sábado, 2 de junio de 2012

El arte griego. Introducción, características y periodos.

EL ARTE GRIEGO: INTRODUCCIÓN, CARACTERÍSTICAS Y PERIODOS.
*Este texto trata la introducción, las características generales y los periodos. Otras entradas desarrollan un resumen o sinopsis de la UD más las fuentes bibliográficas, y los temas de Arquitectura, Escultura, Pintura y Cerámica, más los comentarios de obras, se desarrollan con mayor extensión en sus entradas específicas.

PRÓLOGO.
INTRODUCCIÓN.
Resumen mínimo.
1. EL ARTE GRIEGO.
El conocimiento del arte griego.
Los términos de lo “clási­co”.
Características generales del arte griego.
Los grandes periodos del arte griego.
FUNDAMENTOS SOCIALES Y CULTURALES DEL ARTE GRIEGO.
Dimensión humana.
Organización política: la polis.
Ideal político griego: la democracia.
El pensamiento.
Religiosidad.
La influencia de la religión en el arte.

PERIODOS DEL ARTE GRIEGO.
PERIODO PREARCAICO.           
Fase geométrica.
Fase orientalizante.
PERIODO ARCAICO.
PERIODO CLÁSICO.
Primera fase (480-450).
Segunda fase (450-400).
Tercera fase (400-323).
PERIODO HELENÍSTICO.
EL RENACIMIENTO Y LOS HISTORICISMOS GRIEGOS.  

PRÓLOGO.
El arte de la Grecia antigua es un tema enormemente extenso y complejo, porque no hay una definición universalmente válida de sus límites temporales, temáticos y conceptuales. Generalmente se relaciona con el estudio del arte clásico.
Puede entenderse el concepto “arte clásico” en dos dimensiones históricas:
En términos restringidos, aplicándolo a las actividades artísticas realizadas en Grecia durante el siglo V ac, llamado también el siglo de Pericles. Corresponde a este periodo la denominada Edad Clásica de la civilización helénica.
En términos más amplios, el arte clásico sirve para calificar la vertiente estética de toda la antigüedad grecorromana, con sus distintos periodos: griego arcaico, griego clásico, helenístico y romano.
La opción más común es que el arte clásico es el de la civilización grecolatina antigua Grecia y Roma antiguas, en especial sus periodos más “clásicos”, definidos por el antropocentrismo (una arte hecho a la medida del hombre) y la concepción racional del mundo.
Se debería introducir el tema con el marco geográfico y los fundamentos sociales y culturales (filosofía, ciudada, democracia, antropocentrismo, mitología...) de la civilización griega, al menos con algunas referencias imprescindibles. En el estudio del arte griego la visión multidisciplinar es especialmente necesaria, sobre todo la aportación de la Historia, Geografía, Filosofía, Historia de la Literatura o Antropología.
Asimismo, mucho más que en otras civilizaciones, la civilización griega (y por extensión la grecolatina) es urbana, por lo que el urbanismo debe ser considerado como un apartado del arte, “al lado de” y no “en” la arquitectura, por lo que la antecede y explica en buena parte.
Por último, preciso respecto a las mal llamadas “artes menores” que si en el arte griego la cerámica es un arte de enorme importancia por su valor específico y por ser la mejor fuente sobre la temática artística en general y la pintura en particular, en cambio su paralelo en importancia entre las artes del color en el arte romano sería el mosaico, el cual nos ha legado muchas y excelentes obras que nos ilustran sobre los temas de su arte y sobre la pintura.

INTRODUCCIÓN.
La Grecia clásica ofrece modelos y formas en su arte y en su organización política y métodos de investigación (en la filosofía y las ciencias físicas) que constituyen la base de toda nuestra cultura occidental y europea. Produce asombro la serie de figuras excepcionales que una sola ciudad, Atenas, ha proporcionado en todos los órdenes de la cultura y el arte: historiadores como Heródoto y Tucídides, dramaturgos como Esquilo, Sófocles y Eurípides, filósofos como Platón y Aristóteles, oradores como Demóstenes, escultores como Fidias. En Grecia se inicia la filosofía, la física, la historia, y se lleva a horizontes insospechados la matemática y la creación artística. Algunas notas peculiares del mundo griego, que veremos a continuación, pueden explicar este despliegue de creaciones y de personalidades singulares.

Resumen mínimo.
El arte griego es el realizado en el ámbito territorial (gran parte del Mediterráneo) y en la época (ss. XI-I ac) de la civilización griega. El arte griego es un arte del hombre, medida de todas las cosas. Es un arte monumental, al servicio de la polis. La técnica es excelente, basada en la repetición de modelos, constantemente perfeccionados. El concepto griego de la belleza (de kalós, bello o hermoso) se fundamenta en el antropocentrismo, la proporción, la armonía, la simetría, la naturaleza, el movimiento y la expresión. El arte griego evolucionó en el naturalismo desde la rigidez del periodo arcaico, a la perfec­ción ideal del periodo clásico y el realismo del periodo helenístico. En arquitectura hay el sistema adintelado (arquitrabado), con los tres órdenes o estilos (dórico, jónico y corintio). Destacan los templos (el tipo fundamental de su arquitectura) y los edificios públicos de la administración y la vida pública (buleuterion, stoas, gimnasios, estadios, teatros). La es­cultura toca temas humanos y la pintura (quedan pocos restos) y la cerámica pintada son de temática más variada.

