jueves, 5 de febrero de 2015

El arte persa.

EL ARTE PERSA.

Introducción.
La UD de arte y la arquitectura de la antigua Persia (los territorios del Irán actual y los adyacentes bajo el dominio de los imperios persas) desde la Prehistoria hasta el periodo anterior a la llegada del Islam en el siglo VII dC.
El arte persa estuvo muy influido por el arte de las regiones vecinas de las antiguas Mesopotamia e India.
En la Prehistoria destacan las piezas de cerámica y pequeñas figuras de arcilla con temas antropomorfos.
Los persas de la dinastía aqueménida (550-331 aC), que conquistaron todo el Oriente Próximo, desde Tracia hasta el Indo, y desarrollaron un arte extraordinario que fusionó los estilos anteriores de los persas, los medos y los pueblos conquistados.
En arquitectura destacan los palacios y los templos de Persépolis, Pasargada y Susa, con la apadana o sala hipóstila para las audiencias (la sala de las cien columnas de Persépolis), con altas columnas rematadas con capiteles decorados con toros, que soportan una enorme cubierta adintelada.
En escultura destacan los grandes toros androcéfalos alados, inspirados en los lamassu mesopotámicos, sitos en las puertas de las ciudades; son excelentes los frisos de cerámica vidriada decorada con figuras de soldados y leones, como el Friso de los Arqueros de Susa (hoy en el Louvre).
Al arte aqueménida le siguió por un breve periodo el arte helenístico, durante los años de dominio político y artístico de los reyes macedonios de origen griego, sobre todo de la dinastía seléucida.
Sucedieron los imperios parto (un pueblo nómada de Asia Central) y persa sasánida, este último derribado por la invasión musulmana. Ambos desarrollaron un arte interesante, aunque sin alcanzar el esplendor anterior.
Después de la conquista árabe y la introducción del Islam en el siglo VII dC, floreció la arquitectura mientras decayó la escultura, reducida a motivos decorativos. La pintura alcanzó un notable nivel artístico entre los siglos XIII y XVII. 
Finalmente, en el siglo XX se recuperaron las antiguas formas artísticas combinándose la tipología arquitectónica tradicional con la tecnología constructiva occidental y los nuevos materiales, mientras que la pintura figurativa ha vuelto con renovado vigor, aunque sufre la censura del régimen islamista de los ayatolás.

La arquitectura y las artes del Neolítico persa.
Los primeros ejemplos de arquitectura se datan en 6000 aC y son varios yacimientos neolíticos de la región occidental: Tepe Ali Kosh, Tepe Guran, Ganj Dareh Tepe y Hajji Firuz Tepe. Son pequeños poblados de viviendas de una única habitación más almacenes exteriores para almacenaje, construidos con mortero y ladrillos de barro no cocido y secado al sol (adobe). Sus objetos artísticos muestran animales muy naturalistas y figuras femeninas modelados en arcilla de un estilo, por el contrario, muy estilizado y abstracto. Las figurillas femeninas encontradas en Tepe Sarab, cerca de Kermanshan, son complicados objetos compuestos por múltiples piezas de reducido tamaño, y las caderas y el pecho de estas figuras son de volúmenes muy exagerados mientras las cabezas son diminutas.
Hacia el 4000 aC los poblados evolucionaron a pueblos grandes o pequeñas ciudades, con función comercial, como evidencian los yacimientos de Tal-i Bakun, cerca de Persépolis, y en Tal-i Iblis y Tepe Yahya, cerca de Kerman, que cuentan con edificios con un mayor número de estancias, pero siguen haciéndose con la técnica tradicional de mortero y ladrillos de adobe. En Shahr-i Sokhta en Sistán se ha excavado un palacio de la edad del bronce (c. 2500 aC) de estructura más compleja, que muestra la influencia de la arquitectura sumeria.
También es evidente la influencia sumeria en la gran variedad de cerámicas pintadas de diferentes estilos. Por regla general, las vasijas son rojas o ligeramente amarillentas con figuras de animales, a menudo cabras, pintadas en negro. También abundan los sellos (que imitan la glíptica sumeria) e instrumentos de cobre como alfileres o cinceles.
A partir del 3000 aC se fabricó cerámica gris bruñida en la zona noreste, así como también objetos o piezas de cobre como hachas, broches o figurillas, y pintada con temas de animales. En cambio, en la región norteña de Azerbayán aparecen vasijas y utensilios barnizados en gris y negro con motivos decorativos geométricos mediante incisiones sobre la superficie del objeto posteriormente rellenadas de pasta blanca.

