sábado, 28 de febrero de 2015

Arte celta

ARTE CELTA.

LA CIVILIZACIÓN CELTA.
Introducción.
Historia antigua.
La sociedad celta. 
La religión celta.
CARACTERÍSTICAS DEL ARTE CELTA.
La cultura de La Tène.
URBANISMO Y ARQUITECTURA.
La cantería.
ESCULTURA.
La escultura en madera. 
Los animales celtas.
ARTES DECORATIVAS.
El armamento y las armaduras.
Los espejos. 
La joyería. 
Los torques.
Los calderos.
La cerámica.

LA CIVILIZACIÓN CELTA.
Introducción.



El pueblo celta dominó la mayor parte del oeste y centro de Europa durante el primer milenio aC y transmitió su idioma, costumbres y religión a otros pueblos. Los antiguos griegos y romanos reconocieron su unidad cultural y su nombre genérico aparece como keltoi en los escritos griegos de Heródoto y otros autores, y como como celtae (derivado del griego), Galatae o Galli en los informes romanos.
Los celtas hablaban una lengua indo-europea, de la misma familia que las de sus vecinos itálicos, helénicos y germanos. Los topónimos celtas, junto con los nombres de las tribus, las personas y dioses, nos permiten pensar en su presencia en un extenso territorio europeo, desde España hasta el mar del Norte y desde las Islas Británicas hasta el bajo Danubio.

Historia antigua.
Los celtas normalmente son asociados con la Edad del Hierro en Europa. Sus orígenes se datan durante la cultura de los Campos de Urnas, a finales de la Edad del Bronce (un grupo de culturas caracterizadas por la cremación de los restos mortales e inhumación de las cenizas en recipientes de cerámica), que estaban muy dispersos por todo el este y centro de Europa durante el periodo comprendido entre el año 1300 aC y el 800 aC.


Las primeras pruebas arqueológicas relacionadas con los celtas los sitúan en las actuales Francia y Alemania occidental, al final de la Edad del Bronce, hacia el 1200 aC. Al principio de la Edad del Hierro son asociados con la cultura de Hallstatt (siglos VIII y VI aC), que recibió el nombre de un lugar arqueológico en la alta Austria.
El último periodo Hallstatt (siglo VI aC) a veces es conocido como la Edad de los Príncipes, fue un periodo de riqueza como muestran los enterramientos de Huchdorf o la imponente colina fortificada de Heuneburg.
Entre los siglos V y I aC hubo un periodo de expansión demográfica y territorial, de modo que la influencia celta se extendió desde la península Ibérica hasta las orillas del mar Negro. Esta última fase de la edad del hierro se llamó La Tène, nombre de un lugar en el lago suizo de Neuchâtel, descubierto en el siglo XIX.
Especialmente en los siglos IV y III aC la inestabilidad aumentó debido a la presión de otros pueblos desde el norte europeo, provocando masivas migraciones y las tribus celtas invadieron el norte de Italia, chocando con los etruscos y romanos, y saquearon Roma en el año 390, y arrasaron gran parte de Macedonia y Grecia, saqueando el santuario de Delfos en el 279. Algunos, los llamados galatas, llegaron a Asia Menor y fundaron la Gallatia.
Los celtas del norte de Italia, la llamada Galia cisalpina, fueron finalmente dominados por los romanos en el siglo II aC; la Galia trasalpina (Francia y los territorios hasta el Rin) fue dominada por Julio César a mediados del siglo I aC, y la mayor parte de Britania quedó bajo poder romano en la segunda mitad del siglo I dC. En el continente, los pueblos celtas fueron asimilados por el Imperio de Roma, y perdieron su cultura propia.
En Britania, sin embargo, la lengua celta y la cultura sobrevivieron mejor. En la época medieval y moderna la tradición celta y las lenguas sobrevivieron en Bretaña (en el oeste de Francia), Gales, las Highlands escocesas e Irlanda.

