martes, 28 de abril de 2015

Comentario: El escriba sentado.

COMENTARIO: EL ESCRIBA SENTADO.

Escriba sentado. Imperio Antiguo. Dinastía V (h. 2500 aC). Col. Museo del Louvre, París.

Descripción.
La escultura es una obra exenta de 53,7 cm de altura realizada en piedra caliza policromada y representa a un escriba sentado. De autor desconocido, la obra se hallaba en la necrópolis de Saqqara, cerca de la capital Menfis, en la tumba de un funcionario menor al servicio de los primeros faraones de la V Dinastía (ca. 2500-2350 a.C), durante el Imperio Antiguo, descubierta en el siglo XIX por arqueólogos franceses, por lo que hoy pertenece a la colección del Museo del Louvre, en París.

Análisis formal.
La escultura es muy naturalista en su representación de un hombre adulto que ya pasado hace tiempo desde la juventud a la madurez.


Adopta una postura frontal, sentado y con las piernas dobladas en una pose equilibrada y simétrica, según la norma general de estatua-bloque, con una tendencia a la concentración de la masa, lo que explica que el escultor ensanche ligeramente la cadera y esconda los pies, de los que sólo se muestran tres dedos.
Se viste sólo con un faldellín (shenti) cuyo color blanco destaca sobre el color terroso del cuerpo semidesnudo, representado con un notable realismo, con los músculos del pecho caídos y una barriga relativamente prominente (un signo de prosperidad en la época) mientras los brazos se separan del cuerpo, un movimiento relativamente infrecuente en la estatuaria egipcia, que prefiere representar al cuerpo en un único bloque, pero que es común en la representación de los escribas, pues contribuye a dar al escriba una postura más natural y relajada y permite que sostenga los atributos de su oficio.



El rostro es simétrico, el cabello bien cuidado, la frente amplia, los ojos realizados con cristal de roca perfilado, cuarzo, ébano y cobre que otorgan gran fuerza y vivacidad a la mirada, los pómulos y las mejillas finamente modelados, los labios finos y apretados que expresan determinación, y el cuello corto que refuerza la impresión de solidez. Las manos son asimismo un prodigio de tallado realista.
Si ya su postura es la típica del escriba, la idea se refuerza con elementos propios de su oficio, puesto que sobre las piernas coloca un rollo de papiro que sujeta con la mano izquierda mientras con la mano derecha se entiende que sujetaba un cálamo para escribir, que hoy ha desaparecido, tal vez porque estaría hecho con un material valioso, pero cuya existencia reconocemos porque se ha salvado en otras obras escultóricas del mismo periodo. No hay adornos tales como joyas o una peluca, que sí se añaden en obras muy posteriores, del primer milenio aC, pero que en el Imperio Antiguo se consideraban elementos superfluos.

Significado.
La función es inequívocamente funeraria. Los egipcios entendían que las estatuas servían de soporte al Ka (un nivel superior al del cuerpo y su alma) en la otra vida y por lo tanto los que podían pagarse una escultura procuraban tener a los mejores artistas y que la representación fuera fidedigna y a la vez idealista, porque querían resucitar según ese ideal.
Tanto la postura canónica del escriba que espera las instrucciones como los elementos propios del oficio permitían al espectador identificar de inmediato su condición social, por lo que se deduce que la intención del representado y del artista era mostrar a los hombres y a los dioses su digno puesto en la jerarquía de la sociedad egipcia, para recuperar esa dignidad durante su nueva vida en el más allá. Para ello había que reforzar su postura hierática de respeto ante Osiris, así como la mirada interrogadora y atenta hacia el espectador que adopta la posición de un invisible personaje que dicta las instrucciones, y que es el mismo lugar que tendría el dios-juez,

La estatua indica la dicotomía de la escultura egipcia, con un estilo naturalista que se bifurcaba empero en dos tendencias, una más idealista para representar a los dioses y los faraones, de la que es un buen ejemplo la Triada de Micerino, y otra en cambio más realista para representar a los restantes miembros más bajos de la sociedad, de la que uno de los mejores ejemplos es este Escriba sentado. Para reunificar ambas tendencias habrá que esperar más de un milenio, hasta el breve periodo llamado amarniense (por la capital Tell el-Amarna), cuando el faraón Akhenatón, de la XVIII Dinastía en el Imperio Nuevo, promueva la representación realista de su propia persona y de su familia. Después el arte egipcio volverá a la dicotomía tradicional, hasta el final a manos del Imperio romano.

Escriba sentado Morgan. Imperio Antiguo. Dinastía V (ca. 2450 aC). Muy naturalista, porta una peluca y es más estilizado anatómicamente.

Escriba sentado. Imperio Antiguo. Dinastía V (ca. 2500-2350 aC). Destaca la sencillez de la composición, muy similar a la cobra que comentamos. No porta el cálamo y las piernas apenas están insinuadas en el bloque.

Escriba Dersenedj. Imperio Antiguo. Dinastía V (ca. 2500-2350 aC). Obsérvese la simplificación de la escultura.

Escriba sentado. Imperio Antiguo. Se mantienen los brazos más pegados al cuerpo, respetando la norma de la estatua-bloque, y la clara idealización del rostro y el torso, Carece de peluca, pero tal vez tuvo una postiza.

Escriba Amenhotep. Imperio Nuevo (siglo XIV aC). Se respeta la norma de la estatua-bloque, y la clara idealización geométrica del rostro y el torso,

FUENTES.
Internet.

Documentales / Vídeos.

The Seated Scribe. SmartHistory. Tres minutos. [https://www.youtube.com/watch?v=IKkcop-dlUY]

sábado, 25 de abril de 2015

El artista francés Henri-Edmond Cross (1856-1910).

El artista francés neoimpresionista Henri-Edmond Cross (1856-1910).

Henri-Edmond Delacroix, llamado Henri-Edmond Cross (Douai, 20-III-1856-Saint-Clair, cerca de Lavandou, Var, 16-V-1910). Artista francés. Formado en la Escuela de Bellas Artes de Lille y en el taller de Bonvin en París.
En 1884 participó en el Salon des Indépendants junto a Seurat y Signac, con los que formó el movimiento neoimpresionista. Su estilo es muy personal, sobre todo en la pintura de acuarelas, con una técnica puntillista muy elaborada. Al contrario de Seurat, que trataba a menudo temas sociales con una actitud crítica, Cross y Signac se decantarán por paisajes con escasa presencia humana y, en el caso de Cross, colocará las figuras en entornos clasicistas, mediterraneístas, muy próximos a la estética noucentista.


Vista de Venecia con San Giogio Maggiore.

Miró conoció probablemente su obra ya en los años 10, a través de exposiciones y revistas, pero no hay mención documental a que sus afinidades, patentes en el uso de la técnica puntillista y la composición de marinas, sean necesariamente una influencia directa del francés.

Fuentes.
Internet.
[http://es.wikipedia.org/wiki/Henri-Edmond_Cross]
[http://www.henriedmondcross.org/] Completísima web con biografía, reproducción de obras y bibliografía.
Libros.
Bénézit, E. Dictionnaire des peintres, sculpteurs, désignateurs et graveurs. Gründ. París. 1976. 10 vs. Reed. Jacques Busse (dir.). 1999. 14 vs. Vol. 4, pp. 117-119.

viernes, 24 de abril de 2015

El arte micénico.

EL ARTE MICÉNICO.
CARACTERÍSTICAS.
URBANISMO.
ARQUITECTURA.
ESCULTURA.
PINTURA.
ARTES DECORATIVAS.

CARACTERÍSTICAS.


Mapas de la civilización minoica y micénica.

En la parte continental de Grecia, sobre todo en las ciudades peloponesias de Micenas y Tirinto, excavadas por Schliemann, y en Pilos y otros núcleos urbanos, aparecen palacios, centros de la rica civilización llamada micénica por considerar a Micenas su principal ciudad, aunque no hay pruebas de que hubiera una unidad política común, sino a lo más su hegemonía sobre el resto del pueblo aqueo (como es llamado en la Iliada de Homero). 
Los aqueos llegan a Grecia en 1900 aC, y gracias a la técnica del bronce y sus carros de caballos dominan a los pueblos prehelenos. Su auge se data en 1600-1200, con su cima y el declive a la vez asociados a la guerra de Troya, y tras sufrir el desastroso embate de los Pueblos del Mar serán finalmente destruidos por los invasores dorios en el siglo XII, superiores por sus armas de hierro y que sustituirán el enterramiento por la cremación de los muertos.

URBANISMO.
Las monarquías micénicas controlaban toda la vida económica y social desde sus palacios reales, que sí estaban fortificados, verdaderos centros comunales, en Micenas, Tirinto, Pilos... La tesis del historiador Fernando Chueca de que el pueblo era libre es desmentida por el helenista Vernant, que opina que la ciudadela era una fortaleza interior para dominar a la población. La vivienda típica micénica tiene una habitación principal, el mégaron columnado, con un patio porticado anterior, un hogar central y un techo parcialmente abierto para la iluminación, a veces con una cisterna debajo para recoger el agua de la lluvia. El mégaron (siempre direccional y que también puede ser una habitación principal rectangular o una sala de reuniones) subsistiría en Grecia hasta el siglo V aC, cuando gradualmente fue sustituido por el peristilo (patio porticado rodeado de habitaciones).
Para el historiador Josep Morata un antecedente de la ciudad griega de Atenas es la fortificada ciudadela micénica de la Acrópolis de Atenas (siglo XIII aC), pero sería mejor situarlo en los siglos oscuros de los siglos XII-VIII, con ciudades que desconocemos.


Micenas, con la puerta de los Leones y la ciudadela. 


Micenas, con la puerta de los Leones en la parte inferior y la ciudadela al fondo con el mégaron. La ciudad se extendía fuera de los muros con numerosas viviendas de materiales más pobres de los que apenas quedan restos.


Micenas, en la calle circundante a las tumbas de los reyes.

ARQUITECTURA.
En las ciudades destacan los palacios, las murallas ciclópeas y las tumbas de corredor.



Vista axionométrica del mégaron de Micenas,


Fachada del mégaron de Tirinto.

Vista del interior del mégaron de Pilos, con el fuego (oikós) sagrado central. Su estructura es similar a la de Micenas.

Vista del interior del palacio de Pilos.

Los palacios de los dirigentes en el continente griego eran completamente diferentes de los de Creta. Poseían el característico mégaron, una habitación central dominante, al que se llegaba desde un patio cruzando un pórtico flanqueado por columnas, y tenía un gran hogar central rodeado de cuatro columnas. Los mégaron de los palacios de Micenas, Tirinto y Pilos eran sorprendentemente similares. Excavaciones recientes en Micenas indican que, igual que en Creta, los palacios servían como centros de trabajo así como de gobierno.

