El artista
húngaro Victor Vasarely (1906-1997).
El artista húngaro Victor Vasarely (Pecs, 1906-París, 1997) fue pintor, tejedor, escultor y grabador, y diseñó edificios como el Campus Universitario de Caracas
o la estación de Montparnasse en París.
Formado en la
Academia Muhely de Budapest, en la que tuvo como profesor a Moholy-Nagy, en sus
inicios fue un pintor y grabador figurativo aunque influido por el
constructivismo. Se instaló en París en 1930 y descubrió la geometría de las
formas de la naturaleza en un viaje a Bretaña. Pronto consiguió el apoyo de la
Galerie Denise René, donde expuso la serie 'Naissances', que ya muestra
sus característicos efectos ópticos, con influencias de la geometría abstracta
de Mondrian y el dinamismo cromático de Robert Delaunay y el cuboputismo de
Fernand Léger y Le Corbusier.
Creador radical y
visionario, publicó el ‘Manifiesto
amarillo’ (1955), en el que
rechazaba la obra única y abogaba por un arte realizado a partir de módulos y
algoritmos. En los años 50 y 60 destacó entre las vanguardias por su
tratamiento geométrico de las formas y el colorido, cuyas vibrantes
obras bidimensionales adquieren la tercera dimensión gracias a la
sensación de movimiento que producen en nuestras retinas las ilusiones
ópticas.
Fue la figura clave del arte cinético y uno de
los grandes renovadores del arte del pasado siglo, como realza Márton
Orosz: «Fue el MoMA, con su exposición *<The Responsive Eye>, en 1965, el que dio celebridad, casi de la noche a la mañana, al
arte óptico y lanzó a la fama a Victor Vasarely». En los años 60 y 70 se puso de moda el Op Art o
Arte Óptico y la «locura Vasarely» lo inundó todo: camisetas, minifaldas, vajillas,
revistas, carteles, fachadas... Había reproducciones baratas de sus obras en la
antesala del dentista, el vestíbulo del cine, la oficina bancaria, la
discoteca, la universidad y hasta en las iglesias.
Guillermo Solana explica su fama:
«Vasarely era el Op, como Warhol había sido el Pop. Consiguió lo que ni
siquiera Warhol había logrado: la perfecta y completa saturación del mundo
visual. Fue morir de éxito». Ambos quisieron democratizar el arte para que éste
de manos de unas élites a las masas. Warhol lo hizo multiplicando en
serigrafías a Marilyn, Elvis, Jackie, Elizabeth Taylor... Vasarely, menos
mitómano, optó por otras estrellas menos mundanas (las del firmamento) y cambió
la moda, el cine, las fiestas, las drogas, el sexo y todos los excesos que vivieron
en la ‘Factory’ por la abstracción geométrica, la física, la teoría cuántica,
los algoritmos y las permutaciones››
Ignacio Vidal-Folch apunta en Esa felicidad geométrica [“El País” Babelia 1.390 (14-VII-2018)]:
Ignacio Vidal-Folch apunta en Esa felicidad geométrica [“El País” Babelia 1.390 (14-VII-2018)]:
‹‹(…) Los efectos ópticos de las obras cinéticas tienen una cualidad
perturbadora y mareante que hace que, a pesar de su sensacional irrupción en el
escenario artístico a mediados de los años sesenta —la exposición fundacional *<Le
mouvement> en la galería parisiense de la abnegada y encantadora Denise René
se celebró en 1955—, no se consolidasen en el gusto de la clientela particular:
la provocación retiniana no descansa, no se integra bien en el contexto
doméstico.