La sociedad celta.


La sociedad celta tenía una base rural, centrada en la agricultura y el pastoreo.



La unidad de la sociedad celta era la tribu. En ella, la sociedad estaba estratificada en: nobleza o familias dirigentes de cada tribu, agricultores libres que también eran guerreros, artesanos, trabajadores manuales y otras personas no libres, y los esclavos. También existía una clase instruida que incluía a los influyentes sacerdotes druidas. En los primeros tiempos, las tribus eran dirigidas por los reyes, lo cual parece que persistió en Gran Bretaña hasta la conquista de Roma. En las partes de la Europa celta más abierta a las influencias del mundo clásico, los magistrados electos sustituirían a los reyes.


Cuando aumentaba la acumulación de riquezas o la competencia por los recursos las fortificaciones en colinas eran ocupadas de forma permanente. Éstas comprendían una zona cerrada en lo alto de la colina, defendidas por fosos y murallas. El interior estaba ocupado por chozas y había zonas destinadas al trabajo de los artesanos. El grano se almacenaba en pozos cubiertos con arcilla. Cada fortificación dominaba la zona que la rodeaba.
Buen ejemplo de estas ciudades fortificadas, a las cuales Julio César llamó oppida lo encontramos en Manching, sur de Alemania: las calles estaban trazadas hacia el exterior y los edificios situados en filas y con zonas específicas reservadas para cada actividad. En España estas fortificaciones se conocen como castros y hay buenos ejemplos en Galicia y en el norte de Portugal.
Los escritores romanos como Julio César, y griegos como Estrabón y Diodoro describen el estilo de vida de los celtas, famoso por su brutalidad. Los relatos sugieren que a los celtas les gustaban las celebraciones y la bebida, contar historias y presumir de hazañas atrevidas. César, por ejemplo, afirma que los hombres de la clase guerrera estaban muy orgullosos de la lucha, que eran expertos aurigas y que para parecer más terroríficos en la batalla, se pintaban el cuerpo con woad, un tinte vegetal azul.
Los celtas sobresalían en la metalurgia del hierro y la orfebrería del oro, y prodigaban sus habilidades artísticas en objetos tales como las armaduras y los arneses para sus caballos.
El comercio era importante; los bienes lujosos y el vino eran importados a cambio de perros, caballos, pieles, sal y esclavos.

La religión celta.
Las tribus celtas compartían vínculos religiosos comunes. Cuando imperaba la monarquía, el rey tenía un papel sagrado, desempeñando un papel activo en los ritos sacros. Existían dioses panceltas, así como divinidades relacionadas con tribus particulares o con lugares sagrados dentro de su territorio.
Los objetos rituales proporcionan algunas ideas sobre la mitología celta. Un buen ejemplo es la caldera de Gundestrup, realizada en plata con decoración en relieve, que fue recuperada en un pantano de Jutlandia, en Dinamarca.
Fragmentos narrativos de la antigua mitología también pueden encontrarse en la lite­ratura medieval de Irlanda y Gales.


Los druidas eran los sacerdotes de la sociedad celta. Su nombre probablemente significaba verdadero adivino y sus funciones incluían la adivinación, la ejecución de sacrificios y la dirección de rituales en festivales religiosos.


Los emplazamientos religiosos celtas incluían los recintos de los santuarios, pero a veces también poseían estructuras más elaboradas. Los pozos quizá estuvieran relacionados con la adoración de la tierra y los sacrificios humanos y de animales, así como con la ceremonia de forjar espadas y otras ofrendas, que eran arrojadas en algunos de ellos. Algunos lugares y entornos naturales también tenían un significado religioso. El acebo y el muérdago se consideraban sagrados, así como las arboledas y los robles. Los animales eran venerados como tótems de la tribu y se buscaba la adivinación en el vuelo de los pájaros o en las entrañas de los animales sacrificados.

