OP UD 61. EL ARTE BARROCO.
INTRODUCCIÓN.
Un resumen.
1. CARACTERÍSTICAS
GENERALES.
El arte y la
Contrarreforma.
El arte y el
absolutismo.
El origen del
Barroco: la reacción contra el Manierismo.
La estética
barroca.
Periodos.
¿Una distinción
entre Barroco y Rococó?
2. ARQUITECTURA.
1.1.
CARACTERÍSTICAS.
1.2. ESCUELAS.
ITALIA.
San Pedro del
Vaticano: Maderno, Bernini.
Borromini y otros
arquitectos.
FRANCIA.
Las iglesias.
El palacio de
Versalles.
ALEMANIA.
INGLATERRA.
ESPAÑA.
El siglo XVII.
El siglo XVIII:
los Churriguera.
3. ESCULTURA.
3.1.
CARACTERÍSTICAS.
3.2. ESCUELAS.
ITALIA.
Bernini.
FRANCIA.
ALEMANIA.
ESPAÑA.
Escuela
castellana: Fernández.
Escuela andaluza:
Martínez Montañés, Mena, Alonso Cano.
Escuela murciana
(siglo XVIII): Salzillo.
4. PINTURA.
4.1.
CARACTERÍSTICAS.
4.2. ESCUELAS.
ITALIA.
Caravaggio a
Guardi.
FRANCIA.
Poussin a Watteau.
ALEMANIA.
FLANDES.
Rubens.
HOLANDA.
Hals, Vermeer,
Rembrandt, De Hooch.
INGLATERRA.
Hogarth.
ESPAÑA.
Valencia:
Ribalta, Ribera.
Sevilla: Zurbarán,
Murillo, Alonso Cano y Valdés Leal.
Madrid:
Velázquez, Rizzi, Claudio Coello y Carreño de Miranda.
INTRODUCCIÓN.
Esta Unidad
Didáctica exige, por su enorme dimensión, concentrarnos en los caracteres
generales y no entrar a fondo más que en unos pocos artistas y obras
importantes. Así, destacaremos los edificios de San Pedro del Vaticano y el
palacio de Versalles, la obra escultórica de Bernini y la pintura de Velázquez,
Rubens y Rembrandt. El urbanismo lo integraremos como parte de la arquitectura.
El barroco español y, sobre todo, Velázquez deberían ser estudiados más a fondo
en una UD distinta.
Un resumen.
En las bellas artes,
el epíteto de barroco ha servido para calificar, en sentido peyorativo, al
estilo que sucedió a los del Renacimiento clásico y manierista, y se impuso en
gran parte de Europa en el siglo XVII y la primera mitad del XVIII.
El barroco fue un
arte enfocado a la legitimación del poder absoluto de los monarcas y de la
Contrarreforma religiosa emprendida por la Iglesia católica.
Nacido en Roma como
expresión esencial de la Contrarreforma, se impuso especialmente en los países
católicos, y renovó la iconografía y el arte sacro. Pero fue también un arte
cortesano, que reflejaba el absolutismo de los príncipes en el fasto de los decorados.
Contrariamente al
ideal de serenidad y equilibrio metódicos del Renacimiento, el Barroco es un
arte de una época de crisis, que desconfía de la inteligencia: quiere
sorprender, deslumbrar y llegar hasta los sentidos en una época en la que se
proclama el carácter afectivo de la fe. Lo logra mediante efectos de luz y
movimiento, de formas de expansión que se expresan en arquitectura por el
empleo del colosalismo, de la línea curva y de las rupturas: en escultura, por
la preferencia hacia la torsión, las figuras volantes, los ropajes tumultuosos;
en pintura, por composiciones en diagonal y juegos de perspectiva y de escorzo.
Pero lo esencial es que las diferentes disciplinas tienden a fundirse en la
unidad de una especie de espectáculo cuyo dinamismo y brillo multicolor son
pruebas de su exaltación.
Pero el Barroco es
también es una vuelta al naturalismo del Renacimiento, abandonado durante el
Manierismo. En este sentido, el Barroco enlaza nuevamente con el clasicismo del
Renacimiento y lo prolonga hasta la Edad Contemporánea.
1. CARACTERÍSTICAS
GENERALES.
Mientras en el
Renacimiento y en el siglo XVI el hombre tenía una confianza ilimitada en sus
propias fuerzas, en el Barroco y en el siglo XVII el hombre pierde la confianza
en su capacidad y surge en el arte el tema del desengaño: es una época de
crisis política, social, demográfica, económica y religiosa.
En esta época, en
los países católicos culmina la Contrarreforma religiosa y predomina el
Absolutismo político.
El arte y la
Contrarreforma.
El arte religioso al
servicio de la Iglesia católica debe deslumbrar a los fieles con la fastuosidad
y espiritualidad de sus monumentos y ritos. La iconografía de la escultura y la
pintura sigue las pautas de la Contrarreforma, con un sentido didáctico de las
vidas de los santos y de la Virgen (la Inmaculada), el tema de la Eucaristía,
las visiones místicas.
En los países
protestantes, en cambio, el arte se queda al margen de la Reforma: las iglesias
son mucho menos grandiosas, se elimina la escultura en su decoración; sobre
todo, la pintura es cotidiana, con retratos, bodegones y paisajes al gusto de
la clientela burguesa.
El arte y el
absolutismo.
Mapa de la Europa de la primera mitad del siglo XVIII.
El arte
laico-político sirve y legitima la monarquía absoluta, que debe impresionar a
los súbditos con la contemplación del poder y de la gloria del monarca. Esto
explica la importancia del urbanismo de las capitales, en las que se trazan
grandes avenidas y plazas y se construyen enormes y lujosos palacios, así como
se realizas obras plásticas que enaltecen al soberano.
En Francia hay un
evidente dirigismo político en el arte cortesano, divergente del arte barroco
religioso (Italia), burgués (Holanda) o popular. Es en Francia donde el arte y
el absolutismo se funden de modo más evidente, sobre todo durante el reinado de
Luis XIV (1643-1715), al principio bajo la regencia de Mazarino. La política
cortesana dirigista alcanza su plenitud con Colbert, que es el ministro de la
primera mitad del reinado (hasta c. 1685), con el apoyo de Charles le Brun,
promoviendo la fábrica de los Gobelinos y la institucionalización de las
Academias. Los Gobelinos era una fábrica de tapices del siglo XV, convertida en
1667 en Manufactura Real de los Muebles de la Corona. Le Brun fue administrador
del Real Patrimonio y director de los Gobelinos, con un enorme grupo de
artistas y artesanos de todos los géneros. Fabricaban todos los objetos para el
Patrimonio Real y además era escuela de formación artística y artesanal. Las
Academias de Arquitectura, Pintura... fueron unidas en la Academia Francesa en
1663, con una reglamentación nueva pensada por Le Brun, subordinando el aparato
del arte al Estado.
Como dice Félix de
Azúa: ‹‹Rossellini, en su película sobre la toma del
poder de Luis XIV, asume de un modo muy convincente que toda la representación
cortesana del Rey Sol fue un sagaz artificio para la instalación del poder
absoluto en un medio hostil, y en esa representación entraban, sin lugar a
dudas, el teatro, la ópera, la pintura o la arquitectura, así como la
abigarrada vestimenta que hoy nos parece cosa de locos. El genio político de
Luis XIV habría consistido primordialmente, en la genial dramaturgia que puso
en marcha para obtener la creencia de los rebeldes feudales en la realidad
del poder real. Una vez introducidos en la representación monárquica, los
poderosos feudales fueron convertidos en perros de aguas.›› [Azúa. Diccionario de las Artes. 1995: 255.]
El origen del
Barroco: la reacción contra el Manierismo.
Hacia 1600 se
produce una reacción antimanierista, una recuperación clasicista, en la que la
idea de naturaleza se basa en el triunfo de la ciencia (esto implicará el
triunfo del realismo). La ornamentación ha perdido su fuerza en Italia y se ha
roto definitivamente la unidad renacentista. Entonces se fusionan en el Barroco
todas las influencias posibles y existentes, con una experimentación
enormemente rica, sin una dirección única, con una pluralidad extraordinaria.
Este movimiento se difundirá desde Roma por Italia, España, Portugal, Francia,
Austria, Alemania, Bohemia, Flandes, Polonia, Rusia y desde la península
ibérica pasa a América Latina, donde hubo varios focos importantes: México (la
capital, Puebla, Guadalajara), Quito (escultura y pintura, iglesia de la
Compañía), Lima, Cuzco, Alto Perú (Potosí, La Paz, con su decoración en estilo
barroco mestizo); en Brasil destacó Aleijadinho.
La estética
barroca.
Los rasgos estéticos
del arte barroco son naturalismo realista, clasicismo, pluralidad gramatical,
movimiento y desequilibrio, interés por el tiempo, contrastes, lujo.