1.      EL ARTE GRIEGO.
El conocimiento del arte griego.
El conocimiento sistemático del arte griego es un hecho reciente, a pesar del enorme interés despertado desde el Renacimiento y de que haya sido considerado el “arte perfecto”, un ideal digno de imitación.
Los primeros estudios generales fueron los de Winckelmann en el siglo XVIII y entonces se acuñaron tópicos como el de la serenidad del arte griego (realmente sólo aceptable para el siglo V aC). La gran época de interés comenzó en el siglo XIX, cuando sorprendieron los frisos del Partenón a su llegada al Museo Británico en 1816, así como el descubrimiento de que las esculturas de mármol se policromaran con colores chillones. En el resto del siglo XIX y en el XX fueron frecuentes las excavaciones, expolios, descubrimientos, etc., que llenaron los grandes museos y atrajeron el interés público.
De la arquitectura se han conservado pocos ejemplos intactos o en su estado original, pero quedan los restos de grandes conjuntos: las ciudades de Atenas, Delos o Priene, los santuarios de Olimpia, Delfos, Epidauro, Delos y Samotracia.
De la escultura también se han perdido las grandes estatuas monumentales (como la famosa estatua criselefantina de Atenea en el Partenón) así como las estatuas de madera y la mayoría de las de bronce y mármol, pues estos materiales fueron generalmente fundidos para otros usos.
De la pintura no conocemos los grandes ciclos decorativos, pues apenas queda nada de las obras de Polignoto, Zeuxis, Apeles... Sólo se puede hacer una idea de ella a través de la cerámica pintada y de los mosaicos. Sin embargo, se conservan importantes vasos cerámicos, monedas, joyas y gemas, que junto con las pinturas funerarias etruscas nos ofrecen algunas pistas sobre las características del arte griego figurativo.
Estos restos se complementan con los relatos de las fuentes literarias. Algunos viajeros, como el romano Plinio el Viejo (23-79 dC), autor de Historia Natural, y el historiador y geógrafo griego Pausanias (s. II dC), autor de Descripción de Grecia, vieron in situ muchos de los objetos artísticos que se conservan hoy día deteriorados o en mal estado y sus relatos nos ofrecen bastante información acerca de algunos artistas y sus principales obras. Otra fuente es la epigráfica, o sea las inscripciones en monumentos y otros soportes.

Los términos de lo “clásico”.
Tres conceptos deben ser precisados previamente: arte clásico, clásico y clasicismo.
- El concepto de arte clásico se refiere al arte de la Grecia y la Roma antiguas (en especial sus periodos más “clásicos”), definido por el antropocentrismo (un arte hecho a la medida del hombre) y la concepción racional del mundo.
- El concepto de clásico es ‹‹obra que se tiene como modelo digno de imitación››; para algunos autores, todos los estilos tienen una época clásica, y pueden considerarse clásicos los periodos griego en su periodo “clásico”, el renacentista, el barroco y el neoclásico.
- El concepto de clasicismo es ‹‹corriente estética que identifica la belleza artística con la observancia de ciertas leyes inviolables››, tomadas de un modelo entendido como ideal o clásico.
Para muchos autores el arte clásico se debería limitar a los dos periodos llamados “clásicos” de cada una de estas culturas, es decir los siglo V-IV aC para la griega y el siglo I dC para la romana, extendiendo algo antes y después esos ambiguos límites. Para otros, en cambio, es clásico “todo” el arte griego y romano, desde sus orígenes (antecedentes en los artes minoico, micénico y estrusco) como una sustancial unidad, pues todo él ha servido como referente clásico al arte occidental. Así, el criterio más seguido en los autores no es interno a las dos culturas estudiadas, sino externo: el de su impacto sobre nosotros.

Características generales del arte griego.
El arte griego fue elaborando a lo largo de su evolución unas características, propias, que en su época clásica son:          
El gran tema del arte griego es el hombre y se cuida el antropomorfismo (los dioses son arquetipos de la condición humana) en la forma y en la medida. El sofista Protágoras dijo: ‹‹El hombre es la medida de todas las cosas››. En la pintura y escultura la figura humana es el tema principal. En la arquitectura siempre huyen de lo colosal e incluso los templos son de dimensiones modestas: el mayor edificio, el Partenón, mide 69,5 x 31 metros, aunque su función no fue nunca celebrar grandes reuniones de fieles sino ser la casa de una diosa.
Su ideal clásico de la belleza se fundamenta en el hombre, la proporción, la armonía y la simetría, la naturaleza, el movimiento y la expresión. Todo esto se intuye ya en los templos desde el principio y en las artes plásticas desde el siglo VI, con un concepto de la belleza (kalós, bello o hermoso) profundamente humano y armonioso, y se confirma plenamente en la época clásica del siglo V. El arte griego se caracteriza por la representación naturalista de la figura humana, no sólo en el aspecto formal, sino también en la intención expresiva del movimiento y las emociones. El cuerpo humano, tanto en las representaciones de los dioses como en las de seres humanos, se convirtió así en el motivo fundamental del arte griego, asociado a los mitos, la literatura y la vida cotidiana.
Es un arte de gran calidad técnica. Se busca la perfección en la consecución de ese ideal previo, no la novedad, de modo que la evolución de las formas fue muy lenta. Los artistas griegos tienen una excelente formación artesanal. Por ejemplo, los arquitectos dominan las técnicas constructivas, cuidan la visión en perspectiva, hacen elaborados cálculos matemáticos, se preocupan por el perfecto acabado de los muros (con sillares excelentes, ajustados sin argamasa mediante clavijas). Y el mismo alto nivel que los arquitectos también lo tienen los escultores y pintores. La imperfección técnica es casi desconocida, pues las obras defectuosas eran simplemente destruidas.
Es un arte predominantemente monumental, al servicio de la polis. Pero no es un arte colosal como el de las civilizaciones orientales, pues guarda una cierta medida humana, por lo que muchos autores rehúyen el adjetivo de monumental. La función principal de la arquitectura, pintura y escultura hasta aproximadamente el año 320 aC, fue servir a las instituciones públicas, a la comunidad, ocupándose de asuntos religiosos y de la conmemoración de los acontecimientos civiles más importantes, como las competiciones atléticas. Los ciudadanos sólo utilizan las artes plásticas para la decoración de sus tumbas. En cambio, las artes decorativas se dedican sobre todo a la producción de objetos de uso privado, por lo que el ajuar doméstico contiene un gran número de vasijas de terracota pintadas, con elegantes acabados, y las familias más ricas poseen vasijas de bronce y espejos. Muchos objetos realizados en terracota y bronce incorporan pequeñas figurillas y bajorrelieves.

