitos piedra maciza de un metro de altura en el Complejo de la colina. Los pájaros combinan características
humanas y de aves, como el pico y las garras, y se ha interpretado que representan al tótem de los reyes shonas. Se han convertido en símbolo nacional del país.
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Ciudades bajo tierra. Etiopía, la tierra sagrada secreta. Documental. 43 minutos. Las iglesias cristianas de Lalibea.
Ciudades bajo tierra. Etiopía, la tierra sagrada secreta. Documental. 43 minutos. Las iglesias cristianas de Lalibea.
Zimbabue.
Internet.
1 comentario:
Hola,
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un saludo
Victor
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