- Naturalismo
realista. El arte idealista del Renacimiento no reflejaba la realidad. En el
Barroco se impone la vuelta a lo real, se intenta captar al hombre y a la
naturaleza con todas sus imperfecciones. Pintores como Rembrandt y Ribera
prefieren pintar dramáticamente a viejos, santos huesudos que viven y sufren
ascéticamente, Velázquez retrata bufones enanos. Consideran que estas figuras
feas existen en la realidad y deben ser representadas en el arte.
- Clasicismo. Se
vuelve a los modelos clásicos de la Antigüedad, denostados por el
experimentalismo del Manierismo. Se cultivan sobremanera los temas mitológicos
y alegóricos. En este sentido destaca la arquitectura y la escultura de
Bernini, la pintura serena de Poussin. Pero en Italia más que el modelo clásico
se toma el modelo helenístico, más expresivo.
- Pluralidad
gramatical. Conviven varios grandes modelos: en arquitectura el italiano y el
francés; en escultura el italiano y el francés; en pintura el italiano, el
holandés y el flamenco, mientras que el español se puede considerar un modelo
independiente.
- Movimiento y
desequilibrio. Movimiento y retorcimiento se generalizan en las formas. Es un
arte que procura captar la vida, que es movimiento y no quietud.
- Interés por el
tiempo. El hombre barroco contempla con melancolía el paso del tiempo, de ahí
la ternura dolorosa con que plasma el tema de la vejez. La vida es fugaz y el
artista capta el momento concreto y lo inmortaliza.
- Contrastes. La luz
y la sombra se disputan el dominio de las pinturas y los interiores de los
edificios, así como se resaltan los contrastes entre los primeros planos y los
últimos, lo mismo en las pinturas que en las construcciones.
- Lujo. Para
compensar la melancolía del paso del tiempo se destaca la riqueza: las telas
costosas en la pintura o los mármoles de colores en la arquitectura.
Periodos.
No hay acuerdo entre
los autores sobre los periodos del Barroco. Generalmente se defendió que habría
comenzado hacia 1600, al decaer el Manierismo, y perduró hasta el 1750 o
incluso más en algunos países, hasta el triunfo del Neoclasicismo.
Aunque hay obras de
espíritu barroco ya hacia 1570, en la actualidad la tesis más generalizada data
su inicio pleno entre 1600 y 1620, e incluso hay autores que lo atrasan hasta 1630,
cuando se evidencia un entero cambio estilístico respecto al manierismo. Sí hay
consenso en que se origina en Italia y que en unos pocos decenios se extiende
por toda Europa, aunque con mayor rapidez en los países que ya habían recibido
antes el Renacimiento.
Habría dos fases:
- Un barroco
estructural del siglo XVII.
- Un barroco tardío
y decorativo, que impera sobre todo en la primera mitad del siglo XVIII, que
caerá en el exceso, también llamado por algunos autores Rococó.
¿Una distinción entre Barroco y
Rococó?
Ha habido varios intentos
teóricos de configurar el Rococó como un estilo independiente del Barroco. El
Rococó aparecería en algunos países, sobre todo en Francia e Inglaterra, hacia
finales del siglo XVII, conviviendo cronológicamente con el Barroco durante decenios
y dominando hacia mediados del siglo XVIII en la mayoría de Europa, para
enlazar y diluirse con el racionalismo del neoclasicismo en la segunda mitad
del XVIII. La estética rococó se caracterizaría por su creciente racionalismo,
por el cultivo de lo intrascendente y de lo mínimo, de lo decorativo, por
academicismo (algunos autores prefieren el término “academicista” para este
estilo) para satisfacer el gusto de la clientela cortesana y burguesa con un
arte mucho menos expresivo, dramático, religioso y monumental que el Barroco.
Pero no hay un
consenso historiográfico al respecto y la mayoría de los autores consideran que
el Rococó no es un estilo propio porque no supone una estética alternativa,
sino una exageración y evolución de los rasgos más decorativos, cortesanos y
burgueses del Barroco, lo que parece evidente al menos en los casos de
Alemania, Austria y la misma España, aunque bastante menos en los de Francia e
Inglaterra.
Una conclusión
plausible sería señalar que el término Barroco no es un concepto universal y
homogéneo, sino una concepción historiográfica que debe ser continuamente
revisada, sin caer en dogmatismos, y que debemos identificar en su seno
profundas diferencias regionales, matices, evoluciones. En este sentido, el
término Rococó podría ser muy útil para referirse al Barroco final o Barroco
tardío y su enlace con los movimientos racionalistas e ilustrados del siglo
XVIII en los países más avanzados.
2. ARQUITECTURA.
1.1.
CARACTERÍSTICAS.
Rasgos de la
arquitectura barroca son:
- Es grandiosa, de enorme amplitud en los espacios, que se centralizan
o alargan en San Pedro del Vaticano o Versalles, mientras que las cúpulas se
levantan.
- El equilibrio de
formas, con un modelo italiano que se interesa por el movimiento y la curva,
mientras que el modelo francés, en cambio, se preocupa por la estabilidad y la
recta. Pero en ambos el conjunto es armónico y simétrico, con formas puras como
el cuadrado, círculo o triángulo.
- Gusto por los
contrastes en el interior, tanto cromáticos como lumínicos, creando claroscuros
que impresionen.
- La decoración
impresionante con adornos que cubren las superficies, de creciente lujo y
esplendor, hasta que llega el Rococó, de un exceso delirante.
- La integración de
las artes de arquitectura, urbanismo, escultura, pintura, en una unidad, con el
modelo coetáneo de la ópera.
- La contraposición
de varias tendencias que se fusionan y contraponen, como ocurre con los modelos
francés e italiano.
- La importancia del
urbanismo, en la teoría y la práctica, al servicio del poder, sobre todo en las
plazas públicas.
- El mecenazgo del
poder político y religioso de los Príncipes y los Papas, los nobles y los
obispos, que son los grandes clientes y exigen una arquitectura que legitime su
poder.
1.2. ESCUELAS.
ITALIA.
En Italia la capital
artística es Roma, con más fuerza aún desde finales del siglo XVI. En Roma en
1585-1590 hay una profunda reordenación urbana con Sixto V, para hacer de la
ciudad una urbe emblemática del catolicismo. Sixto V justifica el grandioso
proyecto de urbanismo en un documento: Roma ha de ser la Santa Sede de Pedro,
príncipe de los apóstoles y sede de la capital de los cristianos, por lo que
debe tener la máxima belleza material para significarlo. Se derriban barrios
enteros, se abren anchas avenidas, se colocan edificios monumentales y
obeliscos egipcios en los hitos. La escenografía urbana y la fiesta son parte
fundamental de la vida en la época. El palacio italiano se articula a partir
del cortile integrado en el conjunto del
edificio.
En la arquitectura
religiosa hay una variada tipología:
- Basilical.
- Planta elíptica:
doble circunferencia interrelacionada.
- Centralizada.
- Doblemente
centralizada: se pondera el eje de continuidad de la tradición basilical e
insiste en la extensión a través de capillas.
San Pedro del
Vaticano: Maderno, Bernini.
Uno de los hitos del
Barroco es la continuación de la obra de la catedral de San Pedro, la
culminación de la historia del proyecto en los siglos XVI-XVII, desde Bramante
(planta central), Rafael, Peruzzi, Miguel Ángel (cúpula, volumen exterior,
centralización del crucero), Della Porta (que hace reformas).
En 1607 el papa
Pablo V decide continuar las obras, pues faltaba la fachada principal. Había
entonces un cuerpo delantero para las bendiciones papales (hacia el exterior),
y ya estaba el obelisco. Pero hay un cambio de gusto artístico en este momento.
El concurso de proyectos de 1607 supone la llegada de artistas de formación
tardorrenacentista, que buscaban nuevas fórmulas de experimentación, y por ello
el Barroco se pudo experimentar y consolidar en esta obra.
Fachada de San Pedro del Vaticano, por Carlo Maderno.
Carlo Maderno
(1556-1629) ganó el concurso. La cruz griega (centralizada según los proyectos
de Bramante y Miguel Ángel) se convierte en cruz latina (retomando la reforma
de Rafael), alargando la nave central un tercio con nuevos tramos. Se rompe con
el concepto de centralidad y se recogen las pautas pos-tridentinas. La fachada
se plantea con equilibrio y respeto por lo ya existente, sin ocultar del todo
la cúpula, con un orden arquitectónico monumental con pilares y frontispicio.
La novedad es el uso tectónico del orden arquitectónico, la horizontalidad
subrayada por la poca altura del cuerpo de remate, el respeto por la
visualización de la cúpula. Hay una dualidad perceptiva, con intervención del
urbanismo para armonizar el diseño nuevo con el anterior.
La plaza de San Pedro del Vaticano, diseñada principalmente por Bernini.
El Baldaquino de San Pedro del Vaticano, por Bernini.
En el interior
destaca la decoración, para la que se usan monumentos funerarios de los papas,
con escalas divina y humana, y el famoso baldaquino de Bernini, con columnas
salomónicas (fuste retorcido), en 1630-1633, con una función de decoración
estructural que se relaciona con la cátedra de San Pedro. Este baldaquino
subraya el centro de la iglesia y el lugar de la cúpula, pero lo hace mediante
un monumento abierto, sin fragmentar la unidad espacial al permitir la visión a
través de sus columnas.