La arquitectura y las artes de los primeros medos y persas.
A finales del 2000 aC, grupos tribales de nómadas iraníes, entre los que sobresalían los medos y en menor grado los persas, se extendieron por la meseta desplazando o absorbiendo a los primitivos pobladores neolíticos, gracias a sus armas de hierro. Con ellos llevaron una arquitectura todavía pobre y una artesanía más evolucionada. Sus restos se han hallado en las excavaciones de sitios medos en Kangavar (Godin Tepe y Babajan Tepe), en las proximidades de Hamadan (Nush-i Jan Tepe), y en Zendan-i Suleiman y Tepe Hasanlu al noroeste de Irán. Se observan en ellos por primera vez la utilización de largos corredores de columnas como característica principal de la nueva tipología constructiva. Las columnas eran de madera y se levantaban sobre basas o losas de piedra, mientras que los edificios se construían con piedra sin tallar y ladrillo. Estas columnatas, más las escaleras y terrazas son el precedente de la tipología de la arquitectura imperial aqueménida de Pasargada y Persépolis.
Las artes plásticas de estos pueblos medas y persas muestran sobre todo figuras zoomorfas e imágenes de dioses.
Hacia el año 1300 aC un tipo de cerámica gris aparece en toda la zona norte de Persia, quizá con origen nororiental de Asia Central, y muy probablemente asociada con la expansión de las tribus indo-iranias.
Alrededor del año 800 aC florece de nuevo la pintura, con representación de modelos geométricos, animales y figuras humanas.
A partir del 1000 aC y hasta aproximadamente el 550, hay en las montañas al sur del Caspio y el Luristán un auge de los trabajos en bronce fundido de arneses, enjaezados y bridas para los caballos, hachas y objetos votivos, reflejando todos ellos un complejo estilo creado a base de combinar fragmentos o partes animales con criaturas fantásticas de variadas y extrañas formas.

La arquitectura del periodo aqueménida.

Mapa del imperio persa, con las conquistas de Ciro II y sus sucesores.

La cima de la arquitectura persa llega con la dinastía aqueménida, desde el 550 al 331 aC. Sus restos son bastante numerosos, destacando los almacenes y palacios, que son descritos en fuentes literarias como el historiador griego Herodoto.
Las ruinas de Pasargada, la capital de Ciro II el Grande, son las más antiguas, e incluyen dos palacios, un recinto sagrado, una ciudadela, una torre y la tumba de Ciro. Los palacios estaban tapiados, teniendo en su centro una gran galería de columnas, siendo la más larga de ellas de 37 metros de longitud. La distribución y el diseño de las salas principales oscilaba entre la forma cuadrada y la rectangular; todas estaban iluminadas por un sistema de claraboyas gracias a las distintas alturas de las salas. Los muros se construyeron con ladrillos de adobe; los cimientos, pórticos, columnas y pedestales se hicieron en piedra. Las columnas se cubrieron con bloques de piedra tallada con figuras de caballos o leones enfrentados espalda con espalda. Los suelos se cubrieron probablemente con paneles de madera. El recinto sagrado estaba formado por un patio tapiado dentro del cual se disponían dos altares y una tribuna escalonada de forma rectangular. La torre fue una elevada estructura arquitectónica levantada a base de piedra caliza de color amarillento; por contra, la caliza negra se utilizó para las puertas de acceso y para las dos filas de ventanas cegadas. La tumba de Ciro era un pequeño mausoleo de piedra, en forma de vivienda, colocado sobre una plataforma escalonada. Las columnas que lo rodean se han ubicado allí en época reciente.

Palacio de Ciro en Pasargada
         Vista de la llanura de Pasargada. La ciudad se halla casi en el centro de la región de Pérside, en una cubeta denominada llanura de Murghab, bordeada de montañas atravesadas por tres pequeños valles que miran hacia la tumba, que puede ser vista así como el centro de una estrella de tres puntas, cada una de ellas un camino para los visitantes.




La tumba de Ciro II.

Darío I el Grande construyó una nueva capital en Persépolis, ciudad que sería más tarde ampliada por sus sucesores Jerjes I y Artajerjes I (465-425 aC). Sobre una zona rocosa se abrieron y nivelaron tres amplias terrazas en las que se levantaron edificios de ladrillo y piedra similares a los de Pasargada, entre los que destaca el tipo persa de la apadana o enorme sala columnada, como la famosa sala de las cien columnas.
Las edificaciones de Persépolis se diferencian de las de Pasargada en que los patios de columnas eran cuadrados, en los muros se abrían ventanas y nichos de piedra simulando vanos, y dejaron de utilizarse los pedestales de piedra. Las puertas presentan una cornisa de cuarto bocel (tipo de moldura con un perfil de cuarto de círculo) decorada con un motivo de pétalo de probable origen egipcio. Los fustes de las columnas fueron estriados en lugar de lisos, las basas y molduras de los plintos se ornamentaron con motivos decorativos de tipo floral, y los capiteles naturalistas reprodujeron los cuartos delanteros de toros que a veces eran alados. Estos edificios tenían los techos de madera de cedro apoyados sobre robustas vigas y escuadras que descansaban en los capiteles de piedra de las columnas.

