sábado, 28 de diciembre de 2013

Comentario: El Consulado del Mar de Palma de Mallorca.

Comentario: El Consulado del Mar de Palma de Mallorca.

Vistas de la fachada principal del mar, con la galería arriba.

La obra.
El Consulado (Consulat en catalán) de la Mar era un edificio inicialmente gótico, pero reformado en época renacentista y barroca, hasta perder su estilo inicial y no tener ningún dominante.
Primero acogió el Tribunal de la jurisdicción desde Hombres y Asuntos de la Mar, instaurado por Jaume II en 1306 aunque sus primeros cónsules (jueces) fueron nombrados por el príncipe Felipe, regente de Jaime III, en 1326. Posteriormente, el rey Pedro el Ceremonioso lo renovó en 1344, siguiendo las pautas del primer consulado creado, establecido en Valencia en 1283. El Consulado estaba vinculado al Col·legi de la Mercaderia (el gremio mercantil), que tuvo su sede en la vecina Lonja desde el siglo XV, y este vínculo fue reforzado por la normativa otorgada por el rey Martín el Humano en 1409.
En 1614 el Col·legi acordó reconstruir el edificio, que fue concluido en 1669 dejando  o rehaciendo algunas partes góticas del interior, pero rehaciendo en estilo manierista la planta principal del primer piso. 
En el siglo XVIII, como consecuencia de los Decretos de Nueva Planta de 1715, el Consulado pasó a depender de la Real Audiencia y finalmente desapareció en 1800.
Hacia 1810-1820 se construyó la fachada principal actual, en un estilo barroco tardío, por el arquitecto Isidro González Velázquez (Madrid, 1765-1840), el mismo que diseñó la Capilla pompeyana del Casal Montenegro y el Paseo del Born también en Palma, además de hacer muchos proyectos para iglesias rurales; cuando volvió a Madrid, como arquitecto de Fernando VII, reordenó la Plaza de Oriente.
Finalmente, después de varios usos civiles y militares en el siglo XIX, el edificio se convirtió a principios del XX en Escola Normal Femenina, salvo desde 1933 una parte que se dedicó a Museo Pedagógico Provincial. En julio de 1936 se convirtió en la sede de las Milicias de Falange, y desde 1951 alojó el Museo Marítimo de Baleares, que exponía 285 piezas, hasta su cierre en 1973, y devino sede del Gobierno Balear a finales del siglo XX.

Análisis formal.
De la época medieval queda solo en la planta gótica interior la estructura de espacios pequeños y alargados, muy enmascarada por las adaptaciones posteriores a los diversos usos del edificio.
La fachada del Consulado presenta tres pisos. 
La fachada de la planta baja, obra de Isidro Velázquez entre 1810 y 1820, es barroca tardía como denotan la densa masa pétrea y los elementos de las ventanas. 
El primer piso renacentista es la planta noble, probablemente de la segunda mitad del siglo XVI, según el historiador Santiago Sebastián. En ella destaca en la fachada la galería porticada con balaustrada, cubierta con un bello artesonado y estructurada por cinco arcos rebajados soportados por columnas anilladas de proporciones clásicas que dan paso a cinco portales decorados con frontones rotos triangulares de un estilo manierista que semeja una influencia de Miguel Ángel. En el interior de esta planta noble se conserva otro artesonado muy bien conservado. 

Significado.
Este pequeño edificio es un ejemplo de la gran importancia del comercio y la burguesía comercial en la Edad Media de la Ciutat de Mallorca. Su actividad aportó a la ciudad monumentos capitales como la Lonja del siglo XV, la vecina capilla de la Lonja (iniciada a mediados del siglo XVI en un gótico tardío y terminada hacia el 1600) y esta sede del Consulado de Mar, que muestra la adaptación los edificios a los diferentes gustos artísticos, desde el gótico al Renacimiento tardío y el Barroco tardío, así como prueba de que una de las mejores maneras de conservar los edificios antiguos es mantener su utilidad.

Fuentes.
Gambús Saiz, Mercè. Itinerarios arquitectónicos de las Islas Baleares. Govern Balear. Palma de Mallorca. 1987. 187 pp. Consulado de la Mar (96-97).
Sebastián, Santiago. Arte (147-315), en AA.VV. Baleares. Publicaciones de  la Fundación Juan March / Editorial Noguer. Madrid / Barcelona. 1984. 369 pp. Consulado del Mar (236).

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