OP UD 64. LA ARQUITECTURA EN LOS SIGLOS XIX Y
XX. EL MODERNISMO.
INTRODUCCIÓN.
1. SIGLO XIX.
1.1. CORRIENTES HISTORICISTAS.
EL NEOCLASICISMO.
EL MEDIEVALISMO.
EL EXOTISMO.
1.2. LA INFLUENCIA
DE LOS NUEVOS MATERIALES.
1.3. ESCUELA DE CHICAGO.
1.4. MODERNISMO.
Circunstancias históricas.
Características generales.
EL MODERNISMO “ONDULANTE”:
Bélgica: Horta y
Van de Velde.
Francia: Guimard.
España: Gaudí.
GAUDÍ.
Características
de Gaudí.
Las etapas de Gaudí:
1) De 1878 a 1900.
2) De 1900 a 1914.
3) De 1914 a 1926.
EL MODERNISMO “GEOMÉTRICO”:
Escocia: Mackintosh.
Austria: Grupo Sezession.
2. EL SIGLO XX.
CARACTERÍSTICAS GENERALES.
2.1. El PROTORRACIONALISMO:
ANTES DE 1919.
Loos.
“Deutsche Werkbund”.
Perret.
2.2. LA ARQUITECTURA
FUNCIONALISTA (O RACIONALISTA).
LA ARQUITECTURA FUNCIONAL
DE LE CORBUSIER.
EL RACIONALISMO DEL
GATEPAC.
LA ARQUITECTURA NEOPLÁSTICA:
“DE STIJL”.
EL CONSTRUCTIVISMO RUSO.
LA BAUHAUS. GROPIUS.
MIES VAN DER ROHE. EL
BLOQUE DE CRISTAL.
EL TRIUNFO DEL ESTILO
INTERNACIONAL (1945-1960).
2.3. LA ARQUITECTURA
ORGÁNICA.
Wright.
La influencia de
Wright.
La arquitectura nórdica:
Aalto.
2.4. EL LIRISMO.
FUTURISMO.
EXPRESIONISMO.
2.5. LA ARQUITECTURA
TOTALITARIA: URSS, ALEMANIA, ITALIA.
2.6. LA ARQUITECTURA
DE LOS AÑOS 1960.
EL BRUTALISMO.
EL ESTRUCTURALISMO.
LA ARQUITECTURA POP.
EL METABOLISMO JAPONÉS.
2.7. LA ARQUITECTURA
POSMODERNA.
Los arquitectos posmodernos japoneses.
Los arquitectos posmodernos españoles.
INTRODUCCIÓN.
Esta UD se centra en
la arquitectura, dejando para otra UD el urbanismo, debido al enunciado del tema.
No trata la arquitectura actual, porque falta una suficiente perspectiva histórica
al respecto.
Se da una especial relevancia
al modernismo, por su importancia en España, que ha dado un gran maestro internacional
en Gaudí. Pero este subtema sería mucho más interesante en Barcelona que en Mallorca,
que tiene relativamente pocos ejemplos modernistas a señalar, y muy concentrados
en Palma y Sóller, por lo que no destacaría tanto en una programación propia de
Baleares.
Un resumen.
La arquitectura de los
siglos XIX y XX, salvo el largo paréntesis neoclásico e historicista, ha roto completamente
los estrechos moldes del pasado. Sin renunciar a sus enseñanzas ha asimilado estas
para multiplicar hasta el infinito las tendencias, con una completa libertad del
arquitecto para crear. La separación radical entre arquitecto e ingeniero, que antes
coincidían en la misma persona, reveló el carácter creador de la profesión de arquitecto.
Los nuevos medios materiales, como materiales (hormigón, acero, vidrio), técnicas,
finanzas, etc., permitieron acometer proyectos de una envergadura incomparable.
Pero esta misma libertad ha llevado a la arquitectura a una profunda crisis interna,
a un hastío ante la incapacidad de encontrar unas ideas directrices. La confusión
impera hoy por doquier y los arquitectos añoran la claridad de ideas de los arquitectos
neoclásicos, con unos módulos establecidos. Parece que nos acerquemos a un revival del canon clásico.
El eclecticismo del
siglo XIX disocia (al igual que el Renacimiento italiano) el aspecto de la estructura,
economiza los materiales nobles (se usan el yeso, el estuco...) y se diversifica
en diversas modas decorativas. A pesar de ello, nacen nuevas técnicas, mejora el
confort de las viviendas y los ingenieros experimentan con estructuras metálicas.
El movimiento moderno
ha sido una revolución espectacular, nacida a mediados del siglo XIX y se desarrolla
sobre todo en el siglo XX. Es una ruptura con el academicismo oficial y el eclecticismo.
Se basa en la ruptura estilística del modernismo y en el uso de nuevos materiales
(acero, hormigón armado, cristal), que permiten cubrir grandes espacios y construir
verticalmente. Periódicamente el movimiento moderno sufre resurgimientos de los
historicismos (neoclásico, neogótico...) y el eclecticismo.
La tendencia dominante
fue la funcionalista, representada en especial por Le Corbusier, que se impuso
como un estilo internacional durante los años 1925-1935, para ser muy dominante
desde 1945, conviviendo con una tendencia orgánica, cuyo mejor representante en
Wright.
Para Le Corbusier,
Gropius y en general el grupo de la Bauhaus lo esencial de la arquitectura era
la funcionalidad y la pureza de las formas, hasta el punto de que debía dominar
sobre todos los demás aspectos. Era una arquitectura fría, deshumanizada, que tuvo
graves consecuencias sociales.
Wright, por su parte,
realizó una arquitectura igualmente racional y funcional pero “orgánica” (también
llamada integral y/o natural, por la “integración orgánica” que pretendía), por
su relación orgánica con el espacio en que estaba situado el edificio, con la naturaleza,
aprehendida por el arquitecto tras una larga contemplación y meditación. Su ideal,
tan evidentemente romántico como el mismo Wright (Herbert Read dixit), era
vivir en unidad con la naturaleza. Podemos incluir a Aalto en esta corriente, con
notas propias.
Después de 1945 se generalizaron
nuevas técnicas (muros cortina de acero o de vidrio, bóvedas de hormigón, prefabricados
pesados, etc.) que permitieron en las obras monumentales una libertad de tratamiento
formal que puede llegar al manierismo, mientras que en las obras de viviendas
se produjeron experiencias de aglomeración en células (emparentadas con las visiones
más arriesgadas de los urbanistas).
Las corrientes posmodernas
(desde los años 60) se preocupan crecientemente por la dimensión humana y un mayor
respeto por la ecología.
1. SIGLO XIX.
1.1. CORRIENTES HISTORICISTAS.
El siglo XIX es un siglo
que comienza con un revival plural, un conjunto de historicismos, y acaba con el
dominio de una arquitectura ecléctica, que reúne un “carnaval de estilos” que intentan
encontrar en el perfeccionamiento de los estilos del pasado la belleza, el ideal
de lo sublime. Los estilos dominantes variarán de acuerdo con las modas y a menudo
convivirán todos, aunque el dominante sea el neoclásico al principio, para dominar
el neogótico luego.
Sobre el eclecticismo,
según Sebastián y Alonso, esta palabra viene de un vocablo griego que significa
“escoger”, y como concepto arquitectónico expresa una forma de construir a base
de elementos tomados de diferentes estilos según le pareciera más conveniente al
arquitecto o al cliente. Este amaneramiento de las formas fue una auténtica epidemia
que afectó a gran parte de los arquitectos del siglo XIX, con lo que adquirió el
carácter de un supuesto “estilo internacional”.
El eclecticismo se vio
favorecido por el auge que tomaron los estudios arqueológicos desde mediados del
siglo XVIII. El Romanticismo, de raigambre literaria, se recreó en la reproducción
de épocas pretéritas, así que los restos que ofrecían las excavaciones parecían
la forma más objetiva para reconstruir un pasado casi destruido. A la resurrección
de las formas clásicas contribuyeron los conocidos libros de Winckelmann, Letrouilli
y Normand,; y por lo que a nuestra patria respecta, fueron decisivas las publicaciones
de Caveda, Cruzada Villamil, Street o Gil de Dorregaray. Más que por razones científicas,
por móviles sentimentales se despertó una laudable defensa de las ruinas y de
lo antiguo, que ya justificó Joshua Reynolds en un discurso de 1789 al afirmar
que uno de los principios de la arquitectura es el de “impresionar la imaginación
mediante la asociación de ideas. De esta manera, sentimos una natural veneración
por lo antiguo; cualquier edificio que nos recuerde las costumbres y las maneras
del pasado, tal como los castillos de los antiguos caballeros, es seguro nos proporcionará
este placer”. Estas palabras, en boca del Presidente de la Real Academia de Londres,
tendrían un lamentable influjo.
Lo importante eran los
valores asociativos, tan comprensibles para la burguesía, y no los valores puramente
visuales; así los arquitectos, en lugar de ser artistas, se convirtieron en narradores
de historia. La nueva clase rectora de la sociedad surgida de la revolución industrial
hizo el eclecticismo como un estilo cortado a su medida, falto de calidad artística,
pero adecuado para la ostentación de aquellos nuevos ricos.
Como consecuencia de
esta falta de sentido de lo artístico, Nikolaus Pevsner comenta: ‹‹ya a comienzos
del siglo XIX, el baile de máscaras de la arquitectura se encuentra en toda su animación:
clásico, gótico, italianizante e inglés antiguo. Al llegar a 1840, los libros
de modelos para constructores y sus clientes incluyen numerosos estilos más: Tudor,
Renacimiento francés, Renacimiento veneciano y otros. Esto no significa, sin embargo,
que continuamente a lo largo del siglo XIX se emplearan todos estos estilos. Se
preferían unos a otros según la moda. Ciertos estilos estaban asociados con determinados
tipos de construcciones››.
Estas palabras nos muestran
a qué extremos de falta de sinceridad artística se había llegado. Ante esta crisis
los hombres más perspicaces (Daly, Ruskin, Gautier, Van de Velde, etc.) clamaron
por la aparición de una nueva época. Al final del siglo XIX escribía Berlage:
‹‹Nuestros padres y abuelos, al igual que nosotros, han vivido y viven todavía en
un ambiente horrendo, no conocido jamás. El engaño es la regla general; la sinceridad,
una excepción›› [Berlage. cit. Sebastián, S;
Alonso, A. Arquitectura mallorquina moderna y contemporánea: 155.]