Restos del salón o apadana del palacio de Persépolis.

arte persa
            La estructura arquitrabada del palacio de Persépolis.

La ciudad de Susa también se embelleció cuando Darío I construyó un gran palacio, reconstruido posteriormente por Artajerjes II (409-358 aC).
La arquitectura aqueménida cuenta también tumbas excavadas en la roca, como los hipogeos egipcios, de entre las que destacan las de Naqshah Rostam, cerca de Persépolis.

Tumba de Artajerjes I en Naqshah Rostam.

Apenas se conocen ejemplos de arquitectura popular o doméstica, aunque los arqueólogos creen que la vivienda típica se hizo a base de ladrillos de adobe.
Un tipo muy interesante es el paradisos, un jardín con elementos arquitectónicos, a menudo asociado a una tumba o un santuario.

Paradisos persa, muy probablemente parecido al modelo original sin columnatas que rodeaba la tumba de Ciro II cuando se construyó.

La escultura y otras artes aqueménidas.
La escultura se hizo a escala monumental para decorar las tumbas y los grandes palacios aqueménidas.
Hacia el 515 aC Darío I el Grande mandó esculpir un gran relieve y una inscripción grabada en la roca de los acantilados de Behistun. El relieve muestra a Darío como Ahura Mazda (divinidad suprema del zoroastrismo) venciendo a sus enemigos. Los diseños y el gusto por el detalle en el grabado muestran la influencia de los modelos asirios, pero el tratamiento naturalista de los ropajes superpuestos y los ojos es novedoso.

Estela de Ciro, en su palacio real de Pasargada. "Yo, Ciro, rey de Persia".

En Persépolis la escultura fue un complemento de la arquitectura, en los capiteles con formas animales en los interiores de los edificios y en los frisos con decoración de leones en las paredes exteriores de los mismos. En las jambas de las puertas se tallaron relieves del Gran Rey, y las escaleras fueron decoradas con frisos en bajorrelieve representando a la guardia real y a los portadores de tributos. La puerta principal de la ciudad estaba flanqueada por una pareja de enormes toros con cabezas humanas tallados en altorrelieve, lamassu de estilo muy cercano al asirio.

Capiteles con toros del palacio de Persépolis.

Friso con león en el palacio de Persépolis.

Los lamassu protectores de las puertas de Persépolis.

La decoración del palacio de Susa constaba de relieves en piedra al estilo de los de Persépolis y de paneles de ladrillo vidriado azul, verde, blanco y amarillo. La utilización del ladrillo vidriado viene de tradiciones anteriores, asiria y babilónica. En estos paneles de Susa aparecen retratados soldados, toros alados, esfinges y grifos. El más conocido de todos ellos es el denominado Friso de los Arqueros.

Fragmento del Friso de los Arqueros (Louvre, París).
Otro hito de la escultura aqueménida es la decoración de las cuatro tumbas reales excavadas en la roca de Naqshah Rostam. Cada tumba fue tallada en la roca imitando la fachada de un palacio, con figuras sobre un estrado en el que aparece el Rey adorando a los dioses.

Relieve en una tumba reale de Naqshah Rostam. 

Las artes menores del periodo aqueménida alcanzaron un gran esplendor, con la producción de artículos de lujo para la casa real y la nobleza, con ornamentos de vestidos, vasijas de oro y plata, jarrones de piedra y joyas con decoración incisa. Una importante colección de estos objetos, el Tesoro de Oxus, se conserva en el Museo Británico de Londres.

arte persa
            Brazalete de oro (Victoria & Albert Museum, Londres). Pieza del tesoro de Oxus del siglo v a.C. Los iranios, además de trabajar el bronce con maestría, como lo demuestran los restos encontrados en el Luristán, eran excelentes orfebres, a juzgar por ésta y otras muestras.

La arquitectura y la escultura del periodo helenístico.
Tras la conquista de Persia por Alejandro Magno en el 331 aC, bajo la posterior dinastía seléucida, la arquitectura persa imitó el estilo griego. Destaca el gran templo de Kengavar, destruido en la antigüedad por un terremoto.
Muchos edificios aqueménidas fueron restaurados añadiendo esculturas exentas de los reyes y elementos decorativos de estilo griego, lo que explica el auge de la escultura, como evidencian los fragmentos de escultura en bronce hallados en Shami, y los relieves de Behistun.

