viernes, 19 de junio de 2015

La escultura gótica en los reinos hispánicos.

LA ESCULTURA GÓTICA EN LOS REINOS HISPÁNICOS.

ESPAÑA.
La escuela castellana.
La escuela catalana-aragonesa.

ESPAÑA.
En España se supera el esquematismo simbolista románico para estilizarse en formas más naturales y humanas. Destaca la decoración de las portadas de las catedrales y de las esculturas (mostrando una nueva sensibilidad ante la muerte).
Destacan las escuelas castellana y catalano-aragonesa.

La escuela castellana.
En el siglo XIII los edificios construidos necesitaban escultores y decoradores, provenientes de Francia y Alemania, que trajeron un naciente humanismo, atento a la graciosa gestualidad y la elegancia en el vestido.
Destaca la catedral de Burgos, con artistas seguramente franceses: en la puerta sur del crucero, la del Sarmental (conjunto de Apóstoles); en la puerta de la Coronería hay un gran conjunto de estatuas (por su actitud solemne del Románico y por su modelado y ropaje del Gótico); en las torres y en el claustro alto hay una serie de excelentes estatuas, sobre todo la de la reina Beatriz de Suabia.
En la catedral de León está la otra gran colección, menos homogénea que la burgalesa, con obras como la Virgen y el Niño, los Tres Reyes y la Anunciación. Su esbeltez y elegancia revela relación con Amiens. Del Maestro Enrique es la Virgen Blanca del parteluz de la puerta principal.
En el siglo XIV apenas destaca la decoración de la catedral de Toledo.
En el siglo XV se alcanza la cima de la escultura gótica hispana.
En Castilla es determinante la influencia flamenca y borgoñona, con su realismo burgués, con los pintores Van Eyck y el escultor Sluter. Los grandes centros son León, con el flamenco Jusquín; Sevilla, con el bretón Lorenzo Mercadante de Bretaña; y, sobre todo, Toledo, con varios artistas, como Hennequin de Bruselas y Juan Guas, los Colonia o el grupo anónimo que trabaja en los Sepulcros del Condestable, mientras otros (Egas Cueman, Juan Alemán) esculpen grandes ropajes quebrados en ángulo y gestos dramáticos.
Producto de esta influencia flamenco-borgoñona se crea una escuela española, con el gran Sebastián de Almonacid, que labra el sepulcro del sereno y melancólico Doncel de Sigüenza y el sepulcro de Alvaro de Luna en la catedral de Toledo.
El mayor escultor del siglo es Gil de Siloé, no sometido a reglas ni cánones, con gran técnica al servicio del realismo. Obras suyas son: la Portada del colegio de San Gregorio de Valaldolid, el Retablo de Santa Ana en la Capilla del Condestable de la catedral de Burgos, y el conjunto de la Cartuja de Miraflores (Burgos), con los sepulcros de Juan II y su esposa, el sepulcro del príncipe Alfonso y el extraordinario retablo.
Los retablos góticos son inmensos a finales del siglo XV, como el de Toledo (en el que trabajan Copín de Holanda, Almonacid y Vigarni) y el de Sevilla (el mayor del mundo).
Como gran ejemplo de la escultura gótica tenemos la Virgen de la Catedral de Toledo, en grácil movimiento, proporcionada, naturalista, llena de dulzura y belleza, más humana, con ropajes llenos de vida, con detalles de una religión de amor (la flor en la mano del Niño).

La escuela catalana-aragonesa.
El siglo XIV es el gran siglo de Cataluña en escultura (como en arquitectura), no en las fachadas sino en los retablos y sepulcros. La escuela catalana tiene más personalidad, con una predominante influencia italiana (pisana), con un numeroso grupo de escultores, entre los que resaltan los maestros Aloy, Bartomeu, Jordi de Deu. Los retablos son de piedra (mientras que los castellanos son de madera) y acrecientan su calidad hasta desaparecer con el Renacimiento. Una obra maestra y modelo posterior es el Retablo de Cornellá de Conflent, de Jaime Castayls (o Cascalls), con la gran Virgen en el centro, rodeada de escenas en compartimentos (influencia italiana). Los sepulcros de los monasterios reales de Poblet y Santes Creus son de influencia italiana, como los de Santa Eulalia (catedral de Barcelona) y del arzobispo Juan de Aragón (Tarragona).    
En el siglo XV hay grandes maestros, como el mallorquín Guillem Sagrera (Portada del Mirador de la catedral de Palma) y el catalán Pere Johan, que labra el retablo mayor de la catedral de Tarragona, el retablo de la catedral de Tarazona y el banco del de Zaragoza, con la vida de Santa Tecla (fantasía, dramatismo, naturalismo). 

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