La ciudadela de Tirinto, con sus altas fortificaciones, y el mégaron (con varias salones abiertos o hípetros) en primer plano.

Pasillo en las murallas de Tirinto, con falsa bóveda.

Las ciudades del continente tendían a la fortificación con murallas ciclópeas ‑innecesarias en Creta por su carácter de isla‑. Son grandes muros de mampostería ciclópea, construida con bloques macizos e irregulares; destacan los recintos de Micenas y Tirinto.

Había en las murallas grandes entradas, como la Puertea de los Leones de Micenas.

Para los enterramientos reales los micénicos griegos usaron en un principio pozos como tumbas (la llamada Tumba de Agamenón), pero más tarde adoptaron los tholoi minoicos, convirtiéndolos en una estructura impresionante: las tumbas de corredor, de una tipología interesante, pues desemboca en una amplia cámara cubierta por falsa cúpula (construida mediante aproximación de hiladas). Las tumbas se cubrían con túmulos o terraplenes artificiales de tierra, y a ellas se entraba a través de largos pasillos.





Tumba de Atreo. Afueras de Micenas. En realidad perteneció a unos reyes dos siglos anteriores a Atreo, el padre de Agamenón.

En las tumbas más avanzadas, tales como la conocida por Tesoro de Atreo en Micenas, el espacio grande y circular estaba impresionantemente abovedado con gruesos doseletes de piedra.

ESCULTURA.
La escultura en piedra a gran escala, está bien representada en la cultura micénica, que embellecía su arquitectura con relieves. 

La fachada del llamado Tesoro de Atreo en Micenas estaba adornada con contrastantes mármoles rojos y verdes en forma de columnas y un friso de espiral. 

Las piedras estelas (stelae) o placas conmemorativas, aparecidas sobre las tumbas reales de Micenas, contienen motivos geométricos y figuras. 

Puerta de los Leones. Micenas.

Una muestra característica de este tipo de decoración es el monumental relieve de piedra sobre la Puerta de los Leones en Micenas, en la que hay dos leones majestuosos a los lados de una columna. El modelado de los felinos, únicas grandes esculturas legadas por los micénicos, no fue superado en el relieve hasta las escenas de caza asirias, varios siglos posteriores.
En las excavaciones se han encontrado además numerosas figuras, probablemente exvotos, de barro, bronce y marfil, que demuestran que fueron hábiles talladores de recipientes circulares de marfil y de placas decorativas.

PINTURA.
No hay apenas pinturas, a lo más imitaciones de la minoica, seguramente hechas por artesanos de Creta. El repertorio pictórico minoico y la técnica de frescos fueron adoptados más tarde en el continente griego, donde se pintaron escenas religiosas similares a las de Creta y Thera. También eran populares las escenas de caza y lucha.

ARTES DECORATIVAS.


La cerámica minoica fue imitada en el continente griego, donde gradualmente evolucionó tanto en forma como en concordancia de adornos hacia formas más disciplinadas. En la fase final, los micénicos introducen animales y figuras humanas como parte de la decoración.


Máscara de Agamenón. Micenas. En realidad perteneció a un rey unos dos siglos anterior.


Vaso de oro de Vafio.

La riqueza de la orfebrería micénica es extraordinaria. Los descubrimientos micénicos más impresionantes del trabajo del metal aparecieron en las tumbas de pozo y en los tholoi del continente. Incluyen máscaras de oro y bienes de funerarios grabados en relieve con dibujos geométricos. Destacan las famosas máscaras del llamado Tesoro de Agamenón, las numerosas joyas de oro y los vasos de oro de Vafio.

Los enterramientos también contenían lujosos jarrones de oro y plata y armas ornamentales de bronce, la mayoría realizados por artistas minoicos. Las armas de bronce eran de gran calidad tanto en su metalurgia como en su acabado decorativo. Algunos de los jarrones estaban decorados con dibujos complicados y escenas forjadas en relieve repujado. Otros jarrones, así como puñales de bronce, eran adornados con diferentes metales coloreados, una técnica a veces referida como “pintura con metal”. Estos complejos productos eran posiblemente los objetos más estimados del Egeo.


FUENTES.
Internet.
[https://es.wikipedia.org/wiki/Pueblos_del_mar]

Documentales / Vídeos.


La civilización de los héroes. 21:52. Serie Secretos de la Arqueología. Ebla (Siria), Troya (Anatolia), Micenas (Peloponeso). [https://www.youtube.com/watch?v=bXLzSxIgy0I]

Apocalipsis del Egeo (1200 AC). Los Pueblos del Mar55:08. [https://www.youtube.com/watch?v=9JZq30RDUEI] El final de la civilización micénica.

Conferencias.


Sánchez, Carmen. La cerámica de Creta y Micenas. Conferencia en Fundación Juan March (18-IV-2017). 65 minutos. La cerámica en las civilizaciones minoica y micénica. [https://www.youtube.com/watch?v=lpOePQAh0BM]


Bendala, Manuel. Micenas: La ciudad capital de la Grecia de Homero. Fundación Juan March (1-II-2018). 1:04:23. [https://www.youtube.com/watch?v=c41aOP5HF3U]

Exposiciones.
*<El mundo micénico. Cinco siglos de la primera civilización europea (1600-1100 aC>. Madrid. Museo Arqueológico (enero-febrero 1992). Comisario: José Luis Melena. Reseña de Bayón, Miguel. Se abre en Madrid una exposición sobre el mundo micénico. “El País” (13-I-1992).
*<Agón! La competición en la antigua Grecia>. Madrid. CaixaForum (14 julio-15 octubre 2017). Itinerante por otros CaixaForum de España: Palma. CaixaForum (13 diciembre 2018-31 marzo 2019). 172 obras del British Museum. Comisario: Peter Higgs. Reseña de García, Ángeles. Lo importante no era participar. “El País” (14-VII-2017).


<Troy, myth and reality>. Londres. British Museum (21 noviembre 2019-7 marzo 2020). Obras desde la Antigüedad hasta hoy sobre el mito troyano: 3.000 años de historia y arte. Comisarias: Victoria Donnellan, Lesley Fitton. Troy: myth and reality. 9:41 [https://www.youtube.com/watch?v=Xc13wPKkHJMExhibition Review - Troy: myth and reality at the British Museum. 2:21. [https://www.youtube.com/watch?v=7f5nWmicqO0] [https://www.britishmuseum.org/exhibitions/troy-myth-and-reality] Reseña de Antón, J. Sin noticias reales de la guerra de Troya. “El País” (9-II-2020). [https://elpais.com/cultura/2020/02/08/actualidad/1581167915_260706.html]

Libros.
Chadwick, John. El mundo micénico. Alianza. 1977. 253 pp.
Dickinson, Oliver. The Aegean Bronze Age. Cambridge University Press. Cambridge. 1994. 366 pp.
Higgins, Reynold. Minoan and Mycenaean Art. Oxford University Press. Nueva York. 1981. 216 pp.
Hood, Sinclair. The Arts in Prehistoric Greece. Yale University Press. New Haven. 1994. 311 pp.
Hornblower, Simon; Spawforth, Antony (eds.). The Oxford Classical Dictionary. Oxford University Press. Nueva York. 2003 (3ª ed. rev.). 1.700 pp.
Pedley, John Griffiths. Greek Art and Archaeology. Harry N. Abrams. Nueva York. 1998 (2 ed.). 384 pp.
Shelmerdine, Cynthia W. The Cambridge Companion to the Aegean Bronze Age. Cambridge University Press. Cambridge. 2008. 554 pp.

Artículos. Orden cronológico.

Ruiz, David. La gema tallada hace 3.500 años que cambiará la historia del arte antiguo. “La Vanguardia” (9-XI-2017). Investigadores de la Universidad de Cincinnati encuentran una obra con un “nivel de detalle excepcional” en la tumba del ‘Griffin Warrior’, hallada en 2016 en las ruinas griegas de Pilos. Su naturalismo es extraordinario, muy próximo al de la época clásica un milenio después.

El arte del Egeo: 2. Arte minoico.

EL ARTE DEL EGEO: 2. ARTE MINOICO.

CARACTERÍSTICAS.
URBANISMO.
ARQUITECTURA.
ESCULTURA.
PINTURA.
ARTES DECORATIVAS.

CARACTERÍSTICAS.



Mapas de la civilización minoica y micénica.

Mientras Europa vive en la Edad del Bronce, en el II milenio aC, la isla de Creta, gracias a su desarrollada civilización y su situación privilegiada en las rutas comerciales, irradia su influencia por las zonas continentales próximas.
Realiza un arte naturalista y religioso, con notas propias de una sociedad rica, alegre y pacífica, bastante equilibrada en su estructura social, dominada por reyes
Hay cuatro fases evolutivas (no hay un absoluto consenso sobre la datación):
1) Prepalacial (2600-1900): la fase inicial de lenta madurez.
2) Paleopalacial (1900-1700): primer auge (primeros palacios). Acaba con un terremoto.
3) Neopalacial (1700-1400): segundo auge (segundos palacios). Acaba con la explosión del volcán de Thera h. 1450 y/o una invasión micénica h. 1450, aunque los palacios son destruidos h. 1400 o 1380 como más tardar.
4) Pospalacial (1400-1100): decadencia. Los palacios desaparecen h. 1200 por las invasiones de los pueblos del Mar y los dorios.

URBANISMO.
La influencia urbana llegó a Europa a través del Egeo, como demuestran los tempranos ejemplos a lo largo del II milenio de las ciudades de Creta y Anatolia, tales como Dimini o Malthi. Fue una oleada que se difundió junto a la agricultura y los primeros Estados.




El palacio de Cnosos era el centro vital de una ciudad de miles de viviendas, de las que apenas quedan restos porque sus materiales eran pobres.

Las primeras ciudades cretenses no tienen murallas al estar protegidas por la flota minoica. Son de planta irregular, por la necesaria adaptación al terreno. Las casas y los palacios se articulan alrededor de un patio, en un trazado irregular como de laberinto, y se abren al exterior, a la vista del panorama. Cnosos (tal vez con 40.000 habitantes), Malia, Gurnia, Festos y Hagia Triada contaban con un alto nivel de vida, un equilibrio social y buenas medidas sanitarias, con una alta adaptación al medio ambiente. Los palacios tenían una función política, religiosa y comercial. Desaparecieron h. 1200 aC.

ARQUITECTURA.
La cualidad orgánica del estilo minoico se ve con mayor claridad en los palacios de Creta, descubiertos por el arqueólogo británico Evans. 