EL NEOCLASICISMO.
El neoclasicismo es el arte del racionalismo ilustrado. Se desarrolla entre mediados del siglo XVIII
y mediados del siglo XIX, con bastantes diferencias de influencia y cronología
según los países. Rechaza los estilos anteriores y así supera al rococó que se
había impuesto en Centroeuropa, Inglaterra y Francia, y asimismo al barroco que
sobrevivía junto al rococó en España e Italia.
Se opone al rococó
ya que rechaza su intimismo, su falta de severidad, su atención a los espacios
reducidos y a la superficialidad. Se opone al barroco al que juzga grandilocuente,
irracional, demasiado atento a la glorificación de la Iglesia.
Es una arquitectura
civil (los ejemplos religiosos son escasos), libre de decoración, que se inspira
en los modelos de la Antigüedad clásica y, por derivación, del Renacimiento. Se
habían descubierto a mediados del siglo XVIII muchas ruinas antiguas en Italia
y Grecia, que son estudiadas y admiradas, lo que pone de moda la vuelta a lo antiguo,
lo más cercano entonces al ideal del hombre racional.
Se caracteriza por
la razón, el orden, la funcionalidad y la estabilidad, el gusto por las formas
puras, las rectas, las líneas severas y austeras, la monumentalidad severa.
La arquitectura neoclásica,
falta de originalidad pero a menudo brillante en sus soluciones, persigue la coherencia
entre la forma inspirada en las edificaciones antiguas y una funcionalidad directamente
vinculada al “culto de la razón”.
Francia, por las motivaciones
ideológicas que la conducen de la Revolución al Imperio napoleónico, es el centro
de esta arquitectura. Sin embargo, al mismo tiempo, la neoclásica es especialmente
la “arquitectura de la cultura” y por ello se utiliza su lenguaje artístico para
levantar la mayoría de los teatros, museos, academias y centros científicos de
la época en toda Europa.
Los arquitectos principales
están en la Francia un poco anterior a 1789, gracias a los utópicos Boullée, Ledoux
y Lequeu, que generalmente sólo elaboran proyectos ante la imposibilidad técnica
y financiera de desarrollarlos. Estos arquitectos tenían una idea revolucionaria,
una arquitectura que transformase al hombre, que le ayudase a ser más libre y feliz.
De esta época tenemos pocas obras neoclásicas, como la iglesia de Sainte Geneviève
(1757-1790) en París, de Soufflot.
Sainte Geneviève (1757-1790) en París, de Soufflot.
Pero en el siglo XIX,
con Napoleón y la Restauración se pierde este ideal revolucionario y el neoclasicismo
se convierte en un historicismo más, conservador y al servicio del poder, resultando
obras como la iglesia de la Madeleine de París, de Vignon, y el inmenso Arco de
Triunfo de Napoleón, de Goudain y Lepére, ambos en París.
En Alemania destacan
dos centros. Múnich con Von Klenze (Königsplatz, Gliptoteca y Pinacoteca); Berlín
con Schinkel (museos en edificios monumentales) y Langhans (la Puerta de Brandenmburgo).
En Inglaterra descuellan el Museo Británico de Smirke y el Banco de Inglaterra
de Soane. En Italia el Teatro alla Scala de Milán. En España destacan los arquitectos
Juan de Villanueva (Museo del Prado, Jardín Botánico y Observatorio Astronómico
en Madrid) y Ventura Rodríguez.
Museo del Prado, en Madrid, de Juan de Villanueva.
EL MEDIEVALISMO.
Hay un claro triunfo
de las corrientes historicistas en la primera mitad del siglo XIX. Se pone de moda
lo pintoresco y extravagante, lo exótico y lo medieval. Es el paralelo al romanticismo
de las artes plásticas, la literatura y la música.
El estilo más exitoso
es el neogótico, dentro del difundido revival neomedieval. La causa parece ser
que la burguesía decimonónica asocia el gótico con la primera fase de su ascensión
social y de la aparición de las nacionalidades europeas. El neorománico es menos
importante, con manifestaciones en Cataluña, Alemania e Italia.
La pervivencia del neoclasicismo
(sobre todo en edificios civiles con representación del poder y la cultura) y el
neogoticismo (especialmente en edificios religiosos y representativos de la burguesía)
es notoria hasta bien entrado el siglo XX. Hay una tendencia ideológica (perceptible
en la ampliación del Ring de Viena y en muchas ciudades) a asignar unos estilos
concretos a los distintos tipos de funciones: así las universidades, los museos
y los palacios del poder siguen el estilo neoclásico, mientras que las Bolsas siguen
el estilo neogótico (propio de la burguesía triunfante), con excepciones (así, el
Parlamento de Londres sigue un estilo neogótico). A partir de 1840 surge el neorrenacentista,
inspirado en el clasicismo.
Los teóricos del historicismo
medieval, en sus dos corrientes, son:
· El “Gotic Revival”, en Gran Bretaña:
Pugin, Ruskin, William Morris.
· El estructuralismo
gótico en Francia: Viollet-le-Duc.
Parlamento de Londres, de Pugin. Reconstruido en el siglo XIX tras un incendio del edificio medieval.
EL EXOTISMO.
Pabellón real de Brighton (1815-1821), en estilo neomongol.
El exotismo de la arquitectura
hindú (o mongol), china y japonesa, mejor conocidas en la primera mitad del
siglo XIX gracias al imperialismo, atrae a muchos promotores de la burguesía y
la aristocracia, que encargan proyectos a su gusto. Otros estilos menores serán
el egipcio e islámico.
1.2. LA INFLUENCIA
DE LOS NUEVOS MATERIALES.
Desde principios del
siglo XIX crece el uso de los nuevos materiales: hierro, vidrio y hormigón armado,
que se aplican junto a nuevas técnicas. En las Exposiciones Universales se dan
los mejores ejemplos y los más difundidos de la arquitectura moderna, con la aplicación
de los nuevos materiales y métodos.
Destacan los innovadores
en Inglaterra Paxton, con el Palacio de Cristal de la Exposición Universal de Londres
de 1851, John Nash con el Royal Pavillion de Brighton de 1819; en EE UU James Bogardus
(1800-1874), el primero que sustituyó los muros exteriores de obra por pilares
metálicos que sostuvieran los pisos; en Francia, Horeau (1801-1872), un “maldito”,
y Labrouste, este con las Bibliotecas de Saint-Geneviève (1843-50) y la Nacional
de París (1868-1878), seguidos luego por Eiffel (1832-1923) y su torre para la Exposición
Universal de París (1889), y Dutert y Constantin en la coetánea Galería de Máquinas.
Todos estos unen las capacidades del ingeniero con las del arquitecto.
1.3. ESCUELA DE CHICAGO.
Su contexto es la ciudad
norteamericana. Después de la guerra civil (1861-1865), EE UU vive un crecimiento
extraordinario de la población, debido a la alta natalidad y la inmigración. Particularmente
grande es el desarrollo urbano, del que son modelos Nueva York y Chicago. La casa
americana típica era de pocos pisos de altura, al modo inglés. La fabricación en
serie comienza en esta época de colonización del Oeste y Medio Oeste. Pero el auge
urbano llevará al crecimiento en altura.
Chicago debe su fortuna
a su puerto en los Grandes Lagos y a ser centro del comercio de trigo y ganado,
con una industria cárnica. Después del gran incendio (1871) de la ciudad de madera,
los constructores lanzan un masivo programa de construcciones y se erige una ciudad
de piedra y cemento, con un trazado en cuadrícula, diseñado por W. Le Baron Jenney,
un ingeniero militar, con grandes rascacielos para locales comerciales y de oficinas
que se comienzan a levantar en los 1880-1900. Destaca el centro comercial, el loop.
Se desarrolla así una
Escuela de Chicago, que practica una arquitectura funcional, con una estética industrial
en la que la estructura y sus materiales son vistos como bellos en sí mismos.
Su edificio característico es completamente nuevo: el rascacielos. Comenzó una
carrera entre las grandes empresas por construir a más altura y más rápido.
Los factores que hicieron
posible su desarrollo fueron:
- La necesidad de aprovechar
al máximo las solares.
- El invento del ascensor
(1864).
- Los edificios elevados
tienen escaleras exteriores de hierro para la seguridad en caso de incendios.
- La mejora de los sistemas
de cimentación (cimientos flotantes).
- La utilización de esqueletos
metálicos y de cemento, que permiten superponer pisos reduciendo la construcción
a un problema de estructura y revestimiento, con un sistema de soportes con soldaduras
de vigas de hierro protegidas por ladrillos.
- La eliminación de
la madera, para evitar posibles incendios, revistiendo con cerámica las columnas
de hierro colado.
- Los muros de ladrillo
son sólo cerramientos, sin función de soporte, por lo que más tarde podrán ser
sustituidos por vidrio (una influencia de Mies van der Rohe).
- La incorporación
de los grandes ventanales a las fachadas, dotándolas de gran ligereza y luminosidad.
En resumen, la importancia
de la Escuela de Chicago se debe a dos razones:
- La creación del rascacielos.
- La renovación del arte
de construir, que a partir de ahora llevarán a cabo arquitectos en lugar de ingenieros.
La Escuela de Chicago (1879-1893) la componen John M. Van
Osdel (1811-1891), William W. Boyington (1818-1898), William Le Baron Jenney
(1832-1907), Henry Hobson Richardson (1838-1886), Daniel H. Burnham
(1846-1912), John W. Root (1850-1891), William G. Holabird (1854-1923), Martin
Roche (1855-1927) y Louis H. Sullivan (1856-1924).
Edificio Flatiron, en Nueva York, por Burnham.
Los arquitectos Le Baron,
Burnham y Root formaron una asociación en la ciudad para construir conjuntamente
edificios que anticipan el Racionalismo. Le Baron construye Home Insurance
(1885), el Leiter (1889), el primero en el que los muros no eran soportes). Burnham
hizo el edificio Fuller (llamado Flatiron por su forma en plancha, tan criticada
por Ragon) de Nueva York (1902) y es el autor del Plan de Chicago de 1909, el
primero de una metrópoli americana.