Gianlorenzo Bernini
(1598-1680) hace también los dos campanarios de la fachada, tiempo después eliminados. La escalera regia
lleva a los aposentos privados del papa (su gran anchura disminuye a medida que
se sube). El proyecto de la plaza se incluía en el proyecto de 1607, pero lo
modifica y realiza Bernini en 1656-1663 (las fechas son dudosas porque se
hicieron varias reformas, hasta 1687). Es una obra inmensa para poder recibir a
las multitudes de fieles, con doble ala, con un diseño trapezoidal y elíptico
que es un símbolo de la maternidad de la Iglesia. Hay elementos clásicos:
pórticos de cuatro hileras de columnas, correcciones ópticas para remarcar la
unidad perceptiva. Destaca la centralidad visual en el obelisco egipcio y la
fachada de la basílica, de modo que se liga la plaza con el entorno y con la
propia iglesia.
En resumen, el
modelo de San Pedro impone:
- La planta
basilical, que los jesuitas difunden a partir del modelo de planta basilical de
interior amplio diseñado por Vignola y la fachada-retablo de Della Porta para
la iglesia del Gesú de Roma (1568), en otras iglesias, sobre todo en Flandes,
la tierra predilecta de los jesuitas, donde construyen en el siglo XVII templos
que recuerdan la estructura y el impulso vertical del gótico.
- El uso del sistema
clasicista de órdenes para los volúmenes interiores y exteriores.
- La interrelación
de espacios interiores y exterior a través de la fachada.
- El uso de la
ornamentación como modificadora de ambientes o incluso como creadora de una
ilusión espacial.
Borromini y otros
arquitectos.
Otras obras maestras
son las fachadas de Francesco Borromini (1599-1667) en Roma para San Carlo alle Quattro Fontane, Santa Agnese in Agone, San Ivo alla Sapienza, con
curvas, contracurvas e interpenetraciones de figuras geométricas.
Borromini. San Carlo alle Quattro Fontane.
San Carlo alle
Quattro Fontane (1638-1641) muestra una gran plasticidad, en órdenes en escala
monumental y humana (a veces intermedias), con alveolos. Santa Agnese in Agone
tiene un gran efectismo visual, con cúpula avanza respecto a la fachada hacia
la Piazza Navona como punto de partida para su lectura, con una arquitectura de
órdenes que crea los ritmos y el movimiento en la fachada. Sant Ivo alla
Sapienza (1642-1662) tiene una estructura (con sus volúmenes) que domina sobre
la decoración.
En el norte de
Italia destacan los arquitectos de Turín. Un gran arquitecto piamontés es
Guarini (1624-1683) con la capilla del Santo Sudario. Filipo Juvara realiza la
gran Basílica de Superga (1717-1731) en Turín, con planta barroca de octógono
irregular y un pórtico clásico, con atrio exterior y atrio interior, es una
fórmula mixta de tradición basilical; también realizará el Palacio Real de
Madrid (1738-1764, terminado por Sacchetti). En Venecia destaca el arquitecto Baldassare
Longhena, autor de la espectacular Santa Maria della Salute.
FRANCIA.
El clasicismo domina
en este periodo la arquitectura francesa, de tal modo que muchos autores han
rehusado llamarla barroca y prefieren llamarla clasicista. Este modelo
clasicista pervivirá hasta el mismo siglo XIX.
En el reinado de
Enrique IV (1598-1610) y la posterior regencia de María de Medicis (1610-1630)
se reconstruye la economía y la sociedad después de las Guerras de Religión, en
la agricultura, industria y administración. En el arte hay un impulso en la
arquitectura: reformas urbanas en París, continuación de las obras en los
palacios reales. En pintura y escultura hay la segunda Escuela de
Fontainebleau. El Manierismo tardío se centra en Nancy (Vellange, Callot) y
París (Vignon, Villard).
A continuación se
entra en una fase de consolidación del arte cortesano, en los reinados de Luis
XIII (1630-1643) y, sobre todo, Luis XIV (1643-1715), cuando Francia, pese a
las crisis y las guerras, emerge como el país más poderoso y rico de Europa, y
su monarquía dedica grandes medios económicos a una arquitectura grandiosa, que
exalte su gloria y su poder político. Los ministros franceses, Richelieu y
Mazarino, más tarde Fouquet o Colbert, son grandes ideólogos del arte oficial,
mecenas del arte áulico, del arte como expresión del poder. Las Academias,
controladas por el Estado, desarrollan un programa artístico al servicio del
poder. Por ejemplo, se rechazaron los proyectos de Bernini, por ser poco
espectaculares.
Caracterizan el
espacio barroco francés la simetría y la geometría, la continuidad y la
extensión. Los arquitectos más importantes son Perrault, Lemercier, Le Vau y
François Hardouin Mansart. En Francia la reacción antimanierista es más tardía,
pero más intensa, pues comienza la interpretación francesa de la tradición
clasicista italiana.
Las iglesias.
Sus características
generales son la centralización, la simetría, la geometría, pero ello no impide
que se integren influencias barrocas italianas, con líneas más cóncavas y
convexas que en la linealidad rectilínea francesa.
Destacan las
iglesias en París de la Visitación, Val-de-Grâce, la Sorbona, Cuatro Naciones y
Los Inválidos.
La iglesia de la
Visitación (1632-1634), de François Mansart (padre de Jacques-Hardouin
Mansart), centralizada, simétrica, pero más cercana al modelo italiano. La
fachada es clásica, con una cúpula enorme, y tiene a un lado un cuerpo de
tipología civil.
La iglesia de
Val-de-Grâce, de François Mansart (d. 1646), se parece al modelo italiano de
Vignola para el Gesú en Roma, con fachada-retablo, con una cúpula medio oculta.
Comienza una fase más purista y racionalista en la utilización de los elementos
del clasicismo, eliminado ya el manierismo.
La iglesia de la
Sorbona (1635-1642), de Jacques Lemercier, es de planta basilical,
centralización muy subrayada (con cúpula), con una entrada lateral mayor que la
principal (para tener una mejor perspectiva exterior). La fachada no es
representativa del barroco francés posterior debido a su entrada no simétrica
respecto a la planta, que es una licencia extraña.
El Colegio de las
Cuatro Naciones (d. 1663), de Louis Le Vau, con simetría, pura geometría (un
elemento muy recurrente en la tradición francesa) y planta central.
La iglesia de los Inválidos, de Jacques-Hardouin Mansart
La iglesia de los
Inválidos (hoy tumba de Napoleón y otros hombres ilustres), de Jacques-Hardouin
Mansart (1679-1691), con planta centralizada integrada simétrica, con capillas
enormes. Es un eje longitudinal, con extensión en las capillas. El exterior es
de un clasicismo estricto, con linealidad, progresión, monumentalidad. Los
órdenes definen los ritmos, con cuerpos de escala humana.
El palacio de
Versalles.
En la arquitectura
civil francesa el patio controla la axialidad del edificio, los volúmenes de
las salas y del cuerpo central. En los hoteles (como se denominan las
residencias particulares de la burguesía) el cuerpo central está al fondo del
patio con alas para los servicios. Mansart construye varios de estos hoteles,
en los que hace un uso muy personal de la arquitectura de órdenes, con una
decoración austera, en una línea racionalista y tradicional.
Un precedente de
Versalles es el palacio de Vaux-le-Vicomte, construido por Le Vau para el
ministro Fouquet en 1661 y de inmediato éste celebró una lujosa fiesta en su
palacio, con una fastuosa iconografía del poder, que despertó la envidia y
preocupación del rey y le convenció para detener a Fouquet y copiar su palacio
en Versalles, pero en tamaño mucho más imponente, repitiendo su esquema de
planta alargada con dos pequeñas alas en la fachada principal.
El palacio de Versalles, de Louis Le Vau y Jacques-Hardouin Mansart.
El palacio de
Versalles, de Le Vau y Mansart (d. 1667) es el desarrollo monumental del
esquema del palacio renacentista. Realizado para Luis XIV, concentra todos los
recursos de la política cortesana. Existieron varios proyectos: Legrand,
Bernini, Le Vau y, por último, Mansart. Sigue el esquema del palacio de
Vaux-le-Vicomte, con cuerpo central y dos alas laterales, destacando la cámara
del rey que jerarquiza todo el espacio.
Los jardines de Le
Notre son muy simétricos, de un geometrismo emparentado con la idea racional
del absolutismo monárquico. El pabellón del Grand Trianon, de Mansart, de
dimensiones más reducidas, es un ámbito más humano. Se subrayan y refuerzan los
elementos estructurales que crean efectos ilusionistas, lo que es una
influencia italiana.
ALEMANIA.
Alemania es el
escenario de la terrible Guerra de los Treinta Años, que desoló la zona, lo que
explica su relativo retraso hasta finales del siglo XVII y principios del
XVIII. Domina la influencia de dos modelos, en general del francés en los
palacios y del italiano de Borromini y Guarini en los templos, gracias a las
órdenes religiosas. El Rococó, de extraordinarios efectos recargados, es el
estilo dominante en el siglo XVIII.