Los cuatro palacios principales (Cnosos, Festos, Malia y Zakros) son de arquitectura compleja, basada en bloques aislados y siguieron el mismo plan básico: un patio rectangular central rodeado funcionalmente de habitaciones en varios niveles, sistema arquitrabado, grandes escaleras de acceso a los pisos superiores, tragaluces. Los patios debieron haber alojado a multitud de adoradores, quienes se reunían en frente de las habitaciones occidentales de culto. Había grandes habitaciones reales, como el Salón del Trono de Cnosos. Los palacios también tenían grandes sótanos, talleres de artistas, refectorios y lujosas dependencias para vivir (incluidos cuartos de baño) para las familias nobles dirigentes. Las estructuras eran ligeras y flexibles, antes que monumentales, y enteramente abiertas.





Reconstrucción de una galería del primer piso del palacio de Cnosos, con la típica columna minoica.

Las columnas minoicas, de gruesos troncos de madera de ciprés, con sus grabaciones descendentes, sugieren movimiento más que estabilidad. La columna, de fuste disminuido hacia su base y de capitel con equino y ábaco, proporciona elementos al estilo dórico griego.
También minoico era el polythyron, una pared hecha de puertas, que facilitaba la ventilación y la clausura de una habitación.
La residencia privada de la Creta minoica abarca desde la simple casa de campesinos a las ricas mansiones y villas, edificadas con los mismos rasgos y técnicas refinadas que los palacios.
Se realizaron gran variedad de construcciones para enterramientos. Los más destacados eran las tumbas del sur de Creta, los tholos, edificios circulares con bóvedas de piedra voladiza, lo bastante grandes como para enterrar a toda la familia por muchos siglos, y entrada por el Este, siguiendo un rito funerario. Los de Platanos, en la llanura de Messara, tienen un diámetro interior de 13 metros y un espesor de muros de 2,5 metros Influirán en los grandes tholos de Micenas.

ESCULTURA.
La mayoría de las esculturas minoicas existentes son estatuas y estatuillas de varios materiales y sellos de piedras semipreciosas con motivos tallados. En escultura se produjeron estatuillas de la diosa domadora de serpientes, hombres desnudos, damas de falda acampanada, y algunas tallas de marfil, como el Acróbata de Cnosos. Domina el idealismo, aunque con rasgos naturalistas, y se siguen las leyes de la simetría y la frontalidad.


Diosa de la serpiente. Cnosos. Col. Museo de Heraklión.

Entre los artículos más importantes de la civilización egea están las estatuillas de bronce asociadas exclusivamente con los enclaves minoicos. Incluyen hombres y mujeres adoradores con los brazos elevados en actitud orante (la postura orante tradicional cretense es el puño derecho sobre la frente, el brazo izquierdo pegado al lado del cuerpo, la cabeza atrás), así como imágenes de un niño gateando, un toro y su saltador o una cabra recostada. Los artistas minoicos sobresalieron en el tallado de figuras de marfil en las que añadían otros materiales para intensificar sus efectos. Además de las diosas relacionadas con animales, se encontró otra imagen en 1987 en Palaiokastro (Creta) de un dios joven, cuyo cuerpo está esculpido en marfil cubierto de oro y la cabeza está tallada en una pieza única de serpentina azul-grisácea. Los minoicos también destacaron en el tallado de jarrones de piedra, muchos de los cuales estaban realzados con decoración en relieve.

PINTURA.
La pintura minoica desarrolló dos estilos, bien los pintorescos frescos en las paredes de los palacios o bien los elegantes diseños que decoran la cerámica minoica. La pintura es la más naturalista de las artes minoicas, aunque la perspectiva es torcida.

Los delfines. Fresco minoico en Cnosos.



Tauromaquia o Danza del toroFresco de Cnosos. Col. Museo de Heraklión.

Sacerdotisas oferentesFresco de Cnosos. Col. Museo de Heraklión.

Los palacios y casas de Creta estaban habitualmente decorados con resplandecientes pinturas en las paredes. En sus pequeños palacios las pinturas al fresco, combinadas con bajorrelieves de estuco, reflejan los temas de la vida diaria. En ellos los pintores muestran su amor a la naturaleza Chojas, espigasC y un sentido del movimiento del que carecía la pintura egipcia. La influencia de Egipto es perceptible en algunas manifestaciones, por ejemplo en la belleza de los perfiles de las pinturas, pero los artistas cretenses rompieron las ataduras foráneas para inspirarse en las bellezas de su propio paisaje de modo que los minoicos hicieron una importante contribución al arte de la pintura paisajística. Sólo en el Egeo se pintaron paisajes sin figuras humanas. Los artistas minoicos reflejaron el terreno con contornos ondulados y bandas de colores turbulentos para enfatizar la vitalidad de la existencia. Las escenas estaban animadas con animales, tales como burros y pájaros, en movimientos enérgicos entre follaje oscilante. Los minoicos tenían una facilidad destacable entre los pueblos antiguos para captar el movimiento. Las figuras eran representadas en instantáneos momentos de acción y en gran variedad de poses. Las figuras minoicas normalmente son elegantes, esbeltas y estilizadas, lo que intensifica su aspecto de movilidad. Es esencial en escenas rituales, tales como el fresco del salto al toro, la representación de figuras humanas. Abundan las composiciones laterales (no frontales). Se pintan con contornos fuertes para remarcar la expresividad. Los colores son planos y vivos. Ocasionalmente, los frescos eran reproducidos mediante un método especial de pintura conocido como el estilo miniaturista, por medio del cual se representaba multitud de gente en una pequeña zona con tan sólo unas ligeras líneas.
En excavaciones recientes en Thera, en las islas Cícladas, se han descubierto frescos bien preservados procedentes de prósperas casas privadas que están relacionados con el arte de Creta, aunque las escenas de la naturaleza están pintadas de forma más abstracta. Muchos de los frescos de Thera representan a niños, que son retratados con diferentes edades y con sus cabezas afeitadas, excepto unos rizos. En una pintura particularmente importante, de un emplazamiento conocido como la Casa Occidental, se presenta una escena narrativa en un escenario elaborado, que es el paisaje más extenso conocido anterior al periodo helénico; en ellas se describe todo el mundo egeo, con una flota de barcos lujosamente decorados navegando de ciudad en ciudad. A pesar de la distinguida calidad de esta pintura, el artista evidentemente carecía de cualquier noción de la perspectiva.
Excavaciones recientes en Tell-el-Daba, en la parte occidental del delta en Egipto, han descubierto fragmentos de frescos que incluyen escenas del salto al toro pintadas por los minoicos. A la luz de estos descubrimientos, está claro que debería revisarse la relación entre Egipto y la cultura minoica. Al parecer los pintaron artesanos al servicio de una princesa minoica que se habría casado con un faraón.

ARTES DECORATIVAS.
En las artes menores se observa la extraordinaria calidad de la glíptica (con infinidad de sellos), de la metalurgia (las hachas de bronce) y la cerámica (con motivos animales).


Cerámica minoica con motivos geométricos de animales (un pulpo).

Con la construcción de los grandes palacios de Creta se desarrolló la cerámica como un arte de lujo. Usando la misma técnica de cocción en tres partes que más tarde utilizaron los ceramistas áticos, los artistas de Creta crearon jarrones espléndidos con numerosas formas así como una variedad aparentemente infinita de animados adornos. Muy admirada en el mundo antiguo, la cerámica minoica fue copiada en todo el Egeo e incluso exportada a Egipto y al Próximo Oriente. En los últimos periodos, los adornos incluían temas naturalistas, tales como formas florales y el muy conocido estilo marítimo, con pulpos, delfines, peces, crustáceos y algas pintados en ricos diseños globales. Las grandes tinajas o pithoi para almacenar alimentos son uno de los tipos más copiados en Grecia.

El arte del trabajo del metal también se desarrolló en la Creta minoica bajo el mecenazgo real. Los pocos objetos que han llegado hasta nuestros días, como el oro granulado, “el pendentil de las abejas”, demuestran la existencia de expertos en el trabajo de metales preciosos desde Malia hasta Minos.


FUENTES.
Internet.

Conferencias.

Thera o la fuerza de la naturaleza indómita. Conferencia de Carmen Sánchez (3 de febrero de 2015), Fundación Juan March. Ciclo Las ciudades en la antigüedad mediterránea (II). 60 minutos. La isla de Thera, en el borde del volcán Santorini, alberga la ciudad enterrada de Akrotiri.

Documentales.
Arte minoico. Varios documentales. [https://www.youtube.com/playlist]
Los secretos de la isla de Minos. 27 minutos
La civilización minoica. Conferencia de la profesora Eva Tobalina sobre la civilización cicládica y la minoica. 73 minutos. [https://www.youtube]

Libros.
Castleden, Rodney. Minoans: Life in Bronze Age Crete. Routledge. Nueva York. 1990. 210 pp.
Dickinson, Oliver. The Aegean Bronze Age. Cambridge University Press. Cambridge. 1994. 366 pp.
Higgins, Reynold. Minoan and Mycenaean Art. Oxford University Press. Nueva York. 1981. 216 pp.
Hood, Sinclair. The Minoans. Praeger. Nueva York. 1971. 239 pp.
Hood, Sinclair. The Arts in Prehistoric Greece. Yale University Press. New Haven. 1994. 311 pp.
Hornblower, Simon; Spawforth, Antony (eds.). The Oxford Classical Dictionary. Oxford University Press. Nueva York. 2003 (3ª ed. rev.). 1.700 pp.
Pedley, John Griffiths. Greek Art and Archaeology. Harry N. Abrams. Nueva York. 1998 (2 ed.). 384 pp.

viernes, 17 de abril de 2015

Arte bizantino: Artes plásticas.

ARTE BIZANTINO: ARTES PLÁSTICAS.

ARTES PLÁSTICAS.
Influencias en el origen.
Estilos iniciales.
Iconografía inicial.
Las artes plásticas del periodo deuterobizantino.
La nueva disposición iconográfica en las iglesias.
La iconografía deuterobizantina.
MOSAICO.
La evolución inicial del mosaico hasta Justiniano.
Comentario: Los mosaicos de San Apolinar in Classe.
Comentario: Los mosaicos de San Apolinar Nuevo de Rávena.
Comentario: Los mosaicos de San Vitale de Rávena.
La evolución posterior.
Los mosaicos deuterobizantinos.
PINTURA.
La evolución de los iconos.
Los frescos murales.
La miniatura.
ESCULTURA.
La evolución de la escultura.
ARTES MENORES.
Marfil.
Orfebrería.
Textil.
Vidrio y cerámica.

ARTES PLÁSTICAS.
Las artes plásticas más importantes son sobre todo el mosaico, desarrollado más en los muros y bóvedas, en oposición al pavimental romano. Sigue en interés la pintura, que continúa el género de la miniatura y desarrolla el icono pintado sobre tabla, que tendrá una gran influencia debido a su movilidad. Mientras, la escultura vive el auge del relieve (bajo y medio sobre piedra, asociado en particular al marfil) y la desaparición de la escultura cortesana.