El arquitecto más destacado
es Sullivan —un maestro de Wright—, que define su tesis: ‹‹La forma es consecuencia de la función›› y construye
el Auditorium de Chicago (1887) —junto a Adler— y los Almacenes Carson.
Pero la Feria Mundial
de 1893 supuso un duro golpe al grupo, al cambiar el gusto y volverse a la tradición.
Sullivan dijo: ‹‹El daño ocasionado al país por la Feria Mundial de Chicago durará
medio siglo››.
1.4. MODERNISMO.
El Modernismo es un estilo
arquitectónico que se desarrolla en los países europeos entre 1890 y 1915. En
Francia se le dio el nombre de Art Nouveau —tomado de un establecimiento
parisino de exposición y venta de objetos de arte—. Esta denominación
tiende a imponerse actualmente, para distinguirlo mejor del Movimiento Moderno.
El estilo modernista
fue, sobre todo, decorativo y sus manifestaciones más características tuvieron
lugar en el campo de las artes aplicadas: cerámica, vidrio, joyería, grabado y
cartel. No obstante, existió una amplia proliferación de arquitectos que, a la
vez que mostraron su preferencia por los aspectos ornamentales del estilo, realizaron
importantes aportaciones en el terreno estructural.
Es un movimiento espontáneo,
esteticista, unificador de todas las artes. Se imitan los procesos y formas de
la naturaleza, en un organicismo. Se utilizan los nuevos materiales con fines constructivos
y estéticos a la vez, por lo que revalorizan estéticamente el hierro y el vidrio,
la cerámica y la escultura. Su origen se halla en el movimiento inglés de “Arts
& Crafts”, dirigido por William Morris. Pevsner lo criticará por su ‹‹desenfrenado
individualismo››. Se distinguen dos tipos de modernismo: ondulante y geométrico.
Circunstancias históricas.
En la última década
del siglo, se dan las condiciones históricas necesarias para que la arquitectura
encuentre una salida ante el agotamiento del eclecticismo y ante la polémica entre
arquitectos e ingenieros.
Favorecen esta situación
los siguientes aspectos:
- El número creciente
de arquitectos que, cada vez más, utilizan los nuevos materiales con gran libertad
expresiva.
- Las exigencias de una
clientela burguesa, que quiere un arte enraizado en el pasado, pero más elegante
y de mayor calidad que el que ofrecían los ingenieros.
- El ejemplo de libertad
creadora y ruptura con el pasado que protagonizan los pintores.
Características generales.
Las principales características
del nuevo estilo son las siguientes:
- La diversidad nacional,
que coincide con la variedad de denominaciones que el movimiento va a tener en
cada país: Art Nouveau en Francia, Modern Style, en Inglaterra, Jugendstil, en Alemania,
Liberty, en Italia, Modernismo, en España, y Secession, en Austria.
- El recuerdo del pasado
(especialmente del medieval); sin embargo, no copia el repertorio de los estilos
históricos, sino que pretende imitar los procesos y formas de la naturaleza.
- Predominan las líneas
curvas, los arabescos, la decoración floral, los temas marinos, los cabellos femeninos
ondulados, que se mezclan con animales también curvilíneos, como garzas, mariposas
y libélulas. Sin abandonar el naturalismo, algunas corrientes del estilo tienen
predilección por la línea recta y los planos perpendiculares.
- Trata de conseguir
la fusión entre la vida cotidiana y el Arte. Por eso, los artistas diseñan desde
los objetos —muebles, cubiertos, alfombras— hasta los edificios. Se produce así una unificación de las artes, que
se conciben como elementos para crear un ambiente determinado.
- Su carácter revolucionario,
puesto que los elementos estructurales (columnas o vigas de hierro, cemento o piedra)
quedan a la vista y funcionan como partes esenciales del sistema decorativo.
- El modelado plástico
y sinuoso de las superficies murales: así, el edificio se concibe como un ser vivo,
susceptible de crecimiento y totalmente opuesto al racionalismo del Neoclasicismo.
La asimetría en las puertas y en los detalles decorativos obedece a un programa
estético definido.
- La consideración del
papel “público” del arquitecto y la conexión de sus obras con la transformación
social y económica del mundo circundante.
Podemos diferenciar en
el Modernismo: el Ondulante, caracterizado por el empleo de motivos históricos
(sobre todo del Gótico) que insisten en el carácter orgánico del espacio y la decoración
(Bélgica, Francia, España), y el Geométrico, más severo y con gusto por las superficies
planas sin resaltes ornamentales (Gran Bretaña, Austria, Alemania).
EL MODERNISMO “ONDULANTE”.
Manifestaciones de este
tipo de Modernismo encontramos en diversos países europeos:
Bélgica: Horta y
Van de Velde.
Bélgica, un pequeño
país, muy industrializado, poseía una franja social relativamente amplia con gran
desarrollo de la burguesía que permitió a Bruselas convertirse en centro del Arte
contemporáneo entre 1800 y 1890.
A ello contribuyeron la celebración de las exposiciones
de Van Gogh y Cézanne, los conciertos de Wagner y Debussy: y la obra de dos arquitectos
del Modern Style: Víctor van Horta y Henry van de Velde, junto a Hankar y otros.
Victor van Horta
(1861-1947): fue uno de los primeros en adquirir conciencia de las posibilidades
del hierro como elemento decorativo, obligando a los elementos estructurales a
curvarse como tallos vegetales y ondas marinas. La aplicación de este material,
tanto a las estructuras como a la decoración, permite que en los edificios de Horta
se perciba una doble función constructiva y poética, dando la sensación de que
se apoya en su propio propósito polémico de inventar un nuevo estilo como alternativa
de los historicismos, que vigila su lenguaje con severidad inflexible, para que
no tenga efectos y cada elemento coincida con otro puntualmente.
Decoración de la Casa Tassel de Bruselas (1893), por Horta.
La casa Tassel de Bruselas
(1893) es un auténtico manifiesto del estilo de Horta por varias razones:
- Libertad de distribución,
rechazando pasillos y habitaciones en filas.
- Primacía del hierro
y de la línea curva, tanto en fachadas como en ornamentos.
El hecho de que el hierro
se vea añade expresión a lo que sólo era estructura. Los soportes metálicos también
están a la vista y, de este modo, el espacio se hace más abierto y fluido, gracias
a la delgadez de los fustes de las columnas, sus incursiones por el techo y el
descenso por la escalera, como si se tratase de una enredadera. Horta estaba muy
interesado por el mundo vegetal, la estructura de las plantas y su lógica constructiva,
y este hecho lo traslada a la decoración, no como una copia literal, sino a modo
de inspiración, de movimiento flexible. Victor Horta construyó el Palais des Beaux-Arts
de Bruselas (1922-1928), que le granjeó el título de barón.
Henry van de Velde
(l863-1957) cree que el Arte puede regular los medios de producción y distribución
de los objetos de uso, asumiendo una misión planificadora.
Escribe: ‹‹Creo firmemente
poder conseguir mis fines en virtud de una estética fundada en la razón y, por
tanto, inmune al capricho››. Su propuesta es ir al fondo de la cuestión en una
permanente tarea investigadora que le lleva a diseñar desde edificios hasta muebles
y objetos de adorno.
En el año 1896 decoró
la tienda que el comerciante de arte siglo Bing abrió en París con el nombre de
Art Nouveau, y de aquí proviene la denominación del movimiento en las zonas de
habla francesa.
En su autobiografía
confesará que el ‹‹Art Nouveau no fue más que un efímero movimiento, sin más leyes
que su propio capricho››. Después de la Segunda Guerra Mundial, se mostrará partidario
de una “estética racionalizada, en la cual la belleza y la forma serán inmunes
a la infección del dañino parásito de la fantasía”. Parecía, con ello, abrir las
puertas al racionalismo de la arquitectura contemporánea.
Francia: Guimard.
El Art Nouveau francés
está cargado de influencias del estilo Rococó, muy del gusto de la burguesía del
momento. Un exceso de artificiosidad por parte de los artistas obliga a los materiales
a adaptarse a formas caprichosas.
Héctor Guimard
(1867-1904) es el mejor arquitecto modernista francés. Le preocupaba lograr un estilo
propio conforme al uso, al clima y a los avances que realizaba la ciencia. Además
de por sus famosas casas de campo, como el Castel Béranger, Guimard es conocido
por el llamado Style Metro, las entradas al metro parisino. Dentro de un entorno
sobrio, las estaciones constituyen un estallido de fantasía desbordante, en el
que se diluyen las fronteras entre las categorías artísticas: armazones metálicos
con formas orgánicas, cuerpos de membranas que soportan empujes en los que están
muy presentes los trabajos de ingeniería, etc. La facilidad de Guimard para expandir
los espacios y hacerlos fluidos y aéreos lo sitúa en la misma línea de Víctor Horta
y Gaudí.
En Nancy, la ciudad
del Rococó, se creó una escuela en la que el objeto de vidrio se convirtió en símbolo
del arte francés. Su principal representante es Emile Galle (1846‑1904), quien,
apasionado por las formas vivas y la alusión a la naturaleza poética, será el motor
del estilo. A menudo entregaba sus objetos a los clientes acompañados de textos
poéticos, lo cual dotaba a su obra de un carácter literario.
España: Gaudí.
En España destaca la
fuerza de su implantación en Cataluña entre 1900 y 1910, donde sobresale Gaudí.
En Cataluña, en torno
a 1900, late la búsqueda de una identidad propia, la preocupación por unir cosmopolitismo
y carácter nacional. Ello supone la conjunción de dos aspectos:
- La atención a las
corrientes europeas y un rechazo de los presupuestos académicos.
- La voluntad de encontrar
las raíces de su cultura, buscando la inspiración medieval.
- El grupo de intelectuales
que se reúne en torno a la revista “L'Avenç” (1881-1884) comienza a utilizar la
palabra Modernisme para designar su actitud renovadora. Desde su segunda
época (1889), “L'Avenç” reunirá a su alrededor a artistas como Ramon Casas, Rusiñol
o el escultor Enric Clarasó, a los que une un empeño común: reivindicar la religión
del Arte en una sociedad materialista.