En Alemania tenemos
en Múnich a los arquitectos Assam, Cuvillés y los Zimmermann. Pero es en la
imperial y católica Austria donde están las mejores obras, con los arquitectos
Fischer von Erlach, L. von Hildebrandt y Neumann. En Bohemia destacan la
familia de los Dietzenhofer, con la iglesia de San Nicolás de Praga. Numerosos
palacios, iglesias de peregrinación y abadías muestran la alegría del Barroco
germánico, que llega a los países protestantes de Sajonia (Dresde, con
Pöppelmann) y Prusia (palacio de Sans-Souci en Postdam).
INGLATERRA.
En Inglaterra hay
una pervivencia de lo clásico, gracias a que Inigo Jones realiza en la primera
mitad del siglo XVII una introducción tardía del clasicismo de Palladio.
Catedral de Saint Paul, de Christopher Wren.
Ya en
la segunda mitad del siglo XVII aparece el gran arquitecto Christopher Wren, autor
de la catedral de San Pablo (con altísima cúpula) en Londres y de numerosos
templos, aprovechando la labor de reconstrucción después del gran incendio de
Londres (1666).Ya en el siglo XVIII, Wood edifica parte de la ciudad balneario
de Bath, pero en el estilo del neoclasicismo.
ESPAÑA.
Las características
de la arquitectura española son la modestia y las pocas novedades. La pobreza
material de España explica que se utilicen materiales pobres (ladrillo para la
estructura, dejando la piedra para las fachadas) y estructuras falsas (por
ejemplo las cúpulas con entramado de madera en vez de piedra como en Roma).
Perviven durante mucho tiempo el modelo herreriano de El Escorial, tan bien
adaptado al espíritu de la Contrarreforma, con sus líneas sencillas y rectas,
aunque ahora aparece una libertad completamente barroca. Los edificios, muy
austeros en la primera mitad del siglo XVII, recibirán en la segunda mitad,
pese a la pobreza general del país, la influencia de un hiperdecorativismo.
En España no hay un
modelo propio, sino una síntesis de dos modelos, el francés y el italiano, con
un dominio del espíritu de la Contrarreforma, al servicio del poder real, visible en las
plazas mayores de las ciudades como grandes escenarios para el poder y la fiesta barroca.
Hay una evolución
desde el clasicismo romano al barroco exaltado y expresivo (churriguerismo), y
luego, ya bien entrado el siglo XVIII, una vuelta al clasicismo, hasta desembocar en el neoclasicismo.
El siglo XVII.
En el siglo XVII
destacan los arquitectos Gómez de Mora, el italiano Francisco Bautista
Crescenzi y De la Torre. Las mejores obras son los templos y las plazas.
Especial mención
debemos hacer a Juan Gómez de Mora, autor de la iglesia de la Clerecía en
Salamanca (con el modelo de la iglesia del Gesú en Roma de Vignola), un ejemplo
de teatralidad en sus fachadas, interiores y retablos, que buscan producir una
impresión grandiosa, y del convento de la Encarnación en Madrid, probablemente
junto al arquitecto Fray Alberto de la Madre de Dios (1611-1616), con
geometría, desnudez y clasicismo. Gómez de Mora sigue el modelo herreriano en
la gran Plaza Mayor y el Ayuntamiento de Madrid (d. 1629), con remates de
chapiteles madrileños.
Las iglesias siguen
el modelo italiano, influido por la tradición española. Destacan: La iglesia
del Pilar de Zaragoza, de F. Herrera el Joven. La Iglesia de Montserrat, con
fachada retablo, totalmente planimétrica, con órdenes. La Catedral de Cádiz,
ejemplo de pervivencia tardomanierista, con almohadillado y óculos ciegos (como
los de Miguel Ángel en la Biblioteca Laurenciana). La catedral de Murcia,
fachada-retablo con gran dinamismo. Las reformas de la catedral de Santiago
(1652-1749), por la escuela salmantina de J. Peña, Andrade, Casas Novoa, que
penetran ya en el siglo siguiente.
Las plazas imitan el
ejemplo herreriano de El Escorial y son pensadas para grandes concentraciones
populares en las fiestas y procesiones. Hay también algunos palacios, como el
palacio del Buen Retiro para Felipe IV.
El siglo XVIII:
los Churriguera.
En el siglo XVIII la
arquitectura incorpora el modelo francés y evoluciona desde la Contrarreforma a
la Ilustración (casi un neoclasicismo). Destacan entre los arquitectos los tres
hermanos Churriguera (José, Alberto y Joaquín), Casas Novoa, Miguel de
Figueroa, Hurtado, Tomé y Pedro Ribera.
José de Churriguera,
el más importante de los hermanos, es autor de las iglesias del Nuevo Baztán y
Loeches y de otras obras importantes, en colaboración con sus hermanos Alberto
y Joaquín.
Plaza Mayor de Salamanca (1729-1733), de Alberto Churriguera.
Las plazas siguen el
modelo anterior y destaca la Plaza Mayor de Salamanca (1729-1733), de Alberto
Churriguera.
Entre las obras
religiosas sólo destaca la fachada del Obradoiro en Santiago (1738), de Casas
Novoa.
Narciso Tomé fusiona
las tres artes en el Transparente de la girola de la catedral de Toledo (1732).
Pedro Ribera, tal vez el mejor arquitecto e ingeniero barroco español, realiza
numerosas portadas en Madrid en la primera mitad del siglo XVIII, como la del
Antiguo Hospicio. Los edificios más emblemáticos son los palacios, que con el
relevo de los Austrias por los Borbones intentan imitar el esplendor de
Versalles. Destacan de Juvara el Palacio Real de Madrid (terminado por
Sachetti) y la fachada del de La Granja en Segovia (la planta es de Teodoro
Ardemans), con sus jardines regulares. El Palacio del Marqués de Dos Aguas, en
Valencia, de Rovira (1740-44) concentra la decoración en el portal y en las
ventanas.
3. ESCULTURA.
3.1.
CARACTERÍSTICAS.
Las características
de la escultura barroca son:
- Realismo,
dramatismo y una captación del momento fugaz.
- Afán de movimiento, con composiciones abiertas y escorzos, con una gran riqueza de puntos de vista, y un sentido efectista muy teatral.
- Ansia de grandeza y de majestuosidad.
3.2. ESCUELAS.
Hay una gran
homogeneidad en las tres escuelas más destacadas: Italia, España y Francia. En
los demás países hay sólo algunos escultores aislados de calidad, como el
flamenco Verbruggen, que instala en las iglesias sus sorprendentes sillas de coro, con
elementos vegetales que se curvan alrededor de las figuras esculpidas.
ITALIA.
Bernini.
Bernini (1598-1680)
es, además de arquitecto, el gran escultor de su tiempo, el preferido por el Papa
y admirado en Francia, por sus espectaculares temas mitológicos, fuentes públicas,
tumbas papales o retratos. Bernini ha sido definido con razón como el sucesor
de Miguel Ángel y el último gran genio que ha dado Italia al arte.
Apolo y Dafne, por Bernini.
Apolo y Dafne (1622-1625, col. Galeria
Borghese de Roma), es una pareja mitológica llena de movimiento en los brazos,
piernas, ropajes, en una composición en diagonal, en desequilibrio
contorsionado; de gracia en los rostros y los cuerpos mórbidos; de realismo en
esa boca de Dafne que sugiere un grito de miedo, en ese momento que se salva de
la persecución de Apolo, metamorfoseada en árbol, y se capta el instante fugaz
en que su brazo izquierdo se convierte en rama de laurel y su pierna izquierda
en corteza de tronco.
El David (1623) es una obra realista y tensa, muy
distinta del idealista David de Miguel Ángel.
El Baldaquino (1624-1633)
del Vaticano es una obra tan arquitectónica como escultórica.
En el Éxtasis
de Santa Teresa (1645-1652) el movimiento y la pasión mística son
magistrales, en un espacio teatralizado que combina la escultura con la arquitectura y la pintura.
En La fuente de
los cuatro ríos recurre a la mitología.
Destacan además sus sepulcros de Urbano
VIII (1639-1647) y Alejandro VII (1678-1680, que acabaron sus discípulos) en el
Vaticano, las obras máximas del arte sepulcral del Barroco.
FRANCIA.
La misma razón que
hace que en Francia el Barroco sea un arte palaciego hará que la escultura se
dirija, principalmente, a complacer a los poderosos. Los temas serán mitológicos,
es decir, temas gratos para la arquitectura real, pero también abundará el
retrato. Como en la Roma antigua: el culto a los dioses y el homenaje a los
señores. A pesar de los rígidos condicionamientos que las Academias imponían al
arte sobresalen algunos artistas muy personales: Puget, Girardon y Coysevox.
El clasicismo
francés: Puget, Girardon, Coysevox.
