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miércoles, 10 de febrero de 2021
Comentario: Leonardo y La Gioconda (1503-1519).
Comentario: Leonardo y La Gioconda (1503-1519).
Leonardo. La Gioconda.
Descripción y datación.
El cuadro, titulado La Mona Lisa o La Gioconda, es un óleo sobre tabla de madera de nogal (77 x 53 cm), que fue pintado por Leonardo probablemente entre los años 1503 y 1506, aunque hay estudiosos que están convencidos de que pudo seguir trabajando en él hasta su fallecimiento en 1519.
Se muestra en el Museo del Louvre en París y es uno de los más importantes símbolos de la cultura occidental.
Todavía hoy hay importantes misterios sobre esta pintura, siendo los dos principales determinar la identidad de la modelo, averiguar el porqué Leonardo nunca entregó el encargo, sino que lo conservó hasta su muerte y la cuestión de las al menos otras dos versiones conocidas.
La expresión Mona Lisa significa 'señora Lisa'. Mona es un
diminutivo del italiano madonnay Lisa sería el nombre de la modelo
identificada por el artista Giorgio Vasari (1511-1574), autor del libro Vida de los más excelentes arquitectos, pintores y escultores italianos (1550), que es una fuente primordial del Renacimiento y también de este cuadro en concreto. Cuenta
Vasari: “Por encargo de Francesco del Giocondo, Leonardo emprendió el retrato
de Mona Lisa, su mujer [...]. Mona Lisa era muy hermosa; mientras la retrataba,
tenía gente cantando o tocando, y bufones que la hacían estar alegre, para
rehuir esa melancolía que se suele dar en la pintura de retratos. Tenía un
gesto tan agradable que resultaba, al verlo, algo más divino que humano, y se
consideraba una obra maravillosa por no ser distinta a la realidad”.
Resumiendo las discusiones sobre la identidad de la modelo, la
teoría más aceptada es la de Vasari, quien afirma que
la mujer es Lisa Gherardini, la esposa de un mercader de sedas llamado Francesco del
Giocondo. De hecho, el nombre alternativo La Gioconda, que significa "alegre" en
español, hace referencia a su famosa sonrisa y al nombre de su esposo. Lo corrobora de manera casi definitiva que en 2005 se difundieron unas
notas del florentino Agostino Vespucci en el margen de una obra de Cicerón
conservada en la biblioteca de la Universidad de Heidelberg, fechadas en octubre
de 1503, en las que además de criticar a Leonardo por dejar las obras sin terminar,
Vespucci indicaba que en esas fechas pintaba un retrato del “busto de Lisa del
Giocondo”.
Otra tesis, mucho menos aceptada, plantea que sería una "cierta dama
florentina", según palabras de Leonardo, y que la pieza habría sido
encargada por Giuliano II de Medicis (1479-1516), tal vez una amante, proponiendo los estudiosos a Constanza d’Avalos, Isabel de
Este, Caterina Sforza o Isabel de Aragón. Que se ocultara su identidad se explicaría por ser una dama noble o de la alta burguesía, pero esto choca con que en esa época muchos la habrían reconocido y que ninguna de las propuestas era florentina.
Todo se complica porque hay al menos otras dos versiones diferentes de La Gioconda y subsiste el misterio de que el original al parecer no fue entregado al comitente, probablemente su esposo Francesco del Giocondo, o a la propia retratada, pues si lo fue entonces nos preguntamos qué ocurrió con ese original, que sería muy preciado en el mercado artístico y del que no hay noticia.
Las otras dos versiones pictóricas, con pequeñas diferencias y que parecen diseñadas por Leonardo pero realizadas al menos en parte por sus discípulos, son:
Mona Lisa de Ilseworth (1503-1516), sobre lienzo (84,5 x 64,5). Colección privada de Suiza. Sus diferencias son que es más joven, tiene cejas, está enmarcada por dos columnas y el paisaje está inconcluso, aparte de que su material es el lienzo. Algunos sugieren que fue la primera versión (por ser la modelo más joven) o una pintura preparatoria de la principal.
Mona Lisa del Prado (1503-1519), sobre madera (76,3 x 57). Museo del Prado, Madrid. Sus principales diferencias son que la mujer aparece algo más joven que en la del Louvre, aunque no tanto como la de Ilseworth, y que se enmarca entre dos columnas.
También tenemos un dibujo casi con toda seguridad del mismo Leonardo, datado en aquella época, que muestra a una modelo desnuda en la misma pose que Mona Lisa, y que se ha titulado La Gioconda de Chantilly.