Con respecto a la arquitectura,
los artistas coinciden en unos criterios comunes:
- Conseguir un arte
moderno a partir de nuestro arte tradicional, adornándolo con bellas materias nuevas
y adaptando el espíritu nacional a las necesidades del día.
- Responder a los intereses
de una clase burguesa en creciente expansión.
- Deseo de modernidad.
- Reivindicación de
la construcción en ladrillo, autóctona de Cataluña, con un eclecticismo que recuerda
al historicismo de la primera mitad del siglo XIX.
Los arquitectos más
significativos fueron: Antoni Gaudí (1852-1925), Lluís Domènech i Montaner
(1848‑1923), preocupado por elaborar un estilo “moderno e internacional”, Josep
Puig y Cadafalch (1867-1956), en el cual la influencia del gótico es evidente
y, con menor importancia, Josep Maria Jujol, Joan Rubió, Lluís Muncunill, César
Martinell...
GAUDÍ.
Antoni Gaudí (Reus,
1852-Barcelona 1926) es probablemente el mayor arquitecto catalán, famoso por
su estilo modernista de una poderosa impronta personal. Sólo comprendiendo las
bases fundamentales de la arquitectura es posible valorar la importancia de sus
construcciones y enseñanzas. Su obra más magistral es la Sagrada Familia. Otras
obras son la Casa Milà (La Pedrera) y el Parque Güell, de una estructura neogótica
y un organicismo barroco, con predominio de las líneas curvas, una decoración
floral y figurativa. Considera que la estructura misma debía ser decorativa, siempre
que se inspirase en principios naturales, y se confiesa partidario de un tradicionalismo
viviente.
Características
de Gaudí.
Como características
generales de su estilo se citan:
- El recurso a los estilos
medievales, especialmente el Gótico, del cual toma las bóvedas tabicadas, que ofrecen
la posibilidad de cubrir el máximo espacio con la mínima cantidad de material posible;
además, por su flexibilidad se adapta muy bien a las formas sinuosas. De la arquitectura
islámica tomará el manejo de la luz y la plasticidad de la decoración de azulejos.
- Inspiración en la
naturaleza, en plantas, flores y tallos que dotan al edificio de una extraordinaria
flexibilidad y dinamismo. Estas formas de la naturaleza son reinterpretadas a
través de la geometría, que traduce el mundo natural a líneas útiles y racionales
para el edificio. Así se explican las formas helicoidales, las parábolas y las
líneas curvas en general.
- Preocupación por el
color, la luz y la armonía de las proporciones. Gaudí concibe un espacio dinámico,
en expansión, con un color que, unido a formas y texturas, configurará un nuevo
entorno: “Es cuestión de ponerse dentro del tiempo, del ambiente y de los medios,
y coger su espíritu.”
- Personalidad, que
nace de un conocimiento de las estructuras —quería superar
el Gótico dotando al edificio de un esqueleto más racional y perfecto—, de los nuevos materiales y de la libertad y expansión decorativas.
- Utilización de materiales
de desecho (cerámica en trencadís) para los revestimientos de sus edificios, con su colaborador
Jujol.
- Misticismo y consagración
al arte de construir. Esta consagración se mezcla con una creciente religiosidad
que le llevará, especialmente en sus últimas etapas, a rechazar cualquier encargo
no religioso, o a grabar anagramas de Jesús y de María por doquier.
- Mecenazgo burgués.
Gaudí fue un hombre afortunado al comenzar su trabajo cuando Barcelona vivía momentos
de auge económico y los antiguos límites de la ciudad habían sido rebasados. La
mayoría de sus trabajos estaban en los nuevos barrios o en localidades periféricas
que se iban anexionando a la ciudad. Además, tuvo la suerte de llamar la atención
de una serie de familias pudientes de la clase media y la aristocracia catalana
que aceptaban, entendían y asimilaban sus proyectos suntuosos.
Su gran mecenas fue el
conde Eusebio Güell, perteneciente a la nueva aristocracia de los negocios y, además,
un magnate de la industria textil, cuyo nombre casi es sinónimo de las grandes obras
de Gaudí.
Las etapas de Gaudí:
En la obra de Gaudí
se pueden distinguir tres etapas:
1) De 1878 a 1900.
Es una etapa de formación,
período ecléctico o historicista, donde desarrolla los estilos históricos según
la corriente de la época, aunque ya se acusa una gran innovación en cuanto al concepto
de volumen. Realiza obras de estructura básicamente clásica, y comienza a aplicar
sus teorías sólo en pequeños detalles. Reproduce las formas naturales superficialmente,
y el color es sólo un complemento para el volumen y el movimiento. Predominan las
formas planas y las líneas rectas.
Los edificios más representativos
de esta época son: Casa Vicens en Barcelona, El Capricho en Comillas, Palacio Episcopal
en Astorga, Palacio Güell (con el que inicia su período de plenitud) en Barcelona
y Casa de Los Botines en León.
2) De 1900 a 1914.
Es la etapa más conocida
y personal de Gaudí. Comienza con la realización del Parque Güell. Prescinde ya
del Historicismo y se cristalizan los tanteos de la primera época; se separa de
la influencia neogótica. La escultura se anexiona al edificio formando un cuerpo
único y monumental, y el color ya constituye un elemento importante de la obra.
Los edificios e intervenciones
más importantes son: la Casa Batlló, la Casa Mila o La Pedrera, la Colonia Güell,
el Templo Expiatorio de la Sagrada Familia, la Restauración de la catedral de Palma
de Mallorca y los Jardines de La Pobla de Lillet.
Gaudí realizó a
principios del siglo XX el diseño de los jardines de La Pobla de Lillet, por
encargo del empresario textil Joan Artigas, detrás de su fábrica sobre el río Llobregat.
El arquitecto logró poner la naturaleza al servicio de la arquitectura, con
arcos catenarios, puentes colgantes, materiales autóctonos y el uso de cemento
portland en las barandas (añadiendo hierro en la mezcla), elementos simbólicos
(los cuatro evangelistas del Tetramorfos, aunque no ha perdurado el ángel). Muy
abandonados, fueron redescubiertos y recuperados en los años 1990.
3) De 1914 a 1926.
Es la etapa menos conocida.
Centrado en las obras del Templo de la Sagrada Familia, rechaza otros encargos.
El Templo Expiatorio
de la Sagrada Familia es la obra a la que dedicó más tiempo. Se hizo cargo de
la dirección de las obras en 1883, y trabajó en ellas hasta su muerte, en 1926.
La idea del templo nació
con Jose Maria Rocabella, que había fundado la Asociación de Devotos de San José,
y, después de algunas gestiones, centró su esfuerzo en levantar un Templo Expiatorio.
Encargó de ello a Francisco de Paula del Villar, quien se serviría de la línea
goticista de Viollet‑le‑Duc para diseñar el proyecto.
En 1883, surgió una
discusión entre Rocabella y Villar, y, finalmente, este último presentó la dimisión.
Es entonces cuando Gaudí recibe el encargo de realizar el templo.
Al hacerse cargo de
las obras, Gaudí terminó la cripta —cuya construcción había sido comenzada
un año antes según el proyecto gótico de Villar—, si bien modificando
los capiteles. También hizo una zanja alrededor de la cripta para darle luz.
Después, Gaudí decide
replantearse el proyecto para salvar lo que él llamaba “deficiencias del Gótico”.
Su mentalidad de arquitecto le hacía comprender que la solución del Gótico, a base
de pilares verticales, muros rectos, arbotantes y pináculos, no era perfecta, entendiendo
por perfecta su idea gaudiana de “adaptado a la naturaleza”.
Por todo ello, concibió
el Templo de la Sagrada Familia como un conjunto de columnas arborescentes inclinadas,
cuyas ramas sujetan un follaje de bóvedas parabólicas. Las columnas deben estar
inclinadas, pues así reciben mejor las presiones perpendiculares; además, no existe
peligro alguno, porque los esfuerzos se transmiten de forma helicoidal, como hacen
en la naturaleza los troncos de los árboles. Las bóvedas son superficies hiperboloides,
que tienen una abertura superior y permiten mayor entrada de luz en el templo.
Este esquema estructural
va acompañado de un profundo sentido litúrgico, y cada piedra del templo adquiere
significado religioso. Imaginó una iglesia de planta de cruz latina partiendo
de la cripta inicial. Sobre ésta, se instalaría el altar mayor, rodeado de siete
capillas del ábside, dedicadas a los siete gozos y a los siete dolores de San José.
En el exterior, las
fachadas del Nacimiento —lado de la Epístola— y de la Pasión —lado del Evangelio— presentan tres puertas que se corresponden con la fe, la esperanza y
la caridad.
Sigue, en sentido perpendicular,
el cuerpo central del templo, con cinco naves y cerrado por el Portal de la Gloria,
que no se llegó a realizar en vida suya, y rematando las capillas circulares del
Bautismo y la Penitencia. Las torres serían 18, cuatro encima de cada fachada,
que harán un total de 12, dedicadas a los 12 apóstoles; en el centro de la iglesia,
el cimborrio dedicado a Jesucristo; detrás, el cimborrio de la Virgen y alrededor
de la torre central otras cuatro, las de los evangelistas.
Amplias escalinatas
llevan a cada puerta; la más monumental, la del Portal de la Gloria, tendría en
el rellano un surtidor de agua como símbolo de los elementos de la naturaleza,
siempre presentes.
Pretende que esta obra
sea la manifestación de la arquitectura en el más alto grado de perfección moral
y religiosa. Hombre apasionado de su profesión, al final de su vida este impulso
se convirtió en misticismo. De tal modo le obsesionó este proyecto, que la muerte
le sobrevino cuando tomaba apuntes del exterior de la obra, sin fijarse, ensimismado
como estaba, en que pasaba un tranvía, que le atropelló.
Enlaza y combina libremente
las formas geométricas por él empleadas. A fines de 1919, perfecciona la plástica
del templo aplicando formas regladas, buscando el equilibrio. Emplea columnas con
doble giro, más equilibradas y reposadas.
En la época final de
1914-1926 realiza:
- Las cubiertas de
la Sacristía, formadas por formas parabólicas enlazadas.