Pierre Puget
(1620-1694) estudia en Italia y comienza su actividad como pintor. Más adelante
se interesa por la escultura y es atraído por el lenguaje pictórico-escultórico
de Bernini, y en este mismo lenguaje labra sus primeras obras como el San
Sebastián, de Génova. Ya en Francia madura su estilo tornándolo más
escultórico y acentuando el realismo sin olvidar un cierto énfasis clásico. De
esta época es el conocido Milón de Crotona (1682), del Louvre, que con
incontenible dinamismo representa la más ferviente oposición al academicismo
oficial de este siglo en Francia.
François Girardon
(1628-1715) había ido a Roma a estudiar la Antigüedad clásica, pero aprendió
más con Bernini y el Barroco romano. Trabaja principalmente sobre asuntos
mitológicos que resuelve con serenidad aún clásica pero con ese acabado de
superficies delicado y perfecto que será característico del siglo XVIII. En
este sentido su mejor obra es el Apolo y las Ninfas, de Versalles. Es
muy interesante su aportación al arte funerario, labrando el Sepulcro del
Cardenal Richelieu (1694), en la Iglesia de la Sorbona, con una solemnidad
casi ceremoniosa que denota ser francesa pese a la apariencia italiana.
Antoine Coysevox
(1640-1720) es de mayor fuerza creadora que Girardon. Gran retratista, recurre
con frecuencia a lo que era moda en Francia: retratar a los personajes como
seres mitológicos. De esa forma la reverencia a la Antigüedad y la pleitesía a
los poderosos se potenciaban mutuamente. El más interesante de estos retratos
mitológicos es el de María Adelaida de Saboya, como Diana Cazadora
(1710), en el Louvre, que a pesar de seguir fielmente las normas de la
Academia, logra transmitir la gracia y vitalidad de la mejor época clásica.
Retrató a los más grandes personajes de las Cortes de Luis XIV y de la Regencia
de Luis XV y, por supuesto, a los monarcas. La estatua orante de Luis XIV
(1715), en la Nôtre-Dame de París muestra la serena majestad del gesto y ese
equilibrio, entre un afectado naturalismo y la solemnidad de tradición clásica,
que hacen de este retrato un gran ejemplo del arte oficial del “gran siglo”
francés. Sus retratos muestran una honda captación psicológica, que puede
parangonarse con los antiguos retratos romanos. Ello hace que sea considerado
como uno de los mejores escultores barrocos de toda la Europa del siglo XVII.
ALEMANIA.
En la temática
religiosa es una escultura aplicada a la arquitectura, en la que destacan las
tallas de madera. En Munich destaca Baltasar Permoser.
Destaca también el
arte del retrato áulico al servicio del poder, sobre todo en Viena, con el
escultor Donner.
ESPAÑA.
Las características
de la escultura barroca española son el misticismo en la dominante temática
religiosa (Dolorosas, Magdalenas, Piedades, Cristos Yacentes), el naturalismo
realista de gran expresividad, el uso de la madera policromada en la
imaginería.
Destacan entre las
escuelas del siglo XVII dos en especial, la Escuela castellana, con Gregorio
Fernández, de un realismo violento, muy dramático y expresivo y la Escuela
andaluza, con Martínez Montañés, Pedro de Mena y Alonso Cano, de un realismo
clásico, más dulcificado que el anterior. En el siglo XVIII destaca la escuela
murciana, con Salzillo, bajo la influencia de Nápoles y que se relaciona ya con
el Rococó. Menos importante es la escuela catalana de la familia Bonifás en
Valls.
También están los
hermanos José Churriguera y Joaquín Churriguera, que además de arquitectos son
escultores. José es el inspirador de una fusión de la arquitectura y la
escultura, en un estilo rococó hispano que ha sido llamado churrigueresco por
su recargamiento decorativo: estípites, columnas salomónicas cubiertas de
pámpanos y vides, entablamentos quebrados. Su cima es el Retablo de San Esteban
de Salamanca (1693).
Escuela
castellana: Fernández.
Cristo yacente, por Gregorio Fernández.
La escuela castellana
del siglo XVII está representada por Gregorio Fernández, que trabaja en
Valladolid, donde realiza una extraordinaria serie de obras para los pasos
procesionales, de gran expresividad, realismo y patetismo. Destaca sobre todo
por sus Cristos en diferentes momentos de la Pasión y las Vírgenes Dolorosas.
Escuela andaluza:
Martínez Montañés, Mena, Alonso Cano.
Juan Martínez Montañés. Inmaculada.
La escuela andaluza
del siglo XVII tiene sus centro principales en Sevilla y Granada. Está representada por Juan Martínez Montañés (el más famoso),
Pedro de Mena y Alonso Cano. Sus obras, sobre todo las Inmaculadas, para los
pasos procesionales de Sevilla y Granada son modélicas por su elegancia y una
mayor serenidad, lo que las distingue de las castellanas. Las imágenes
andaluzas son siempre bellas, mientras que las castellanas pueden ser de una
fealdad violenta y terrible, sin ser por ello menos extraordinarias. Además
son más polícromas, con mucho oro, mientras que las castellanas son más
austeras.
Escuela murciana
(siglo XVIII): Salzillo.
Salzillo. Belén.
La escuela murciana
del siglo XVIII puede ser clasificada ya como de una escultura rococó, y tiene su cumbre en Francisco
Salzillo (Murcia, 1707-1783), hijo del escultor napolitano Nicolás Salzillo (Capua, 1672-Murcia, 1727). De hondo espíritu religioso, fue novicio de los
dominicos hasta 1727 y su etapa de esplendor fue h. 1750. Supo fundir dos
tradiciones, el dramático expresionismo español y la virtuosa técnica
napolitana. Se dedicó sobre todo a la imaginería religiosa para retablos,
capillas y altares, pasos procesionales, con esculturas de madera policromada e
“imágenes de vestir”.
4. PINTURA.
4.1.
CARACTERÍSTICAS.
La pintura barroca
se caracteriza por la luz y el color, la profundidad, la disposición diagonal, el realismo y el movimiento.
- El predominio de
la luz sobre la forma y del color sobre el dibujo, en manchas que difuminan la
línea (es preciso alejarse para percibir las formas). El tenebrismo de
Caravaggio, con sus claroscuros, será muy influyente.
- El dominio de la
profundidad, engrandeciendo el primer plano para que el fondo se perciba como
algo lejano o iluminando el fondo para que el espectador lo observe.
- La disposición de
las figuras a menudo en diagonal para dar la sensación de desequilibrio.
- Un realismo
extraordinario, que aparece tanto en la representación de la fealdad y de las
cosas desagradables como en el amor por los objetos y el paisaje.
- El movimiento, que se muestra en figuras con frecuencia en poses atormentadas, que giran y se exaltan, que pocas veces son estáticas.
4.2. ESCUELAS.
ITALIA.
De Caravaggio a
Guardi.
Italia es el gran
centro artístico de Europa, como en los siglos anteriores. Su modelo pictórico
es, junto al holandés, la gran referencia, y se divide en tres corrientes
marcadas por el clasicismo, el naturalismo tenebrista y el decorativismo.
La vocación de San Mateo, por Caravaggio.
Caravaggio inicia la tendencia llamada naturalista tenebrista (muchos autores usan solo uno de los dos términos, indistintamente, prefiriendo el de naturalista), La faceta naturalista (un realismo sin idealización) proviene de que transforma la pintura religiosa con su “principio de realidad”, de marcar la identidad material de los seres y de las cosas, revelar los límites humanos del mundo, usando como modelos a personas humildes de la sociedad, no a miembros de las clases elevadas. El tenebrismo se evidencia en sus fuertes contrastes de luz y sombra, en los claroscuros
que permiten dirigir la atención hacia las zonas donde la luz incide
voluntariamente, creando poderosos efectos teatrales. Una obra muy representativa de ambas característicases La vocación de San Mateo,
Esta tendencia naturalista es seguida en Italia por el Guercino,
Dominichino, Guido Reni y los Gentileschi (padre e hija), que procuran unirla al clasicismo. Influirá también en etapas
de la obra de Zurbarán, Murillo, Velázquez, Rembrandt y muchos más pintores barrocos.
Posiblemente la obra más conocida del clasicismo es el Triunfo de Baco y Ariadna (1597-1600) de Annibale Carracci, el panel central de la bóveda de la Galleria Borghese.
La tendencia del clasicismo
está representada por la escuela de Bolonia: los hermanos Carracci, fundadores
de la Academia de Bolonia, y el mismo Guido Reni anterior. Sus modelos son sobre todo Rafael y Miguel Ángel, con obras llenas de color, luz, volúmenes corporales y cierto equilibrio en la composición. Su influencia posterior será larguísima, en Rubens, Velázquez, Murillo...
Andrea Pozzo. Fresco de La Apoteosis de San Ignacio, en la bóveda de la iglesia de San Ignacio de Roma (1681).
La tendencia del decorativismo (o Barroco decorativo) surge como una derivada monumental del clasicismo, para llenas de frescos los grandes espacios de las bóvedas de iglesias y palacios. Tiene como primer maestro a Pietro da Cortona, con obras plenas de ilusionismo
decorativo, que cubren los techos con vuelos celestes en trompe l'oeil
(trampantojos que fingen profundidad) como también hacen Lanfranco, Luca
Giordano (1634-1705), que trabajó en España en sus últimos años en los frescos de El
Escorial, y Andrea Pozzo en la bóveda de la iglesia de San Ignacio de Roma
(1681).