Los grandes periodos del arte griego.
Hay cierto consenso historiográfico acerca de que en el arte griego hay cuatro grandes periodos: prearcaico, arcaico, clásico y helenístico. Pero el debate sigue abierto en cuanto a los términos, el número de periodos y sus características. Muchos autores, con un criterio biológico, reúnen los dos primeros en uno, al que llaman arcaico o preclásico, y otros autores consideran que el helenístico sería mejor considerarlo un periodo barroco.
Esos periodos artísticos reflejan los cambios estilísticos y se acostumbran a dividir en fases. Las compartimentaciones cronológicas más usuales son:
1) Periodo prearcaico (c. 1100 ac-650 aC).
2) Periodo arcaico (c. 650 ac-480 aC).
3) Periodo clásico (c. 480 ac-323 aC).
4) Periodo helenístico (c. 323 ac-31 aC).




FUNDAMENTOS SOCIALES Y CULTURALES DEL ARTE GRIEGO.



La dimensión humana.
Todas las manifestaciones culturales de Grecia están presididas por una preocupación por el hombre. Se trata de una cultura antropocéntrica, como define la famosa sentencia de Protágoras: ‹‹el hombre es la medida de todas las cosas›› o la de Menandro: ‹‹nada es más amable que el hombre cuando es hombre››. Las formas escultóricas plasman los aspectos visibles de la concepción ideal del hombre; los héroes homéricos de la Ilíada nos conmueven por sus sentimientos y debilidades (Aquiles se enfurece con la muerte de su amigo Patroclo, Príamo llora la pérdida de su hijo Héctor y besa las manos de su enemigo para recuperar el cadáver); incluso los dioses están concebidos como seres afectados por las pasiones humanas (amor, celos, odios, envidias) e intervienen en las discordias entre sus protegidos.

La organización política: la polis.
Frente a los grandes estados orientales, cuyas dimensiones territoriales exigen un poder coactivo, que suprime la libertad del individuo, el griego se organiza en ciudades‑estado. Las guerras médicas, entre persas y griegos, son un enfrentamiento entre dos concepciones políticas antagónicas, una confrontación entre súbditos y ciudadanos. En la organización primitiva, la koiné (aldea), se mantenía el regimen gentilicio, el grupo de familias unidas por un tronco comun. Las sucesivas invasiones de pueblos que entran en la península helénica obligan a buscar una organización más amplia, la polis, que se antepone a los intereses de los genos, los grupos familiares.
En principio la polis es solamente la parte alta de la ciudad, la fortaleza y templo, y sus componentes forman una asociación de culto y defensa; posteriormente engloba la parte baja, donde se asientan los mercaderes. Poco a poco surgen y se diferencian las clases sociales, según las actividades (eupátridas o aristócratas, comerciantes, jornaleros). Cada polis se otorga su base económica y su régimen de gobierno, cuyos modelos son Esparta (polis de economía cerrada, agricultura y régimen aristocrático) y Atenas (polis de economía abierta, comercial y régimen democrático). Los navegantes y comerciantes griegos llenan de polis las costas del Mediterráneo.
La polis tiene una clase política: reyes, nobles, tiranos, representantes demócratas... En la época clásica reconocerán el poder de la imagen como propaganda política, la importancia del arte como fuente de poder y gloria. Pericles será el que mejor comprenda este sutil juego del arte y la política, pero mucho antes otros lo han comprendido y estimulado.