- Los cinco cimborrios
centrales, cuyos proyectos se han perdido.
- La última solución
para el tramo de naves interiores, donde la clave es un hiperboloide elíptico.
EL MODERNISMO “GEOMÉTRICO”.
En Escocia lo representa
Mackintosh (1868-1928), con la funcionalista Escuela de Glasgow, que sigue el Modern
Style, inspirado por William Morris y Ruskin. La obra cumbre es la Escuela de Bellas
Artes de Glasgow (1898-1909).
Escocia: Mackintosh.
En 1896 un grupo de
cuatro escoceses presentaba sus obras al público en la exposición *<Arts and
crafts>. Tejidos, objetos de arte y muebles alcanzaron tal éxito que la exposición
desbordó sus límites originarios y pasó al continente, donde influyó en los arquitectos
de la Escuela de Viena.
De todos ellos, el más
significativo es Mackintosh (1862‑1928), quien gozó de una gran popularidad en Europa.
Su obra principal es la Escuela de Bellas Artes de Glasgow. Este monumento se encuentra
en el polo opuesto de la casa Tassel, de Víctor Horta: líneas rectas frente a curvas,
gusto por planos prismáticos claramente definidos, módulos geométricos, grandes
ventanales, y la combinación de materiales como el metal, el vidrio y la piedra.
La complejidad estilística de este edificio se encuentra en la fachada, puramente
funcional, salvo el vano de la entrada. El interior tiene pilares de madera abstractos,
que anticipan el Racionalismo.
Austria: Grupo Sezession.
En Austria el Jugend
Stil lo marca el grupo Zecession Styl, de la Escuela de Viena, con Wagner, Olbrich
y Hoffmann, y Klimt en pintura. Wagner escribe: ‹‹Sólo puede ser bello lo que es
práctico››. El nombre de Sezession se debe a su voluntad de separarse del academicismo
imperante entonces en Viena. La Sezession se caracteriza por los diseños sobrios
y geométricos, de armonías rigurosas, y por la creación de talleres colectivos
como el Wiener Werkstätte.
El maestro de este
grupo es Otto Wagner (1841‑1918), el cual, desde su nombramiento en 1894 como
profesor de la Academia de Viena, lleva a cabo una revisión de su práctica arquitectónica:
“el punto de partida de nuestra creación debe encontrarse en la vida moderna.”
Puede verse en las calles de Viena su evolución en unos decenios desde edificios
neogóticos a las estaciones de ferrocarril modernas.
Sus características
son:
- Interés por los nuevos
materiales (hierro, cristal).
- Preocupación por el
urbanismo.
- Utilización de la imaginación
en los proyectos del Metropolitano, pasos elevados y estaciones.
- Preconiza la línea
horizontal, el tejado plano y una sencilla utilización de los materiales. En
1894 había definido el Funcionalismo como: ‹‹Solo puede ser bello lo que es práctico››.
En obras como la Caja de Ahorros de Viena, ese postulado queda claro.
Joseph Hoffmann
(1876‑1956), apasionado por los edificios modernos y artísticos, fundó grupos
de talleres artesanos y el movimiento de la Secession Vienesa, que contaba con el
apoyo del Art Nouveau belga y francés, así como de la Escuela de Glasgow.
Wagner y Hoffmann marcan
el contacto entre Modernismo y Funcionalismo. Formados en el espíritu del Art Nouveau,
pero aspirando a una arquitectura desnuda, al final se dejaron llevar por el eclecticismo,
que tanto habían criticado.
2. EL SIGLO XX.
2.1. CARACTERÍSTICAS
GENERALES.
La nueva arquitectura
se forma en el proceso de desarrollo de la ciudad, con las experiencias urbanísticas.
Son sus características:
- La reacción contra
los historicismos. Hay una deconstrucción (o tabula rasa) de la estética
anterior (o sea, la marginación de los neohistoricismos decimonónicos): es un “antihistoricismo”,
combinado con la “represión del ornamento”.
- El abandono del adorno.
Se busca la funcionalidad, las líneas puras. La depuración es total.
- Los nuevos materiales.
Se sigue desarrollando la aplicación del acero, el hormigón armado, el vidrio y
además el plástico. Esto permite aumentar aún más la altura de los edificios y usar
las fachadas abiertas a la luz.
- La relación entre ingenieros
y arquitectos (que a menudo se confunden) se hace muy estrecha, para resolver los
crecientes problemas técnicos de las complejas estructuras.
- La instauración del
lenguaje moderno.
- Se configura un estilo
internacional, inspirado en Europa pero que tiene sus obras más emblemáticas en
EE UU: desde Berlín, Viena, Bruselas, París, Barcelona, a Nueva York y Chicago
la arquitectura unifica su lenguaje.
- Hitos fundamentales
de esta evolución estética son los hallazgos de Loos y el purismo del Werkbund alemán,
que anticipan la Nueva Objetividad (Neue Sachlichkeit) de los años 20,
de acuerdo con el “espíritu del tiempo” (Zeitgeist).
- Es una arquitectura
funcional, industrial, cuyos nuevos templos son los edificios de fábricas y oficinas
para los nuevos grandes mecenas, las empresas capitalistas.
- Como renuncia a la
historia y al ornamento, la arquitectura moderna debe asentar su nueva estética
sobre las relaciones de producción modernas (la producción en serie) y transformarlas
en “cultura”, cuando en realidad los arquitectos modernos no querían ser funcionalistas
sino que se veían a sí mismos como “románticos de la forma pura”.
- Se distinguen dos
corrientes estéticas: la “estética de la producción” y la “estética de la recepción”.
La primera se señala porque la forma sigue a las necesidades y las conveniencias
de la producción; la segunda porque la forma predomina sobre la producción.
La “estética de la
producción” es más idealista, inserta en el debate ideológico de su tiempo. Será
predominante en Europa.
La “estética de la recepción”
es más pragmática, menos ideologizada, correspondiente a una sociedad post-industrial.
Será predominante en EE UU. Podríamos señalar que apareció h. 1900 y ha renacido
en los años 1960, en una época de diseño inútil, en la que la mayoría de los objetos
diseñados no tienen función real y domina el ansia de un producto personal, original.
Domina, pues, el mecanismo de “percepción de las diferencias”: queremos poseer algo
diferente a lo general.
- Se reelaboran los
conceptos de tipo (rascacielos, edificio de oficinas, fábrica) y modelo
(el tipo reproducido en serie).
2.1. El PROTORRACIONALISMO:
ANTES DE 1919.
Loos.
Adolf Loos (1870‑1933),
se forma como miembro del Grupo Sezession, pero evoluciona en su visita a EE UU
(1893-1896), hasta convertirse en un precursor destacado del movimiento Moderno.
Su doctrina y obras ejercerán una gran influencia en la generación que iba a imponerse
después de la Primera Guerra Mundial (Gropius y Le Corbusier).
Hace “tabula rasa” con
los historicismos y el Modern Style, con absoluta novedad. Su obra comienza el
funcionalismo racionalista y destaca la Casa Steiner de Viena (1910).
Tuvo gran importancia
como teórico con la obra Ornamento y Delito (1908). Su tesis es que ‹‹La
forma sigue a la función››. El “ornamento” es sinónimo de barbarie; al sustituirlo
por la pureza de líneas y las superficies lisas y rectas, la arquitectura moderna
se muestra sana y pura. Preconiza las mismas características de esencialización,
estilización y rechazo del ornamento que definirán la arquitectura moderna.
“Deutsche Werkbund”.
La “Deutsche Werkbund”,
es un grupo de artistas e industriales que preconiza la adaptación del edificio
a su función, con una integración de las artes industriales, de modo que empieza
realmente la “estética industrial” o el “diseño”. Sus líderes son: Mutesius; Peter
Behrens (1868-1940), que diseña los edificios de la AEG; Gropius, iniciador de
la Bauhaus, que comienza en el grupo.
Perret.
El francés Auguste Perret
utilizó el hormigón armado, de modo revolucionario, como antes lo había sido el
hierro.
2.2. ARQUITECTURA FUNCIONALISTA
(O RACIONALISTA).
Es el gran movimiento
arquitectónico del siglo XX, que ha influido en todos los demás, por pertenecer
a una de sus corrientes o por oponérsele (el movimiento-pop). No debe confundirse
con el Movimiento Moderno o el Estilo Internacional, que son tendencias propias
en su seno.
La mayor parte de la
arquitectura contemporánea se ha basado en el racionalismo arquitectónico formulado
por Le Corbusier en Francia y Gropius y la Bauhaus en Alemania, sin olvidar al
finlandés Aalto y la tendencia del organicismo del norteamericano Wright. Este
racionalismo o funcionalismo parte de una radical concepción social de la arquitectura
que otorga a la ciudad la máxima importancia, rechazando la arbitrariedad del individualismo.
El arquitecto moderno, según Argullol, debe ser, ante todo, un urbanista, de modo
que la planificación urbanística ejerza un predominio sobre los proyectos arquitectónicos.
El funcionalismo trata de resolver el problema de la vivienda urbana siguiendo
los principios que unánimemente se han adoptado en la edificación moderna: máxima
economía de espacio, uso sistemático de la tecnología industrial, construcción
serializada, máxima racionalidad formal, sentido estético global de la unidad en
el conjunto.
LA ARQUITECTURA FUNCIONAL
DE LE CORBUSIER.
La arquitectura funcional
tiene como máximo representante a Le Corbusier (1887-1965), que pregona el Purismo.
El funcionalismo y la geometría simple de Le Corbusier se manifiestan en el “modulor”,
una vivienda que es una máquina para vivir, de la cual realizó dos grandes adaptaciones:
la Villa Savoie y la unidad de habitación. Corbusier aprovechó los CIAM como congresos
de difusión de la nueva arquitectura por todo el mundo.
La suya es una arquitectura
sencilla, que prescinde de todo ornamento y destaca por sus formas geométricas,
reducidas a las más puras y esenciales: cuadrado en superficie y el cubo y el cilindro
en volumen. Los interiores de las viviendas son estrictamente funcionales (Ville
Savoie, 1929-1931).
Cinco puntos para una Nueva Arquitectura. Le Corbusier. Tres minutos.