CARACTERÍSTICAS DEL ARTE CELTA.
El arte celta es el arte realizado por los celtas en la Europa central y occidental, que tuvo un desarrollo cronológico de más de un milenio. El periodo central del mismo se extendió entre los siglos V y I aC, pero sus límites fluctuaron hasta la Baja Edad media, donde se encuentran aún algunos elementos de su estilo artístico bastante definidos. Este estilo presenta una gran variedad de formas, y sus mayores éxitos destacan en los ámbitos de la metalistería, la construcción en piedra y los manuscritos miniados.
La génesis del arte celta es imprecisa. Algunos investigadores han tomado como punto de partida la cultura Hallstatt (c. 600 aC-500 aC), pero la mayoría de los autores sitúan su inicio antes, en el estilo de La Tène.

La cultura de La Tène.
Los historiadores han subdividido la cultura celta de La Tène en diferentes categorías debido a su duración de más de cuatro siglos, entre V y I aC. En la actualidad el sistema más aceptado es el ideado en la década de 1940 por el erudito clásico Paul Jacobsthal. Este autor identificó cuatro tendencias principales: el estilo primitivo, el estilo de Waldalgesheim, el estilo plástico y el estilo de las espadas de Hungría. De todos modos, estas clasificaciones deben ser empleadas con precaución, ya que los diferentes estilos coinciden en el tiempo y, además, varían claramente según las diferentes zonas geográficas en las que tiene lugar su desarrollo.
El denominado estilo primitivo, que surge a partir del año 480 aC, se definió a partir de los descubrimientos realizados en los enterramientos de los jefes hallados en Alemania y Francia. En Reinheim y Rodenbach, se encontraron suntuosos torques y brazaletes de oro inspirados en modelos griegos y etruscos, mientras que en las tumbas de Kleinspergle y Basse-Yutz se descubrieron admirables jarros de bronce. Los motivos clásicos y orientales son frecuentes, especialmente los dibujos de acanto, de capullos de loto y las palmetas.
El estilo de Waldalgesheim (c. 350 aC), denominado de esta forma por la necrópolis cercana a Bonn, muestra el periodo de expansión celta en Grecia e Italia. Dentro de este estilo deben destacarse los avances experimentados en los diferentes objetos de joyería y utensilios de combate. La influencia clásica se mantiene, pero las herencias artísticas se tratan con personalidad propia. Este estilo se denomina también estilo vegetal debido al predominio de los diseños de zarcillos y plantas.
Con la llegada del estilo plástico a partir del 290 aC, los artistas hicieron mayor hincapié en las cualidades tridimensionales de sus composiciones. Se concedió además, una mayor importancia a las formas humanas y animales.


El estilo de las espadas de Hungría, desarrollado a partir del año 190 aC, responde a las decoraciones grabadas en algunas espadas y en sus vainas. En contraste con el llamativo estilo plástico de tendencia figurativa, los diseños de estas armas presentan siempre un carácter plano, lineal y abstracto. Jacobsthal señaló a Hungría como el centro de este nuevo fenómeno, pero ciertos hallazgos posteriores y de mayor importancia realizados en otros lugares han hecho que la denominación estilo de las espadas sea hoy la más aceptada.
Aunque el origen de la cultura de La Tène es todavía objeto de múltiples discusiones, existe un acuerdo general sobre sus tres principales componentes: el arte clásico de la cuenca mediterránea, el estilo geométrico originario de la región de Hallstatt, y, en menor medida, ciertas composiciones orientales. Estas últimas parecen haberse filtrado a través de la zona Escitia y de la península de Anatolia.

Debido al propio origen geográfico de estas fuentes artísticas, el punto focal más primitivo del arte celta estuvo localizado en la Europa central antes que en la Europa occidental. Aún así, algunos aspectos de su evolución artística se filtraron finalmente a otras áreas geográficas, como la península Ibérica y a las Islas Británicas.
Sin embargo, a medida que el imperio romano extendió su poder a través de Europa, el eje de la creatividad celta comenzó a cambiar. Mientras que las tradiciones centrales y orientales degeneraron en una forma de clasicismo provinciano, el arte celta más puro sobrevivió en los límites occidentales del continente.