Tiépolo. Escena de Carnaval.
En el siglo XVIII,
cuando el Barroco tardío se confunde con el Rococó, hay una clara decadencia respecto a los grandes maestros del siglo anterior,
aunque todavía descuella la escuela veneciana con Tiépolo (1696-1770), nacido
en Venecia y muerto en Madrid, autor de grandes obras religiosas de decoración
monumental, así como de obras más ligeras, alegres y festivas, y los paisajistas urbanos Canaletto, Bellotto y Guardi. Otros centros menores
son Bolonia, Génova y, en el sur de Italia, los de Nápoles, Lecce y Sicilia.
FRANCIA.
Poussin a Watteau.
Las características de la pintura francesa son el barroquismo, el clasicismo y el academicismo.
Del barroquismo de ascendencia italiana, sobre todo caravaggiesca, los primeros maestros son Champaigne y La Tour, cuyos claroscuros son célebres. Claude de Loraine es un extraordinario paisajista.
El clasicismo, tomado de la tendencia italiana, tiene su mejor representante en Poussin, un pintor francés en Roma, es el mayor clasicista del siglo, con obras de extraordinaria factura técnica, unos temas antiguos y un realismo al servicio del simbolismo.
La tendencia academicista toma su nombre de que la Academia Real de Bellas Artes de París impone sus criterios oficiales en los encargos del arte desde la segunda mitad del siglo XVII: es la llamada pintura cortesana (o de palacio), sobre todo cuando
Luis XIV usa el arte para fijar la imagen del poder de la monarquía: la pintura palatina de los retratistas reales Le Brun o Mignard exalta la majestad y las conquistas del rey.
La pintura
tardobarroca francesa del siglo XVIII evoluciona hacia (y se confunde con) el
Rococó, el perdurable academicismo (una mezcla oficializada de Barroco y Rococó) y el
neoclasicismo, en una confluencia de estilos en pintores como Watteau, Boucher, Chardin,
Fragonard y Greuze, autores de excelentes obras costumbristas, galantes, de
naturalezas muertas y paisajes. Puede decirse que Watteau es a la vez el último pintor barroco francés y el primero rococó. El posterior neoclasicismo comenzará
realmente con David, un discípulo de Boucher.
ALEMANIA.
En Alemania destaca
la pintura mural. La lista de pintores es exigua y su calidad relativamente
mediocre.
FLANDES.
La católica Flandes,
bajo la dinastía de los Habsburgo españoles, destaca por su gusto por la
alegría de vivir y por ello la pintura flamenca es alegre, con una temática
popular y cotidiana. Su nivel de calidad es muy alto, gracias a su rica
tradición y a la recepción del modelo italiano en la forma y la temática. El
gran maestro es Rubens, dominador de todos los temas religiosos, mitológicos y
profanos, que es el epítome de artista cortesano. Anton Van Dyck destaca en el
retrato, tanto en Flandes como en la corte inglesa. Jordaens es otro maestro
del retrato.
Rubens.
Petrus Paulus Rubens
(1577-1640) nace en Alemania, de padres flamencos desterrados. Volvió a
Amberes, donde residió cuando no estaba en sus constantes viajes, a Italia para
aprender de Tiziano (del que hizo bastantes copias). Fue embajador de Felipe
III en varias cortes europeas, compaginando la diplomacia con la pintura y
aprovechando para promocionar su obra.
Es el polo opuesto
de El Greco. Pinta gruesas figuras femeninas rebosantes de vida, en ricos
ambientes aristocráticos. Pinta la vida: todo bulle y se mueve, las figuras se
contorsionan en posturas incómodas, los caminos serpentean y los árboles
retuercen sus ramas. Es un maestro del tenebrismo pero en equilibrio con el
clasicismo y se atreve con las composiciones más novedosas. Pinta muchas obras,
gran parte hechas por sus discípulos de taller, aunque bajo su dirección y con
su acabado final.
Rubens. El Descendimiento.
Los temas mitológicos
son los más frecuentes, con su capacidad para el color; los sátiros de músculos
broncíneos contrastan con las ninfas de piel nacarada; destacan Ninfas
perseguidas por sátiros, Diana y sus ninfas, Las tres Gracias,
Alegoría del Amor, al modo italiano. Cultiva el género religioso, con
sus grandes cuadros de altar, en La Adoración de los Reyes, La
Erección de la Cruz, El Descendimiento de la catedral de Amberes,
con un gran efectismo de la luz. Pintor de la vida familiar, de temas
históricos, de corte en el Retrato de María de Médicis, de temas
populares: la Danza de los campesinos. Su influencia, a través de sus
discípulos, llena el siglo XVII.
HOLANDA.
Hals, Vermeer,
Rembrandt, De Hooch.
El modelo holandés
se basa en el empirismo, el amor por la naturaleza y la ciencia, el interés por
lo cotidiano, el color, el detallismo. La religión calvinista y la clientela
burguesa explican en parte el interés por los temas profanos.
Los géneros se
especializan en: retrato, paisaje, naturalezas muertas, cuadros de animales y
flores, escenas campesinas, marinas, batallas navales, etc. Destacan los
géneros de retrato y paisaje. El retrato con Rembrandt —el mejor artista holandés— y Hals, el paisaje con Ruysdael
y Hobbema, la vida rural con Ostade, los interiores con De Hooch y Vermeer —que también es el maestro de las alegorías y de la luz en los
interiores—, los bodegones con Claesz y Heda. Entre los
precedentes destacan los pintores Terbruggen, Van Honthorst, Van Baburen. Jan
Steen (1626-1679) cultivó las escenas domésticas, tabernas, episodios bíblicos;
era un pintor narrativo, que siempre contaba una historia. El nórdico es un
estilo realista, que influirá en el romanticismo y el impresionismo.
Frans Hals (1591-1666).
Hals. Autorretrato.
Frans Hals
(1591-1666), flamenco de origen. Sus padres emigraron al norte y trabajó en
Haarlem. Fue discípulo de Van Mander, pero no en el estilo. En 1610 entra en el
gremio de San Lucas. Hasta 1640 trabaja el género del retrato. Une dos
tipologías: costumbres, retrato. El retrato de grupo cogerá importancia en su
obra, pero sólo quedan seis hoy. Problemas económicos en toda su vida, pero
sobre todo al final, en que fue mantenido por el municipio en un hospicio de
pobres. Su técnica domina la luz natural, influido en su juventud por
Caravaggio. Delinea los contornos y progresa hacia la libertad de las
pinceladas, inconexas, como en la pintura veneciana. Es un pintor de la
instantaneidad, con formas con colores, detalles de luz y sombras, las
pinceladas son autónomas. La pincelada en líneas rotas crea movimiento. La
pincelada en líneas paralelas crea continuidad. La fusión de géneros. Los
retratos colectivos o de parejas son de los mejores de la pintura holandesa y
europea. Junto con Cornelius, pinta retratos de grupos sociales burgueses.
Pinta diagonales en la distribución de los personajes, en las líneas de la
arquitectura o la decoración. La paleta es limitada: negro, rojo, blanco, tonos
terrosos, pero era un maestro del color negro, llegando a diferenciar hasta 20
tonos de este color. Pintaba la puntilla con trazos rápidos e irregulares. La
gestualidad es escasa. Evoluciona desde Caravaggio hacia el modelado, al
clasicismo, a la instantaneidad. Fue muy admirado por los impresionistas y uno
de los favoritos de Van Gogh.
Rembrandt van Rijn (1606-1669).
Rembrandt van Rijn
(Leyden, 1606-Ámsterdam, 1669) fue hijo de un molinero, rico propietario, que
ayudó a su hijo a estudiar en la Universidad de Leyden y en Ámsterdam. Se
decidió por la pintura, en contra de los deseos de su padre. Es un artista muy
complejo. En contraste con el triunfador Rubens, el Rembrandt vivió en una casa
del barrio judío de Ámsterdam, donde se conserva su maravillosa colección de
grabados. Aseguraba que no necesitaba viajar porque las bellezas de Holanda
podían exigir la atención de una vida entera. Ello no le impidió ser uno de los
mayores artistas de la Historia. Es un gran maestro de la composición, la luz,
el color, el espacio, el naturalismo. Sólo un pero se puede poner a su calidad,
el que no supiera resolver el problema del movimiento en sus figuras, muy
estáticas, demasiado forzadas cuando intentan moverse.
Es un artista muy
bien estudiado en sus cuatro etapas: 1) Leyden: 1625-1631. 2) Ámsterdam (hasta
el final): 1632-1639. 3) 1640-1647. 4) 1648-1669.
1) Leyden:
1625-1631. Trabaja en el taller de un maestro hasta que se independiza.