Influencias en el origen.
Las dos más importantes son la romana y la oriental.
-La romana, de la que perviven las técnicas, la iconografía cristiana, la tradición figurativa y organicista del clasicismo (de base naturalista).
-La oriental, basada tanto en la tradición helenística como en la anterior a ésta, con su rigidez e hieratismo.
Los principales antecedentes artísticos parecen remontarse a Mesopotamia y al interior de Siria y Egipto, donde perduró el arte hierático del Oriente antiguo, como se aprecia en las pinturas murales de Dura Europos en el Éufrates y en los frescos de los primeros monasterios del alto Egipto. A pesar de ello, en dos de las ciudades bizantinas más importantes, Antioquía y Alejandría, se conservó el estilo naturalista helenístico hasta finales del Imperio romano en el siglo IV.

Estilos iniciales.
Hay tres tendencias fundamentales:
-El estilo bizantino, propiamente dicho, también llamado cortesano, que se promueve en los talleres imperiales de la capital, sobre todo en el mosaico.
-El estilo clasicista, con rasgos de figuración clásica, manifiestos sobre todo en las artes suntuarias de los talleres imperiales, lo que indica que el gusto artístico era distinto para el arte religioso y el cortesano, así como en ciertos círculos cultos grecolatinos, como el monasterio de Santa Catalina del Sinaí (con sus iconos clasicistas).
-El estilo popular, sobre todo en iconos, con alguna pequeña influencia cortesana.

Iconografía inicial.
El arte bizantino representó los temas religiosos mediante mosaicos, tablas de marfil y las pequeñas tablas pintadas o iconos. La furia iconoclasta, muy intensa en el siglo VIII, suprimió las representaciones figuradas de la Divinidad, simbolizada entonces mejor por la Hetimasía, que consistía en el Trono de Dios con un texto sacro. Desde mediados del siglo IX y definitivamente desde el XI, reaparecieron las imágenes en los mosaicos, marfiles e iconos. Hay muy poca innovación en la temática hasta que se llega al periodo deuterobizantino.
El tema favorito será el mariano: Virgen Theotokos, Virgen Orante, Virgen Odigitria, Salvador... Pero hay variaciones en los detalles: en Bizancio los apóstoles aparecen sentados mientras que en Occidente están de pie.
Hay también un gran desarrollo de los temas cortesanos o aristocráticos, que perdurarán durante siglos para disminuir más tarde. Mientras, habrán influido en Occidente, en especial en la miniatura carolingia y otónida.

Las artes plásticas del periodo deuterobizantino.
A lo largo de este periodo hay numerosos relieves bizantinos en Italia y sin embargo no los hay en el propio territorio bizantino.
Las artes del color son las dominantes: pintura, mosaico (sobre todo hasta el siglo XII), frescos murales (sobre todo desde finales del siglo XII) y pintura sobre tabla, con técnicas de temple o de encáustica.
En los primeros tiempos la imagen religiosa queda legalizada como instrumento contemplativo y de veneración por sí mismo, con una sacralización de las imágenes. La iconografía se fija estrictamente, así como su distribución en la iglesia. La temática es la misma anterior, pero con novedades e influirá intensamente en el arte medieval de Occidente, al condicionar la producción románica y gótica en Italia, hasta Giotto y Duccio todavía. La iconografía de la imagen bizantina hasta el final del siglo XII alude a una realidad invisible, espiritual y también con una impronta sagrada de lo que representa, como un icono cuya imagen evoca la figura del santo, sin preocupación didáctica (sin el didactismo que sí es básico en Occidente). Esto afecta al estilo, como dice Grabar, y separa claramente la imagen bizantina de la de Occidente. En Bizancio no hay libertad formal, no se puede alterar la imagen por ser ésta sagrada.
Los programas iconográficos y los recursos estilísticos se repiten en las iglesias, según las pautas dictadas desde la segunda mitad del siglo IX en el tratado titulado Hermeneia que compila cómo se deben realizar las escenas y su estricta disposición en el templo. De este modo, surgió un proyecto decorativo común para todas las iglesias.
La Hermeneia no se conserva, pero la conocemos muy bien porque en el siglo XIX se encontró un manuscrito que recogía la Hermeneia en un monasterio del monte Athos.

La nueva disposición iconográfica en las iglesias.
El programa iconográfico se adecúa en periodo deuterobizantino a la iglesia centralizada de cúpula, con un sistema rígido de distribución en los tres lugares básicos y dos secundarios:
- La cúpula central, símbolo del Cosmos, se dedica al Pantocrátor, con un Dios de medio busto, un hombre maduro de rasgos severos, como un juez divino, envuelto a menudo en una mandorla, con los brazos de una cruz en la aureola de su cabeza y con el Libro de la Revelación en la mano izquierda, mientras que con la mano derecha bendice a los fieles.
- El ábside, llamado bema (en Bizancio es el espacio elevado entre el ábside y la nave), es el segundo lugar en importancia, reservado a la Madre de Dios.
- En el presbiterio, antes del bema, hay una representación nueva, la sinaxe de los arcángeles, que están de pie, protegiendo la entrada del bema.
- Los brazos de la cruz están dedicados a imágenes del ciclo de la Vida de Jesús, con una evidente narratividad, pero ya que sólo servían de base a las fiestas litúrgicas no tenían intención didáctica.
- En los ángulos de la planta en cruz en las iglesias grandes, las cúpulas se reservan a las Teofanías (Cordero Pascual, Pentecostés).
Si se observa en altura, la disposición es también estricta.
En el nivel inferior de los muros deben aparecer exclusivamente patriarcas del Antiguo Testamento, profetas, apóstoles, mártires y obispos.
En el nivel medio, esto es en las trompas, las pechinas o los tímpanos deben aparecer historias de la vida de Cristo que recojan sus momentos más trascendentales.
En el nivel superior, esto es las cúpulas y bóvedas de horno en los ábsides, deben aparecer Cristo en majestad, la Virgen y los ángeles.

En las localidades sicilianas de Cefalù y Monreale tenemos ejemplos de una adaptación de esta distribución a iglesias sin cúpula, que pasará también al Románico, con el ábside para el Pantocrátor, con la Madre de Dios debajo y la sinaxe de los arcángeles a los lados de ella, junto a los santos que testifican esta epifanía.
La iglesia de San Marcos de Venecia se inicia en este periodo, en una ciudad ya independiente, pero enteramente sometida al influjo del arte bizantino. Sus arquitectos y decoradores eran bizantinos. El proyecto es de cruz griega, con una cúpula central y cuatro cúpulas más pequeñas. Muchos de sus elementos son fruto del saqueo de Constantinopla en 1204, como los caballos que estaban en el Hipodromo y los mismos restos de San Marcos. El auge de Venecia equivalía al definitivo ocaso de Constantinopla.

La iconografía deuterobizantina.
La iconografía sigue el modelo paleocristiano del Bautizo, la Natividad y otros, organizados en una misma composición, creando un modelo que pasa directamente a Occidente.
La temática mariana es la principal en Bizancio, que será el modelo de Occidente. Hay varias versiones tipificadas:
La Theotokos en trono con el Niño en el centro del cuerpo.
La Hodigitria de medio busto, con el Niño a un lado.
La Blacherniotissa es la Madre de Dios Orante, con los brazos abiertos y el Niño (en una aureola sobre su pecho).
La Eleoussa o de “tipo afectuoso” ya aparece en el siglo XI, con las mejillas de la Virgen y el Niño unidas o con el Niño acariciando la barbilla de ella, que pasa al Gótico y al Renacimiento, pero en Bizancio la intención era conmover al Niño a favor de los hombres, no la ternura materna.
La Galaktotrophousa es la Virgen Lactante que da de mamar al Niño, que pasa al Gótico.
La Kiriotissa es la Virgen de pie con figura entera.
La Nikopeia o Virgen de las Victorias, bajo la cual (sentada en un trono con el Niño) luchan los ejércitos imperiales.
Imágenes no únicamente marianas son:
La Deesis, con Jesús entre la Madre de Dios y San Juan, que el Gótico empleará en los Calvarios.
La Anastasis, de la bajada de Jesús a los Infiernos.
El Juicio Final es poco frecuente en Bizancio, habiendo ejemplos sólo en las miniaturas y en las portadas interiores. Desde principios del siglo XI aparecen elementos de justos y pecadores, infierno, paisaje de almas... Un ejemplo es el Juicio Final de Torcello, del siglo XII, además de una preciosa iconostasis (la pared de separación, decorada con imágenes divinas). Su importancia fue mayor en el Románico, que tomó el tema de Bizancio, como los otros.

MOSAICO.
La evolución inicial del mosaico hasta Justiniano.
Los mosaicos fueron el método habitual para la decoración de las iglesias bizantinas. Estas representaciones, compuestas por pequeñas piezas ortoédricas o teselas de cristal coloreado o revestido con pan de oro, cubrían la superficie interior de los muros y las bóvedas, produciendo un misterioso efecto lumínico que se adaptaba perfectamente al carácter de la religión ortodoxa. Al mismo tiempo, su carácter suntuario simbolizaba la magnificencia de la corte imperial y el poder de su emperador, cabeza visible de la Iglesia ortodoxa.
Los mosaicos del periodo protobizantino o teodosiano en el siglo V son similares en estilo y temática a los romanos del Bajo Imperio por lo que pueden considerarse como paleocristianos.
La diversidad estética del arte bizantino del periodo de Justiniano se refleja en los distintos estilos de los mosaicos, que varían desde la austeridad de la Transfiguración de Cristo (c. 540), en el ábside de la iglesia monástica de Santa Catalina en el monte Sinaí (Egipto), al cortejo de mártires (mediados del siglo VI) de la basílica de San Apolinar Nuovo en Rávena (Italia), que recuerdan las procesiones de figuras oferentes del arte antiguo del Oriente Próximo.
Hay una idealización y desmaterialización de la realidad bajo la influencia oriental y de la doctrina cristiana.
Mientras que en Constantinopla no quedan obras figurativas, sí en cambio encontramos muchas, y de inmensa calidad, en Rávena, capital de los ostrogodos y conquistada por Belisario en mayo de 540. Las obras más célebres son los del emperador Justiniano y su esposa Teodora con sus séquitos, en la iglesia de San Vitale de Rávena.

Comentario: Los mosaicos de San Apolinar in Classe.
Los mosaicos de San Apolinar in Classe, en el ábside son del siglo VI y en las naves del siglo VII, destacan por su figuración simbólica.
En lo alto del arco de triunfo hay un Pantocrátor, rodeado de los Cuatro Evangelistas y de Corderos como símbolos de los Apóstoles.




            Detalle de la Cruz con la Mano de Dios encima.