URBANISMO Y ARQUITECTURA.


Las oppida tenían en general la forma de ciudadelas en lugares elevados, a menudo rodeadas de viviendas en las zonas más bajas, con la función de centros tribales en los que residía el poder político-militar y religioso. Su multiplicación por toda Europa en el II y I milenios aC se asocia a los celtas y/o el desarrollo de la agricultura, la minería y el comercio con el Mediterráneo Oriental. Hay muchos ejemplos en Galia, Britania e Hispania (como Los Millares en la cultura argárica y la poderosa Numancia celtibérica más tarde), aunque se desconoce si existió la ciudad posiblemente más importante, la legendaria Tartessos. Tal vez fuese sólo una confederación de pequeñas ciudades, bajo el mando de un rey.
Apenas hay restos de las casas y los templos celtas porque casi siempre se hicieron con madera.

La cantería.
La contribución artística de los celtas puede parecer limitada en algunas áreas, si se compara con sus logros en el ámbito de la metalistería. Sin embargo, este punto de vista se altera en parte por el escaso número de obras artísticas que han llegado hasta nosotros. Los reducidos vestigios de monumentos en piedra de la cultura de La Tène sugieren que los celtas pudieron ser también muy competentes en este campo.
Muchas de las piezas conservadas tienen una fuerte asociación ritual. En los emplazamientos de culto se levantaron monolitos coronados por severas cabezas con forma de máscara.

Altar de Roquepertuse.

A menudo se ubicaban en lugares siniestros. Como los estudiosos clásicos anotaron con aversión, los celtas decapitaban a sus enemigos y enseñaban sus cráneos en altares construidos especialmente. Dos de los más importantes ejemplos se encuentran en Roquepertuse y Entremont, al sur de la Galia, donde algunas esculturas de estos horrorosos trofeos se colocaron junto a los espeluznantes originales humanos.

ESCULTURA.
La escultura usaba materiales de piedra y madera. La mayoría eran representaciones de guerreros o dioses.

Carro de guerra con conductor.


Una obra maestra del arte celta es la escultura del guerrero de Glauberg (siglo -V aC), descubierta en 1996 en un túmulo en Glauberg (Hesse, cerca de Francfort, Alemania), por Fritz-Rudolf Herrmann. Con 186 cm de altura, en gres rosa, representa probablemente a un príncipe en actitud hierática, con armamento defensivo. En el túmulo se ha encontrado un rico ajuar funerario de oro y bronce, con influencias etruscas. Este descubrimiento de arte figurativo desmiente la tesis de que los celtas sólo tenían un arte abstracto y decorativo. [Mohen, Jean-Pierre. Le guerrier esculpté de Glauberg. “Connaissance des Arts, París, 542 (IX-1997) 84-88. Mohen es director del Laboratoire de Recherche des Museés de France.]

La escultura en madera.
Aunque es probable que los escultores de La Tène trabajaran en madera tanto como sobre la piedra se han conservado muy pocas de sus obras. Los objetos más interesantes son los pequeños talismanes que se ofrecían a los dioses sanadores en sus fuentes sagradas.

Los animales celtas.

Los animales fueron otro de los temas favoritos de los artistas celtas. Los representaron en estatuillas de todos los tamaños, desde perros en miniatura labrados en cristal azul y blanco, como los encontrados en una tumba alemana, al modelo en bronce de un verraco, casi de tamaño natural, que fue enterrado en Neuvy-en-Sullias. Muchos objetos, como los escudos de los calderos y cubos, los fondos de los jarros, o los protectores de mejillas de los cascos, también presentan representaciones zoomórficas.