Influido por Caravaggio, cultiva la pintura religiosa y el grabado, con un
claroscuro dramático. Rembrandt tiene gran éxito con sus pinturas comerciales y
el gran Huygens le alaba ya entonces.
2) Ámsterdam (ciudad
donde vivirá hasta el final): 1632-1639. Es una etapa de gran vitalidad y
prosperidad, por su boda con Saskia, que le introduce en el mercado burgués, y
su prestigioso taller, en que le siguen numerosos discípulos, lo que complicará
la atribución de muchas obras suyas. Se integra en el Barroco internacional,
atraído por Rubens, el pintor más influyente del momento, con un clasicismo y
colorismo que se añaden a su dominio del claroscuro. Desarrolla un taller de
gran prestigio y colecciona muchas obras. Cultiva varios géneros: religioso
(con dramatismo, violencia y movimiento), el retrato vitalista y el paisaje de
tono romántico.
3) 1640-1647. Es una
etapa intermedia, de crisis. Muere muy joven su esposa Saskia, lo que le hace
perder el equilibrio emocional, seguido por una pronunciada decadencia del
taller y de su situación económica. Además, ha cambiado la moda: Van Dyck
influye ahora en Holanda y su obra colorista saca del mercado a Rembrandt, que
no cambia en su temática y en su estilo pese a la pobreza. Es ahora sensualista
en sus muchos paisajes y pinturas religiosas. La ronda de noche. La
lección de anatomía del doctor Tulp
4) 1648-1669. Es una
etapa de madurez artística. La situación económica es de gran pobreza, con el
añadido de graves pérdidas familiares. Aparece un espiritualismo cristiano.
Trabaja el claroscuro, la instantaneidad, la pincelada libre.
En los autorretratos
se conoce toda su evolución personal y artística. Sus colores son pocos, con
gran variedad tonal gracias a su dominio de la luz. Tiene una pincelada limpia,
nerviosa, con mezclas previas, con un tratamiento de la luz matices increíbles.
La luz puede transmitir la sensación de tristeza, de pesadumbre o de
meditación, lo mismo que un rostro humano. Las figuras de sus retratos poseen
una mirada penetrante. Frecuentemente son viejos, que acumulan en sus ojos la
sabiduría de la edad y la tristeza de los desengaños de la vida.
La ronda de noche, de Rembrandt.
Su obra es muy
extensa, de temática variadísima:
- Retratos: su vida
fue un rosario de desdichas, que reflejó en sus numerosos (tal vez más de 60) Autorretratos,
un magistral ejercicio de estudio de la personalidad, de auto observación,
desde la adolescencia feliz hasta la vejez solitaria y pobre. Cultiva el
retrato colectivo de personalidades conocidas, con obras maestras, en las que
aprovecha los vínculos entre la persona y la cotidianeidad: La familia del pintor,
La lección de anatomía del doctor Tulp, con una intensa concentración en
los rostros, la obra cumbre, Ronda de Noche, un retrato de grupo en una
parada militar en el que exalta la lucha heroica del pueblo holandés, que
muestra un gran dominio del espacio y la luz. En los Síndicos de los pañeros
de Ámsterdam (1662), su último retrato colectivo, muestra su control del
tenebrismo suavizado por las penumbras doradas que realzan las figuras.
- Obras religiosas:
A diferencia de Rubens no se siente atraído por la aristocracia y su ambiente.
Se limita a concentrar su atención en la figura central. Su Descendimiento
de la Cruz es muy distinto a los de Rubens: todo está sumergido en la
sombra, excepto la figura de Cristo, iluminado por un rayo blanco. Otras obras
son El sacrificio de Isaac, Saúl, y la serie de grabados sobre la
pasión de Jesucristo.
- Paisajes: Suele
pintar ríos y puentes, considerando que los ríos son una imagen del fluir de la
existencia humana. Consigue una irreal atmósfera de misterio. La Tormenta
es una obra maestra, como la Marina, que sigue un tema favorito de los
holandeses. Usa el tema del naufragio en Nave zozobrando, otro tema
holandés, pero con influencias italianas clásicas (narratividad, expresividad,
simbolismo).
- Grabados. Es un
maestro del grabado (287 obras). Aunque son en blanco y negro, obtiene los
mismos efectos de luz y sombra que con el color. La mayoría son de tema
religioso, sobre la Pasión de Cristo, pero también tiene paisajes, desnudos,
retratos, escenas costumbristas.
Rembrandt tuvo en
total unos 50 alumnos en su gran taller, a los que les hacía copiar sus propias
obras, les retocaba las copias e incluso las firmaba, por lo que se creó un
grave problema futuro de atribución, empeorado por las múltiples copias y
falsificaciones casi exactas que se hicieron después. Así, del millar de obras
atribuidas a Rembrandt en 1914 se descendió a 639 en 1937, 420 en 1968 y sólo
300 en 1995 (datos del Rembrandt Research Project); un ejemplo de la magnitud
del problema es que entre 1909 y 1951 en las aduanas de EE UU se declararon
entradas por una suma total de 9.428 obras “de Rembrandt”.
Pieter de Hooch
(1629-1684).
Pieter de Hooch
(1629-1684) es uno de los pintores holandeses que mejor ha pintado los
interiores. En sus obras, el marco formado por el suelo, paredes, ventanas y
techo adquiere mayor importancia que los personajes, que se subordinan al
espacio recreado y a la luz procedente del exterior, y que atraviesa las
ventanas, situadas siempre a la izquierda del cuadro.
Jan Vermeer de Delft (1632-1675).
Vista de Delft, de Vermeer.
Jan Vermeer de Delft
(1632-1675), destaca tanto por sus paisajes urbanos (Vista de Delft)
como por sus interiores. Su obra más conocida es El pintor en su taller,
una alegoría de la pintura, de gran misterio, summun de la perspectiva y del detallismo. La lechera es uno
de los más característicos de su técnica granular, puntiforme, que permite un
mejor tratamiento de la luz, y anuncia el puntillismo de los impresionistas
franceses del siglo XIX. Vermeer ha sido considerado uno de los mejores
maestros de la luz.
INGLATERRA.
Hogarth.
En Inglaterra
destacan en el siglo XVIII los géneros del retrato burgués y el paisaje, con un
pintor todavía barroco, Hogarth, que realiza una pintura con gran carga de
crítica social. En cambio, los otros dos grandes pintores del siglo son ya
neoclásicos: Reynolds y Gainsborough.
ESPAÑA.
La pintura española
es excepcional por su calidad. Las características son:
- El realismo. En
esto se sigue la tradición hispana, tan abocada al expresionismo y el
patetismo. En las obras religiosas se aprovecha el realismo de los temas
cotidianos del modelo holandés, como hacen Zurbarán y más aun Valdés Leal en
sus pesimistas Vanitas (obras sobre la muerte, la descomposición, la
decadencia).
- La recepción y
fusión de los modelos italiano (Caravaggio), flamenco y holandés. Velázquez se
forma en las obras de Rubens y en Italia. Pintores tenebristas al estilo de
Caravaggio son Ribalta y Zurbarán, como muchos otros pintores.
- Domina la temática
religiosa, de modo que apenas hay temática profana, salvo los bodegones de
contenido alegórico. Zurbarán, Ribalta y Ribera pintan frailes y santos en
oración. Murillo pinta Inmaculadas. Poco frecuentes son los temas mitológicos,
retratos y paisajes, pero tienen un maestro excepcional en Velázquez. Este
carácter sensualismo explica que haya tan poco sensualismo, salvo la Venus
desnuda de Velázquez.
Podemos estudiar la
estética, la técnica y la iconografía de esta pintura en los tratados
artísticos de Pacheco y Palomino.
Velázquez es la cima
de la pintura barroca española y destaca por sus escenas de costumbres, de
caza, retratos cortesanos, la mitología en el Triunfo de Baco y, sobre
todo, por Las Meninas, donde une la tradición italiana y nórdica.
En el siglo XVII hay
varias escuelas:
Valencia: Ribalta,
Ribera (un pintor español en Nápoles).
Sevilla: Zurbarán,
Murillo, Alonso Cano y Valdés Leal.
Madrid: Velázquez,
Rizzi, Claudio Coello y Carreño de Miranda.
En el siglo XVIII
hay una completa decadencia, sin pintores españoles de calidad hasta la llegada
de Goya. Los Borbones debieron recurrir a los pintores extranjeros como Mengs y
Tiépolo.
Valencia:
Ribalta, Ribera.
Francisco Ribalta
(1565-1628) destaca por su temprano tenebrismo.
José de Ribera
(1591-1662) es el más importante. Discípulo de Ribalta, ya en su juventud fue
tenebrista. Pasó casi toda su vida en Nápoles, por lo que se le llamó el Spagnoletto.
Destaca por la emoción religiosa, el realismo, el color y la composición, sobre
todo en sus temas de frailes y santos en oración.
Sevilla:
Zurbarán, Murillo, Alonso Cano y Valdés Leal.
Sevilla es el gran
centro artístico del sur de España.
Francisco Zurbarán
(1598-1664) trabajó en los conventos sevillanos y extremeños. Sus temas son
monacales, de religiosidad severa, de excelente uso del blanco y del
tenebrismo, aunque carentes de movimiento. También realizó con acierto
bodegones.