En el ábside de fondo azul con estrellas, la bóveda celestial, aparece en la cima el símbolo de la Cruz inserta en un círculo bajo la Mano de Dios, y con dos profetas a los lados, Elías y Moisés, Es el tema de la transfiguración, el momento en el que Cristo se va al campo con tres de sus apóstoles (las tres ovejas del mosaico): Pedro (solo, para destacar su importancia), Juan y Santiago, y se le manifiesta a partir de luces y resplandores como el propio Dios, pero se reveló como Dios junto a dos personajes: el profeta Elías y Moisés.



En el nivel inferior está San Apolinar en actitud orante, rodeado en un prado por 12 Corderos, que representan quizá el conjunto de los bienaventurados o quizá los apóstoles.

Otra cruz presenta unas gemas y el rostro de Cristo, tal vez la primera ocasión en que aparece una referencia figurativa de Cristo en los mosaicos bizantinos.
También hay en los pilares del arco triunfal unos retratos de los obispos de Rávena, pues era su basílica sepulcral. En las naves tenemos escenas narrativas del siglo VII del AT y de los emperadores.

Comentario: Los mosaicos de San Apolinar Nuevo de Rávena.
En San Apolinar Nuevo, hay unos maravillosos mosaicos de dos épocas y estilos, paleocristiano y bizantino.
- Los anteriores o cercanos al 526 (fecha de terminación del edificio), de época ostrogoda, sobre las ventanas de la nave central, tienen un tema cristológico. En la pared del Evangelio está una representación del puerto de Classe y en la pared de la Epístola una del palacio del rey ostrogodo Teodorico.
- Las posteriores al 540, ya de época justinianea, se sitúan en las entreventanas y representan a la Virgen con Santos y Vírgenes. Las procesiones traducen el ámbito cortesano al religioso. En el Evangelio hay una procesión de Vírgenes (representadas como mártires con palmas) que se dirigen hacia la Theotokos y la Adoración de los Magos. En la Epístola hay un cortejo de Mártires varones que confluyen hacia la Maiestas Domini, y entre las ventanas hay profetas y patriarcas. Todos estos personajes con los típicos rostros griegos, pero con una gran diversidad de retratos y con los pies en ángulo.
En su ordenación espacial hay, pues, tres niveles:
1) El superior, sobre las ventanas, con paneles de los Milagros de Cristo y de la Pasión, del periodo paleocristiano ostrogodo.
2) El medio, entre las ventanas, con imágenes de profetas y patriarcas, del periodo bizantino.
3) El inferior, sobre el dintelado, con un cambio excepcional en el orden normal de la asignación de sexos, de modo que las mujeres van por el Evangelio y los hombres por la Epístola, con dos escenas:


        El palacio de Teodorico.


Detalle del cortejo de los Santos.


            Detalle de un santo.

La samaritana.

Oración en el Huerto de los Olivos

Camino al Calvario.

Cristo en Maiestas.

El Juicio Final.

En el lado de la Epístola el mosaico comienza a los pies de la iglesia con una representación ostrogoda del palacio de Teodorico del que sale el cortejo (ya bizantino) de los Santos convergiendo hacia la Maiestas Domini con los Cuatro Arcángeles, situado este grupo cerca del altar.





            Detalle de la Adoración de los Magos.

            En el lado del Evangelio se comienza con una representación ostrogoda del puerto de Classe del que sale un cortejo (ya bizantino) de las Vírgenes hacia la Theotokos con la Adoración de los Magos, situado este grupo cerca del altar.

Comentario: Los mosaicos de San Vitale de Rávena.
La iglesia de San Vitale de Rávena fue erigida en 525-547 y estuvo bajo el dominio ostrogodo hasta 540, cuando fue conquistada por el general bizantino Belisario. Tiene dos diferentes estilos figurativos, que aparecen por adaptación a las intenciones temáticas y no por una simple diversidad estilística.
Tiene los mosaicos anteriores a Justiniano en el coro del presbiterio y en el arco de triunfo; mientras que en la pared absidal están los mejores mosaicos, ya de época justinianea, desde 540 hasta 547 o tal vez incluso más tarde.


            Sacrificios de Isaac y Melquisedec.

Las escenas del coro, basadas en el Antiguo Testamento son una muestra del modelo narrativo especialmente por su fondo pintoresco de rocas, flores y nubes rosáceas, con evidentes reminiscencias pompeyanas. La figuración ostrogoda del presbiterio, abunda en temas del AT y cristológicos. El anticlasicismo es patente en el uso de una doble imagen en el mismo espacio, con ausencia de perspectiva y proporción, con un color convencional. En el lado del Evangelio, en una luneta con escenas de la hospitalidad de Abraham y el sacrificio de Isaac, y en otras lunetas hay representaciones cristológica con dos ángeles, Moisés en el Sinaí, Jeremías, sacrificios de Abel y Melquisedec, etc. En el vano de la tribuna hay dos Apóstoles sentados. En la bóveda está el Cordero Místico, rodeado de ornamentación similar a la tardorromana.



            La hospitalidad de Abraham.

La decoración justinianea, posterior al 540, muestra los tres modelos: narrativo, icónico y de inspiración clásica, que se repitieron en todos los periodos trascendentes del arte bizantino. En la bóveda de horno que cubre el ábside, aparece la figura de Cristo imberbe "como un Apolo" sentado sobre la esfera del universo, esto es un Cristo Cosmocrátor sedente derivado de los sarcófagos paleocristianos que ejemplifica la herencia clásica en el arte bizantino. Cristo y los evangelistas que aparecen en el arco triunfal, representan a la Iglesia que transmitirá la Nueva Alianza y la Salvación a la Humanidad. A Cristo le acompañan San Vitale, dos arcángeles y el obispo Ecclesius portando en sus manos el edificio de San Vitale.


            Cristo Cosmocrátor, con San Vitale, dos arcángeles y el obispo Ecclesius,

En los dos lados del muro curvo del ábside aparecen el emperador Justiniano frente a su esposa Teodora, ambos flanqueados por su corte y ataviados con sus atributos imperiales. El emperador, la emperatriz y su séquito se yerguen frente al espectador, con la mirada perdida al estilo de las representaciones icónicas.




Detalle del general Belisario.


            Detalle del obispo Maximiano.

            Debajo del nicho absidal está en el Evangelio la representación del emperador con su séquito cortesano: el obispo Maximiano, soldados (con un escudo con el crismón). Justiniano (que nunca estuvo personalmente en Rávena) está representado y reverenciado como vicario de Cristo en la tierra, un gobernante temporal con la corona y un gobernante religioso con el nimbo, participando en la ceremonía eucarística. Su vestimenta es altamente simbólica: lleva en los pies sandalias purpúreas, llamadas campagi, que estaban adornadas con piedras preciosas; viste unos calzones sobre los que lleva una túnica blanca, llamada divitision, con una banda de oro hasta las rodillas; la túnica está cerrada por un cinto, el cingulum, que era una enseña distintiva del servicio público (utilizada por todos los funcionarios, de alto o bajo rango); sobre la túnica lleva un manto de púrpura (el color imperial), cerrado en el hombro derecho por una suntuosa fíbula y decorado en un lado por un recuadro dorado de forma rectangular: se trata del llamado tablion, un motivo ornamental que se repite en los mantos de los dignatarios situados a la derecha del emperador.




El lado de la Epístola del ábside con el mosaico de la emperatriz Teodora.

Detalle de la emperatriz Teodora.

Detalle de una dama del séquito.

En el lado de la Epístola está la emperatriz Teodora con sus mujeres, mientras a su izquierda un cortesano le abre la cortina de la iglesia, y está representada con la corona temporal y el nimbo religioso, llevando el cáliz.
La iconografía justinianea está relacionada con la ideología cesaropapista, con el rasgo excepcional de que unos personajes vivos estén representados en un lugar tan sagrado como el ábside, aunque en un nivel inferior a Cristo.
La característica principal es la desmaterialización, el hieratismo (apariencia de vivir una experiencia sagrada), la presentatividad de las figuras, sin narratividad ni movimiento, concentrando la expresividad en la mirada fija y ensimismada, frontalidad, perspectiva “tolemaica” (distintas filas en profundidad en las que se sitúan los personajes), pies en V... Los retratos principales son realistas, basados en modelos extraídos de medallas, monedas y platos conmemorativos, los “misssorium”. La desmaterialización es evidente también en el espacio: el fondo dorado (espacio divino), que continúa en Bizancio hasta el siglo VII, y en Occidente hasta el siglo XIV, aunque pierde el sentido simbólico y resta sólo el decorativo. En el Primer estilo bizantino el fondo dorado no está generalizado, pero sí se emplean motivos de arquitectura y paisaje para ilustrar, como la fuente que denota que la emperatriz va a entrar en la iglesia.
El color de las teselas no es siempre natural sino decorativo, con colores vivos y simbólicos.
En resumen el primer mosaico bizantino se relaciona con Oriente (esquematismo, simbolización, estilización) y Occidente (naturalismo, ornamentación vegetal).

Evolución posterior.
Se han perdido los primeros mosaicos justinianeos de Santa Sofía debido a la posterior crisis de la iconoclastia, por lo que los actuales datan de los siglos IX a XII. Son de un estilo muy refinado. 


        Virgen entronizada, siglo IX, en uno de los ábsides de Santa Sofía. Se cree que lo compuso el mosaiquista Lázaro.

            Arcángel Gabriel. Santa Sofía. Siglo IX.

Pantocrátor entre el emperador Constantino IX y la emperatriz Zoé Santa Sofía. Siglo XI.

Virgen con el Niño entre el emperador Juan II Comneno y la emperatriz Irene. Santa Sofía. Siglo XII.

Déesis, Santa Sofía. Siglo XIV.

En Santa Sofía los mosaicos mejor conservados conmemoran las ascensiones al trono imperial, y sitúan al Pantocrátor entre el emperador y su esposa, o representan la Déesis, esto es el Ruego por el que la Virgen y el apóstol San Juan imploran a Jesús el perdón para los mortales.