El ideal político griego: la democracia.
Una serie de hombres públicos relevantes, Solón, Efialtes, Clístenes, Pericles, se esfuerzan en configurar para Atenas un régimen político basado en la igualdad y el gobierno del pueblo. Los griegos se enorgullecen de someterse a un orden, no a un hombre. La ley aglutina la ciudad más hondamente que la tierra, el comercio o la religión. Heráclito dirá: ‹‹el pueblo debe combatir por la ley como por la muralla de la ciudad››. Algunos pensadores consideran la norma objetiva (ley) como una invención y un don de los dioses. Frente a la concepción aristocrática de que existen hombres con talento político innato, Protágoras defiende la idea de que cada hombre tiene una parcela de sentido cívico perfeccionable por la experiencia. En consecuencia, el ciudadano tiene el deber de colaborar en los asuntos públicos, como expresa Pericles en la emotiva Oración funebre por los muertos en la guerra del Peloponeso: ‹‹pues somos los únicos que consideramos no hombre pacífico sino inútil al que nada participa en ella›› (la cosa pública), ‹‹fue por una ciudad así por la que murieron ellos››.
Las instituciones democráticas: la Asamblea del pueblo (Ekklesía), la Asamblea reducida (Boulé), las magistraturas y los tribunales (Areópago, Heliaia), exigen unos espacios para sus reuniones y funcionamiento y suscitan la necesidad de edificios públicos o en algunos casos de amplios lugares vacíos. Por ejemplo, la ecclesía ateniense se reunía en la Pnyx, colina al pie de la acrópolis, en sesiones larguísimas, desde el nacimiento a la puesta del sol.

El pensamiento.
Las formas de análisis racional suponen una verdadera revolución. ‹‹El pensar europeo empieza con los griegos y desde entonces no hay otra manera de pensar›› (Bruno Snell); el filósofo existencialista Jaspers estima que la filosofía nace en Grecia porque allí es donde los hombres se asombran ante la realidad y tras el asombro se plantean la pregunta y la duda. Esta postura inquisitiva de la misma manera explica el nacimiento de la física; un Arquímedes sólo es posible en una sociedad donde se alían la altura de los planteamientos teóricos con la exigencia de la investigación empírica.

La religiosidad.
La concepción del arte griego no responde a criterios religiosos en cuanto que no se trata de una religión revelada, ni tampoco impuesta por la clase dominante, sino que más bien es la expresión de un pueblo que creó un complicado entramado mítico para dar respuesta a íntimas interrogantes sobre el origen del mundo. Más que de religión, es decir, más que de una sistematización de concepciones religiosas, en Grecia debe hablarse de religiosidad, de un sentimiento, que lo impregna todo, de relación con los dioses a los que se humaniza cada vez más, a medida que los mitos divinizan arquetipos humanos (Zeus el poder, Apolo el saber...).
La religión no tuvo forma dogmática, ni catecismo, ni predicación, ni siquiera clero (salvo los oráculos de los santuarios), y la conocemos por mitos y textos literarios. Evoluciona desde los cultos agrarios, a través de un proceso de antropomorfización, hasta la democratización de los cultos dionisíacos, y tiene una gran significación como elemento cohesionador dentro de la ciudad, en el culto de los dioses votivos, y a escala griega, como germen de vínculos nacionales, en los cultos de los grandes santuarios (Olimpia, Delfos, Eleusis). El griego no sólo humaniza a sus dioses sino que incluso se atreve a enfrentarse a ellos Mito de Prometeo o al menos a mantener su libre albedrío, como trasluce Homero al poner en boca de Atenea estas palabras dirigidas a Aquiles: ‹‹Vengo del cielo para mitigar tu ira, si quieres hacerme caso››.

La influencia de la religión en el arte.
Esta religiosidad tiene una impronta enorme en el arte: santuarios y templos llenan el suelo griego; procesiones votivas como la del festival panatenaico representada en el friso del Partenón, que el tirano Pisístrato introdujo h. 550 aCexigen una determinada disposición de los edificios y se plasman en los relieves.
El artista griego es un ciudadano libre que ejercita libremente su profesión, sin ataduras ni condicionamientos impuestos por la autoridad, creando un arte que es la manifestación del sentir estético de un pueblo, que lo interpreta como “mimesis”, imitación de lo bello natural, y para quien la belleza posee un carácter matemático y se identifica con la proporción geométrica. Por ello estos artistas crearon unos sistemas proporcionales, canónicos, basados en la experiencia natural como reflejo de la propia armonía que rige la Naturaleza.

PERIODOS DEL ARTE GRIEGO.
PERIODO PREARCAICO.           
El periodo prearcaico de los ‹‹siglos oscuros›› (XI-VIII) es el periodo menos conocido y su mismo concepto es discutible. Lo caracteriza que el desarrollo del arte es aún muy escaso y obedece todavía a los influjos anteriores del arte minoico, el micénico y el dórico, y exteriores provenientes de Anatolia y Egipto.
Para algunos autores habría inicialmente una fase posmicénica (1100-900) de crisis y preparación, de la que no quedan prácticamente restos. En cambio, para la mayoría de los autores habría solo dos fases (a menudo se las llama periodos) independientes: la geométrica (900-750) y la orientalizante (750-650).
Los variados orígenes del arte griego están, según Demargne, en los artes minoico (palacios de Cnosos, Malia, Faistos), micénico (ciudades fortificadas de Micenas y Tirinto), cicládico, chipriota, hitita (o anatólico), sirio, fenicio y egipcio, con influencias que marcan este primer periodo que puede considerarse propiamente de arte griego.