Alonso Cano
(1601-1667), también escultor. Cuida sobre todo los temas de la Virgen, con una
elegancia serena.
Bartolomé Esteban
Murillo (1617-1682) es el gran pintor del grupo, sobre todo en sus numerosas Inmaculadas
y en sus cuadros costumbristas. En el siglo XIX llegó a ser considerado el más
importante pintor barroco del mundo, por su dominio del color y la serenidad y
gracia de sus personajes, pero su fama declinó más tarde.
Valdés Leal
(1622-1690) destaca por sus Vanitas, llenas de pesimismo, crueles
alegorías de la vida y la muerte.
Madrid:
Velázquez, Rizzi, Claudio Coello y Carreño de Miranda.
Velázquez.
Diego Velázquez
(1599-1660) nació en Sevilla, alumno del pintor humanista Francisco Pacheco. Se
trasladó joven a Madrid y se convirtió en Aposentador del rey Felipe IV, cargo
que le comprometía a buscar aposento a los monarcas en sus viajes y a preparar
sus tribunas o localidades en los espectáculos. Este cargo burocrático limitó
su actividad artística en cuanto al número de cuadros pintados, pero no alteró
su vocación. Viajó a Italia, lo que influyó enormemente en su obra pues conoció
mejor la pintura barroca italiana y los maestros anteriores.
Con su original
estilo Velázquez es uno de los máximos maestros de la luz y del color. En su
paleta destacan las gamas de azules, verdes y blancos. La combinación de azul y
blanco en sus cielos consigue efectos originales, como si las nubes platearan
el fondo azulado. Con verdes pinta sus bosques, a veces neblinosos.
Su mejor rasgo es la
“perspectiva aérea”, una expresión subjetiva respecto a que la luz parece
circular por dentro del cuadro, como iluminando las motas de polvo que flotan
en el ambiente. El espectador tiene la impresión de que contempla aire real,
tanto en un paisaje abierto como en un interior.
Cultiva todos los
géneros:
Los retratos pues es
el pintor de la familia real. Felipe IV es retratado varias veces, así como el
Conde-Duque de Olivares. A veces retrata en interiores, otras en paisajes de
gran sensibilidad hacia la naturaleza, como los retratos de Felipe IV o del
príncipe Baltasar Carlos con los fondos del paisaje de la sierra de Guadarrama.
Velázquez. El Cristo Crucificado.
El género religioso
cuenta con pocas obras, la mayoría de juventud. El Cristo Crucificado
refleja una honda emoción.
Tiene también temas
históricos, mitológicos y paisajes, unos temas excepcionales en la pintura
barroca española. Sus obras maestras son los estudios de luz. La rendición de
Breda (Las Lanzas) muestra a los caballerosos caudillos español y holandés
en primer término, con las lanzas abriendo el espacio en vertical, con el fondo
de humos de la batalla sobre colinas que se pierden entre diversos tonos de
azules. Pero la iluminación todavía se afina más en sus interiores. Las
hilanderas es un tema mitológico mezclado con un tema costumbrista de
ambiente popular. Las Meninas es tal vez la obra cumbre de la pintura de
todos los tiempos, la más admirada por los pintores, y en ella Velázquez capta
una escena ambigua, de compleja composición, que se presta a variadas
interpretaciones: la entrada de la infanta Margarita en su taller, cuando está
retratando a los reyes, o viceversa; todo en una habitación cuyas zonas
sucesivas de luz y sombra nos llevan hacia el fondo, con un tratamiento
portentoso de los personajes. En ella se ha visto un preludio del impresionismo
francés y de otras corrientes del siglo XIX.
La rendición de Breda (Las Lanzas), por Velázquez.
Las hilanderas, de Velázquez.
Las Meninas, de Velázquez.
Juan Rizzi
(1600-1681), Carreño de Miranda (1614-1685) y, sobre todo, Claudio Coello
(1614-1685) son los epígonos de la escuela castellana, que dio otros muchos
pintores de segundo orden. A finales del siglo XVII estaba agotada, como el
país.
BIBLIOGRAFÍA.
Documentales / Vídeos.
Libros.
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PROGRAMACIÓN.
EL ARTE BARROCO.
UBICACIÓN Y
SECUENCIACIÓN.
En BACHILLERATO, en
las modalidades de Artes y Humanidades y Ciencias Sociales, en 2º curso, como
optativa, así como para otras modalidades. Materia de Historia del Arte,
Apartado 3. Los estilos artísticos: evolución histórica y diversidad espacial.
El Barroco. Focos de
creación y ámbitos de diversificación. Realizaciones artísticas en los
territorios de la monarquía hispánica.
RELACIÓN CON TEMAS
TRANSVERSALES.
Relación con los
temas de la Educación Moral y Cívica y la Educación Ambiental (la contaminación
es uno de los grandes peligros para la arquitectura y la escultura).
TEMPORALIZACIÓN.
6 sesiones.
1ª Documental.
Diálogo, para evaluación previa. Exposición del profesor, sobre características
generales del Arte del Barroco: cultura, orígenes.
2ª Exposición del
profesor sobre la arquitectura. Diálogo con cuestiones. Actividades prácticas
sobre urbanismo y arquitectura.
3ª Exposición del
profesor sobre la arquitectura. Diálogo con cuestiones. Actividades prácticas
sobre urbanismo y arquitectura.
4ª Exposición del
profesor sobre la escultura. Diálogo con cuestiones.
5ª Exposición del
profesor sobre la pintura. Diálogo con cuestiones.
6ª Exposición del
profesor con refuerzo de lo anterior. Comentarios de textos, esquemas, mapas...
7ª Examen de Arte
del Barroco.
OBJETIVOS.
Valorar cambios
respecto al arte anterior.
Valorar importancia
de los mecenas en este periodo.
Análisis de obras
artísticas.
Cronología de
principales artistas y características de sus obras, en arquitectura, pintura y
escultura.
Influencia de
Barroco en espacio y tiempo.
CONTENIDOS.
A) CONCEPTUALES.
Características de
Barroco: orígenes y nueva concepción del arte.
Arquitectura,
Escultura y Pintura en los distintos países. Especial hincapié en España.
Influencia del Arte
del Barroco.
B) PROCEDIMENTALES.
Hacer esquemas y
resúmenes.
Participar en
explicaciones de clase.
Estudiar los
contenidos.
Comentar obras de
arte.
C) ACTITUDINALES.
Rigor crítico y
curiosidad científica.
Valoración y
conservación del patrimonio artístico.
Valoración de la
obra de arte como un producto de la sociedad en la que aparece.
Estimular la visión
crítica de las obras de arte.
METODOLOGÍA.
Expositiva y
participativa.
ACTIVIDADES.
A) CON EL GRAN
GRUPO.
Exposición por el
profesor del tema, con proyección de presentación digital de imágenes, esquemas
conceptuales, mapas y planos. Se hará hincapié en la relación entre sociedad y
arte. Se centra en especial en la arquitectura barroca de San Pedro del
Vaticano, el palacio de Versalles, la escultura Apolo y Dafne u otra de
Bernini y las pinturas de Caravaggio, Velázquez, Rubens y Rembrandt.
B) EN EQUIPOS DE
TRABAJO.
Realización de una
línea de tiempo sobre el proceso del arte del Barroco.
Elaboración de un
mural con un esquema del arte del Barroco y fotocopias de principales obras.
Elaboración de un
mapa del mundo del Barroco, con las líneas de difusión y los principales
lugares.
Realización de
esquemas sobre los apartados de la UD: arquitectura, escultura, pintura...
Comentarios de obras
principales de cada una de las artes.
Comentario de textos
renacentistas sobre arte.
C) INDIVIDUALES.
Realización de
apuntes esquemáticos sobre la UD.
Participación en las
actividades grupales.
Búsqueda individual
de datos en la bibliografía, en deberes fuera de clase.
Contestar
cuestiones, con diálogo en grupo, pero respuesta individual en el cuaderno.
RECURSOS.
Presentación digital
y mapas.
Libros de texto,
manuales.
Fotocopias de textos
para comentarios.
Cuadernos de
apuntes, esquemas...
Documental.
EVALUACIÓN.
Evaluación continua.
Se hará hincapié en la participación en las actividades de grupo, la calidad de
los comentarios de las diapositivas, el debate de los contenidos, el dominio de
los términos y el análisis de las características del arte del Barroco.
Trabajos
documentados y exposición en clase.
Examen final de arte
del Barroco, con dos partes:
1) Preguntas breves
de esquema sobre características generales de arquitectura, escultura y
pintura.
2) Comentarios de
obras de arte, sobre arquitectura, escultura y pintura fácilmente reconocibles.
Se valorará la identificación de la obra, del lugar donde se halla el edificio,
la época y las características principales del arte en cuestión.
RECUPERACIÓN.
Trabajo personalizado guiado por profesor, con
bibliografía guiada y atención de dudas. Deben realizarse esquemas, comentarios
de obras y una entrevista personal.