El mosaico mantuvo su calidad incluso durante el periodo iconoclasta, en obras que se pueden admirar en el mundo islámico, pero que fueron realizadas por mosaiquistas bizantinos, como la decoración a base de volutas de acanto de la Cúpula de la Roca en Jerusalén (685-705), los encantadores paisajes de árboles de la Gran Mezquita de Damasco (706-715) o los motivos geométricos del mihrab de la mezquita de Córdoba.
El típico esquema decorativo de las iglesias de planta de cruz griega del periodo medio puede ser reconstruido por los ciclos de mosaicos de Hossios Lukas, Dafne y otras iglesias griegas del siglo XI. El esquema estaba basado en la disposición jerárquica de los temas en una sucesión ascendente, tal como se recogía en el tratado Hermeneia.
Los santos de menor categoría estaban relegados a las áreas más bajas y menos visibles del interior. Los santos más importantes se situaban en los elementos estructurales principales. En las superficies murales mayores y en los niveles más altos bajo la cúpula se colocaban las escenas de los Evangelios y de la vida de la Virgen María. En las bóvedas se pintaban los temas celestiales, como la Ascensión de Cristo. El tema de Pentecostés, representado por una serie de rayos de luz que descienden sobre los apóstoles, ocupaba la bóveda del brazo oriental.
Al fondo, en el centro de la bóveda de horno (semicúpula) sobre el ábside, impera una espléndida Virgen amamantando al niño Jesús. Desde el centro de la cúpula, el Pantocrátor, o enorme busto de Cristo barbado que gobierna el mundo, mira hacia el universo creado. De esta forma la iglesia se convierte en un símbolo del cosmos, y todo el interior con su jerarquía de imágenes sagradas se transforma en un inmenso icono tridimensional.

Destacan fuera de Constantinopla los mosaicos de la iglesia de Dafne del siglo XI, que han padecido con el paso del tiempo pero se reconoce en la cúpula central el Pantocrátor, cuyo artista está claramente influido por el arte tardorromano: es un Cristo apocalíptico, colérico, tal y como era representado Júpiter, y hay un cierto modelado clásico. La mandorla tiene numerosos colores a modo de arco iris. En el nártex aparece la Anástasis. En una trompa aparece el bautismo de Cristo y en el tímpano aparece la escena de María presentada del templo.
Más tardíos, de los siglos XII y XIII, son los mosaicos sicilianos de un estilo muy hierático en las catedrales de Cefalù y Monreale, y en Palermo los de la Martorana y la iglesia de Santa María del Almirante, y en Venecia los de San Marcos.
Más pictóricos son los mosaicos del periodo paleólogo en Bizancio, como los de la iglesia de Chora, hacia 1310, sobre todo el de la Anástasis (Descenso al Limbo).
Hay que apuntar que desde el 1100 y sobre todo en el siglo XIV abundan los pequeños mosaicos portátiles, con menudas teselas.

Los mosaicos deuterobizantinos.
Distinguimos tres periodos con sus respectivos estilos.
Primero, el Imperio Medio (850-1204), sobre todo con la llegada de la nueva dinastía macedonia (867-1056), que inauguró una segunda edad de oro del arte bizantino, conocida también como el periodo bizantino medio.
Por la sacralización de la imagen se tipifica la representación bizantina de la figura con hieratismo e inmovilidad, sobre todo en la figura aislada, en los iconos, con una desmaterialización en este estilo gráfico y plano, muy ornamental (con acusado preciosismo en los vestidos y joyas), con fondo dorado. En las figuras las teselas son las mismas del fondo lo que contribuye a esta desmaterialización. La diferencia respecto al Primer Bizantino es el uso mayor de la línea rítmica y sinuosa, sin la rigidez del románico coetáneo. En las escenas de grupo cada figura es independiente, sin relación física, pues las figuras ni se miran ni se tocan. Los elementos secundarios se eliminan (no hay decoración arquitectónica, salvo si es necesaria). El color es precioso y puro, con mayor gama cromática que en Occidente. Hay franjas de color para dar una sensación de perspectiva.
En este estilo destacan los mosaicos en las iglesias palatinas imperiales, concentrados en las zonas de nártex y tribunas. Se conservan los cuatro más importantes en Santa Sofía, encargados por los emperadores, estudiados por Lyn Rodley [Byzantine art and architecture. 1994: 154 y ss.]
La obra más antigua (¿c. 920?) está en un luneto del nártex en la entrada principal, con Cristo en Maiestas (joven, barbudo, sentado en un trono imperial, con el texto sagrado en la izquierda y el signo de bendición con la derecha) flanqueado por dos medallones, con la Madre de Dios y el arcángel Gabriel, representando un motivo de anunciación. El emperador macedónico León VI (886-912), aparece nimbado y postrado en adoración a Cristo, de su misma dimensión. Algunos autores piensan que el emperador fue una modificación posterior a una obra clásica (de la época de Justiniano), porque la cabeza de Cristo destaca por su distinción y humanidad. El mosaico es de fondo dorado, cierto volumen, cuidado de la línea. Fue descubierto en 1932.
En otra entrada del nártex hay una Theotokos de fines del siglo X, en la época de Basilio II. Está sentada sobre un trono con el Niño en el centro, flanqueada por dos emperadores, Constantino (derecha) y Justiniano (izquierda), que portan respectivamente la ciudad de Bizancio y la iglesia de Santa Sofía en las manos como ofrenda. Fondo dorado, emperadores con aureola de santo, vestidos lujosos, tonos verdosos en los rostros.
Una obra importante en las tribunas es una Maiestas que muestra a Constantino IX Monómaco (octubre 1042-1055) y a la emperatriz Zoe (978-1050, emperatriz desde 1028), que había tenido anteriormente dos maridos emperadores, Romano III (1028-1034) y Miguel IV (1034-1041), cuyas cabezas parece que ocuparon sucesivamente el lugar de la cabeza de Constantino IX, hasta que la de éste fue la definitiva (incluso la de Zoe fue sustituida una vez, tal vez para rejuvenecerla, pues en 1042 tenía ya 64 años). Esto implica que el mosaico se hizo en el periodo 1028-1050. Cristo tiene la Biblia en su mano izquierda y hace el signo de la bendición con la derecha). El emperador y su esposa con aureolas de santidad, fondo dorado, vestidos lujosos, ofrendas en las manos (bolsa él, rótulo ella). Era una ceremonia anual en la que los emperadores daban dinero y tierras a la iglesia.
En la iglesia de la Virgen del monasterio de Hossios Lukas tenemos del siglo XI o poco después los mosaicos de la bóveda de horno, en los que aparece la Virgen Teotocos y en la cúpula que cubre el tramo recto aparece el Pentecostés. En las trompas, con una ambientación que sugiere una gruta, aparecen el Nacimiento, la Anunciación, la Adoración de los pastores y de los reyes magos, y el Baño del Niño, conformando un variopinto conjunto iconográfico relacionado con el calendario litúrgico bizantino. Otras escenas son la Anástasis (el descenso de Cristo a los infiernos), en el tímpano del nártex, y una Crucifixión con la Deesis y Cristo muerto más un sol, que simboliza la naturaleza divina, y una luna, que simboliza la naturaleza humana.


            Pantocrator de Santa Sofía (siglo XII).

Los mosaiquistas comnenos (por la dinastía que reinó entre 1081 y 1185) mantuvieron el prestigio del periodo anterior.
Una obra del siglo XII (1118-1122), situada al lado de la anterior en las tribunas, es el mosaico de Virgen con el Niño (de tipo Odigitria, de medio cuerpo), con la ofrenda del emperador Juan II Comneno (1118-43) con su esposa Irene (a su lado, fuera de la imagen, está su pequeño hijo, Alexios), a los lados de la Virgen, mostrando una donación (portan una bolsa él y un rótulo ella). Fondo dorado, lujo en vestidos. El significado es mostrar a la dinastía conmena como sucesora de la macedonia, con su mismo ritual y aprecio por la Iglesia.
El mosaico de la Kiriotissa (cuerpo entero) del bema (ábside mayor) de la basílica catedral de Torcello, una isla de Venecia, es del siglo XII. La Virgen con el Niño con su vestido azul destaca sobre el fondo dorado en la semicúpula absidal, en la que debajo hay una faja con los doce apóstoles en fila y en pose hierática. También es intreresante el gran paramento del Juicio Final en el muro occidental.
Son también mosaicos del siglo XII los de la iglesia de Dafni, con el Nacimiento de Cristo (luminoso, sobre un fondo de naturaleza, con la cueva silueteando las figuras santas), y Bautismo de Cristo, en los ángulos de la nave de la iglesia, destacando el Pantocrátor en la cúpula, un joven barbudo y ceñudo, con la cruz de fondo tras la cabeza y portando la Biblia en la mano.
Los mosaicos de la Capilla Palatina de Palermo (Sicilia), después de 1148, tienen una novedosa distribución de personajes que se adapta al marco arquitectónico (antecedente del Románico), con la Natividad (con una Anunciación de los Pastores y Reyes Magos, menos frontalidad, más movimiento, la cueva silueteando las figuras de la Virgen y el Niño, con mayor oscuridad en los colores que el Nacimiento de Dafni, con yuxtaposición de escenas en la misma composición) y la Ascensión de la Virgen.
 Las series más extensas de los son los realizados a partir de 1174 por artistas bizantinos para la gran iglesia de Monreale en Sicilia. El esquema decorativo de los mosaicos orientales tuvo que readaptarse a la estructura de la basílica. Las escenas del libro del Génesis ocupan los espacios pictóricos situados entre y por debajo de la arquería de la nave central, siguiendo un precedente occidental. Los temas de El Sacrificio de IsaacRebeca en el Pozo y Jacob luchando con el ángel, representados en un nuevo estilo narrativo más dinámico, se adaptan hábilmente al espacio plano de los arcos. Arriba, en la inmensa semicúpula del ábside, se alza el gigantesco busto del Pantocrátor.
El ciclo de Chios, del siglo XII, tiene una Anastasis con un color más preciosista, intenso y variado, de un tono verdoso en las encarnaciones de los rostros (un rasgo que pasará al románico), sin sombras ni modelado. La Anastasis en la iglesia de Nea Mone de Chios muestra un Cristo (es joven, barbudo) clavando la cruz en el suelo, y dando la mano a Adán, con una interrelación entre las figuras. Son interesantes también el descenso al limbo (con figuras de preciosos colores), y las tres Marías al pie de la Cruz (con vestidos azules).

El siguiente periodo corresponde a la primera fase del reinado de los Paleólogos (desde 1204 hasta 1300). Aumenta la riqueza de la iconografía, expresando valores afectivos, emociones. Es un estilo que Rodley define como “expresivo”, antecedente del Gótico. En las Crucifixiones se subraya el sufrimiento, así como los efectos de movimiento. Se enriquecen las composiciones, multiplicando los personajes y los detalles anecdóticos sin sentido dogmático. Se intensifica la línea rítmica (los vestidos parecen estar movidos por el viento). No hay plasticidad en las figuras (con excepciones).
Hay obras, ya en el 1164 que anuncian este nuevo estilo, como el fresco de la Lamentación o Piedad de Nerezi (iglesia de San Panteleimon, Serbia), con María y San Juan dominados por el patetismo, sobre el cuerpo de Cristo.
Destacan los mosaicos de San Marcos de Venecia, del siglo XIII, con la Crucifixión (bóveda oeste de la cúpula central), con múltiples personajes, en la que destaca el patetismo de Cristo y las mujeres y discípulos, ángeles arriba, el soldado que le alancea…
Los mosaicos de Gracánica (Serbia, c. 1320), con la Dormición de la Virgen en su lecho rodeada de múltiples personajes, colores intensos y el rostro de San Juan Bautista (con fuerte color amarillento y rasgos de poderosa personalidad).
Una excepción a la carencia de plasticidad es la Deesis de fines del siglo XIII (en la galería sur de Santa Sofía), con el Pantocrátor y a sus lados un fragmento de la Virgen, con rostro de tonos verdosos y un San Juan Bautista (con vestido azul, oscuridad). Otra excepción, con gran plasticidad, es la Synaxe de los arcángeles en Santa Sofía, en la que se ponen pequeñas teselas con las que se consiguen efectos de luz y sombra, sin usar el verde anterior. La fecha de esta obra es polémica. Rodley incluso la sitúa en el siglo IX, pero sin certeza.