Fase geométrica.
La fase geométrica se data en 900-750. El arte del que nos han quedado mejores muestras es la cerámica. Las invasiones dóricas rompieron con la etapa anterior, con pocos elementos de continuidad, evidentes en la cerámica. Habría tres etapas, datadas en Atenas:
La etapa micénica tardía o submicénica (1100 a 1050), caracterizada por la pervivencia de artesanos micénicos (seguramente al servicio de los nuevos gobernantes dorios) y la llegada de la influencia dórica, mucho más primitiva.
La etapa protogeométrica (1075 o 1050-900) se conoce por las obras encontradas en el cementerio Cerámico de Atenas, donde también estuvieron durante varios siglos la mayoría de los talleres cerámicos atenienses. Evoluciona desde las últimas formas micénicas y la influencia siria. Los motivos son geométricos simples, muy abstractos y lineales, en fajas onduladas y círculos concéntricos.
La etapa geométrica dura dos siglos (900-700) y se extiende por todo el mundo griego, desde Chipre a Italia. Se conoce por los hallazgos del Cerámico de Atenas y del cementerio de Dipylon (algo apartado del Céramico), por lo que se le ha dado también el nombre de cerámica de Dipylon. La técnica es excepcional, con ánforas y cráteras de 1,5 metros de altura. La policromía tiene predominio del negro, salvo la franja de decoración geométrica. La decoración pintada es de composición rigurosa, con cenefas y motivos geomé­tricos, con figuras humanas (desde 800) y de caballos muy geom­etrizadas que aparecen en masivas escenas funerarias.

Fase orientalizante.
La fase orientalizante se data en 750-650. Las ciudades jónicas de Asia se desarrollaron durante el siglo VII, siendo puente de las influencias orientales, en gran parte provenientes de Mesopotamia, Anatolia y sobre todo de Egipto, como se verá en la posterior y predominante influencia de la escultura egipcia en los inicios de la escultura griega.
Varios autores apuntan cierta tendencia al monumentalismo o el colosalismo, siguiendo el ejemplo egipcio. Se difunde la decoración de seres exóticos y fabulosos: esfinges, grifos y gorgonas, y de plantas: loto, papiro y frisos de palmas.
En la cerámica destaca Corinto por su calidad y por sus exportaciones, desde la fase protocorintia (750 a 640 o 725-625 según Barral). Se pintaron franjas horizontales con aquellos motivos fantásticos (en siluetas). También son apreciados los marfiles (las pequeñas figuras del templo de Artemisa en Efeso) y la orfebrería. El arte griego se extiende por Sicilia e Italia, con la colonización y el comercio.
La cerámica protoática está relacionada con la protocorintia en formas y decoración, pero es más severa y monumental, debido a su carácter funerario.
Se supone que en el periodo prearcaico ya habría templos, inspirados en el mégaron micénico, pero los eslabones de su evolución han sido destruidos por la endeblez de sus materiales utilizados hasta esta época: madera y adobe.