Los cinco principios
(1925) de la casa de Le Corbusier son: 1) La planta libre, 2) la fachada libre,
3) la casa elevada sobre el terreno mediante pilares, 4) el techo-jardín, 5) las
enormes ventanas desarrolladas en longitud.
Le Corbusier apoya el
edificio sobre pilares verticales de hormigón armado y deja libre la planta baja
(sin paredes externas), como si el edificio estuviera suspendido, lo que ayudaría
a resolver el problema del espacio en las grandes ciudades. Entre sus obras destaca
la Villa Savoie, la iglesia de Ronchamp (en forma de nave) y sus proyectos en
la ciudad de Chandigarh (futura capital del Punjab), con edificios en los que el
hormigón adopta toda clase de formas geométricas.
Ville Savoie (1929). [http://www.ville-poissy.fr/fr/decouvrir-poissy/sites-et-monuments/la-villa-savoye.html]
Notre-Dame-du-Haut de Ronchamp (1952-1960). El crítico Martin Filler considera que en Ronchamp el arquitecto culmina su evolución desde la fría racionalidad hasta la expresividad apasionada.
Le Corbusier. Palacio de Justicia de Chandigarh (1952-1956). Tiene estructuras abovedadas rematadas por un tejado de hormigón en forma de paraguas.
EL RACIONALISMO DEL
GATEPAC.
En España el racionalismo
triunfó entre los jóvenes arquitectos de los años 30, que se organizaron en el
GATEPAC español y su homólogo catalán, el GATCPAC (1928, como asociación en
1930), con su máxima figura, Josep Lluís Sert (1902-1983). En el resto de España
destacan Fernando García Mercadal y, en menor grado, Joaquín Labayen y José Manuel
de Aizpurúa, entre otros. El GATEPAC se disolvió en 1933, pero subsistió el GATCPAC
hasta 1937, con la revista “AC”.
Rasgos de su estilo es
que la forma se subordina a las necesidades tecnológicas. Defiende la ortogonalidad
(regularidad geométrica en trama) de las líneas, en lo que está muy influido por
Le Corbusier. Está en constante contacto con las vanguardias pictóricas. En el urbanismo
colaboraron en el Plan Macià de 1934.
LA ARQUITECTURA NEOPLÁSTICA:
“DE STIJL”.
Destaca el movimiento
holandés “De Stijl”, que defiende la unidad de las artes basadas en el uso de elementos
plásticos primarios. Sus figuras son Oud y Rietveld. En sus obras las formas y
los colores son puros, con fuertes contrastes. Los espacios son funcionales, muy
simples.
Está muy relacionada
con el arquitecto holandés Hendrik Petrus Berlage, autor de extraordinarios bloques
de viviendas integrando formas racionales en ambientes naturales.
EL CONSTRUCTIVISMO RUSO.
Tatlin y Rodchenko hacen
proyectos fantasiosos, comprometidos con la visión esperanzada del hombre proletario
que se ha liberado gracias a la Revolución de 1917.
El movimiento constructivista
se inicia con el arquitecto Tatlin que en 1913, partiendo de una nueva interpretación
de las posibilidades creativas del cubismo, propugna:
- El exclusivo empleo
en las composiciones del nuevo arte de las materias industriales del tiempo actual:
cristal, acero, alambre.
- La determinación del
espacio a base de planos en profundidad como volúmenes insertos en él.
- La integración del
factor “movimiento” en las composiciones.
La plasmación de estas
ideas de Tatlin fue el proyecto irrealizado del enorme Monumento a la III Internacional (1919).
LA BAUHAUS. GROPIUS.
La Bauhaus (“Casa de
la Construcción”) comenzó en 1919 como una escuela de diseño industrial y arquitectura,
adaptada a la tecnología y la industria modernas. Su arquitectura es funcionalista,
con formas cúbicas puras y simples, rectas horizontales y verticales, sin ornamento;
integrando las artes producidas según métodos industriales para lograr una máxima
economía en la producción, utilizando elementos prefabricados para construir viviendas,
con una finalidad de utopía social.
Se distinguen varias
etapas:
Primera etapa: en Weimar
(1919). La domina en arquitectura el director Walter Gropius y su expresionismo.
El organizador del grupo, empero, fue el pintor y teórico Johannes Itten
(1888-1967), con una orientación artesanal y espiritualista, de integración de
las artes y la artesanía, hasta su expulsión en 1922.
Segunda etapa: en Dessau
(1925). La dominan Gropius y Meyer. Su principal obra es el edificio Bauhaus
(1925-1926), del propio Gropius, de carácter funcionalista racional. En esta etapa
Mies van der Rohe realiza el efímero pabellón de Alemania en la exposición de Barcelona
(1929).
Tercera etapa: en Berlín
(1930). La domina Mies van der Rohe, que fue director de la Bauhaus entre 1930
y 1933, año en que los nazis cerraron la escuela.
Mies dijo: ‹‹la Bauhaus
fue una idea››, y por eso se propagó a todo el mundo. La obras de Mies en Europa
son de carácter horizontal (Weissenhif, en Stuttgart), mientras que en EE UU hizo
rascacielos. Exiliado, Mies fundó en 1938 en Chicago la New-Bauhaus, siguiendo
con la difusión de sus ideas. Gropius también marchó a EE UU, recalando en Boston,
donde dirigirá la Escuela de Arquitectura de Harvard, en la que le seguirá Sert.
Hacia 1930 Berlín ya
tiene numerosos edificios del movimiento Bauhaus, obra de Gropius, Bartning,
Häring, Scharoun y Hertlein.
MIES VAN DER ROHE. EL
BLOQUE DE CRISTAL.
Mies van der Rohe
(1886-1969) al abandonar Alemania, perseguido por los nazis, emigra a EE UU, donde
su impacto será extraordinario.
Planea para Chicago
rascacielos de oficinas y viviendas, como los Lake Shore Apartments (1956), con
pilares de hormigón armado y de acero, con los paramentos constituidos por ventanales
que permiten la entrada masiva de la luz y la visión panorámica del exterior, con
elementos prefabricados. Los escasos edificios, aislados en grandes zonas verdes,
destacan por su pureza formal, por su sencillez (prismas unitarios, como “cajas
de cerillas”), por los colores puros (blanco, negro). Mies preconiza para la ciudad
un tipo único, el rascacielos como edificio de oficinas y viviendas, que
se convierte por ello en un modelo reproducido en serie. Pero para ello
había que destruir la ciudad antigua, la Chicago decimonónica.
El rascacielos Seagram
(1958) en Nueva York, de Mies y Philip Johnson, es el paradigma del bloque de
cristal y metal.
Mies igualmente construyó
en EE UU su otro tipo de edificio preferido, la villa rural, como la Farnsworth
House (Plano, Illinois), un pabellón acristalado.
Su obra es contemporánea
de la de otro gran arquitecto, Louis Kahn (1901-1974), autor de grandes rascacielos
de formas puras y edificios de singular poesía.
Philip Johnson (1906-2005)
seguirá la obra de Mies, hasta que en los años 1980 se convierta en un posmoderno.
Destacan de su primera época la Casa de Cristal de Connecticut (1949) y el edificio
AT&T en Nueva York.
EL TRIUNFO DEL ESTILO
INTERNACIONAL (1945-1960).
Es la época del triunfo
de las dos grandes escuelas que habíamos destacado entre todas: la funcional o
racionalista de Le Corbusier y la orgánica de Wright. Junto a estas dos influencias
se produce una relativa fusión de todas las corrientes anteriores a 1945, hasta
crear un llamado estilo internacional (el término International Style procede
de una exposición con catálogo montada en el MOMA en 1932 por Henry-Russell Hitchcock
y Philip Johnson), definido por la ausencia de adorno, la pureza de las formas
lisas y cúbicas, la alineación horizontal de las ventanas, la funcionalidad, el
respeto e integración en la naturaleza, el interés por el hombre, materiales industriales,
color blanco, ...
Hay, pues, una expansión
internacional del racionalismo. Las grandes figuras siguen siendo los veteranos
Gropius, Mies y Le Corbusier.
Nuevos países se incorporan
a la vanguardia: México, Brasil e India. Obras emblemáticas de la nueva arquitectura
serán la sede de la UNESCO en París o los edificios de Brasilia, dentro de una
concepción urbanística moderna (aunque pueda criticarse la escasa humanidad de
sus inmensos espacios vacíos).
2.3. LA ARQUITECTURA
ORGÁNICA.
Se fundamenta en dos
puntos:
- La consideración del
edificio como un objeto orgánico, compuesto por partes, un sistema de relaciones
entre espacios.
- La fusión de las formas
funcionales con la naturaleza, vinculando al edificio con su entorno natural, respetando
el paisaje y utilizando los materiales que este ofrece.
Un interesante análisis
comparativo de la casa construida por Le Corbusier (Villa Savoye, 1928-1931, en
Poissy, a 30 km
de París), en un estilo idealmente funcionalista, y las casas orgánicas de Wright
(la Casa de la Cascada, 1936, en Bear Run, Pensylvania), Aalto (Villa Mairea), Erik
Gunnar Asplund (su casa de vacaciones), nos permite captar las diferencias entre
ambos estilos: el funcionalismo desarrolla el edificio en sí mismo, el organicismo
lo integra en su medio. El primero busca la pureza de las formas geométricas, el
segundo busca efectos plásticos. Pero no podemos separar tajantemente el organicismo
del racionalismo: más bien sería una corriente en el interior de este, aunque dotada
de tanta personalidad propia que algunas obras, sobre todo las villas y casas aisladas,
aparentan ser ajenas al racionalismo. Es por esto que la historiografía no está
de acuerdo sobre su clasificación: unos la oponen y otros la incluyen en el racionalismo
funcionalista. Lo más apropiado es una síntesis.
Wright.
En EE UU la representa
la máxima figura de la arquitectura norteamericana en el siglo XX, Frank Lloyd Wright
(1869-1959), discípulo de Sullivan, aunque no pertenece a la Escuela de Chicago.
Su obra penetró muy lentamente en la crítica y el público y no es conocida realmente
hasta el periodo de entreguerras, cuando Wright ya era un hombre maduro.
Es una arquitectura
más alegre y atractiva que la funcional, edificando viviendas y edificios de oficinas.