PINTURA.
La evolución de los iconos.
A diferencia de la Iglesia católica, en la que la veneración de las santas reliquias fue habitual hasta el final de la Edad Media, la Iglesia oriental promovió el culto popular a los iconos. Estos retratos de santos y vírgenes representados en posición frontal solían ser imágenes estilizadas. Se representa a Cristo, a la Virgen con el Niño en brazos, o figuras de santos.
La mejor colección de iconos que muestra una panorámica general de su evolución, se encuentra seguramente en el monasterio bizantino de Santa Catalina en el monte Sinaí. Fundado por Constantino en el lugar de la aparición de Dios a Moisés, su colección se remonta al siglo VI y no se ha interrumpido desde entonces.
Los iconos surgen en el siglo VI en Bizancio. La causa es la abundancia de reliquias y su sacralización. Las reliquias se conservaban en unas cajas, las “eulogie”, en las que se pintaba una imagen del santo. Al final la misma imagen recibió veneración, asociada a la reliquia, pudiendo independizarse de la caja. Eso facilitó la difusión de la iconografía, al ser portátiles. Se guardaban en los templos y en las celdas de los monjes, y en el deuterobizantino incluso en las casas privadas.
El soporte es la tabla de madera, con la técnica de la encáustica, aplicando en caliente una cera con colores diluidos y cubriéndola de barniz. También se enriquece con piezas de metal, como vemos en los escapularios en el pecho.
Se produjeron iconos hasta la crisis iconoclasta y, más tarde, en el siglo IX, y contaron una gran difusión, que perdurará en la Iglesia ortodoxa de Rusia hasta el siglo XX. Se diversificaron en polípticos y llegaron a cubrir toda la superficie de la iconostasis. Fue un arte independiente de la Corte Imperial, más popular.
Los temas son primero los santos y más tarde prevalecen las representaciones de Cristo y de la Virgen.
En Santa Catalina del Sinaí tenemos dos piezas excelentes. El Icono de San Pedro, de mirada concentrada, que se reprodujo en obras posteriores, y la Theotokos. Otras obras son las del convento de Baurid (Egipto copto), con una suave angulación, o el Santo curandero Abbacir, ahora en Roma, o uno muy popular, de Siria, dividido en calles, con escenas de la vida de Jesús y de la Crucifixión.

Los artistas bizantinos del renacimiento macedónico (867-1056) aprendieron otra vez, estudiando los antecedentes clásicos, la representación de figuras vestidas en el estilo de paños o pliegues mojados. También intentaron sugerir la valoración de luces y sombras que crea la ilusión de espacio tridimensional y da vida a la superficie pintada. Sin embargo, las imágenes religiosas sólo se aceptaban si la figura humana no se representaba como una presencia física tangible.
Los artistas bizantinos resolvieron este problema a partir del siglo XI por medio de una creciente abstracción , es decir, por medio de diseños planos que conservaran el interés visual de la composición mientras evitaban cualquier modelo concreto y con ello cualquier apariencia corporal o incluso de perspectiva, y exagerando la inmovilidad y el hieratismo. De este modo establecieron convencionalismos para la representación de la figura humana que perduraron en los restantes siglos del arte bizantino.
La segunda fase más importante de la pintura en el periodo bizantino medio coincidió con el dominio de la dinastía imperial comnena (1081-1185). Su arte inauguró una nueva tendencia artística que se continuó en los siglos sucesivos. La temática y la composición del icono bizantino también influyeron en las Madonnas occidentales, sobre todo las italianas.


            El icono de la Virgen de Vladimir (c. 1125-1130).

El icono de la Virgen de Vladimir (c. 1125-1130, Galería Tretyakov de Moscú) muestra un carácter humanístico bastante alejado del primer arte bizantino. Ahora la Virgen María, en lugar de mostrar el tradicional hieratismo, aprieta su mejilla con la del niño Jesús. En un fresco del año 1164 de la iglesia de San Pantaleón en Nerezi (Croacia) podemos encontrar el humanismo comneno en un nuevo tema iconográfico, el Threnos o Virgen dolorosa, representado con un intenso patetismo. Al igual que la Virgen de Vladimir, esta pintura al fresco es obra de un pintor de Constantinopla.


            Icono de la Crucifixión. Siglo XIII. Monasterio de Santa Catalina del Sinaí.

Icono de la Virgen y el Niño (s. XIII, National Art Gallery de Washington). Muestra de  la influencia italiana en la época final.

Los frescos murales.
Los frescos en las iglesias fueron escasos pero de gran calidad en los primeros siglos del imperio bizantino, pero ganaron en importancia justo al final, La influencia de los maestros pintores bizantinos fue permanente en la pintura románica del norte de Italia y de Cataluña, donde son evidentes sus rasgos de hieratismo y frontalidad.
Pero los frescos tenían una importancia mucho menor que los mosaicos en las iglesias bizantinas, hasta que la pintura mural remplazó a la costosa decoración con mosaicos, salvo algunas excepciones, como los espléndidos mosaicos de la iglesia de Chora en Constantinopla (1310-1320).
Este periodo del siglo XIV se caracteriza por la pervivencia de algunos rasgos anteriores, en especial las formas compositivas de las imágenes tradicionales, pero las normas que regían la disposición jerárquica de las figuras en las iglesias del periodo bizantino medio se abandonaron o se reinterpretaron con novedosa vitalidad. Las escenas narrativas ocuparon en algunos casos las bóvedas, y el tamaño de las figuras tendió a disminuir, estableciéndose un nuevo énfasis en los paisajes y en los fondos arquitectónicos.

Hay muchas e interesantes obras en Mistra, hoy una ciudad muerta, cerca de Esparta, en el valle de Europos; era entonces la capital del Peloponeso bizantino, e incluso el emperador vivía allí, como hizo el último antes de volver a defender (y morir en) Constantinopla en 1453. Las obras de Mistra se parecen a las del segundo periodo,
En un fresco de la iglesia de Peribleptos en Mistra se representa el tema de la Natividad con un inmenso erial rocoso de fondo que agrava el aislamiento de las pequeñas figuras de la Virgen María y el niño Jesús con los animales. Ella está vestida de oscuro destacando sobre el fondo luminoso de la naturaleza, con los Reyes Magos a la izquierda y los ángeles arriba.
En la iglesia del monasterio de Pantanasa de Mistra (1428 o poco después) hay numerosos frescos de gran clasicismo. En el fresco de la Resurrección de Lázaro una amplia hendidura entre dos altas cumbres simboliza el abismo de la muerte que separa al cuerpo momificado de Lázaro del Salvador lleno de vida. Aunque los artistas hicieron hincapié en los escenarios, fueron muy prudentes para evitar cualquier ilusión perspectiva que hubiera destruido el carácter espiritual de las escenas.
En la iglesia de Chora (en turco Karie-Djami) en Constantinopla) están las obras maestras del periodo, datadas c. 1310, con algunas obras todavía tradicionales y otras en las que se introducen elementos paisajísticos y arquitectónicos, que aún están descoordinados al faltar una perspectiva central, de modo que hay incluso perspectiva invertida. Estas estructuras arquitectónicas fantásticas evocan el cubismo del siglo XX.

La mejor de las obras de Chora es el gran fresco del ábside de la capilla funeraria contigua que muestra una Anastasis (Descenso de Jesús al Limbo) en el bema, con los sepulcros abiertos, de los que Cristo saca con la mano a Adán y Eva. Cristo resucitado es una figura muy innovadora estilísticamente (muy gótica, la podría haber realizado un Giotto), con notable tridimensionalidad, avanza victoriosamente a través de las puertas del infierno, hechas pedazos, para liberar a Adán y Eva de la condenación. Otras obras son La villa de Nazaret (con una perspectiva invertida, con el punto de fuga en el ojo, como será hasta Lorenzetti), el Empadronamiento ante Cirineo (con la misma perspectiva invertida, con temática tomada de la miniatura); el Viaje a Belén y El Juicio Final, con la Virgen intercediendo por los fieles.
Hay rasgos de retorno al clasicismo helénico, de movimiento y el cuidado por el volumen, en la Koimesis o Dormición de la Virgen de la iglesia de Sopocani (c. 1265, Serbia, que se representó de acuerdo a un simple pero efectivo orden: el cuerpo horizontal de la Virgen se contrapone a la figura vertical de Cristo, que sostiene en el aire su alma ascendente. Los discípulos cristianos tienen rostros isomórficos (casi iguales) pero hay plasticidad en las figuras, en los volúmenes y modelados de los vestidos y de las carnaciones, dentro de la bidimensionalidad que luego será típica de la escuela italiana de Siena. En la misma iglesia La Asunción de la Virgen muestra un novedoso interés por la espacialidad y profundidad. y Cristo se extiende a lo largo de una gran cohorte de ángeles, ordenados en un semicírculo alrededor de la figura del Redentor.