PERIODO ARCAICO.
El periodo arcaico de los siglos VII-V (650-480) no se divide en fases, con una época de auge en el siglo VI al extenderse el mundo griego geográfica y económicamente, pues su mayor riqueza y los contactos con el exterior condujeron al crecimiento de las polis, lo que implicó que los reyes, los tiranos y otros gobernantes impulsaran las construcciones de edificios públicos, especialmente templos, decorados con esculturas y pinturas. Se desarrollaron una arquitectura y escultura monumentales, ambas realizadas con el mármol y la piedra caliza que abundaba en Grecia.
De resultas de los movimientos de pueblos y del comercio mediterráneo, nace en este periodo el arte propiamente griego por su estética, al perfilarse las líneas generales de una progresiva evolución desde las concepciones más primitivas y esquemáticas, propias del arte arcaico de las civilizaciones orientales, hacia un arte de transición y de cambio, en el que se van gestando las que luego serán expresiones prototípicas del mundo helénico.al relacionarse sus dos corrientes fundamentales (definidas cada una por un orden arquitectónico): la dórica, formalista, con tendencia a lo simbólico y abstracta en lo decorativo, que aporta un riguroso sistema proporcional; y la jónica, más natural y sensible, que proporciona el gusto por la riqueza ornamental de tradición oriental (seres fabulosos, plantas y animales) y un sentido más esbelto de las proporciones.
Los templos se construyeron con mejores materiales y albergaron numerosas imágenes de los dioses en escultura y pintura.
El origen del templo es el mégaron micénico. El periodo se inicia con el dominio del orden dórico, nacido en el siglo VII (650-600) y consolidado h. 600, mientras que se introduce y se consolida el orden jónico ya a lo largo del siglo VI. La sobriedad dórica se contrapone a la riqueza jónica, y se piensa que en su origen influiría el predominio étnico de dorios (más belicosos y rudos) y jonios (más pacíficos y cultos, herederos de los antiguos aqueos), aunque su distribución no sigue pautas geográficas. Por ejemplo, ya en el periodo clásico y por la misma época, en la jónica Atenas se edifica el dórico Partenón y el jónico Erecteion.
Destacan los templos dóricos arcaicos (segunda mitad del siglo VII) de Hera en Olimpia (600) y de Apolo en Termos (620-610), hechos en madera y barro, cuyas columnas de madera fueron sustituidas progresivamente por otras de piedra. Ya del siglo VII son los templos dóricos I de Hera en Paestum (530), de Apolo en Corinto y el enorme templo jónico arcaico de Artemisa en Efeso, construido con ayuda financiera del rey Creso de Lidia. El paso del dórico al jónico (y luego al corintio) fue necesariamente lento y tiene una explicación ideológica, en busca de la gracilidad y esbeltez decorativa, pero también de una mayor funcionalidad porque el estrechamiento de los fustes permite contemplar mejor las fachadas de los templos y las esculturas expuestas, y porque la progresiva sustitución de la madera por la piedra y el mármol hizo a los edificios más estables y duraderos, por lo que no se necesitaban los macizos soportes dóricos, y lo mismo pasó con las basas (añadidas en el jónico y corintio para conseguir más estabilidad y altura) y los equinos decorados (con volutas en el jónico y acantos en el corintio, que así ganaban también en altura).
Es especialmente significativa la evolución de la escultura, la cual, partiendo de modelos de procedencia egipcia, micénico-cretense y mesopotámica, irá modificando las características de estos hasta lograr un estilo enteramente innovador. Frente a la rigidez y el esquematismo de los artes egipcio y mediooriental, en la escultura griega arcaico, especialmente en su última etapa, se van introduciendo rasgos definidores como el dinamismo, la expresividad y la individualización.
La escultura anterior al 700 era de pequeñas dimensiones, en metal, marfil o madera (xóana). Las de madera sólo se conocen por la literatura. A partir del 600 aparece la gran escultura de mármol o bronce, para la decoración exterior de los templos. El bronce se utilizó con la técnica de la cera perdida y la mayoría de sus piezas se han perdido. La influencia de la escultura egipcia es evidente en la simetría, frontalidad, adelantamiento de la pierna izquierda para sugerir movimiento y otras características.
La mayor parte de las esculturas siguen dos modelos: el atleta desnudo (kouros) y la muchacha vestida (koré).
El kouros es un atleta erguido, que se presenta frontalmente con la pierna izquierda adelantada, y exhibe la famosa “sonrisa arcaica”. Su madurez llega h. el 600, con los gemelos Cléobis y Bitón, del Museo de Delfos, o las figuras de Sunion, evolucionando hacia un mayor realismo y una frontalidad menos rígida, con el Moscóforo (560). Hacia el 500 aumenta el vigor y la elasticidad con el Apolo Strangford.
El tipo más repetido de la koré es el ático, con la serie del santuario de la Acrópolis (destruido por los persas en 480), con una evolución hacia una mayor expresividad en varias fases: primitivo (600 a 550), transición (550 a 530), maduro (530 a 500) y tardío (500 a 480). Se visten con el peplo dórico y desde el 550 con el chitón y el himátion jónicos, con pose frontal y sonrisa arcaica.
En Creta la tradición asigna a Dédalo ser el primero que ‹‹abrió los ojos y separó las piernas›› (hay una escuela dedálica, con la Dama de Auxerre). En las Cícladas hay otra escuela, de la que destacan los relieves del friso del tesoro de Sifnos en el santuario de Delfos. Un tema poco tratado, el de los animales, da obras maestras desde el 600: caballos, leones y terneros, como el que porta el Moscóforo.
La pintura tuvo también su desarrollo en las vasijas de cerámica pintada, que fueron importantes objetos de comercio. La cerámica progresa con la innovadora técnica de figuras negras, con grandes centros: Corinto, Esparta, Rodas, Caere (Italia). A finales del siglo VI Atenas se convierte en el gran centro exportador. Al principio predominaban los temas en bandas (Vaso François, del Museo de Florencia, del alfarero Ergotimo y el pintor Clitias) y luego un estilo más libre con una sola escena para toda la superficie, siendo esencial el pintor (en muchos casos con su misma firma). El primer pintor conocido fue Sófilo, con figuras negras, hacia 590. Y luego Nearco, Lido y, sobre todo, Execias, hasta 550. Con estas firmas se ha podido seriar la pintura del periodo.
Aparece al final la técnica de figuras rojas, después de una fase de transición (530-520), con los autores del estilo severo, Eufronio y Eutímedes (520-500), y Duris y Macrón (500-470).

PERIODO CLÁSICO.
El periodo clásico de los siglos V-IV tiene tres fases: primera o alta (480-450), segunda o media (450-400) y tercera o final (400-323), preludio del helenismo.
Desde 480 a 323, con la invasión persa y la muerte de Alejandro Magno, se da el gran periodo de la polis y de Atenas, principal centro griego de la política y del arte. La medida y la simetría se agudizan, como patentizan las frases del escultor Policleto: ‹‹La perfección únicamente se alcanza a través de muchos números›› y del filósofo de época tardorromana Plotino: ‹‹La belleza de las cosas que vemos se compone de simetría y de proporción››.
El arte griego del periodo clásico aparece con la consolidación de las primeras grandes ciudades-estado, y se desarrolla desde la época de las guerras médicas hasta el final del reinado de Alejandro Magno, y durante todo este tiempo se mantuvo totalmente independiente de las in­fluencias foráneas. Los triunfos sobre los persas en Maratón (490), Salamina (480) y Platea (479), producen un inmenso impacto psicológico en el pueblo griego. Los dioses, los héroes, los gobernantes, etc., que han salvado a la Hélade, toman un nuevo sentido, más real y cercano, y la plasmación de los salvadores en imágenes artísticas será una constante en este periodo.
Es esencial comprender que es entonces cuando surge la mayor originalidad del arte griego, pues antes apenas se distinguía el arte arcaico del de las otras civilizaciones antiguas. Ahora, en el arte clásico, el arte griego alcanza su máxima perfección y encontramos las características que definen e individualizan el arte griego, en especial su sentido humano y armonioso de la belleza. No es la naturalidad lo que le distingue, pues otras civilizaciones también tuvieron un arte naturalista, sino la expresividad interior de lo humano.
El arte griego se universaliza, produciéndose incluso su expansión por el Mediterráneo occidental, impulsado por una gran demanda en los más apartados lugares (se han encontrado obras griegas incluso en el Báltico y la India).
Es clásico sobre todo el siglo V, el llamado Siglo de Pericles, cuando confluyen las primeras grandes manifestaciones de la filosofía y la poesía trágica, y el establecimiento de la ciudad-estado (polis) como organización político-social genuinamente griega.
Como consecuencia, se difunde ahora el urbanismo regular. La arquitectura da sus mejores frutos, sea mediante la construcción de templos, sea de edificios civiles como teatros y estadios y aparece una corriente más grácil y decorativa, expresada en el orden corintio. La escultura alcanza su máxima expresión, dominada por un humanismo radical que coloca al hombre en el centro de sus representaciones. De la mano de artistas como Mirón, Policleto o Fidias la escultura griega corona el estilo que se proyectará, con enorme influencia, sobre toda la tradición occidental. Las cualidades más representativas de este estilo son: el realismo anatómico, la búsqueda de la armonía a través del estudio de las proporciones del cuerpo humano, la plasmación de la expresividad individual y, finalmente, la captación del movimiento de las figuras. Estas formas realistas y dinámicas dominan también la pintura de la época, desaparecidas hoy, pero descritas en la literatura, con las composiciones de Polignoto o Apeles.