La arquitectura y las artes plásticas del periodo parto.
Más tarde llegó la dinastía de los partos arsácidas, entre el 250 aC y el 226 dC, que construyeron unos pocos edificios entre los que sobresale el palacio de Hatra (hoy al-Hadhr en Irak), fechado entre los siglos I y II dC, con una monumental bóveda de medio punto. Los abovedamientos, los robustos muros y las pequeñas dependencias de este palacio indican una continuidad de las primitivas tradiciones asiria y babilónica y del estilo persa aqueménida.
La escultura decayó durante el periodo parto, del cual apenas quedan restos en algunos frisos estilizados en los palacios. Más desarrolladas fueron las artes menores, con temas animales propios de un pueblo nómada.

La arquitectura y las artes del periodo sasánida.
La dinastía sasánida gobernó Persia desde el 226 dC hasta la conquista islámica en el 641, y promovió un gran programa arquitectónico de palacios, con un estilo innovador respecto al aqueménida. Los muros se levantaron con ladrillo cocido y pequeñas piedras unidas con argamasa; también se utilizó el ladrillo para las bóvedas de medio punto dispuestas sobre grandes estancias y corredores; y se construyeron grandes cúpulas.
Se adaptaron los diseños y principales características de los palacios de Persépolis, pero se incluyeron en un único edificio las numerosas dependencias que antes estaban desperdigadas en pequeños edificios aislados: un salón para las audiencias públicas, otro más pequeño para las reuniones privadas y numerosas salas de menor tamaño.
Destacan las ruinas de los palacios cupulados de Firuzabad, Girra y Sarvestan, y las amplias salas abovedadas del de Ctesifonte y de Bishapur y palacios menores en Qais, Hira y Damghan. En estos palacios aparece ya el iwán, un pórtico con gran arco abierto a un patio, que será un prototipo incorporado por la arquitectura islámica.
Se construyeron excelentes puentes en Dizful y Shushtar, y numerosos templetes destinados a la adoración del fuego por la religión oficial del zoroastrismo.
Sólo nos ha llegado un ejemplo de escultura exenta monumental, la colosal figura de un rey aparecida cerca de Bishapur. Hay también un reducido número de estatuillas de bulto redondo, de temática guerrera. Las mejores esculturas son los relieves grabados sobre las rocas de Naqshah Rostam, en los que aparecen retratados los reyes persas Ardachir I y Shapur I (años 241 a 272) montados a caballo. Similar escena ecuestre ofrece el relieve de Taq-i-Bustan, representando a otro rey persa de esta dinastía, Cosroes II.
La artes menores (o decorativas) sasánidas alcanzaron una elevada calidad e incluso después de la conquista árabe el estilo sasánida continuó, influyendo en el arte islámico, bizantino, en China y en la zona del Turkestán, lo que explica que sus formas fueran muy imitadas en todo el Oriente Próximo y también en la Europa cristiana medieval.
La metalistería es excelente sobre todo en las copas y los platos de plata, y los aguamaniles de bronce con profusa decoración repujada. Los temas más frecuentes fueron escenas cortesanas, cazadores, animales, pájaros y plantas. La mejor colección de este tipo de piezas se encuentra en el Museo del Ermitage, en San Petersburgo; y hay otros ejemplos en los museos de París, Londres y Nueva York.
También fue notable la producción de tejidos, sobre todo sedas, con diseños de motivos animales, vegetales y de caza dispuestos de forma simétrica, situados dentro de medallones.

FUENTES.
Internet.
[http://www.oznet.net/cyrus/bagh.htm] Sobre los Paradisos persas.
[http://www.youtube.com/watch?v=PztulMirfUs] Video de 3’26’’ con texto español de una visita turística a Pasargada y la tumba de Ciro.

Documentales / Vídeos.
[http://www.youtube.com/watch?v=fOYeECueO94] Documental de 43’52’’ sobre La construcción de un imperio. Los persas. Gran parte versa sobre Ciro II y Darío I, y el enfrentamiento con Alejandro Magno.

Exposiciones.
*<7.000 años de arte persa>. Barcelona. Fundació La Caixa (15 junio-5 septiembre 2004). Fondos de Museo Nacional de Teherán. [http://www.casaasia.es/actividad/detalle/1019-exposicion-7000-anos-de-arte-persa]

Libros.
Scarcia, Gianroberto; Curatola, Giovanni. Irán. El arte persa. Lunwerg. Barcelona. 2004. 264 pp. Desde el prehistórico al islámico.

Artículos.
Velázquez Muñoz, Joaquín. Arqueología aqueménida. “Revista de Arqueología” 369 (I-2012) 12-25. Las grandes obras públicas de la dinastía aqueménida: vías, puentes, regadíos, canales…

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