Descripción.
Miguel
Ángel esculpe el David en 1501-1504, en un gran bloque de mármol,
mediante la técnica de talla. Mide 4,34 metros de alto, incluyendo la roca que
le sirve de podio natural. Se muestra en Galería de la Academia de Florencia,
aunque una copia se exhibe en la Plaza de la Señoría.
Es
interesante conocer que el bloque de mármol de Carrara había sido comprado
hacia 1464 por el gremio de laneros para realizar una escultura en uno de los contrafuertes
de la catedral florentina, pero que la forma rectangular del bloque dificultaba
mucho la talla del bloque, al que varios intentos fracasados habían reducido y
deteriorado, por escultores como Simone da Fiesole, Agostino di Duccio y, el último, Antonio
Rossellino en 1476, y finalmente se había abandonado por miedo a fragmentar más el
bloque y perder prestigio. Solo Miguel Ángel decidió finamente aceptar el reto. Comenzó el 13 de septiembre de 1501 y tras dos años largos de trabajo la escultura estuvo lista para inaugurarse el 8 de junio de 1504 en la Plaza de la Señoría.
Análisis temático.
El tema es discutible pues se puede adscribir tanto al género religioso, por representar una historia bíblica del Antiguo Testamento, como al género político-histórico, por su simbolismo.
¿Cómo un desnudo integral podía ser una obra religiosa en aquella época? La respuesta es que en la concepción humanista el cuerpo desnudo se integraba en la naturaleza, la obra suprema de Dios. por tanto el desnudo era un acto divino y su belleza no debía ser prohibida.
Representa el momento de tensión anímica y corporal previo a la acción de David de enfrentarse a Goliat. Sobre su hombro izquierdo descansa la honda y su extremo llega a la altura de su mano derecha, donde va a colocar la piedra mientras calcula con el ceño fruncido para que el disparo sea certero.
Pero si releemos la Biblia, David era apenas un pastor adolescente, todavía no apto para la lucha militar, como lo había representado fielmente Donatello unos decenios antes, mientras que el David de Miguel Ángel es un kouros, un joven atlético y fuerte, plenamente capacitado para enfrentar el enemigo. Más parece un Goliat que un David.
Técnica.
Miguel Ángel, antes de acometer la talla, hizo unos esbozos, pues sabemos su habilidad como dibujante en los apuntes que nos han llegado de otras obras, y unos pequeños modelos en cera o terracota, pero no realizó un modelo en yeso como era la costumbre, sino que se aplicó directamente a trabajar el bloque, quitando el material que le sobraba, para liberar el alma escondida en la piedra, como le gustaba decir de su misión como escultor.
Finalmente, a la talla le siguió el fino pulimentado para conseguir una pátina realista en la representación de la piel, la definición de los músculos y los nervios, con detalles tan naturalistas como las manos nervudas. En cambio, elaboró los rizos del cabello con un trépano, lo que le permitió experimentar con los efectos del claroscuro.
Análisis formal.
El color monocromo del mármol no reduce el realismo de esta obra, pues nos impele a centrar nuestra atención en el cuerpo, maravillosamente trabajado, aunque con algunas buscadas desproporciones, pues escogió un canon alargado (respecto al de Policleto y más próximo al de Lisipo), con una cabeza relativamente pequeña en relación al cuerpo, con un brazo derecho muy largo respecto al izquierdo, con unas manos excesivamente grandes (sobre todo la derecha) tal vez como una alusión a la importancia de la creación manual del propio escultor. También son inusualmente grandes los pies.
La composición es abierta, para lo que utiliza dos recursos interconectados, el contrapposto y un juego de líneas curvas.
El contrapposto que descubrió Policleto está aquí con diferencias como las piernas muy abiertas o los brazos muy tensionados. Su pierna derecha, más rígida, soporta el cuerpo, mientras que la izquierda se adelanta, iniciando un juego de ligero movimiento en ese costado, con una ligera línea curva para enfatizar la tensión antes del movimiento, que consigue subiendo la cadera y bajando el hombro, creando así una continuidad ondulada entre la cabeza y el pie izquierdo, retorciendo así el cuerpo hacia el lado izquierdo de su cuerpo, lo que incita al espectador a rodear la estatua, aunque nuestra atención se centra de manera natural en la poderosa mirada, que nos induce a rodear la estatua, buscando distintos puntos de vista para así apreciar y comprender la obra entera.