La miniatura.
De origen paleocristiano, se ilustraban los libros del AT y NT con ilustraciones de sentido narrativo. Es una decoración convencional (por escuelas o talleres), aunque con aportaciones personales de los artistas. Hay dos Evangeliarios del siglo VI:
Codex Purpureus, guardado en la catedral italiana de Rossano, por lo que se le conoce asimismo como Códice Rosanno. Es muy semejante al Génesis de Viena, está escrito en griego, con detalles tomados de iconos y escenas independientes del texto.
El Evangeliario de Rábula, c. 600, ya citado en la miniatura paleocristiana, está influido por el estilo cortesano, con texto intercalado, pájaros enfrentados, arcos de herradura.
La iluminación de códices sigue después la tradición siria, con los códices del siglo IX en los que se percibe una influencia helenística. Destacan los salterios, muy ricos los de ámbito cortesano, debido al impulso cultural del emperador Constantino VI Porfirogeneta, en cuyo reinado se ilustran también obras científicas y literarias.
La prohibición de llevar a cabo representaciones figurativas fue cancelada finalmente el año 843 y durante el periodo del renacimiento macedónico el arte del color experimentó un resurgimiento de las tradiciones clásicas. Este hecho puede comprobarse en los pocos manuscritos miniados que se han conservado de los siglos IX y X. Las miniaturas a página entera están basadas en el estilo helenístico del arte griego desarrollado durante el periodo tardío.
En el siglo X la miniatura cortesana recrea la herencia clásica paleocristiana. Se recuperan libros del siglo VI e incluso anteriores para volverlos a copiar (como el Rollo de Josué) y se intercalan motivos profanos. La mejor obra es el Salterio de París, del siglo X, con un formato bizantino de dos registros, con ilustraciones a pie de página separadas por texto. Hay claras influencias carolingias: en el Paso del Mar Rojo hay una sirena que parece copiada de la carolingia (aunque pudieron tener un modelo común). Las figuras son una cita clásica, con academicismo e intenso cromatismo, fondo arquitectónico a menudo. Destaca el desarrollo del paisaje. Las figuras de esta obra tienen los nombres a su lado. Otra representación del mismo Salterio de París es Ezequías enfermo y luego ya curado, con la misma influencia carolingia.
San Mateo, de la segunda mitad del siglo X, es otra cita clásica, con los útiles de escritura. El evangelista es representado de edad avanzada, según su prototipo, como filósofo.

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            El Evangelista San Lucas, siglo X. Pintura sobre pergamino.

Estas miniaturas serán consideradas como iconos, con un valor sagrado propio. Finalmente, hay que decir que respecto a las otras artes del color los frescos tendrán fondos azules, sustituyendo a los dorados del mosaico (lo que será copiado en Italia). La evolución por periodos es igual en los iconos.
La miniatura del Menologion de Basilio II en Biblioteca Vaticana (c. 1000), muestra al arcángel Miguel (alado), de rostro impasible, sosteniendo un texto al final de un palo, con dos montañas y demonios a sus lados sobre un fondo dorado. El término menologion proviene de mén (mes) y lógion (cuadro), y en liturgia es el martirologio ortodoxo usado en los oficios divinos.
En el siglo XI aparecen ilustraciones polícromas en viñetas marginales o páginas con varios episodios. En el siglo XIV destacan los retratos miniados de emperadores o dignatarios.

ESCULTURA.
La evolución de la escultura.
Las obras en relieve son escasas en los siglos V y posteriores, de modo que se ha afirmado que el arte bizantino sintió aversión hacia las imágenes esculpidas, pese a las representaciones del Pantocrátor y de la Madre de Dios, y esa tendencia se acentuó cuando llegó la crisis iconoclasta y prosiguió después del final de esta. Es evidente que se abandonan los temas paganos, como el desnudo, por motivos religiosos. La desmaterialización de la figura es temprana, pero su culminación esperará a la influencia de la iconoclastia. Es un arte ornamental sobre todo, pero también hay un arte funerario, con sarcófagos que siguen los modelos anteriores.
En escultura las formas propias aparecen a finales del siglo IV, en la época del emperador hispánico Teodosio I el Grande (379-395), con varios ejemplos significativos:
-La base esculpida del obelisco de origen egipcio que se implantó (390) en el gran hipódromo de Bizancio, en el que se representó el palco imperial con una perspectiva vertical de los personajes, representados estos con proporciones jerárquicas, con el emperador como figura dominante.
-Un estilo neoático manifestado en las estatuas togadas de retrato, halladas en Bizancio y la ciudad asiática de Afrodisia, como el sarcófago de Serigüzel (col. Museo de Arte de Estambul o MAE), cuyos lados mayores muestran unos relieves de ángeles voladores que sostienen el crismón.
En la escultura posterior a la época teodosiana destaca un obra maestra, la enorme estatua broncínea de un emperador, probablemente Marciano (450-457), saqueada en Bizancio por los cruzados en 1204 y hoy visible en la ciudad italiana de Barletta.
Del siglo VI son las cabezas en mármol de la emperatriz Ariadna, cuyas copias se admiran en Milán, Roma y París (col. Louvre) y la de la emperatriz Teodora, en Milán.
En Rávena hay dos piezas excelentes. El sarcófago de un obispo (tal vez Maximiano), sin fondos lisos ni figuras humanas, con símbolos: pavos enfrentados y cruces de crismón. La cátedra de Maximiano, el trono del obispo ravenés (553), tal vez hecha en Alejandría, cubierta con placas de marfil, con temas narrativos del AT (sueño del Faraón) y NT, representaciones de los Evangelistas, santos, pavos enfrentados, crismón, molduras en los brazos, decoración vegetal (tallos) y animal.

En el relieve destacan los capiteles bizantinos, de forma cúbica, con cimacio superior. Son del llamado tipo bizantino, con planos rígidos y un completo trabajo al trépano (calado). Los mejores son los de Santa Sofía y de Sergio y Baco. Abundan las formas orgánicas y geométricas, con esquematismo de las figuras animales. Hay tres tipos: cubo simple, doble cubo e imposta.
Los capiteles bizantinos del siglo VI siguen variantes del capitel corintio y aparecen dos formas nuevas: el capitel compuesto (recuperado de su olvido desde el siglo II, con volutas jónicas y acantos corintios), y el capitel teodosiano, con hojas de acanto más planas (casi pegadas al fondo) y naturalistas, con trabajo de trépano.
Con misma técnica se esculpen frisos, con motivos usuales.
Los canceles son piedras esculpidas para colocarlas en el santuario, como placas en las ventanas y en la iconostasis. Los mejores ejemplos son de Rávena, con iconografía semejante a la de la escultura: crismón, pájaros enfrentados, etc.

ARTES MENORES.
Las principales artes menores o suntuarias son las del marfil, la orfebrería, el textil, el vidrio y la cerámica. El mosaico es un arte parangonable a la pintura mientras que la miniatura se incluye como una variante dentro de la pintura, junto a los iconos. Son muy importantes además porque transmiten mejor la iconografía, sobre todo en el Occidente medieval.

Marfil.
Los marfiles más antiguos datan de circa 500. Son placas conmemorativas como la placa de la emperatriz Ariadna o tal vez de la reina ostrogoda Teodelinda (col. museo Bargello, Florencia); la placa de San Miguel (col. British Museum, Londres); y el gran conjunto de placas que recubren la cátedra (la silla obispal) de San Maximino, del siglo VI, en Ravena.


            Díptico con dos escenas: la Theotokos y la Crucifixión.


            Dípticos de santos.

Abundan los dípticos consulares, con función conmemorativa de los nombramientos de consules (que aparecen sentados, portando símbolos del poder imperial y la cruz). Se producirán más tarde variaciones de dípticos con añadidos de temas religiosos (la Theotokos). Fue un arte industrial con centros en Bizancio, Alejandría y Antioquía. Luego aparecieron trípticos y durante la crisis iconoclasta estos artesanos del relieve lujosos crearon cofrecitos o arquetas con variados motivos.

En Bizancio destaca el Marfil Barberini (col. Louvre, París), con la imagen ecuestre de influencia tardorromana del emperador Justiniano o Zenón, con la Tierra a sus pies, un guerrero en la izquierda, con un pantocrátor arriba, y abajo un escena con los pueblos dominados por el emperador.
Los marfiles post-iconoclásticos son de solemne pero suave labra: placas con el Pantocrátor, o conmemorativas de coronaciones, como la que nos presenta a Jesús coronando a Romano y Eudoxia (col. Gabinete de Medallas, París), el Tríptico Harbaville (col. Louvre, París), y la estatuilla de la Virgen y el Niño (col. Victoria & Albert Museum, Londres).
En los siglos X y XI se datan unos marfiles de un estilo abigarrado, de un movimiento casi barroco, con elaborados baldaquines cubriendo las escenas, y cofrecillos con temas paganos, como el Cofre Veroli (col. Victoria & Albert Museum, Londres). Este estilo influyó en los marfiles carolingios y otónidas coetáneos.

Orfebrería.
La orfebrería sigue la línea helenística. Al principio se hacen fuentes circulares o discos de plata repujada con temas mitológicos, simbólicos o conmemorativos, y patenas con temas sacros o eucarísticos, como las dos Patenas con la Comunión de los Apóstoles, labradas probablemente en Antioquía en el siglo V, hoy conservadas en los Museos de Estambul y Dumbarton Oaks.
Los orfebres bizantinos forjaron también otros objetos litúrgicos en oro y plata, y cálices de ónice o sardónice, de tal magnificencia que los devotos los reverenciaron como copias del auténtico cáliz de la Última Cena; la Cruz de Justino II (c. 700, de col. Museo Vaticano, Roma); los staurothékai (relicarios de la Cruz de Cristo) con lujosas placas (como una del siglo X, en la catedral de Limburgo, y otra del siglo XII en Esztergon, Hungría), y en los que en los siglos XIV y XV se emplearán formas y adornos de modelos góticos; y las tapas de libros, como la de oro, esmaltes y pedrería, representando a San Miguel, que se guarda en la catedral de San Marcos de Venecia.
Sobresale en orfebrería la especialidad del esmalte alveolado (técnica de cloisonné), que derivado de los esmaltes sasánidas, triunfó en la corte imperial de Bizancio y persistió hasta 1204, cuando se difundió por Occidente y Georgia, aunque su primera y muy temprana influencia se percibe en las coronas visigodas del tesoro de Guarrazar, del siglo VII. Entre los mejores ejemplos tenemos coronas como la famosa corona de Constantino IX (siglo XII), que hoy se venera en Budapest y es conocida como la corona de San Esteban de Hungría. Obras maestras son el altar de San Marcos de Venecia, conocido como Pala d'Oro (hacia 976) y las cruces esmaltadas, como la de Cosenza, y la de la reina Dagmar guardada en Copenhague. Hay también un gran número de suntuosos relicarios de esmalte alveolado.

Textil.
Los tejidos fueron muy valorados y en general desarrollaron una iconografía semejante a la pintura, como ángeles volando. Destacan los tejidos de lino con adornos morados y polícromos de Egipto, que se confunden con los del arte copto. Los tejidos de seda, realizados en Bizancio desde el siglo VI aunque los más antiguos que quedan están fechados en el periodo iconoclasta, son casi siempre polícromos, con fondo purpúreo si son para los miembros de la familia imperial, y algunos tienen motivos inspirados en los diseños de la antigua Persia. Son esplendidos los bordados y recamados, como la Dalmática de Carlomagno (h. 1400, col. Museo Vaticano, Roma). En las iglesias de Occidente se usaron estos tejidos, importados de Oriente, como cortinas del sagrario y sudarios de santos y gobernantes.

Vidrio y cerámica.
El vidrio y la cerámica bizantinos, de los que se conoce relativamente poco, también fueron famosos en la Edad Media. Los mejores ejemplos se hallan repartidos por los museos de Grecia, Turquía, Reino Unido, Francia y Alemania.