Hay además un dibujo tomado por Rafael Sanzio en
una visita en 1504 al taller de Leonardo, y que probablemente fue tomado a
partir de un esbozo o de un estado inicial de la pintura. Nótense las
grandes diferencias en el paisaje y la presencia del velo.
Análisis temático.
Pertenece al género del retrato
pictórico, en boga desde el Renacimiento gracias al despertar del interés
antropocéntrico.
La mujer no porta joyas ni signos
particulares de ostentación económica o de poder, pero sí hay un indicio de su
condición social de esposa, pues la cabeza está cubierta por un velo que
simboliza la castidad, frecuente en los retratos de esposa de la época, y
también se atribuye el uso de este tipo de velo a las mujeres embarazadas o en
período post-parto.
La postura indica serenidad y, junto
con la mirada de soslayo, pero directa hacia el espectador, muestra el dominio
de los sentimientos, cosa que normalmente no se atribuía a una mujer en aquel
entonces, lo que revela una concepción leonardesca de la condición femenina muy
avanzada para la época.
Análisis formal.
Sobresale tanto por sus innovaciones
técnicas como por el misterio de su legendaria sonrisa. La obra es un ejemplo
consumado de su dominio de varias técnicas.
Leonardo usó las matemáticas para estudiar las proporciones
humanas de su modelo y usó las perspectivas geométrica y aérea para
representarla en el espacio de la habitación y el espacio exterior, y se reveló
como un maestro del sfumato y
del claroscuro.
La técnica del sfumato consiste en superponer varias capas de pintura
delicadas para eliminar, difuminar, suavizar o diluir los contornos nítidos y precisos de las líneas de la figura y lograr una sensación de
naturalidad y volumen, una
especie de neblina que produce el efecto de una inmersión en la atmósfera,
acentuando la tridimensionalidad
al rebotar la luz en las superficies curvas, especialmente de la piel,
dejándola lisa, suave y natural. En el caso de La Gioconda se
hace evidente en las gasas del manto, en la sonrisa y en el misterioso paisaje.
El claroscuro es la técnica de modelar
las formas a través del contraste de luces y sombras. En este retrato las
delicadas manos de la modelo reflejan esa modulación luminosa de luz y sombra,
mientras que apenas utiliza los contrastes cromáticos. Por ejemplo, la luz aplicada al pecho y al cuello es la
misma aplicada en las manos.
Es un retrato femenino de medio cuerpo, o
de tres cuartos, ante un paisaje que se divide en dos partes con sendas
atmósferas, la superior más fría y la inferior más cálida con colores terrosos.
Sitúa al personaje en una habitación o
mejor una galería, pues en el borde izquierdo de la pintura se ve el borde de
una columna, y las otras dos versiones que conocemos muestran dos columnas
enmarcando a la mujer. Es posible que en la versión del Louvre se haya cortado
parte del cuadro.
Una composición de las dos partes del paisaje que muestra su discordancia.
El paisaje en segundo plano está pintado con una mezcla de perspectiva científica y sobre todo aérea, de modo que las formas y colores se difuminan en la distancia, de modo que el azul humoso y el fondo difuso dan a la composición
una sensación de extraordinaria profundidad, acentuada por el desequilibrio entre las dos partes del paisaje, la derecha y la izquierda, como si fueran diferentes en alturas y líneas de perspectiva, lo que sin duda no era un error de Leonardo, sino un efecto buscado.
La variada gama cromática, fruto de la aplicación de sucesivas capas de pigmento y barniz, se ha oscurecido con el paso del tiempo, y craquelado en una infinidad de minúsculas pequeñas grietas.
La composición de la postura de la mujer deriva de la pirámide, de geometría triangular, usada en esa época para representar a las madonne sentadas.
1. Pirámide de composición. 2. Detalle de las manos. 3. Detalle del velo facial y del paisaje del fondo.
Las manos cruzadas forman la base de la pirámide. El centro del cuadro es el pecho y está alineado con el ojo izquierdo y los dedos de la mano derecha.
El brazo izquierdo está cómodamente apoyado en el brazo del sillón y está
cruzado por el brazo derecho, de modo que la posición de los brazos, junto con la del sillón, transmiten una sensación de distancia psicológica entre ella y el espectador.
El realismo anatómico es perfecto, pues Leonardo era un gran conocedor del cuerpo humano, que dibujó como un gran anatomista. El detalle de que el rostro no tiene
cejas no es un error, pues estaba de moda entonces.