Primera fase (480-450).
En la primera fase, también llamada época clásica alta o inicial (c. 480 o 475-448 aC), después de la victoria griega sobre los persas, la necesidad de reparar la devastación de la guerra, generó una gran actividad artística tanto en arquitectura como en escultura. Esto fue especialmente evidente en Atenas, centro neurálgico del poder político y económico.
Un conjunto importante es el templo dórico de Afaia en la isla de Egina, que cuenta con esculturas de figuras humanas en los frontones de un naturalismo idealizado que será común en todo el periodo clásico. En Atenas y Argos aparecen los escultores Cálamis y Mirón. De escultores anónimos son en bronce, el Auriga de Delfos y el Poseidón del cabo Artemision; en mármol, los relieves de los tronos Ludovisi y de Boston. Hay aún un hieratismo solemne y sereno. El broncista Mirón crea el Discóbolo con gran sentido del movimiento.
Un grupo de pintores destaca hacia 450: Polignoto, Panaios, Micón y Onosias. La cumbre arquitectónica es el templo dórico y hexástilo de Hera en Olimpia (470-460).

Segunda fase (450-400).
En la segunda fase, asimismo llamada época clásica media (c. 448-400 aC), o sea, durante la segunda mitad del siglo V aC, el clasicismo pleno se desarrolló especialmente bajo el patronazgo de Pericles, el gran estadista ateniense. La arquitectura y la escultura de Atenas alcanzaron entonces una perfección raramente igualada.


La Acrópolis de Atenas en la época clásica a finales del siglo V.

Pericles lanza un gran programa de construcciones en la Acrópolis de Atenas. El Partenón, dórico y octástilo, se inicia en 447, por los arquitectos Ictino y Calícrates, bajo la supervisión de Fidias, que también esculpe los maravillosos frontones, las metopas y el friso interior. Es la obra máxima, en mármol, con cuidada éntasis. Calí­crates también edifica el templo de Atenea Niké, con un plano especial, como en el Erecteion, del arquitecto Mnesicles (421-405), que también construye los Propileos.
Ictino construye fuera de Atenas el templo jónico de Apolo en Bassae (Arcadia), con el primer capitel corintio conocido. 
Fidias esculpe las estatuas gigantescas de Atenea Parthénos y Atenea Prómachos en la Acrópolis y de Zeus en Olimpia. En Argos, destacan los broncistas, con Policleto, autor del Doríforo y del Diadumenos, y de un famoso texto, el Canon, que influirá en la escultura posterior. También destacan Alcamenes de Atenas, Crésilas de Creta, Agorácrito de Paros y Calímaco (también pintor).
Los grandes pintores fueron Parrasio, Zeuxis y Apolodoro (inventor del claroscuro), con obras pequeñas de caballete.

Tercera fase (400-323).
En la tercera fase, también llamada época clásica baja o final (c. 400-323 aC), las empresas arquitectónicas disminuyeron cuando Atenas, derrotada en la guerra del Peloponeso, perdió su hegemonía política en el ámbito griego. En las artes plásticas la nueva y detallada caracterización de las figuras reflejó un interés por el individuo, hecho que corroboran los poetas y filósofos de aquel momento.
Esta fase es el preludio del helenismo. El siglo IV produce novedades. En arquitectura nuevos tipos de templos, de planta circular (tholos), o el colosal Mausoleo de Halicarnaso (de 50 metros de altura), monumento funerario adornado de esculturas de gran movimiento y patetismo, con obras del escultor Escopas, maestro del dolor y la melancolía (abandonando la serenidad anterior). Mientras, el escultor Praxíteles cultiva un refinamiento sensual (Hermes y la Venus de Cnido) y Lisipo destaca como broncista (Apoxiómeno) y aparece el retrato, que se multiplicará en el helenismo. En la pintura, Apeles retrata al natural a Alejandro, cerrando emblemáticamente este periodo clásico.