Claro que ese contexto a Victor Vasarely (1908-1997) le importaba
bien poco, pues sólo tenía en consideración al coleccionista particular como
una forma de financiar su trabajo para la sociedad. El propósito declarado de
aquel ex grafista publicitario formado en la sucursal de la Bauhaus en Budapest
y emigrado a París a principios de los años sesenta para trabajar en varias
agencias de publicidad, gran jugador de ajedrez, pero mal perdedor, y experto
manipulador del cubo de Rubik, que se sentía un arquitecto frustrado y se
apasionaba por la geometría en la arquitectura islámica “porque no son cuadros
geométricos colgados en las paredes, sino decoraciones geométricas
perfectamente integradas en la arquitectura”, no era embellecer la vivienda de
uno o de 100.000 clientes, sino transformar el paisaje humano, el paisaje
urbano, con sus intervenciones plásticas, a favor de la dicha colectiva. “El
porvenir nos tiene reservada la felicidad en la nueva belleza plástica, móvil y
conmovedora”, sostiene en el ‘Manifiesto
amarillo’ publicado en el catálogo de la mencionada exposición.
Quizá esto contribuya a explicar, dicho sea de paso, el misterio de que
fuese tan bien acogido en su país, que le tributó su primera gran retrospectiva
en 1969, en plena dictadura comunista de Kádár, donde el dogma era el realismo
socialista, y la abstracción, una forma de la clandestinidad. Consecuente con
esa ambición redentora, esparció sus obras por espacios colectivos de Europa y
América, centros deportivos, nudos de comunicaciones, campos universitarios,
factorías, teatros, hoteles. Y como centros de irradiación de tanta felicidad
geométrica y cinética, en 1970 se abrió el Musée Didactique Vasarely en el
Château de Gordes, una fortaleza en un parque natural de la región de
Provence-Alpes-Côte d’Azur, que funcionaría hasta 1996. En 1976, la Fondation
Vasarely en Aix-en-Provence y el Museo Vasarely en Pécs, su ciudad natal, con
una colección de obras que donó el artista. En 1978, un Centro Vasarely en
Nueva York. En 1987, el Museo Vasarely en un palacio de Óbuda, al norte de
Budapest.
(…) Después de unas décadas de cierto postergamiento, las propuestas
plásticas de Vasarely están de renovada actualidad y de brillante porvenir
precisamente gracias a la revolución digital y los cambios en la idea de
autoría (lo más simpático del op art
es su impersonalidad) y en los gustos estéticos asociados a la informática. La
era del algoritmo es la era del arte geométrico de Vasarely, que podría definirse
como un programador artístico de combinaciones de unidades de colores y formas
elementales —cuadrados, rombos, círculos, óvalos— que se prestan a infinitas
variaciones. De ahí que sea tan oportuna la exposición en el Thyssen, a la que
da suntuosa conversación la de Eusebio Sempere en el Museo Reina Sofía.
La joven conservadora del Museo Vasarely de Budapest, Maïlys Facchi,
está en lo cierto, “la obra sólo es visible y alcanza todo su interés cuando el
espectador la observa moviéndose. Bienvenidos al mundo fantástico e infernal de
la ilusión óptica. Las líneas se deshacen, aparecen tramas, los rombos se
confunden y refunden, surgen las estructuras y vuelven a cruzarse…”.››FUENTES.
Internet.
Documentales / Vídeos.
Vasarely. Tres minutos.
Exposiciones.
<Victor
Vasarely. El nacimiento del Op Art>. Madrid. Museo Thyssen (7 junio-9
Septiembre 2018). 88 obras y dos películas. Comisario:
Márton Orosz. [https://www.museothyssen.org/exposiciones/victor-vasarely-nacimiento-op-art] [http://www.rtve.es/noticias/20180607/victor-vasarely-padre-del-op-art-thyssen/1747200.shtml] Reseña de Pulido, Natividad. Victor Vasarely: psicodelia y arte alucinógeno. “ABC (7-VI-2018). / Parreño, José María. Vasarely, la aventura del ojo. “El Cultural” (8-VI-2018). / Vidal-Folch, Ignacio. Esa felicidad geométrica. “El País” Babelia 1.390 (14-VII-2018).
<Victor
Vasarely>. Fráncfort (septiembre 2018).
<Victor
Vasarely>. París. MNAM (febrero 2019).
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