El artista italiano Giotto (1267-1337).
Giotto di Bondone (Colle di
Vignapiano, cerva de Vicchio del Mugello, al norte de la Toscana, hacia 1267-Florencia,
8 de enero de 1337) fue hijo de un pobre campesino y parece que durante su
infancia fue pastor, lo que según su biógrafo Vasari le brindó la gran
oportunidad de su vida: pasando Cimabue por donde cuidaba su rebaño vio que
el niño dibujaba con tal habilidad a sus
ovejas que decidió llevárselo como aprendiz a su taller de Florencia, aunque
otra versión apunta que Giotto consiguió que su padre le permitiera formarse
como artista en vez de mercader de lanas.
Lo que parece seguro es que fue
discípulo del artista florentino Cimabue (Florencia, 1240-Pisa, 1302) y que en
su taller aprendió pintura, escultura e incluso arquitectura. Otro maestro posible
fue el más bizantinante Pietro Cavallini.
Madonna de Cimabue.
Madonna de Cavallini.
Cimabue había evolucionado desde la maniera greca dominante en la pintura italobizantina
del Duecento (siglo XIII), caracterizada por el color intenso, la rigidez, el
hieratismo y la simetría, hacia una pintura más dinámica, expresiva y
voluminosa, y su aprendiz, el joven Giotto, siguió esta tendencia de mayor
libertad formal, de acuerdo no solo a una voluntad de innovación sino también a
un cambio en el gusto artístico de los comitentes, que buscaban obras más elegantes
y naturales, que comunicaran mejor un mensaje religioso más amable a las gentes
urbanas más cultas del Gótico en contraste con las ignaras del Románico que
veían a los personajes sagrados como jueces castigadores.
Madonna de Ognissanti (h. 1300-1310).
Sus trabajos iniciales en Florencia fueron
todavía bastante tradicionales, precedentes de la posterior Madonna de Ognissanti
(también llamada Virgen Entronizada) (h. 1300-1310), pero ya muestra en ellas el gusto
por mostrar la humanidad de los personajes sagrados. Esto le dio fama y comenzó
a tener encargos en otros lugares de Italia y Francia. Sus contemporáneos
quedaron conmocionados ante su genio, y eclesiásticos, reyes, príncipes, nobles
y burgueses le solicitaron e incluso le dieron su amistad.
Sus primeros grandes encargos le llegaron
de la orden franciscana: dos series de frescos para la basílica de San Francisco de Asís, en las que
querían homenajear a su santo fundador, un revolucionario en la Iglesia
de su época, y en coherencia buscaron un revolucionario en el arte, Giotto.
La primera serie (antes de 1297), en
la parte alta de lo muros, desarrolla temas bíblicos, mientras que la segunda
serie (hacia 1297-1299), en la parte inferior, narra 28 escenas de la vida de
San Francisco, en un portentoso ciclo narrativo: su vocación, sus milagros (como
La expulsión de los diablos de Arezzo)
y predicaciones, sus retiros de penitencia, sus relaciones con sus seguidores,
su muerte y algunos milagros posteriores.
Vocación de San Francisco, en la que renuncia a sus bienes terrenales.
En estos dos ciclos están ya las tres
grandes aportaciones del artista.
Los personajes son retratados con
características individuales en el cuerpo y el rostro, con una acusada volumetría
carnal y tridimensional, con líneas amplias y redondeadas, un realismo
anatómico que enlaza con el mejor naturalismo de las piezas de la antigua escultura
romana que habían pervivido en la Italia medieval, por lo que se ha sugerido
que Giotto las estudió con detenimiento.
Los individuos que presencian el espectáculo
de la santidad de Francisco expresan su agitación espiritual, su emotividad ante
un momento de crisis, aunque Giotto logra equilibrar el dramatismo con la contención
de la serenidad clásica. Mostrar los sentimientos y a la vez dominarlos.
Las escenas se componen como espacios
verosímiles, sean paisajes rurales de montañas y campos con cierta perspectiva
empírica (todavía no ha llegado el tiempo de la perspectiva lineal) o entornos urbanos
con arquitecturas de murallas o casas, en los que las figuras se mueven de
forma natural, como si asistiéramos a escenas teatrales.
El gran proyecto en el que alcanza la
cumbre de su creación madura es el ciclo de los frescos (1305-1306) en la Capilla
de los Scrovegni o Capilla de la Arena (construida sobre las ruinas
de la arena de un anfiteatro romano). Las pinturas llenan toda la nave con escenas
del Juicio Final, la vida
de la Virgen y sus padres, la
Anunciación y la vida de Cristo.
En el Juicio Final la enorme figura de Dios domina el centro de la
composición y señala los dos destinos de la Humanidad: los bienaventurados y los
condenados.
La Deposición de Cristo (también llamado La Lamentación o Cristo muerto), situado
en la pared norte de la capilla, plasma un drama de un dolor conmovedor por su realismo
en la apariencia de los rostros, las lágrimas y los gestos de los numerosos seguidores
congregados alrededor del cadáver. La madre le acoge en sus brazos, María
Magdalena sostiene sus pies (como el día en que le conoció) y San Juan asiste
de cerca al momento que narrará en su Evangelio, en un espacio en el que un
árbol solitario y sin hojas en la colina del fondo a la derecha sugiere el
horror de la muerte pero que se equilibra con los ángeles que parecen bailar en
el cielo azul.
El Beso de Judas es una escena emocionante en la que el drama se
concentra en las expresiones faciales de la pareja central, el traidor y el
traicionado.
El Nacimiento.
La huida a Egipto.
Bajo las escenas de la vida de Cristo,
Giotto representa 14 alegorías de
las Virtudes y los Vicios. El
grupo de las Virtudes se relaciona con la salvación en la parte derecha
de los bienaventurados en el Juicio
Final, mientras que el de los
Vicios señala al infierno de los condenados en el lado derecho.
El polícromo Cristo crucificado (hacia
1312) de la Iglesia de Santa María Novella en Florencia despierta un profundo sentimiento de piedad ante su sufrimiento.
Otro proyecto destacado fue las
pinturas de la basílica franciscana
de Santa Croce en Florencia (hay dudas sobre las fechas pero lo más
probable es hacia 1320), donde en la capilla Peruzzi representa las vidas de San Juan Bautista y
de San Juan Evangelista, y en la capilla
Bardi escenas nuevamente de San Francisco de Asís. Sus frescos para
otras dos capillas se han perdido.
El proyecto de Giotto y el campanario hoy.
Han llegado hasta nosotros algunas de
sus obras escultóricas, aunque de valor menor. Su último encargo, hacia 1334,
fue la dirección de las obras de la ciudad de Florencia; para su catedral diseñó
el campanile, que
terminaron sus discípulos tras su muerte en 1337, parece que sin seguir su
proyecto original.
Giotto es en suma, el gran innovador
del Trecento florentino, al imponer el gusto por la individualidad naturalista,
la expresividad serena y la perspectiva real, dejando atrás los modelos
bizantino y gótico de la figura bidimensional representada con colores planos.
Sus avances revolucionarios preceden al Renacimiento y son el fundamento imprescindible
de los hallazgos de Masaccio, Della Francesca, Leonardo o Rafael.
Documentales / Vídeos.
[https://www.abc.es/cultura/cultural/abci-view-giotto-bondone-fundador-pintura-italiana-201806150000_video.html] En el vídeo Giuseppe Tringali explica Giotto y su obra en el contexto de la evolución de la pintura románica, gótica...
La Cappela degli Scrovegni – Giotto. 16 minutos. Italiano.
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