La tensión del cuerpo, pues, se anuda a una tensión espiritual, pues la sensación del movimiento potencial surge en cualquier parte del cuerpo que se contemple, desde la cabeza a los pies. Es la famosa terribilità miguelangelesca, esa sensación de profundo poder interior que se trasluce en una sensación de fuerza física a punto de estallar.
Significado y contexto histórico-artístico.
El
simbolismo político del David surge
de la asociación entre su gesta y el ánimo optimista y comprometido de los
ciudadanos florentinos, que confiaban en que su pequeña ciudad mantendría un
papel eminente en la Italia de su época, frente a potencias mucho mayores como los
Estados Pontificios, el reino de Nápoles o el Ducado de Milán, gracias a su
inteligencia y valor, los mismos atributos que había mostrado el héroe judío
David en su lucha contra el filisteo Goliat.
También muchos
podían interpretar que era el héroe del pueblo y la burguesía frente al poder
de los Médicis, que habían sido expulsados del poder en 1494 y en la época del
encargo todavía no lo habían recuperado.
Por lo
tanto, David se convirtió tanto en un símbolo de la independencia cara al
exterior como de la libertad en el interior.
El
pueblo bajo y la burguesía entendieron enseguida que esta estatua le
representaba mejor que las banderas u otros símbolos y pidió que se expusiera
en un lugar más público que el de uno de los doce contrafuertes del exterior
del ábside del Duomo (la catedral). Se formó una comisión, en la que estaban
entre otros Botticelli y Leonardo da Vinci, que decidió situarla en la Loggia
del Lanzi, en una calle relativamente estrecha, pero Miguel Ángel recabó el
apoyo del máximo líder florentino, el gonfaloniero Piero Soderini, que mandó
situarla donde quería el artista, en la Piazza de la Signoria, frente al Palazzo
Vecchio (el Ayuntamiento), enfatizando así su valor como símbolo ciudadano.
Allí estuvo hasta 1873, cuando los daños de estar a la intemperie obligaron a sustituirla
por una copia y guardar el original en el principal salón de la Accademia.
Conclusión.
La obra es una obra maestra de la escultura renacentista del Cinquecento, que se caracteriza por la influencia del antropocentrismo propio del Humanismo, la búsqueda de la belleza ideal en el desnudo naturalista y un sentimiento espiritual/religioso de la existencia, y muestra los valores morales y políticos que se difundían en las ciudades italianas en la época del Humanismo cultural y el Renacimiento artístico.
Miguel Ángel (1475-1564), escultor.
Miguel Ángel (1475-1564) es el gran escultor del siglo XVI. Hombre universal, poeta, pintor, arquitecto, pero sobre todo escultor. Hijo de un burgués, fue confiado al cuidado de una nodriza, hija y esposa de canteros. Así nació su vocación. A los trece años entra en el taller de Ghirlandaio, tras vencer la oposición de su padre. Siempre insatisfecho de su propia obra y crítico de la ajena, siempre inmerso en la platónica y mística búsqueda de la Idea de la Belleza en el mármol blanco de Carrara. Sus figuras están llenas de vida y pasión, de terribilità, lo sublime, con una exhibición de fortaleza y energía como si amenazaran a un enemigo externo o estuviesen en perpetua lucha, de una grandiosidad que reside más en su plenitud vital que en su tamaño.
Inspirado en la estatuaria antigua de la colección de los Médicis, esculpe en Florencia la Batalla de los Centauros y la Virgen de la Escalera. En Bolonia recibe la influencia de las monumentales esculturas de Della Quercia, y cambia su estilo. De vuelta en Roma esculpe la primera Piedad del Vaticano (1498-1499), de gran serenidad.