Rechaza los edificios altos, la estructura en acero y las grandes superficies en
vidrio. Se inspira en las casas americanas y japonesas. Desarrolla una “arquitectura
orgánica” (por oposición a funcionalista), de un naturalismo integrando el edificio
en la naturaleza, en su relieve. Utilizando grandes terrazas suspendidas, rodeadas
de árboles, parece que las rocas y los árboles formen parte de la construcción.
Se combinan materiales diversos (piedra, ladrillo, hormigón), de manera que se obtienen
efectos de color: la obra más conocida es la Casa de la Cascada (Fallingwater
House o Kauffman House).
La arquitectura nórdica:
Aalto.
Alvar Aalto (Kuortane,
1898-1976), arquitecto y diseñador finlandés, es una de las figuras más destacadas
de la arquitectura moderna y máximo representante de la tendencia orgánica en Europa.
Se apartó del estilo internacional de comienzos de los años 30 y representó la
corriente orgánica con una preocupación por las relaciones del edificio con el
lugar, una búsqueda de la continuidad del espacio interior y la utilización sensible
de los materiales (madera, piedra, ladrillo), que traducen su sentido de lo humano
y una poética a veces barroca. Estudió en la Escuela Politécnica de Helsinki. Destacó
como diseñador de muebles (sillas en madera laminada hechas de una sola pieza)
y urbanista. Su obra se desarrolla en Finlandia, en tres periodos:
1) El primer periodo
blanco se inaugura con el edificio del periódico “Turun Sanomat” (1930), de tendencia
racionalista. Otros ejemplos de este periodo son la Biblioteca de Viipuri
(1927-1935) y el sanatorio de Paimio (1929-1933). En la Biblioteca de Viipuri
(derruida en la guerra ruso-finesa de 1939-1940) solucionó el problema de la iluminación
mediante los enormes lucernarios cilíndricos, mientras que mejoraba la acústica
mediante una superficie ondulada de listones de madera. En el sanatorio de Paimio
se reveló como un gran conocedor de las teorías racionalistas y como creador de
diseño de arquitectura interior (muebles, lámparas y toda clase de accesorios),
obteniendo del material tradicional del país, la madera, posibilidades de elasticidad
hasta entonces insospechadas. Su afán de producir industrialmente estos elementos
de arquitectura interior le llevó a fundar la firma comercial Artek, que su esposa,
la arquitecta Aino Aalto, dirigió desde 1942 hasta su muerte en 1949. De esta
primera época son también su casa-taller de Munkkiniemi (1935-1936), los pabellones
finlandeses de las Exposiciones de París (1937) y de Nueva York (1939) y la villa
Mairea en Noormakku (1938-1939).
Como urbanista hay que
destacar su participación en la planificación urbanística de Finlandia, desde el
plan de urbanización del barrio de Munkkiniemi, en las afueras de Helsinki
(1934), y sobre todo a partir de 1945, cuando fue nombrado director del Departamento
Nacional de Proyectos Urbanísticos, realizando el plan de la nueva capital de Laponia,
Rovaniemi, en base a una red de hexágonos.
2) En el segundo periodo,
llamado rojo o de transición, paulatinamente evolucionó desde su primera sencillez
racionalista, dando pruebas de extraordinaria sensibilidad e imaginación, hacia
un virtuosismo estructural y un gran dominio de los materiales, especialmente
de la madera, como se manifiesta en el techado del estadio de Otaniemi (1954), el
techado del Ayuntamiento de Säynätsalo (1949-52), el pabellón de la Bienal de Venecia
(1956). Destacan los edificios del Ayuntamiento de la isla de Säynätsalo (1949-1952),
con su patio central típicamente mediterráneo; el Rautalo de Helsinki (1953-1955),
que es uno de los pocos edificios de pisos que construyó, junto con los del barrio
Hansa de Berlín (1955-1957) y los dormitorios del MIT de Massachusetts (1940), en
los que rompe audazmente la monotonía de la construcción vertical; la Universidad
de Jycäskylä (1953-1957), inspirada en el campus anglosajón; el gran Instituto
Nacional de Pensiones de Helsinki (1948-1956); el Kulturitalo (o Casa del
Pueblo, 1955-1958), con un auditorio estructurado a modo de concha y con perfectas
condiciones acústicas. En general, después de 1945 trabajó más y más en el extranjero,
sobre todo en Alemania.
3) En 1955 se inicia
el tercer periodo, llamado segundo periodo blanco, con la construcción de su taller,
de enormes paredes blancas, con una mayor riqueza en el juego de espacios y volúmenes,
con los ejemplos de la iglesia de Vuoksenniska (1956-1958) y el Ayuntamiento de
Seinäjoki (1958-1960), cuya sala de reuniones del Concejo cuenta con una extraordinaria
iluminación natural a través de una gran claraboya, la Maison Carrée de París, en
colaboración con su segunda esposa, la arquitecta Elsa Aalto, el edificio de la
firma comercial Enso Gutzeit de Helsinki (1959-1962), sustituyendo la madera con
el mármol blanco, e integrando el edificio en el conjunto urbano de estilo neoclásico
que lo rodea. Otras obras son los Museos de Älborg (Dinamarca) y de Bagdad, el
centro cultural de Wolfsburg (Alemania) y el Teatro de la Ópera de Essen, la sala
de conciertos del palacio de congresos de Helsinki (1962-1972).
2.4. EL LIRISMO.
El lirismo es un término
ambiguo, sin consenso entre los historiadores de arquitectura, con el que se engloba
al futurismo y al expresionismo. Es como un cajón de sastre para los movimientos
vanguardistas que no siguen el modelo moderno y se caracterizan por su invocación
de lo espiritual.
FUTURISMO.
El futurismo está representado
por el italiano Antonio Sant'Elia. Se caracteriza por el sentido utópico, la movilidad,
el dinamismo, el monumentalismo y la luminosidad.
EXPRESIONISMO.
Después de la I Guerra
Mundial la arquitectura recibió la influencia expresionista, antes de que los edificios
se hiciesen simples y funcionales de acuerdo con el nuevo estilo moderno. El .expresionismo
está representado por Poelzig, Taut y Mendelsohn. Cultivan la forma orgánica, entendiendo
esta como algo inherente a un ser vivo. Los edificios se caracterizan por ser completamente
distintos en cada una de sus fachadas.
Erich Mendelsohn trabaja
en Berlín y es el más prolífico de los arquitectos del grupo, con edificios de
líneas puras, como la Torre Einstein.
2.5. LA ARQUITECTURA
TOTALITARIA: URSS, ALEMANIA, ITALIA.
La Alemania nazi y
la Italia fascista se parecieron en su arquitectura totalitaria, con sus enormes
edificios para la contemplación por las masas, por sus estadios para las grandes
concentraciones, con los podios desde los que el líder pudiese arengar a las multitudes.
Un estilo historicista, a menudo neoclásico y masivo, al servicio de una concepción
totalitaria del Estado, el Pueblo y el Jefe.
En Italia se quiere
volver a la gloria del Imperio Romano. En Alemania la pureza de las formas es
la representación de la idea de la pureza racial. Ambos regímenes esponjaron las
ciudades para favorecer la vuelta al campo, el retorno a los valores familiares
de la raza, la desaparición de las masas obreras revolucionarias.
El arte realista de
la URSS se pareció enormemente en sus formas, aunque con mayor apertura a las obras
funcionalistas.
5.2. LA ARQUITECTURA
DE LOS AÑOS 1960.
Junto a la pervivencia
del estilo internacional, que ejecuta sus últimas grandes obras, hay una amplia
serie de nuevos movimientos arquitectónicos a partir del decenio de 1960: el nuevo
brutalismo, la opción estructural, la arquitectura pop, el metabolismo japonés,
la arquitectura móvil, la arquitectura espacial y la arquitectura como acontecimiento.
Todos estos movimientos
nuevos se caracterizan por el estudio de las posibilidades técnicas de los nuevos
materiales, estructuras utópicas y una ruptura con la tradición, pero en realidad
son el paso previo a la liberación total en el movimiento posmoderno que se consolida
en los años 70, al que casi todos ellos se pasarán.
EL BRUTALISMO.
Es una arquitectura
“ingenieril” o High Tech (alta tecnología), que se caracteriza por las masas
concretas, materiales austeros, como acero y hormigón en bruto y sin disimulo, y
funcionalidad extrema al incluso mostrar la estructura de los edificios.
Destacan el británico
James Stirling (1926-1992), con su complejo de edificios de viviendas en Londres
de 1958 (con al arquitecto James Gowan), derribado en los años 90; y el italiano
Renzo Piano (Centro Pompidou de París, con Rogers). Pero en los años 1970 ya lo
habían abandonado: Stirling evolucionó al posmoderno, con planteamientos más tradicionales,
y Piano se dedica a los grandes aeropuertos (el Kansai de Osaka) y edificios civiles.
EL ESTRUCTURALISMO.
Los ingenieros cubren
enormes espacios con estructuras muy funcionales, gracias al desarrollo de la
técnica. Uno de sus pioneros muy anteriores fue el español Eduardo Torroja
(1889-1961), que cubre con enormes voladizos las tribunas del Hipódromo de Madrid
y realiza grandes obras civiles. Félix Candela y Luigi Nervi usan el hormigón, Otto
Frei usa estructuras suspendidas en forma de tienda de campaña, B. Fuller usa cubiertas
de aluminio.
LA ARQUITECTURA POP.
Construye edificios
convencionales y vulgares, destinados al consumo popular: moteles, clubes, discotecas,
anuncios de neón... Destaca el norteamericano Robert Venturi, un racionalista
de izquierdas, que reivindica el antifuncionalismo de esta arquitectura, mucho
más cercana al público que la fría arquitectura racionalista. La fuente de inspiración
es la publicidad y los mass media. Pronto
se convirtió en posmoderno.
EL METABOLISMO JAPONÉS.
Kultermann destaca
la importancia mundial del japonés Kenzo Tange, que ha fundido las tradiciones occidental
y oriental, cuyos discípulos han creado la corriente “metabólica”: Kikutake, Kurokawa,
Maki, con una obra muy tecnológica.
2.7. LA ARQUITECTURA
POSTMODERNA.