ARTES DECORATIVAS. 
El armamento y las armaduras.


Muchos de los hallazgos del periodo de la cultura de La Tène proceden de fuentes diversas: desde objetos de ajuar funerario hasta ofrendas depositadas en lagos, ríos y pantanos. Las armaduras ceremoniales fueron realizadas particularmente como ofrendas votivas. Entre los ejemplos más espectaculares encontrados destacan dos cascos procedentes de la antigua Galia, el primero de la cueva de Agris y el segundo del río Sena en Amfreville. Están datados en el siglo IV aC, y tienen la forma de un casco de jinete de visera corta. Ambos están originalmente chapados con pan de oro y presentan decoración de volutas, incrustaciones de coral y vidrio coloreado.
En las armas se logró más fácilmente un equilibrio entre los aspectos funcional y representativo. En la batalla, los celtas utilizaron espadas largas y pesadas. Por ello, si el guerrero quería obtener eficacia, necesitaba una empuñadura sólida, donde a menudo se concentraban los motivos decorativos. El pomo podía estar recubierto con pan de oro o con incrustaciones de materiales preciosos, como ámbar y marfil. En ejemplos más tardíos, la empuñadura tenía un pomo antropomórfico. Con frecuencia, las vainas se adornaron también con hermosos motivos grabados, generalmente zarcillos sinusoidales o pares de curvas que se asemejan a figuras de dragones.
Los príncipes guerreros estuvieron muy orgullosos de su caballería, y por ello prodigaron una atención especial a la decoración de los carros de combate y los arneses de sus monturas. Los artistas celtas demostraron en ellos su gusto por la decoración esmaltada polícroma, utilizando a menudo la técnica del esmalte campeado, de la cual se cree fueron pioneros.

Casco de Torrs.

En las colinas Polden de Somerset se descubrió una excelente serie de aparejos de montura, aunque el descubrimiento aislado más impresionante fue un casco para caballo hallado en Torrs (Escocia), que perteneció al novelista Walter Scott.

Los espejos.

Los objetos domésticos y la joyería eran más usuales en los enterramientos femeninos. Los espejos, que derivan de modelos etruscos y fueron muy populares en la Gran Bretaña romana, se encuentran entre los objetos encontrados más hermosos. Existen aproximadamente tres docenas de ejemplos del periodo de la ocupación, la mayoría de ellos muestran complejos motivos de cestería. Se añadieron también algunos dibujos grabados a los fondos y a los mangos de objetos mucho más modestos, como a los que se han encontrado en numerosos lugares de Gran Bretaña.

La joyería.


La joyería celta cuenta con una amplia variedad de objetos. Los broches y las fíbulas, desarrollados a partir de fuentes clásicas, fueron las formas más simples. Los pasadores eran bastante largos y sus cabezas se decoraban con abalorios o con vidrio y esmalte. Sin embargo, los broches estaban mucho más decorados. El modelo principal fue la fíbula, una antigua forma de broche o hebilla parecido a un imperdible de seguridad, conocido desde los tiempos micénicos. Desde el siglo V los artistas celtas empezaron a transformar esta forma básica, decorando su extremo con representaciones festivas de dragones, pájaros y máscaras humanas.

Los torques.


El ornamento personal más apreciado fue el torque o collar pesado, con una labor de trenzado de cobre y oro, y generalmente con un extremo anular. El torque tuvo un origen oriental y en un principio se asoció únicamente con las mujeres. Algunos de los ejemplos más destacados se han descubierto en las tumbas de dos princesas, en Reinheim cerca de Saarbrucken y en Waldalgesheim, ambas de mediados del siglo IV aC.
Los torques ofrecen un espacio amplio donde disponer una gran variedad de decoraciones, sobre todo a base de formas vegetales como los dibujos de volutas dispuestos en bandas. Algunos artistas representaron cabezas humanas y de animales en los extremos, creando así una especie de confrontación en la garganta del que los llevara.
Los torques fueron un símbolo de categoría alta, y quizás tuvieron también un significado religioso. Los dioses celtas se representan luciéndolos o sosteniéndolos, y en muchas ocasiones se utilizaron como ofrendas votivas.