La expresión de la mujer en el cuadro es enigmática, ambigua, gracias a que la mirada, el cuerpo y las manos están dirigidos a ángulos
sutilmente diferentes, sumado a la ilusión que crea la técnica del sfumato y a la compleja naturaleza de la
visión humana. Para entenderlo hay que separar la visión humana en dos, una visión directa que se enfoca en los
detalles pero no en las sombras, y una visión periférica que distingue más
las sombras que los detalles. Así, al mirar a la Gioconda desde diferentes perspectivas, las
capas difuminadas del sfumatohacen que de frente se vea una sonrisa
casi inadvertida en comparación con la misteriosa sonrisa que aparece cuando se
la ve de lado. Esto sucede porque de lado se proyecta más volumen a causa de
las sombras creadas por las finas capas.
El contexto histórico-artístico de Leonardo da Vinci.
La Gioconda o La Mona Lisa es la obra maestra y la más famosa de Leonardo. Vasari opinaba en 1550 que “Todo aquel que quisiera ver en qué medida puede el arte imitar a la Naturaleza lo podría comprender en su cabeza [de La Gioconda], porque en ella se habían representado todos los detalles que se pueden pintar con sutileza. Los ojos tenían ese brillo y ese lustre que se pueden ver en los reales, y a su alrededor había esos rosáceos lívidos y los pelos que no se pueden realizar sin una gran sutileza. [...]. La nariz, con todas esas aperturas rosáceas y tiernas, parecía de verdad. La boca, con toda la extensión de su hendidura unida por el rojo de los labios y lo encarnado del rostro, no parecía color sino carne real. En la fontanela de la garganta, si se miraba con atención, se veía latir el pulso. Y en verdad se puede decir que fue pintada de una forma que hace estremecerse y atemoriza a cualquier artista valioso”.
En el siglo XVI a Florencia se le une Roma como gran centro artístico, gracias a que atrae a muchos de los mejores maestros florentinos mediante el activo mecenazgo de los papas (sobre todo los de la familia Médicis: Julio II y León X), mientras otras ciudades italianas (Venecia, Nápoles, Milán) se convierten también en grandes centros artísticos, más proclives al color y la luz, que Florencia, donde siempre se estimará más el dibujo. En este contexto del Cinquecento, Leonardo será uno de los máximos tres artistas, junto a Miguel Ángel y Rafael,
Leonardo da Vinci (1452-1519) es el arquetipo de hombre universal del Renacimiento: científico y erudito clásico a la par que artista. Nacido en la aldea florentina de Vinci, estudió pintura con Verrocchio. Llamado por Ludóvico el Moro a Milán, consagró 16 años a la estatua en bronce de Francisco Sforza, que debía tener ocho metros de altura, aunque no llegó a ser fundida. Pasó temporadas en Florencia, donde diseñó fortificaciones y construcciones diversas. La trascendencia militar de sus proyectos hizo que fuera llamado por Francisco I a Francia, donde murió.
Es uno de los máximos maestros de la luz. Su preocupación máxima fue conseguir todas las posibilidades de expresión del rostro para acercarse al espíritu humano. Sus dibujos son magistrales. Innova primero mediante el sfumato (una técnica de pintura que difumina las líneas y suaviza los colores creando una atmósfera irreal y misteriosa) y a partir de éste introduce la novedad de la perspectiva aérea, que imita la progresiva difuminación en la distancia de las líneas y colores a fin de sugerir la profundidad tal cómo la ve el ojo humano. Esta nueva perspectiva tendrá un inmenso éxito y combinada con la geométrica alcanzará un alto grado de perfección realista y será la dominante en los siglos siguientes.
Leonardo. Última Cena.
Sus mejores pinturas son La Anunciación, La Virgen de las Rocas, con su composición triangular y luces, con un dibujo fino, con un suave y difuminado claroscuro que realza el volumen y el enigma, con una sonrisa ambigua y suave. Son rasgos que alcanzan su cima en La Gioconda, un maravilloso retrato de mujer, La Gioconda o La Mona Lisa, de enigmática sonrisa, para lograr la calma sobrehumana de la cual, según Vasari, la rodeaba de cantores y músicos; y en la Última Cena, un monumental fresco arruinado debido a los malos materiales y la humedad. Como ingeniero se ocupó de diseñar fortificaciones y canales. En sus Cuadernos de Notas, describía y dibujaba todo tipo de máquinas, que se anticiparon a las posibilidades constructivas de su tiempo: carros de asalto, máquinas voladoras más pesadas que el aire, barcos submarinos... Estudió especialmente la astronomía, la anatomía, la fisiología y la botánica.
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