A principios de los
70 surge una amplísima corriente posmoderna (el término es de Charles Jencks) que
recupera la práctica específicamente arquitectónica, frente a la interdisciplinariedad
de los años 60. Sus rasgos son la completa libertad creativa, en la que se unen
la arquitectura moderna y la tradicional, con absoluta heterogeneidad de los arquitectos
y la búsqueda de nuevas emociones e ideas, con múltiples fuentes de inspiración.
La tendencia posmoderna es sincretista, sin etiquetas.
Destaca la obra de los
norteamericanos Frank Gehry (autor del Museo Guggenheim de Bilbao), Robert Venturi
(con sus obras consumistas en estilo pop, un defensor del kitsch de la ciudad
de Las Vegas), Charles Moore (otro adalid del pop), Peter Eisenman (un purista
geométrico), Michael Graves (un contrario a Mies y partidario de edificios racionalistas
de estética naif), Philip Johnson (el más controvertido, longevo y famoso,
autor con John Burger de las torres inclinadas KIO de Madrid), Min Pei (autor
de la pirámide de cristal del Louvre), Richard Meier (un racionalista clásico, autor
de enorme museo Getty de Los Angeles), de los británicos James Stirling (ya fallecido
en 1992), Norman Foster (autor del gran rascacielos high tech del Banco
de China y Hong Kong) y Richard Rogers (coautor con Piano del Pompidou), de los
portugueses Alvaro Siza y Eduardo Souto de Moura, del español Rafael Moneo y de
los italianos Aldo Rossi (racionalismo lírico), Renzo Piano (que continúa con
la alta tecnología) y Carlo Scarpa (autor de obras regionalistas en Venecia), el
danés Jorn Utzon (ópera de Sidney), el luxemburgués Léon Krier (que se ha negado
a construir y prefiere influir con sus escritos y dibujos), el alemán Oswald Mathias
Ungers (un tecnólogo), el austriaco Hans Hollein, el argentino César Pelli (un
maestro de los rascacielos), los suizos Jacques
Herzog y Pierre de Meuron.
Los arquitectos posmodernos
japoneses.
Los arquitectos japoneses
Isozaki y Ando son alumnos de Tange, pero de una corriente posmoderna, más enfocados
a lo tradicional.
Arata Isozaki proyecta
unidades prefabricadas, que forman racimos de forma, tamaño y función variables,
en edificios desmontables. Las ciudades podrían ser regenerables de este modo, evitándose
las demoliciones y el despilfarro de recursos. En los años setenta se especializa
en museos y grandes edificios públicos, de una tendencia posmoderna, como la Ciudad
Olímpica de Barcelona.
Tadao Ando ha creado
un estilo muy personal con temas japoneses y una funcionalidad y estructura occidentales.
Los arquitectos posmodernos
españoles.
En España destacan Rafael
Moneo con museos o reformas de estos en Mérida, Estocolmo, Madrid y Palma de
Mallorca, edificios de excelentes volúmenes, en especial la Fundació Pilar i Joan
Miró de Palma, aunque con interiores poco funcionales para un museo; Santiago
Calatrava (admirado por su gráciles puentes, pero criticado por los posteriores
problemas funcionales de sus obras), Alejandro de la Sota (el Gimnasio Maravillas
de 1984), Enric Miralles (prematuramente desaparecido, era un notable neoorganicista),
Bonell y Rius (comparten un despacho especializado en edificios deportivos) y Ricardo
Bofill (con sus módulos prefabricados para erigir estructuras clasicistas y monumentales).
BIBLIOGRAFÍA.
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Walter Gropius y la Bauhaus. Gustavo Gili. Barcelona. 1983 (1951). 199
pp.
Benevolo, Luciano. Historia
de la arquitectura moderna. Gustavo Gili. Barcelona. 1990 (1985). 1146 pp.
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Dorfles, Gillo. La
arquitectura moderna. Ariel. Barcelona. 1980 (1954 italiano, 1956 español).
Suplementos de Oriol Bohigas y Beth Galí. 237 pp.
Fernández Alba, Antonio.
Más allá del posmoderno: crítica a la arquitectura reciente. Gustavo Gili.
México. 1987. 158 pp.
Frampton, Kenneth. Historia
crítica de la Arquitectura Moderna. Gustavo Gili. Barcelona. 1993
(1980-92). 400 pp.
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modernismo en España. Cátedra. Madrid.
1986. 303 pp.
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XX. Cátedra. Madrid.
1985 (1958). 729 pp.
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de la arquitectura. Alianza Forma. Madrid. 1988 (1985). 3 vs. 1.334 pp. v. III.
Arquitectura Contemporánea.
Kultermann, Udo. Arquitectura
del siglo XX. En: Pijoan. Historia del arte. Salvat. Barcelona.
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Portoghesi, Paolo. Después
de la arquitectura moderna. Gustavo Gili. Barcelona. 1981. 311 pp.
Ragon, Michel. Revolución
industrial y arquitectura. En: Pijoan. Historia del arte. Salvat. Barcelona.
1973. v. 9, pp. 41-59.
Schmutzler, R. El
modernismo. Alianza. Madrid. 1985 (1977). 207 pp.
PROGRAMACIÓN.
LA ARQUITECTURA EN LOS
SIGLOS XIX Y XX. EL MODERNISMO.
UBICACIÓN Y SECUENCIACIÓN.
En Bachillerato en las
modalidades de Artes y Humanidades y Ciencias Sociales, en 2º curso, como optativa,
así como para otras modalidades.
Bachillerato, 2º curso.
Historia del Arte. Apartado 4. Pervivencias y cambios en el arte contemporáneo.
Nuevos materiales y
nueva concepción del espacio arquitectónico. El Neoclasicismo: su pervivencia en
el arte oficial. La incidencia de las transformaciones históricas: Romanticismo
y Realismo.
RELACIÓN CON TEMAS
TRANSVERSALES.
Relación con el tema
de la Educación Moral y Cívica.
TEMPORALIZACIÓN.
En 6 sesiones, con una
programación en orden cronológico.
1ª Documental. Diálogo,
para evaluación previa. Exposición del profesor.
2ª Exposición del profesor.
Diálogo con cuestiones.
3ª Exposición del profesor.
Diálogo con cuestiones. Actividades prácticas: esquemas, comentarios.
4ª Exposición del profesor. Diálogo con cuestiones.
Actividades prácticas: esquemas, comentarios.
5ª Exposición del profesor.
Diálogo con cuestiones. Actividades prácticas: esquemas, comentarios.
6ª Examen.
OBJETIVOS.
Conocer características
de arquitectura en siglos XIX y XX.
Conocer los movimientos
en estos siglos.
Interpretar los monumentos.
Conocer nuevas técnicas
y materiales.
Comprender arte en relación
a la época.
CONTENIDOS.
A) CONCEPTUALES.
Características de arquitectura
en siglo XIX. Historicismo. Neoclasicismo. Neomedievalismo y exotismo. Nuevos materiales.
Exposiciones universales. Escuela de Chicago. Modernismo.
Características de arquitectura
en siglo XX. Protorracionalismo. Futurismo y expresionismo. Racionalismo. Arquitectura
neoplástica. Constructivismo ruso. Bauhaus. Le Corbusier. Posterior a 1945. Estilo
internacional. Años 60. Postmoderna.
Pese a que he desgajado
el urbanismo en otra UD todavía el tema es demasiado amplio. Si no fuera por el
enunciado del currículo separaríamos en otra UD al neoclasicismo y a los historicismos,
unos movimientos que cabalgan a medias entre el siglo XVIII y el XIX, y que perduran
incluso hoy, pero que, como consideran Benévolo y otros autores, están más relacionados
estéticamente con la arquitectura de finales de la Edad Moderna que con la Contemporánea.
Es evidente que hay la necesidad de una UD propia para estos, relacionada con sus
parejas en las artes plásticas, el Neoclasicismo, el Romanticismo y el Realismo,
mientras que esta UD estaría relacionada con el impresionismo y las vanguardias.
Como esto no es posible por el enunciado del currículo español me veo obligado
a proceder con un criterio demasiado extenso.
B) PROCEDIMENTALES.
Hacer esquemas y resúmenes.
Participar en explicaciones
de clase.
Estudiar los contenidos.
Comentar obras de arte.
C) ACTITUDINALES.
Rigor crítico y curiosidad
científica.
Estimular interés por
estudio de arquitectura.
Estimular el estudio
de vida y obra de arquitectos.
Participación en actividades.
Valorar, comprender,
analizar y situar cronológicamente los edificios.
METODOLOGÍA.
Expositiva y participativa.
ACTIVIDADES.
A) CON EL GRAN GRUPO.
Exposición por el profesor
del tema, con proyección de presentación digital. Se hará hincapié en la relación
entre sociedad y arquitectura.
B) EN EQUIPOS DE TRABAJO.
Realización de unas
líneas de tiempo.
Elaboración de un mural
con un esquema de cada movimiento.
Realización de esquemas
sobre los apartados de la UD.
Comentarios de obras
principales.
Comentario de textos,
con debate y síntesis sobre la calidad estética y social de la arquitectura moderna.
C) INDIVIDUALES.
Realización de apuntes
esquemáticos sobre la UD.
Participación en las
actividades grupales.
Búsqueda individual
de datos en la bibliografía, en deberes fuera de clase.
Contestar cuestiones,
con diálogo en grupo, pero respuesta individual en el cuaderno.
RECURSOS.
Presentación digital.
Libros de texto, manuales.
Fotocopias de textos
para comentarios.
Cuadernos de apuntes,
esquemas...
Documentales.
EVALUACIÓN.
Evaluación continua.
Se hará hincapié en la participación en las actividades de grupo, la calidad de
los comentarios de las diapositivas, el debate de los contenidos, el dominio de
los términos y el análisis de las características de los movimientos.
Examen final:
1) Preguntas breves
de conceptos.
2) Pregunta general
de esquema sobre características generales de un movimiento arquitectónico.
3) Comentarios de dos imágenes.
Se valorará la identificación
del autor, de la obra, la época y las características principales.
RECUPERACIÓN.
Trabajo personalizado
guiado por profesor, con bibliografía guiada y atención de dudas. Deben realizarse
esquemas, comentarios de obras y una entrevista personal.