Los calderos.

Fragmento de una placa del caldero de Gundestrup.

Los calderos ejercieron una fascinación ritual para los celtas, como se describe en el mito de los Nibelungos o las óperas de Wagner. Se asociaron con las fiestas del más allá y con la idea de la regeneración. Una leyenda galesa recoge la existencia de un caldero mágico que podía hacer resucitar a los guerreros muertos si se cocinaban en su interior por la noche. Por ello no debe de ser una coincidencia que una de las placas del caldero de Gundestrup del siglo I aC (hay dudas sobre su datación, pero la mayoría de los autores lo datan en ese siglo) represente este tema.
Estos enigmáticos objetos han atraído una mayor atención que cualquier otro objeto celta, principalmente por ser unas de las pocas piezas que nos proporcionan pistas sobre sus creencias religiosas. En las placas de plata clavadas al caldero se representa una secuencia de tema mitológico, y aunque ninguna de las figuras puede identificarse con absoluta seguridad, existe un común acuerdo sobre la escena más compleja, que representa al dios Cernuno con cuernos sujetando una serpiente-carnero y un torque, símbolo de la fertilidad y la abundancia. Se desconoce el origen del caldero: por su destreza, pasa por ser obra de un artesano tracio, pero algunos estudiosos prefieren creer que fue saqueado de un santuario druida de la Galia.

La cerámica.
La cerámica celta desarrolló jarras y cuencos de formas simples, decorados con volutas incisas y diseños curvilíneos. La introducción del torno en el siglo V aC muestra el alto nivel técnico, pero el arte de los ceramistas se eclipsa frente al de los orfebres celtas. Además, la existencia de una abundante cerámica importada en las tumbas celtas sugiere la alfarería nativo no era muy notable.
Los jarros y los cubos tuvieron un uso profano. Los primeros reflejan la importancia del comercio del vino con el mundo mediterráneo, mientras que los segundos desarrollan el arte de las sítulas (cubos de bronce), que se había extendido por diferentes partes de Europa durante el periodo de Hallstatt.

FUENTES.
Internet.

Documentales / Vídeos.


Arte celta. 5 minutos. Metalurgia. [https://www.youtube.com/watch?v=NlsJwk8vE-s

Exposiciones.
*<I Celti>. Venecia. Palazzo Grassi (23 marzo-8 diciembre 1991). Cat. 795 pp.
*<Celts. Art and Identity>. Londres. British Museum (24 septiembre 2015-31 enero 2016). 250 objetos. Tubella, Patricia. Los celtas conquistan el Museo Británico. “El País” (27-IX-2015) 34.

Libros.


Gosden, Christopher; Crawford, Sally; Ulmschneider, Katharina. Celtic Art in Europe: Making Connections. Oxbow Books. 2014. 400 pp.
Hubert, Henri. Los celtas y la civilización céltica. Akal. Barcelona. 1988. 528 pp. Arte en pp. 484 y ss.
Markale, Jean. Druidas. Taurus. Madrid. 1989 (1985 francés). 260 pp.
Stead, Ian. El arte celta. Akal. Barcelona. 1999. 72 pp.

Artículos.
Eluère, Christiane. El oro del bosque. Los celtas. “FMR”, ed. españo­la, v. 4, nº 23 (1993) 29-54.
Mohen, Jean-Pierre. Le guerrier esculpté de Glauberg. “CdA“, París, 542 (IX-1997) 84-88.
Vicente, Álex. Príncipe celta reposa en zona comercial. “El País” (15-III-2015) 51. Descubierta en Lavau, cerca de Troyes (Francia), una inmensa tumba celta.

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