PERIODO HELENÍSTICO.
El periodo helenístico de los siglos III-I aC es de líimites inciertosEl momento inicial es sin duda la muerte de Alejandro en 323 aC pero el final es incierto, pues se confunde con el auge del arte romano. En todo caso, a partir del siglo I dC no se producen novedades ni obras maestras, aunque obras helenísticas abunden incluso en el siglo III dC.
Por lo tanto, muchos historiadores lo limitan al periodo entre la muerte de Alejandro Magno en -323 y la destrucción de la Liga Aquea a manos de Roma y la destrucción de Corinto en 146 aC, incorporándose las ciudades derrotadas a la provincia romana de Macedonia, y, por el contrario, otros autores la atrasan hasta la conquista de Alejandría en 31 aC. Esta última fecha es la última en todo caso, pues desde entonces Roma domina directamente todos los centros helenísticos. 
La mayoría de los autores no distinguen fases, porque hay una gran continuidad y las diferencias son locales. Algunos autores plantean una división en tres fases: inicial, media y final, que el especialista Pollitt ha nombrado:
1) La fase de los Diádocos o Sucesores de Alejandro (323-275), caracterizada por la escultura de Lisipo y la formación de una iconografía del poder.
2) La fase de los Reinos Helenísticos (275-150), basada en la realización de un arte monárquico de propaganda, de gran “barroquismo”, con escuelas independientes en los reinos, en especial las de escultura de Alejandría, Pérgamo y Rodas.
3) La fase Grecorromana (150-31 aC), de decadencia, de diversificación individual, de rememoranza del ideal clásico, pero también de creciente influencia sobre Roma, hasta la conquista romana de Egipto.

En suma, el arte del periodo helenístico está marcado por la crisis y el cambio. El arte helenístico, a diferencia del anterior, ya no es estrictamente griego, sino que nace de la confusión de los pueblos integrados en la órbita del imperio de Alejandro Magno, cuando sus ejércitos, tras conquistar las ciudades-estado de Grecia, llevaron su cultura por todo Oriente Próximo. El arte helenístico se difunde a nuevos centros de producción en el Oriente Próximo, tanto en Egipto (Alejandría) como en Asia (Antioquía, Pérgamo).
Como las polis griegas sufrieron un declive político y económico, la religión oficial y la conciencia cívica menguaron, apareciendo en todas las esferas un mayor énfasis subjetivo. Los griegos fueron receptivos a las nuevas influencias orientales, como podemos observar en las decoraciones lujosas y las religiones místicas. En las ciudades ricas de Asia Menor, así como en Alejandría (Egipto), se desarrolló un nuevo helenismo, mezcla del espíritu griego y de los estilos orientales.
Así, en el arte helenístico observamos la simbiosis de los componentes griegos con los egipcios, mesopotámicos o persas. Estos factores unidos a otros cambios internos de la civilización griega, modifican el lenguaje artístico, en el que dominan el expresionismo, la monumentalidad y el decorativismo. La arquitectura se hace colosal y glorificadora. La es­cultura abandona los cánones de equilibrio y armonía clásicos, derivando a un expresionismo radical.
En arquitectura la novedad es, sobre todo, urbanística, con las nuevas ciudades, de proporciones enormes, de planta regular, hipodámica (Hipodamo de Mileto). Abundan las grandes casas privadas (como pequeños palacios) para la burguesía. Hay pocas novedades en los edificios públicos. El orden corintio es el más frecuente, combinado con el jónico o con un dórico más esbelto. Se construyen grandes conjuntos monumentales: el santuario de Asclepio en la isla de Cos o la Acrópolis de Pérgamo.
En escultura se parte de las tendencias de Escopas y Praxíteles, extremándolas. Aparecen los temas de la vida y el materialismo, con niños, viejos u obreros, y abundan en especial los retratos. El movimiento, el patetismo, la complejidad de los grupos escultóricos, rompen definitivamente con la serenidad e idealismo del clasicismo. Destacan el Niño de la oca, el Galo Moribundo, los relieves del Altar de Pérgamo, el Laocoonte. A veces se retornó a la tradición, con la Venus de Milo o la Victoria de Samotracia. Hay pocos escultores geniales pero abundan los talleres a medida que crece también la clientela.
En pintura se conocen los frescos de Pompeya y Herculano, manifestaciones postreras del helenismo. También aportan datos los mosaicos para los temas y métodos de composición. Desaparece la cerámica pintada, con el final de las pinturas rojas áticas, que se producen en el siglo IV aC. Las artes menores, orfebrería, joyería, glíptica, las pequeñas esculturas de terracota, abundan para este público creciente en número y riqueza, aunque es muy difícil distinguir el arte helenístico del romano en estos casos.

EL RENACIMIENTO Y LOS HISTORICISMOS GRIEGOS.
En los siglos XV y XVI, sobre todo gracias a las copias romanas, la tradición artística griega se recuperó en el arte y la arquitectura del Renacimiento y el Manierismo. El realismo, el sentido de la proporción y sobre todo los órdenes arquitectónicos griegos reaparecieron así en el arte europeo. La excavación de Pompeya y otros hallazgos greco-romanos en el siglo XVIII propiciaron un restablecimiento de la antigüedad griega en el arte y esbozaron el movimiento conocido con el nombre de neoclasicismo. El término clásico llegó a definir no sólo un periodo concreto del arte griego, sino el arte griego y romano en general. Por extensión, clásico y clasicismo se convirtieron en conceptos aplicables a numerosos ámbitos.
Los artistas y arquitectos academicistas imitaron las características externas del arte griego, a menudo sin comprender su espíritu. En el siglo XX algunos artistas reaccionaron contra las tradiciones académicas y comenzaron a valorar el arte griego del periodo arcaico por encima de los periodos artísticos posteriores.



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